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Del dominio de Europa al de EEUU

No documento EN LA ESPIRAL DE LA ENERGÍA (páginas 170-177)

4. El inicio del capitalismo en un mundo

6.2 Del dominio de Europa al de EEUU

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, EEUU fue el Estado hegemónico del sistema-mundo capitalista. A nivel planetario, compartió parcialmente ese papel durante varias décadas con la URSS. La hegemonía estadounidense se estructuró sobre su control del dinero mundial (patrón dólar-oro), su poderío militar, su pri- macía cultural y su disponibilidad de energía barata. El periodo álgido del dominio estadounidense fue entre 1930 y 1970. A partir de ahí empezó su decadencia, que todavía no ha concluido. En este apartado abordaremos esa fase álgida de la hegemonía estadounidense.

EEUU completó una etapa de la historia humana caracterizada por la expansión global del capitalismo, que, a su vez, ha tenido cuatro ciclos sistémicos de acumu- lación42. Este nuevo periodo no fue imperialista en el sentido que lo habían sido el

Imperio británico y el español, pues el capitalismo ya había logrado alcanzar (casi) la totalidad del globo, sino que esta etapa asentó el dominio capitalista del sistema- mundo y, en ese sentido, tiene similitudes con el ciclo holandés (Arrighi, 1999).

Los Treinta Gloriosos: del petróleo yanqui al petróleo árabe

El periodo dorado del ciclo sistémico de acumulación estadounidense partió de la movilización del capital excedente, que había producido EEUU durante la II Gue- rra Mundial, en la reconstrucción de Europa (y Japón). Esto además conllevó una demanda sobre la producción estadounidense. También fueron salida a ingentes cantidades de capital la electrificación y el automóvil, algo solo comparable a lo que había sido la máquina de vapor y después el ferrocarril. A esto se unió un im- portante keynesianismo militar. Además, el crecimiento tuvo como base también la incorporación de grandes cantidades de personas al mercado laboral: las mujeres y

42 Apartados 4.5, 5.2 y 5.3. Durante todo este apartado nos referiremos en varias ocasiones a temas tratados en estos tres apartados, que no volveremos a referenciar.

el campesinado que emigró a las ciudades. De este modo, el aumento de beneficios se sostuvo mediante la expansión del sistema hasta la década de 1970.

Por supuesto, también fue determinante el flujo creciente de petróleo barato. La energía era abundante y, además, tenía una TRE alta desde el inicio de la Revolución Industrial: los primeros combustibles líquidos salían de yacimientos enormes, con gran presión interna, relativamente cerca de los lugares de refino y consumo, y con poca necesidad de tratamiento. Además, inicialmente resultaba relativamente fácil mejorar la eficiencia de los motores. Al igual que vimos con el ciclo holandés (turba) y el británico (carbón), el ciclo estadounidense dispuso de una fuente de energía abundante y barata en su propio territorio, al menos al principio: el petróleo43. En

este sentido, la creciente dependencia del petróleo extranjero de EEUU es uno de los elementos de su crisis de hegemonía. Su principal competidor, la URSS, también se sostuvo sobre unas cantidades ingentes de recursos fósiles.

Hasta el final de la II Guerra Mundial, EEUU fue autosuficiente desde el punto de vista energético. Sin embargo, a partir de entonces (1947) requirió de las impor- taciones de las Periferias y, muy en concreto, del suroeste asiático44. Esto implicó

notables cambios a nivel geoestratégico, pues la proyección de EEUU en la zona fue

in crescendo. Una de las intervenciones claves de EEUU tuvo lugar en 1953, cuando

conspiró en Irán para derrocar a Mossadegh, democráticamente elegido, en favor del sha. Esto permitió a EEUU, junto a su alianza con Arabia Saudí45, tener controlada

esta región. A estas herramientas se sumó la creación de Israel (1948). Así, durante todo este periodo la principal reserva de petróleo mundial estuvo dominada por EEUU directamente (a través de sus petroleras46 y Gobierno) e indirectamente (el

crudo se vendía en dólares en los mercados internacionales).

