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El saneamiento del medio en el mundo y sus perspectivas para el futuro

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EL SANEAMIENTO DEL MEDIO EN EL MUNDO Y SUS PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO*

H. G. BAITY, D.Sc.

Director de la Divisidn de Saneamiento del Medio, Organización Mundial de la Salud

1. INTRODTJCCION

Ginebra, en su condición de sede de la Organización Mundial de la Salud, es la capi- tal mundial de la salud. El personal que presta servicio en esta organización tiene la excepcional oportunidad de oir los comen- tarios y criterios de autoridades sanitarias procedentes de los más alejados rincones de la tierra. Esas autoridades informan de in- creíbles condiciones de miseria y sufrimiento y relatan maravillosas realizaciones logradas en el campo de la salud pública.

El representante de Nepal a la Sexta Asamblea Mundial de la Salud dio cuenta de que en su país “miles de personas mueren prematuramente y cientos de miles viven una vida peor que la muerte” (1).

Refiriéndose a la América Latina, un alto funcionario de salud pública calcula que, en muchos lugares, los alimentos al alcance de los individuos son acaparados por sus pará- sitos intestinales en proporción superior a la que a ellos les toca. “Por consiguiente, la mitad del trabajo de los campesinos enfer- mos sirve para cultivar alimentos para los gusanos causantes de su enfermedad” (2).

Asimismo, vienen de Egipto angustiosas noticias de que, en algunas zonas, el tracoma afecta al 80 ó 90 % de la población (3) ; que en los medios rurales, la bilharziasis y los parásitos intestinales afligen a casi toda la población, y que las recientes tasas de mor- talidad infantil llegan hasta la cifra de 325 por 1.000 nacimientos vivos (4).

Igualmente, se informa de Birmania que la tasa específica de mortalidad, en 1955, del grupo de edad de 14 años fue de 31,8. Por contraste, en el Reino Unido, la tasa corres- * Tomado del Roya1 Societyfor the Promotion of

Health Jour., Val. 78, No. 4, jul.-agto., 1958.

pondiente al mismo grupo de edad fue de

l,O (5).

Se nos dice que en la India y en el Pakis- tán desde 1945 a 1954, fallecieron 1.208.465 personas por el cólera (6).

El Dr. Chisholm, siendo Director General de la Organización Mundial de la Salud, se expresó en los siguientes términos: “A pesar del enorme progreso de la ciencia médica, de cada cuatro hombres, mujeres y niños, tres sufren todavía de enfermedades propagadas por abastecimientos de agua insatisfactorios, por la antihigiénica eliminación de excretas, la falta de control de los insectos y roedores, y la insuficiente protección de la leche y de otros alimentos” (7).

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base indispensable de toda actividad ade- cuada de salud pública y, en realidad, la piedra fundamental del progreso económico y cultural.

Aunque estos hechos históricos son bien conocidos en Occidente, en otras partes del mundo resultan aún demasiado maravillosos para creerlos. Aun en el propio mundo occi- dental se observa una tendencia al olvido, a sentirse fuera de peligro, a creer que los enemigos se vencen de una vez para siempre, a limitar los conceptos de problemas sani- tarios a los pocos que se hacían sentir en el pasado y a pasar por alto los cambios que experimenta la situación. Para el bien del individuo y de sus semejantes en este redu- cido planeta, conviene, de vez en cuando, de- ‘tenerse, reflexionar sobre la labor del pasado, hacer inventario del presente y mirar hacia el futuro para ver qué reorientaciones pueden resultar provechosas. No parece ya necesario predicar la doctrina del saneamiento en el mundo occidental, sino a los que se niegan a ver y a creer. La cuestión no es ya si debe procederse al saneamiento, sino cuándo y de qué manera.

II. EL REVERSO DE LA MEDALLA

Pero estas victorias en materia de sanea- miento sólo se han logrado en unos pocos países. En los vastos dominios habitados por la mayor parte de la población mundial, la situación sanitaria es sorprendentemente dis- tinta. Allí se encuentran la pobreza, la igno- rancia y la enfermedad-el trío interdepen- diente e inseparable-sin que se pueda saber cuál de ellas es causa y cuál efecto. Vastas masas de población, con la más mísera sub- sist,encia, están desnutridas, alojadas en con- diciones desastrosas y chapotean literal- mente en la suciedad, sin saber los efectos de estas condiciones en su salud y, aunque lo supieran, serían totalmente incapaces de ali- viar su situación.

