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(1)UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO “FACULTAD DE PSICOLOGÍA”. EL TRABAJO DEL “PSICÓLOGO” EN LAS CÁRCELES DE MÉXICO ENTRE LAS DÉCADAS DE LOS 20’S A LOS 50’S.. Manzanilla Saavedra Lorena (1) Nieto Castañeda Georgina (2) (1)princesa.de.oro@hotmail.com y (2) georginanieto@hotmail.com. 28/NOV/2008. Descripción histórica de la labor relacionada a la salud mental en las cárceles de México. Se dan ejemplos de los serios problemas en las cárceles en aquella época, derivados de la mala organización del personal que laboraba en las mismas y de la falta de presupuesto. Dichos problemas, desde entonces, provocaron una sobrepoblación en todas las cárceles y penales del país; otro inconveniente que conllevó esta problemática fue la de rehabilitar a los presos que tuvieran la posibilidad de hacerlo. Estos problemas se relacionaban profundamente a los problemas asociados a los códigos legales, que en aquel tiempo no contemplaban de manera clara cómo debía aplicarse la ley en el caso 1  de supuesta enfermedad mental, en los infractores de la ley de la época.  .

(2) INTRODUCCIÓN. La labor de los psicólogos de principios del siglo XX era ausente dentro de todas las cárceles mexicanas, pues gran parte de dicha labor era en realidad llevada acabo por médicos generales y psiquiatras. Para ahondar más en el tema, hemos dividido esta investigación en tres secciones: (1) Lo que se esperaba de los psicólogos en las cárceles y su aparente poca importancia ante la labor del psiquiatra, todo según los códigos penales de la época; (2) El tipo de estudios mentales y de personalidad en las cárceles y (3) Algunos casos que ejemplifican la labor de los profesionistas de la salud mental en las cárceles, entre otros presentamos el caso de Gregorio Cárdenas (“El Goyo” el estrangulador de mujeres).. HISTORIA DE LAS CÁRCELES, CODIGOS PENALES PSIQUIÁTRICO- PSICOLÓGICO.. Y. EL TRABAJO. El Primer Congreso Nacional Penitenciario, fue celebrado en la ciudad de México en la fecha de del 24 de noviembre al 3 de Diciembre de 1932. En dicho se presentaron algunos trabajos que fueron de gran relevancia en su momento. Uno de los ponentes, que presentó su trabajo en este congreso fue el Lic. Ramón Prida. Su trabajo se tituló ¿Cómo debe escogerse el perdón al de funcionarios y empleados de la penitenciaría y cárceles, atentas las ideas modernas sobre privativas de libertad? En la exposición de el Lic. Ramón Prida la idea central se puede sintetizar en la cita que el autor hizo de M. A. Guilbert (entonces director de la prisión parisiense de la “Santé”): “el estudio científico del estado físico, moral e intelectual del delincuente, que es la base de esta concepción, no puede hacerse eficazmente por especialistas encargados de esta misión, sin la colaboración de los especialistas encargados sin la colaboración ilustrada del personal penitenciario en todas sus categorías. Es indispensable, por lo tanto, que ese personal tenga, además de los conocimientos administrativos, nociones más o menos extensas de la ciencia penitenciaria y de las ciencias conexas”. En otras palabras, de el mismo Lic. Prida (1932) la propuesta de su trabajo fue la siguiente: “es por lo tanto, indispensable que al frente de las cárceles y penitenciarias, estén individuos que tengan conciencia plena de la misión que van a llenar, y que para ello, que tengan los conocimientos indispensables en criminología, penología y biología que deben impartirse en escuelas especiales, 2   .

(3) sobre el modelo de la escuela de aplicación jurídico- criminal fundada en Italia por el ilustre Enrico Ferri”. Con su trabajo, el Lic. Prida (1932), sugirió un modelo de cárcel o de forma más precisa de el personal que debía integrarla: “Al lado de ese director pedagogo, habrá los especialistas que enseñen un oficio al recluso, los médicos que aconsejen las medidas terapéuticas necesarias y el sociólogo que prepare debidamente al individuo para que pueda reintegrase sin peligro en la sociedad”. Al respecto de la elección de directores y subdirectores, en los penales, también agrega: “Recomiéndese a todos los gobiernos de la república, inclusive el del distrito federal, que al nombrar directores y subdirectores en la República y en general todo el alto personal de ellas, se escoja entre pedagogos que hayan echo estudios especiales sobre criminología, penalogía y psiquiatría”. En su trabajo una de las primeras cosas que explica, es el significado del término prisión: “se da el nombre de prisiones a los sitios o lugares donde se encierran y aseguran los presos; quedan comprendidos, por lo tanto, dentro de esa denominación general todos los establecimientos dedicados a tal fin, llámense casas de corrección, cárceles, penitenciarías, colonias penales, establecimientos de educación correccional, médico- pedagógicos, manicomios criminales, etc.” (Manrique; 1932) Además el autor también afirma; “En la mayoría de los estados de nuestro país, existen cuatro clases de prisiones, una que podríamos llamar primera o principal y que generalmente está situada en la capital del estado respectivo lleva el nombre de penitenciaria del estado… en esos establecimientos, extinguen su condena reos que han sido ya sentenciados a determinada pena, la mayor parte de las veces, cuando excede de dos años de prisión”. “En las mismas capitales de los estados existan las prisiones denominadas cárceles, una para varones y otra para mujeres; en ellas se encuentran recluidos los reos cuyo proceso está en tramitación, de los que conocen lo jueces residentes en la propia capital del estado, y aquellos que han sido sentenciados, a una pena menor de dos años de prisión”.. 3   .

(4) “La tercera clase de prisiones, encuentrase ubicada en las cabeceras del partido o distrito judicial respectivo; cuenta también, con edificios separados, uno para varones y otra para mujeres, y en ellos hallanse recluidos los reos cuyos procesos están tramitandose por los Ciudadanos Jueces de Primera Instancia, de letras, o de partido y aquellos y aquellos ya sentenciados a penas menores de dos años de prisión”. “Finalmente, existe la cuarta clase de prisiones denominadas cárceles municipales, están situadas en las cabeceras de las municipalidades correspondientes, donde no existen jueces de primera instancia, de letras, o de partido, sino solamente jueces municipales, menores o de paz; en un solo edificio y dentro de el, departamentos separados para varones y mujeres, dirigidos respectivamente por alcaides y rectoras y en ellos extinguen su condena los reos sentenciados por dichos funcionarios” (Manrique, 1932). Por su parte el Dr. Saavedra propuso al hacer obra de profilaxia social en contra de la delincuencia: “Que se haga un estudio de la psicología infantil mexicana, desde la edad preescolar instituyendo la ficha psicológica de salud”. (Saavedra, 1932). “Que se instituya en las escuelas el estudio psicológico, sistemáticamente para la orientación social profesional de la juventud”. (Saavedra, 1932). “Que en los presidios se detenga al reo en tanto no se ha observado su completa regeneración, que garantice su vida normal social, impartiendoles curación, educación y hábitos al trabajo.” (Saavedra, 1932). “Que no se abandone al reo a su salida de prisión y se le prepare ambiente y facilidades de trabajo”. (Saavedra, 1932). “Que se cree el instituto de higiene mental, para orientar las actividades de jóvenes y adultos; estudiando a los 4   .

