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Tuberculosis

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CRONICAS

TUBERCULOSIS

Luta no Brasil.-0 Ministerio da Educacão e Saúde Publica do Brasil acaba de organizar urna commissão da qual fazem parte os professores Clementino Fraga, Samuel Libanio, Valois Souto, Cardoso Fontes, Barros Barreto e J. P. Fontenelle, para incrementar a campanha contra a tuberculose.

É

necessario elaborar-se um plano e obter recursos financeiros para executal-o. 0 orca- mento para 1938 consigna varías verbas para os servipos anti-tuberculosos, espe- rando-se que venham a ser instituidos fundos de reserva de 6 a 8 mil contos exclusivamente para esse kn. Pela accao directa, a União montará, custearã e dirigir8 os servicos necessarios. Tal ac@o se exercerá no Districto Federal e em qualquer outro ponto do paiz, urna vez que se verifique a hypothese de náo poderem os governos locaes, por inteira falta de recursos financeiros, tomar a si a responsabilidade de administrar directamente taes servicos. Pela accão indirecta, a Uniáo cooperar& com os Estados e com as instituicoes particulares, ministrando-lhes recursos financeiros e technicos, para auxiliar a manuten@0 e o desenvolvimento dos servipos que estejam sob sua directa administracáo.

Nueva secciõn antituberculosa en Costa Rica.-Por decreto del 3 de agosto de 1937, se crea en Costa Rica una Sección de Lucha Antituberculosa, dependiente de la Secretarfa de Salubridad Pública y Protección Social, en la cual quedan refundidas todas las instituciones que se relacionan con el problema sanitario de la tuberculosis. El nombramiento del jefe de la Sección lo hará la Secretaria de Salubridad Pública de una terna de médicos que pasará la Facultad de Medi- cina, En su parte administrativa, el Sanatorio Durán, la Liga Oficial Anti- tuberculosa y las Colonias Escolares Veraniegas, serán regidas en lo sucesivo por el Consejo Nacional de Salubridad, Beneficencia Pública y Protección Social. Los fondos destinados por leyes especiales al sostenimiento de las instituciones que han tenido a su cargo la lucha antituberculosa, constituirán un fondo común para la atención de las necesidades de la nueva Sección de Lucha Antituberculosa. (La Gaceta, agto. 8, 1937.)

CutirreacciBn en Chile.-Parraguez Ortiz realizb la cutirreacci6n entre 3,100 niños de las escuelas primarias de distintos barrios de la ciudad de Santiago de Chile, obteniendo 44.20% de resultados positivos: 46.40% en las mujeres y 41.30 en los varones. El examen radiológico de 50 niños positivos de ambos sexos, reveló un 22% de lesiones pulmonares, de las cuales 11.2% representaban formas francamente exudativas. El autor recomienda una investigación tuberculínica y clfnico-radiológica de la población escolar de Santiago, pues debe haber unos 20,000 niños con tuberculosis; examen sistem6tico de los maestros primarios, y creación de cantinas y roperos escolares para solucionar, siquiera en parte, los problemas de orden higiénico y econámico que existen. (Parraguez Ortiz, H.: “La Tuberculosis entre los Escolares,” Santiago, 1937.)

Dispensarios antituberculosos en Venezuela.-Un decreto venezolano del 23 de julio, 1937, crea un dispensario antituberculoso en cada una de las ciudades siguientes: Los Teques, Cumana, Ciudad Bolfvar, Barcelona, Maracay, Coro, San Cristóbal y Mérida. El Ministro de Sanidad y Asistencia Social organizar8 el funcionamiento de estos dispensarios, y por resoluciones especiales designar& el personal y la dotación correspondientes. Los gastos que ocasione la ejecuci6n del presente decreto se cargar& al presupuesto del Departamento de Sanidad y Asistencia Social. (Gac. Of., jul. 23, 1937.)

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Contactos de niños reactores.-Un analisis de los datos obtenidos durante un censo tuberculoso en Kingston, Jamaica, indica que el examen roentgenológico de las personas que vivían en contacto casero con niños que reaccionaban a la tuberculina, hubiera puesto de manifiesto 29.2% de los casos declarados, descu- biertos durante los censos domiciliarios de la comunidad, y 65.6% de los que afec- taban a personas que vivfan en contacto casero con dichos niños. El examen roentgenol6gico de las personas que vivían en contacto en los patios con niños reactores, habría revelado 68% de los casos manifiestos, y 75.4% de los de las personas que vivlan en contacto en el patio con los niños. (Wells, C. W.: Am. Rev. Tub., 332, sbre. 1937.)

Estadísticas.-Continuando su estudio (véase el BOLET~PI de obre. 1937, p. 993) la Unión Internacional contra la Tuberculosis publica los siguientes datos sobre distintos pafses: Filipinas, 1934: mortalidad por 100,000 habitantes por tubercu- losis, todas las formas, 284.08; pulmonar, 269.05; dispensarios, 16; sanatorios, tres (395 camas); escuela de enfermeras visitadoras; Holanda: mortalidad por 100,000 habitantes, todas las formas, 54.5; pulmonar, 39; dispensarios, 138; camas en sanatorios, 4,204; camas en hospitales, 50; camas en centros de rehabilitación, 260; camas en escuelas al aire libre, 250; escuela de enfermeras visitadoras; India: mortalidad pulmonar por 100,000 habitantes, 38; dispensarios, 42 (1935); insti- tuciones, 16; enfermos tratados anualmente, 94,033; sanatorios, 13; hospitales, tres; total de camas, 1,470; catedra, cursos especiales y de perfeccionamiento; escuelas de enfermeras visitadoras, cuatro; costo de la campaña antituberculosa, 120,715 rupias; Italia: mortalidad por 100,000 habitantes, todas las formas, 92; pulmonar, 69; dispensarios, 423; sanatorios, 79 (11,823 camas; 23,302 enfermos tra- tados); hospitales, 42 (11,904 camas; 25,017 enfermos tratados); centros de re- habilitación, 2 (212 camas; 514 enfermos tratados); secciones especiales en hospitales generales, 288 (12,473 camas; 30,663 enfermos tratados); casas privadas de salud, 46 (3,755 camas; 7,044 enfermos tratados); escuelas al aire libre, 42; preventorios, 126 (16,544 camas; 25,988 enfermos tratados); catedra, cursos especiales y de perfeccionamiento; escuela de enfermeras visitadoras; Luxemburgo: mortalidad por 100,000 habitantes, todas las formas, 82; pulmonar, 69; dispensarios, ocho; sanatorios, tres (212 camas); hospitales, uno (20 camas); escuelas al aire libre, dos; preventorios, tres; Marruecos, 1935: mortalidad por 100,000 habitantes, todas las formas, 142; pulmonar, 121; dispensarios, cinco; costo de la campaña, 300,000 francos; Nueva Zelandia, 1935: mortalidad por 100,000 habitantes, todas las formas, 38.7; pulmonar, 31.7; dispensarios, cuatro; sanatorios para tuberculosis pulmonar, cinco (780 camas); para todas las formas, cinco (580 camas); hospitales, tres (187 camas); total de camas, incluso 331 en otras instituciones controladas por el consejo de hospitales, 1,098, o sea 71 por 100,000 habitantes. (Bull. Un. Int. contra Tub., 382, jul. 1937.)

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aunque se han recomendado muchos estimulantes, y hasta cambio de clima. (De Biehler, Mathilde: Arch. Méd. Enf., 817, dbre. 1936.)

Resumiendo sus observaciones y la literatura relativa al asunto, Aráoz Alfaro declara que en la inmensa mayoria de los casos, en particular en la infancia, el eritema nudoso contituye un signo de primoinfección tuberculosa, coincidiendo con el establecimiento de la primera fase alérgica. Cuando se presenta en el curso de una tuberculosis en evolución, representa por lo general una nueva fase de exaltaci6n al&gica. En ambos casos la higiene, aereaci6n y alimentación favorecen la evolución ulterior, por lo comtn benigna. (Aráoz Alfaro, G.: Rev. Arg. Tub., 79, ab.-mayo 1937.)

