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UNA MORAL DE LA PERFECCIÓN

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Academic year: 2021

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UNA MORAL DE LA PERFECCIÓN

Celia Veloso1

Resumen: El siguiente artículo intenta releer el pensamiento ético, de la mano del

pensador español José Ortega y Gasset. Entre sus muchos escritos toman relevancia los atinentes a la antropología. La preocupación orteguiana se centra en la persona pero con una singular apertura a la vida, lo social y lo político. La “pedagogía del paisaje” es capital para comprender el concepto de vida como realidad radical y desde ella y por ella. El Ethos orteguiano como una búsqueda de transformación vital y no como una mera reflexión moral con tintes normativos. Ortega planteó su moral de perfección, atendiendo al paisaje vital para lograr una transformación superadora de la faena de vivir. Por ello, su propuesta política de ejemplaridad se une a lo antedicho y acentúa en la importancia de lograr una educación con la mirada puesta en la búsqueda de lo mejor.

Palabras-Clave: Vida, Realidad-Radical, Pedagogía, Éthos-Perfección

Resumo: O seguinte artigo tenta reler o pensamento ético do pensador espanhol

Ortega y José Gasset. Entre seus vários escritos, a antropologia tem grande relevância. A preocupação ortegueana é centrada na pessoa, mas com uma abertura especial para a vida, o social e o político. A “Pedagogia da Paisagem” é essencial para compreender o conceito de vida como Realidade Radical, desde ela e por ela. O Ethos orteguiano como uma busca de transformação vital e não como uma mera reflexão moral com “pinturas normativas”. Ortega plantou sua moral de perfeição, atendendo à paisagem vital para lograr uma transformação superadora da tarefa de viver. Por ele, sua proposta política de exemplo se une ao que fora exposto acima e acentua à importância de lograr uma educação com um olhar posto em buscar o melhor.

Palavras-Chave: Vida, Realidade-Radical, Pedagogia, Ethos-Perfeição.

1 Licenciada y Doctoranda en Filosofía en la Universidad Católica Argentina - UCA.

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Introducción

José Ortega y Gasset es un intelectual siempre interesante a tener en cuenta en el espectro ético-político para los latinos. Al pensar sobre el quehacer humano y sus implicancias sociales, establece, como veremos, ciertos conceptos de relevancia que ubican a la persona en un dinamismo abierto al otro y atento al paisaje, a su circunstancia. Lo interesante de destacar es su moral, éthos de perfección, optimista, aristocrática, que debe ser el faro que guie el obrar humano.

Vida: realidad radical

La cuestión de lo social ha despertado y despierta numerosas expresiones y reflexiones a lo largo de la historia del hombre. Lo político, la organización de la convivencia humana signada por la libertad espiritual establece un hito diferencial respecto de otras formas de vida animal. Trataremos en este trabajo de responder a la siguiente pregunta de la mano de José Ortega y Gasset y su planteo de una ética metafísica: ¿toda acción política implica una dimensión y comportamiento ético?

José Ortega y Gasset fue un pensador que ha dejado una gran impronta en la cultura española pues, despertó en el mundo intelectual de su época, la inquietud acerca de la filosofía, la ética, la política, la educación y el papel de las ciencias. El contexto de su pensamiento se debe ubicar en una España olvidada del desarrollo científico-técnico y con grandes turbulencias políticas y sociales. Su ímpetu por el deseo de aprender lo conduce hasta Alemania, meca del saber científico, con el fin de poder contribuir en fortalecer la cultura científica española. Mientras permaneció en Marburgo, su vocación filosófica fue formándose al abrigo de charlas y encuentros con grandes pensadores como Edmund Husserl y Max Scheler, por mencionar algunos.

