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El programa nacional de donaciones de sangre de la Cruz Roja Americana

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BQLETfN

de la

Oficina Sanitaria

Panamericana

(REVISTA MENSUAL)

Año 30 Enero de 1951 No. 1

EL PROGRAMA NACIONAL DE DONACIONES DE SANGRE DE LA CRUZ ROJA AMERICANA*

Por el Dr. G. FOARD MCGINNES

Vice-Presidente de 10s Servicios de Salud de la CTUX Roja Americana, Washingtm, D.C,

Gran placer es para mf asistir a una reunión de esta Asociación. Sus éxitos durante los pasados años demuestran lo que se puede lograr mediante la cooperación de individuos y organismos interesados en la salud pública y tamb%n lo que se puede esperar de vuestra organización en lo futuro.

Se me ha pedido que hable sobre el Programa Nacional de Donaciones de Sangre de la Cruz Roja Americana, tema siempre grato para mí. Grato porque creo que el programa encierra un profundo significado para nuestro bienestar nacional. Es, sin duda alguna, uno de los pro- gramas más importantes emprendidos por la Cruz Roja.

Sabemos que las donaciones de sangre constituyeron un factor im- portantfsimo en la salvación de vidas durante la reciente Guerra Mun- dial, considerando nuestros médicos militares que a ellas deben en gran parte las Fuerzas Armadas de Estados Unidos el fndice extraordinaria- mente bajo de muertes, en realidad el fndice más bajo registrado en una guerra a través de la historia. En la practica medica civil las donaciones de sangre son igualmente importantes en tiempos de paz.

Aun cuando es creencia general que la guerra es la causa mayor de muerte, nuestros médicos saben que la necesidad de sangre en tiempos de paz es mucho mayor que en tiempos de guerra.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos murieron más personas a causa de accidentes que como resultado del servicio militar. Los heridos de guerra ascendieron a 651,911 y durante ese mismo perfodo de tiempo el número de vfctimas de accidentes entre

* Los trabajos que aparecen en las p&gs. 1-41 fueron presentados a la Octava Reunibn Anual de la Asociación Fronteriza Mexicana-Estadounidense de Salubri- dad, celebrada en la ciudad de Chihuahua, Chih., México, del 12 al 14 de abril de 1950.

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2 BOLETfN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

civiles ascendi6 a 36 millones. Diez y nueve mil amputaciones fueron realizadas a miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos durante dicha guerra y en ese mismo lapso un numero de civiles seis veces mayor perdió un brazo o una pierna.

Es la nuestra una nación con numerosas comunidades sumamente industrializadas. Cuenta también con carreteras que son una tentación para manejar a gran velocidad. Los fuegos, las explosiones y los acci- dentes industriales con la cuota que corresponde a las carreteras, los hogares, las fincas rústicas y las catástrofes nacionales han hecho de los accidentes la cuarta causa de muerte en Estados Unidos. Gran número de víctimas de esos accidentes sufren considerables pérdidas de sangre, a lo que hay que agregar los miles de personas que se someten a la cirugfa y los cientos de miles de embarazadas que sufren hemorragias durante el parto. Todos estos heridos y enfermos necesitan sangre. Como se ve la necesidad de sangre en tiempos de paz, aunque menos impresionante, sobrepasa considerablemente a la de tiempos de guerra. Para hacer frente a estas necesidades se emprendió el Programa Nacional de Donaciones de Sangre de la Cruz Roja.

La decisión de inaugurar este programa no se tomó a la ligera. Se hizo después de largas consultas con las autoridades medicas y extensas

discusiones con las autoridades sanitarias. Se emprendió después de deliberar y pesar cuidadosamente su alcance, estudiándose en primer lugar si estaba justificado. Cálculos conservadores revelaron que anual- mente cada hospital general necesita cinco pintas’ por paciente y cada hospital para casos mentales o para tuberculosos necesita una pinta por paciente.

