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Espiroquetosis

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Academic year: 2017

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CRONICAS

ESPIROQUETOSIS

Sodokâ autbctono en Buenos Aires.-Lóizaga y colaboradores refiérense a un caso que ya describieran en 1934 y que si bien realiza el cuadro del sodok6 con la variante de que presenta también esplenomegalia, lo cual lo acercarfa a la fiebre de las trincheras, en cambio el germen aislado seguramente no es el Spironema sodoku. Se trata si de una enfermedad inoculada por la mordedura de una rata y provocada por un bacilo muy móvil que pulula en la sangre del enfermo.

(Lóizaga, N. S., C. Sagastume, L., Vivoli, D., y Gamba, R.: Sem. Méd., 739, sbre. 10, 1936.)

Sodokd en Cuba.-Velasco comunica tres casos observados de 1926 a 1933 que considera de sodok6 por los antecedentes de mordedura de rata. En ninguno de los tres casos se ais16 el espiroqueto. El perfodo de incubación fué de 14 a 17 dfas. En dos casos el lugar de la mordedura se reactivó después de cicatrizada completamente, lo cual ayuda en el diagnóstico. En un caso la fiebre descrita como remitente en los tratados, fué continua. (Velasco R., D. : Villaclara Méd., 35, fbro. 1936.)

Gómez Lubián describe un caso mas de sodokú, observado en Santa Clara, tratado con neosalvarsan. La pesquisa del espiroqueto resultb negativa. Para él debe pensarse en ese mal en los casos de mordedura de rata, que afecten la sintomatologfa característica. (Aballf y Castellanos comunicaron un caso en un lactante, en 1929.) (Gómez Lubidn, A.: Vill. MRd., 203, dbre. 1935.)

Espiroquetos en los ratones blancos en la naturaleza.-Francis hace notar que al examinar la sangre de un rat6n blanco descubrió por casualidad una intensa infección con espiroquetos del sodokú. Al examinar el resto del lote, 6 a 8 resul- taron igualmente infectados. En otra ocasión más tarde, de 105 ratones blancos de un lote, 45 resultaron infectados. Los exámenes se hicieron al ultramicros- copio con sangre del rabo. Robertson en 1930 comunicó que en 4 ocasiones desde 1924 habfa descubierto infección espontitnea por sodokú en ratones de laboratorio. (Francis, E.: Puó. Health Rep., 976, jul. 17, 1936.)

Sodoktí producido por ratbn silvestre.-Reitzel, Haim y Prindle comunican un caso de un muchacho de 14 años, al cual mordiera un ratón silvestre y mani- festara sodokú. La sangre venosa de una emulsión de los ganglios linfáticos inyectada en un ratón blanco, revel6 Spirillum minus. El muchacho curó con neosalvarsán. (Reitzel, R. J., Haim, Arthur, y Prindle, Kirk: Jour. Am. Med. Assn. 1090, mzo. 28, 1936.)

Espiroquetosis icterohemorr&ica.-En Francia, Loeper se pregunta si la espiroquetosis icterohemorragica es una enfermedad nueva, contestando que por lo menos asf les pareció a los médicos, porque de no haber sido por la Guerra Mundial, y en particular por el año 1917, en que se multiplicaron los casos en el pafs, entre los soldados, probablemente no la hubieran conocido todavía, de modo que habría que remontarse a ciertas observaciones viejas, pero sin sacar confirma- ción absoluta. Por ejemplo, la fiebre con ictericia de 1718 en el Piamonte; la ictericia grave febril de 1745 durante la guerra de Flandes; las epidemias febriles semejantes de 1800, durante las campañas de Italia y de Egipto; 1849 en el sitio

1 LS Gltima cr6nica sobre Espiroquetosis apareció en el BmmfN de marzo 1836, p. 265

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de Roma; 1863 en la guerra de secesión en los Estados Unidos, y mLs tarde en el Lago Mayor, según las describieran, por ejemplo, Larrey en 1800. Después vinieron los trabajos de Landouzy sobre el “tifo hepático” en 1883, y los de Lancereaux y Mathieu, precediendo en 4 meses los del último al estudio de Weil en 1886. Una vez orientados sobre etiología, padsito y causa de contaminación cuando se conocía el medio, se observó que esa espiroquetosis no era siempre icterohemorragica, pues podía revestir varias formas clínicas, incluso algunas en que no había más que síntomas meníngeos y fiebre. En 1910 Guillain y Richet descubrieron4 enfermos con ictericia y meningitis. Sin embargo, el conocimiento exacto de la espiroquetosis meníngea pura se remonta a la observación de Costa y Troisier en 1918, en un carnicero de 25 años, comprobandose el diagnóstico en el cobayo. En 1922 Apert y Broca comunicaron una observación en un niño, y en 1935 Julien Marie y Gabriel comunicaron 3 casos infantiles mas. Además de las formas nerviosas hay otras psíquicas como las descritas en 1935 por Guillain. Por fin existe la leptospirosis febril pura de la cual se han comunicado cada vez más casos últimamente en Francia. Para el autor no se puede afirmar el diag- nóstico sino tomando por base la aglutinación que es a veces enorme llegando hasta 1: I,OOO,OOO. (Loeper: Prog. Méd., 897, mayo 30, 1936.)

