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Cad. Saúde Pública vol.12 número2

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Academic year: 2018

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La discusión sobre el abort o provocado en el

Congreso N acional Brasileño: el papel del

movimient o de mujeres

The d iscussio n o n ind uce d ab o rtio n in the Brazilian

Co ng re ss: the ro le o f the wo me n’s mo ve me nt

1 Departamento de Tocoginecologia, Faculdade de Ciências Médicas, Universidade Estadual de Campinas.

C. P. 6030, Campinas, SP, 13081-970, Brasil. 2 Centro de Pesquisas das Doenças Materno-Infantis de Campinas.

C. P. 6181, Campinas, SP, 13081-970, Brasil. Ellen Hardy 1 Ivanise Rebello 2

Abst ract Induced abortion has been discussed in Brazil for many years without producing changes in the Penal Code in force since 1940 and according to which it is illegal and a crime against life. There are only two circumstances in which induced abortion is allowed: when there is no other recourse for saving the pregnant woman’ life, and when the pregnancy resulted from rape and the abortion is preceded by the woman’s informed consent. The purpose of this article is to show how the abortion problem has been dealt with under executive and legislative policies, focusing especially on discussion in Congress considering the role of organized women’s groups. The study focuses on the legislative debate on induced abortion and how it was preceded, ac-companied, and followed by actions by the women’s groups. Other political and social actors in-volved in the debate, such as the Catholic Church, sectors of the medical community, and protes-tant religions are mentioned.

Key words Abortion; Induced Abortion; Legislation; Women’s Movement; Women’s Health

Resumen El aborto provocado es un tema que ha sido muy discutido en Brasil desde hace mu-cho años, sin que se haya conseguido cambiar el texto del Código Penal vigente desde 1940. El Código considera que el aborto es ilegal y un crimen contra la vida. Solamente es permitido em dos casos: si no hay otra forma de salvar la vida de la embarazada o si el embarazo resulta de una violación y el aborto es precedido por el consentimiento de la embarazada. El objetivo de es-te artículo es mostrar como se ha enfrentado el problema del aborto a nível de políticas guberna-mentales y legislativas, especificamente la discusión en el Congreso Nacional considerando la actuación del movimiento de mujeres. En este ensayo es enfocado el debate sobre el aborto pro-vocado en el poder legislativo y como éste fue precedido, acompañado y seguido por acciones del movimiento organizado de mujeres. Otros actores políticos y sociales involucrados en el debate, tal como la Iglesia Católica, sectores de la categoria médica y las religiones evangélicas, son men-cionadas.

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Int roducción

La discusión sobre el aborto provocado movili-zó recientemente a las delegaciones de todos los países presentes en la Conferencia Interna-cional de las Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo realizada en el Cairo. El aborto provocado fue uno de los temas más contro-vertidos, exigiendo habilidad de los negociado-res para llegar a un consenso, que fue el si-guiente: "En ningún caso el aborto deberá ser promovido como un método de planificación familiar. Todos los gobiernos y organizaciones inter-gubernamentales e no-gubernamentales relevantes fueron llamados a intensificar su compromiso con la salud de las mujeres, a ma-nejar el impacto del aborto inseguro como un gran problema de salud pública y a reducir la busqueda del aborto a través de la expansión y creación de servicios de planificación familiar. Siempre se dará a la prevención de embarazos no deseados la mayor prioridad y todos los in-tentos se harán para eliminar la necesidad del aborto. Las mujeres que tienen embarazos no deseados deberán tener facilidad de acceso a información confiable y a una consejería com-prensiva. Todas las medidas o cambios en rela-ción al aborto en el sistema de salud sólo pue-den ser determinados a nivel nacional o local conforme el proceso legislativo del país. En las circunstancias en las cuales el aborto no sea contrario a la ley, estos deberán ser seguros. En todos los casos las mujeres deberán tener ac-ceso a servicios de calidad para el manejo de las complicaciones resultantes del aborto. Consejería pós-aborto, educación y servicios de planificación familiar deberán ser ofrecidos prontamente, lo que también ajudará a evitar abortos repetidos" (ONU, 1994). La intensidad de los debates señaló la importancia del tema como un asunto que afecta a la población mundial.

