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Enfermedades de los animales transmisibles al hombre : II. Las funciones de la enfermera de salud publica en el control de la zoonosis

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170 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

(12) Jordan, C. F.: The epidemiology of brucello- mals, Edición revisada, Nueva York, sis. En Brucetlosis (Collection of Papers Commonwealth Fund, 1943.

Presented at the Ameritan Association for (14) Wright, W. H., y Bocizevich, John: Experi- the Advancement of Science Centennial, ments in the cooking of garbage for the Washington, D. C., sbre. 13-17, 1948), destruction of trichinae in pork scraps, Washington, D. C., The Association, 1950, (15) Steele, J. H.: Animal disease of public health Pub. Health Rep., 58:396404 (meo. 5) 1943.

pág. 98. significance, Ann. Int. Med., 36:511-524

(13) Huddleson, 1. F.: Brucellosis in Man and Ani- (fbro.) (pt. 2) 1952.

II. LAS FUNCIONES DE LA ENFERMERA DE SALUD PUBLICA EN EL CONTROL DE LAS ZOONOSIS

L. DOROTHY CARROLL, B.S., M.P.H.

Ex Consultora Jefa en Enfermeria del Centro de Enfermedades Transmisibles,

del Servicio de Salud Pdblica de los Estados Unidos

Las funciones de la enfermera en la pre-

vención y control de las enfermedades trasmitidas por animales son idénticas a

las que desempeña en los programas de control de otras enfermedades trasmisibles

agudas, a saber:

1. Prestar, o contribuir a prestar, los

cuidados de enfermería que los enfermos en estado agudo o crónico requieren como conse- cuencia de infecciones trasmitidas por ani- males.

2. Participar en las actividades de control y prevención, encargándose de:

permitan determinar la fuente de la infec- ción, es preciso que tenga conocimientos sobre los reservorios del huésped y sobre los modos de trasmisión. También debe tener experiencia sobre la forma de obtener ante- cedentes detallados del contacto del paciente con animales o con productos animales. Debe estar igualmente intormada de todas las epizootias de importancia para la salud pública que ocurren en la zona, y sospechar de todos los casos no diagnosticados que presenten síntomas e indicios de infecciún trasmitida por animales.

a) la investigación de los casos humanos noti- Una importante función de la enfermera en

ficados, a fin de verificar el diagnóstico y deter- el control de las enfermedades trasmisibles

minar el origen y la forma de propagarse la in- es la de explicar los detalles de las medidas

feccibn. de control a los individuos y grupos influ-

b) la explicación de las medidas de control, yentes de la colectividad. Su frecuente colaborando en su aplicación, y contacto con las cabezas de familia y con

c) la dirección de la labor de educaci6n sani- las esposas y madres, en los hogares donde taria en la familia y en la colectividad. los animales enfermos constituyen una

Durante el período agudo de las enferme- dades trasmitidas por animales basta, por lo general, la aplicación de los principios de buena enfermería y la adopción de medidas generales de higiene personal, puesto que no son trasmisibles de una persona a otra.

LABOR DE INVESTIGACION

Con frecuencia se encomienda a la enfermera de salud pública la tarea de investigar las enfermedades humanas trasmi- tidas por animales que ocurren en la zona de su jurisdicción. Para obtener los datos que

amenaza efectiva o posible para la salud, les permite contribuir a eliminar esta amenaza haciendo comprender a los interesados la necesidad de que se sometan a tratamiento o se elimine el reservorio de la enfermedad.

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Agosto 19571 CONTROL DE LAS ZOONOSIS 171 trasmitidas por animales, puede obtener o

proporcionar los datos en el momento en que se pueden utilizar con mayor eficacia en el programa general de control de estas enfermedades.

La enfermera rural tiene muchas veces la ocasión de insistir en la necesidad de pasteu- rizar la leche, tanto si procede de la vaca propia como de un hato de las cercanías. Aun cuando el contacto debido al trabajo con los animales o sus productos es la fuente principal de las infecciones humanas de brucelosis, la leche cruda es causa de algunas infecciones de Brucellu y de tubercu- losis bovina.

La creciente incidencia de la psitacosis humana transmitida por las psitácidas, constituye un ejemplo del tipo de problemas que las enfermeras pueden contribuir a resolver. La advertencia a las familias sobre los peligros que encierra el llevar psitácidas al hogar puede contribuir a aminorar la incidencia de la psitacosis debida a esta causa. La psitacosis de estas aves domésticas puede presentar carácter agudo o subclinico. El excremento de las aves infectadas puede contener el virus y ser una fuente de infec- ción. Acutalmente no existe ningún procedi- miento que permita, al que vaya a comprar una de estas aves, tener la absoluta seguridad que se encuentra libre de la infección. Meyer y Eddie notificaron recientemente haber realizado un experimento en el que los pericos infectados fueron sometidos a tratamiento con ciertos antibióticos, y como resultado del cual quedaron curados de la enfermedad (1). Cabe esperar que este tratamiento permita, en un futuro cercano, obtener pericos libres de psitacosis.