(5) anormales sospechosos de delincuencia y haciendo su obra de difusión de profilaxis e higiene mental” (Saavedra, 1932). El conjunto de reglas para el tratamiento de los presos fue establecido en 1929 y revisado en 1933. En este conjunto de reglas se presentaban las direcciones generales que eran recomendables a seguir en la aplicación de todo sistema penitenciario. Para los editores de la Revista Criminalia, algunas de las reglas más relevantes eran: Hasta donde sea posible, las diversas categorías y grupos de presos, deben estar detenidos en prisiones distintas; a su llegada a la prisión cada prisionero debe ser examinado por el médico, a fin de que en caso de una enfermedad física o mental, sea descubierta y se tomen las medidas necesarias; la asistencia para el periodo ulterior a la libertad, merece además la más seria atención, esta asistencia debe ser organizada sobre la base de un estudio de la personalidad del detenido, de sus condiciones de vida, así como la de sus familias” (Criminalia, 1933). En un artículo de Carranca y Trujillo publicado en la Revista Criminalia en su primer número en el año de 1933, queda de manifiesto el predominio del pensamiento, acerca de la afectación mental en cuestión penal. El autor cita: “Sigmund Freud, intrépido explorador de los crepusculares subterráneos del alma humana, ofrece con su psicoanálisis una lámpara maravillosa, para alumbrarse, al penalista. Y sin embargo lámpara de penetrante luz, luminaria de certero rayo, conquista ya definitiva de la más austera ciencia psicológica”. En esté artículo, entre otras cosas, además de hablar de los beneficios del Psicoanálisis Freudiano; se habla de un caso que el mismo autor psicoanalizó, este es el caso de un hombre que asesino a su esposa por sospechas de adulterio. Respecto al psicoanálisis, que el mismo autor realizó, sobre el caso mencionado, el autor dice: “Lo anterior tuvo aplicación a la hora de fijar la pena, usando la corte del árbitro que la ley le otorga” (Carranca y Trujillo, 1933). Para Carranca y Trujillo la criminología podía alcanzar sus objetivos: “Ello es imposible sin el conocimiento profundo y exacto del delincuente; conocimiento que la moderna psicología permite gracias, principalmente al psicoanálisis del profesor vienes Sigmund Freud”. “Los psicólogos, empleando un esquema que ha servido muchas veces para estas explicaciones, en el estudio de la atención, exponen el problema comparado en el campo psíquico con una habitación a la que el curioso observador no pudiese entrar y cuyo examen debiera hacerse desde la 5   .

(6) puerta, provisto solamente de una linterna” Trujillo, 1933). (Carranca y. Según Carranca y Trujillo en la aplicación de la pena, el trabajo del psicoanalista era muy importante: “Ocurre que en multitud de casos neurosis y delito resultan términos sinónimos; así ocurre con el sadismo y sus múltiples formas” (Carranca y Trujillo, 1933). Otra evidencia de la aplicación del estudio mental para la aplicación de la pena en los presos fue expuesta en 1937 por Quiroz-Cuarón, donde afirma que hasta la vigencia del código penal en 1871, se recurría al psiquiatra para que opinara sobre las facultades mentales del sujeto. Los exámenes conocidos como psicofisiológicos constaban de lo siguiente: Primero.- identificación: nombre, edad, sexo, dactilograma, etc. Segunda.- antecedentes: familiares (patológicos y no patológicos); y personal (patológicos y no patológicos). Tercero.- estado actual: medidas antropométricas para deducir de ellas el tipo somático del individuo; exploración del sistema nervioso, sin olvidar los órganos de los sentidos y el sistema nervioso órganovegetativo, que es de gran importancia por estar en estrecha relación con las glándulas de secreción interna; exploración del sistema endócrino, del aparato cardiovascular, del renal, de los órganos genitales, del aparato digestivo y sus glándulas anexas, así como del respiratorio. Esta primera parte del estudio se rige por las normas de la clínica. La segunda parte de este capítulo está dedicada a la exploración mental, que se debe iniciar con el estudio de la actitud, porte, fisionomía y mímica del sujeto; para explorar en seguida las funciones mentales intelectuales: orientación, percepciones, atención, memoria, ideación, asociación, imaginación; la afectividad, la conducta, los medios de expresión y por último subconsciencia (instintos, tendencias, complejos, etc.). Cuarto.- conclusiones o diagnósticos. Quiroz-Cuarón señalaba en 1937, que algunas de las clasificaciones usadas por los peritos en sus diagnósticos eran: oligofrenia o debilidad mental, epilepsia, histeria, mitomanía, esquizofrenia, psicastenia, ciclotimia, paranoia. Una vez establecido el diagnóstico, se daba el dictamen en el que se explicaban conductas antisociales y el índice médico psicológico de peligrosidad. Dicho 6   .

(7) dictamen, entre otras cosas podía ser usado para determinar: Circunstancias excluyentes de responsabilidad penal, contenidos en el capítulo IV, artículo 15 (cometer la infracción en estado de inconsciencia); reclusión para enfermos mentales y sordomudos (capítulo V, artículo 68). En psicología había ya entonces diversas escuelas a las que podían recurrir los peritos en el momento de sus interpretaciones, y se consideraba como las principales: Psicoanálisis ortodoxo, Psicología individual, Conductismo, Personología (de Stern), Psicología médica o biológica (de Bauer, Pender), (Quiroz-Cuarón, 1937). En un artículo de 1939, se presenta en la Revista Criminalia, el ejemplo de un reo que fue sometido a los exámenes y diagnósticos ejemplificados por el artículo anterior. Sin embargo, en este caso determinado se especifica que el examen mental fue realizado mediante: un interrogatorio (sobre inteligencia, afectividad y conación), así como por medio de la prueba de Inventario de Personalidad de Robert G. Bernreuter (Torres-Torija y Ávila, 1939).. Desde 1931 del Código Penal del Distrito y Territorios Federales, en el capítulo IV se lee: “Circunstancias excluyentes de responsabilidad penal”. Artículo 15: Son circunstancias excluyentes de responsabilidad penal: I.. Obrar el acusado, etc.. II.. Hallarse el acusado, al cometer la infracción, en un estado de inconsciencia de sus actos, determinado por el empleo accidental o involuntario de sustancias tóxicas, embriagantes o enervantes, o por un estado toxinfeccioso agudo o por un trastorno mental involuntario de carácter patológico y transitorio. Además, en el Artículo 68: Los locos, idiotas, imbéciles o los que sufran cualquier otra debilidad, enfermedad o anomalía mentales y que hayan ejecutado hechos o incurrido en omisiones definidos como delitos, serán recluidos en manicomios o departamentos especiales, por todo el tiempo necesario para su curación y sometidos, con autorización de facultativo, a un régimen de trabajo. En igual forma procederá el juez con los procesados o condenados que enloquezcan en los términos que determine el “Código de Procedimientos Penales”.. 7   .