La información disponible indicaba que sólo el 20% de los 6,000 hospitales existentes en Estados Unidos contaban con bancos de sangre. Tomando como base esa información y debido a que los médicos del pafs deseaban remediar la manifiesta necesidad de donaciones de sangre, la Cruz Roja consideró por primera vez el problema de emprender el programa.

La apertura del primer centro regional para donaciones de sangre bajo el programa nacional, fue precedida por años de cuidadosos planes. Se hicieron estudios para determinar la necesidad de un programa de alcance nacional, la actitud de la profesión médica hacia tal programa y la organización más adecuada para emprender un servicio de esa naturaleza.

Tras prolongado y cuidadoso estudio, se lleg6 a la conclusión de que tal programa era primordial para la salud y bienestar del pafs, y que la Cruz Roja, por su experiencia en la obtención de sangre para las fuerzas militares durante la guerra y su amplia organización era el organismo más indicado para hacerse cargo de ese servicio.

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DONACIONES DE SANGRE 3

Antes de emprender el programa éste fué aprobado en principio por la Asociación MBdica Americana, la Asociación Americana de Hospi- tales, la Asociación de Funcionarios de Salubridad del Estado y Terri- torios, el EjBrcito, la Marina y otras, trazándose entonces los planes para su inauguración y desarrollo gradual.

En sfntesis, se emprendió el programa y está en efecto ahora porque los médicos y los funcionarios de salubridad de la nación reconocieron su necesidad. A pesar de que este programa de donaciones de sangre depende y debe depender de la participación voluntaria total de la población, es, en efecto, un programa médico y se está desarrollando y administrando en cooperación estrecha con la profesión médica. Esto es de gran importancia porque, contrario al programa de donación de la Cruz Roja durante la guerra, por el cual la organización recogía sangre y la entregaba a establecimientos militares para preparación, el nuevo programa se hace cargo de la colección, preparación y distribución de sangre a hospitales y médicos.

Para establecer un centro es necesario que la sociedad médica del condado, las autoridades de hospital y los funcionarios de salud pública estkn de completo acuerdo en cuanto a la necesidad de un programa de donaciones de sangre y aprueben los principios y normas del mismo. Cada capitulo de la Cruz Roja que tiene un centro en operaciones, nombra un comité médico asesor integrado por doctores nombrados por la sociedad médica del condado. Este Comité, a su vez, recomienda al médico que ha de ser director del centro y consulta con él lo concerniente al funcionamiento técnico del programa.

Además, en un plano nacional la Cruz Roja cuenta con la ayuda del Comité de sangre y sustancias derivadas de la misma, de la Junta Consultiva sobre Salud Pública. A ese Comité pertenecen las autori- dades más reconocidas citadas en el estudio de la sangre y sus fracciones. Los miembros son los mismos que pertenecen a un Comité similar del Consejo Nacional de Investigaciones Cientticas que asesora a las agen- cias del Gobierno. El Comité de la Cruz Roja no se limita a hacer reco- mendaciones a la organización en cuanto a sus planes para obtener, preparar y distribuir la sangre, sino que constantemente realiza investi- gaciones cientfficas para asegurarse de que la sangre y sus componentes son adecuados y determinar los usos a que pueden aplicarse para el mayor número de personas.

A pesar de sus escasos dos años de existencia, el Programa Nacional de Donaciones de Sangre tiene en operación 31 centros regionales, que abastecen a 1,700 hospitales en 36 de los 48 Estados y en el Distrito de Columbia. Se espera agregar diez centros más antes de fmes de año.

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Los centros de donación regionales se establecen en puntos estraté- gicos con unidades ambulantes que van por los barrios residenciales y las comunidades rurales recogiendo sangre. Toda la sangre obtenida se prepara en el laboratorio regional central y de allí se distribuye a través de la región hasta los hospitales correspondientes. Los centros están dotados de los instrumentos más cientfficos y el personal está compuesto de médicos enfermeras y técnicos especialmente adiestrados.