En el decenio de 194049, en un solo país murieron por lo menos 4.750.000 personas al año de enfermedades evitables mediante el saneamiento del medio (8). Por patéticos que

parezcan estos datos estadísticos, tal vez las defunciones no fuesen tan desastrosas para la economía del país como los enfermos sobre- vivientes. Partiendo del supuesto de que por cada defunción había 20 enfermos, los casos anuales de enfermedades se elevan a 95.000.- 000. Aunque cada uno de ellos sólo dejara de trabajar dos semanas, esas ausencias consti- tuyeron para la economía nacional una pér- dida de casi 1.000.000.000 días-hombre. El problema se agrava aún más, teniendo en cuenta que cada persona requiere atención, medicinas y otros cuidados. Evidentemente, una vida en tales condiciones supone un gravamen económico mayor que la propia muerte.

Todavía en 1953, las defunciones por có- lera en la India y en el Pakistán ascendieron a 133.830. Se comprende la persistencia de estos focos de infección teniendo en cuenta las condiciones del abastecimiento de agua de estos países. Indudablemente, el abaste- cimiento público de agua en peores condicio- nes de todo el mundo es el de Calcuta, ciudad cuya población ascendió de 1.500.000 a 4.000.000 desde la Segunda Guerra Mundial, con sus viviendas e instalaciones públicas completamente saturadas, con un servicio público de abastecimiento de aguas que ~610 funciona unas horas al día, lo que obliga a la población durante el resto del día a servirse de otro suministro de agua que se bombea del sector más contaminado de las orillas del río Hooghly. Un medio perfecto para la pro- pagación de las enfermedades.

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afectar a la mitad de la población. El absceso hepático amíbico es corriente. La fiebre tifoi- dea está siempre presente y es probable que un elevado porcentaje de la población de la aldea haya adquirido inmunidad contra la enfermedad. La infestación por vermes es una concomitancia normal de la vida. El cólera ataca con frecuencia y con su acostum- brada fuerza destructora. Las tormentas de polvo originan una elevada incidencia de en- fermedades de las vías respiratorias. La lista de enfermedades podría proseguir, puesto que las aldeas no se libran de nada, salvo la fiebre amarilla. Las únicas enfermedades ra- ras son las de la vejez. La población aldeana está crónicamente enferma y a veces vive al borde del desastre. No hay más energía que la necesaria para conservar la vida”.

Estas son las espantosas circunstancias, el inagotable sufrimiento y degradación del ser humano en las vastas, superpobladas, anal- fabetas y depauperadas zonas del globo en las que la población afligida no tiene energía, inteligencia ni recursos para mejorar su suerte. Los dirigentes y autoridades de estas poblaciones tratan desesperadamente de in- vertir el ciclo, pero la lucha es muy desigual. Las necesidades se acumulan y no es posible proceder con la rapidez que sería de desear, todo lo cual constituye un gran obstáculo para subir esta pendiente.

III. PROBLEMAS ESPECIALES DEL

SANEAMIENTO

Entre los diversos problemas de sanea- miento de las zonas subtropicales hay dos que ofrecen dificultades mayores de lo co- rriente. En realidad, pueden colocarse en la categoría de los grandes problemas que la época presente no ha resuelto aún, y son el control de la mosca doméstica y el control de la bilharzia. Además de la molestia que cau- san, las moscas actúan de vectores mecáni- cos de muchas enfermedades. Se cifró gran esperanza en el empleo de nuevos insecticidas tóxicos para el eficaz control de las moscas, y al principio los resultados fueron asombrosos. Pero la rápida manifestación de resistencia

a estos venenos ha anulado el valor de esta medida. En efecto, bajo la presión de ciertos insecticidas, se viene produciendo un au- mento decidido de la tasa de reproducción de las moscas. Ahora, una vez perdida esta arma, se reconoce más que nunca que el con- trol de las moscas depende de medidas dili- gentes, difíciles y totalmente radicales de saneamiento encaminadas a restringir la re- producción de los insectos.