(8) Por su parte, el Artículo 69: Confiere al juez del derecho de conocer que los enfermos a que se refiere el artículo 68, puedan ser externados de los manicomios, otorgando fianza a su satisfacción (Transcripciones hechas por Millán, 1950). De lo anterior Millán señala que sólo se admitían dos estados en la mente: uno con plena responsabilidad y otro en que se carecía absolutamente de ella. Pero la psiquiatría había demostrado después que entre la salud mental y la locura existía una graduación (Millán, 1950). Lo anterior constituía un serio problema para la aplicación de la Ley de manera “justa”. Además, debemos recordar que el peritaje del diagnóstico mental en aquellos tiempos, era llevado a cabo primordialmente por médicos psiquiatras o gente con labor relacionada a la salud mental, pero no psicólogos, pues la profesión no existía como tal en México en aquella época. El problema de aplicación de la ley basada en peritaje psicológico, queda de manifiesto en el caso de Gregorio Cárdenas conocido como “El Goyo” –el estrangulador de mujeres-. La discusión generada alrededor de este caso, incluso provocó que en una sesión de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, se rebatiera su estudio por parte del Neurólogo español Gonzalo R. Labora. Este debate giró en torno a lo que debía resolverse sobre la suerte final del homicida: la cárcel por veinte o treinta años o el manicomio por tiempo indefinido (Ceniceros, 1943). Todo dependía de las conclusiones periciales, cuyos posibles resultados no eran unificados, ni siquiera entre los “expertos de la salud mental” de la época. Derivado de los problemas de re-adaptación y tratamiento para los presos con afectación mental, en 1948, Alfonso Quiroz-Cuarón§ presenta un Proyecto para la Formación de un Anexo Psiquiátrico en la Penitenciaria del D.F. (QuirozCuarón, 1948). Este proyecto se fundamentó en: (1) lo señalado en el artículo 68 del Código Penal en vigor en el año 1948, (2) la fracción II del artículo 674 del Código de Procedimientos Penales y (3) en los estudios hechos en la Penitenciaria del D.F. El artículo 68 del Código Penal que textualmente decía: “Los locos, idiotas, imbéciles, o los que sufran de cualquier otra debilidad, enfermedad o anomalía mentales, y que hayan ejecutados hechos o incurrido en omisiones definidas como delitos, serán recluidos en manicomios o departamentos especiales, por todo el tiempo necesario para su curación y 8   .

(9) sometidos, con autorización de facultativos, a un régimen de trabajo”. “En igual forma procederá el juez con los procesados o condenados que enloquezcan, en los términos que determina el Código de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales”. Mientras que en la fracción II del artículo 674 del Código de Procedimientos Penales en vigor, textualmente señalaba, a propósito de lo que compete al Departamento de Prevención Social: “Crear y organizar museos criminológicos, laboratorios, talleres penales, lugares de segregación, colonias penales, de relegación, granjas y campamentos penales, reformatorios, hospitales, manicomios y demás lugares para delincuentes sanos y anormales”.. § Criminólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, Profesor de Criminología de los Cursos de Doctorado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y de Medicina Legal en la Facultad Nacional de Medicina.. Señala Quiroz-Cuarón (1948), que al estudiar 2,383 reos de la Penitenciaria del D.F. se dedujo que el 15% del total eran enfermos mentales y 11% psicópatas. La mayor parte del los reos adultos estaba a disposición del Departamento de Prevención Social, alojados dentro de la Penitenciaria. Además dicha penitenciaria estaba construida para 1,500 reos, pero en este año había aproximadamente 3,000, de los cuales al menos 20 necesitaban atención de médicos especialistas en Psiquiatría. Y aunque el servicio Médico de la Penitenciaria del D.F. siempre había tenido a su cargo el tratamiento de padecimientos somáticos, pero nunca daban atención a los neurópatas ni a los enfermos mentales. Los reos enfermos prácticamente quedaban encarcelados y no gozaban del tratamiento laboraterápico que en la época se implantó en el Manicomio. Por lo cual urgía la creación de un Anexo Psiquiátrico en la Penitenciaría, y que el Departamento de Prevención Social estuviera autorizado para organizar dicha dependencia (Quiroz-Cuarón, 1948). 9   .

(10) Sin embargo, a pesar de la noble intención de este proyecto, dentro del personal de salud que se proponía para laborar en dicho Anexo, solamente se contemplaban a dos médicos, dos practicantes (de medicina) y tres enfermeros. Las labores de los médicos, se proponía que fueran las siguientes: Dirigir y encauzar las labores; autorizar el traslado de los reos al anexo; expedir el alta de los reos curados; hacer historias clínicas; ayudar a los practicantes a implantar tratamientos; rendir informes de labores y desarrollar labores que la Superioridad les indicara y que no estuvieran mencionadas en el reglamento. No se especifica a qué tipo de tratamientos se refería, ni si se esperaba una rehabilitación o si los enfermos debían permanecer de manera indefinida en el anexo (Quiróz-Cuarón, 1948).. El Anexo Psiquiátrico también tenía desde 1933, su justificación en la Biología Criminal, según Garrido, ya que la tendencia tan característica del derecho penal moderno de la época, de individualizar la pena en función del conocimiento de la naturaleza del individuo a quien se le imponía, se encontraba consagrada en los artículos 12 y 52 del Código Penal. Pero los jueces y la autoridad encargada de ejecutar sentencias, no se hallaba en aptitud de hacer el estudio biológico criminal de la personalidad. No obstante, los jueces necesitaban apreciar la personalidad del sujeto, su intención, propósitos y móviles a fin de adaptar la pena o la medida de seguridad; mientras que la autoridad necesitaba realizar la división a la que se refiere el artículo 78 del Código Penal, observando el efecto del tratamiento carcelario sobre la pasión por corregir. Ahora bien, el estudio del delincuente de acuerdo con las normas y la metodología de la Nueva Ciencia Auxiliar del Derecho Penal llamada Biología Criminal, no podía realizarse por falta del servicio correspondiente en la penitenciaria del Distrito Federal (Garrido, 1933). En cumplimiento del artículo 285 del Código de Procedimientos Penales, en algunos casos, se practicaba el examen biopsíquico a los detenidos, y era llevado a cabo por los practicantes y médicos de las delegaciones, a base de llenar, apresuradamente, sin propósito científico, un cuestionario; sin embargo de dicho documento no se obtienen interferencias de valor. En cuanto al gabinete de psicología organizado en el departamento de prevención social, por encontrarse lejos de la cárcel e incompleto, no servía para los fines de la antropología penitenciaria” (Garrido, 1933). Era necesario que el poder público instalara en la penitenciaría del Distrito un servicio de biología criminal para obtener datos técnicos acerca de la causalidad 10   .