Si bien en un comienzo, Ortega se sentía fuertemente atraído el modelo de ciencia y pensamiento neokantiano alemán, pronto se desencantará. Habiéndose empapado del neokantismo sintió que el idealismo lo alejaba de la realidad. Lo peculiar en el autor español fue que la ardiente vocación por ayudar a su patria y

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recuperar la cultura se encarnó en él como su propia vida. Ortega anunció el alejamiento de los postulados kantianos y el inicio de las “meditaciones” tendientes a centrar el pensamiento en la búsqueda de una visión integradora de la vida y la cultura. Se va haciendo posible, entonces, la innovación metafísica de Ortega al buscar superar al idealismo desde la vida humana en tanto acontecer y en donde se manifiesta lo real. Dicha innovación, trataba de volver a las cosas mismas, a la vida, poniendo atención al paisaje que comunica un sentido y que el autor denominó “circunstancia”. El filósofo español, influenciado por Husserl y su fenomenología, invoca en “Meditaciones del Quijote” su pensamiento fundacional: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” (ORTEGA y GASSET, I, 1961: 322). Esto quiere decir que el yo y las cosas co-existen como dos esferas recíprocas (dioses gemelos) por lo que en el juego de esta “circunstancia” consideró a “la vida como realidad radical”. La circunstancia es intimidad conmigo mismo, es parte de mi y es necesaria para comprender quién soy. Excluir a la vida de la comprensión del yo fue el error del idealismo. De esta manera, Ortega propone una antropología abierta a la realidad pues nos afecta constitutivamente.

Otro elemento enunciado por el autor español, es que esta vida en coexistencia con la realidad circundante no está terminada sino que debe hacerse, es una “tarea” que los seres humanos debemos ejecutar. El hombre debe realizar esta faena que es vivir determinándose libremente ante distintas opciones que de manera permanente se le aparecen en su horizonte. Entiende al hombre, como un ser libre y necesitado que se encuentra ejecutando la vida que es “quehacer” y en la cual debe descubrir su “misión”, su genuina y auténtica “vocación” en esta realidad llamada “vida”.

En este sentido Ortega, encontró en el poeta Píndaro un nuevo imperativo, y que dió sentido a su postulado de la vida como realidad radical y quehacer. El poeta griego dice: “llega a ser el que eres”. El obrar, el quehacer humano o el éthos en lenguaje orteguiano, se enraiza en el centro mismo de la vida entendida como misión, cumplimiento de metas u objetivos que se quieren alcanzar. Ortega propone un obrar para una vida ascendente, esto equivale a decir, una vida con la mirada puesta en un “ideal” de modo de ser que modifique la vida. Para el pensador español

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la vida humana es moral ya que en el estar viviendo se deben ejecutar las acciones que la modifiquen para mejor, ya que es la realidad en donde todo se enraiza. La propuesta es lanzarse hacia valores altos que perfeccionen la existencia propia y también la de los otros. La imagen de arquero elegida por el autor es la misma que utilizó Aristóteles en su obra “Ética a Nicómaco”: “seamos con nuestras vidas como arqueros que tienen un blanco” (ORTEGA Y GASSET, II, 1961: 127). Estar en camino de alcanzar la perfección es la moral que Ortega presenta de manera entusiasta y esperanzada, optimista por la consecución y logro de una tarea creadora. Es una ética metafísica, porque propone como principio y fundamento la vida misma sin perder de vista el carácter transformador de la acción humana en ella.2

Scheler y Ortega: pedagogía de la ejemplaridad

Como señalamos al comienzo, el pensador español compartió su tiempo estudiantil en Marburgo con grandes autores, uno de ellos fue Max Scheler. Entre las obras que escribió este gran filósofo alemán nos interesa particularmente la titulada “El santo, el genio, el héroe”. En ésta, Scheler expone su pensamiento acerca de la importancia de “modelos”, personas ejemplares, quienes a partir de sus gestos y actos son capaces de modificar su propia vida y también la de su entorno. Nos dice Scheler: “El modelo yace, opera, transforma en la profundidad del alma de cada hombre y de cada grupo humano. La influencia del modelo es más fuerte allí donde el hombre no tiene conciencia clara de cuál es su modelo” (SCHELER, 1931: 26). El modelo opera una transformación en aquellos que lo conocen porque se transparenta un valor que se encarna en el. Max Scheler es el autor que redescubrió el concepto de los “valores” y los ubicó en una escala jerarquía axiológica, estableciendo el siguiente orden de menor a mayor: útiles, agradables, vitales, espirituales y religiosos. El héroe se encuentra en el nivel superior, siendo el santo el que cierra la escala. Así pues, el modelo transforma a partir de su acción

