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Clínica de La Urgencia Inés Sotelo

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(1)

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(3)

Clínica

de

Ia

urgencia

Inés Sotelo

Con prólogo de

Leonardo

Gorostiza

La edición de este título se realiza en cumplimiento del Convenio suscripto entre la Facultad de Psicología UBA

y JCE Ediciones, cf. Resolución (C. D.) No 1533/04.

Comité Editorial

Constituido cónforme la citada Resolución Profesor Lic. Virgilio Enzo Carriolo

Profesora Lic. Alicia Noelia Cayssials Profesor Dr. Gustavo Eduardo González

Profesor Dr. David Alberto Laznik

(4)

]

1a ecl.

-

Buenos Aires : JCE Ediciones, 2007.

i

192 p. ;23 x 16 cm.

i

tseNgTs-s87-23217-1-0

1.

Psicoanálisis.

I.

Sotelo,

Inés.

II.

Pétez,

H.

O.,

ilus.

;

ttt.

Corostiz¿t. Leonardo. prolog'

cDD 150.195

Rcalización dcl intcrior Y tapas

Rcvisión técnica gcucral:

e

zooz

JCE Edit:iones

Juan Callos Esquivel - Editor

Av. Olivcla 1059. "11" (l4t(r) Ciudad

ilc llucnos Ailcs

.jc_csquivclfti ¡ rthoo.cotn Prinrcr-a cdición: abril dc 2007 l. S. B. N. :978-987-23217-l-0

Irrrprcso cn la AI'gcntirta.

llccho cl dcpósito quc rnarca la ley I 1.723

Héctor Osvaldo Pérez

Juan Carlos Esquivel

Todos los dct'cchos t'cscrvados.

Prohibida la rcproducción. total o parcial,

(5)

lndice

Presentación ...

Inés

Sotelo

Prólogo

...15

Leonardo

Gorostiza

Capítulo

1:

El

Sujeto en

la

Urgencia

Institucional

...21

Saltrd Mental y las Instituciones (27);La urgencia

gene-ralizada (23);La Urgencia en la Universidad

(2,1);Urgen-cia cle los profesionales (25); Localización de la tugencia

(26); Normalidacl y anormalidad (27); Encuentro con un analista (29); El tiempo, entre la prisa y la pausa (30); Ur-gencia y gravedad del caso (31); Tiempos lógicos (31);

Eva-Iuación y avaluación (35); Culpa y responsabilidad (3?: Una experiencia en Francia (38); Viole,ncia en las familias,

r'io-lencia en ]as instituciones (39); Etica y Moral (a0); ¿Qué

bien? (41);Rivaliclad especular (43); Instituciones y poder (44); Verdad... a mecli¿rs (46): Debates en eI Foro (47):

Momento de concluir

(5ü;Bibliografía

(56).

Capítulo 2:

Urgencia

y

psicosis...

...59

Entrevista de admisión (59); Entrevista familiar (59); Entrevist¿r familiar en la urgencia (61); Confección de la historia clínica (62); Psiquiatría y psicoanhlisis en la

eva-Iuación (63); ¿,Qué diagnosticanos en la entrevista de

admisión? (66); Ruptura, perplejidad, delirio (67); Deci-siones del analista en la guartlia (69); Recorrido

analíti-co en la internación Qü;Laesperanza de una pregunta

o acerc¿l de una estabilización posible (74); Acerca de la Mujer en la ¡rsicosis (76);Resolución de la urgencia (78);

Debates en, el Foro (79);Biblíografía (83).

Capítulo 3:

La

angustia en

la

urgencia ... 85 En guardia (85); El grafo del deseo (86); Claves para leer

el grafo del deseo (86); La angustia (89); Acción en la guardia (91); Otros cortes en su historia (91);

Consbitu-ción clel síntom¿r (93);La operaciór"r analítica (95); Una nueva imagen (96); Pturtualizaciones sobre la angustin (99);Angustia y fantasma (99); Otra versión del Padre (lO1); Debates en eI Foro, (703);

Bibliografía

(109).

(6)

sexual" (112); Pasaje al acto: IJna "calculadora sin

cál-crrlo" (113); Pasaje al acto y acting or¿l: dos momentos (116); La vacilación calculada cle la neutralidad del

ana-lista (117); Dololes que matan (118); Lejos clel síntorna (119); Irrpulsos

y

caíd¿rs (120)1 Acting out en I¿r cnra

(122); Intervenciones del analista (122): Reclarnos de

una madre (125); La interconsulLa (727): ¿Qué

inter-venciones en las psicosis? (128); Para concluir (128); De-bates en el lroro (130):

Bibliografía

(I39).

Capítulo 5: Urgencias y

toxicomanías

... 141

¿Qué consumo? (141); La clroga como producto en el

mer-cado (142); "Soy toxicómano" (143); El goce es urlo por

uno (145); Los estudiantes en la gr.rardia (145);

Sínto-n1a y consumo de la época (146); Consumos en la

urgen-cia (147); Consumo y acting ou.t (148); La operación

toxi-cóm¿rna (151); Un uso de la ley y de las norrnas (153);

Localizar otras urgencias (154); Consumo en la psicosis

( 1 54) ; Ab stinenci¿r... del analista ( 1 56) ; ¿Qué

inslitucio-nes proponemos? (157); Debotes en eI Foro (158);

Bi-bliografía

(166).

Capítulo 6: La urgencia, los niños y los adolescentes ... 169 Nirios en Gnardia (169); Otras urgencias (170);

Proble-mas de aprendizaje (171); Urgencia en la escuela: un niño dice a todo que NO (171); ¿;Qué trae al sujeto a la consulta? (1,72); Tengo un problema (173); El saber del

retr¿rsaclo (174); Tiem¡ro cle comprender (175);

Identifi-caciones y apariencias (176); Aprencler lalengua (176);

La debilidad mental es la forma en que se €foza del

seu-tido (178); Nombrado por el padre (179); Una persona

mayor (179); Su hijo es normal, su hijo es varón (180)l ,,Qué es analizar a un niño? (180); El control y el

cles-control,

el

sentido se escapa (181); Teorías sobre la

enuresis (181); Una rnadre se callsa (183); Pensa-mien-to (183); Un padre, un hombre (184); Cosas de chicos, cosas de hombres (185); El despertar cle la primavera

(7)

Presentación

El.t"

libro

rcúnc algunos de los temas que he desarrollado

l',la

lo

largo dc 10 años en 1a Facultad de Psicoiogía dc Ia

Universidad de Buenos Aires cn ol marco de la Práctica

Pro-fesional Clínica de la Urgcncia.

Las Prácticas Profesionales forman parte clel plan dc

es-tudios

de clicha carrera; cn

cllas

más de 1.000 alumnos por

año

cligen

prácticas con

oricntación

psicoanalítica

y

se

in-sertan

en

las institucionos participando

do los espacios dc

asistencia, produciéndosc cn

la

mayoría dc los casos el

pri-mcr

cncllcntro

con los pacicntos, con los profesionales y con

las institucioncs.

En Clínica

de

la

Urgencia, con

cl

compronetido

equi-po doccnte

quc

me acompaña dcsdc 1996 hcmos

ido

cons-truyendo una lógica dc transmisión en

la

que se

invicrte

la

c1ásica

rnodalidad

univcrsitaria: lccr

y

rcproducir

con

actitud crítica

c1

sabcr

dc

maestros,

profesorcs,

autores

cn

lcls

cttalcs

autol'izarsc.

En csta Práctica, el tcxto ccntral será cl del pacientc y os

a

partir

dc é1 quc volvcrán a los autorcs, a

ia

teoría qr.te han

recorrido a lo largo dc los años de fbrmáción acadómica.

Tex-to que sc clesprcnde de las cntrcvistas do guardia o admisión

ocurridas cn las instituciones asistonciales cn las que el

estu-dianto ha participado.

Ésc

scrá el punto dc particla para

ponorso

a trabajar:

haccr cn primcr lugar ttna lcctura dc ia institución

y

sus

dispositivos; dc sus alcanccs

y

de sus

lírnitcs;

del

entrccru-zamicnto

discursivo; dc los rocllt:sos dcsplcgados

para

quo

(8)

Trabajarán tambión

accrca de

las

cucstiones ligadas

a

la

particularidad

con que

la

urgencia

aparece on cada

sujcto; diagnóstico, recllrsos, subjetivación;

trama

en

la

que se produce

el

dcsencadenamiento psicótico o

cl

esta-llido

de

la

neurosis.

