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Discursos pronunciados el 2 de diciembre (cont.)

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La institución del “Día Panamericano de la Salud” fu6 una etapa más en el progreso y el afianzamiento de las reIaciones que, desde hace m&s de cuarenta años, existen afortunadamente entre las autoridades sani- tarias de los paises de América. Estas relaciones, limitadas al principio al intercambio de informes epidemiológicos, fueron señalándose por Ia reunión de las trascendentales Conferencias Sanitarias Panamericanas, y se acentuaron aún más por los convenios resultantes de elIas, con los que ha venido definiéndose claramente el propósito de mejorar, no ~610 la salubridad de1 psis, sino también de cooperar con las demás naciones para salvaguardar, con un esfuerzo amistoso y sostenido, Ia salubridad continental.

Esta cooperación interamericana ha tenido en los últimos tiempos otras manifestaciones, no menos interesantes. Las becas para estudios sanitarios, eI intercambio de profesores de escuelas de salubridad, los viajes de estudio e investigación hechos por especialistas en asuntos de higiene y de salubridad, la fundación de institutos que facihten esas actividades y, por ríltimo, la cooperación concreta de técnicos de diversas naciones para realizar obras que, al beneficiar a un pafs, benefician el resto del Continente y evitan posibles peligros para el Mundo en general; todas estas actividades son pruebas significativas de lo que est& reah- zando la cooperación sanitaria interamericana y permiten prever 10 que le corresponde llevar a cabo en los próximos años, cuando terminada la guerra actual, América y con ella la Humanidad entera, se enfrenten a graves problemas sanitarios y sociaIes.

La Secretarfa de Salubridad y Asistencia de México está firmemente resueka a seguir contribuyendo, cada vez en mayor extensión y con mayor eficacia, al desarrollo de este magno programa de cooperación sanitaria interamericana; se asocia con el mayor placer a la celebracibn del “Dfa Panamericano de la Salud”; y se congratula de que podamos seguir trabajando juntos en pro de una causa tan noble como la Salubri- dad de América.

Por el Dr. ALFONSO PRUNEDA

Jefe de la Oficina de Intercambio, Secretaria de Salubridad y Asistencia de México

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haciendo desde entonces en las diversas naciones que forman el Conti- nente Americano, cada año, el 2 de diciembre, para conmemorar tam- bién en esta fecha la inauguración de la primera reunión internacional, que se efectuó en Wáshington, a partir del mismo día de 1902, como consecuencia de una resolución que se habia tomado en otra reunión semejante efectuada un año antes en esta ciudad de México.

¿CuBes fueron los propósitos que se tuvieron en cuenta para establecer el Día Panamericano de la Salud? ¿Por qué desde hace cuatro años se viene haciendo esta celebración en las 21 repúblicas que forman el continente descubierto por Cristóbal Colón en 14927

Desde luego, es natural pensar que las autoridades sanitarias que iniciaron esta conmemoración creyeron que era útil sacudir la opinión pública de cada pafs, en una forma especial, dirigiéndose a los diversos elementos sociales, para llamar su atención sobre la importancia de la salud. Se ha hablado tanto de esto, que parecería innecesario volverlo a hacer, pero es que a pesar de los esfuerzos indudables que se hacen para conservar la salud personal y colectiva, tanto por los gobiernos como por los ciudadanos, y a pesar de los progresos, también indudables, que se han alcanzado en este campo en muchos países, entre ellos México, todavía queda mucho por hacer; y por eso no es inútil, en una ocasión solemne como ésta, insistir someramente en lo que es la salud y en lo que significa su promoción, su conservación y su mejoramiento.

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Por fortuna, si las condiciones mismas del organismo humano y las circunstancias del ambiente en que vive son con mucha frecuencia motivo de disminución o de pérdida de la salud, y origen de las dificul- tades y de los perjuicios que por ella sufren los individuos y las colecti- vidades, la inteligencia y la experiencia del hombre, unidas al interés creciente que existe por la conservación del más preciado de todos los

bienes, como

se ha llamado a la salud, han permitido formular planes de trabajo en defensa de este bien y, 10 que es más importante, han dado oportunidad a que estos planes se realicen, en mayor o menor escala, según la cultura y los recursos de las naciones y de los individuos que las forman.