Se tiene mucho cuidado en la protección a los donantes y recipientes de sangre. Antes de que una persona pueda donar, se le hace un examen para determinar si el peso, la temperatura, el pulso, la presión sanguinea y la hemoglobina son satisfactorios. También se hace una ficha de su historia médica. Por ejemplo, si un donante ha tenido ictericia no se acepta su sangre.

La sangre se prepara por medio de ensayos serológicos, por agrupa- ciones y clasificación del factor Rh. Los frascos se recogen en frascos que tienen solución ACD y se guarda en refrigeradores hasta que se entrega a los hospitales. Se conserva por unas tres semanas y si no se usa en el hospital dentro del término de 18 días, se devuelve. Esto facilita un corto periodo para su redistribución, si es necesario. Después de 21 días se separa el plasma y se mezcla con los demás. Esta mezcla de plasma se utiliza ahora solo para fraccionamiento.

Una contribución única del programa de donaciones de sangre de la Cruz Roja es su distribución de fracciones de plasma que antes podían obtenerse solamente en cantidades limitadas, de firmas comerciales. Empezando por el plasma que las autoridades militares devolvieron a la Cruz Roja, porque sobraron a las necesidades de las Fuerzas Armadas, la Cruz Roja ha producido por fraccionamiento cantidades considerables de seroalbúmina, seroglobulina inmune, fibrinógeno, globulina anti- hemofílica, red fibrinosa y membrana fibrinosa. Desde 1944 se han distribuido, por medio de los departamentos de salud pública del Estado, más de dos millones de ampolletas de seroglobulina para la prevención o modificación del sarampión.

Se obtiene gran economia usando fracciones puras específicas en los pacientes que no necesitan sangre fntegra. Para ilustrar la economfa que representa utilizar fracciones específicas cabe mencionar que antes de que se conociera la destilación fraccionada, se usaban ocho pintas de sangre integra para tratar, a lo sumo, a ocho personas. Estas mismas ocho pintas se pueden separar, obteniendo aproximadamente dos cuartos’ de células rojas y dos cuartos de plasma. Cuando se fracciona el plasma se pueden obtener dos frascos de 25 gm de seroalbúmina para combatir choques; aproximadamente 18 ampolletas de 2 CC de seroglobulina in- mune para la prevención o modificación de sarampión; varios paquetes de membrana fibrinosa, alguna trombina y varios paquetes de protefnas

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para grupos de sangre. Asi vemos que si convertimos la sangre fntegra en fracciones, se puede ayudar en vez de a ocho, a treinta o más per- sonas.

Es una ironía que la reciente Guerra Mundial, la que más seres destruyó en la historia de la humanidad, haya sido la que diera fmpetus sin precedencia a investigaciones cientfficas sobre la sangre. Los resul- tados de estas investigaciones, con los conocimientos que trabajosa- mente se han adquirido a través de los años, hizo que se reconociera mundialmente el arma poderosa que es la sangre para combatir las en- fermedades y la muerte.

Aun antes de la guerra se comenzó a comprender cada vez más la importancia de la sangre para salvar vidas y conservar la salud. Los departamentos de salud pública, los hospitales y sociedades de bene- ficencia de muchos países ya habían tratado de proveer sangre para usos médicos. En Noruega se había inaugurado un programa de donaciones de sangre en 1932 y en el año 1933 la Sociedad de la Cruz Roja en Luxemburgo hizo algo parecido. El Canadá empezó su primer servicio de donaciones de sangre en tiempos de paz en el año 1937, y Holanda, antes de estallar la guerra se mostraba activa en el sostenimiento de un servicio de obtención y distribución de sangre. El primer esfuerzo que hizo la Cruz Roja de los Estados Unidos para remediar la necesidad de donaciones de sangre fue en 1937, cuando uno de los capítulos comenzó a reclutar donantes a quienes pudiera recurrirse en caso de emergencia. Desde entonces y en mayor número desde 1945, los capftulos individuales de la Cruz Roja han participado en distintos grados en el reclutamiento de donantes y la obtención de sangre para los hospitales de la localidad. Algunas de estas operaciones locales existen todavía, aunque se espera que con, el tiempo serán incluídas en el Programa Nacional de Dona- ciones de Sangre.

