El Empleo de la Vacuna Anti-Tifoidea
en el
Ejército de los Estados Unidos
Antes de 1910, cuando la vacuna anti-tifoidea comenz6 a emplearse en el ejército de los Estados Unidos, de 20 a 100 soldados por cada 10,000 sufrían todos los años ataques de fiebre tifoidea. Ya en 1912, cuando la protección por medio de la vacuna se había hecho de uso general en dicho ejército, la proporción de la tifoidea se hallaba reducida a tres por cada 10,000, al paso que en 1915 solamente ocho de cada 100,000 soldados padecieron de esta enfermedad.
Esto da la medida del progreso realizado por el ejército de los Estados Unidos contra uno de los flagelos más terribles de otros tiempos. Sus consejeros médicos han aprovechado y hecho efectivo lo mejor en la práctica moderna respecto al saneamiento del medio ambiente y a la higiene personal; y la organización del ejército es tal que ha sido posible obtener grandes ventajas del altísimo grado de protección que se alcanza mediante el empleo de la vacuna anti- tifoidea como medida preventiva.
La relación siguiente se basa en un informe del Cirujano General Ireland, del Ejército de los Estados Unidos:
La gran guerra demostró, en la escala más vasta posible, el enorme valor de la vacuna tifoidea profiláctica como medida preventiva. Durante la guerra entre España y los Estados Unidos como 20,000 soldados sufrieron ataques de tifoidea, muriendo unos 2,000; en tanto que en la guerra mundial no ocurrieron sino unos 2,000 casos, de 10s
cuales unos 200 resultaron fatales. Estos números redondos, sorpren- dentes como son, distan mucho de representar los resultados actuales obtenidos en la prevención de la tifoidea. El número de hombres movilizados para la guerra con España fué solamente de unos 25,000, mientras que durante la gran guerra, como cuatro millones de hombres fueron llamados al servicio activo. Si consideramqs, pues, el número de soldados americanos que tomaron parte en ambas guerras, podemos afirmar que POI! cada caso de tifoidea ocurrido durante la gran guerra, ocurrieron 150 durante la guerra con España.
A este respecto, a nuestros ejércitos les fué mucho mejor qve a los de nuestros aliados. La movilización de las fuerzas británicas y francesas fué por necesidad muy precipitada, y el peligro inminente no permitió el empleo en gran escala de esta medida profiláctica. En las fuerzas francesas, por ejemplo, 45,000 casos de tifoidea y parati- foidea ocurrieron durante los primeros seis meses de hostilidades.
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No fué sino hacia fines del segundo año de guerra que los franceses pudieron aplicar en toda, su extensión esta medida profiláctica. Pudo evidenciarse la importancia de su empleo con el hecho que mientras en los dos primeros años en que la vacuna fué administrada a un número limitado de hombres, como cien mil soldados franceses tuvieron fiebres tifoidea y paratifoidea, mientras que durante los dos últimos años, en que ya fué posible aplicar esta medida de un modo general, solamente ocurrieron unos dos mil casos.
Los ejércitos de nuestros demás aliados tuvieron una experiencia muy parecida, exceptuando que los ingleses consiguieron iniciar esta medida profiláctica entre sus diversas fuerzas dentro de los primeros meses después de haber estallado la guerra, con el resultado de haber podido dominar este grupo de enfermedades casi inmediata- mente.