Brasil.-0 autor, em 34 M. norvegicus do Rio, encontrou espiroehetas ictero- hemorrhagicas em 28.2 por cerito, a maior percentagem obtida até hoje, nas investigacóes realizadas no Brasil (previas experiencias do Par6 a S. Paulo: Smillie, 9.31 por cerito; Abdon Lins, 16.4; Aragáo, 16.4). As experiencias compre- henderam a nitratacão pelo Levaditi dos rins dos ratos e a inoculacáo das suas visceras, seriadamente, em cobaios. Em 20 por cento dos casos, os espirochetas eram presentes nos ratos, mas náo determinaram infecgões experimentaes. A ictericia foi observada em 40 por cento na l* serie e 50 por cento na 2 a. As hemo- rrhagias se apresentaram, na la passagem em 70 por cento e após, na segunda, em 60 por cerito. De um modo geral, a tendencia da infeccáo experimental 6 para se attenuar e mesmo desapparecer. Ha casos, no emtanto, em que a virulencia 6 conservada ou mesmo augmentada. Os casos humanos têm sido registrados por MacDowell, por Aggeu Magalhães, por Eduardo de Araujo, etc. No Rio, ha observagóes clinicas muito suspeitas e os casos, seguramente, devem ser em cifra bem maior do julgado. 0 A. mesmo tivera opportunidade de neeropsiar alguns casos e, mao grado náo ter achado os espirochetas, conserva a suspeita de serem elles os seus agentes etiologicos, suspeitas confirmadas verbalmente pelo Prof. Yutaka, do Japáo, que teve opportunidade de examinar o material. (Fialho, Amadeu: Arch. Hyg., 29, agto. 1936.)

Chile.-En tres ocasiones Pfies ha encontrado espiroquetas típicamente icterf- genos de Weil, en la orina de enfermos con sintomatología de ictericia catarral. De 86 enfermos observados, 49 dieron reacciones de aglutinación positivas. El antígeno concentrado y muerto por formol resultó mas estable que el empleado en la aglutinación microscópica. La macroaglutinaci6n practicada con este antígeno es rapida y sencilla. El medio de cultivo a base de suero de cordero permitió el desarrollo del espiroqueto en grandes cantidades. Et antígeno espiroquetoso es íntegramente flagelar y como consecuencia las reacciones anam- nésticas no pueden ser eliminadas.

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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA Febrero