Patogenia del eritema nudoso.-Spink presenta datos indicativos de una rela- ción etiológica entre el estreptococo hemolítico y el eritema nudoso. En cinco de 10 enfermos que observara, el eritema fué precedido de angina, y los cultivos en cuatro casos revelaron estreptococos hemolíticos. La inyección intradérmica de una endotoxina estreptocócica (nucleoprotefna) produjo nódulos semejantes a los del eritema nudoso en ocho de los 10 enfermos. Los nódulos estreptocócicos excindidos y las lesiones del eritema nudoso revelaron el mismo aspecto histolú- pico, y las inyecciones de filtrados en caldo de estreptococos aislados de dos de los enfermos, produjeron lesiones semejantes, como también hizo la inyección de tdberculina. Un análisis de los protocolos de 133 enfermos tratados por eritema nudoso en el Hospital Municipal de Boston, de 1924 a 1934, reveló una relación etiológica semejante con las estreptococias, y ademAs, con el reumatismo. El eritema nudoso parece ser una reacción inflamatoria anespecffica de la piel a varios agentes bacterianos tóxicos y qufmicos. (Spink, W. W.: Arch. Int. Me&, 65, eno. 1937.)

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cas alemanas de 10,000 casos demuestran que de los 5 a 10 años la proporci6n de tuberculosis es tres varones por cuatro mujeres; de los 12 a los 15,4 por 7, y de loa 15 a 20, 12 por 15. El despertar de la función ovarica, y la instauración de las reglas, desempeiían, pues, un papel primordial en el desarrollo del mal. (De Gennes, Lucien: Prog. Méd. 1,864, nbre.28, 1936.)

Repasando la literatura, Infantozzi señala que la transmisión trasplacentaria de la tuberculosis es posible, pero excepcional. El estado puerperal puede despertar una tuberculosis pulmonar larvada, y agravar una afección pre-exis- tente o que se inicia. Los partos muy repetidos agravan la tuberculosis pulmonar, mientras que ésta provoca a veces parto prematuro o aborto, o niños inferiores. Por esas razones deben prohibirse el matrimonio, la gestación y la lactancia, a la tuberculosa, sobre todo de tratarse de formas activas y evolutivas. En los últimos meses se puede esperar en beneficio del niño, de permitirlo las circuns- tancias. El hijo de madre tuberculosa debe ser separadode ésta inmediatamente, para colocarlo en un ambiente sano. (Infantozzi, José: An. Fac. Med. Mont., 93, Tomo XXII, 1937.)

Transmisión transplacentaria de gérmenes.-Trabajando con conejas y co- bayas, Meneghello Rivera logró la transmisión transplacentaria experimental del bacilo tuberculoso, en siete de 28 casos, siendo inferior ese porcentaje tubercu- loso ala infección ovular por otros gérmenes patógenos (68.10/o), pero muy superior al pasaje intrauterino de saprofitos (4.76yo). La constante presencia del bacilo de Koch en la sangre de las hembras grávidas, explicarfa en parte la infección con- génita experimental. Tanto estas experiencias, como otros trabajos, no permiten atribuir mayor importancia en la transmisi6n transplacentaria a la abundancia de microbios en la circulación, dado que se emplearon dosis masivas para inoculación, y sin embargo, la infección fetal fu6 nula con los saprofitos, yen cambio, evidente aunque variable con los patógenos. Estas experiencias confirman la rel’ativa frecuencia (55%) del aborto en hembras grávidas inoculadas endovenosamente con emulsiones de bacilo de Koch. El posible pase transplacentario de la forma flltrable del bacilo tuberculoso se reveló en una experiencia. Como la placenta humana guarda estrecha semejanza fisiohistol6gica con la de la cobaya y la coneja, estos datos tienen en general cierta aplicación al hombre. (Meneghello Rivera, J .: “Contr. al est. de la transm. transplac. los microorganismos,” Santiago de Chile, 1936.)

Forma congénita en el cobayo.-Babudieri describe un caso de tuberculosis congénita encontrada en una cobaya muerta a los nueve días del nacimiento, y que presentaba graves lesiones tuberculosas en hfgado, bazo y en un ganglio linfático del hilo hepático. Lamadre del animal habla sido inoculada subcutánea- mente en la rafz de la cola con 1 mg de cultivo virulento, unos 15 dfas antes del parto, y sobrevivió por dos meses. (Babudieri, B.: Ann. Higiene, 265, jun. 1937.)

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sanatorio y tres hospitales fueron por lo general positivos. De 55 muestras en conjunto, 89% de los frotes fueron positivos antes de la digestión, y 86?$ después de la digestión. De 230 cultivos primarios, 31% resultaron contaminados al cabo de dos semanas, y 49q;ó positivos para bacilos tuberculosos. De 69 cultivos secundarios, 45% resultaron positivos. La proporción varió bastante para dis- tintos establecimientos. (P ressman, Ralph: Am. Rev. Tub., 815, jun. 1937.)

Anticoncepción.-Mariette declara que sus observaciones no apoyan la teorfa de que la mujer tuberculosa jam& debe quedar embarazada, y si se embaraza una mujer con tuberculosis abierta o recién estacionada, rara vez se necesita el ’ aborto. Aunque el embarazo no ejerce un efecto particularmente nocivo en la tuberculosis si está bien tratada, sin embargo, impone una carga m&s ala enferma, y prolonga el tratamiento, por lo cual toda tuberculosa casada debe recibir informaci6n anticoncepcionista a manos de un médico a fin de que demore el embarazo hasta que a juicio del médico pueda tolerarlo sin peligro para la madre y el hijo. (Mariette, E. S.: Am. Rev. Tub., 216, fbro. 1937.)

Relaci6n con las reglas.-Nobécourt y colaboradores estudiaron la relación de las primeras reglas con las formas clfnicas de la tuberculosis en niñas de 10 a 17 años, deduciendo los siguientes datos de un grupo de 105 tuberculosas y 811 no tuberculosas: La edad media de las primeras reglas fué en las tuberculosas pulmonares más o menos idéntica, cualquiera que fuera la forma clfnica de que procediera, aunque quizás algo más precoz en las que padecfan de formas be- nignas; de 12 años 5 meses para las severas; 12 años 7 meses para las medianas, y para el total 12 años 7 meses. L a f orma clfnica de la tuberculosis no afecta, pues, la edad de la primera menstruación. Cuando la tuberculosis es extrapulmonar, la edad de las primeras reglas es algo m&s tardfa (13 años), mientras que en las no tuberculosas fué de 12 años 10 meses. En las tuberculosis pulmonares, los por- centajes de no regladas y regladas, antes o después de los 13 años, no presentan diferencias notables según la forma clfnica. Rara vez (7.8% de los casos), la iniciación clfnica de la tuberculosis es contemporánea de la primera menstruaci6n; más a menudo (33.3%) es anterior, aunque el intervalo es muchas veces muy breve, y lo más general es que sea posterior. A juzgar por estas estadísticas, en la mayorfa de los casos no parece que la precocidad de la menstruación favorezca la aparición de la tuberculosis, o que ésta retarde la aparición de las reglas. Igual- mente cabe pensar que la precocidad de la menstruación no es un factor agravante de una tuberculosis pulmonar previa. (Nobécourt, P.; Briskas, S. B., y Abaza, A.: Prog. Méd. 1,721, nbre. 7, 1936.)

Teléfono.-Lange acaba de publicar minuciosas investigaciones que ha verifi- cado sobre la posible relación de los teléfonos con la infección tuberculosa. Ya en 1889 la Oficina Nacional de Sanidad de Alemania examinó tres teléfonos provistos de los receptores de madera de aquella época, sin poder encontrar entonces microbios patógenos. Investigaciones semejantes realizadas en 1913 y 1914 en instrumentos utilizados por tuberculosos en sanatorios, tampoco revelaron nada de particular. En el otoño de 1934 se verificó otra investigación de 34 teléfonos de los utilizados por el público en general, y por tuberculosos en sana- torios. De los 34, 20 se dejaron sin limpiar antes del examen, y 14 se limpiaron según el sistema en vigor para todos los teléfonos públicos. En ninguno de los 14 desinfectados pudieron encontrarse bacilos tuberculosos, y ~610 en dos se observaron bacilos tuberculosos virulentos en cobayos inoculados con polvo de los otros 20, aunque cuatro habfan sido escogidos ex-profeso debido a su empleo

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limpiar el aparato empleado por dicho tuberculoso, no pudieron encontrarse más bacilos en el polvo. Esta es la primera vez que se hayan encontrado bacilos tuberculosos virulentos en un aparato telef6nico, pues las investigaciones reali- zadas en Inglaterra en 1912 y en Estados Unidos, también fueron negativas. De todo esto, Lange deduce que no existe verdadero peligro de infección por medio del teléfono. (Carta de Berlín: Jour. Am. Med. Assn., 311, eno. 23,1937.)