Esto muestra que la discusión sobre el aborto provocado no puede ser abordada de manera simplista, por eso hacemos nuestras las palabras de la jurista Silvia Pimentel (1991) "En sana conciencia nadie es a favor del abor-to. El aborto no es un bien en si mismo”. Esta-mos frente a una discusión académica y tam-bién ante un gran problema social y de salud pública.

Una característica propia de este tema es que moviliza la emoción, principalmente de los que no entienden que al defender su legali-zación no se está preconizando su apología, si-no que sea un derecho de la mujer que enfren-ta un embarazo no planificado o de un feto malformado, incompatible con la vida.

El aborto provocado es la interrupción del embarazo como resultado de una intervención premeditada de la mujer o de terceros. En mu-chos países, incluyendo Brasil, el aborto es ile-gal y considerado un crimen. El Código Penal brasileño considera que el aborto es un crimen contra la vida (una subclase de los crímenes contra la persona). Su texto dice lo siguiente:

Aborto provocado por la embarazada o con su consentimiento:

Artículo 124 – provocar aborto en si misma o consentir que otro lo provoque. Detención de uno a tres años.

Aborto provocado por terceros:

Artículo 125 – provocar aborto sin el con-sentimiento de la embarazada. Reclusión de tres a diez años.

Artículo 126– provocar aborto con el

con-sentimiento de la embarazada. Reclusión de uno a cuatro años.

Parágrafo único– se aplica la pena del artí-culo 126 si la embarazada no es mayor de 14 años, es enajenada o débil mental, o si el con-sentimiento se obtuvo mediante fraude, ame-naza grave o violencia.

Forma calificada:

Artículo 127 – las penas de los artículos 125 y 126 aumentan en un tercio si como conse-cuencia del aborto o de los medios para provo-carlo, la mujer sufre un daño corporal grave, y son duplicadas si muere.

Artículo 128 – No es punible el aborto prac-ticado por médico: I – si no hay otra forma de salvar la vida de la embarazada. II – si el emba-razo resulta de una violación y el aborto es pre-cedido por el consentimiento de la embaraza-da, o cuando incapaz, de su representante le-gal (Código Penal Brasileiro, 1940).

El Código Penal fue promulgado en 1940 durante el “Estado Novo”, una dictadura civil, dirigida desde 1937 por Getulio Vargas. Duran-te todo ese período el Congreso Nacional estu-vo en receso, estu-volviendo a la normalidad sólo en 1946. La parte general del Código fue modifica-da en 1984, pero hasta ahora no ha sido modi-ficada la parte especial, donde se encuentran los artículos que penalizan el aborto (Pimentel, 1991).

Sin embargo, el hecho de ser un crimen y de que el Código Penal determine castigos pa-ra quienes lo ppa-ractican no evita el problema. Su prohibición solamente obliga a las mujeres a hacerlo en la clandestinidad, en condiciones precarias de higiene, colocando su salud y su vida en riesgo.

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Mi-nisterio de Salud estima que son provocados 1,2 millón de abortos por año (Costa, 1993) y un estudio del Alan Guttmacher Institute (1994) concluyó que sería 1,4 millón por año. A pesar de la falta de informaciones confiables, el aborto provocado es uno de los problemas más complicados de salud pública en el país, porque no sólo tiene consecuencias médicas sino que también involucra factores éticos, so-ciales y religiosos.

El aborto provocado es un tema en el cual las autoras han trabajado hace algún tiempo, motivadas principalmente por la tragedia que significa para una mujer interrumpir un emba-razo y también por la necesidad de informacio-nes concretas sobre las condicioinformacio-nes en que se hacen los abortos, las características de las mu-jeres que abortan y de como se sienten des-pués. Además, les ha interesado la opinión que las mujeres tienen sobre el aborto y la legisla-ción brasileña al respecto (Hardy et al., 1991; Hardy & Alves, 1992; Osis et al., 1994).

Sin embargo, no es sólo sobre estos aspec-tos que se necesitan informaciones más fide-dignas. El aborto provocado se viene discutien-do en el país hace cinco decadas y es interesan-te estudiar la evolución del debainteresan-te. El objetivo de este trabajo es mostrar como se ha enfren-tado el problema del aborto a nivel de políticas gubernamentales y legislativas, específicamen-te la discusión en el Congreso Nacional a la luz de la actuación del movimiento de mujeres.