2 Cfr. Rodriguez Huéscar, (2002) “La innovación metafísica de Ortega crítica y superación del

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ejemplificadora la cual desborda de excelencia y apunta a cristalizar uno o más valores. Así dice Scheler:” El modelo siempre es un valor encarnado en una persona…” (SCHELER, 1931: 25). Ortega recogió estos pensamientos de Scheler y definió también a los valores en una obra llamada “Introducción a la Estimativa”. Allí rechazó la postura subjetivista que reduce el valor a lo que agrada, tampoco acepta que sean cosas deseadas o deseables ya que los valores tienen validez antes e independientemente de que se conviertan en fines de nuestro interés. Valorar es reconocer una cualidad valiosa que reside en un objeto. Nos dice: “Los valores son un linaje peculiar de objetos irreales que residen en los objetos reales o cosas” (ORTEGA Y GASSET, VI, 1961: 328). No son cosas, ni reales, ni ideales, son cualidades que están en las cosas. Se estiman, están referidos a objetos que tienen entidad fuera del sujeto que los piensan. ”No son, pues, los valores un don que nuestra subjetividad hace a las cosas, sino una extraña, sutil casta de objetividades que nuestra conciencia encuentra fuera de si como encuentra los árboles y los hombre” (ORRINGER, 1979: 236). Si tenemos presente que lo característico del

héroe, según el autor madrileño, es ser fundador de sí mismo, que centra su acción

creadora en nuevos caminos será pues, quien ejemplifique con su acción la virtud. El

héroe es el paradigma de la virtud, un buscador de valores, el que la encarna en sí,

el que se regala generosamente en su obra y que no busca la recompensa amorosa o la aceptación de los otros. La virtud por excelencia del héroe es la magnanimidad ya que representa la grandeza por lograr elevados fines y por medio de su actuar ayuda a tallar ideales superiores en una comunidad. El magnánimo es quien se propone grandes metas y claro está, acompaña la imagen ejemplar del héroe. El modelo, el héroe como prototipo es un medio que estimula al cuerpo social y logra ejercer cambios sobre la cultura a través del amor y la veneración que provoca ser ejemplo.

Hasta aquí hemos colocado, muy sintéticamente, los fundamentos del pensamiento de José Ortega y Gasset a saber: la vida, como realidad radical, en la cual descubrimos a nuestro yo en referencia a una circunstancia o mundo, el que se nos presenta como quehacer o faena. Ésta es la misión que tenemos, y la desarrollaremos si develamos nuestra auténtica vocación. Ya que la vida es

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ejecutividad, irrumpen en la misma ciertas personalidades o modelos, que de forma ejemplar nos invitan a consolidar una ética metafísica signada por los valores, una acción, un ethos abierto a la superación de falsos idealismos ausentes de la realidad. El héroe es la figura que se atreve a ser plenamente quien ya es y por esto ejemplifica y genera estímulos positivos en la cultura.

José Ortega y Gasset, dijimos en los párrafos anteriores, fue un pensador preocupado por lo social y por esto trabajó muy comprometidamente en lo político. En los siglos XIX y XX su patria pasaba por difíciles momentos políticos y sociales y esto cautivó su actividad intelectual. Si bien el ser humano transita la vida en

soledad, sin embargo, también hay “otros”. Su preocupación se dirigió a tratar de

despertar en sus compatriotas ese ímpetu ardiente por salir del marasmo cultural en que se encontraban. Es por eso, que consideró vital, repensar una “pedagogía de la educación”3 como canal directo y sólido de transmisión de valores cívicos y morales