Puntos prácticos para el médico general.-Al repasar ciertas características de la tuberculosis que considera importantes para el médico general, y después de discutir epidemiología, diagnóstico y tratamiento, Faget hace notar que la mor- talidad va en disminución en los Estados Unidos, a razón de 5 por ciento anual- mente, declarando que a fin de que continúe esa baja sin interrupción, debe emprenderse una pesquisa más enérgica de los casos, y generalizarse más el aislamiento. Con la disminución de la morbidad, el empleo de la tuberculina en los adultos será cada vez más valiosa para el diagnóstico de la infección y de la enfermedad, y éste quisas resulte ser el método mejor, unido ala roentgenologia en los reactores positivos, para descubrir los casos en adultos, así como en niños. En el diagnóstico los rayos X ya han suplantado al estetoscopio, y como ya se ha dicho, la tuberculosis pulmonar puede ser vista antes que ofda. Parece mejor considerar la tuberculosis del adulto como una afección por contacto más bien que endógena y debida a infección infantil. Los j6venes, así como los niños, deben

ser protegidos contra los casos abiertos. El tratamiento de la tuberculosis pulmo- nar va rápidamente volviéndose quirúrgico, y pronto llegará el día en que todos los casos sean considerados primero en este sentido, y ~610 se tratará con medica- mentos a los inapropiados para la colapsoterapia. (Faget, G. H. : Hosp. iVews, 1, obre. 1, 1936.)

Película.-La Asociación Nacional contra la Tuberculosis de Estados Unidos ha dado a la circulación su primera pelfcula hablada llamada “Desde las som- bras.” El argumento es éste: mientras estudia una placa roentgenográfica, el Dr. Gregg, de edad mediana, afable y sabio, se halla rodeado por un grupo de alumnos de la escuela superior a los cuales dice: “Si, la historia de la tuberculosis es en verdad dramatica.” Para impresionarlos mas se refiere al caso de Juanito, a quien infectara una tfa cariñosa, y cuya tuberculosis incipiente fué descubierta mientras realizaban una investigaci6n con tuberculina en la escuela superior. A medida que las escenas ilustran sus descripciones, el doctor explica cómo el bacilo tuberculoso es propagado por individuos descuidados que infectan a otros; presenta diagramas de los pulmones para demostrar la lucha que tiene lugar entre gérmenes y células; menciona la posible difusión a todo el pulmón; describe el neumotórax, presentando escenas hospitalarias y diagramas. De cuando en cuan- do vuelve el doctor ala escena y enseña roentgenografias o diagramas, y por fin, una escena en el sanatorio demuestra cómo fué que la tía de Juanito recobró por fin la salud. Las escenas fueron aprobadas por dos médicos mientras se tomaban las fotografías. Hay dos versiones: una silenciosa y otra hablada en tamaños de 35 y 16 mlg midiendo ambas unos 1,000 pies de largo. Los precios son éstos: hablada, 12 a 25 dólares, según el tamaño; silenciosa, 9 a 23 dólares. (Bull. Nat. Tub. ASSTZ., 123, agto. 1936.)

BoIsas.-El Instituto Carlo-Forlanini de Roma reserva cada año algunas bolsas para j6venes médicos extranjeros que deseen especializarse en la tuberculo- sis y las enfermedades de las vfas respiratorias. Los cursos de perfeccionamiento duran tres meses, o sea de octubre a diciembre.

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el de Lowenstein es en conjunto (97.5 por ciento) superior a los demás. (Arena, A. R., Schwartz, R., y Cetrangolo, Abel: Rev. UnG. Nac. C%rdoba, 1230, sbre.- dbre. 1936.)

Medios.-Sedriks estudió comparativamente el valor de los medios de Petrag- nani (con cera normal y glicerinada al 5 por ciento), Frimodt-Möller y Löwenstein, para el aislamiento del bacilo tuberculoso de materiales bovinos patológicos. Las pruebas realizadas en 25 casos demostraron la superioridad del medio de Petragnani cera, el cual no tan ~610 resiste mejor la contaminación, sino que hace desarrollar con más precocidad y vigor los bacilos bovinos. Para el cultivo de

6BtOS, el medio de Löwenstein (1930) se presta menos que el de Frimodt-Möller, que es un derivado de aquél. (Sedriks, F.: Ann. 1st. Carlo Forlenlni, 59, eno. 1937.)

Comparación de diferentes medios de cultivo.--Buscando el medio más apro- piado para numerar los bacilos tuberculosos en suspensiones histológicas, Schwa- bacher observó que el medio en que se presentaban más colonias contenía tres partes de yema de huevo y una de solución salina, con adición de 5yo de glicerina cuando se trata de bacilos humanos. La adición de 10% de bióxido de carbono a la atmósfera de cultivo resultb beneficiosa. Para el trabajo corriente, el autor recomienda dos partes de yema de huevo por una de solución salina. (Schwa- bacher, Herta: Tubercle, 199, fbro. 1937.)

Cultivo de la sangre.-De BUS estudios relativos al cultivo del Myco-

bactevium tuberculosis de la sangre, Galton deduce que el empleo de sangre sin tratar y de sedimento sanguineo hidrohemolizado, rinde porcentajes aproximada- mente iguales de cultivos positivos, mientras que el método del ácido acético resultó absolutamente inadecuado. De los 10 medios empleados, el de Petragnani y el de agar-sangre ofrecen los mejores resultados, tanto con respecto a la pro- ducción de cultivos, como a la aparición temprana de colonias. Todos los medios de huevo, menos el de Petragnani, resultaron inferiores al de agar-sangre. Este tambien resultó muy superior al de agar-sangre-glicerina. La autora confirmó la observación de que los bacilos tuberculosos proliferan en la sangre integra.

(Galton, Mildred M.: Am. Jour. Hyg., 259, sbre. 1937.)

Termolabilidad del bacilo.-Corper y Cohn hacen notar que los bacilos tuber-

culosos humanos (tanto avirulentos como virulentos) sembrados en buenos medios, proliferarán a una temperatura de 42 C cuando se observan todos los otros requisitos, como concentración hidrogeniónica, isotonicidad, equilibrio acuoso y aéreo, y necesidades nutrientes. Dicha temperatura es superior a la que puede tolerar el cuerpo humano por algún espacio de tiempo. A 60 C, en una suspensión fina los bacilos tuberculosos humanos en una solución isotónica amorti- guada de una pH de 7.0, mueren a los pocos minutos; a 50 C sobreviven por cinco horas, y a 45 C por ocho dfas. Al disminuir el número de bacilos, se acorta el perfodo de sobrevivencia. En conjunto, la termolabilidad de los bacilos se con- forma a una curva logarftmica en la importante escala de 60 a 50 C. In vivo la hiperpirexia experimental di6 resultado negativo, pues no destruye los bacilos en el hombre una temperatura compatible con la integridad de los tejidos. (Cor- per, H. J., y Cohn, M. L.: Am. Rev. Th., 663, mayo 1937.)

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negativo el resultado en la sangre cardiaca, y positivo en el parénquima. (Mo- rellini, Moroello: Ann. 1st. Carlo ForZanZnz’, 47, eno. 1937.)

Cultivo.-Guerra hace notar la rapidez del método de Guernon para el cultivo del bacilo tuberculoso, pues ha obtenido germinación, si no en los cuatro a siete días que menciona el autor, si en siete, y en todas sus siembras en ll dfas, y a lo mas en 18. El Prof. Curbelo confirmó este resultado. Este método tiene sobre la inoculación en el cobayo la ventaja de la rapidez, sin que ceda a aquélla en sensibi- lidad. (Guerra, J. L.: Med. Hoy, 527, dbre. 1936.)

Bacilo tuberculoideo.-Pessano y Negri hacen resaltar de su estudio, el hecho de haber logrado tuberculizar al cobayo con la inoculaci6n de tejido de un caso de lupo eritematoso, y el aislamiento de una lesión ganglionar ulcerada, de dos bacilos, uno tuberculoso y otro tuberculoideo, cabiendo preguntar cuál es el papel desempeñado por cada uno de ellos. En ninguno de los cortes de inclusiones de tejidos de lupo eritematoso de los casos en que fueron aislados bacilos tubercu- loideos, se logró encontrar bacilos alcohol-ácido-resistentes. Por ahora, todolo que cabe afirmar es que existen bacilos tuberculoideos, que es posible aislarlos con relativa frecuencia de tejidos patológicos, y que existen diferencias entre ellos y los tuberculosos, con los cuales no deben confundirse. (Pessano, Juan, y Negri, Tomas: Rev. Sud-Amer. En&, etc., 741, nbre. 1936.)