Trás de cada proyecto de ley presentado al Congreso desde 1946, para cambiar el Código Penal en relación al aborto, han existido dife-rentes ideologías y actores políticos y sociales que participan además de influenciar en el de-bate. Estos son: los parlamentarios, el movi-miento feminista, la Iglesia Católica, sectores de la categoría médica y, en los últimos años, las religiones evangélicas.

El punto de vista feminista ha tenido un pa-pel cada vez más importante en las acciones que dan visibilidad al tema del aborto, con su lucha por la concientización de la opinión pú-blica. Muchas mujeres feministas se han com-prometido directamente con algunas propues-tas de modificar el Código Penal (Kosovsky et al., 1991; Portella, 1991).

En este ensayo pretendemos enfocar el de-bate sobre el aborto provocado en el poder le-gislativo en Brasil y como éste fue precedido, acompañado y seguido por acciones del movi-miento organizado de mujeres. Los demás ac-tores sociales involucrados en el debate serán mencionados, pero no se profundizará el aná-lisis de su actuación.

El debat e sobre abort o en el Congreso N acional

El aborto provocado es un tema que ha ocupa-do un lugar importante en el país desde hace muchos años, sin haber conseguido cambiar el texto del Código Penal. Las propuestas y discu-siones, para modificar la parte especial del Có-digo donde se trata de los crímenes y de las pe-nas, que han existido en diferentes sectores de la sociedad, incluyendo el Congreso Nacional y las Asambleas Legislativas Estaduales, fueron investigadas por diferentes autores. Se han pre-sentado numerosos proyectos de ley, que pro-ponían alteraciones específicas del Código Penal (Barsted, 1992; CFEMEA, 1993; Rocha, 1994). Siempre hubo propuestas para la total discriminalización, retirando los artículos cor-respondientes del Código Penal, y también propuestas de modificaciones graduales para ampliar las circunstancias en las cuales el aborto sería legal.

Rocha (1994) estudió detalladamente el de-bate sobre aborto en el Congreso, identifican-do cuatro etapas que se distinguen por el mo-mento político en que ocurrieron, por un au-mento gradual en el número de actores socia-les involucrados y por el diferente número de legislaturas y propuestas.

En la primera etapa (seis legislaturas), que se extendió desde 1946 hasta 1971, se presen-taron tres proyectos. El único favorable a la dis-criminalización (1965) argumentaba que el aborto provocado era un derecho de la mujer. De inmediato la Iglesia Católica hizo pública su oposición. En ese período las mujeres brasile-ñas todavía no actuaban de forma significativa en esta área.

En la segunda etapa (tres legislaturas), de 1971 a 1983, gran parte de los proyectos toda-via eran contrarios a la discriminalización o le-galización del aborto. Casi todos los proyectos favorables daban una nueva redacción al artí-culo 128 del Código Penal, incluyendo el aborto terapéutico o necesario (practicado cuando la vida de la madre corre peligro). Los proyectos contemplaban el aborto, en el caso de psicosis grave y de debilidad mental. Además se incluía el aborto eugénico, definido como la interrup-ción del embarazo cuando se sospecha que el feto presenta graves anomalías o enfermeda-des transmitidas por uno o por los dos proge-nitores. Muchos de estos proyectos fueron in-fluenciados por la categoría médica. En este pe-ríodo aún era pequeña la posibilidad de inter-vención organizada de las mujeres en el debate.

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discusión sobre el tema, por un aumento im-portante en la cantidad de proyectos presenta-dos, observándose un equilibrio entre el nú-mero de los contrarios y de los favorables a la discriminalización y/o a la legalización del aborto. La mayoría de los proyectos contrarios eran de parlamentarios conservadores, identi-ficados con principios religiosos o con la cate-goría médica más tradicional. Los proyectos fa-vorables eran de políticos de izquierda, in-fluenciados por el movimiento de mujeres y el proceso de democratización del país. Además, en esa época ya habían algunas parlamentarias feministas.

En realidad, desde el comienzo de la deca-da del 80, con el proceso de re-democratiza-ción del país y la importante influencia del mo-vimiento de mujeres, que inició un diálogo abierto con los partidos políticos y con las can-didatas a cargo públicos, el debate se desarro-lló con mayor intensidad. Esto se observó en las actividades ordinarias del Congreso, en las declaraciones de los parlamentarios, en el con-tenido de los proyectos de ley y también en los debates públicos.

