conllevaría un tipo de conocimiento conceptual como lo sería el reconocimiento y la comprensión que el orden de los sumandos no altera el resultado, es decir, implicaría un conocimiento más maduro de la adición refl ejada en el manejo de la “conmutatividad” (Baroody, 1988, De Corte y Verschaffel, 1987, Groen y Resnick, 1977). Por su parte Ginsburg y Klein (1998) coinciden con esta línea de pensamiento y señalan que la adquisición de esta estrategia parece depender del conocimiento implícito de la composición aditiva. Nunes y Bryan (1996) llaman “invariantes” a estas habilidades específi cas de dominio u operaciones de pensamiento que deben ser entendidas para resolver un problema particular, así, por ejemplo, señalan que para un tipo de problema como “Daniel tenía algunos autitos. Le regalaron 5 más. Ahora Daniel tiene 8 autitos. ¿Cuántos autitos tenía Daniel al comienzo?”, que es un problema de cambio-aditivo con comienzo desconocido (cambio 5), el niño requeriría entender una de las “invariantes” de la adición, en este caso específi co, la “conmutatividad”, es decir, a + b = b + a. Si un niño procediera mecánicamente y confi ara, o se dejara llevar, por las señales lingüísticas superfi ciales del problema (le regalaron 5 más) simplemente agregaría o sumaría las cantidades en juego y cometería un error, sin embargo, podría recurrir a la utilización de dos operaciones de pensamiento (conmutatividad e inversión) y llegar a la solución a través de la sustracción, lo cual daría cuenta que este niño manejaría estas invariantes.
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