Ubicarán las presentaciones clínicas de la época, tiempos

dc urgencia cn dondc las presentaciones clínicas más

frecucn-tes son: la angustia , al acting out, eI pasaje al acto, las toxico-rnanías, y en la infancia el fracaso escolar o el ahora llamaclo

dóficit

atencional.

Finalmente se cncontrarán con los profesionales que

sos-tienen

su

práctica

dccidida; rnédicos, trabajadores sociales,

tcrapistas ocupacionalos, musicoterapeutas, enfermeros; tam-bién con los psicoanalistas que no desaprovechan la

posibili-dad dc

inventar

un espacio dondc sorprendor lo real en juego

cn la clínica dc

la

urgcncia.

Los

primcros

capítulos

fucron

presentados en

cl

Curso

Virtual

ofrccido por la comunidad Russcll,* cuyo director es

Jorge Bekcrman.

Participaron

del mismo, psicoanalistas de

distintos lugares del mundo con la cuidadosa modcración de

Beatríz

Bacco que

posibilitó una riquísima intcrlocución

e

intorcambio

de experiencias de

analistas

que sostiencn su

práctica en

culturas

muy divcrsas.

Al

final

dc cada capítu1o se incluyen algunas

intcrvencio-nes dcl debate quc cl foro produjo.

Este libro

intenta

sostener la intcrlocución entre la

clíni-ca,

la

episteme

y la

política de transmisión del psicoanálisis,

sin estándares pero con todo cl

rigor

ético.

Mi

profundo agradecimiento

a

las autoridades dc Ia fa-cultad, al consejo directivo, a la Decana Sara Slapak con cuya

gestión se han desarrollado las Prácticas Profesionales,

con-solidando así la formación de los psicólogos.

A1

editor Juan

Carlos

Esquivel por haccr

posiblc csta

publicación.

(9)

Inés Sotelo

A

todos

los

que

han participado

de oste

libro

con sus

relatos clínicos, con los debates en

cl

foro, transformándolo

en

un

espacio de conversación,

lazo fundamental para

la formación de

los

analistas.

Mi

especial rcconocimiento

y

gratitud hacia

Leonardo Gorostiza quc ha enriquecido estas páginas con cI prólogo así como con su gonorosa lectura e interlocución.

A

los estudiantes,

a

quienes está

dirigida

esta

publica-ción, que con sll presencia comprometida ponen en causa

nues-tro

deseo por la

transmisión

del psicoanálisis.

Inés Sotelo**

Febrero 2007

**Inós Sotckr. Psicoanalista. Profesora dc la Práclica Prof'esional ciinrca

do la Urgoncia, Calrcra clc Psicoiogía y Prof'esora cle Psicopatoiogía cic la

Car|cra dc Nlusicotcrapia. Facultad dc Psicología. UBA. Micmbro clc la

Escucla clc la Orientación Lacaniana (EOL) v dc la Asociación Munclial cle Psicoanálisis (AMP). (misotclo@psi.uba'ar)

(10)

T

Ttto

itnagen ya clásica, que los

hunoristas

gráficos han

LJ

sabido popularizar durante dócadas, sin duda

contribn-yó a consolidar

un

prejuicio en

el

sabcr popular:

la

idea de

que

habría una incompatibilidad

o disyunción

ontrc cl

psi-coanálisis y la urgencia. Efcctivamentc, la irnagen aírn hoy cs evocada

para

delicia de los lcctores.

Ei

pacientc,

tranquila-mente rccostado en el diván, se cntrega a la asociación libre,

micntras

eI analista, atiendc con caltna y realiza sus

ocasio-nales anotacioncs. Una atmósfcra atemporal parece

apodcrar-se dci cuadro hasta quc alguna ocurrencia del paciente

-gene-ralmentc vinculada a

la

rcalidad cfcctiva o a

algún ardid

de

Iógica

pura-

sobresalta al analista y lo reconduce aI cstado do

viáitia.

Bastará entonces alguna elucubración de scntido de

cuaiquiera de los integrantes dc

la

paroja terapéutica para

quc la calma vuelva a instalarse para

tranquilidad

dc ambos.

El

supuesto sueño analítico prosigue.

Hasta aquí Ia versión, más o rnenos fiel, de esta concepción

vulgar que a mcnudo hace pensar que un anáIisis sicmpre

ha-brá

de irnplicar

un

minucioso trabajo de remcmoración de la

historia infantil

clcl sujcto, voiviéndolo así incompatible para

haccr frcute q, aquellas situacioncs en las que la prcmura quc

impont-'la angustia demanda solucioncs rápidas y cficaces' Sin cmbargo, bastaría con onumerar los comienzos de

ai-gunos ya clásicos historiales clínicos frcudianos para

demos-tru,

q.,o, por cl contrario, cabc

afirmar

quc la urgencia

subje-tiva

lcjos de oponerse

al

psicoanálisis es consustancial a su

práctica. Porque, ¿,no cs una inmanejable situación de

urgcn-cia

subjetiva

la

que

lo llcva al

Hombre de las Ratas,

cn

Lrn

(11)

t6

Clínica de Ia urgencia

dcsesperación

una

solución

a

su ideación obsesiva'/ ¿No cs

acaso bajo Ia prcsión de

la

angustia quc expcrimcntan tanto

el padre

de

Dora

como

cl

de

la

Joven Homosexual

-por

el

extravío y cl accionar dc sus

hijas-

que recurrcn a rtreud como

último

intento dc rcspondcr a lo

q'e

para ellos no tiene

nom-bre? ¿1Y qué dccir de

Juanito y

de su padre? ¿No cs tarnbión

cn esto caso la angustia cl afecto que preside cl cortcjo

sinto-mático

del

pcqueño

y

altera el

supuesto

cquilibrio familiar

hasta cntonces a duras pcnas conservado?

Pero además, si se sabe lcerlo,l ha sido Jacqucs-Lacan quien

de

un'rodo

n otro ha señalado a lo largo de su enseñanza esta

rolación intrínseca cntre el psicoanálisis y la urgencia.

Ya

sca

cn

su temprano <Informe de Roma>,

on

1gb3, ai

señalar:

<Nada creado que r1o aparezca en la urgencia, nacl¿r en la nrgencia que no engendre su rebasamiento en la palabra>.2

Ya

sea en

un

brcvc cscrito de 1g66

titulado

<Del sujeto

por

fin

cuestionado))

y

que precedió a su <proposición...)

so-brc el pase, cuando

-cn

un contexto relativo a ia forrnación de

los psicoanalistas- afirrna sin ambages:

<Por lo menos ahora podemos contentarnos con que mien-tras dule un rastlo de lo que hemos instaurado, habrá psi-coanalista para respollcler a ciertas urgencias subjetivas...>.:l

O bicn cn la conclusión de su <Prcfacio a la edición

ingle-sa

del Seminario

11> dondc sorprendentemente hace mon_

ción a Ias urgencias subjetivas:

<Serialo que, conro siempre, mieutras escribía esto los ca-sos de urgencia me estorbabano'l -dice como al pasar.

1. com'lo hacc Jacqucs-Alain Millcr cn su actual curso do la oricntación

Lacaniana, clasc del lir dc novicmbre dc' 2006.

2. Escritos 1, Sigto XXI Editorcs, Argcntina 1988, pág. 281. 3. Ibíclen, pág. 226.

(12)

Una y otravez, Lacan reitera el lazo indisolublc que

exis-te entre la urgcncia subjetiva y el psicoanálisis. ¿Por qué?

Porque la práctica analítica de orientación lacaniana

pre-cisamente se funda en aqucllo que

al

hablanteser se le hace

presentc como lo imposiblc de simbolizar, aquello quc sobre-pasa lo que su palabra puede nombrar, es decir, se funda en

aquello que Lacan llamó: cl traumatisrno -úrou matísme- del

agujero de lo reai, es dccir, el traumaf,ismo dcl <no hay rela-ción (proporrela-ción) sexual>, inherente a todo ser hablante.