Durante 1987 y 1988 se discutió la nueva Constitución (promulgada en Octubre de 1988) siendo el aborto provocado un tema muy con-trovertido. Uno de los puntos más discutidos fue la introducción o no, en el texto de la Carta Magna de la idea del “principio de defensa de la vida desde la concepción” que después de mucha polémica acabó no siendo incluída (Portella, 1991). Esto ha permitido continuar, hasta hoy, el debate para la modificación del Código Penal.

Durante los tres años transcurridos de la cuarta etapa (1991 a 1993) en la que ha habido una sola legislatura, se observó un gran cam-bio en las propuestas. Casi todas fueron favo-rables a la posibilidad de interrumpir el emba-razo en otras circunstancias, además de las ya permitidas. Sin embargo, los dos proyectos de esta etapa contrários a la ampliación, fueron archivados definitivamente.

Se observa por lo tanto, que el tema ha lle-gado a un punto de intensas discusiones en el Congreso Nacional, donde la tendencia es fa-vorable en general, pero hasta ahora no se ha conseguido alterar la legislación. Esta viene de una época cuando todavía no se conocía bien el funcionamento del aparato reproductivo fe-menino, ni los efectos y daños físicos y psicoló-gicos resultantes de la práctica clandestina del aborto (Santos, 1993). Tampoco existían los exámenes pre-natales y procedimientos de diagnóstico intra-uterino actuales.

El movimient o de mujeres y el abort o

Al analizar el papel del movimiento de mujeres con relación al aborto provocado, es necesario señalar que ha habido un conflicto con rela-ción al uso de dos palabras al discutir los posi-bles cambios del Código Penal: discriminaliza-ción y legalizadiscriminaliza-ción. La discriminalizadiscriminaliza-ción sig-nifica absolver un crimen, quitar la culpa, ino-centar. Legalización significa hacer legal, au-téntico, legítimo, justificado. De modo general, al movimiento de mujeres no le interesa sólo que el aborto deje de ser un crimen, quiere que sea normatizado y reglamentado, para que las mujeres que decidan hacerse un aborto pue-dan tener a su alcance servicios de salud acce-sibles y apropiados. Sin embargo, para concen-trar esfuerzos, el movimiento cambió su estra-tegia, dando énfasis a la lucha por la discrimi-nalización gradual. Se movilizó para que se cumpla la legislación vigente, com la creación de servicios de salud que hagan los abortos considerados legales, hasta que se consiga am-pliar o cambiar el Código Penal. Esta posición está de acuerdo con la progresiva discusión y posterior liberalización de las leyes sobre abor-to en numerosos países durante las dos últimas décadas. En todos ellos la tendencia ha sido re-tirar el enfoque criminal del aborto y resaltar la salud de la mujer y el bienestar de la familia (Cook, 1991).

Los principales años de movilización del Movimiento Feminista Brasileño contemporá-neo fueron de 1979 a 1990, haciendo pública la discusión sobre el aborto, que hasta entonces estaba restringida a algunos estudios académi-cos (Milanesi, 1970; Falconi, 1970) y a algunas organizaciones de mujeres (Alvarez, 1990). Es-tos grupos, formados por mujeres de todos los estratos sociales y políticos, se multiplicaron durante el período en cuestión.

En esos años algunos grupos comenzaron a centrar sus intereses en nuevos temas, que in-cluían anticoncepción, violencia contra la mu-jer, divorcio, planificación familiar y aborto. Como consecuencia se produjo un conflicto directo con la Iglesia Católica, que hasta enton-ces había sido una fuerte aliada en la lucha contra la represión de la dictadura militar, y con algunos sectores del propio movimiento feminista (Alvarez, 1990; Barsted, 1992). Por otra parte, el ala izquierda del movimiento consideraba que la lucha por el aborto era una preocupación sólo de las burguesas e intelec-tuales.

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una reacción de algunas feministas que orga-nizaron una manifestación pública frente a la Comisaría y al edificio de los Tribunales. Este hecho llevó a una campaña nacional para la discriminalización del aborto, durante la cual fue publicado el folleto “Mujeres Llegó la Hora de Luchar por el Aborto Libre”, que era distri-buído semanalmente en las ferias libres. Con esto las feministas llevaron el tema del aborto a las calles y a la prensa.

