M
ENSAJE
INDEXED
DEL DIRECTOR
A
PORTES DE LA SALUD AL DESARROLLO
Completando el circuito de las reflexiones que inicié en esta página hace unos meses, llamo de nuevo la atención hacia el momento decisivo que vivimos, haciendo hincapié una vez más en la vinculación indivisible entre la salud y el desarrollo a que aspiramos. Me parece incuestionable que en un mundo civilizado el ser humano tiene el derecho a que su vida se proteja y se respete; que, por ley natural, la salud es una necesidad inherente a la vida; y que de ella depende no solo la capacidad básica de existir, sino la realización de los fines de la existencia. Estas consideraciones, que podrían llamarse éticas o de conciencia, representan también razones prácticas muy poderosas que ningtín país de la Región puede soslayar si desea un desarrollo verdadero.
La contribución primordial de la salud al desarrollo necesario es conformar su finalidad: el bienestar y la equidad. En consecuencia, el desarrollo que requieren nuestros países no puede ser el resultado de consideraciones exclusivamente economistas, por justificadas que sean. No puede nacer si no es con la participación de todos, incluso en la definición de sus características básicas y de las políticas para realizarlas, y el sector de la salud debe ser capaz de asumir la responsabilidad que en ello le corresponde.
La salud es un componente sustancial de la productividad laboral y puede aportar significativamente a la producción, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. Es, además, un factor de importancia considerable al establecer las formas de producción y la calidad de los productos, ya que la aplicación de normas y estándares suele obedecer a razones sanitarias, especialmente para facilitar el comercio internacional y proteger el ambiente y la salud individual.
Como valor, la salud es altamente consensual. Constituye un poderoso instrumento para promover el entendimiento y la participación: un puente para la paz. Su contribución al fortalecimiento y la expresión de la democracia y de la cooperación e integración regionales puede ser excepcional.
La salud está íntimamente vinculada a las condiciones que sustentan el desarrollo, como ramo de aplicación y oportunidades para la ciencia y la técnica; como objeto y estimulo del avance de las instituciones y el estado de derecho; como referencia principal y agente en la conservación y el uso racional del medio ambiente; como instrumento y fin de la renovación de la cultura; como factor indispensable y área de
utilización de los recursos humanos; y como campo de responsabilidad directa del Estado i2 renovado con la participación de todos.
En suma, la contribución de la salud al desarrollo es extensa e imprescindible. s Los países son conjuntos de seres humanos y los fines de la existencia individual se aúnan e inevitablemente en la conciencia común que forja el destino de una nación y de la propia .-2 s
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humanidad. La salud de los pueblos es, pues,
una condición que conduce al cumplimiento de s los requisitos y fines del desarrollo, y la 3 prioridad que se le otorgue se ha de reflejar
ineludiblemente en las posibilidades y