La experiencia de las enfermeras de salud pública en la organización y dirección de clínicas de inmunización, les permite coope- rar en el control de las epizootias de rabia que se presenten en sus respectivas colectivi- dades. Las enfermeras han contribuido notablemente a las actividades de control, tanto colaborando en la organización de clínicas de inmunización de perros, como proporcionando jeringas y agujas esteriliza-

das y haciendo comprender a los dueños de los perros la conveniencia de que sean some- tidos a la inmunización.

En ciertos casos, algunos agentes de infecciones de los animales causan al hombre enfermedades no identificables; otras veces producen una enfermedad leve o moderada que, con bastante frecuencia, llega a ser grave, y que, si no se atiende debidamente, causa la muerte. Los agentes infecciosos tales como los microorganismos de la Brucella y el virus de la psitacosis pueden causar una infección continua y prolongada con frecuentes exacerbaciones si no se tratan de manera adecuada.

Además de la clase de información a que se ha referido el Dr. Steele en la Parte 1 de este artículo, las enfermeras deben conocer las manifestaciones clínicas y las complica- ciones que se presentan en el hombre, los métodos de establecer el diagnóstico y el tratamiento que se debe aplicar. También deben saber cuáles son los períodos de incu- bación y de trasmisibilidad de las diversas enfermedades así como la susceptibilidad y resistencia del huésped. Para la aplicación de medidas de protecciónadecuadas es necesario conocer la reacción del agente etiológico a los agentes físicos y químicos.

EL TRATAMIENTO DE LA RABIA

El estudio de la rabia en el hombre y de los problemas relacionados con la exposición a los animales infectados, permitirá apreciar el alcance de los conocimientos que deben tener las enfermeras respecto a este grupo de enfermedades.

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región y sobre la conducta del perro de que se trata, datos que serán de utilidad para el médico que ha de decidir respecto a la vacu- nación del paciente (3).

La rabia ha inspirado temor desde tiempos remotos, y si la enfermera conoce bien la enfermedad y su tratamiento, puede con- tribuir mucho a calmar los temores y la histeria tanto de las personas mordidas como de sus familiares. Si se les explica por qué se debe mantener al perro en observación, y no matarlo inmediatamente, se puede evitar a menudo la administración innecesaria de la vacuna.

este caso se presenta dentro dc los tres meses del primer curso de vacuna, no se necesita aplicar nuevo tratamiento, a menos que la segunda ex- posición sea de tipo grave. Si el intervalo es de tres a seis meses, está indicada la aplicación de dos dosis de vacuna de refuerzo, con una semana de separación; pero si ha transcurrido un inter- valo mayor de seis meses, se debe administrar el tratamiento como si se tratara de una primera exposición.

Debido al peligro de parálisis postvacunal de todas las personas que han de ser vacuna- das, es necesario que el animal causante de la mordedura sea sometido a observación durante los 10 días siguientes a aquélla. Si el animal manifiesta señales de rabia durante este período, se debe administrar la vacuna antirrábica a la persona mordida. Sin em- bargo, en los casos de mordeduras graves, sobre todo en la cabeza o cerca de ella se debe administrar el antisuero hiperinmune de la rabia 24 horas después de la exposición a más tardar, aplicándose después el trata- miento corriente de vacunación.

A veces se observa una acentuada alergia a la vacuna antirrábica, que se manifiesta por un edema angioneurótico, fiebre, adenopatia, shock, etc. Esto puede ocurrir en el curso de la inmuniza- ción, o con más frecuencia, tras la administración de la primera dosis a una persona que ha sido vacunada anteriormente contra la rabia. Se sugiere que esta dificultad puede evitarse utili- zando una vacuna preparada con el virus de otra especie de animal (es decir, cambiar de la vacuna obtenida de cerebro de conejo a la procedente de cerebro de oveja) (5).

El Comité de Expertos en Rabia de la OMS ha formulado la siguiente recomenda- ción para el tratamiento de las heridas de las personas expuestas:

La rabia en el hombre produce siempre la muerte. El virus penetra generalmente por una herida causada por la mordedura de un animal rabioso. La cantidad de virus conte- nido en la saliva del animal atacante y la situación y número de mordeduras en el cuerpo son factores que influyen en la manifestación de la enfermedad. Aunque se considera que la heridas en la cabeza y en el cuello son las más graves, se han observado muchas infecciones por mordeduras en las extremidades.

Las heridas de mordedura se deben limpiar con jabón o solución detergente. Se pueden usar fuertes ácidos minerales, Iales como el ácido nítrico cuando se trate de una herida profunda, en forma de punción, que no se pueda limpiar con jabón o solución detergente (4).