Se observó una actitud más ofensiva del movimiento feminista con relación al aborto durante el Primer Congreso de Mujeres Paulis-tas realizado em 1981. En esa oportunidad se hicieron acusaciones contra médicos sádicos, de un hospital universitario, que realizaban raspados sin anestesia, siempre que sospecha-ban que una mujer con hemorragia se había provocado un aborto. Muchas mujeres dijeron, y dicen, que no tienen derecho a escoger y que frente a un embarazo no deseado la única al-ternativa es un aborto clandestino. También en 1981, Jacqueline Pitanguy publicó en el “Jornal do Brasil” un artículo sobre el derecho de la mujer a optar por un aborto, recibiendo una fuerte reacción, en la prensa, de parte de la Iglesia Católica que amenazaba con excomul-gar a las que defendían el aborto (Barsted, 1992).

Durante 1983 ocurrieron una serie de acon-tecimientos relacionados con la lucha por la le-galización del aborto. La campaña, ya mencio-nada, aumentó con el “Foro Feminista de De-bates” en el cual el aborto apareció como parte del derecho a una sexualidad consciente. Co-mo resultado de la campaña se publicó el bole-tin “Sexo Finalmente Explícito”, que discutía temas de sexualidad, salud y aborto, y se esco-gió el día 28 de Setiembre como el Día Nacio-nal de Lucha por la Legalización del Aborto. También en 1983, Martha Suplicy escribió un libro en que el aborto fue discutido sin precon-ceptos (Suplicy, 1983). Sorprendentemente, el libro fue publicado por una editora católica.

En este momento, el movimiento de muje-res alcanzó una gran fuerza en la sociedad pa-sando a ocupar espacio destacado en los me-dios de comunicación y en las esferas del po-der público. En realidad, desde el final de la dé-cada del 70 hubo un aumento en el número y en la importancia de los grupos de mujeres, asociado a las transformaciones sociales y eco-nómicas de la época. Es necesario recordar que a partir de 1977/78 aumentó la crisis de la legi-timidad del gobierno militar, llegando a una gran movilización política y abriendo espacios para la actuación sindical y comunitaria. Esto hizo proliferar los movimientos sociales, con

gran participación de mujeres, que paulatina-mente fueron diferenciando (aborto y divorcio por ejemplo) sus reinvidicaciones específicas de la lucha más amplia por la redemocratiza-ción del país. Entre esas reinvidicaciones, se destacó la lucha por una mejor atención a la salud de la mujer, con gran énfasis sobre los derechos reproductivos (Osis, 1994).

La actuación de las mujeres en el área de la salud encontró respaldo en ideas, que venían siendo discutidas en el medio médico, acerca de una asistencia integral a la salud de la mu-jer. En una coyuntura política delicada como la descrita, las reinvidicaciones del movimiento de mujeres se sumaron a otras presiones y co-mo consecuencia de ello, en 1983, el Gobierno Brasileño adoptó el Programa de Asistencia In-tegral a la Salud de la Mujer (PAISM). El Progra-ma incluye el concepto de derechos reproduc-tivos, que fue incorporado a la Constitución Federal (1988) y a varias Constituciones Esta-duales (1989). Entre los objetivos del PAISM es-taba evitar el aborto provocado, mediante la prevención del embarazo no deseado.

En 1984, se organizó un plebiscito informal, en Río de Janeiro, sobre la legislación punitiva relacionada con el aborto; 86% de las personas entrevistadas declararon ser contrarias a con-siderar el aborto como un crimen. En 1985, fue creado el Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer (CNDM) con sede en el Ministerio de Justicia, al que convergieron las revindicacio-nes de los grupos organizados de mujeres. Des-de el comienzo el CNDM reunió mujeres con diferentes ideologías y objetivos, que sin em-bargo, consiguieron disminuir tensiones políti-cas y divergencias (Alvarez, 1990). Los distintos grupos, que tenían en común un interés por la salud de las mujeres, señalaban la necesidad de que el Estado se hiciera cargo de las inter-rupciones legales de embarazos. Esto debería ser parte del PAISM, que incluiría ofrecer infor-maciones y servicios sobre anticonceptivos. Se presentaron dos proyectos para reglamentar la atención de los abortos legales en la red públi-ca. El primero fue presentado en la Asamblea Legislativa del Estado de São Paulo por la Di-putada Ruth Escobar, pero fue rechazado. La otra propuesta fue de la Diputada Lúcia Arruda que fue aprobada por la Asamblea Legislativa Estadual de Rio de Janeiro, pero revocada por el Gobernador, después de una intensa campa-ña contraria realizada por la Iglesia Católica.