Por primera vez en la historia del capitalismo, los Estados centrales dejaron de ser autosuficientes energéticamente y dependieron de las Periferias47. Mientras

que en el anterior ciclo sistémico de acumulación, Reino Unido promovió el au- mento del consumo de carbón en las Periferias, en este EEUU intentó sustraer la producción de petróleo mundial para su propio consumo (figura 6.4). Para que esto fuese posible, el Banco Mundial (BM) cumplió un papel clave al financiar las infraestructuras necesarias.

43 Hasta hace algo más de 30 años, EEUU era el principal extractor de petróleo, gas natural y carbón del mundo. En 1945, EEUU extrajo dos tercios del petróleo mundial (Mitchell, 2011).

44 Aunque no fue hasta 1993 cuando la curva de importaciones sobrepasó definitivamente la de extracción local en EEUU (Prieto, 2006).

45 Arabia Saudí fue creada en la década de 1930 por las potencias centrales en gran parte pensando en administrar el petróleo de su subsuelo.

46 En 1972, 8 multinacionales controlaban el 75% de las reservas petroleras del mundo no comunista, lo que incluía más del 90% de la extracción del suroeste asiático.

47 Esto también ocurrió en el consumo de materias primas, en el que la dependencia del Centro respecto a las Periferias fue aumentando desde la I Guerra Mundial (Bairoch, 1995).

Figura 6.4: Extracción y consumo de energía en las áreas centrales del sistema-mundo (Podobnik, 2006).

A lo largo de esta etapa tuvo lugar la construcción del Estado del Bienestar en los países centrales, especialmente en Europa Occidental. Esta construcción no se puede entender sin las altas tasas de crecimiento, fruto del enorme incremento de productividad que significó el modelo fordista de producción industrial48. Y esto, a

su vez, no hubiera sido factible sin el petróleo y su alta TRE durante estas décadas. Si hasta 1950 el crecimiento del consumo de energía per cápita fue “moderado”, este aumentó de forma exponencial a partir de esa fecha hasta las crisis de los años setenta. A partir de ese momento se volvió a ralentizar (figura 6.5). Y todo ello también fue posible por el fuerte proceso de urbanización que posibilitó la Revo- lución Verde en el campo, la agricultura industrializada, que se basaba igualmente en el petróleo. Un elemento central de ese modelo fue la industria del automóvil, que se afianzó como el sector más importante del siglo XX. Todo ello configuró lo que se denominó los Treinta Gloriosos (por supuesto, para las poblaciones de clase media y alta del Centro, que no para el conjunto del planeta).

Además, gracias al petróleo abundante y barato se reconstruyeron Europa y Japón, atándolos como aliados y consumidores de la producción estadounidense. La URSS hizo un uso similar de sus reservas de petróleo en su zona de influencia. Esta energía también permitió el desarrollo de los medios de comunicación (carreteras, puertos, aeropuertos), que hicieron que la lejanía de EEUU de Asia y Europa dejase de ser una desventaja económica y se convirtiese en una ventaja militar.

48 Entre 1945 y 1973, el crecimiento mundial fue del 5% anual (Hobsbawm, 1998). La pro- ductividad aumentó en el periodo 1870-1950 de forma moderada (menos del 2%), pero creció enormemente en la etapa 1950-1973 (siempre por encima del 2%) (Castells, 2001a). Los salarios subieron al mismo ritmo que la productividad (Hall y Klitgaard, 2012).

Figura 6.5: Consumo de energía primaria per cápita (Tverber, 2014c).