(11) del delito, y los caracteres individuales (biológicos y patológicos), pues de otra suerte a partir de la etiología criminal, no se podrían precisar las posibilidades de reeducación del delincuente. Por lo que se sugería al Ejecutivo la creación de un Anexo Psiquiátrico en el que figurará un servicio de biología criminal (Garrido, 1933). Garrido describe una serie de 8 artículos referente al servicio de biología criminal de los cuales “los más relevantes” son dos: “Artículo 3°. La dirección del anexo psiquiátrico y la del servicio de biología, será recomendada a un experto de psicopatología, el que será nombrado por el Secretario de Gobernación a propuesta de la Academia de Profesores y Alumnos de la Facultad de Medicina” (Garrido, 1933). “Artículo 4°. En el servicio de Biología Criminal del anexo psiquiátrico, habrá también un subdirector médico antropólogo, un antropómetro y dactiloscopista y un mecanógrafo, los que serán nombrados por el director” (Garrido, 1933). En 1950 la Revista Criminalia dedica el número completo de julio del mismo año a la Liga Mexicana de la Salud Mental, orientada y dirigida en aquel tiempo por le Dr. Alfonso Millán**. Dicha Liga y el Comité Mexicano Pro-Congresos Internacionales, organizaron del 16 al 22 de abril de 1950, la “Primera Asamblea Nacional por la Salud Mental”. Las sociedades cuyos presidentes constituían el Comité Mexicano ProCongresos Internacionales eran: la Academia Nacional de Medicina, la Academia Mexicana de Ciencias Penales y las Sociedades de Neurología y Psiquiatría, de Psicología, de Medicina Forense y Criminología, de Estudios de Orientación Profesional, la Liga Mexicana de Salud Mental y representantes de los médicos militares (Millán, 1950). En las reuniones de Psiquiatría y de Criminología de dicha Asamblea, se estudiaron problemas mexicanos como: la asistencia a los enfermos mentales, la prevención de ciertos padecimientos mentales, o neuróticos, la poliomielitis y la cisticercosis cerebral, etc., o la criminalidad juvenil y de adultos en México, la proyectada reforma al Código Penal del D.F., las condiciones de las prisiones, la Policía Científica, etc.. **. El Dr. Alfonso Millán, en 1950, era miembro de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, de la Sociedad Médico-Psicológica de París (en la Facultad de Medicina de Parías fue en donde 11 .  .

(12) obtuvo su titulo doctoral en 1931), de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, Profesor de Medicina Legal en la Facultad de México y Presidente de la Liga Mexicana de Salud Mental.. De todas las reuniones y ponencias se obtuvieron conclusiones concretas que debían ser realizadas por dependencias gubernamentales interesadas en estas actividades: Educación Pública, Salubridad, Gobernación, etc.; o bien, sugestiones para ampliar e intensificar las labores de la Liga Mexicana de Salud Mental. Por todo lo anterior, la Primera Asamblea Nacional por la Salud Mental, representó el paso más grande y trascendental en los diversos campos de la salud en nuestro país en la época (Millán, 1950). En cuanto a los trastornos psíquicos que excluyen la responsabilidad penal, según Millán, el trato especial a los enfermos mentales infractores de las leyes penales, databa de mucho tiempo. Desde 1944, Raúl Carrancá Trujillo, señala en su completa y documentada monografía “Las causas que excluyen la incriminación. Derecho mexicano y extranjero” (Millán, 1950).. En 1953, el Dr. Mariano Ruíz- Funes (1953) pone de manifiesto la profunda necesidad de la aplicación de la psicología en las cárceles de México: “La pena es para el hombre, no el hombre para la pena. Entre los delincuentes existe una extrema variedad en orden a la pena. Los insensibles a su efecto, los intolerantes para sus función y sus fines, los capaces de recibir sus benéficos dones, los incapaces de pena…La variedad reclama variedad. La diversificación del tratamiento no servirá para nada sobre las prisiones, archivo heterogéneo de seres vivientes. Del archivo hay que pasar con urgencia a la psicología…” “Hay que aceptar, como fundamento imprescindible de la prisión, un principio personal o personalista. Así como la psicología diferencial ha dejado la huella de profundos progresos en los estudios del hombre, la individualización o la diferenciación penitenciaria, cuando menos será el único método y la única práctica que pueda corregir los fracasos tradicionales de esta pena o, cuando menos, constituir el 12   .

(13) último intento para salvarla de un fallo definitivo sobre su inutilidad.” “Importa que en la organización penitenciaria, sea sustituido el criterio de la confusión por otros más eficaces y más humanos. Parece lógico que se piense, como una meta lejana, en la individualización: un tratamiento para cada reo, de acuerdo a su personalidad particular y con su aptitud social, o que se acuda a un principio intermedio: el de la serie.” “Aceptando este principio, es decir, el de una ordenación lógica por grupos, de acuerdo con determinadas características, se llevará a término una individualización rudimentaria. Por lo que toca a la individualización stricto sensu, sólo podrá alcanzarse a través del diagnóstico y del pronóstico de cada uno de los prisioneros. ” “Cuantas medidas se trate de aplicar a las masas de reclusos, por sutiles y delicada que sean, y por excelente que resulte el poder de reforma que se les atribuya, se tornarán inútiles e ineficaces, por que no puede concebirse ninguna terapéutica eficaz para una masa amorfa, cuyas variedades son más ricas que los tratamientos que en relación con ellas se discurran.”(2). Como lo planteaba claramente, Dr. Mariano Ruíz- Funes (1953), una de las labores que desempeñó el “psicólogo” en las cárceles de principios del siglo XX, era la de la clasificación del delincuente; misma para la cual se replanteaba la “reestructuración de los establecimientos penitenciarios”. En cuanto a la naturaleza de dichos cambios el Dr. Vervaeck propuso, de acuerdo a las palabras de el Dr. Mariano Ruíz- Funes (1953), lo siguiente: “… la existencia de dos clases de establecimientos: unos de observación para casos complejos o dudosos, con enfermería psiquiátrica y personal especializado, y otros de tratamiento.” “La serie de los últimos seria la siguiente: 1. Prisión- escuela para jóvenes delincuentes. 13   .