Es entonces desde esta perspectiva, bajo este marco, que

podemos

afirmar

que

la

práctica

analítica

de

las

urgencias

subjetivas

-lejos

dc oponersc- constituyc

un

ámbito

privile-giado para 1a práctica del psicoanálisis

y, aún

más, para el

esclarecimiento de sus fundamentos.

Porque se

trata

no sólo de detnostrar Llna y otra vez, como

el lector podrá muy bien constatar en las páginas que siguen,

Ia

enorme efectividad tcrapéutica del psicoanálisis ante las

urgencias subjetivas. Esto es fundamental, pero también 1o

es destacar

{omo

también podrá corroborarse en varios

pa-sajes

del

texto- la

dimensión ernincntemente

ética

de una orientación que no ccdc cn Ia cxigcncia dc apelar a

la

apari-ción de una subjetividad responsable

allí

donde otras

prácti-cas profundizan

la

victimización del pacicnte.

Es así

que

Clínica

de

Ia

Urgencia,

Iibro

que

reúnc

la

expericncia dc las clases dictadas por Inós Soteio a lo largo

de dicz años de enscñanza cn la Facultad de Psicología de la

Univorsidad

de Bucnos

Aires,

sc inscribc en una

perspccti-va crucial. Crucial

porque se

trata

dc una expericncia

de

cnseñanza que proviene de

un

cspacio anualmentc poblado por aproximadamente trescientos alumnos. Nada más y nada rnenos que

trescicntos

alumnos pueden acceder así

a

una

dimcnsión dc

la

cnscrianza

y

la

transmisión

que permite

contrarrcstar la

pendiente a

la

que

habitualmente

conducc

el

discurso

universitario.

Porque

la clínica

de Ia urgoncia

introduce otra

dimcn-sión,

la

que sc oponc a

la

experiencia concebida como una mcra acumttlación de saber. Dicho dc otro modo, es como si

esta

práctica

-al

darle la palabra al

sujeto, o

mejor

dicho,

al propiciar

que el sujeto advenga cn

tanto

tal-

agujereara

,-$

w"p

(13)

J,P

Clínica de la u

ol

<todo saber> que está presente en

la

estructura

misma

del

discurso

univcrsitario. De

este modo,

tal

como rccién subrayábamos,

la clínica

de

la

urgencia en

tanto apunta

a

quo el sujeto sea producido y alojado, se oponc a su

masifi-cación bajo rasgos comltnos,

ya

se

llamen

<las víctimas> o

los <traumatizados>.

Y cn cste scntido, al proponerse

evitar

que los individuos

se picrdan, st: desvanezcan en el anonimato de la rnasa,

pllo-de constatarse cómo la clínica de la urgencia necesariamente

debc ser inventiva. Hay que

inventar

cadavez, de nucvo,

por-que antc

la

urgcncia (sc nos queman los papeles>, y tambión

porque

-tal

como se

trasunta

con claridad en estas páginas-los analistas pasan a ocupar lugares que no son los del

dispo-sitivo analítico

tradicional

sobrc el cual, sobre cuya caricatu-ra, bromcábamos al comienzo.

Ocurre, como tambión aquí se recuerda, que cstamos cn

la

<civilización del traumar>, cn los tiempos de <la urgencia gencralizada> o en los tiempos <dei Otro que no existe>. Es

decir, estamos cn los ticmpos que muestran las

conscclren-cias dc Ia caída dc los grandes relatos, dc los idealcs

y

de las

tradiciones que antes daban cobijo a 1os sujetos; estamos en

la ópoca postradicional, la ópoca de los sujetos dosorientados, sin brújula. Todo lo cttal sc manifiesta en una clínica muy pre-cisa - hecha del trauma y de su corrclato,la angustia- que bien

podríamos llamar una <clínica del desamparo>. Es

precisamcn-tc

lo

que subrayamos más

arriba

y

que cstablece

un

nudo

fundamcntal

entre

la

urgencia subjetiva y el psicoanálisis.

Porque hay dos dirnensiones del

trauma

a considerar: cl trauma estructural (constituyente) y

cl

traunt'a como

aconte-címiento impreuisto quc introduce lo inasirnilable a través del

cncucntro con una contingencia.

Esta doble caracterización pcrmite entcndor quc' cn

cier-to modo, cl trauma como aconteciendo imprcvisto no hacc sino

reduplicar el

trauma estructural

por el hccho de ser hablan-tes, el troumatisme quc antos mencionamos.

Y,

en cste scntido, así como decimos que para Ia forrna-ción d<:l analista

la

práctica con

la

psicosis es

formativa

(las

prcsentacioncs de enfcrmos, cl estudio dc

la

psicosis) porqtte <la psicosis es la estructtlra>, es dccir, revela la relación nativa

(14)

*4fav^¡W-u¿.*WÁ/

Inés

Sotelo

19

del sujeto con el significante cuando no ha sido vestida por la

myela

edípica,

tal

vez podríamos dccir otro

tanto

de Ia

prác-tir:a dc la urgencia por cuanto rcconducc a las rclaciones

trau-uáticas

originales del sujeto cn su propia constitución.

Des-de esta perspectiva,

tal

vez poclríamos cntcnder cómo el

psi-cunálisis

aplicado a

la

terapéutica

-dc

cso se

trata

en esta

clínica de la

urgencia-

puedc esclarecer cuestiones relativas

al psicoanálisis puro,, aquól ligado a 1a formación dcl analista

¡-

revitalizar cl

dcsco dcl analista.s

A

modo de

una primera aproximación

podríamos

su-brayar

cinco puntos que hacen a esta dimcnsión

formativa

de

la práctica

con Ias urgcncias

y

que puede leersc en ias

clases que siguen.

1)

La

práctica con

las

urgencias subjetivas es

una

práctica

que potencia la exigcncia de cscuchar el detalle. eI relicvc

singular

en

cl

discurso de quien consulta.

2) Es

también

una práctica qlre, en

la

medida

cn

quc no se

plantea respondcr desde un protocolo prcestablccido, fuerza

al

practicante a cjorcitarse en

la

clisciplina de <<oluidar lo que sabet de antcmano.

3) Es una práctica que necesariamcntc debe ser inuentíua, ya que -conro

dijimos-

hay quc

invcntar

cada vcz porque se

nos

(querran

los papeles>.

4) Es una exporiencia que l1eva al practicante a confrontarse

con Lrn equivalente

dc lo traumático constitutivo a

todo

parlétre.

Esto por cuanto suponcmos que toda situación

traumática

implica de algún modo una rcactualización de

su encuentro con eI troumatísme de la no relación sexual.

5)

Nos atrevcmos

a conjeturar

quc

una práctica cn

la

quc

resulta imprcscindiblc obtencr csc significante por cl cual

cl sujeto puedc localizarse yrcprcsontarse antc ol

Otro-<<signi-,

ficante de Ia urgcncia> se lo ha

llanado tambión-,

y para Io cual hacc f'alta tiempo, es decir, hacc

faita

una (pallsa))

i'(

lrY

(15)

Clínica de la urgencia

que introduzca un tiempo en Ia urgoncia, es una práctica

quc necesariamente implica que debe operar algo de lo <im-piadoso> del deseo del analista. Impiadoso porque el deseo

del analista es el que, dosificando Ia angustia, no se

detie-nc ante

la

piedad propia del eje imaginario intensamente

convocada

en el

colapso, en

la

contracción

temporal

que

supone

la

urgencia subjetiva.

Tal

vez podríamos

hablar

aquí de las

virtudcs

dc <una pausa impiadosa>.

Podríamos hablar cntonces de lo impiadoso de una pausa

que

lc

rccucrda constantcmente

al

practicante que no debe

olvidar

quc su acto sicmpre está suspendido de una hiancia,

en un abismo que no tiene nombre. Es Io que se escribe con el matema del S de A tachado y con el cual Jacques-Alain

Miller

dijo en una oportunidad qtlo convendría que el anaiista

hicie-ra Lrna periódica (cura)), ya que cs la mejor rnallera de

preve-nir la

infatuación que surgc de la identificación

al

sujeto

su-puesto saber. Entonces, ¿la práctica con Ia ttrgcncia como (cura

preventiva> de

la

infatuación? ¿Por qué no?