Nueva gobernanza mundial: represión financiera, instituciones

internacionales y transnacionales

Represión financiera

Entre la II Guerra Mundial y la década de 1970 se produjo un predominio del poder político sobre el financiero, no solo en los países centrales, sino asimismo en los periféricos que se situaban dentro de su órbita de influencia. Dicho poder político expresaba algunos de los intereses populares y en muchos casos entró en conflicto con las dinámicas del capital, aunque, eso sí, sin chocar frontalmente con ellas. Todo ello fue el resultado de unas condiciones históricas muy concretas: i) La existencia de un mundo bipolar, donde la “amenaza comunista” (externa e interna) era un hecho, en concreto en Europa Occidental y en distintos países periféricos, muchos de ellos, de reciente creación tras haber roto el vínculo colonial, a los que el campo capitalista trataba de ganar. ii) La posibilidad gracias al petróleo de promover un crecimiento económico intenso, que permitiera la creación del Estado social y la acumulación de capital al mismo tiempo. iii) El deseo de meter en cintura a un ca- pital financiero cuya actividad sin control había sido la causa principal de la debacle de 1929 y la posterior Gran Depresión, que había ayudado a impulsar el nazismo y el fascismo, así como a crear las condiciones para el estallido de una brutal guerra intercapitalista de alcance mundial. El desenlace de la contienda mundial propició la expansión del área de dominio del enemigo “comunista”. Es por eso por lo que se estableció un entorno de “represión financiera” (Gowan, 2000) en los diferentes

Estados capitalistas centrales, que quedó también reflejado a nivel internacional en el sistema monetario y financiero que se definió en Bretton Woods, y que rigió el área de dominio del mundo capitalista posbélico.

A escala internacional se estableció un sistema monetario, el patrón dólar-oro, que reflejaba la nueva hegemonía de EEUU. La superpotencia se comprometía a una cierta disciplina, pues debía mantener una paridad fija del dólar con el oro (35 $/onza), para lo que EEUU contaba con el 80% de las reservas de oro del mundo (Torres, 2010). Al mismo tiempo, se establecía un sistema de cambios fijos (pero ajustables) entre todas las divisas respecto al dólar49, y se restringía la libre

circulación de capitales50, con el objetivo de evitar las devaluaciones competitivas

de la década de 1930 y de reducir los desequilibrios que la libre movilidad de capitales había causado.

Con este sistema monetario internacional, la Reserva Federal de EEUU no tenía que molestarse en defender la cotización del dólar, ya que esto acababa recayen- do en el resto de bancos centrales, pues eran ellos quienes tenían que sostener la paridad de sus monedas con el dólar. Además, en la medida que el grueso de los derechos de señoreaje recayeron en EEUU, por tener la divisa de referencia inter- nacional en el comercio, una importante cantidad de riqueza mundial fluyó hacia la potencia hegemónica. El dólar se convirtió en la moneda mundial sustentada, entre otras cosas, en que el petróleo (la principal mercancía) se intercambiaba en dólares. Es más, la gran deuda que EEUU fue contrayendo con el mundo nunca fue restituida en su totalidad (ni lo será) y, en ese sentido, es un tributo.

Sin embargo, el nuevo sistema tenía ya inscritos los problemas que estallarían más tarde. El primero consistió en que la Reserva Federal fue aumentado la creación de dinero. Por una parte, esto le dio a EEUU una potencia de compra creciente. Simplificando: mientras que EEUU fabricaba dólares, el resto de los países tenían que fabricar mercancías que se compraban con dólares. Esto conllevó que la balanza comercial de EEUU se fue debilitando hasta convertirse en deficitaria en 1971. Por otra parte, esta emisión de divisas terminó desembocando en la incapacidad de la Reserva Federal para sostener la paridad dólar-oro.

Además, el sistema incentivaba la exportación, pues esto es lo que permitía ob- tener balanzas de pago positivas y poder imprimir más dinero. Por lo tanto, requería de ganadores y perdedores, ya que no todos los países podían ser exportadores netos. Es más, ayudaba a que quienes ya eran ganadores lo fuesen cada vez más. Y la forma principal de recuperar la competitividad era mediante la rebaja de las condiciones de trabajo internas, algo que quedaría patente posteriormente.

Añadido al control de la circulación de capitales y de la fluctuación de divisas, otro mecanismo de represión financiera fue la separación de la banca de inversión de la comercial51 (Ley Glass-Steagall de EEUU), dando un duro golpe al dominio 49 Las monedas no podían variar más del ±1% de su valor frente al dólar.