capaces de transfigurar y modificar ciertas políticas confusas y antiguas. Inicialmente, intentó transmitir el modelo de ciencia alemán, pero luego descubrió la pedagogía del “paisaje español” (MOLINUEVO, 2002: 40) el que consideró como parte necesaria del peregrinar transformador. Así el héroe español que enseña a través de su carácter mítico es el Quijote. La mencionada obra de Ortega “Meditaciones del Quijote” conforma una serie de “salvaciones” meditativas que tienen como fin una lectura reflexiva sobre los ideales por los que lucha el “Caballero Andante”. Ortega quiere penetrar el quijotismo del libro, busca leerlo desde dentro. El libro entero es una pedagogía de acción, donde a través de los diálogos buscó salir de la vulgaridad, hacia la mansa y suave disciplina que educa y conquista un ideal. El filósofo español valora su férrea voluntad, es un héroe por su superabundancia de voluntad espiritual, de concentración, perseverancia, seguridad frente a la vida de los impulsos. El héroe es un hombre de voluntad, en el Quijote se presenta el espíritu de conquista y de combate por conseguir los ideales soñados. Por ello es un “ejemplar” a seguir, a dejarse contagiar por su virtud de

3 Cfr. Aras, Roberto (2008), El Mito de Ortega, Navarra: Eunsa, p.91.” La educación es el disparador

esencial hacia el futuro de una sociedad y ella es la encargada de establecer, casi atmosféricamente, el conjunto de recursos psicovitales que se irán precisando luego en el trato con las cosas. Con ese fin, la educación acerca al niño un inventario de modelos que serán el cauce de su salida al mundo”.

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magnanimidad sin esperar nada a cambio. Lo propio de su personalidad es ser capaz de dirigir todos sus actos en vistas a conseguir objetivos remotos con una voluntad inquebrantable. Los héroes no se contentan con su destino, sino que se lanzan a cultivar virtudes que los ayuden a conseguir ese ideal que les quema el corazón y los obliga a cumplir con su auténtica misión, llegar a ser quien eres. La ejemplaridad del héroe no está en el ideal que se busca sino en los intentos por lograrlo. Aventurarse, la “voluntad de aventura”4 es una característica esencial del

héroe. Así el héroe se convierte en pedagogo. Enseña, conduce y entusiasma, despierta amor a ser como él sin miramientos en los sacrificios que conllevan los ideales que se propone, no es una mímica simple y vacía. La moral de perfección encarnada en la figura pedagógica del héroe es la que se aventura hacia el poder ser, ilusionado en el futuro dejando de lado todo pesimismo.

Para el autor español la educación de la sociedad fue el elemento germinal en todo proyecto de cambio. En este contexto, la reflexión de lo social y sus dinamismos lo llevó a describir la íntima relación entre los distintos estamentos que aparecen en un todo social. La sociedad surge cuando se da una convivencia; vivir es convivir con otros que también son parte de mi mundo, mi circunstancia. Nos necesitamos para algo, la convivencia deja ver la finalidad de lo social. Por eso, buscaba la transformación de la sociedad y lo comenzó a hacer a través de colaboraciones en diarios, conferencias y artículos. Propagar el ideal de una sociedad cultivada en la búsqueda de nuevos ideales era fundamental. Ahora bien, revisemos algunos condimentos del cuerpo social. La experiencia nos demuestra que en todo grupo humano y también animal, aparecen ciertos individuos que atraen al resto por alguna cualidad o atracción que lo enaltece. Nos lo dice el filósofo español: “La superioridad, la excelencia de cierto individuo produce en otros, automáticamente, un impulso de adhesión, de secuacidad” (ORTEGA Y GASSET, II, 1961: 355). En opinión de algunos autores como Hernández Rubio: “Se puede decir, pues, que el hecho primario, originario de lo social es la organización en directores y dirigidos de un montón humano, lo cual supone en unos cierta capacidad de dirigir y en otros cierta facilidad para dejarse dirigir” (HERNANDÉZ RUBIO, 1956: 69). De

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esta manera, la convivencia y la dinámica entre dirigentes y dirigidos está presente en todas las sociedades. En este sentido, es imperativa la importancia que reviste la conformación de dirigentes políticos atravesados por el ideal del héroe y de un

éthos5 que transforme la vida en pos de grandes empresas selladas con el sello de

las virtudes. Ética y política se entrecruzan de forma vital, ya que el individuo constituye sociedades y en ese ámbito actúa y realiza sus actos humanos. Siguiendo a Ortega y a su ética metafísica, la vida misma es quehacer, y es en ese escenario donde se juega el actuar moral, que nos lo propone como aristocrático, de perfección, de elevación. Nos dice el autor español en “Meditaciones del Quijote”: “Por tanto, será inmoral toda moral que no impere entre sus deberes el deber primario de hallarnos dispuestos constantemente a la reforma, corrección y aumento del ideal ético.” (ORTEGA Y GASSET, I, 1961: 316).