Entendemos que algo de csto es 1o

fundamental

que el

libro

de Inés Sotelo logra

transrnitir.

No sólo una precisa

ela-boración de saber acerca de

la

práctica ante las

urgencias

sino los

límites

mismos de ese saber ante

el real

que debe

afrontar

cadavez.

Y

de este modo, tarnbién alcanza a

transnlitirnos

stt pa-sión: la de sostener tlna práctica de enseñanza quc persevera

y

que no está dispuesta a abandonar la nobleza, esa noblcza que

la

práctica

anaiítica

sólo puede extraer a

partir

de

con-frontarse cada vez su imposible.

Leonardo Gorostizax

Febrero de 2007

*Lconardo Grlrostiz¿r, Psicoauaiista crn Bucnos Airos. Analista Miembro

(ANf E) clc la Escucla dc la Oricntación Lat:aniana y do la Asoci¿rcián

Mun-dial dc Psicoanálisis. Dircctor dcl Instituto Clínico Buenos

Ai":,

iICBA)

(16)

F*

F-F

ft

Capítulo

El Sujeto en la Urgencia

lnstitucional*

Salud Mental

ylas

instituciones

pensar

cl lugar de

la

Salud Mental en la instituciones

pú-I

blicas, nos

lleva

a reflexionar acerca de

la

dernanda quc

allí

lloga.

Utilizarcmos una

refcrcncia

freudiana para

abordar e1

tema: un judío vienés, pobrc, sube a un

tren

para

dirigirse

a

un lugar para tomar agllas tertnales, famosas por su función

terapéutica

pero

no tienc dincro para comprar boleto. El

guarda

se 1o pide

y,

colno no

lo tiene lo obliga a bajar

del

tren;

éste

salc pcro

sttbe

nuevanente,

el guarda vttelvc

a

bajarlo y él

a

entrar. La

tercera vez

el

guarda

lc

pega

y

Io

baja, repitióndose csta secuencia

varias

vcces. Finalmentc,

se encuentra con un conocido quc le

prcgunta

¿hacia donde

vas?, el hombre le responde ((voy a

tomar

aguas tcrmales, si

1a salud me lo permitc...>.

*Est¿r clasc firc dictada tanbión on cl CONNAF-Consejo Nacional rlc la

Niñcz, Adolcsccr-rcia y Familia organistno quc dcpondo dc l¿r Sc<:rotaría de

Dcsarrt¡llo Soci¿rl-Mirlistt'rio dc D('sarl'()llo S,rcitrl ¡'Mcdio

Anlbir'nt<'-Pl't'si-clcncia dc la Nación dc la Rc¡lúrbli<:a Argcntina. Estc orgauistno intcrvicno cn múrltiplcs situ¿rcioncs qttc involucron f'amilias, aclolcscentes y niños, rc-sultanclo ¡rrcponclcrantc para talos intorvcncioncs cl trabaj<l rnultidiscipli-nario o intcrclisciplinario dc los ¡rrof'csionalcs quc rloscmpoñ:rn allí su

(17)

I

CIínica de Ia urgencia

Eric Laurent

tomará este relato afirmando que

la

Salud

Mcntal

cs lo que nos

pcrmitc

permanecer en cl

tren y

alcan-zar cierta paz,

si...

nuestra salud mental nos Io perrnite.l

Al

hospital

pírblico,

a las

instituciones

llegan

pcrsonas

golpeadas: dcsocupación, desarraigo, marginalidad,

desmem-bramiento

familiar;

manifcstando el dolor, el sufrimiento

in-soportable como signos dc lo que no anda.

En

cierto nomcnto,

quo no sicmpre coincide con hechos

objetivamente graves, se producc la

ruptura

dc la

homeosta-sis con que

la

vida transcurría;

se rornpe

el cquilibrio

que

sostenía las relacionos con los otros, con

cl

trabajo, cou los

lazos amorosos

y

farniliares,

con los pensamientos

y

hasta

con el propio cuerpo.

Esta

ruptura

podemos

ubicarla

cotrro

urgencia

quc

rc-quicrc intervención

profesional. Así,

cl

sujcto,

la familia,

la

escuela o el juez, solicitan, indican o acompañan para que el cstado por la vía dcl hospital público trabaje para el retorno al bienestar.

El

cstado dc bienestar asegura que los ciudadanos estón

en slls trenos, cn sus cochcs, on sus casas y quc pucdan pcr-manccer

allí,

<si es qlrc

ticncn cicrta

salttd>.2

Por su parto Ia Organización

Mundial

de la Salud

impul-sa

la

promoción, prcvcnción

y

asistcncia de

la

Salud

Mental

como dorccho includible dentro del carnpo de la salud; para lo

cual promucve el trabajo

intcrdisciplinario,

con todos los

pro-fcsionalcs cuyas incumbencias los

habilitcn

a

dcsanollar

ac-ciones eficaces que asegurcn tales objetivos.

En csta dirección

la lcy

de salud mental de

la

ciudad de

Buenos

Aircs,

cstablccc: el rcconocimicnto dc

la

salud

rncn-tal

como

un

proccso detcrminado histórica

y

culturalmente

cn la sociedad, cuya prescrvación y mcjoramicnto implica una dinámica dc construcción social, y está vinculada a la concrc-ción dc los derechos al trabajo, al biencstar, a la vivienda, a la

segr-rridad social, a

Ia

cducación, a

la cultura,

a

la

capacita-ción

y

a un

modio ambicnto saludable.

La

salud

mcntal

cs

inescindiblc de Ia salud

integral

para lo cual es neccsario el

dcsarrollo con cnfoquc de rodes dc

la

promoción, prevención, asistcncia, rchabilitación, reinserción social y comunitaria, y

(18)

solidarios. Sosticne el respeto a la pluralidad de concepcioncs

teóricas cn salud mental estableciendo que es función del

Es-tado ser garante

y

rosponsablc del derccho a

la

salud mcntal individual, f'amiliar, grupal y comunitaria. Evitando políticas, técnicas y prácticas que tengan como

fin

el control social.

¿Cómo pcnsar en este contcxto,

el lugar

del psicoanáli-sis?

El

psicoanálisis está incluido en los prograrnas de Salud

Mental y

lo encontraremos sicmp4e que haya

un

imposible:

<educar, gobernar

y...

rnás aún: elgobiemo de

la

curación>.3

Si

bien

cl

psicoanáIisis como

terapia

ef\.caz,

permite tal

inclusión, agrega

Laurcnt,

no es una

terapia

dela psyché, es

decir del pensamiento, del órgano sino del sentido. Ordcnar

la

prolifcración

de sentidos, fundamentáTlmcnte

el sE-tiffi

s

política que alcanza el

progra-ma de

la

civilización>.'1

{

Incluirnos

como psicoanalistas en las institucioncs,

cnla-izándonos con otros saberes es cl clesafío con el quc entramos

tdccididamcnte cn el siglo

XXI.

Scrá necesario ubicar el lugar

del <objcto psicoanalista>r, ¡5¡s¿. producido por un discurso al

que habrá que encontrarlc su uso ya que cl espacio analítico

es un espacio en cl cual se juega un destino fundamental dcl

scntido de

la

civilizaci6n.i'

La urgencia general tzada

De csta forma caracteríza Guillermo Belaga, Jefc dc

Ser-vicio de Salud

Mental

del Hospital dc San Isidro, a la prescn-tación mas frecuento en guardias y admisiones en las

institu-cioncs.

Bntidad clínica

y

política. dirá,

en corrcspondencia

con cI nllevo rógimen social, producto de un mundo

transfor-mado por la ciencia y la globalizacíín económica

<La urgencia generalizada habla de un traumatismo

tan-to a nivel cle lo colectivo como en el singular, donde

encon-tramos la impotencia del discurso a la hora de leer el

acon-tecimiento>.6

Afirmará

quc

frentc

al vacío subjctivo ante la

falta

de un

(19)

CIínica de la urgencia

abrochamiento, un sontido como Nombre dcl Padro, qlle

rne-diante una descripción programada hace

existir

una

causali-dad

detcrrninista

univcrsal.

La

prcscncia del

analista,

su intervención,

posibilita

el pasajc a

la

urqencia-subjctiva que

la

diferencia dc

la

crnci'-gerrcia psiquiátrica con su

presentaffia

cn los

manuales.