Hepatitis icterígenas graves.-Alessandri y colaboradores llaman la atención sobre el extraordinario número de hepatitis icterfgenas observado últimamente en los servicios de medicina interna de Santiago de Chile, habiendo pasado a ocupar el primer rubro en las estadfsticas, suplantando en él a las glomerulone- fritis agudas. Este fenómeno viene a corresponder a lo observado en Europa en los últimos años. Los autores suecos han atribuido la mayorfa de esos casos al estreptococo. En la epidemia chilena de glomerulonefritis, el estreptococo intervino etiológicamente por lo menos en 90 por ciento. Los autores han estu- diado el poder aglutinante del suero de esos enfermos para el espiroqueto ictero- hemolftico, y también referencias a los antecedentes de los enfermos. En la discusi6n, Yaeigi afirmó que en el servicio medico de la Escuela de Aviación también ha observado un aumento en la frecuencia de las hepatitis icterígenas. Para Garretón es interesante la posibilidad de una etiologfa estreptocócica común para las hepatitis y las glomerulonefritis agudas. En Chile han considerado el papel del suero de convaleciente de tifo, pero parece que se trata mas bien de coincidencias. (Alessandri, Garcfa y Pliescoff: Rev. Méd. Chile 600, sbre. 1936.) Informe inglés.-La comisión encabezada por Sir Humphry Rolleston que el gobierno de Inglaterra designara en 1934 para estudiar la espiroquetosis ictero- hemorrágica, con mira a su inclusión en el grupo de las enfermedades industriales, acaba de presentar su informe, recomendando que asf se haga, y repasando de paso los conocimientos actuales sobre el mal. El empleo de las expresiones espiroquetosis e ictericia infecciosa puede engendrar confusión, pues otros espiro- quetos producen enfermedades designables como espiroquetosis. La infección con el leptospira icterohemorrágico no produce siempre ictericia, y hay otras ictericias infecciosas, tal como la catarral, que afectan en particular a los niños. En Inglaterra no se conoció la enfermedad hasta 1916, cuando se presentó entre los soldados del frente occidental. De Alemania y Holanda también han comuni- cado casos, procediendo los últimos del baño o sumersión en canales. La dolencia ha sido notificable desde 1924 en Escocia, denunciandose allí desde entonces hasta octubre 1935,424 casos, pero la mitad de ellos en escolares, y considerados como ictericia catarral epidémica. De los restantes, algunos son dudosos, reduciendo el número de los aceptados a 77, con 23 muertes, en distintas profesiones, incluso mineros, pescadores, labradores, etc. En Inglaterra y Gales han observado, en particular últimamente, varios casos en trabajadores en alcantarillas, mineros, labradores, carniceros, etc. También ha habido algunos debidos a baños. En el decenio 1925-1934, se inscribieron 37 muertes, 32 de ellas en hombres. En muchos casos el diagnóstico se ha basado en datos clfnicos. Las ratas de las alcantarillas parecen ser el vector principal, aunque no revelan manifestaciones patol6gicas. El microbio persiste en este animal por mucho tiempo, y se excreta en la orina, de la cual se infecta directa o indirectamente el hombre. Treinta y siete por ciento de las ratas londinenses han resultado infectadas con leptospiras. El microbio puede penetrar en el organismo humano por abrasiones cutáneas o la mucosa nasal o alimenticia. Los perros pueden también infectarse y excretar el microbio en la orina. El periodo de incubación varfa de cuatro a 19 dfas. No es facil distinguir la enfermedad de la necrosis aguda del hfgado, y las infecciones leves pueden confundirse con influenza o reumatismo. El diagnóstico debe basarse en el hallazgo de los leptospiras en la sangre u orina, o en la serorreacción, que probablemente es el método mas conveniente. (Carta de Londres: Jour. Am. Med. Assn. 1,729, nbre. 21, 1936.)

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importancia practica. Aunque este procedimiento no puede dar resultado posi- tivo sino al cabo de 10 días, presenta en cambio la ventaja de ser siempre practi- cable a partir de entonces y de facilitar una solución en pocas horas y antes de disponer de los resultados de la inoculación en el cobayo. En la literatura se describen ahora tres métodos de serodiagnóstico: aglutinación de Martin y Pettit (1917); lisis de Schüffner (1926); y adhesión de Brown y Davis (1927). La técnica de Martin y Pettit parece la más sencilla y segura. Otros métodos utilizados son: la reacción de las inmunisinas, introducida por Hoki e Ido en 1916, que no puede hacerse antes de los 15 días, y permite, lo mismo que el sero- diagn6stico, hacer el diagnóstico retrospectivo; la desviación del complemento; y la precipitorreacción de Lusena y Carlinfanti. En las formas atfpicas, la inoculación en el cobayo, el serodiagnóstico y la inmunirreacción conservan el mismo valor que en las típicas, y también puede comprobarse la eliminación del espiroqueto en la orina. Al terminar, Mollaret recuerda que para afirmar la especificidad de las reacciones de laboratorio, habrfa que abordar el problema aún irresuelto de la patogenicidad exclusiva del espiroqueto icterohemorrágico. El asunto se complica por la existencia de una serie de afecciones humanas de naturaleza espiroquética, como las observadas en el Japón y en las Indias Ho- landesas y ciertas afecciones animales. Todo esto impone una revisión crítica de las espiroquetosis sanguícolas del hombre y de los animales, que debe basarse esencialmente en los datos microbiológicos. Ese estudio, sin duda culminar8 en la separaci6n precisa de varias dolencias humanas, cada una más o menos poli- morfa y cada una ligada con una o varias zoonosis. Los datos acopiados per- mitiran establecer una profilaxis, realmente eficaz. (Mollaret, P.: Prog. Méd., 910, mayo 30, 1936.)

Tratamiento con estovarsol.-Maxwell trató 15 casos de infección de Vincent en las encfas 0 fauces con salvarsan al 10 por ciento, en glicerina, localmente, tis lavados bucales y gargarismos de perborato de sodio, siendo el resultado satisfactorio en todos menos 2. Ademas emple6 el estovarsol por vía bucal en 28 casos y todos los enfermos se repusieron mucho mas pronto que los otros. Otros 36 casos fueron tratados tambien con estovarsol por via bucal, empleindose la solución mercurial por vfa local, ademas del lavado bucal con perborato de sodio, y la reposición fue igualmente rápida. Sin embargo, las reposiciones m&s rapidas correspondieron a 10 casos que ~610 fueron tratados con estovarsol por ingestión y en forma de pasta amasada suavemente en los tejidos infectados.