Ethos orteguiano: una moral de perfección

Desde este puerto ponemos atención en lo que Ortega explicó en su obra “España Invertebrada” el “mecanismo de docilidad-ejemplaridad” eje de su postura política, el que consideró como un dinamismo social que surge de manera necesaria entre los miembros. Leamos al filósofo madrileño: “El hecho básico de toda sociedad y el agente de su evolución hacia el bien como hacia el mal es la acción recíproca entre masa y minoría selecta” (ORTEGA Y GASSET, III, 1961: 94). Indefectiblemente, según el autor, en un grupo humano existe la “minoría” o aquellos que conducen los destinos de lo social, y la “mayoría” o “masa” que necesitan de los dirigentes. Se forja, pues una relación dinámica entre minorías directoras que es de esperar que ejercerán su ejemplaridad y el resto, las masas, las cuales de forma dócil se dejarán cautivar y conducir por las primeras, ya que dicha minoría rectora se presenta como verdadero arquetipo de ejemplaridad y por eso ejerce una influencia silenciosa y secreta, profunda y que no se rige por reglas morales abstractas. El

5 Cfr. Molinuevo, José Luis (2002) “Para leer a Ortega”, Madrid: Alianza, p. 49: Es una idea y no un

concepto, pues se refiere no a algo que existe, sino que debe existir. Y, por tanto, es un ideal. Pero se trata no de algo vago, sino de aquello que pueda contribuir a la mejora material y espiritual de la sociedad.

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“éthos” orteguiano es una búsqueda de transformación vital no es una mera

reflexión moral. Ortega planteó que su moral de perfección, de superación es para

todos, cada cual en el ámbito en que se desempeña en el todo social. Pero es naturalmente imprescindible en aquellos que conducen o que ostentan cargos políticos. Resumiendo: en el “mecanismo de ejemplaridad-docilidad “Ortega, entiendo influenciado por Max Scheler, considera a la figura del modelo como central en el dinamismo social. Éste, en su opinión, será capaz de transformar a un grupo social, pues influye de tal manera que su carisma, sus virtudes despiertan amor por él y deseo de seguirlo e imitarlo, no de manera superficial sino desde una perspectiva transformadora y optimista que sea sinónimo de perfeccionamiento. Nos dice Ortega:

(…) en última instancia como la unidad dinámica espiritual que forman un ejemplar y sus dóciles. Esto indica que la sociedad es ya de suyo y nativamente un aparato de perfeccionamiento. Sentirse dócil a otro lleva a convivir con él y simultáneamente, a vivir como él; por tanto, mejorar en el sentido del modelo. El impulso de entrenamiento hacia ciertos modelos que quede vivo en una sociedad será lo que tenga verdaderamente de tal (ORTEGA Y GASSET, III, 1961: 106).

Conclusión

Hemos tratado de exponer brevemente algunos temas centrales del pensamiento de Ortega y Gasset. El yo y su paisaje o circunstancia, impacta de lleno en una realidad que es en la que vivimos y en ella debemos desarrollarnos, o en lenguaje orteguiano entender la vida como la realidad radical donde todo se enraiza y que nos interpela como quehacer. Esta reflexión es desde donde se piensa la acción humana como ética. Se trata de una metafísica de la vida humana en cuanto que se manifiesta y nos llama a cumplir con una misión vital que debe buscar obrar en el sentido de la superación, de la búsqueda del ideal de perfección proyectada por ciertas personalidades. Para Ortega la vida es tensión entre la realidad y el ideal a realizar. Por esto el hombre es el arquero de sí mismo, porque debe lanzar su propia vida a un ideal. Y así puede ser recuperada la ética como