Pesquisas en las heces.-Bezanpon y colaboradores han tratado de aplicar a

los cultivos fecales los métodos que han resultado tan útiles en el esputo. Después de dejar agriar la lejía de sodio sobre las heces, introducen un antiséptico, el quinosol al l$‘&, y luego agregan una cantidad abundante de agua para disolver los jabones formados. Tras un filtraje grosero en centrifugadora, y corregido el grado de acidez, se siembra la mezcla en un gran número de tubos que contienen el medio de Petragnani-Löwenstein. En 105 adultos y 23 niños normales, el método resultó negativo; en 57 casos de tuberculosis clínica resultó positivo, habiendo entre ellos seis en que ningún otro método había revelado bacilos. En algunos de estos casos, la eliminaci6n es muy floja, pues no se obtienen más que colonias raras entre 15 o 20 tubos sembrados. S610 en dos casos se encontraron bacilos paratuberculosos, tratándose de colonias cromógenas no virulentas. De 231 ejemplares fecales, no pudieron encontrar bacilos acidorresistentes en 174, ni por el examen directo ni por el cultivo. En cambio, 35 casos permitieron comprobar el valor del método, pues en nueve habfa tuberculosis pulmonar, pero el examen del esputo no reveló los bacilos. Para ello, los cultivos fecales, si no intervienen causas de posible error y la técnica es práctica, pueden emplearse en una forma comparable a los cultivos del esputo, y hasta dar resultado positivo cuando los ríltimos son negativos. (Bezanqon, M. F.; Braun, P., y Aveline: Gaz. Hdp., 1,503, obre. 31, 1936; y Bull. Acad. Méd., 259, obre. 27, 1936.)

Tomografía.-Bernard describió ante la Academia de Cirugfa de Paris la nueva técnica radiográfica de la tomograffa, y BUS aplicaciones al diagnóstico de la tu- berculosis pulmonar. El nuevo método obtiene radiograffas de cortes o capas, de modo que permite descubrir cavernas que pasarfa por alto la radiograffa normal, pudiendo impresionarse pelfculas en distintos planos sin las sombras

SOBpSChOBaS. Los peritos consideran que la tomograffa es superior a la estereos- copia o ala radiograffa de perfil. El dispositivo consiste en un tubo de rayos X que, en vez de estar fijo, se mueve en dirección curvilínea y simultáneamente con el chasis, pero en direcci6n opuesta a éste. El método se funda en los estudios de Bocage en 1922; Vallebona en 1930; Ziedes des Plantes en 1932; y su adaptacibn practica ha sido obra de Grossmann y Chaoul en Alemania (1935). (Bernard, Etienne: Mém. Atad. Chir., 446, ab. 7, 1937.)

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utilizarse, Además, presentan un tomograma del pulmón normal, resumiendo la anatomía a 6.n de establecer una base de comparación para las lesiones patoló- gicas. Además, reseñan siete casos de tuberculosis pulmonar en que se empleara la tomografia, y mencionan las posibilidades que entraña el método para aplica- ción en otras zonas orgdnicas, tales como el craneo y el corazón, aunque para esto precisarían modificaciones. Sin suplantar los métodos radiogrbficos reconocidos, no puede pasarse por alto la tomograffa en la investigación de un caso de afección pulmonar. (McDougall, J. B., y Crawford, J. H.: Am. Rev. Tub., 163, agto. 1937.)

Finochietto y Malenchini han obtenido resultados satisfactorios con la tomo- graffa, sobre todo en el cráneo y tórax, considerando que el m6todo proporciona mayor precisión en la localización de ciertos procesos o cuerpos extraños, en particular en el espesor de los órganos. (Finochietto, E., y Malenchini, M.: IXI Méd., 569, jul. 19, 1937.)

Cutirreacción en el adulto.-Minet y Vandecasteele citan ciertos resultados obtenidos recientemente con la cutirreacción a la tuberculina en el adulto. Por ejemplo, en 1929 Finzi utilizó para el diagnóstico una exotuberculina especifica con la cual obtuvo en 80 por ciento de los casos reacciones mucho más fuertes que con la tuberculina de Koch. Ese trabajo fué confirmado en 1934. En el adulto la ausencia de infección tuberculosa más o menos antigua es rarfsima y las cutirreacciones negativas distan mucho de constituir las excepciones. Al principio la positividad variaba entre 80 y 90 por ciento, mientras que hoy dfa apenas resulta ser 65 por ciento y en algunos casos de 55 por ciento. La positi- vidad elevada es peculiar de los centros urbanos en que el contacto tuberculoso es casi inevitable. Por ejemplo, Debénedetti y Forte en 1935 comprobaron 345 soldados jóvenes y 500 reservistas dividiéndolos en urbanos y rurales. El por- centaje de negativas fu6 de 42.34 en todo el grupo: 33.08 en los urbanos, 54.32 en los rurales, 61.21 en los reclutas campesinos, 49.11 en los reservistas rurales. Los mismos autores en 60 estudiantes de Lila encontraron 31.7 por ciento de cuti- rreacciones negativas. De su estudio del asunto Minet y Vandecasteele deducen que una cutirreacción a la tuberculina, en adultos, cuando es positiva no posee valor amenos que sea fuerte. Aun entonces el valor diagnóstico es problemático, pues puede corresponder también a una tuberculosis antigua y cicatrizada. Cuando la cutirreacción en el adulto es negativa, tampoco tiene mayor impor- tancia tisiológica que una Wassermann negativa en sifilografía. Para ellos por esas diversas reacciones cabe pensar que en los adultos la práctica de la cuti- rreacci6n ala tuberculina no tiene ya razon de ser. (Mine& J., y Vandecasteele, J.: Prog. Méd., 1553, obre. 10, 1936.)

Hematología.-Lindh Muller analiz6 y correlacionó la eritrosedimentación J fórmula leucocitaria con varios factores en 47 casos de tuberculosis pulmonar antes de la toracoplastia, y a los seis meses de ésta. Los enfermos con un fndice leucocitario favorable y una eritrosedimentación normal o casi normal, suelen reaccionar bien a la operación. Cuando hay marcada actividad del proceso, según revelan el fndice leucocitario y la eritrosedimentación, la reacción también

es buena si los exámenes seriados de la sangre indican mejoría creciente antes de la operación. En cambio, no derivan el beneficio esperado, y hasta empeoran, los enfermos que poco antes de la operación manifiestan aumento en la eritrosedimen- tación, en la fórmula leucocitaria y en la desviación a la izquierda de los neu- trófilos. La evaluación de todos los factores combinados rinde datos más fidedig- nos que un solo factor. (Lindh Muller, G. : Am. Rev. Tub., 83, eno. 1937.)

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de manifiesto la auscultación en la tuberculosis pulmonar, aparecen poco después de la inyección en cuatro de cada cinco enfermos de tuberculosis pulmonar, mien- tras que estos signos no aparecen en sujetos normales. Los roentgenogramas obtenidos después de la inyecci6n también revelan un parénquima más trans- parente alrededor de los focos tuberculosos, más obscuridad y mejor delineacibn de éstos, etc. Para el autor, la mayor transparencia se debe al enfisema producido ;~;~z Trno bronquial. (Luzzatto-Fegiz, G.: Minerva Medica, 524, dbre.

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Reacción de la auto-orina.-Hanan y Zurett emplearon la modificación de Enright-Rettger de la autourorreacción de Wildbole en 147 casos conocidos y sospechosos, encontrando un acuerdo de 92% con los datos clínicos y de labora- torio. Describen un procedimiento sencillo que emplea una mezcla de éter y cloroformo para la extracción del antígeno tuberculoso, eliminando así las com- plicadas concentración y dialización de la orina. Aplicaron este método modificado a 206 casos, resultando positivo en 87% de 45 casos con tuberculosis activa; positivo en 34 de 63 casos límites, y positivo en 13 de 80 casos de enferme- dades distintas de la tuberculosis; negativo en 13 individuos normales, y negativo en cinco casos de tuberculosis seudoarticular. Para los autores, deben hacerse estudios nnis detenidos sobre la naturaleza química y biológica de las substancias antigénicas excretadas en la orina de individuos con enfermedades infecciosas. (Hanan, E. B., y Zurett, Sophia: Am. Rev. Tub., 229, fbro. 1937.)