(Maxwell, C. H.: N. Y. St. Jour. Me&, 874, jun. 1, 1936.)

Epidemia en una instituciBn.-En un brote de ictericia que afectó a 32 de 132 estudiantes de un establecimiento religioso, se encontraron leptospiras id&nticos al Leptospira icterohaemorrhagiae en el agua obtenida de las pilas de agua bendita. Sin embargo, no se pudo provocar la enfermedad en cobayos al inocularles agua de las pilas, o sangre, orina o saliva de los enfermos. Al higienizar las pilas ces6 la epidemia, pero un mes después se presentó un caso en un muchacho que tenía a su cargo vaciarlas y llenarlas. No se pudo averiguar la relación del Leptospira con el brote, y para los autores la epidemia no era de origen leptos- pírico. El contacto directo desempeñó, sin duda, cierto papel. (Willett, J. C., Sigoloff, E., & Prau, C. L.: Jour. Am. Med. Assn. 1644, mayo 9, 1936.)

Nueva forma de la fiebre recurrente.-Caminopetros y Triantaphyllopoulos han descubierto en el Peloponeso una fiebre recurrente esporádica no transmitida por los piojos, según indican sus experiencias y estudios epidemiológicos. Esa enfermedad de naturaleza benigna parece clfnicamente una variedad de la fiebre recurrente hispano-norteafricana y experimentalmente puede ser transmitida por el mismo vector: Ornithodorus emctisus. En Grecia no se ha encontrado todavía el vector natural. (Guz. Hdp., 907, jun. 20, 1936.)

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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Febrero

quetosis icterohemorrágica parecfa proceder del limo del canal en que se había bañado el enfermo, habiendo penetrado en la piel por una solución de continuidad producida por una astilla al sumergirse el individuo de golpe. El individuo reiter6 que jamás habfa ingerido agua, y que se habia bañado en el mismo canal, y m8s o menos en el mismo sitio, en muchas ocasiones previas, y la hnica dificultad la filtima vez, consistfa en que la astilla le habla penetrado en el pie. Si se acepta que la vía de entrada fue por la piel, el período de incubación no debió pasar de dos dias. La enfermedad fu6 tfpica, presentandose una recidiva a los 17 dias. Hubo albuminuria desde el principio hasta 49 dfas después. Al undécimo día apareció pleuresia. La enfermedad fu6 reproducida con lesiones tipicas en los

cobayos, con ejemplares separados de orina, y con tejido infectado de cobayo. Morgan y Brown han aconsejado que se neutralice la orina cuando se busquen * leptospiras, y en este caso se obtuvieron inoculaciones positivas en el cobayo, primero con una orina neutralizada en el ejemplar de 24 horas antes, y segundo con un ejemplar alcalino. Para los autores, debe administrarse citrato de potasio o algún preparado semejante para obtener una inoculación positiva con la orina. No se notó uremia excesiva. La pielonefritis concomitante desapareció sin dejar indicios. El niño se halla restablecido aparentemente por completo. La prueba del ácido sulfosalicilico biclorado para la meningitis tuberculosa, no parece ser infalible, pues resultó positiva en los dos ejemplares de líquido cefalo- rraqufdeo que se estudiaron. (L en d rum, J. D.: Br. Med. Jour. 423, agto 29, 1936.)

LEPRA

Beni.-Con motivo de una alarma suscitada en la poblaci6n del Departamento de Beni, Bolivia, con motivo de la denuncia de 5 casos de lepra en el año 1934-35, la Dirección de Sanidad Departamental realizó 323 observaciones clfnicas, 712 etimenes microscópicos y 280 ensayos de albúmina, con ~610 dos diagnósticos positivos, que, agregados a los 5 casos anteriores, suman 7 por todo. El autor opina que el clima, las condiciones de luz y humedad, lo mismo que las de orden social y de higiene, hacen que el Beni sea una regi6n favorable a la lepra, pero que ésta no reviste alli carácter grave, tiene poca infectividad y el número de casos es pequeño. El primer diagnóstico de lepra en Beni se hizo en el año 1912 y desde entonces raro ha sido el año en que no se registrara un caso. El A. llama la atención al hecho de que recientemente no se han presentado nuevos casos, y de que Beni no es el Único departamento del pais en que existe el mal. (De Sierra, J.: El Diario, agto. 16, 1936.)

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