Desde 1934, la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, considera el servicio de donaciones como uno de los de mayor importancia entre las actividades de esta. Durante la 17a. Conferencia Internacional de la Cruz Roja en Estocolmo en 1948, se recomendó que se le diera prioridad, ante el Departamento de Salud de la Liga, a Ias materias pertinentes a la transfusión de sangre. Aun más, se recomendó que las sociedades nacionales de la Cruz Roja cooperaran activamente con sus respectivos gobiernos para establecer centros de transfusiones de sangre, y que si era necesario, ellas mismas organizaran tales centros; y que se estudiara la estandardización de abastecimientos, equipo, y métodos de trans- fusión.

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viduos o por organizaciones es ilegal. Es claro que cualquier cosa que se cobre por la sangre donada por voluntarios a través de su Cruz Roja es contrario a la fllosoffa básica de ésta, que es la misma de nuestro Programa Nacional de Donaciones de Sangre.

Aunque el objetivo principal del Programa en los Estados Unidos ha sido suministrar la sangre que se necesita para uso diario en la práctica médica, no hemos cerrado los ojos ante la posibilidad de demandas que sobrepasan las necesidades ordinarias-en caso de una gran catástrofe o de una emergencia militar se necesitarían grandes cantidades de sangre. Tomando en consideración tal posibilidad se establecen nuestros centros de modo que en caso de emergencia puedan expandirese rá- pidamente.

En todos los centros que operan bajo el programa nacional se observan procedimientos uniformes para extraer, preparar y clasificar la sangre. Por lo tanto, si se presentara una emergencia que requiriera más sangre de la que un centro pudiera suministrar, se podría enviar de otro centro para hacer frente a la emergencia.

En realidad, las fases técnicas del programa de donaciones no cons- tituyen nuestro problema más difícil. Tenemos buen equipo, funciona- mos bajo los procedimientos científicos más aceptados y suministramos sangre de acuerdo con las necesidades del medico o del hospital. Es más difícil conseguir la sangre puesto que para eso tenemos que de- pender del interés, conocimiento y conciencia social del donante. Puesto que el principal objetivo del programa de donaciones es mantener un abastecimiento permanente de sangre, el principal factor para el éxito del programa es que haya un afluir constante de donantes en los centros. Hay que hacer comprender al público la necesidad; hay que educarlo hasta el punto de que pierda el miedo a la aguja de extracción-debe hacérsele comprender que después de todo, este programa es para su beneficio, y para que éste llegue al mayor numero de personas es necesario que se ofrezcan como donantes las personas que pueden hacerlo.

Aunque el conseguir donantes es esencialmente un problema de los no profesionales, el médico puede lograr mucho en cuanto a hacer com- prender al público la necesidad de ello. Recuerdo por lo menos un pro- grama regional cuyo gran Éxito se debe en gran parte al hecho de que los médicos han dado fe públicamente del valor del programa y ellos mismos han estado alerta para reclutar donantes, tanto en la comunidad en que está situado el centro, como en la vecindad visitada por las unidades ambulantes.

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Enero 196i ] DONACIONES DE SANGRE 7

todas Ias personas de Nogales se beneficiarán de esa manera por medio del programa de donaciones de Tucson.

Los problemas de aquí, de México, a medida que se trabaja hacia un

programa de donaciones que se extienda por todo el pafs, serán, claro está, en algunos aspectos, diferentes a los nuestros. . . . pero en con- junto, semejantes. Como nos sucedió a nosotros, Uds. también tendrán que despertar el interés de la gente, será necesario que exista una coope- ración muy estrecha entre todas las organizaciones médicas, de salud, sociales y civiles. Aun bajo las condiciones más favorables, la tarea es diffcil, pero digna del esfuerzo por el valor incalculable de la sangre y sus

derivados para el tratamiento del enfermo y el inválido asf como para

la prevención de las enfermedades.