Mientras

Ia rnedicina trabaja a

partir

do probabi-lidades y estadísticas, (para el psicoanálisis los efectos dc gocc

son incalculables>,

afirma

Lucas Leserre.T

Síntomg, angustia, traurna, respuesta del sujeto q

eregl,

rccu-r.sos-dcl strjcto,

límites

dcl sujcto, cobran una dimcnsión

oscnETáTTn cfdia$nóstico así como cn

la

táctica v

ostralcqijl

quc

La

Urgencia

en

la

Universidad

Si los usos dcl psicoanálisis dependen de la producción de

analistas,

la

universidad es

un

espacio de formación episté-mico qtre a

la

vez

pcrrnite la

inclusión de quienes sostiencn

allí

su transrnisión, posibilitando

cl

cncueetro de

los

ostu-diantes, no sólo con los textos sino tambión con

la

clínica y

con los analistas en las instituciones.

La Práctica Profesional Clínica de la Urgencia, materia

del plan de estudios de la Carrera de Psicología dc la

Univcr-sidad dc Buenos

Aires,

que dicto dcsdo 1996, surgió con la idca de que los alumnos llcgucn a las guardias dc los

hospita-les;

csta

propuesta se

fue

ampliando

a las

admisiones

y

a

otros dispositivos asistcnciales.

A

travós del ticmpo, fuimos verificando cólqq la

_urtrn$

atraviesa no a una situación de

cri-rir,

.ilgln*biór

u l9s

profeslgleleq¿a

la institución misrna.

.-La

cllos están más preocupados cn

cl

modo de

intervenir

de los

profcsionalcs, cn

verificar

cómo sosticnen su práctica 1os

psi-cóIogos, psicoanalistas pcro tarnbién trabajadores sociales,

torapistas ocupacionalcs,

tallcristas,

y así dcscubren como la

(20)

En lo

particular

dc la práctica del psicoanalista, sosticne

Eric Laurent, un

r<cnjambre.de sabercs

lo

rodcan

y

qtlo no

lienen

nada que

ver

con clasificación

universitaria

o con la

clasificación cle

la

cicncia... y ningún recorte organizativo dc

los sabcres de

la civilización

es satisfactorio para

lo

que sc

tionc

que sostcner>.:e

Urgencia

de

los

profesionales

.

t

Una de las cucstiones para pensar es ¿de quién es

la

ur-góncia en esta situación de crisis?

Podría iocalizarge en

el sufrimicnto

de'esa persona qlre

llega; cada profesional que

trabaja

en instituciones asisten-ciales, podría aportar distintos ejemplos de esta practica par- "

ticular

quc sostiene.

En

primcr

lugar intentamos ubicar de quíén es esa

Llrgen-cia, si provienc del paciente misrno, si vicnc de

la familia'

dc1

juez, dc 1a cscuela, dol policía que 1o encontró deambulando

por

la

callc. ¿Para quién, ésa, es ttna situación insoportabie quc hay quc resolver'l, ésta cs Lrna primera localización'

En el

hospital

dc Ste. Annc Lacan definió: <La urgencia

es

lo

imposible de soportar

para un

sujeto

al

quc nada di-vicrto>. Franqois

Lcguil,

sostiene quc osta definición no nos

permitc

retroccdcr en csta clínica

particular

quo encuentra

su

lugar

clc

alojamiento on guardias,

admisiones,

y

en

la

clínica

cn gencral.s)

En ias

urgcncias

lo

irnposible

dc

soportar cs

cl

qttedar

inr¡erso

en la repctición dc lo mismo donde

la

dimcnsiírn del

sujeto aparcce totalmente arrasada. Esto no sólo es para los

pacientcs sino que

también atraviesa

a los profesionales a

cargo; por oso una de las cuestiones a rcsolver e.s cómo hacer

soporlabic

la

monotonía,

la cotidiancidad

de

la

pobreza, de

la.

rniscria,

dc

la falta

de reclrrsos; esto sc

transita

en cada

situación, cn los problemas

institucionales,

cn

la

violencia, cn

cl

desalnparo..'

Quiero dcstacar la importancia de reunirse cn la

diversi-dad cle formación, cn la diversidad dc tarcas, en la divcrsidad

(21)

26

Clínica de la urgencia

ospacio crcativo, dc invenciones y ficciones, donde so

consoli-dcn las transferencias de trabajo. Buscar un

hilo

en comírn,

un

hilo

qilffi's

pe'nita

'na

interlocución, es

.ñffii6.

mas de

salir

o de

tramitar

esta urgencia.

<...ali¿trse cor"r todos los que luchan dentro de la psiquiatría o dentro de

la

Salucl pública para construir estructuras

menos cmeles y esto sllpone tener una idea de los goces eu

juego en las organizqciones y en slr funcionamientor.l0

Las situaciones que se generan en las instituciones tic-nen la rnarca del exceso con lo cual poder hacer algo con estg,

rcunirsc. trabaiar,

¿

ponsgr y soportar la divcrsidad en la

ins-^

-titución

donck: r:lii

transitar ya

es un

¡

cion dondc clijarnos, o nos eliia

-paso conlo , uurnu IJa|a para

ir

rr

rnás rnas

allá

aila

de üo las propias urgelas propras urgonclas.

Sc corrc

cl

ricsgó

au.ffimcntc

sc

tcrmina

impotentizado.

I¡calización

de

la

urgencia

La urgcncia, en general se prescnta como dolor, corno

su-frimicnto

insoportablc, como

mptura

aguda. Frcud decía

quie-brc dc la homeostasis con quc la vida transcurría.

Habitualmentc

cl profcsional se encucntra con aquól que

ha tenido dificultadcs y problernas desde sicmpre pero sc ha sostenido en cierto cquilibrio, hasta que algún

acontccirnien-to

impensaclo, inesperado, contingentc, llega

a

su

vida.

Un

nacimicnto, un embarazo, la pórdida dc un trabajo, la pórdi-da de un ser querido; Lln oncuentro o desencuentro amoroso,

puedon

irrumpir

cn la vida de alguicn conmoviéndoia.

euic-bJq

g"

este

eqlilibrio

en

cl

devc

+

La

urgcncia da cucnta siempre dc algo dol órden

la

rup-tura,

por oso es

impirtiñTdlocaúZer

qü6@

¿

jCfdfncionab'a

do csa honrcostasl$ por quc si rnas o menos csa f'amilia, por quó si csc

su-bien cn su vida, con sus

proble-mas, con sus dificultadcs, con

sll

adicción, con su síntoma, a

partir

dc cierto mortcnto no logra sostencrse solo. Cuando se

(22)

Llce un e terapéut

micnto dc

los cstados

dc

Pánico,

AoñEF"ó

angflJtií

o

p-""t"rg".i¿"

¿"

tt

jes al

actLll

r

cn relación a esto

re-quiere ao

c

glg

requicre on prineipio dc urla !gc!qle,

mas

allá

de lo apremiante de

la situación,

loer csto que

po-dríamos

llamar

ttna <coyuntura dc cmergcncia>.12

Normalid.ad y

anorrnalidad

'

Quien atravicsa por una crisis

aguda

experimenta cste

pasajo ontre 1a normalidad y ia anormaiidad; quien ostá

atra-vcsado por esta coyuntura sc sicntc anormal. Nos

pregunta-mos: ¿cómo vamos a al

Esa-mánEa de desbordc quo sacudc y desacomoda al

su-jeto y a su relación con-Ios.otros, tambión produce un pasaje de.

Ia intimidad de su sufrimicnto privado a algo que sc hace

públi-co. a la institución cs Lrc a ió de nertenccer a

tiong rclación con su síntoma,, cg¡L

Se

tratará

d"

r-bi.ut

ul

ot"r,,

d"

¡

camo-lll-punfo do

runtura

oue pone en cucstión cl lazo con ios

otrusllá-ñiáffi

---i' , :

,

p.gññi"n"t

lo

*d"an.

con su

parcja'

con sus amigos. con cl trabajo, pero

tambñr

co" su

ptofuggryn,

.offiropia

ca-n""$X1:ffi.i:T:ilt::iffff,"*

*

*,ación

dcr sujcto

con

_

cI

adffiEán

cl

_

afitcra.