(14) 2. Prisión ordinaria para delincuentes primarios normales y para reincidentes enmendables. 3. Prisión especial para reincidentes, entendiéndose por ellos los habituales de las prisiones, cuya readaptación social es imposible. 4. Hospital penitenciario para condenados viejos y enfermos, accidentales o crónicos. 5. Sanatorio hospital para tuberculosos. 6. Establecimiento especial para enfermos venéreos. 7. Sanatorio para detenidos afectos de neurosis y de enfermedades del sistema nervioso, con una sección especial para epilépticos. 8. Sanatorio para alcoholizados o toxicómanos. 9. Prisión- asilo para degenerados, anormales y débiles mentales. 10. Asilo criminal para los alienados delincuentes y los acusados cuya irresponsabilidad haya sido diagnosticada por los peritos médicos.” Para Ruíz- Funes (1953), era necesario un diagnóstico adecuado que permitiera clasificar a los prisioneros, y este requería a su vez, del examen médico y psiquiátrico, para determinar enfermedades físicas y mentales. En lo que respecta al diagnóstico de la personalidad –para establecer los índices de peligrosidad- se requiere de laboratorios de biología criminal o de antropología penitenciaria Para cumplir los requerimientos necesarios en las cárceles que señalaba RuízFunes, el Dr. Edmundo Buentello (1953) indica que es necesaria la creación de: Clínicas de Conducta Penitenciaria, como conducto para realizar los estudios psicológicos y psiquiátricos de cada reo. En las Clínicas de la Conducta, según Buentello (1953), tendrían que realizarse entre otras cosas: • Diagnóstico de la personalidad, por medio de: o Estudio psicométrico. o Psicodiagnóstico de Rorschach. o Thematic Aperceptios Test. o Pruebas de personalidad, diversas. o Estudio psicológico. o Estudio psiquiátrico. 14   .

(15) • Organización y supervisión: o Psicoterapia individual. o Psicoterapia colectiva: 1. Psicoterapia de grupo. 2. Taxoterapia. 3. Ludoterapia. Por otra parte, para el Dr. Guillermo Corona Uhink (1953) el examen de la personalidad del delincuente, es producto del complemento entre antropólogos, criminólogos y psicólogos. En las propias palabras del Dr. Guillermo Corona Uhink (1953): “Como quiera que la labor que presupone el estudio de la personalidad del delincuente, es labor de “equipo”, todos los miembros que la integran habrán de recibir formación especializada. Esto se logrará a través de carreras cortas de agente investigador, criminalista, criminólogo, penitenciarista y psicólogo en criminología.” En opinión del Lic. Arnulfo Martínez Lavalle (1953), el estudio de la personalidad del delincuente debe concretizarse en un aspecto cultural, social e individual. A nivel individual se debe incluir la parte psicológica y psiquiátrica “a efecto de poder llegar a determinar la vida íntima del individuo y de las condiciones de alteración que en su vida social pueden presentarse”. Según Chávez y Gutiérrez-Preciat (1953 y 1955), existía la necesidad de clasificar a los recluidos en forma más diversificada, ya que se pensaba que la cárcel podría constituir un factor criminógeno. En base a ello se sugería un voto dentro del Congreso Nacional Penitenciario, a favor de un proyecto que ratificara por un lado, los principios de clasificación de los condenados basados en sexo y edad, pero que además se tomara en cuenta en departamentos especiales a los alienados mentales, degenerados sexuales y a aquellos que con su conducta anormal pudieran provocar graves actos de indisciplina; a los que padecieran enfermedades transmisibles y a los que la técnica médica aconsejara su separación. Además se proponía la creación de colonias penitenciarias rurales y que los procesos para la implantación de un sistema penitenciario se llevaran a cabo en un tiempo mínimo.. 15   .

(16) Por otra parte, el Lic. Manuel del Río Govea, manifestaba que en México se había sostenido un apremio por humanizar las normas penales, influenciándolas de eticidad. Para él el aislamiento de los reos no los conducía a su regeneración ni a su readaptación a la sociedad (del Río Govea, 1953). Debemos recordar que la necesidad de humanizar la pena ya venía siendo un problema y acerca de la organización penitenciaria “La comisión redactora del código penal vigente (1931) trató de que las penas de libertad se racionalizaran por medio del humanismo, o sea la tendencia a obtener reforma del delincuente valiéndose de los métodos utilizados por la pedagogía correccional, tratando al delincuente como un hombre” (Garrido, 1933). Del Río Govea hacía referencia a que, el sistema de ejecución en las prisiones del Distrito Federal y del resto de la República, había dado graves resultados y habían numerosos inconvenientes. Los penados en la mayor parte de las prisiones carecían de exámenes médicos y exploraciones psicológicas o de psiquiatras experimentados. Se pedía por ello un órgano de control (del Río Govea, 1953). En 1953 existía ya el Departamento de Prevención Social (originado de la legislación penal de 1929). La legislación Penal para el Distrito y Territorios y en Materia Federal para toda la República, confería a esta oficina la misión de hacer uso de los medios que creyera pertinentes, para la investigación de la verdad acerca del arrepentimiento y enmienda o curación del reo. Para del Río Govea, la acción de esta dependencia estaba restringida, y por ello no podía enfocar su actividad al desarrollo de medidas tendientes a combatir la delincuencia de la República. Por ello, urgía un organismo que además de coordinar los servicios en las prisiones, contribuyera eficazmente a la unificación de los sistemas de reclusión. El problema, según del Río Govea, se centraba en los escollos legales, específicamente en el artículo 18 Constitucional de la República. Para él la facultad que se concede en este artículo a los Gobiernos de los Estados, ha hecho imposible que se unifiquen los sistemas penales en México (del Río Govea, 1953). Debido a todos los problemas anteriormente señalados, y con referencia sobre la Ley Orgánica del Ministerio Público Federal (Reglamentaria del artículo 102 Constitucional), para la parte del Código Federal de Procedimientos Penales se propone que: 16   .