50 Los países controlaron lo que se denomina la cuenta de capital. Hubo una restricción al libre movimiento internacional de capitales, lo que no había ocurrido en los cincuenta años previos a la I Guerra Mundial, durante la época del patrón-oro (Singh, 2000).

de JP Morgan de los mercados financieros estadounidenses.

Los bancos centrales fueron nacionalizados en la mayoría de los países o pasaron a depender de forma importante del poder político (EEUU52). Desde la II Guerra

Mundial, sus funciones abarcaron: i) emitir moneda; ii) controlar la inflación a través de la variación de las tasas de interés con las que pone en circulación el dinero; iii) estabilizar el sistema controlando a la banca; iv) financiar a los Estados mediante la emisión de dinero o la compra de bonos monetizando la deuda. De este modo, el dinero mundial fue regulado por los bancos centrales de las principales potencias, comandados por la Reserva Federal. No llegó a ser una regulación totalmente pú- blica, pero lo fue mucho más que la privada del siglo XIX.

Sobre todos los bancos centrales se situaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), que funcionaba como un auditor y era el brazo político del sistema mo- netario mundial. Además, era un prestamista de última instancia para sostener el sistema de cambios fijos. A él se sumaba el Banco de Pagos Internacionales (Bank of International Settlements, BIS) o Banco de Basilea, que había sido creado en 1930 para gestionar los pagos de reparación de Alemania por la I Guerra Mundial, pero se terminó convirtiendo en un club privado de los bancos centrales de los países fundadores. Era (y es) un banco cuyos clientes son los bancos centrales y que elabora líneas de actuación generales sin control político alguno.

En definitiva, la represión financiera implicaba que los recursos necesarios para la inversión productiva se creaban fundamentalmente dentro de los propios Estados. Por lo tanto, estos cumplieron un papel decisivo en impulsar la actividad económi- ca, en muchos casos de carácter público, sobre todo en Europa Occidental53: fue

Washington y no Nueva York la sede de “producción” del dinero mundial (Fernán- dez Durán, 2003a). Una de las consecuencias de esto fue que durante los Treinta Gloriosos las crisis periódicas del capitalismo fueron bastante suaves.

Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y GATT

Los grandes actores estatales y, muy en concreto, EEUU impulsaron nuevas instituciones multilaterales en el ámbito monetario y financiero internacional (FMI y BM), al margen de la ONU, para gobernar de acuerdo con sus intereses la eco- nomía mundial. De hecho se acordaron en Bretton Woods en 1944, un año antes del nacimiento de la ONU. Por primera vez en la historia existieron instituciones supraestatales para regir la economía. En ellas participaban los diferentes Estados

banca comercial, pero sin el soporte estatal. De este modo se evitó que los depósitos de la banca comercial se usasen en la especulación financiera. Además, la ley impidió que los/as banqueros/as participasen en los consejos de administración de las empresas.

52 La Reserva Federal es un consorcio de bancos privados cuyo presidente es elegido por el Gobierno de EEUU, aunque el resto de miembros de la directiva los colocan los bancos privados. Sus beneficios netos se integran en el presupuesto estatal. Se creó en 1913 y en 1915 solo el 30% de los bancos (con el 50% de todos los activos bancarios) estaban integrados en ella. En 1929, todavía el 65% de los bancos estadounidenses estaban fuera del sistema, aunque solo les correspondía el 20% del total de activos bancarios (Chang, 2003). 53 Paradójicamente (o no), el bloque “comunista”, además de un rival por la hegemonía, fue

un ejemplo de la planificación económica desde el Estado que marcó los Treinta Gloriosos.

de la órbita capitalista, una vez que la URSS decidió abandonarlas al poco tiempo de su creación (aunque nunca llegó a suscribir sus acuerdos). Esas instituciones estaban controladas por los países centrales y, muy especialmente, por EEUU, que tenía derecho de veto54. En la primera etapa, hasta los años setenta grosso modo,

estas organizaciones permitieron el establecimiento de controles a la movilidad de capitales mundial por parte de los Estados.