Reacciones a la tuberculina.-Flandin y colaboradores investigaron en todos sus casos de sffilis secundaria, la reacción a la tuberculina, por medio de pruebas cutáneas e intracutáneas a una dilución de 1 :lOO. Cuando la reacción fué nega- tiva, se comprobó el resultado con una dilución al 1:lO. De sus 40 enfermos, tres eran primarios, 28 secundarios y nueve terciarios. Las reacciones fueron positivas en todos los primarios, en 17 de los secundarios, y en seis de los nueve terciarios. Del resultado puede deducirse lo siguiente: en todos los casos negati- vos había sifflides cutáneas mucosas floridas; el tratamiento pareció ejercer un influjo manifiesto sobre la evolución de las cutirreacciones. (Flandin, C.; Pou- meau-DelilIe, G., y Le Melletier, J.: Bull. & Mém. Soc. Méd. H6p., 1,351, nbre. 2, 1936.)

Técnica de la reacción a la tuberculina.-Al discutir ciertos puntos de la reac- ción a la tuberculina, Nelson y colaboradores hacen notar la termoestabilidad de dicha substancia, y su tendencia a adherirse a los objetos de cristal y de goma, de modo que cierta proporción de sujetos reaccionan positivamente ala inyección de suero fisiol6gico procedente de jeringas previamente usadas para tuberculina, y luego lavadas y esterilizadas. De ahf que cuando se verifiquen Schicks con jeringas previamente utilizadas para tuberculina, se obtengan a menudo seudo- positivas, que en realidad son tuberculinorreacciones. Otro tanto sucede al verificar sistemáticamente pruebas de la alergia. Los métodos mas eficaces para limpiar las jeringas a fin de destruir todo indicio de tuberculina, consisten en la ebullición en una soluci6n jabonosa, y prolongada sumersión en un líquido que contenga ácido sulfúrico y bicromato de potasio, aunque todavfa es mejor usar jeringas nuevas para ellos. (N 1 e son, W. E.; Seibert, Florence B., y Long, E. R.: Jour. Am. Med. Assn., 2,179, jun. 26, 1937.)

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en la tuberculosis sino en otros trastornos de naturaleza alérgica, como asma, artritis crónicas, etc. (Sylla, A., y Rothe, G.: Med. KZin., 665, mayo 14, 1937.) Derivado de proteína purificada.-Hasta abril, 1936, se habfan verificado con el derivado de proteína purificada 95,000 reacciones, cuyo análisis se publicará después. Con pocas excepciones, los casos clfnicos de tuberculosis reaccionan al derivado, y la gran mayorfa a la primera dosis, o sea la más pequeña (0.00002 mg). Las excepciones corresponden en su mayor parte a casos agudos o crónicos graves. Hay un pequeño número de sujetos con lesiones calcificadas de primoin- fecci6n que no reaccionan al derivado, ni tampoco a otras formas de tuberculina. En los casos en que la reacción a la primera dosis es negativa, cierta proporción manifiestan reacciones anespecfficas a la segunda dosis, lo cual sucede también con otras tuberculinas, y hasta con derivados de otras bacterias acidorresistentes. La dosis segura varia para diversas partes de los Estados Unidos según la tubercu- lización, y hasta para diversos grupos sociales en la misma localidad. En las localidades en que menos de 40yo de los ensayados reaccionan a las dos dosis, una dosis de 0.0005 mg parece práctica para el descubrimiento de casos y para censos. Las diluciones del derivado de proteína purificada, como también sucede con otras tuberculinas, pierden en potencia al dejarse reposar, debido probablemente a ligera contaminación bacteriana. (Long, E. R., y Seibert, F. B.: Am. Reu. Tub., 281, mzo. 1937.)

Comparando la tuberculina antigua y el derivado de protefna purificada, y el resultado observado en 1,069 reacciones verificadas en la Escuela para Débiles Mentales de Newark, Nueva York, los autores deducen en general lo siguiente: el D.P.P. a diluciones mayores es aparentemente más potente que diluciones más concentradas de T.A., y a mayores concentraciones ambas tuberculinas son comparables. Esta aun por determinar cuál es la dosis de D.P.P. que producir8 un maximo de reactores con un mfnimo de reacciones intensas, aunque a juzgar por esta investigación, parece que puede ser menor a 0.0005 mg. De los 140 sujetos que revelaron lesiones roentgenológicas, todos, menos dos, habían reaccionado a la primera o segunda dosis de D.P.P., y los dos que no reaccionaron más que ala tercera dosis, revelaron únicamente lesiones primarias calcificadas y sin impor- tancia clínica. De los 140, ocho reaccionaron al D.P.P., y no a la T.A., revelando seis de ellos lesiones primarias calcificadas, uno tuberculosis pulmonar cicatrizada antigua de tipo adulto, y uno tuberculosis pulmonar avanzada con cavernas. (Plunkett, R. E., y Siegal, William: Am. Rea. Tub., 296, mzo. 1937.)

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Gómez Ortega y Guerra explican que en el Sanatorio La Esperanza, Habana, están empleando protefna purificada derivada (véase el BOLETÍN, sbre. 1936, p. 896.) de la tuberculina con resultados halagadores, pero como su experiencia es breve no quieren asentar todavfa conclusiones. (Gómez Ortega, R., y Guerra, J. L.: Med. Hoy, 213, jul. 1936.)

Indice de Vélez.-Recapitulando a sua experiencia Silva declara que na tuber- culose ativa e nos tumores malignos, poude verificar que o indice deVélez épositivo lOO$& Si essa positividade, porém, correu por conta de processo tuberculoso ou neoplásico, é legítimo duvidar, porqùanto, em muitos outros estados mórbidos, infecciosos ou náo, verminose, paludismo, sffile, blenorragia, 6lcera tropical, dermatomicose, leishmaniose cutanea, tracoma, disenteria amebiana, panaricio, abcesso dentario, diátese úrica (941.1-lOOojo), e mesmo fisiológicos (gravides e catamenio, 100%) e até em pessôas aparentemente saudáveis @OQ/e), I> I.\i apresentou urna positividade muito elevada para um método diagnóstico qb’ pretende ser o mais precóce e patognomonieo dos sinais de tuberculose BMVB. No estado em que param as opinióes de outros e o que o A. pode ajuizar de sua observa&0 pessoal, nega ao I.V. qualquér val& diagn6stico e prognóstico na tuberculose evolutiva. No interesse da prática médica, convém porem serem retornados esses estudos, para urna solu$o completa do assunto. (Silva, Es- meraldo C. : “Indice de Vélez,” Brasil, 1937.)

Reaccione$en enfermeras.-Troisier y colaboradores estudiaron la sensibili- dad a la tuberculina de 100 enfermeras parisienses, de 19 a 30 años. Siempre que la cutirreacción fué negativa, practicaron una intradermorreacción, comenzando con 0.1 CC de tuberculina bruta diluida al 1% (1 mg), y siguiendo con la misma cantidad de solución al 10% (1 cg). De las de menos de 23 años 25yo y de las de 23 a 30 años 15% no reaccionaron en absoluto a la tuberculina. Estas observa- ciones confirman que el estudio nosológico del principio de la tuberculosis del adolescente debe tomar en cuenta la fecha en que vira la reacción a la tuberculina, y ademas, la necesidad de pesquisar siempre con la misma energía la fuente de los contagios infectantes, que a menudo ocasionan virajes tardíos de la cutirreacción, ya haya o no lesiones viscerales. (Troisier, Jean; Bariéty, Maurice, y Nico, Paul: Prog. Mbd., 575, ab. 10, 1937.)

Parche.-Para Verde, la prueba de la tuberculina con parches posee las si- guientes ventajas sobre las de Pirquet y Mantoux: sencillez, que permite la ejecuten rapidamente los médicos e higienistas, sin tener que emplear instrumen- tos quir%rgicos, y sin traumatismo o dolor, y tampoco sin producir subreacciones, reacciones anómalas o infección. La prueba puede verificarse no tan ~610 para el diagnóstico temprano, sino como profiláctico, y es conveniente emplearla como preliminar de la Mantoux, reservándose ésta para los médicos en los casos se- leccionados. Al verificar las tres reacciones en 165 niños de 2 meses a ll anos, el resultado fué éste: Pirque& 49yo; Mantoux 55.7%, y parches, 51oJ (Verde, M. : Pecliatria 874, obre. 1, 1936.)