Un eminente higienista norteamericano, el Dr. Rosenau, ha formulado de manera excelente un programa de salubridad pública, que yo lla- marfa de “Salud Pública” porque persigue precisamente Ia salud de

todos. Trece

son

los puntos que

abarca este programa, y, como va a oirse, no descuida ninguno de los aspectos que deben tenerse en cuenta por los gobiernos y por los ciudadanos para conservar la salud y para fomentar esta conservación en bien de todos.

El

programa de Rosenau comprende lo siguiente:

(1) Eugenesia, principios de sana generación y herencia; Inmunidad hereditaria (2) Maternidad-Cuidado, protección y estímulo de la función de la maternidad incluyendo la obra prenatal. (3) B ienestar infantil y reducei& de Ia mortalidad infantil. (4) Salud y desarrollo (físico, mental y moral) del niño pre-escolar del niño en la escuela primaria y del adolescente. (5) Alimento y nutrición relación de la dieta con el crecimiento y con

Ia

salud. (6) HigieneindustriaI; Salud del Trabajador. (7) Higiene personal; Higiene Mental. (8) Prevención de las enfermedades trasmisibles. (9) Prevención de las enfermedades no trasmisibles. (10) Saneamiento; Mejoría del medio; Ingeniería Sanitaria; agua y desechos. (ll) Estadísticas referentes ala vida; Contabilidad de la humanidad; Demografía. (12) Educación; Difusión del conocimiento de estos asuntos en el pueblo. (13) Investigación que permita extender los limites del conocimiento.

Una consideración detenida de los puntos anteriores, que sería inopor- tuno en una ocasión como ésta, demostrarfa que el programa consti- tuido por ellos no descuida ningún aspecto de la salud personal y de Ia salud colectiva; pero creo que ha bastado la simple enumeración deellos para darse cuenta de lo que corresponde hacer a los individuos, a los grupos sociales, a la comunidad en general y al Gobierno, para que la salud sea el patrimonio del mayor número, ya que todavía no es posible acabar completamente con la enfermedad, y para que ésta disminuya más y mas, previniéndola en tiempo oportuno y combatiéndola también

con oportunidad.

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crudeza, dar a conocer o recordar estos problemas. Nuestro psis tiene una superficie de 1,969,365 km2, en la que en 1940, habitaban 19,653,552 individuos; lo que hace resaltar la escasez de nuestra población para aprovechar los recursos naturales y aumentar la producción. De esa poblacibn, es dos veces mayor la rural que la urbana, es decir, que también son mayores los problemas propios del campo. En 1940 (y me estoy refiriendo a este año porque es el último cuyas cifras esta- dísticas han sido depuradas) nacieron 875,757 niños, lo que da un ooeficiente de natalidad de 43.5 por 1,000 habitantes; pero en el mismo año murieron 110,037 niños menores de un año, es decir, que por cada 1,000 niños nacidos se perdieron 126. Nacieron muertos 18,344 y murieron poco después por debilidad congénita o por vicios de conforma- ción también congénitos, 11,267, cifras todas éstas que, por desgracia, todavía dan a nuestro país un lugar lamentable entre los que pierden’ mas niños anualmente. En 1940 murieron 458,906 personas, lo que da una mortalidad de 228.2 por 10,000 habitantes y también coloca a México entre los países de mayor mortalidad. Pero lo más doloroso es que, de esas muertes, 145,118 se debieron a enfermedades trasmisibles y por lo mismo evitables. Por lo que se refiere a las consecuencias del trabajo, en 1940 hubo 23,350 accidentes y se registraron 2,165 casos de enfermedades profesiona.les. Entre los primeros, 29,005 produjeron incapacidad temporal, 169 incapacidad permanente y 92 la muerte. Las enfermedades profesionales produjeron 262 defunciones.

Estos datos no deben asustarnos porque son los que, unidos a los de años anteriores, han motivado el esfuerzo constante que se ha venido haciendo en México para conservar la salud y para evitar la enfermedad, esfuerzos cuyo ritmo ha sido más rápido especialmente desde que fue promulgada en 1915 nuestra Constitucion Federal, de la que se han derivado leyes y actividades cada dia más extensas e intensas en pro de la salud y del bienestar de nuestro pueblo. Una comparación entre los presupuestos de 1920 y 1944, en materia de salubridad, ayuda a conocer ese progreso. El presupuesto del Departamento de Salubridad para 1920 fue de 2,116,981.00 pesos. El presupuesto de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para 1944 es de 58,500,OOO.OO pesos, es decir, 27.60 veces mayor.