E@

_

r

ujr.to--*¿i:zo**

c a mi n o s :-iláT q u ic

n

p u c dc q u c d a

l

s u rn-iüo

én

la inhibición

absoluta, en

el

aislamiento, en

el

mutismo,

-

-talvaz

cTdescncaclEnaTñicnto dc una psiEos-is quo dcja a1 Sü:

jcto cn

pcrp

irse a los otros'

tam¡iónffitiarelnos

los casos que-tieñEñ quo ver con la

im-pgsividad, con Ia agr.csividad, conagtos-ncligrosos, actos

dTs-"qp"*-&.t,

glre ponen en riesgo su ylda o la-de otros.

S i lv i a B a u d i n

i

a t ir ni

ar?!üdEirr

gc n

cEIüEi-"

tiv a c s u r] o

de los ltlsargg privilcgiados para

vcrificar Ia

eficacia dc los

efccteekryapiglcos

de

(23)

28 Clínica de la urgencia

partir

dc cicrta situ.ación de urgencia algo se atraviesa y pasa

á lo público; cruce clc las

baneras

de

la

normalidad, como si

estas barreias existicran. Hay una vivencia de lo anormal

{g

acuerd.o bon

lo

esperable

b io

no espeiabie, con los propios idcales, con los valores del sujcto, de la

familia,

de la oscuela,

dcl jucz

y

hasta dcl profcsional.

EncontramoTaquí un

juicio

normativb, sobre lo norrnal,

1o anormal, lo bueno, lo rnalo,

y

cn qeneral en

la

consulta el

p"dido

",

qa,"..

rrt','l'uu n

lo

rror@-clama, que todo'vuelva a ser como antes, que esa señora que

ahora cstá delirando vuelva a estar con los chicos, les haga la comida, para quc todo

rctornc

a sus cauccs normalcs.

He trabajado en el Hospital Piñero en la Ciudad dg Buenos

Aircs, en sala de internación.

Allí

hay sala de intcrnSción

psi-quiátrica do hombros y una sala de mujcres. En gencral, la

ex-ternación de un hombrc es bastante mas rápida, si hay farnilia

sicmpro hay alguien quc 1o aloja; para las mujeres es más

com-plicado. Sc espera quc rdtornen cuando se pucdan hacer cargo

nuevarrente de la casa, de los hijos, cuando todo vuclva."a la

norrnalidad". Externar a un holnbrc cra, por lo mcnos hacc unos años, más sencillo, siorirprc había una madre, una rnujcr, una

hcrmana que lo alojara. Para una mujor la cxigcncia

familiar

y social era mucho mayor.

Era

ncccsario

realizar

Llna gran

tarca

con

la familia

en los casos en que no había motivos para sostener cl

tratamicn-to cn una sala dc agudos y de ninguna manora arneritaba

ir

a

ttna

sala do crónicos, pero sí se necesitaba una

familia

que

sostuviera y quo aceptara que probablemcnte esta mujer

nun-ca

volvería a la

<normaliclad> esperada,

y

cn

cambio

iba

a

tcner quc estar para sicmprc, dc una lnancra u otra,

sostcni-da por

familiares

o anigos. Tarca muy complicada ya quo sin

recursos, es muy

difícil implcmcntar la

estratogia dc cgrcso,

tanto

para c1 analista como para el trabajador social.

Bl terapcuta

puede decir: ((desaparecidos los motivos de

internación,

se

Ic

da

cl

alta>,

cl

asunto cs ¿a dóndo'/, ¿,quión

alpja?, ¿quión recibo?, uno puedc

tcner

clara esta situación, pero ¿,cómo se instrumenta"el alta'/

(24)

Encuentro

conun

analista

.

Voivomos a

la

urgcncia, a

la irrupción

de síntomas

y

al paciente que en realidad no qttierc sabcr nada del por quó io pasa lo que le pasa, 1o quc pide cs <...vttólvame ustcd

al

cs-tado anterior, yo quiero cstar

como estaba antes, con mis

probiemas, con mi

sufrimicnto,

coll mi propia relación con cI

sufrimionto,

pero de esto no quiero sabcr nada...>.

En

rea-lidad,

el encuent{o con el a

ta-pSlqpggl¡.va y

torminar

guerio@

zar

un tratami

rcspondct

a3]!t,

cs crucial en las guardias y ádmisioncs

<Evi-+---'. - r l

tñiilónsentir

la

demanda dcsesperada del sujeto de volver

a scr el de antes y en sll lugar le proponcmos rocorrer el cami-no de los vericuctos de su decir, para que con él se invontc una

nlleva versión de su historia causada por el traumatismo>.13

EI

requcrimionto

que recibimos de los jueces, o de

la

es-cuela, es: (acolnodar csto

para

que se normalicc))'

para

que

rctornc

a carriles soportables, lo quc es bastantc complicado

cuando

la

cosa se dcsarmó. En todo caso,

la

cuestión podría

ser c.ncontrar otra

((@¿drr,

digamos' uqa

nueyl&{lgil,

noro@ido

cs un irnposible.

dccir que depcnde dc cómo sc lcan cstos hechos y de quién los

lca'

Si cl

d.iscurso, finalmente es un

mo{sllc

usar ci lenguaje también

va a depender si esta lecturu

I@

un

ps-iéoáláfiFtálliñ social o el iuez. Es necesario

localizar cuál es ue está en júego, cuál es la

idd*.í"tomaypoi@aQ.

-El desafío.serl

tñEJar

con profesionales afiavesados por

cliscursos

distintos y

con diferente cotlcepción,

por

ejemplo,

de

lo normal

y

Io

anormal. Cuando los

exclusiva y

ex@ados

por eI proplo dlsc

SO_St rse

el

suieto

sobre@ándo.

de

;Iffi;¡o"*a

se oxpulsa y se anula al niño, a

ll¡amilia.-Si

se

e=iá-más centrado en la ia idea que sc tiene de la situación

c el

sui <Uomrencen por creer que no '

(25)

fundamentai-Clínica de la urgencia

Esta cs

la

disposición

prinera...))

nos indica Lacan en el

se-minario

3.11

A los alumnos, sumorgirse cn esta rcalidad cotidiana los

obliga a

salir

de las aulas y dirigirse a la comunidad en donde

la urgcncia emergc;

allí

se cncuentran con el sufrirnicnto hu-mano;

Eric Laurcnt afirma

que éste está cstructurado colno

un rncnsaje

y

os

allí

donde tt

subjetivación de la urgencia.

En el tiempo dc formación se corre el riesgo de

aspirar

a

convertirsc en un analista ideal, que tfabaja con ese niño ideal, 'con cl pacicnte ideal, cn la

institución

ideal.

En

los

rnírltiples

dispositivos ernergi:

el sufrimiento

hu-inano estructurado como un mensaje y hay que leerlo, en todo caso habrá qlro vt:r si ahí hay lcctorcs, si hay'quien csté

dis-puesto a lcer y a alojar cse padecimiento

tal

cual llcga.

El

tiempo,

entre la prisa

y

la pausa

La dimensión del tiempo es central en la urgencia.

Las institucioncs

que

trabajan

con

minoridad

podrían

decir mucho cn relación a esto ya que están apremiados por

la exigencia de rcspucs.ta del juez, de las

familias,

de los

ni-ños.

Allí

so pone cn cvidcncia la nccesidad de decidir a toda

prisa; <el

jucz

resolvió inmediato traslado de...>. Todo ticne c! aprcmio de

lo

que dcbió ser resuelto, no ahora sino ayer,

todo parccc dcslizarso on una vcrtiginosidad en la cual,

final-mcntc sc picrdc cl pacicnte y se pierde el profesional.

Esta exigencia cs

la

dc tenor quo rcsolver, rápido, bien,

sin error, sin soslayar que tambión nuestra práctica está

re-corrida por la

industria

dcl juicio, el juicio normativo quc nos

atraviesa. La dcmanda do rcsolver urgentemente, sin

recur-sos pcro on forma absolutamcnte cficiente, pone a los profe-sionales frente a sus propias urgencias.