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BCG en Nueva York.-Al presentar sus observaciones de ocho años acerca del empleo de BCG en un grupo de niños de Nueva York, Kereszturi y Park afirman que tanto los datos obtenidos por ellos mismos como por otros investigadores patentizan que el BCG es inocuo para los animales y para el hombre. Según ellos la administración parentérica es m&s eficaz que la bucal, pues la mortalidad tuberculosa ~610 se redujo ala mitad con la última, comparado con la cuarta parte cuando se empleó la vfa intracutanea. Como la vacuna es inocua y aumenta considerablemente la resistencia a la tuberculosis, los autores creen que debe recomendarse su empleo profiláctico en las personas que no se han infectado to- davfa y que pueden hallarse luego expuestas al mal en su propia familia. Desde luego, aun con el BCG no se ha podido rebajar la mortalidad más que a la cuarta parte, siendo posible que el procedimiento sería mucho más eficaz si se pudiera alcanzar desde el nacimiento a todos los hijos de tuberculosos y éstos fuesen separados del contacto tuberculoso, como hizo Walgren, desde tres meses antes y hasta que se presentó la alergia a la tuberculina después de la vacunaci6n. Como el BCG ~610 ha sido empleado en Europa por unos 14 y en Estados Unidos por unos 8 años, y hay todavfa poqufsimos experimentos humanos bien com- probados que hayan sido publicados, debería continuarse su aplicación en varios centros debidamente montados, con miras científicas asf como prácticas. La serie de Nueva York tiene valor especial por hallarse bien comprobada, cuidadosa- mente analizada y haber sido seguida durante ocho años. También se presta no tan ~610 para la avaluación de la vacunación con BCG sino para el estudio de otros muchos factores que intervienen en la profilaxis, desarrollo y curación de la tuberculosis. El número de niños vacunados llega a 680 y el de los testigos a 755, siendo la mortalidad respectiva de 0.9 y 2.7 por ciento. Tomando solamente los niños expuestos a esputo positivo, hay 459 vacunados y 425 testigos, con una mortalidad respectiva de 0.9 y 3.2 por ciento. No ha sido posible seguir a todos, habiéndose abandonado la vigilancia de 71 por ciento de los vacunados por via bucal, 81 por ciento de los de vfa parentérica, y 39 por ciento de los testigos seguidos desde el nacimiento y 50 por ciepto de los testigos que acusaron una reacción inicial negativa a la tuberculina. Un grupo de 175 casos vacunados con BCG que no estuvieron expuestos a tuberculosis después de la vacunación fueron observados por un período de un mes a 8 años, sin que en ninguno, con una posible excepción, se presentara tuberculosis clfnica. De 15 que murieron de afección tuberculosa, en 9 se hizo la autopsia sin descubrir ningún proceso tuberculoso, y de los autopsiados se verificaron estudios bacteriológicos sin encontrarse en 5, bacilos tuberculosos del género BCG o de otro género. S610 en un enfermo que murió de intoxicación alimenticia a las 6 semanas del nacimiento se encontraron BCG, pero la autopsia no revel6 alteraciones indicativas de tuberculosis en nin- guna otra parte del organismo. Uno de los niños no expuestos vacunado por vfa bucal se considera como fallecido de tuberculosis, y en otro caso que murió a las 4 semanas de la vacunación y en que se encontraron típicos bacilos tuberculosos en la autopsia, se consideró que la infección humana tuvo lugar antes de la vacuna- ción. (Kereszturi, C. y Park, W. H.: Am. Rev. Tub. 437, obre. 1936.)

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cumplir un ario. De los 14 restantes que tuvieron que permanecer en el ambiente infectado, ~610 murió uno. Estas cifras demuestran lo importante que es la ama- mantación, y que los trastornos de la nutrición hacen m& daño que la tuberculosis misma. En resumen, el autor recomienda la abstención de BCG en los niños provenientes de generadores sanos, nacidos y mantenidos en un ambiente indemne, asf como en los provenientes de generadores tuberculosos que pueden ser separados de inmediato y mantenidos en medio incontaminado, reservando la vacunación para los niños que provienen de generadores sanos y que por cualquier circuns- tancia deban vivir ulteriormente en medio contaminado, y para aquéllos que nacidos de tuberculosos, permanecen en ambiente infectado. (Muniagurria, Camilo: Arch. Ped. UT., 5, eno. 1937.)

Métodos para administrar BCG.-En su estudio del cultivo y producción de BCG, Rosenthal repasa los varios métodos de administración y la posologfa: por vía bucal, 2 CC o 10 mg en leche el quinto, séptimo y noveno dfas después del nacimiento, o sea un total de 30 mg; por vía subcutánea, 0.01 a 0.04 mg inyectados en la región torsoescapular en la primera semana de vida (1 CC de la vacuna dilufdo en 100 CC del medio de Sauton dilufdo); intracutánea, 0.01 a 0.1 mg en la piel de la cara externa del muslo (1 CC de la vacuna diluido en 10 CC del Sauton diluido). En los Laboratorios Tice del Sanatorio Municipal de Chicago, han descubierto un nuevo método que consiste en rasurar la piel y aplicar una gota de la vacuna concentrada con una aguja sostenida tengencialmente a la piel, de modo que la punta atraviese las capas c6rneas de la epidermis, y verificando 30 de estas pun- ciones. En los cobayos la reacción a la tuberculina se vuelve positiva a los siete dfas, mientras que con el método intraoutáneo hay que aguardar de dos a tres semanas. (Rosenthal, S. R.: Am. Rev. Tub., 678, mayo 1937.)

Inocuidad del BCG.-Thompson y Koppisch observaron la germinación de colonias en forma de pelfcula e islotes en una raza de BCG (41FS~27/8) cultivada en medio de Sauton. Las cifras del pH de ambas formas revelan las tfpicas curvas del bacilo bovino, sin que ninguna de las dos produjera tuberculosis generalizada en los cobayos ni conejos. Los investigadores que han observado tuberculosis progresiva después de inyectar BCG, quizás hayan inyectado cultivos conta- minados, u observado el desarrollo de una tuberculosis espontánea en un animal bajo experimentación. (Thompson, Richard, y Koppisch, Enrique: Puerto Rico Jour. Pub. Health & Trop. Med., 226, dbre. 1936.)

Reacción al BCG.-Thompson y Koppisch observaron las reacciones producidas por el BCG en los cobayos recién nacidos. Cuando después de administrar a los cobayos un cultivo de BCG por vfa bucal, se les inyecta tuberculina o un cultivo virulento de bacilo tuberculoso, se produce siempre un estado alérgico, según demuestran la reacción a la inyección intradérmica o la aceleración de las lesiones cutaneas en el sitio de la inyección. Cuando se administran grandes dosis (75 a 150 mg) de BCG por vfa bucal a cobayos recién nacidos, los signos alérgicos se presentan a los 50 a 70 dfas, persistiendo en 75% de los animales la alergia después de transcurrido ese periodo. S610 en dos animales persistió la hipersensibilidad 177 días, despareciendo a los 267. A juzgar por estos experi- mentos, los cobayos adultos se sensibilizan antes que los recién nacidos cuando se les administran dosis semejantes de BCG por vfa bucal. (Thompson, Richard, y Koppisch, Enrique: Puerto Rico Jour. Pub. Bealth & Trop. Me&, 235, dbre. 1936.)

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272 lactantes y niños observados en el hospital, ya en la consulta o en las salas. De los vacunados con BCG que viven en medio sano, no reacciona una proporción mayor que los no vacunados. Entre los vacunados observados en el hospital, la cutirreacción fue positiva en 12’%, debiendo existir para la mayoría de los últi- mos algún contagio familiar, y encontrandose en ellos sombras radiogdficas anormales. (Armand-Delille, F.; Bann, E., y Lestoquoy, Ch.: Prog. Méd., 604, ab. 17, 1937.)