En un principio, el BM tuvo como objetivo conceder créditos a las naciones eu- ropeas para su reconstrucción en la posguerra, pero ya en 1948 comenzó a prestar dinero a países de las Periferias, muchos de los cuales eran colonias de las potencias europeas por aquel entonces. Por su parte, el FMI se encargó de la estabilidad del sistema de cambios fijos, como acabamos de ver.

Además del BM y del FMI, se intentó poner en marcha una tercera institución, la Organización Internacional del Comercio (OIC), que se tendría que haber en- cargado de incentivar el comercio internacional actuando sobre elementos como los impuestos aduaneros. Pero la OIC no llegó a cuajar por el veto de EEUU, que percibía que se la dotaba de demasiado poder, y tuvo que esperar varios años a lo que luego sería la OMC (Organización Mundial del Comercio). De este modo, en este periodo fueron el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT por sus siglas en inglés) y la firma de acuerdos bilaterales55 los que facilitaron el comercio

internacional. EEUU (como hizo Reino Unido tiempo atrás56) abrazó el “libre co-

mercio” (aunque manteniendo trabas aduaneras a la importación), pues beneficiaba a su superior capacidad industrial y comercial. Fue una forma de imperialismo, pues le permitió el control de otros territorios y la extracción de riqueza de ellos (Harvey, 2007a). Sin embargo, los nuevos (y antiguos) Estados periféricos no estuvieron interesados en participar en este Acuerdo General, e intentaban abrir vías de indus- trialización propias, defendiendo sus mercados y recursos. En consecuencia, aunque el GATT ayudó a reconstruir el sistema comercial multilateral, no fue comparable en extensión e intensidad al “libre comercio” del ciclo sistémico de acumulación británico. En todo caso, ya al final de la Ronda de Torquay del GATT (1951), las barreras anteriores a la guerra a los productos industriales habían sido derribadas en gran parte (figura 6.6).

54 El número de votos de cada país estuvo determinado por las aportaciones de capital rea- lizadas. En el FMI, EEUU todavía hoy controla más del 16% de los votos, suficiente para bloquear las decisiones más importantes, que requieren el 85% de los sufragios. En conjunto, los Estados centrales tienen más del 60% de los votos. Aunque el poder de EEUU ha bajado notablemente desde el 32% (1945), en su conjunto el porcentaje de los países centrales se sostiene (67,5% en 1945). La última propuesta de reorganización de cuotas, aunque aúpa a los emergentes, sigue otorgando al antiguo núcleo duro más del 50% de los votos y a EEUU, derecho de veto. La situación en el BM es similar (Toussaint, 2014b).

55 En estos acuerdos, un elemento fundamental fue la protección de la inversión extranjera frente a las expropiaciones.

Figura 6.6: Aranceles de importación de EEUU sobre artículos negociados en el GATT (Bernstein, 2010).

El incentivo al comercio mundial no fue únicamente la rebaja arancelaria, sino que cumplió un papel decisivo, una vez más, el precio del transporte. Si el trans- porte de mercancías había sido barato hasta 1960, a partir de ahí supuso un coste despreciable (salvo el lapso de las crisis del petróleo de la década de 1970).

Estos dos factores permitieron que, entre 1948 y 1971, el comercio internacional se multiplicase por 5 (en comparación, lo había hecho “solo” por 2 entre 1890 y 1913)57. Esto vino acompañado de un aumento en el consumo energético y de las

emisiones58de CO

2 (Hobsbawm, 1998). En todo caso, el grueso de la producción y

del consumo continuó siendo doméstico59, aunque la economía se fue globalizando.

Transnacionales

Las empresas que dominaron esta etapa fueron las sociedades por acciones. A diferencia de las que nacieron con el ciclo sistémico de acumulación holandés, eran enteramente privadas (no mixtas, como vimos que fue la VOC) y fueron muchísimas

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