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PENSAMIENTO MEDIEVAL

CARACTERES DEL CRISTIANISMO

 El cristianismo es primariamente una religión (tanto un modo de vida como un medio de salvación), y no una filosofía en el sentido griego de la palabra (búsqueda racional de la verdad). Es el progresivo encuentro entre cristianismo y filosofía (griega), lo que va a dar lugar a la formación de una filosofía específicamente cristiana, que dominará el panorama filosófico occidental durante toda la Edad Media.

 Para el cristianismo, existe una Verdad absoluta, que ha sido revelada por Dios a los hombres, los cuales por tanto necesitan la fe para poder conocerla. Frente al carácter puramente natural y racional del hombre (sostenido por la filosofía griega), el cristianismo defiende pues la necesidad de la fe, que es un don divino (la gracia) de carácter sobre-natural y extra-racional.

 Monoteísmo: existe un Dios único, eterno, transcendente, sumamente perfecto, creador, providente y omnipotente.

 El mundo es creado por Dios a partir de la nada; es pues “temporal” y “contingente” (frente a las ideas griegas de eternidad de la materia y existencia de un orden necesario en la naturaleza).  La temporalidad del mundo es el fundamento de la importancia que va a adquirir la historia;

además, el hecho de que Dios se manifieste al encarnarse como hombre, marcará un “antes” y un “después” decisivos, que harán que la historia humana tenga un valor y un sentido. (Concepción lineal del tiempo, es decir, el tiempo como “historia”, frente a la imagen griega de un tiempo cíclico y la consiguiente intranscendencia de la historia humana).

 El alma humana es un principio espiritual e inmortal, creado por Dios a imagen suya (de ahí el carácter excepcional del hombre en el conjunto del universo, su “sobrenaturalidad”). Por otra parte, la contingencia del mundo fundamenta la existencia de la libertad humana, idea que es inseparable de un problema que ha sido acuciante en toda la historia del cristianismo: el de la existencia del mal.

 La felicidad sólo es posible en la vida eterna (como recompensa). En la ética cristiana, adquieren gran importancia ideas como las de “culpa”, “pecado” y “salvación” (extrañas para la ética griega), y cobra un mayor peso el voluntarismo en la conducta humana (frente al intelectualismo griego).

Panorama cronológico de la filosofía medieval

1.- Antecedentes.

 El “Neoplatonismo” (Plotino, siglo III d.C.), interpretación de la filosofía platónica tendente al misticismo, y que prevaleció en la época del Imperio Romano.

 Los “Padres de la Iglesia” (la llamada “Patrística”, s.IV-V), entre los que destaca San Agustín, que trataron de explicar los contenidos de la fe cristiana utilizando para ello conceptos tomados de la filosofía (principalmente neoplatónica). Su influencia será la

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dominante en los siglos posteriores, hasta el redescubrimiento de Aristóteles a partir de los siglos XII-XIII.

 Entre los siglos VI y IX se produce la decadencia de la Patrística, en una época de escasa producción filosófica en la cultura occidental.(Pseudo Dionisio, Boecio).

2.- La “Escolástica” (nombre con el que se conoce a la filosofía medieval propiamente dicha, que se desarrolla entre los siglos IX y XIV):

 Cierto florecimiento cultural en la época del llamado “Renacimiento Carolingio” (s.IX). Juan Scoto Eriúgena.

 Nueva crisis, y penuria cultural y filosófica, en torno al s.X.

 En los siglos XI y XII, época de formación del pensamiento escolástico, destacan las figuras de San Anselmo y Pedro Abelardo.

 El siglo XIII es el de máximo desarrollo de la Escolástica. Si hasta entonces el pensamiento cristiano se había ido formando con conceptos tomados principalmente de la tradición filosófica derivada del platonismo, a partir de aquí será la filosofía de Aristóteles la principal herramienta filosófica utilizada para la expresión de la fe cristiana. En esta labor de aproximación entre cristianismo y aristotelismo, la figura clave es la de Santo Tomás de Aquino. (Otros pensadores: San Buenaventura, San Alberto Magno, Duns Scoto).