BCG y la reacción a la tuberculina.-Foley y Parrot han presentado a la Academia de Medicina de París estadfsticas de la vacunación’y revacunación con BCG en 156 niños, en el Instituto Pasteur de Argel, en los cuales, durante ocho años, se han verificado por lo menos dos veces al año, reacciones epi- e in- tradérmicas a la tuberculina. De los 156 vacunados y revacunados varias veces por vía subcutánea o bucal, 39 jamas han manifestado epidermorreacciones positivas, aunque 31 de ellos las manifestaron intradérmicamente. Al emplearse dosis de 0.1 a 10 mg, la proporci6n de alérgicos subió de 75 a 94.8%. La insufi- ciencia de las epidermorreacciones se pone aun más de manifiesto al estudiar un grupo de 25 niños que ~610 habfan recibido una vacunación por vía entérica, pues ~610 8% resultaron positivos, comparado con 88% a la intradermorreacción. En otra localidad en que la tuberculosis es rara, se verificaron simultaneamente la epidermo y dermorreacción en 59 niños. La primera fu6 positiva en todos, pero la segunda ~610 en ocho de los 32 con 10 mg, y ~610 en 4 de 27 con 20 mg, o sea 20.3% de los 59 que fueron positivos intradérmicamente. En otras palabras, si ~610 se hubiera empleado la epidermorreacción, se hubiera deducido que no existía tuberculosis, mientras que en realidad 20.3% eran positivos. Los autores con- vienen con Debré en que ciertos niños vacunados que son negativos a la epidermo- rreacción, en realidad son alérgicos, y asf lo comprueba la intradermorreacción cuando se emplean dosis suficientes. Otro tanto reza con los no vacunados, de modo que antes de deducir que un niño no es alérgico, hay que emplear la intra- dermorreacción con dosis crecientes de tuberculina, hasta 10 o 20 mg. En cuanto a efecto profiláctico, el BCG ~610 puede justipreciarse mediante la observación prolongada de los niños desde el nacimiento, y la revacunación periódia. (Carta de Paris: Jour. Am. Med. Assn., 599, at. 21, 1937.)

Colapsoterapia.-De su estudio de 1,124 tuberculosos en un sanatorio grande, Leslie y Anderson deducen que está claramente indicada una colapsoterapia temprana e intensa en unas tres cuartas partes de los enfermos con tuberculosis de tipo adulto. De 828 enfermos dados de alta, se obtuvo con la colapsoterapia estacionamiento en 47.3%; resultados favorables en 67.1%; cierre de las cavernas en 57% y cierre o disminución en 69.6’% de los casos cavernosos; eliminación de la bacilosis en el esputo en 59’%, y negativación del esputo en 70.770, comparado con un 28.6% antes. (Leslie, G. L., y Anderson, R. S.: Am. Jour. Med. Sc., 149, fbro. 1937.)

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berculosis debe ser dirigido por pediatras orientados en tisiologfa. La indicación de la colapsoterapia surge del estudio clfnico roentgenobacteriol6gico. El tratamiento puede realizarse en forma ambulante, pero en el sanatorio es donde da más éxito, por complementarlo allf otros elementos útiles. Cuando más pequeño es el niño, menos oportunidad hay de probar el neumotórax por la ten- dencia de la tuberculosis a la generalización, la dificultad de obtener colapsos eficaces, densidad de las lesiones, resistencia del niño, y dificultades técnicas. Pasados los dos o tres primeros años, la colapsoterapia encuentra toda su indica- ción en la segunda y tercera infancias. El neumotórax está indicado en las tu- berculosis unilaterales destructivas de gran potencial evolutivo, pero puede también practicarse en forma bilateral despu& de iniciada la cura del primer lado atacado. Los métodos quirúrgicos estan indicados en las tuberculosis frfas, tórpidas, apiréticas, de poco potencial evolutivo, con esputo positivo, y donde la radiograffa muestra lesión unilateral con tendencia a la retracción, a la esclerosis, por el desplazamiento del mediastino, etc. (Cantonnet Blanch, P. : Cantonnet Blanch, H., y Rocca Estévez, A.: Arch. Ped. Uruguay, 550, nbre. 1936.)

Colapsoterapia en Argentina.-Los números 9, 10, ll y 12 de los Archivos Argentinos de Enfermedades del Aparato Respiratorio y Tuberculosis (sbre. y obre.-nbre. y dbre., 1936), están dedicados a la colapsoterapia de la tuberculosis pulmonar bilateral, comprendiendo trabajos por algunos de los más destacados tisiólogos y cirujanos argentinos.

México.-Abogando por un empleo mayor de la colapsoterapia para suplir la falta de camas para tuberculosos y poder continuar los tratamientos en la resi- dencia de los enfermos, Alarcón apunta que aproximadamente mueren de tubercu- losis cada año en México 12,000 personas, siendo tres cuartas partes casos pulmonares. Puede también calcularse que hay unos 100,000 tuberculosos acti- vos, 75,000 de ellos pulmonares. En toda la República no hay ni 1,000 camas para tuberculosos, y de hecho, fuera de los pequeños servicios en los hospitales ge- nerales, no existen mas que el Sanatorio de Huipulco y los pabellones espeeiali- zados del Hospital General y los del Sanatorio Español y el de los Ferrocarriles Nacionales en el Distrito Federal; es decir, que en la capital de la República apenas hay 500 camas para tuberculosos. Tampoco existen sanatorios parti- culares. Hay, sí, cinco dispensarios en el Distrito Federal, que trabajan con dificultad por falta de otros organismos que hagan mas fructffera su labor. En los demás centros importantes del pafs también son contados los dispensarios. La situación actual queda evidenciada por el hecho de que, en el Sanatorio para Tuberculosos de la Beneficencia Pública, dirigido por el autor, hay enfermos que, llegados de pequeñas poblaciones del interior, han sido tratados con el neumotó- rax y están en aptitud de salir del establecimiento, pero no tienen donde continuar su cura, mientras que tampoco pueden sostenerse en la Capital. (Ala&n, D. G.: MedEcina, 577, dbre. 25, 1936.)

Colapsoterapia J frenicectomía.-En ocho casos de tuberculosis pulmonar, observados de 6 meses a 3 años, y en que habfa resultado ineficaz el neumotórax, Corbalán Trumbull y Garcfa Suárez probaron la paralisis subsecuente del frénico, bien por la resección o la alcoholización. Aunque los resultados obtenidos no per- miten todavía hacer afirmaciones categóricas, los autores est6n convencidos de que la parálisis del diafragma, simultanea al neumotórax, y con persistencia de éste, corrige un buen número de neumot6rax ineficaces, no estando justificado el abandono postoperatorio inmediato de la colapsoterapia, sino después de un perfodo prudente de observación de los resultados de la combinación operatoria. (Corbalán Trumbull, G., y Garcfa Suárez, E.: Reo. Méd. Chile, 3, eno. 1937.)

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Dos de Mayo, de Lima, en 1930-1933, Hercelles García declara que los éxitos operatorios sumaron 38; que en los 37 observados postoperatoriamente, los Éxitos lesionales definitivos llegaron a cinco, los relativos a 19, y los sintomaticos a 10; los fracasos lesionales sumaron siete, y los sintomáticos cuatro. (Hercelles Garcfa, 0.: CV&. Méd., 432, dbre. 1936.)

Neumoperitoneo.-Presentando cinco casos, Trimble y Wardrip declaran que el neumoperitoneo tiene en particular aplicación en los casos de tuberculosis pulmonar bilateral extensa, en que no cabe emplear el neumotõrax debido a las extensas adherencias, y que no pueden tolerar procedimientos más radicales. También tiene BU utilidad para obtener una elevación mayor del hemidiafragma paralizado. (Trimble, H. G., y Wardrip, B. H.: Am. Rev. Tub., 111, jul. 1937.)

Neumotórax en los trópicos.-Señalando que es mucho mejor no establecer el neumotórax sino puede mantenerse, Skinner opina que lo mejor es realizar el inicial en los casos apropiados en la forma acostumbrada, en algen hospital o instituto adecuado, y una vez obtenida la compresión deseada, puede completarse el tratamiento del neumotórax. El procedimiento viene a ser sencillo, introdu- ciéndose petrolato liquido estéril en el espacio pleural con una jeringa, y a medida que se introduce, extrayendo el aire con la misma jeringa. En otras palabras, la compresión previamente mantenida con aire, se obtendría luego por medio del aceite, dependiendo la cantidad de éste de la forma de colapsoterapia que se desee. La pleura absorbe con mucha lentitud el aceite mineral, y una vez inyectado, mantendrfa el aplastamiento deseado por dos o tres meses o mas. El método se presta en particular para los casos de cierta urgencia en los trópicos, hasta que se puede transportar al enfermo a un sitio en que pueda aplicarse el neumotórax. (Skinner, R. B.: Mil. Surg. 396, nbre. 1936.)