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servicio público. Los maestros de las escuelas, con los conocimientos indispensables y con la guía de los médicos, están llamados a dar las nociones indispensables de higiene y a contribuir a la formación de hábitos higiénicos en sus educandos. Esta responsabilidad es aún mayor en los padres, que si tuvieron la fortuna de iniciar en buenas condiciones la formación de una familia, están obligados a veIar por Ia salud de sus componentes. Los médicos, mejor preparados y mejor distribuidos en nuestro vasto territorio, están demostrando mayor . interés por Ia medicina preventiva y ojalá que no tarde mucho tiempo la 6poca en que se piense más en prevenir Ia enfermedad, para que vayan reduciéndose las oportunidades de curarla. Individualmente, se va notando mayor comprensión del valor de la salud, y mayor inter& por esforzarse en conservar la salud persona1 y no dañar la salud colec- 0 tiva. También contribuyen al esfuerzo sanitario otras ramas del Gobierno: la Secretaría del Trabajo y Previsión Social cuida de Ia salud de 10s obreros; la Secretaría de la Defensa Nacional defiende Iade los soldados; la Secretaria de Educación Pública extiende Ia cultura . y vigila directamente Ia saIud de los escolares; la Secretaría de Agri- cultura y Fomento procura el desarrollo de los cultivos y, con la de EconomIa, contribuye a que mejore Ia situación económica del pueblo, base de su mejoría biológica y social; y por ÚItimo, el Departamento de Asuntos Indfgenas se interesa fundamentalmente por los problemas de quienes forman parte importante de nuestra nacionalidad y, entre aquéllos, por 10s que contribuyen a su bienestar.

Las consideraciones anteriores a propósito del valor de la salud indi- vidual y colectiva y de lo que México viene haciendo para conservarlas y acrecentarlas, están siendo hechas, de modo semejante en este día,

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americanas para conservar la salud de cada una de ellas y, por 10 mismo, la salud de todas.

Este es, en realidad, el objeto fundamental de1 establecimiento de la conmemoración que el dia de hoy se hace en todo nuestro Continente: acentuar de modo solemne, al amparo de nuestras 21 banderas, el propósito resuelto de trabajar para que cada uno de 10s habitantes de Am6rica disfrute del bienestar y la salud a que tiene derecho, y de procurar que nuestros 21 palses cooperen en la obtención de ese resultado. No se trata de una mira egoísta como sería la de mejorar la salubridad de cada país para que éste no se convierta en un peligro para los demás y, en ocasiones, para el resto del mundo. Se trata, al defender esa salud, de prestar si es necesaria a un país Ia ayuda que necesita para

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sanitaria, la Iucha contra diversos padecimientos y el progreso de la técnica en materias de salubridad; todo esto en cooperación con el Instituto de Coordinación de Asuntos Interamericanos y los gobiernos de los paises beneficiados.

El Día Panamericano de la Salud permite, en consecuencia, recordar, como lo hemos hecho en esta mañana, lo que significa la colaboración de 10s diversos países americanos en materia de salubridad y también nos da ocasión de afIrmar nuestros propósitos de seguir trabajando con entusiasmo, con tesón y dentro de la mas cordial amistad, para conseguir, con la salud de cada una de las 21 repúblicas de nuestro Continente, la salud de todo él. Veinte de nuestras repúblicas forman parte de las Naciones Unidas y dentro de éstas están trabajando para que vuelvan a reinar en el mundo, en todas las latitudes y para todos 10s pueblos, la libertad, la justicia y el derecho; y para que todos 10s hombres disfruten del máximum de seguridad y de bienestar que les corresponde. Ahora, las Naciones Unidas están luchando contra otras naciones enIoquecidas y están haciendo Ia guerra en la que, por culpa de estas últimas, han muerto y todavfa seguirán muriendo muchos seres humanos, no ~610 por las armas de combate, sino tambi6n por la enfermedad. Las Naciones Unidas están acudiendo ya en auxilio de otros pueblos, ya liberados, para contribuir al remedio de las consecuen- cias de Ia maldad y de Ia fuerza al servicio de ésta. Después de ganada la guerra, nuestras repúblicas seguirán unidas con 10s demás países, asf 10 esperamos, para defender y asegurar la paz y para que elIa traiga consigo el bienestar que Ia humanidad anhela y se merece.

I

.