 Y el siglo XIV es el de la crisis del pensamiento escolástico medieval, y de toda la concepción del mundo heredada de la Antigüedad (en parte por el empuje de las nuevas ideas que poco a poco se irán abriendo paso, y que llevarán a la Edad Moderna). En esta época, la tendencia filosófica principal es -junto a la continuación del “tomismo”- el “nominalismo”, cuyo cultivador más destacado es Guillermo de Ockham.

Principales problemas de la Escolástica

1. - El hecho de que la filosofía griega y el cristianismo procedan de tradiciones culturales diferentes, pero que han entrado históricamente en relación, hace que el análisis de las relaciones entre la razón y la fe (o entre la filosofía y la teología), sea ineludible para toda filosofía de inspiración cristiana.

2. Otro problema central, entrelazado con el anterior, es el de la demostración de la existencia de Dios (¿se puede demostrar racionalmente una cuestión de fe, como es la afirmación de que Dios existe?).

3. El llamado “problema de los universales”: ¿en qué se basan los conceptos universales?, es decir, ¿cuál es el fundamento del conocimiento humano?

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San Agustín (siglo V)

Es el más destacado de los “Padres de la Iglesia” (la “Patrística”), que trataron de expresar los contenidos de la fe cristiana mediante conceptos tomados en lo principal de la filosofía neoplatónica. Su interpretación platonizante del cristianismo será la dominante en los siglos posteriores (hasta el “redescubrimiento” de Aristóteles en los siglos XII-XIII).

Señalaremos únicamente tres cuestiones, que servirán para ilustrar el “agustinismo” medieval:

1. Insuficiencia de la razón humana: para alcanzar la sabiduría, la razón precisa de la iluminación divina que proporciona la fe. (De ahí se derivará una cierta confusión entre razón y fe, cuya expresión más clara será el “credo ut intelligam” -“creo para comprender”- de San Anselmo -s.XI-).

2. Concepción del hombre marcadamente dualista: la profunda separación entre cuerpo y alma se traduce en la tensión entre el pecado (o la carne) y la gracia. (Tal es también el dramatismo de la libertad humana, en cuanto inseparable de la existencia del mal).

3. Interpretación teológica de la historia: la historia humana es la de la lucha entre dos “Ciudades”, la “Ciudad de Dios” y la “Ciudad terrenal”, encarnadas respectivamente por la Iglesia (poder espiritual, eterno) y el Imperio (poder temporal, efímero). De ahí que el poder político deba subordinarse a la autoridad de la Iglesia (lo que estará en la base de las múltiples disputas medievales entre el papado y los distintos reyes o emperadores).

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SANTO TOMÁS DE AQUINO (s. XIII)

Contexto socio-político de los siglos XII-XIII: tránsito del feudalismo a la monarquía; centralización política; nacimiento de las ciudades; surgimiento de la burguesía.

En el plano filosófico, no hay que perder de vista el hecho de que entre los siglos XII y XIII, por el contacto entre la cultura cristiana y la musulmana, el pensamiento cristiano empieza a asumir la filosofía de Aristóteles, y que Santo Tomás es el principal artífice de esa síntesis de aristotelismo y cristianismo (lo que supone, dentro del pensamiento cristiano medieval, una tendencia diferente respecto del agustinismo de raíces platónicas, que había sido dominante en los siglos anteriores).

Metafísica tomista: La interpretación tomista de la realidad asume en lo principal la filosofía aristotélica de la naturaleza (la composición materia/forma de las sustancias naturales, la teoría del acto y la potencia como explicación del movimiento, la teoría de las cuatro causas y su visión teleológica de la naturaleza) y, junto a ella, introduce una nueva distinción, entre la “ esencia” (que designa el “ser” de algo, o “lo que algo es”, entendido como la forma que determina a una materia, es decir, el compuesto hilemórfico) y la “existencia” (o “acto de ser”, es decir, el hecho de que una esencia sea algo real; sea una esencia actual y, por lo tanto, “existente”). La esencia ya no se identifica pues con la forma (como en Aristóteles), sino que incluye también a la materia en cuanto “principio de individuación”.