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brasileña ordinaria, incluyendo el Código Pe-nal, a los dictámenes de la nueva Constitución. En 1989, el CNDM organizó en Brasilia el “En-cuentro Nacional de Salud de la Mujer – Un De-recho a Ser Conquistado” que fue realizado en las dependencias del Congreso Nacional. Hubo una discusión específica sobre el aborto, don-de fue contemplado don-desdon-de la óptica don-de la ética, la política, la ley y la medicina. Durante este Encuentro se escribió la “Carta de las Mujeres en Defensa de su Derecho a la Salud” que en relación al aborto voluntario dice, entre otras cosas, que es un problema de la salud de la mujer, que los artículos que penalizan el abor-to deben ser revocados porque la Constitución determina que la salud es un derecho de todos y un deber del Estado, y que éste debe atender los casos de aborto en la red pública de servi-cios de salud (federales, estaduales y munici-pales).

Después de este Encuentro el movimiento de mujeres continuó presionando a los políti-cos durante la preparación de las constitucio-nes estaduales (1989) y las leyes orgánicas mu-nicipales (1990) para que fueran implantados servicios públicos para atender los casos de aborto permitidos por ley. El movimiento de mujeres siguió apoyando los proyectos favora-bles a la discriminalización y/o legalización del aborto en el Congreso Nacional y partici-pando en las discusiones de una propuesta pa-ra altepa-rar el Código Penal.

En la década de los 90 continuaron las acti-vidades para conseguir el derecho al aborto (Barsted, 1992; Santos, 1993) pero poco des-pués del cambio de los dirigentes del CNDM en 1991, este órgano fue extinguindo de sus fun-ciones. Como consecuencia el movimiento de mujeres perdió una parte importante de su po-der de presión en el Congreso y en la sociedad, y hubo una disminución de la intensidad del proceso de lucha por el aborto provocado en el país. La crítica de la esterilización femenina in-discriminada y de las nuevas tecnologías re-produtivas pasaron a ser temas de mayor im-portancia. Esto se observa también en el con-texto internacional, respaldado por la caída de los paradigmas políticos y por el crecimiento del fundamentalismo.

Si por un lado, encontramos todas estas discusiones y actividades en la sociedad, por otro poco se sabe sobre la opinión que la po-blación femenina, la verdadera interesada, tie-ne sobre el aborto provocado en getie-neral, sobre la ley que lo rige y sobre cuales serían las modi-ficaciones deseadas por ella. Excepto por unos pocos estudios (Ramos, 1983; Hardy, 1991) las voces de las mujeres casi nunca se oyen. En

una investigación realizada en el Estado de São Paulo, se estudió la frecuencia del aborto pro-vocado y las condiciones en que era hecho, además de la opinión de las entrevistadas so-bre las circunstancias en que los hospitales de-berían hacer abortos. En general las entrevista-das fueron más favorables a los casos previstos por la ley brasileña – estupro y riesgo de vida de la mujer – además de los casos de malfor-mación fetal grave (Osis et al., 1994).

Consideraciones finales

El aborto provocado es un fenómeno mundial, que se observa en todas las civilizaciones. Re-ferencias históricas muestran que ha sido prac-ticado desde tiempos remotos. Sin embargo, nunca ha habido consenso sobre el tema. Por ejemplo, el aborto provocado fue condenado por la Iglesia Católica solamente a partir de 1869 (Muraro, 1989; 1993).

Hemos hecho más referencia a la Iglesia Católica porque Brasil es considerado un país de católicos. Todos los que luchan por la discri-minalización/legalización del aborto quieren que el Estado asuma una posición laica y des-vincule el aborto de la religión. Observamos, sin embargo, que aunque la Iglesia está separa-da del Estado desde la Proclamación de la Re-pública (1889), tiene el poder de influir y mu-chas veces de definir la posición del Estado, principalmente en los asuntos relacionados con moralidad y sexualidad (Barroso, 1991; Barsted, 1992; Rebello & Hardy, 1992). La Igle-sia ha mantenido siempre una postura dogmá-tica de total criminalización del aborto.