Nos place manifestar a ustedes que en el desarrollo del servicio de

bancos de sangre en México, pueden ustedes contar con toda la ayuda y cooperación que nuestra experiencia nos permita ofrecerles.

THE NATIONAL BLOOD PROGRAM OF THE AMERICAN RED CROSS (Summury)

The A., speaking before the United States-Mexican Border Public Health Association, emphasized the tremendous significance of the Ameritan Red Cross Blood Program not only in times of war, but also in peacetime and, in corrob- oration of the foregoing, gave the following comparative figures: Total number of wounded during the last war: 651,911; civilians suffering accidental injuries during the same period: 36,000,OOO; amputations performed on members of the United States Armed Forces: 19,000, while six times as many civilians in the United States Iost an arm or a leg. He further stated that accidents rank as the fourth highest cause of death in the United States, and that a Iarge number of such victims suffer great blood loss. Added to these accident victims are the thousands who undergo surgery and the hundreds of thousands of cbildbearing women, many of whom suffer childbirth hemorrhage. Inasmuch as all these injured and ill must have blood, the Red Cross Blood Program was undertaken to meet these day by day needs after careful consideration of all the factors involved. These disclosed, according to conservative estimates, a need of 5 pints of blood per year for each general hospital bed and 1 pint for each bed in a hospital for mental or tubercular patients; and information available in- dicated that of the 6,000 hospitals in the United States, not more than 20% bad blood banks.

A long and careful study of the existing conditions resulted in the decision that such a program was essential to the health and welfare of the country, and the Red Cross, because of its experience and widespread organization, was selected as the agency best equipped to undertake such a service.

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8 BULLETIN OF THE PAN AMBRICAN SANITARY BUREAU

Unlike the wartime Red Cross Blood Program, when the blood collected was turned over to military establishments, this new program provides for collecting, processing and diitributing blood to hospitals and physicians. Centers are established only after the county medical society, the hospital authorities, and the public health officials are in complete accord as to the need for a blood program, and have approved its principies and policies.

Now, only a little more than two years old, the National Blood Program has 31 regional blood centers in operation, serving 1,700 hospitals in 36 of the 48 States and in the District of Columbia, with the expectation of 10 more to be added before the end of the year.

Regional Blood Centers are established at strategic points, with mobile units moving out into surrounding suburban and rural communities to collect blood. Al1 blood obtained is processed in the regional center laboratory and thence distributed throughout the region to the hospitals served. For greater protection to both the donor and the recipient of blood, a thorough examination is given the donor.

Blood that has not been used withm 18 days in a given hospital, is redistrib- uted or the plasma is separated and pooled. The distribution of plasma frac- tions, which hitherto were procurable only on a limited basis from commercial sources, is a unique contribution of the Red Cross Blood Program, since the trend towards the use of specilic pure fractions for those patients who do not need whole blood, represents a great economy.

It is interesting to note that even before the war, Health Departments, hospitals and welfare agencies in a number of countries had begun an attempt to supply blood for medical use. Norway launched a blood program in 1932 and the Luxembourg Red Cross Society took similar steps in 1933. Canada started its first peacetime blood service in 1937, and Holland was also actively support- ing blood procurement and distribution service before the outbreak of war. The first effort of the Red Cross in the United States to help meet the need of blood was in 1937.

The 17th International Red Cross Conference in Stockholm, in 1948, recom- mended that national Red Cross societies actively cooperate with their respective governments in the establishment of blood transfusion’ centers, and that the standardization of supplies, equipment and methods of transfusion be studied. While the main objective of the National Blood Red Cross Program in the United States has been to supply blood required for everday use in medical practice, our centers are established, with a view to be expanded rapidly should an emergency arise which would cal1 for quantities of blood beyond the ability of a center’s supply. A stable supply of blood, however, being the main ob- jective of the blood program, the steady flow of donors through the centers is a primary factor in the success of the program.

Referências

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