La bilharziasis, cuyos vectores son ciertos caracoles, figura entre las grandes causas de incapacitación del hombre, y se extiende por vastas zonas de Asia, Africa y Sudamérica. Esta enfermedad está siempre presente en los cultivos de regadío y en especial en los inmensos arrozales del Oriente. A consecuen- cia de la actual expansión de los sistemas de riego, la enfermedad amenaza propagarse to- davía a otras zonas. Si el hombre no tuviera que penetrar en el agua o pudiera utilizarla sin contaminarla, no habría problema. Pero la intima y tradicional relación del hombre con el agua en estas zonas es difícil de rom- per. Las actuales medidas de control consis- ten principalmente en el empleo de molus- cocidas y en contrarrestar la reproducción de caracoles. Si bien estas medidas son eficaces en zonas limitadas y por ciertos períodos, resultan muy caras y difíciles para uso gene- ral. Es evidente que no existe ningún método fácil o maravilloso para dominar la enferme- dad. Aunque hay otras medidas que pueden ser útiles como medios auxiliares, la batalla tendrá que ganarse, probablemente, con un gran esfuerzo, es decir mediante un riguroso saneamiento del medio. En opinión de mu- chos, esto es imposible. Pero, hace un siglo, lo mismo se habría podido creer-si se hu- biesen conocido los hechos-de las posibilida- des de dominar el cólera y la fiebre tifoidea.

IV. FALSA SENSACION DE SEGURIDAD

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supuestos de saneamiento pueden dedicarse a otras finalidades, por ejemplo a las enferme- dades degenerativas? Los resultados alcan- zados en algunos países, a juzgar por la incidencia de las enfermedades entéricas, han sido realmente extraordinarios, y no es de extrañar que, bajo la impresión de las esta- dísticas, se haya iniciado una tendencia a dar menos importancia al saneamiento. Pero que no se engañen las autoridades sanitarias. Las enfermedades ambientales no han sido erra- dicadas: su semilla se esconde y subsiste, siempre lista para un nuevo ataque. Sería conveniente que las naciones adelantadas en materia de sanidad, de sentirse demasiado satisfechas, hicieran un inventario de sus pro- blemas ambientales descuidados y por resol- ver. Tal vez el colibacilo no represente un indicio suficiente del estado de saneamiento; es posible que las infecciones intestinales no sean el único parámetro de la armonía del hombre con el medio que le rodea. Lo ates- tigua el atroz estado de contaminación, cada vez peor, de las corrientes de agua en muchas zonas populosas e industrializadas. En mu- chos lugares, los abusos que se cometen con las aguas naturales son tales que ya llegan a constituir un delito contra la naturaleza. Mu- chos problemas de contaminación del agua son, por su naturaleza, de carácter interna- cional y su solución requiere una estrecha y 1 comprensiva cooperación entre las naciones interesadas. En algunos casos se vienen apli- cando medidas reparadoras y preventivas, pero en otros la situación llega a ser tan de- sesperada que paraliza el desarrollo urbano e industrial.

Una contaminación de diversa índole va penetrando en la atmósfera de muchos paí- ses, con lo cual se corrompe y daña el segundo recurso natural indispensable. A medida que se propagó la industrialización, aumentó el volumen de humo, gases, emanaciones, polvo y vapores. La era automotriz ha aumentado en proporción geométrica los hidrocarbonos, derivados o no de la combustión, hasta el punto de que, en la actualidad, los individuos de colectividades populosas ansían respirar

un poco de aire puro. Los efectos fisiológicos y carcinógenos de los contaminantes del aire son todavía desconocidos, pero inspiran som- bríos recelos. Las organizaciones cívicas y de salud pública no se han puesto en guardia frente al problema hasta que se ha llegado al borde de la asfixia y se han sufrido, verda- deramente, no pocos desastres.

En el campo de la vivienda, varios países han realizado progresos dignos de elogio, pero si se considera la situación en su totalidad, parece que en el curso de los últimos cin- cuenta años se ha producido un retroceso general. El hacinamiento y el deterioro de las viviendas han producido un considerable efecto. Con las condiciones cada vez más peligrosas y con los inventos de la vida mo- derna, los accidentes se han convertido en un problema ambiental de primer orden. La era atómica ha traído una serie de peligros completamente nuevos a la tierra, al aire, a las corrientes de agua y aun al mar.

Así pues, aunque hayan disminuido los problemas de salud ambiental de ciertas cate- gorías, otros han surgido y aumentado. No es éste el momento oportuno para sentirnos sa- tisfechos ni para disminuir los esfuerzos.