"

"El sujeto tambión roclama que sc rcsuelva con

pronrlra,

.todo.parccc

indicar

qne (no hay ticmpo>, lo cual se

vcrifica

con

claridad

en 1as guardias aunqlre ésta cs sólo uno dc los

(26)

Cada consulta tiene

un

punto dc urgencia, que

hay

que

Ieerla y encontrarla; y aLrnque alguicn pueda esperar un -mes

foru

."t

atenclido, por las largas listas de espera cn los

Con-sultorios

Extcrnos hospitalarios, podemos

inferir

que hubo

un

punto de quiebre y

ruptura,

de urgencia para esc sujeto'

que lo condujo a pedir ser escuchado'

Urgencia

y

gravedad del

caso

La urgencia no debe ser homologada a la gravedad del caso.

A su vez, si un caso es grave y el sujcto llega intoxicado' o

herido por supuesto requicrc de las maniobras módicas' de Ia

sutura

que prirnero ponga

a

salvo su

vida para

luego

escu-char de qué se

trata.

En estos casos la graveclad nos ponc en relación con la ley de internación, 1a seguridad para sí y para terceros,

mostran-do csta dimensión dc la urgencia que vincula urgencia y

ries-go o gravedad; no sicmprc coincidcn'

-Dctodasmanerascuandounsujetocstáatravesadopor

una Lrrgencia, su vivcncia es ia dc <uo hay ticmpo>' Es por eso

que sicmpre interesa pregttntar bastante cn

la primera

cn-trevista,

detoncrsc cn las coordcnadas quc lo

trajcron

a osa

consulta: ¿Por quó llegó? ¿Por qué hoy'? ¿,Qué

lo trajo'/

¿Por

quó acá? Es decir, prcguntas quc

perrnitirán

comenzar a

on-tramar

alguna rcd on relación a cso qlrc apalccc

desarticula-do del rcsto de la vida.

Tiempos lógicos

Trabajaremos un cscrito dc Lacan qlre so llarna <El

ticm-pológicoyelasertoclcccrtidtrnrbrcanticipada.IJnnuevo

sofirirrar.i i¡

El

clircctor

dc

la

cárccl comunica a

tres

detcnidos quc

pondrá cn libertad a quicn

resuelva

primcro

un

problema

iógi.o.

Les

mttcstra tres

discos blancos

y

dos ncgros'

(27)

Clínica de la u

individuo

podrá ver el color dcr disco de los otros cros

y,

por

supucsto, no podrá ver el color del disco que lleva cn slr

pro-pia

espalda.

cada

prisionero dcberá deducir lógicamente el color del

disco qtrc tiene tras de sí. Agrega que se les dará todo el

tiem-po para rosolverlo.

Finalmentc Lacan llamará <la solución perfecta>> a la que

dan los trcs prisionoros al

salir

simultáneamente del recinto. Dcsptrós de haberse considerado

entrc

ellos dura

nte

cierto

tiempo,los tres sujctos dan

juntos

algunos pasosy cruzan la

puerta a

la

vez diciendo:

<Soy blanco y lo porque daclo que mis compañeros

eran blancos, pensé que si yo fuese negro, cada uno de ellos hu_

biera inferido lo siguiente: si yo también fuese negro, el otro' se hubiera reco'ocido inmediatamente como blu,r.o y habría salido enseguida; por Io tanto yo no soy negro.

y

los dos hubieran saliclo juntos convencidos de ser blancos. Si no hacían tal cosa, es que yo era un blanco como elloy.

Lacan

refcrirá

la rnodulación del tiempo cn el

movimien-to del

sofis'ra:

el instanto de vcr, el tiempo para colnprenclcr

y cl momento de concluir.

El

dircctor

comicnza diciendo <hay todo

el

tiempo>, sin embargo

la

urgencia del rnornento de concluir también está

presente en el cálculo del director.

La incógnita rcal del problema, para Lacan, es el

atributo

ignorado del sujeto mismo. Hay un ticmpo de

meditació',

un

ticmpo

qnc

el

sujcto so ponc en relación a los otros, sujetos

indcfinidos

salvo por su rcciprocidad. Finahnente,

el

aserto

sobre sí mismo, Ilcva

al

sujcto

a'na

conclusión,

la

urgencia dcl momcnto dc concluir. Es bajo la urgencia del movimicnto

lógico, que el sujeto precipita su

juicio

y su partida.

El

sujcto en su ascrto alcanza una verdad que

va

a sor

somctida a la prueba de Ia duda, pero que no podría

verificar

si no

la

alcanzase

primcro

en

la

certidumbrc.

Mo intcrcsa pcnsarlo para ci mornento de la urgencia croscle

la pcrspcctiva de quicn la atraviesa: frente aI no hay tiernpo, <<no

hay ticmpo porquc quiero salir ribre,

po'q'e

quiero volver a la norma, porquc quiero irme dc acá, de rni propia prisión,

de mi

(28)

síntoma, dc estc desbordc insoportable, dc esta situación dc

crisis cuanto antes>.

Frente aI no hay tiempo,

el

director o cada uno do

noso-tros en

tanto

analista, propone : hay todo el tiempo:

<cuénte-me qué

le

pasa,

ticnc

todo el ticmpo>, cuando el profesional

sabe que no,Io hay, que ias cosas hay que resolverlas y que éi

mismo tiene

al

juez pidiendo

un

informe para

la

resolución

de csa internación, adopción, tenencia dei mcnor...

Se propone un instante para ver, localizar algo de esta

ur-gencia. Este tiempo en el cual, para que el sujeto pueda decir

algo accrca de sí mismo, habrá quc ponerlo en rclación a otros.

El

prisionero va a poder decir aigo de sí, sin certeza, sin

seguridad y avcnturar una afirmación que posibilite la salida.

La propuesta es que salga dc su propio encierro sufriente y que pucda decir: <<soy blanco)), (soy negro)), decir en relación a otros.

Es

invitarlo

a que en este tiempo, cuando se le pregunta

por su mamá, su papá, su hijo, su amante, su trabajo. sus

la-zos, sus inquietudes; el sujeto pueda

abrir

un tiempo de

com-prender. Nuestro trabajo tiene mucho que ver con

permitir

la

instalación de este tiempo, en

el

que pueda decir algo de sí

en relación a otros

y

cn relación a nosotros como terapeutas, pero tambión armando una

trama

de su propia vida.

Pero hay algo más; Mauricio Tarrab sostiene que para la superación del

trauma

no basta con ia vía elaborativa

y

me-nos aún con

la

racionalización, porque la cuestión central es

como operar con un

rcal

fuera de sentido. Esto es <desplazar

el interés

desde Ia

realidad

del

trauma

a

la

insistencia del

trauma para indicar

quo Io

inasimilabie

está

allí

como

en-cuentro inédito, poro quc siemprc ha cstado

allí

y retorna en ese encuentro perturbadopt.16

Finalmente el ú1timo tiempo, cuando el sujeto atraviesa la puerta, es cl momento de concluir. El segundo tiempo no se

puedc eternizar; en el análisis, en cada cntrevista, en Ia

ad-misión, en

la

guardia, hay

un

rnomento en quc sc precipita

un

final

sin

la

carteza absoluta sino con cierta certidumbre,

por eso se

llama un

aserto de certidumbre anticipada. Hay

una certidumbre sin garantía porque el color no lo vio; y cuaudo

dice <<soy blanco>

va

a

anticipar, va

a poder decir eso de sí,

(29)

r-34 Clínica de la ursencia

Cuando el profesional escribe un informe, cuando da un alta,

un pcrmiso de salida, cuando toma una dccisión, es una decisión

sin garantía. En todo caso cs la solución a la cual pudo

arribar

luego dc que se han desplegado las coordenadas del caso.

Lorcna Hojman, quien trabaja en el CONNAF cn el

Equi-po de

Famiiias

y

Crianzas,

afirma

que en estc proceso hay

qur: abstcncrse de las urgencias institucionalcs permitiendo

cl desplieguc dc un tiernpo lógico para cada uno de los sujetos en cuestión, por lo que la duración del proceso no estará

pre-determinada sino que se va definiendo a

partir

de los dichos de los niños y los adultos implicados.lT

Deberá tornarse una decisión aunque quizás no funcione,

o sobrc la que habrá quc volver, que tal vez fracase.

Interven-ciones sin garantías pero que en todo caso,

perrnitirán abrir

una

trama

que

ya tiene

consecuencias sobre cada sujeto y

sobre nosotros misrnos, entre ese instante de ver, del no hay

ticmpo a la conclusión.