Llegada esa época, que ya VisIumbramos próxima, nuestras repúblicas seguir& haciendo Ia guerra, pero no a otros países y a otros hombres, sino a 10s enemigos sempiternos del hombre: Ia pobreza, Ia incultura y la enfermedad. Entonces vendrán a nuestra memoria, más vivas que nunca, las nobilfsimas figuras de aquellos insignes americanos, que fueron: Carrión, el heroico peruano que dió su vida al comprobar Ia identidad de las dos formas de Ia enfermedad que lleva hoy su nombre; Chagas, el brasileño ilustre que descubrió Ia dolencia que también se llama como 61; Morquio, el pediatra uruguayo a quien tanto debe la infancia americana; Gorgas y Reed, 10s sanitarios estadounidenses que hicieron practica Ia erradicación de Ia fiebre amarilla en nuestro Conti- nente, y Finlay, el cubano inmortal a quien M&ico honra en el dfa de hoy reconociendo su trascendental influencia en Ia campaña contra aquella peste.

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nu&~os: el gran LicBaga, higienista

de cuerpo entero, iniciador y

propulsor

de beneméritas campañas y campeón resuelto y convencido de la solidaridad sanitaria internacional y, por ende, interamericana;

Lucio

y Alvarado, los acuciosos investigadores de la lepra; Otero, el modesto clínico que no vaciló en inocularse el tifo para comprobar su

origen; Ten&, el

apóstol de la educación higiénica y de la vacuna animal; Gaviño Iglesias, el impulsor de la bacteriologfa; Eliseo Ramkez, el campeón de la investigaci6n científica y de la lucha razonable y humana

contra las

enfermedades venéreas y la prostitución; del Río, Iglesias y

Gonzhlez

Fabela, soldados insignes los dos primeros, en la batalla contra la fiebre amarilla en Veracruz, y el tercero en la lucha contra la peste bubónica en la misma heroica ciudad y Mazatlán.

Que el recuerdo de esos ilustres varones y el de los humildes traba.ja- dores sanitarios que consumieron su vida para salvar las de los demás, nos sirva de ejemplo y de estímulo, para seguir trabajando siempre por la salubridad de nuestro México y,

con

ella, por la de todo el Continente, que hace ya cuatro siglos y medio incorporara al mundo civilizado el

insigne pre-americano que

se llam6 Cristóbal Colón.

Bacterias y virus ante el microscopio electrónico.-Según Stuart Mudd, ($0~. Am. Med. Assn., 632, nbre. 4, 1944) las micrografías electrónicas de los pa- tisitos m& simples han lanzado nueva luz sobre su estructura. Las bacterias y las rickettsias muestran una organización celular simple. La continuidad de las agrupaciones bacterianas, la forma e integridad estructural de las células indi- viduales, dependen de una pared celular bien definida. Esta pared se encuentra en estado s6lido y puede mantener su forma esencial aun después de estropearse la propia célula bacteriana. Dentro de la pared celular se encuentra el protoplasma con su membrana limitante; en las preparaciones microscópicas ordinarias, sola- mente se observan la membrana protoplasm&tica y el protoplasma. Este tiltimo es generalmente un coloide líquido o gelatinoso que puede ser fácilmente disuelto, y que contiene zonas mBs o menos bien definidas de mayor densidad. Algunos virus animales y bacterianos han mostrado una estructura celular simple, pero en cambio los virus de las plantas que se han estudiado hasta ahora, son nucloproteínas sin organización celular alguna. El aumento del parasitismo en las bacterias co- rrelaciónase generalmente con la pbrdida de independencia metabólica, y depen- dencia de sustancias para el crecimiento, suplidas por el huésped. Sin embargo, las bacterias pat6genas retienen su capacidad de reproducción fuera de las células huésped, en tanto que las rickettsias y los virus ~610 pueden reproducirse en dichas células, aparentemente desviando para ello los mecanismos metabólicos de las mismas. Los mecanismos clásicos sobre inmunidad activa y pasiva retienen su vigor con respecto a bacterias, rickettsias y virus animales. Los antígenos pre- sentes en la periferia del par&sito (cápsula bacteriana o pared celular) y los anticuer- pos correspondientes, determinan la inmunidad humoral anti-invasora. Las exo- toxinas son metabolitos especialmente neutralizables por las antitoxinas. En las infecciones causadas por virus, puede presentarse un fenómeno de resistencia a la superinfección, adquirida por las &lulas parasitadas del huésped. Este fenó-

meno es distinto de los mecanismos de la inmunidad humoral, pero puede sup-

Referências

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