V. NECESIDAD DE CONSERVAR LOS BENEFICIOS

OBTEKIDOS CON EL CONTROL DE LAS

ENFERMEDADES TRANSMISIBLES

En materia de control de las enfermedades transmisibles ocurren acontecimientos espec- taculares. Se vienen llevando a cabo campa- ñas colectivas, con eficaces resultados, contra muchas de las enfermedades más mortíferas y que causan más incapacidades. En la ac- tualidad se está realizando un esfuerzo mun- dial encaminado a la erradicación de la ma- laria.

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-curación de la frambesia con una sola in- yección de penicilina, y en algunos países, donde antes se observaba un elevado nivel de infección, ésta ha quedado reducida a una fracción de lo que era. La lepra, tal vez la más repugnante, la más temida y más miste- riosa de las enfermedades de la historia, va finalmente cediendo a la quimioterapia. Los casos de esta enfermedad, descubiertos a tiempo, pueden restablecerse y reintegrarse a la sociedad en vez de ser arrojados a un montón de desechos humanos para consu- mirse durante el resto de su vida.

Sin embargo, hay que recordar que todas estas enfermedades-y otras de epidemiolo- gía similar-son enfermedades esencialmente ambientales. Y si cundieron en el pasado fue principalmente a causa de las condiciones o deficiencias del medio que rodea al hombre. No se puede esperar que estas enfermedades sean total y permanentemente erradicadas. Quedarán siempre algunos focos de rein- fección y es lógico esperar que las circunstan- cias iniciales que fomentaron estas enferme- dades, favorezcan su recrudecimiento. Para poder obtener beneficios permanentes es necesario cambiar estas condiciones ambien- tales, además de adoptar medidas de vigi- lancia.

VI. ALGUNAS PARADOJAS SANITARIAS

Es sorprendente la incidencia constante- mente elevada de enfermedades entéricas, acentuada por epidemias repetidas, en varios de los países más cultos. Las estadísticas de la OMS (10) indican que, en España, el pro- medio anual de defunciones por fiebre tifoi- dea en el período de 1937 a 1950, fue de 3.052. En los últimos ocho años se registra- ron 128.261 casos de fiebre tifoidea en el mismo país. Los casos de esta misma en- fermedad en la República Federal de Ale- mania, desde 1947 a 1954, ascendieron a 59.540, y en años recientes se han producido algunas epidemias fulminantes. En Francia, la patria de Pasteur, se dió el caso paradójico de que los casos de fiebre tifoidea registrados y publicados en los últimos ocho años ascen-

dieran a 73.299, con un promedio anual, en los últimos 15 años, de 800 defunciones por causa de la misma enfermedad. Estas cifras resultan muy desfavorables al compararlas con las que se registran al otro lado del Canal, en Inglaterra y Gales, cuya población es un poco mayor y que, sin embargo, ~610 tuvieron un promedio anual de defunciones por fiebre tifoidea de 46. Pero aun en Ingla- terra ocurrió un brote de fiebre tifoidea en

1937, ocasionado por una avería de los siste- mas de purificación del agua en Croydon La proporción más sorprendente y constante de enfermedades intestinales prolongadas tal vez se encuentre en Italia. En los últimos ocho años se registraron 203.686 casos de fiebre tifoidea, y en los 17 últimos el prome- dio de defunciones anuales por esta misma causa fue de 3.890.

En algunos países adelantados, la manipu- lación de los alimentos se efectúa en condi- ciones muy antihigiénicas. Se procura con gran esmero que los alimentos sean apetito- sos, pero sin preocuparse demasiado de que ofrezcan la debida seguridad. Cuando se intenta establecer un control, las medidas suelen ser más nominales que efectivas; muchas veces exigen un elaborado muestreo y examen de laboratorio de los productos empacados, pero sin que se preste atención a la cuestión esencial y práctica de la inspec- ción de restaurantes ni al control sanitario de la verdadera manipulación de los ali- mentos.

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anticuados como las herramientas del arte- sano de los infortunados países insuficiente- mente desarrollados.