En el Congreso Nacional las alas conserva-doras de la Iglesia actuan para frenar los pro-yectos liberales, en los bastidores de la política, a través de campañas intensas en la prensa y de “lobbies” poderosos. Por otra parte, han sur-gido grupos de legos y de religiosos que discu-ten el aborto en una posición no dogmática, reflexionando sobre las condiciones de vida de las mujeres y tomando una postura positiva frente a la legalización del aborto. Este es el ca-so de las Católicas por el Derecho de Decidir, una organización que apoya el derecho a la atención integral de la salud reproductiva, es-pecialmente el acceso a métodos anticoncepti-vos y al aborto, en América Latina y en los Es-tados Unidos de América.

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parte de la población que recurre al aborto por absoluta falta de condiciones sociales, econó-micas y estructurales. Ni la religión católica, ni la legislación que castiga, afecta a las mujeres ricas que tienen recursos que les permiten ha-cerse un aborto en condiciones humanas. Las mujeres pobres son las realmente más perjudi-cadas.

Tal vez por eso es que personas que traba-jan con poblaciones de pocos recursos mues-tran una posición mas comprensiva frente a la mujer que se provoca un aborto. Por ejemplo, la madre Ivone Gebara, en entrevista dada a una revista de circulación nacional, declaró “Aborto no es pecado. El Evangelio ni lo men-ciona”. “... el dogma en relación al aborto fue fabricado a lo largo de los siglos”. Otra de sus declaraciones fue contundente y refleja nues-tro pensamiento: “El aborto es violento, muy violento. Siempre es una opción traumática, ja-más un camino de alegría. La mujer sólo abor-ta si es obligada por las circunsabor-tancias. Sin em-bargo es una violencia que existe y como tal debe ser legislada. Frente al hecho de que el aborto es inevitable, es mejor hacerlo en con-diciones dignas” (Nanne & Bergamo, 1993). Va-rias personas reaccionaron a estas declaracio-nes, pidiendo que se preste atención a los crue-les indicadores sociacrue-les del país (Pitanguy, 1993; Pinoti, 1994).

Recientemente se ha abierto un nuevo ca-pítulo en la discusión sobre el aborto provoca-do. Conocidos profesionales del área de salud y jueces han hecho declaraciones, dándole nue-va fuerza al debate, especialmente en la pren-sa. Tuvo gran repercusión a nivel nacional una entrevista hecha al Dr. Anibal Faúndes, Profes-sor Titular de Obstetricia y Ginecología de una de las más prestigiadas universidades brasile-ñas, publicada en el diario de mayor circula-ción nacional. Este médico declaró pública-mente que en su hospital se inducía el aborto en casos de fetos con diagnóstico de anencefa-lia (falta de cerebro) que no tenían posibilidad de sobrevivir (Camargo, 1994). Estas declara-ciones llevaron a que se abriera una investiga-ción criminal contra ese médico, por la prácti-ca de aborto ilegal. Al mismo tiempo recibió amplio apoyo público, de instituciones tan im-portantes como la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia y el Consejo Regional de Medicina de São Paulo.

Posteriormente, el presidente de la Socie-dad Brasileña de Medicina Fetal, Dr. Thomas Gollop, declaró al mismo diario que también realizaba este procedimiento en casos de mal-formación fetal grave, cuando solicitado por la mujer (Camargo & Feltrin, 1994).

La repercusión originada por la primera en-trevista, tuvo la importancia de mostrar que la opinión pública estaba a favor de ampliar las condiciones en que el aborto debería ser legal. Por ejemplo, una encuesta de opinión realiza-da en São Paulo por la empresa Datafolha, re-veló que 62% de la población consultada era favorable a la ampliación de la ley (Peres, 1994), y cuatro meses después de la publica-ción original, continuan los debates públicos sobre el asunto.

La discusión sobre el aborto en el Congreso Nacional, por los grupos de mujeres y en la so-ciedad en general, siempre tuvo un vaivén y los progresos alcanzados han sido mínimos. En es-te momento en que se está eligiendo un nuevo presidente además de senadores y diputados federales, la posición de los candidatos frente al aborto provocado es muy importante. No só-lo porque la mayoría de la población brasileña es de sexo femenino (CFEMEA, 1993) sino tam-bién por que hay una Comisión responsable para proponer una reforma del Código Penal.

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