De tal par de conceptos, se deriva una jerarquía de distintos “modos de ser”: Dios como ser necesario, los seres creados como seres contingentes, y el orden de la esencia como el de una pura posibilidad conceptual. La consecuencia más relevante de este planteamiento consiste en que la idea de “esencia”, que en el pensamiento griego (tanto en la Idea platónica como en la sustancia aristotélica) designaba siempre algo real -máximamente real, sustancialmente real-, pasa ahora a designar un puro concepto, en el cual se da una pura “posibilidad “ de ser, con lo cual se disocia respecto del orden de la existencia real. (La esencia –de los seres creados– no implica la existencia; pero ¿cómo si incluye a la materia individuada?).

Con ello se prepara el camino para el carácter idealista/subjetivista con el que nacerá, con el racionalismo de Descartes, la filosofía moderna: el fundamento de la verdad pasará a ser buscado en las ideas en cuanto entidades subjetivas o contenidos mentales.

Por lo demás, dicha jerarquía ontológica está al servicio de la distinción entre Dios y sus criaturas, subrayando la necesidad de aquel frente a la contingencia de éstas (mientras que, para la filosofía griega, la idea de necesidad afectaba a todo el orden de la physis, y no tenía sentido plantear la idea de que algo esencial no exista necesariamente). Por el contrario, para la concepción judeo-cristiana de la creación libre y voluntaria del mundo por Dios, el mundo podría por ello no existir, por lo que su esencia es distinta de su existencia.

La exclusividad de Dios como único Ser necesario dará lugar por su parte al problema de cuáles sean las limitaciones del poder de Dios: habida cuenta de que, en principio, la omnipotencia divina excluye todo límite, ¿puede entonces entrar en contradicción con el orden constatable en la naturaleza?; ¿puede Dios decidir voluntariamente un orden distinto al existente de hecho?; pero si no lo es, ¿hasta qué punto es entonces el mundo auténticamente contingente?. (Es decir: ¿cómo compaginar

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el orden del mundo con el poder de Dios?). Este problema será determinante en las discusiones con los nominalistas en el siglo XIV.

Razón y fe: Santo Tomás es el primer filósofo medieval que sostiene una clara distinción entre la razón y la fe, así como entre la filosofía y la teología. Pero su postura debe verse en el contexto de las distintas soluciones del problema “razón/fe” que se dieron en el siglo XIII:

 Según la postura sostenida por la tradición agustiniana (resumida en el “credo ut intelligam” de San Anselmo), la razón humana sólo puede alcanzar la verdad a la luz de la fe (de ahí que la filosofía hubiese sido considerada como “esclava de la teología”, y el poder político un mero “brazo secular” de la Iglesia).

 Pero la recuperación del aristotelismo en el siglo XIII, en la medida en que cuestionaba dogmas centrales del cristianismo, como la creación del mundo o la inmortalidad del alma, agudizó el problema de las relaciones entre la fe y la razón, ante el cual surgieron dos nuevos planteamientos: uno de ellos es la llamada “teoría de la doble verdad” (sostenida por los “averroístas”), según la que existiría una verdad revelada y una verdad filosófica, pudiendo sin embargo ambas no coincidir.

 Y, finalmente, la postura tomista consiste en una explícita distinción de la razón y la fe como dos fuentes de conocimiento que deben conciliarse, con el mismo objetivo de una verdad única. La razón tiene un funcionamiento autónomo dentro del mundo material, y la fe alcanza verdades inaccesibles a la razón, existiendo además ciertas verdades de fe que sí pueden ser conocidas racionalmente. Lo importante es que ambas son independientes pero no deben entrar en conflicto, sino colaborar entre sí. (Esa colaboración se plasma en la elaboración de una “teología racional”, que contiene los llamados “Preámbulos de la fe”; por el contrario, las verdades puramente de fe constituyen los llamados “Artúculos de la fe”, de los que se ocupa la “teología sagrada”).