VII. EL CAMINO HACIA EL

PROGRESO SANITARIO

Para salir del abismo sanitario en que se encuentran los países más infortunados hay que recorrer un camino sumamente arduo, y el primer paso es el más difícil. Pero a veces es casi tan difícil mejorar la situación en países adelantados que se hayan rezagado en materia de saneamiento. Ampliar y reorien- tar los servicios sanitarios en los pocos países en que tanto se logró ya con los viejos cri- terios, es una tarea enorme. Redactar las normas para remediar estas situaciones es relativamente fácil; mucho más difícil es lograr que se cumplan.

En los países insuficientemente desarro- llados, lo mismo que en muchos de los de- sarrollados, la primera medida consiste en convencer a los gobiernos de los resultados prácticos y de las posibilidades del sanea- amiento como actividad sanitaria fundamen- tal. La segunda medida consiste en establecer en la organización sanitaria una unidad espe- cial provista de personal preparado para la planificación y ejecución del programa de saneamiento del medio. El tercer paso es la formulación de un plan sistemático y bien equilibrado de saneamiento para varios años venideros y que tenga en cuenta la coordina- ción con otras actividades de diverso alcance gubernamental y que permita un desenvolvi- miento realista de su campo de acción, de acuerdo con la urgencia de las necesidades y con los recursos con que se cuente. Aunque parezca extraño, el problema más difícil para estos pasos es, por lo general, hacer com- prendera las propias autoridades sanitarias lo que representa el saneamiento, lo que puede lograrse y cómo debe hacerse.

En este concepto de planificación y admi- nistración sistemáticas de los programas de saneamiento, tropiezan o retroceden muchos administradores sanitarios, tanto en los paí- ses adelantados como en los insuficiente- mente desarrollados. Muchos prefieren1 dejar

que el saneamiento se haga sin planificación previa, improvisando o a medida que se presenten situaciones especiales. Algunos de- partamentos de salud limitan sus funciones de saneamiento principalmente a tramitar reclamaciones por perjuicios sufridos. Si hay que construir un puente es necesario contar con los servicios de alguien que sepa cómo se construye. No se trata de ensamblar piezas sueltas al azar, sino de construir una obra minuciosamente planeada y diseñada. La misma competencia por parte del personal y el mismo método de planificación y ejecu- ción se justifican, y todavía más, en materia de programas de saneamiento. Esto no signi- fica que deba establecerse una organización de extravagantes y costosas proporciones. Por el contrario, la atención se ha de concentrar en la competencia del personal y en sus opor- tunidades de actuar. El tamaño y composi- ción de los organismos de saneamiento de alcance nacional, provincial o local depende- rán de las tareas que les incumban y de la elasticidad presupuestaria. fc’ingún país debe considerar que, por ser demasiado pobre o por estar muy sur-nido en la suciedad, es incapaz de hacer algo constructivo en este campo. En cualquiera situación y con cual- quier presupuesto se puede hacer una labor útil. Lo primero es lo primero, y las cosas más sencillas suelen ser las más importantes.*

VIII. EL PROBLEMA DE PERSONAL

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ción o controlar el funcionamiento de los servicios. Y no sólo eso, sino que no se cuenta con personas competentes para juzgar cómo se desempeñan estas funciones cuando han sido confiadas a contratistas por concurso. Los gobiernos no pueden saber si las obras se hacen como es debido ni si pagan un costo razonable. Poco menos lamentable es lo que ocurre en algunos países donde se dispone de centenares de instalaciones sanitarias que en un tiempo estuvieron en buenas condi- ciones, pero que ahora se están deteriorando porque no se mantienen o conducen como es debido. Esto no sólo tiene repercusiones económicas, sino que entraña factores de salud de primera importancia que reclaman atención y control por parte de los organis- mos sanitarios.

Los países insuficientemente desarrollados, que no cuentan con personal competente para prestar servicios en los proyectos de saneamiento en que colaboran organizaciones internacionales y sus respectivos gobiernos, suelen contratar los servicios de personal extranjero para los puestos esenciales de estos servicios. De ordinario, estas personas asesoran a los ministros de salud pública, dirigen proyectos de demostración o enseñan en las universidades. En cualquiera de estos casos, se supone que han de adiestrar a sus “colegas” en el país correspondiente y a otro personal nacional que más adelante pueda asumir la dirección de las act’ividades. Es frecuente que se adjudiquen becas a otras personas del país para que, una vez adiestra- das en el extranjero, puedan desempeñar funciones similares. Este sistema que, en teoría es excelente, en la práctica ofrece cier- tos inconvenientes. A causa de la extrema escasez de personas capacitadas para ocupar puestos de dirección, y de la excelente re- muneración y condiciones de vida que les ofrecen sus respectivos países, resulta poco menos que imposible contratar personal in- ternacional. Aun en los casos en que se logra conseguir este personal, con frecuencia los problemas creados por un distinto medio cultural, por el idioma, la adaptación fami- liar, clima, condiciones educativas, o la nece-

sidad de este personal de reintegrarse a su puesto de origen, limitan su permanencia en el servicio y su utilidad.

