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NSTANTANEAS
SIDA y atención primaria
En el panorama de la salud pública de los próximos anos asoma una cri- sis temible: los escasos médicos que ac- tualmente tratan a los pacientes de SIDA en poco tiempo se verán abrumados por el cre- ciente número de personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que necesitaran su ayuda. Esta crisis solo podrá evitarse si los médicos de aten- ción primaria aceptan un papel de mayor responsabilidad en la lucha contra la epide- mia del SIDA. El Colegio de Médicos y la Asociación Médica de los Estados Unidos de América han pedido con carácter urgente a todos los médicos que adquieran los conoci- mientos y la práctica necesarios para diagnosticar y tratar los problemas aso- ciados con la infección por el VIH. Tal como otras personas que padecen enfermedades graves, los pacientes de SIDA y sus contac- tos 0 familiares requieren la orientación y ayuda de los médicos de atención primaria. Además de estar capacitados para evaluar los riesgos, aconsejar y recomendar méto- dos de tratamiento, estos médicos deben es- tar familiarizados con los recursos disponi- bles para sus pacientes en la comunidad y
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remitirlos al especialista indicado cuando sea necesario. Este adiestramiento debe con- o\
Y siderarse prioritario en los programas de re- ?
2 sidencia de las escuelas de medicina y for- % m mar parte de la educación médica continua.
(Northfelt, D. W. The acquired immunode- E
-3 ficiency syndrome is a primary care disease. x
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Am Intem Med 109(10):773-774,1988.)La depresión en la vejez
Ya en una etapa tan temprana como el siglo V antes de nuestra era, Hipó- crates atribuyó la melancolia a un exceso de ‘bilis negra” circulante. Actualmente, tras numerosas teorias e hipótesis, se ha descu- bierto la función que desempeñan en la de- presión las aminas biógenas, en particular la norepinefrina, dopamina y serotonina. Además de las perturbaciones somáticas y psíquicas más comunes de los procesos de- presivos, en el cuadro clínico de las personas mayores de 60 anos que padecen enfenne- dades orgánicas, v’úicas, colagenosis, endo- crinopatías, neoplasias malignas, anemias, intoxicaciones y trastornos del sistema ner- vioso central, aparece como elemento desta- cado la depresión. Aunque la vejez en sí no constituye una enfermedad, resulta excep- cional el anciano que no padezca simultá- neamente un grupo de dolencias crónicas. La acción sinérgica de los múltiples medica- mentos que le han sido recetados para tratar esas dolencias contribuye a producir efectos depresivos en el paciente, y numerosos psi- quiatras confirman que los cuadros afec- tivos graves mejoran y en ocasiones remiten de forma absoluta tras suspender ciertas me- dicaciones. No obstante, en cada caso espe- cifico debe establecerse un criterio racional entre los efectos secundarios nocivos de un fármaco y la necesidad imperiosa de ad- ministrarlo. (Valdés Mier, M. A. La depre- sión en la tercera edad. Rev Hosp Psiquiatr La Habana 29(2):173-183, 1988.)