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éthos, como una disciplina deportiva que enseña estar en forma para el logro de los

ideales. La moral orteguiana es una moral abierta al quehacer, no es reflexión. Busca y desea corregir alternativas que le permitan avanzar en los ideales. Por ello, que la vertebración de la vida social y política tiene que ver con proyectos que contemplen ideales de perfección. Nos dice Ortega:

Por tanto, será inmoral toda moral que no impere entre sus deberes el deber primario de hallarnos dispuestos constantemente a la reforma, corrección y aumento del ideal ético. Toda ética que ordene la reclusión perpetua de nuestro albedrío dentro de un sistema cerrado de valoraciones es ipso

facto perversa.” (I, 1961: 316)

Ahora bien nos preguntábamos al comienzo de nuestro trabajo: ¿toda acción política implica una dimensión y comportamiento ético? En definitiva, la vida humana es moral ya que en este estar viviendo como acontecimiento debemos ejecutar acciones que perfeccionen nuestra existencia. Vivir en sociedad demanda una vida ética, no sólo como reflexión sino como acción. La invitación es de excelencia, de búsqueda de ser mejor, de ser aristócratas en el lugar donde se desarrolle nuestra vida.6 La ética de la ejemplaridad orteguiana, su tesis “mecanismo de

ejemplaridad-docilidad” impacta de lleno en el comportamiento de un grupo social, de manera

negativa o positiva. No es exclusiva de los que ejercen cargos públicos, el hombre es el que ejecuta actos morales. El hombre es un animal político de lo que se sigue que toda acción social y política implica un comportamiento ético. Pero los personajes ejemplares tienen verdadera injerencia en la conformación de un grupo social pues se condensa en ellos un ingrediente carismático que atrae psíquicamente a los demás como una especie de gravitación espiritual que arrastra a los dóciles en pos de un modelo.7 Por lo que las minorías conductoras deben

transmitir un éthos o una moral de perfección para consolidar aristocracias genuinas. Los cambios son posibles en la medida en que la pedagogía social se oriente a que

6 Cfr. San Martín, Javier (2000). “La ética de Ortega: nuevas perspectivas”, Rev. De Estudios

orteguianos N° 1, Madrid, pp. 149-158.

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las relaciones creadoras busquen la superación, a partir del ideal, entre los miembros de una sociedad y más aún, de una nación.

Referencias

ARAS, Roberto. (2008) El Mito de Ortega, Navarra: Eunsa.

HERNÁNDEZ RUBIO, José. (1956). Sociología y Política en Ortega y Gasset, Barcelona: Ed. Bosch.

MOLINUEVO, José Luis. (2002). Para leer a Ortega, Madrid: Alianza Editorial.

ORTEGA Y GASSET, José. (1961). El Espectador, Obras Completas, Madrid: Revista de Occidente.

ORTEGA Y GASSET, José. (1961). España Invertebrada, Obras Completas, Madrid: Revista de Occidente.

ORTEGA Y GASSET, José. (1961), Introducción a la Estimativa, Obras Completas, Madrid: Revista de Occidente.

ORTEGA Y GASSET, José. (1961) Meditaciones del Quijote, Obras Completas, Madrid: Revista de Occidente.

ORTEGA Y GASSET, José. (1961) No ser hombre ejemplar, Obras Completas, Madrid: Revista de Occidente.

ORRINGER, Nelson. (1979) Ortega y sus fuentes germánicas, Madrid: Gredos. RODRIGUEZ HUÉSCAR, Antonio. (2002) La innovación metafísica de Ortega

crítica y superación del idealismo, Madrid: Ed. Biblioteca Nueva.

SAN MARTÍN, Javier. (2000). La ética de Ortega: nuevas perspectivas, in: Rev. De

Estudios orteguianos N° 1, Madrid.

SCHELER, Max. (1931). El santo, el genio, el héroe, Buenos Aires: Ed. Nova. CEREZO GALÁN, Pedro. (1984). La voluntad de aventura, Barcelona: Ariel.

Referências

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