(17) “El método de organización científica de las prisiones para la readaptación de los delincuentes, requiere determinar el medio de trabajo a que deben ser sometidos y el concurso de la psiquiatría, criminología, medicina forense, el psicoanálisis y demás ciencias afines a la penología” (del Río Govea, 1953). Ceniceros (1953) expone un claro ejemplo de la dificultad para ejecutar la ley, y por consecuencia la clasificación del reo, basada en un peritaje psicológico, al referirse al sonado caso de “El Goyo” (el estrangulador de cuatro mujeres). En este caso, quienes se dieron a la tarea de hacer el diagnóstico fueron los médicos psiquiatras, y “las posibles conclusiones” a las que se podrían llegar fueron: 1)Cárdenas cometió los homicidios por un impulso patológico de naturaleza epiléptica que lo privó de la plenitud de su conciencia, con amnesia más o menos completa de sus actos (diagnóstico del Dr. Lafora). 2)Se trata de una neurosis de determinado tipo (se opone al diagnóstico del Dr. Lafora). 3)Cárdenas es un enfermo mental esquizofrénico. En el caso del diagnóstico del estado epiléptico existen cinco razones para dicha conclusión: 1. Una herencia tarada de casos de epilepsia, especialmente en la línea materna. 2. Ciertas manifestaciones equivalentes en la infancia como en la pubertad y luego en la edad adulta. 3. La inexplicable ejecución explosiva e impremeditada de los actos inmotivados, seguidos de una amnesia más o menos completa. 4. La exacta reproducción de todos ellos. 5. El psicodiagnóstico de Rosechach, semejante a los de los epilépticos. El diagnóstico de neurosis está basado completamente en el psicoanálisis, suponiendo una neurosis con un complejo activo de Edipo. Esta concepción fue iniciada por Freud en 1915, en el trabajo titulado “Algunos tipos de carácter, según el psicoanálisis”. 17   .

(18) Freud (según Ceniceros, 1953), describió tres tipos de neuróticos, entre los cuales, los más criminógenos son el neurótico que desea ser tratado en la vida como una excepción y el de los que llama “criminales por sentimiento de culpabilidad”. En vez de los síntomas de las otras neurosis se originan en éstos acciones irracionales, cuyo sentido inconsciente puede ser interpretado, lo mismo que un síntoma neurótico. En nos el conflicto procede de una emoción dolorosa sufrida en la niñez, que es alorada como una postergación injusta de su persona. En otros, se produce un sentimiento de culpabilidad de origen desconocido (complejo de Edipo) o inconsciente que al propio yo condena. Mediante el castigo del delito realizado se hace este sentimiento soportable al sujeto, pues se enlaza ya a una acción criminal consciente y real (Ceniceros, 1953). Finalmente el diagnóstico de esquizofrenia se basa en las preocupaciones del delincuente acerca del problema de la vida y de la muerte, cierto parentesco lejano con una enferma diagnosticada de esquizofrenia. Este delincuente no rehúye sociabilidad con otros reos, se presta a cooperar en las exploraciones de los médicos, su pensamiento es lógico en los días que está sin manifestaciones de distimia, a veces tiene jaquecas o estados de conciencia turbada (Ceniceros, 1953). El problema acerca del trabajo del psicólogo en los penales no debía terminar con el peritaje, además se proponía que el profesionista del estudio de la personalidad formara parte de un Patronato de Reos Liberados. En 1953, Alvarez del Castillo señalaba que: “Para la sociedad resulta nocivo tener a una persona recluida bajo rígida disciplina y estrecha vigilancia, y sin preocupación para cubrir sus necesidades primarias, y un día de pronto, dejarlo en completa libertad para luchar afanosamente con el hostil medio social, sin dirección, sin consejo y con ansias de gozar de cuantos placeres le han estado vedados durante el largo tiempo de su condena. Este abandono del hombre, que es un hecho cotidiano, conduce fatalmente al camino de la reincidencia”. La técnica del estudio de la personalidad del delincuente y la técnica del trabajo y la investigación social, debían ser las que dominaran las labores de los Patronatos de Reos Liberados. Había que hacer los Patronatos no por caridad al reo, sino por caridad a la sociedad, ya que eran sus instrumentos de defensa. Con ello se resolvería, además, parte del grave problema de administración de 18   .

(19) Justicia, ya que el 40 % de la población de reos procesados se encontraba en libertad preparatoria (Alvarez del Castillo, 1953). Esta readaptación del delincuente fue también considerada por la Delegación del Estado de Hidalgo, en el estudio presentado al Congreso Penitenciario (1953), en el que se hace una propuesta acerca de la manera especial en la que deben ser tratados los reclusos provenientes de la sociedad indígena (que son diferentes al resto de los reos), para lograr su readaptación, curación y reincorporación a la sociedad. Se plantea la necesidad de aplicar un tratamiento de readaptación del delincuente indígena, en el que intervengan: jurista, intérprete, médico clínico, dietético y psiquiatra, maestro y trabajadora social, para lograr una verdadera educación y adaptación que permita su reingreso a la sociedad, para que haya adquirido una nueva personalidad en el sentido más amplio.. En 1954 Martínez Lavalle expone la necesidad del estudio del delincuente, para considerar cómo los factores criminógenos, propios y de fuera, obran en sí mismo, para consecuentemente precisar no sólo una política criminal a seguir, sino la aplicación de las Leyes y el tratamiento a que debe ser sujeto en vistas de una readaptación. El autor señala que los tres aspectos que deben de ser tomados en cuenta para la canalización, son los señalados en el Seminario Europeo de la ONU en 1951: el científico, el legal y el administrativo. El estudio de la personalidad debe concretizarse en tres puntos fundamentales: el Individual (que incluye un estudio psicológico y psiquiátrico), el Social y el Cultura. Por ello el legislador mexicano debe de considerar el estudio de la personalidad del delincuente de manera imprescindible y el juez debe conocer personalmente al sujeto delincuente, por ello deben organizarse instituciones técnicas y los elementos humanos que concurran a establecer, para el juez, la historia de la vida íntima, social y general del delincuente (Martínez Lavalle, 1954). Davila-Aguirre por su parte, también describe la manera en que se clasificaba a los reclusos en ese tiempo, clasificación basada más en “lo aprendido en la práctica” de los penalistas que en un peritaje sistemático llevado a cabo por el profesionista adecuado. La clasificación se hacía incluso algunas veces tomando en cuenta exclusivamente el factor económico (proporcionándole así al recluso, comodidades dentro del penal que aquel era capaz de pagar, por ejemplo). Sin embargo, se Davila-Aguirre opinaba que la clasificación del delincuente se 19   .