Brasil.-Em 74 casos de pneumothorax artificial passados em revista por Certain em Sao Paulo, os melhores resultados verificados foram os obtidos com os casos entre 15 e 30 annos. Desaes 74 doentes, 41 eram mulheres e 33 homens. AB mulheres forneceram maior contingente de cura que os homena. AB lesões mais frequentes se verificam Q direita. Dos 74 casos, 47 estavam localizados desse lado, 23 á esquerda e 4 eram bilateraes de inicio. As lesões do lado esquerdo são

as mais curaveis porém as do lado direito mais sujeitas a complicapóes. AB lesões de apice encontradas foram em numero de ll; as formas extensas em numero de 20 e as lesões de 1/3 superior em numero de 16. AB 27 restantes estavam

distribuidas pela base, hilo, etc. Quanto a séde das lesaes, os resultados remotos são sensivelmente identicos. AB recidivas parecem ser mais frequentes nos casos de apice do que nos de base. Em 74 casos observaram-se 18 formas ulcero exsuda- tivas, 23 exsudativas puras, 16 fibro caseosas, 9 ulcero fibro-caseosas, 3 ulcero fibrosas, 1 infiltrado precoce e em 4 casos não se pudera precisar a lesão inicial. Em 24 casos desappareceu o bacillo na expectora9ão em um mez após a installacáo do pneu, em 10 ap6s 2 mezes, em 8 após 3, em 6 após 4, em 5 após 5 e o restante variando entre 6 mezes a 1 anno e muito de tempo. Nenhum outro tratamento seria capaz de exito táo rapido neste sentido. (Certain, D. A.: Rev. Paul Tisiol., 182, maio-jun. 1936.)

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estaban vivos al cabo de los tres años. De los que sobrevivieron en el grupo de la colapsoterapia, 64yc tenfan una afección quiescente al cabo de los cinco años, comparado con 38% en los tratados conservadoramente. También hubo marcado aumento en la capacidad para el trabajo de los tratados con neumotórax. Para

el autor, no conviene esperar demasiado antes de instituir la colapsoterapia, sino que debe pensarse en ésta cuando la enfermedad es todavfa unilateral y se en- cuentran bacilos en el esputo, pues siempre hay la posibilidad de que en estos casos continúe avanzando el mal. Ademas, si se domina la enfermedad sin colapsoterapia, se corre un gran riesgo de reinfección dentro de dos o tres años entre las personas dedicadas al trabajo manual. (Bentley, F. J.: “Artificial Pneumothorax: Experience of the London County Council,” Londres, 1936.) Neumotórax espontfrneo sobrepuesto.-En una serie de 1,131 casos de neumotó- rax terapéutico, comprendiendo 52,835 repleciones, se presentó neumotórax espontáneo secundario 161 veces (14.20/,). El neumotórax secundario se acompaña de varias complicaciones, entre las cuales las mas importantes son: empiema; enfìsema quirúrgico; fístula broncopleural permeable; desplazamiento del medias- tino; hernia mediastínica del pulmón, e insuficiencia cardíaca congestiva. El neumotórax espontáneo sobrepuesto constituye la complicación aguda m&S fre- cuente, y a menudo la mas grave, de la colapsoterapia, y en esta serie de 161 casos ocasionó 26 muertes (16.10Jo), mientras que si se toma el total de colapsoterapias, el coeficiente desciende a 2.3yo. Como esta complicación es más frecuente en los casos muy avanzados, el pronóstico definitivo es malo. (McCloskey, J. A. : Am. Rev. Tub., 805, jun. 1937.)

Derrames.-Todd estudió 215 casos de neumotórax terapéutico, comparando aquellos en que hubo y no hubo derrames. De su estudio deduce que la presión intrapleural no conduce a la formación de derrames, de modo que jamas vacila en emplearlo cuando esta indicado. Para 61, los principales factores etiol6gicos de los derrames son distintos, y se propone presentar eStadíStiCaS relativas a los que pueden intervenir en dicho fenómeno. (Todd, L. N.: Am. Rev. Tub., 263, agto. 1937.)

Embarazo.-Petera y Davenport describen un caso en una joven con tubercu- losis pulmonar avanzada que mejor6 marcadamente con un neumotórax bilateral, dando a luz a una criatura normal mientras continuaba el tratamiento. En la literatura en ingl6s 8610 parece haber un caso semejante, el de Duryea, Honololú, en 1931, pero en Francia, Alemania y Rusia se han publicado ya unos 15 o 16. El

primer caso de embarazo que apareciera durante el neumotórax terapéutico parece haber sido el de Forlanini en 1906, y el primero de neumotórax bilateral en una gestante el de Andler en 1927, o el de Rist y Coulaud en 1929. Las enfermas en que está bien establecido el neumotórax, ya uni o bilateral, toleran muy bien el embarazo y el parto. (Petera, Andrew, y Davenport, L. F.: Am. Rev. Tub., 71, eno. 1937.)

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0FmNA BAPJ~ARIA PANAMERICAN.~ [Noviembre

ciendo, adem&, ciertas indicaciones relativas a diagnóstico y profilaxia. Para Joannides, el oleot6rax debe recibir el reconocimiento debido en la colapsoterapia, dadas ciertas ventajas sobre otras formas. Su minuciosa bibliografta comprende más de cinco páginas. De sus experimentos, en que empleara gomenol, esencia de cayeput, caprokol, mertiolato y metafén, deduce que esas substancias retienen su facultad bacteriostática y hasta bactericida, ademas de dejar que la pleura infectada se ponga en contacto con el antiséptico. (Joannides, Minas: Am. Rev. Tub. 561, nbre. 1936.)

Toracoplastia y neumotórax.-Sin tratar de oponer la toracoplastia al neu- motórax, Gómez Pimienta señala que la primera puede tener BUS indicaciones, y el empleo de uno u otro procedimiento debe determinarse por el carácter de las lesiones. El neumotórax está más indicado en los casos crónicos y de marcha más rápida, y la toracoplastia a medida que el carácter evolutivo de las lesiones sea m& lento. También hay que tomar en cuenta el estado general del enfermo, y por fin, la uni o bilateralidad de las lesiones. Los resultados de la toracoplastia aplicada debidamente son tan satisfactorios como los del neumotórax, y mas rápidos. En MBxico, tiene tambi6n otras ventajas debido a que no hay en el pafs ni siquiera mil camas para tuberculosos, los cuales si se emplea en ellos el neu- motórax tendrfan que permanecer hospitalizados cuatro años. Es evidente que la toracoplastia se acompaña de mortalidad y el neumotórax no, pero si se limita

BU uso según las indicaciones, la mortalidad apenas sera de dos a tres por ciento.

(Gómez Pimienta, J. L.: Pasteur, 73, ab. 1937.)

Toracoplastia total.-Al presentar el resultado obtenido en 97 casos de tubercu- losis pulmonar con la toracoplastia total o subtotal, con una mortalidad operatoria de 9.3%, Cjessing declara que esta intervención puede estar indicada hasta como último recurso, pues ofrece al enfermo 45% de probabilidades de volver a ganarse la vida sin síntomas, y 75yo de probabilidades de trabajo por mas o menos tiempo, mientras que las probabilidades de que no haya mejorfa o que el desenlace sea fatal, no pasan de 25%. Tratándose de tuberculosis del lado derecho, la operación debe durar el menor tiempo posible, pues la mayor mortalidad correspondió a loa

casos de este género operados en un tiempo. (Cjeaaing, M. H.: Norsk. Mag.

Laeg., 1,171, nbre. 1936,)

Los casos de Semb suman 177 en que verificõ la toracoplastia con apicolisis extraaponeurótica, con 10 muertes en un período de dos meses. El estudio de 99 enfermos al cabo de 1 año a 3 años 9 meses, reveló 67 sin bacilos, y 49 restituidos al trabajo, por completo o en parte. (Semb, C. : id., 1,194, nbre. 1936.)

La serie de Holst comprende 92 casos en que verificó la resección radical de las costillas superiores, una operación plastica en los tejidos blandos, y apicolisis

radical, aplicando un colgajo perióstico al vértice comprimido. En esta serie hubo dos muertes, comparado con nueve en 154 casos más desfavorables en que empleó otrosmétodos. (Holst, J.:id., 1,211, nbre. 1936.)

Toracoplastia en Uruguay.-Armand Ugón y Roca Estévea presentan sus estadísticas de 315 toracoplastia8 en 147 enfermos en 10 años hasta julio 1936: 23 por indicaciones pleurales y 124 pulmonares, habiendo cinco muertes en el primer grupo y 31 en el segundo (26%), siendo diffcil diferenciar en las últimas las muertes debidas a infecci6n tuberculosa y a infecci6n aguda del aparato respira- torio. La toracoplastia debería ser realizada por el cirujano de común acuerdo con el tisiólogo en cuanto a fecha y táctica quirúrgica. Para los autores, la cura sanatorial exclusiva, no complementada por la colapsoterapia, constituye un error terapéutico, y 108 sanatorios deben transformarse en establecimientos de

Referências

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