En cuanto a la vacunación de individuos que hayan recibido tratamiento anterior, el Comité ha declarado:

El período de incubación puede variar de 10 días a 6 meses, o más en casos raros. Los síntomas que frecuentemente se notifican al manifestarse la enfermedad son hormigueo y entumecimiento alrededor del sitio de la mordedura, aprensión e hiperirritabilidad. El curso clínico de la enfe?medad se caracte- riza por la manifestación de refalalgia, tics convulsivos, inquietud, trastornos visuales y auditivos, espasmos convulsivos de la garganta al tratar de ingerir y, por último, convulsiones generalizadas y delirio. La muerte debida a parálisis respiratoria sobre- viene, por lo general, dentro de los 7 a 10 días siguientes a la iniciaciiin de los sínto- mas. El diafmóstico clínico se puede confir- Con bastante frecuencia se presenta el caso de

una persona que ha estado expuesta anterior- mente a la infección y ha recibido el tratamiento de vacuna, y que ha sufrido una nueva exposi- ción a la infección de la rabia. Hay que deter- minar si se debe instituir de nuevo el tratamiento y, en caso afirmativo, cómo debe aplicarse. Si ----.

172 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

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Agosto 19571 CONTROL DE LAS ZOONOSIS 173 mar mediante la observación de cuerpos de

Negri o por aislamiento del virus del cerebro. No existe trat,amiento específico contra la rabia; el médico de cabecera prescribe generalmente un tratamiento paliativo con barbitúricos (6).

Debido a la baja incidencia de casos hu- manos de la rabia en los Estados Unidos, pocas enfermeras, por fortuna, tendrán que atender a pacientes de esta clase. Casi todos ellos son hospitalizados, y como necesitan un cuidado constante y esmerado, las enfer- meras encargadas de proporcionárselo tienen que hacer frente a difíciles problemas de enfermería. Lo más importante para el enfermo de rabia, especialmente si se trata de un niño, es que se le atienda con afecto y se sienta confiado; debe estar solo en una habitación, lo más tranquilo y cómodo posible, evitando toda clase de ruidos. Si bien hay que procurar mantenerlo limpio, no hay que bañarlo, ya que la vista del agua o la mención de ella puede precipitar una convul- sión. Se le debe dar a comer todo lo que desee, siempre que pueda tolerarlo.

Como se ha comprobado la presencia del virus en la saliva de casos humanos, se deben tomar ciertas precauciones a fin de evitar que la saliva del enfermo entre en contacto con las mucosas o con abrasiones de las manos de la persona que lo atiende (7). Hay que eliminar en forma segura las secreciones de la nariz y la garganta, y la ropa de cama se debe manejar con la precaución recomen- dada en los procedimientos establecidos. Los objetos contaminados carecen de importan- ,cia como vehículos de trasmisión ya que el virus de la rabia pierde rápidamente su

virulencia al quedar expuesto al calor, a la luz y a la sequedad. Hay que exterminar los perros o gatos mordidos por animales ra- biosos, pero si el dueño no está dispuesto a hacerlo, se recomienda seguir los siguientes procedimientos: (a) aislamiento riguroso del animal durante un período de seis meses, o (b) vacunación y aislamiento en una perrera durante tres meses si es que no ha sido vacu- nado en el término de los 12 meses anteriores, o (c) vacunación y aislamiento durante 30 días si el animal ha sido vacunado dentro de los 12 meses anteriores (8).

Todos los casos humanos de rabia notifi- cados deben ser cuidadosamente investiga- dos a fin de determinar la fuente de infección (9).

INTEGRACION DE LAS ACTIVIDADES DEL DEPARTAMENTO DE SALUBRIDAD

El creciente reconocimiento de la impor- tancia que, como problema de salud pública, tienen las enfermedades trasmitidas por los animales al hombre, hace necesario que las enfermeras conozcan mejor este grupo de enfermedades y la labor que realiza el veteri- nario de salud pública, a quien corresponde principalmente el control de estas zoonosis. La relación que existe entre las infecciones de los animales y las del hombre, y la aten- ción, cada vez mayor, que los veterinarios prestan a este grupo de enfermedades, aconsejan que las enfermeras y los veterina- rios de salud pública conozcan las responsa- bilidades y funciones de ambos grupos de personal a fin de lograr la integración de las actividades del departamento de salubridad.

REFERENCIAS (1) Meyer, K. F., y Eddie, B.: Field trials of anti- (5) Ibid.

biotic treatment of psittacosis and ornitho-

sis, All-Pets Magazine, nbre. 1954. (6) Top, F. H., et al: Communicable Diseases Za. (2) The rabies problem. (Editorial), Jour. Am. ed., St. Louis: C. V. Mosby Co., 1947.

Med. Assn. 154:836-837 (mzo. 6) 1954. (7) Sulkin, S. E., y Harford, C. G.: Concerning {3) Sellers, T. F.: Rabies, the physician’s di- the infectivity of saliva in human rabies,

lemma, Am. Jour. Trop. Med. 28:453456 Ann. Int. Med. 19:256-262 (agto.) 1943. (mayo) 1948.

(4) World Health Organiaation. Expert Commit- (8) World Health Organization: op. cit.

tee on Rabies: Xecond Report (Teehnieal (9) Anderson, G. W., y Arnstein, Margaret G.: Report Series No. 82), Ginebra, Suiza, Communicable Disease Control, 3a. ed.,

Referências

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