(20) hiciera a través de un organismos formado por el Director del Penal, un Médico y un Licenciado en Derecho, de los que el Estado tenía a su servicio en los departamentos de Salubridad y Departamento Legal (Davila Aguirre, 1955). Nótese que este jurista, en ningún momento habla de la presencia de un psiquiatra para llevar a cabo la clasificación de los reclusos; mucho menos considera la presencia de un psicólogo. Davila-Aguirre deja claro quiénes eran los que “eran expertos” a la hora de hacer que se aplicara la ley en cuestión de clasificación de reclusos. Además de los problemas derivados de la clasificación de los reos, también existía el de la readaptación dentro de los penales. El Dr. Mariano Ruiz Funes, hace alusión a la clasificación de Bentham a principios del siglo XIX, al referirse a las prisiones como la promiscuidad de un grupo heterogéneo, en el que para que exista la adaptación deben aplicarse los medios de la terapéutica educativa (Ruiz-Funes, 1955). Según Ruiz-Funes, el comportamiento del recluso presenta muchos matices, desde la protesta hasta la adaptación, desde la indisciplina hasta la sumisión simulada, para lo cual el remedio sería la buena prisión y para ciertas personalidades, la defensa de la soledad. Las malas conductas son las del comenzó de la pena. Señala el autor que la educación, en todos sus aspectos, y el patronato y sus auxilios desde el comienzo de la ejecución de la pena son los medios más aptos y eficaces para el control de la conducta del recluso. Y afirmaba que mientras la pena archivara en vez de rectificar, se vería crecer el crimen. Concluye que el mejor control de la conducta del recluso sería una pedagogía en que la obligación y esfuerzo, con la justa y necesaria disciplina, recuperen para la sociedad los delincuentes de ocasión y curen a los habituales en la medida de lo posible (Ruiz-Funes, 1955). Por su parte, en el mismo año, Porfirio Muñoz-Ledo hace un análisis de los sistemas de readaptación. Señala que la pena es un medio para alcanzar la corrección y readaptación del delincuente. Para ello debe ser tomado en cuenta los procedimientos que se estimen conducentes para la corrección, educación y adaptación social, cuyas bases se encontraban en el Código Penal vigente (Título Cuarto, Capítulos I y II). Estas bases se refieren al trabajo como medio de regeneración y la individualización del tratamiento para tratar de eliminar los factores delincuenciales. Para lograrlo se planteaban tres aspectos fundamentales: Estudio integral de los antecedentes individuales, División por 20   .

(21) peligrosidad y Actividades especiales durante el aislamiento penitenciario. Por lo tanto se tenía que hacer una labor efectiva para el conocimiento de los reos, cuyos aspectos a tratar serían: Legal, Médico o Sanitario, Escolar o Pedagógico, Psicológico, Social y Trabajo u Ocupación. Con ello podría hacerse la división por grupo en virtud de su peligrosidad. Además, como otros especialistas en aquella época, Muñoz-Ledo habla también de la necesidad de la eliminación de factores delincuenciales para la readaptación de los penados. Esta readaptación debía debía ser dirigida sobre los factores asociados al delito: los personales o psicológicos y los ambientales. Y señala el autor que en los casos de curación clínica factible, por medio de conocimientos científicos de la psicología actual, se corregirán gradualmente. Ejemplifica que las curaciones pueden ser alcanzadas por: psicoanálisis, cirugía craneal, tratamientos hormonales, etc. (Muñoz-Ledo, 1955). De nuevo, como podemos constar en lo expresado por Muñoz-Ledo, el trabajo psicológico ni siquiera les quedaba claro a quienes estaban involucrados en hacer aplicar la ley, y por ende la clasificación y ahora la readaptación, no era llevada a cabo por ningún psicólogo.. 21   .

(22) PROBLEMA DE LAS PRISIONES EN MÉXICO PSICOLOGICOS PARA APLICACIÓN DE LA LEY.. VS. PERITAJES. Creemos que el grave problema en las Prisiones de México en la primera mitad del siglo XX, fue igual que hoy en día, un problema presupuestal y organizacional, que derivó entre muchos otros problemas, en una incipiente aplicación de la ley basada en peritajes psicológicos y una mala rehabilitación dentro de los penales para aquellos sujetos que así lo requerían. A continuación se presenta una breve reseña de los problemas principales dentro de las prisiones en México así como sus posibles soluciones, según los estudios de Ceniceros y Piña y Palacios en 1953. Según Ceniceros y Piña y Palacios, el problema penitenciario era el conjunto de problemas que planteaban la Cárcel de la Ciudad, la Cárcel General, las Penitenciarias y Colonias Penales. Se había confundido la serie de cuestiones que planteaba el hacimiento de reclusos en la Penitenciaría, con el del lugar en donde debía aplicarse la pena de prisión. El problema del hacimiento estaba relacionado con el hecho de que en un solo local se colocaba a reclusos cuya sentencia aún no se dictaba y reos ya juzgados. Según el Decreto del Ejecutivo expedido el 13 de diciembre de 1897, se determinó que en el D.F. habría los Establecimientos Penales siguientes: 1) Una Cárcel de Detención en cada una de las cabeceras e las Municipalidades foráneas, con excepción de Tlalpan (en donde habría una Cárcel Municipal); 2) Otra Cárcel de la Ciudad y una Cárcel General en la Ciudad de México; 3) Una Penitenciaría en la misma Ciudad de México y 4) Una Cárcel de Corrección para Menores. Se dispuso por Decreto el 3 de julio de 1898, que el Ejecutivo fijaría la fecha en la cual deberían comenzar a regir las bases contenidas en el decreto de diciembre de 1897. Por Decreto del 10 de septiembre de 1900, se determinó que comenzaría a regir el 29 de septiembre de 1900, fecha en que sería inaugurada la Penitenciaría del D.F. El Ejecutivo expidió con fecha 14 de septiembre de 1900, los Reglamentos Generales de los Establecimientos Penales del D.F. y de la Penitenciaría de México. 22   .

(23) Las direcciones de la Cárcel y la Penitenciaria eran una sola, y no siempre estaba en manos de personas especializadas y adecuadas. Esto provocó confundir en un solo edificio y una sola mano inexperta, dos instituciones fundamentales e indispensables para la defensa de la sociedad. Para Ceniceros y Piña y Palacios, una serie de circunstancias habían contribuido a agudizar el aumento de la población carcelaria y el problema de hacinamiento de presos en el edificio de la Penitenciaria: 1) El aumento natural de la población del país y 2) El aumento “anormal” de la población en el D.F., que traía como consecuencia el aumento de campesinos entre la población carcelaria. Frente a este aumento en la población carcelaria, no hubo un aumento proporcional de personal de la Administración de Justicia, sino al contrario, había disminuido. Otro problema era que durante setenta y dos horas, activamente se dedicaba el personal de los Juzgados a reunir los requisitos para decretar la formal prisión y una vez decretada, quedaba el 95% de esos procesos prácticamente en receso. El problema se agudiza por los “cortísimos sueldos”, que no permitían al empleado judicial una vida decorosa y que lo impulsaban a solicitar de los litigantes, dádivas con el objeto de obtener lo que la Ley y el Derecho les concedía o les negaba. Por otro lado, para Ceniceros y Piña y Palacios, la regularización de la población carcelaria de la prisión preventiva, se podía lograr mediante la aplicación de dos medidas: 1) Aumento de personal y 2) Libertad de acción en la designación de los empleados judiciales por los titulares de los juzgados. Además, el estudio de la población carcelaria preventiva permitiría precisar los elementos que llevaran a la solución de los problemas de sobrepoblación. Dicho problema se resolvería enviando a los sentenciados, en gran porcentaje, a granjas con organización especial, a colonias penales y sólo el resto dejándolo en la Penitenciaria del D.F. El problema de de las fugas en las colonias penales podría resolverse adaptando las Islas Marías. 23   .