Aunque la mayoría de las organizaciones internacionales consideran que el envío de jóvenes profesionales selectos a cursar estu- dios en el extranjero es la inversión más provechosa, los programas de becas van acompañados de desengaños. En algunos países, la mit,ad por lo menos de las personas que cursan estudios en el extranjero patro- cinados por su país no regresan a él, y muchas de las que regresan se dedican a otras acti- vidades más lucrativas cuyo conocimiento adquirieron mientras estaban en el extran- jero. Es una situación lamentable que hace vacilar a los gobiernos y a los organismos que colaboran con ellos.

La mejor manera de atender a los numero- sos aspectos que presenta el problema, parece ser el establecimiento de servicios e instala- ciones docentes y de adiestramiento en los países y regiones para la preparación de personal de saneamiento que pueda luego desempeñar sus funciones en las diversas categorías. Este plan vencería la mayoría de las dificult,ades que han surgido hasta ahora, pero resultaría muy lento para satisfacer las necesidades existentes. Siempre habría que contratar los servicios de un número limitado de profesionales internacionales para los puestos más esenciales a fin de que actuaran como asesores profesores y dirigieran la for- mación del personal nacional. Las becas para cursar estudios en el extranjero se limitarían a las personas que reúnan condiciones para llegar a ocupar puestos de máxima responsa- bilidad. Un sistema de esta naturaleza ofre- cería la gran ventaja de que en instituciones regionales podría adiestrarse personal que prestara servicios en su propio país 0 en los países vecinos, ya conocidos y con los que ya están familiarizados.

IX. PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO

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hecho de que el saneamiento no produce efectos tan espectaculares como los de algu- nas campañas contra las enfermedades trans- misibles. Otros de los factores en contra es el ineludible costo de las mejoras sanitarias. No obstante, se han obtenido muchos resul- tados satisfactorios y las perspectivas del futuro son esperanzadoras. En cada Asam- blea Mundial de la Salud, en cada reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS y en todos los Comités Regionales, se reitera la impor- tancia fundamental del saneamiento. Hace unos años, se dedicaba al saneamiento una parte casi insignificante del presupuesto para actividades de campo de la Organización; en la actualidad, estas actividades ocupan un importante lugar por orden de gastos pre- supuestarios. En el curso de los últimos cinco años, los asesores de la OMS colaboraron con 30 países en el establecimiento de pro- gramas de saneamiento del medio, y al pre- sente se encuentran en ejecución 50 pro- yectos aproximadamente de demostración y de adiestramient,o. Durante el mismo pe- ríodo, la Organización aportó su ayuda a 10 universidades en este campo, colaboró en la organización de planes de estudio y facilitó los servicios de personal docente. Asimismo,

prestó su apoyo a numerosos cursillos y pro- yectos de adiestramiento de personal auxi- liar.

Otras organizaciones, tales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Junta de Asistencia Técnica de las Saciones Unidas, el Plan Colombo y especialmente la Administración de Cooperación Int’erna- cional, de Estados Unidos, trabajando en cooperación y para la misma finalidad, han contribuido en grado considerable a reformar los criterios sobre saneamiento y a ayudar a las instituciones docentes y a los ministerios de salud a emprender, en una escala ade- cuada, esta función fundamental, que du- rante tanto tiempo estuvo abandonada.

En la actualidad, todas las organizaciones interesadas estudian la posibilidad de em- prender conjuntamente un programa gigan- tesco de abastecimiento de agua y de cons- trucción de redes de alcantarillado. Esta empresa podría proyectarse de forma que siguiera muy de cerca el esfuerzo en marcha de la erradicación de la malaria, de suerte que aprovechara mucho de su entusiasmo, de su organización, presupuestos e interés público. Las perspectivas fut,uras son hala-

,. I guenas. REFERENCIAS

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Referências

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