La demostración de la existencia de Dios: La existencia de Dios es para Santo Tomás una de esas verdades de fe que también pueden ser conocidas racionalmente, de ahí que deba haber al respecto una demostración. En el pensamiento medieval, ha habido dos líneas principales de demostración:

 Los pensadores de tendencia agustiniana presuponían la presencia en el alma de una idea innata de Dios, una imagen suya impresa en el alma que nos revelaría la necesidad de su existencia real. En esta línea, la prueba más elaborada es el llamado “ argumento ontológico”, de San Anselmo (s.XI). San Anselmo pretendía que la existencia de Dios se derivaba de la idea misma de Dios que todo el mundo poseía, ya que si la idea de Dios es la idea de un ser sumamente perfecto, la existencia real sería algo de lo que no podría carecer. Por depender sólo de la idea o concepto de Dios, de la cual deriva la existencia como una conclusión, es considerado un argumento a priori.

 Santo Tomás rechazó la validez del argumento ontológico (para la crítica del mismo, ver el TEXTO de la Suma Teológica, I, cuestión 2, artículo 1). Aunque Dios es el ser necesario, por cuanto en él coinciden esencia y existencia (o sea, su esencia es existir), la limitación del conocimiento humano impide acceder a priori a la esencia de Dios. Por tanto,

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racionalmente, el hombre sólo puede saber que Dios existe si toma como punto de partida su propia experiencia sensible, en la que Dios se manifiesta, y trata de remontarse desde los efectos de esa manifestación de Dios hacia su causa, que es Dios mismo. Santo Tomás elabora así las llamadas “cinco vías”, que son cinco argumentos que comparten una misma estructura: a partir de un hecho de experiencia, remontarse hacia su causa, y, dada la imposibilidad de una serie infinita -principio éste determinado por su aristotelismo-, concluir en la necesidad de un primer término de la serie, que es Dios. Es pues una demostración que concluye en la existencia de Dios partiendo de la experiencia, y es, por tanto, a posteriori. En suma: para el tomismo, Dios, que es infinito y suprasensible, sólo puede ser conocido mediante sus efectos finitos y sensibles, es decir, basándose en los hechos y relaciones causales que se dan en la naturaleza. A partir de cómo es el mundo, se deduce la necesidad de que Dios exista. (Sobre las “cinco vías”, ver el TEXTO de la Suma Teológica, I, cuestión 2, artículo 3).

El problema de los universales: Así como los objetos que se nos presentan a los sentidos son siempre individuales y particulares, los conceptos con que pensamos esos mismos objetos, en la medida en que se atribuyen a una multiplicidad de ellos, son “universales”. El problema aquí planteado, y largamente discutido en la filosofía medieval, es el siguiente: ¿qué tipo de realidad poseen tales “universales”?, ¿existen por sí mismos, o sólo en la inteligencia humana?, ¿se pueden separar de los objetos particulares a los que se atribuyen, o forman parte de ellos? (Hay que hacer notar que este problema es el que más directamente vincula al pensamiento medieval con la filosofía griega, pues la relación entre “lo universal” y “lo particular” está ya planteada tanto en la “Idea” platónica como en la “forma” de Aristóteles; es, en resumidas cuentas, el problema de cuál sea el fundamento del conocimiento humano, o cómo explicar su constitución -o, dicho en otros términos: qué relación existe entre el pensamiento, que utiliza “universales”, y la realidad, que es siempre particular-). Siguiendo las distintas tendencias de la filosofía medieval, el problema de los universales recibió distintos enfoques:

 Hasta el siglo XII predomina el “realismo”, así llamado porque sus defensores sostenían que el “universal” posee existencia real; es decir, los universales existen con anterioridad a las cosas particulares (“ante rem”), y son por tanto separables de ellas. (Es clara la raíz platónica de esta postura, que fue mantenida por los pensadores de la tradición agustiniana).

 La postura opuesta es la del “nominalismo”, que aunque fue inicialmente planteada ya desde los siglos XI-XII, no alcanzará una formulación definitiva hasta el s.XIV. Para los nominalistas, todo lo que existe es siempre una realidad individual, por lo que no existe como tal ninguna realidad universal. Los universales existen en la mente, como signos de la realidad a la que representan -diríamos que existen en la medida en que existe el lenguaje. Son pues simples palabras, o nombres de las cosas, cuya existencia es posterior a la de los individuos (“post rem”).