(24) Para finalizar, de acuerdo a este estudio Ceniceros y Piña y Palacios, proponen las siguientes conclusiones, las cuales solicitan haga suyas el H. Congreso: 1ª. El problema llamado “Penitenciaria en México”, es un problema propiamente, carcelario. 2ª. El problema penitenciario en México, más que de carácter técnico, es en lo fundamental un problema de administración. 3ª. Es imperioso que el Gobierno dé una ayuda económica amplia para mejorar las condiciones de los Establecimientos de Reclusión. 4ª. Es imperioso, asimismo, que la Penitenciaría del D.F. deje de ser Cárcel Preventiva. 5ª. Es imperioso también que los Directores de las Cárceles y Penitenciarías, sean gentes capacitadas y, además, que gocen de respaldo y autoridad amplios para realizar su función. 6ª. Es necesario precisar con claridad qué Leyes y Reglamentos están vigentes en materia carcelaria y penitenciaria. 7ª. Es necesario remozar los viejos ordenamientos que generalmente no se cumplen y que son substituidos por la buena o mala intuición de los Directores de los Establecimientos de reclusión. 8ª. Es necesario dictar medidas inmediatas para separar la Dirección de la Penitenciaría de la de la Cárcel Preventiva. 9ª. Es indispensable establecer un Consejo General de Prisiones para manejo de las mismas, en el D.F. Como se puede inferir, con toda esta serie de problemas dentro de las cárceles de nuestro país durante la primera mitad del siglo XX, difícilmente podríamos imaginarnos que las personas encargadas de hacer los peritajes psicológicos o psiquiátricos, en verdad estuvieran haciendo bien su labor. Ni que esperar de la rehabilitación y re-ubicación en la sociedad de los presos que así lo requirieran.. 24   .

(25) BIBLIOGRAFIA. 1. Alvarez del Castillo, D. (1953). Patronato de Reos Liberados. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 156-159. 2. Carrancá y Trujillo, R. (1933). El psicoanálisis en el examen del delincuente. TCriminalia. Año I, No. 1-12. Págs. 11-18. 3. Carrancá y Trujillo, R. (1933). Un ensayo judicial de la Psicotecnia. Criminalia. Año I, No. 1-12. Págs. 125- 134. 4. Buentello, E. (1953). Clínicas de conducta penitenciarias. Criminalia. Págs. 165- 173. 5. Ceniceros, J.A. (1943). Entre las sombras de la psiquiatría. El caso de Gregorio Cárdenas, el estrangulador de cuatro mujeres. Criminalia. Año X, No. 1. Págs. 31-34. 6. Ceniceros, J.A. y Piña y Palacios, J. (1953). Las Prisiones en México. Sus problemas en el Distrito Federal. Criminalia. Año XVIII, No. 11. Págs. 524531. 7. Chavez, L. y Gutiérrez-Preciat, E. (1953). Clasificación de reclusos. Consideraciones previas. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 147-155. 8. Corona, U. G. (1968). El ministerio público y el estudio del delincuente. Criminalia. Págs. 352- 359. 9. Criminalia. (1933). Reglas para el tratamiento de los presos. Criminalia. Año I, No. 1-12. Págs. ¿?????. 10. Del Río Govea, M. (1953). Humanización de la pena. La Dirección Nacional de Servicios Coordinados de Prisiones; sus fundamentos legales y su contribución para la unificación de los sistemas de reclusión. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 138-146. 11. Delegación del Estado de Hidalgo. (1953). El recluso indígena frente a los sistemas penitenciarios de México. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 160164. 12. Dirección de Gobernación. Departamento de Readaptación Social. Gobierno del Estado de México. (1978). Criminología. México. Págs. 5-56.. 25   .

(26) 13. Garrido, L. (1933). Sobre la organización Penitenciaria. Criminalia. Año I, No. 1-12. Págs. 11- 18. 14. Garrido, L. (1933). El Servicio de la Biología Criminal. Criminalia. Año I, No. 1-12. Págs. 37- 39. 15. León, C. (1935). Ponencia “Medios de tratamiento de los reos dentro de las prisiones y condiciones que deben llenar para lograr la readaptación de los delincuentes”, en las Memorias del Primer Congreso Nacional Penitenciario. Celebrado en la Ciudad de México del 24 de Noviembre al 3 de Diciembre de 1932. Talleres Gráficos de la Nación. México. 16. Manrique, E. (1935). Ponencia “Selección y distribución de los reos dentro de las prisiones”, en las Memorias del Primer Congreso Nacional Penitenciario. Celebrado en la Ciudad de México del 24 de Noviembre al 3 de Diciembre de 1932. Talleres Gráficos de la Nación. México. 17. Marchior, H. (1989). Psicología Criminal. Editorial Porrúa: México. 18. Martínez Lavalle, A. (1953). El estudio de la personalidad del delincuente. Criminalia. Págs. 124- 135. 19. Martínez Lavalle, A. (1954). El estudio de la personalidad del delincuente. Criminalia. Año XX. No. 10. Págs. 546-556. 20. Memorias del Primer Congreso Nacional Penitenciario. (1935). Celebrado en la Ciudad de México del 24 de Noviembre al 3 de Diciembre de 1932. Talleres Gráficos de la Nación. México. 21. Millán, A. (1950). La Primera Asamblea por la Salud Mental. Criminalia. Año XVI No. 7. Págs. 266- 268. 22. Muñoz-Ledo, P. (1955). Sistemas de readaptación social. Resocialización del Delincuente. Criminalia. Año XXI, No. 8. Págs. 488- 494. 23. Quiroz-Cuarón, A. (1948). Proyecto para la formación de un anexo psiquiátrico en la Penitenciaria del D.F. Criminalia. Año XIV No. 4. Págs. 141- 146. 24. Ruiz-Funes, M. (1953). Clasificación de reclusos. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 147- 156. 25. Ruiz-Funes, M. (1953). Congreso Nacional Penitenciario. Criminalia. Año XIX, No. 3. Págs. 118- 119. 26   .

(27) 26. Ruiz-Funes, M. (1955). La conducta de los reclusos: su control. Criminalia. Año XXI, No. 8. Págs. 440- 453. 27. Saavedra, A. (1935). Ponencia “La Profilaxis de la Delincuencia y la Obra de Conjunto de la Acción Penitenciaria”, en las Memorias del Primer Congreso Nacional Penitenciario. Celebrado en la Ciudad de México del 24 de Noviembre al 3 de Diciembre de 1932. Talleres Gráficos de la Nación. México. 28. Torres-Torija, J. y Dávila, G. (1939). Psiquiatría Jurídica. Criminalia. Año IV, No. 10. Págs. 583-588.. 27   .

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