 Y, en el s. XIII, Santo Tomás adopta una postura intermedia, que ha sido denominada “realismo moderado”. Según ella, los universales no son realidades que subsistan aparte de los individuos, pero tampoco simples palabras que se limiten a “nombrar” a las cosas; son realidades objetivas por cuanto se fundan en las cosas mismas (“in re”), aunque su realidad universal sólo se forma en la mente en la medida en que ésta conoce las cosas. Lo universal

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existe, pero en lo particular, como una construcción mental elaborada a partir de lo particular, y que además es el instrumento para poder conocer la realidad particular -y, por lo tanto, no existe como algo independiente, es decir, no es separable de las cosas particulares a partir de las cuales se forma-. (Esta postura, por lo demás, no difiere de lo que era ya la teoría aristotélica del conocimiento: la inteligencia conoce lo universal, pero como resultado de una “abstracción” operada a partir de lo particular que captamos con los sentidos. Se trata de una epistemología que se opone a las inclinaciones platónicas de la teoría de la iluminación divina).

Otros conceptos relevantes en el pensamiento tomista: la ley divina como ley suprema, cuya encarnación en el mundo material creado por Dios da origen a la ley natural, existiendo además las distintas leyes positivas, que son las leyes humanas, cuyo criterio principal de justicia consiste en el respeto de la “ley natural” y, por tanto, de la “ley divina”.

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SIGLO XIV

Junto a la continuación del tomismo, la principal tendencia filosófica del siglo XIV es el nominalismo, cuyo principal representante es Guillermo de Ockham. Sus ideas básicas son:

 Postura nominalista en cuanto al problema de los universales, basada en una teoría de la “suppositio” (los universales son signos lingüísticos naturales que sustituyen a los individuos en las proposiciones); lo que, unido a la aplicación del llamado “principio de economía”, conlleva un rechazo de la especulación metafísica característica de la Escolástica, y la defensa de que lo único que existe, además de Dios, son las realidades individuales y concretas.

 Defensa de la omnipotencia divina, considerada inseparable de una total contingencia del orden del mundo (lo que implica la imposibilidad de deducir dicho orden a partir de un supuesto ámbito de esencias y, por tanto, plantea la necesidad de la investigación empírica -idea importante de cara a la constitución de la nueva ciencia, que empieza ya a anunciarse-).  Escisión definitiva entre la razón y la fe (lo que contribuirá tanto a la afirmación de la

autonomía de la razón como a la emancipación del poder político).

 Dada tal escisión, la cuestión de la existencia de Dios pasa a ser del ámbito exclusivo de la fe y, por tanto, no demostrable racionalmente.

 La negación de los universales implicará también la negación de una naturaleza humana que sirva de fundamento a las normas morales: no hay un criterio racional acerca de lo bueno y lo malo (anti-intelectualismo), sino que dependen exclusivamente de la voluntad de Dios (pues éste, que no está sometido a la necesidad física, tampoco puede estarlo a la necesidad moral). Se trata de un voluntarismo moral, en la medida en que compete a la voluntad humana la aceptación de la voluntad de Dios.

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 Ver un cuadro comparativo general de las principales tendencias del pensamiento medieval (Principalmente agustinismo y tomismo, y una breve referencia a averroísmo y nominalismo).

TEXTOS:

Suma Teológica, Iª, cuestión 2, arts. 1-3.

 art. 1.- “Si la existencia de Dios es verdad de evidencia inmediata” (destacar la crítica del argumento ontológico).

 art. 2.- “Si se puede demostrar la existencia de Dios”.  art. 3.- “Si Dios existe” (las cinco vías).

CUESTIONES TEÓRICAS:

 La recepción de Aristóteles en la Edad Media: Tomás de Aquino.  La relación entre razón y fe en la Edad Media: Tomás de Aquino.  Cristianismo y Filosofía: la solución tomista.

 El problema de los Universales: el “realismo moderado” en Tomás de Aquino.

 Textos: 1- ST, Iª, c.2, art.1 (proposiciones evidentes en sí mismas y evidentes para nosotros).

2- ST, Iª, c.2, art.1 (la proposición “Dios existe”). 3- ST, Iª, c.2, art 3 (primera vía).

Referências

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