En cl pasajc al acto se anticipa Ia conclusión, cuand.o un

sujeto se

corta

las venas,

y

concluye antes dc comprender.

En las patologías del acto en las cuales hay una conclusión

anticipada,

se pegan los tiempos, hay un

instantc

dc ver Io

insoportable

y

hay una conclusión:

tirarse

por Ia ventana. Nnestra tarea es

abrir

esa brecha, ese espacio, en el cual, efectivamente, también nos corren los ticmpos, sabemos que Ia conciusión muchas voces debe cstar ahí, cn unas pocas

cn-trcvistas

o t:n Llnas pocas horas.

Cuando se

logra abrir otro tienpo,

esa dimensión deja

marca en los sujetos, así como en los pacicntcs, y deja sLr

lnar-ca on

ia institución

y en

cl

analista.

Intcntarcmos

que la conclusión no quede ligada al <bien

sabcp

del profesional o a recornendaciones morales para la

vida

dc

eso

sujeto, sino quc posibilite el camino hacia

el

bicn decir

acerca del

sufrimiento,

de

la

docisión dc

dar

un

hijo

en adopción o de

rccibir un hijo

adoptivo; esto cs:

pro-piciar un ticmpo para poncr

palabras, mas

allá

do que no

todo pueda

scr

dicho.

Aunque el resultado no cstó garantizado, cse tiompo no es sin consccucncias, el'cctivamcntc cs

la

condición para

(30)

Evaluación y avaluación

Hablábamos dc la lectura dc cicrto acontecimionto, dc Ia

posición ética del lector.

En

estc tiempo, además de

lo

quc

nosotros podcmos dccir dc osc sujoto, dc csa situación, dc csa

familia,

es fundamental lo que cllos pucdcn dccir de sí

mis-mos;

abrir

un ticmpo en

clcual

algo sea dicho.

Frccucnternente cn las institucioncs los sujctos son juz-gados, no sólo por el juoz, sino por los profesionales: médicos,

maestros, trabajadorcs sociales, psicólogos.

Miller

propone para la clínica la avaluación. En lugar dc

la evaluación, la avaluación que uno la cvaluación con el avai

del paciente; cn toclo caso

la

intervención

tendrá

otro

cfito

cn tañIo

@¡g!o

avgle

rg

ruthlcnle..r8

Esc padecimicnto quc irrttmpe corno ajcno, como algo dol

destino, como algo quc ilcgó. puedc

virar

hacia

ttn lugar

en

quc el sujeto consicnta dc ó1.

La

decisión dc un

jucz

dc scparar a

un padrc

dc los hi-jos, suclo aparecor como una ley

arbitraria,

que sc le

impo-ne

sin

qnc cnticnda cuál es la lógica dc csto

ni

qué cs lo qnc

lleva

a los profcsionalcs a recomendar csta separación. En

estos casos convcndría pensar si es posible

introducir

algún

aval dcl

sujeto.

El

dcsafío será quc cn cstos padres o en cste sujeto que

padecc

un

síntoma, sc prodttzca algírn

movimicnto

gracias

al

cual dcjc

de

ser

algo ajcno

y extraño para pasar a

ser

algo propio, algo quc

tienc

quc vor con slr

vida,

con su

his-toria

y con slrs actos; pcro no cn ol sc'ntido dcl dcrccho, o no

exclusivamcntc.

Entendcmos entonces

qllo

<el uso

fundamental del

psi-coanálisis os quc el encuentro con

un

analista sc transformc

en un paréntesis en el cual

cl

sujcto sometido a 1a

tiranía

de

la

causalidad,

tja,lsformc

el

setti

la que intenta

dcfinir

su posición

c@n-tlo

con ia falta on ser, reintroducicndo la ncccsidad de la

pro-d trcciótl clc' scnticlo"''

_

Dcsde

la

pcrspectiva dcl

psicoanálisis

lacaniano

cstas

situaciones

traumáticas

nos confrontan tarnbién con

la

(31)

F

36

Clínica de la urgencia

de

lo

que

traumatiza al

sujeto

y

que le concierne

al

sujeto,

hay

dcterrninación, hay encuentro con 1o real, hay

traunia,

pero hay tambión una insondable decisión)).20

El

dcrecho, por supuesto, funciona de acuerdo a

la

ley y

dc acuerdo a su propia lógica; no vamos a pretender que los jueces intcrvengan dosde esta perspectiva, pero nuestro

tra-bajo

ticnc

la

posibilidad

de proponer que

en

ese

ticrnpo

el

sujeto avalo su propia posición sufriente.

A través

de

la

maniobra del

analista

podría producirse

alguna rectificación para que el sujeto pueda reconocerse en cso quc aparecc corno ajeno: su síntoma, o lo que lc llega por

la vía dcl juzgado.

Tomaré

una

referencia aportada por

Alicia Lo

Giudice, psicoanalista que trabaja con las <Abuclas dc Plaza de Mayo>

cn

cl

Ccntro de Atención por el Derecho a

la

Identidad>. La

autora

afirma

que <cl practicantc del psicoanálisis convocado

por el discurso jurídico, dobc traumatizarlo, para

incidir

dan-do

lugar al

sujeto clel inconsciente, ya que no se

trata

de la

vcrdad dcl cxpedicntc sino del sujeto que la transporta>.2r

Micntras la rnedicina o cl dcrccho van a buscar la objetivi-dad en el diagnóstico, cl movimiento quc el psicoanálisis pro-pone cs ubicar

la

relación que tiene ese sujeto con su

padeci-miento. Esto necesita prirncro

la

localización de su posición corno sujeto. Mas allá do todas las acciones eficaces e

inmedia-tas, nccesarias

y

que no pucdcn espcrar!

apuntar

a

rm

mas

allá en el que cl sujeto se comprometa con su padecimiento.

El profcsional va dirigiendo la cura, va dirigiendo un pro-ceso terapéutico,

va

dirigiendo

un trabajo

social,

va

coordi-nando con otros sabercs

la tarea

pcro

sin

dirigir

la vida

de

nadie, esa

sutil difcrcncia

es justamente

la

quc nos separa,

por cjernplo, dc las psicoterapias, dcl derecho, que

finahnen-te

dirige

de acucrdo a la norma, cumplida o no cumplida. So

tratará

de

dirigir

un trabajo personal o conjunto, pero sin guiar la vida do los sujctos desdc cierta moral o desde ciertos

valo-res ni idealcs do

familia,

dc patcrnidad

ni

dc cualquicr orden.

En esta dirccción cncontramos una precisa afirmación de

Mauricio

Tarrab: <Una clínica dc

la

urgcncia quo exploro la

rclación ontrc trauma y dccisión.

Al

bordc dcl agujoro que ol

(32)

¡econstmcción dcl Otro que se ha perdido, y que hay que

ob-lencr

para

producir una

invención de

un

camino nucvo. Se

ürata

también

de

situar el

tiempo de decisión que

el

sujcto

habá

de

tomar,

que tiene

la

oportunidad de

tomar

aI borde

de ese abismo>.22

Culpa y

responsabilidad

El

neurótico está atravesado por

la

culpa por los

pgque--ños crímenes,

y

sobrc todo por ol crimen

inaugural.

T,a

fun-ción del psicoanálisis es irrcalizarlos, csto es desplázar el

sen-timiento

de culpa por la respohsabilidad del sujeto,

Por Ia vía del cncuontro con cl analista, aún en la

institu-ción, cl sujeto pttedc elnpozar a

qlroplglse

de su sufrimicnto, a hacerse responsable dc sus actos

y

de aquello que'parece

esta

rna,

En los casos de violencia estc padrc golpeador

probable-mcnte sc cncontrará, sin quc esto lo

justifique,

con una

his-rolia

que atravicsa

las

gcncracioncs de los hombres cn esa

familia,

<destino> violento dc repctición cn

la

modalidad dc goce, dc rcalizacir'rn y de perpetuación do este crimen de

ge-neración

cn

generación.

La intervcnción del analista apunta a provocar ttn punto

de basta, esto es

un

frcno quc

permita

la

localizacíín

de un

instantc

de vcr su propia urgcncia, un ticmpo dc comprcndcr

las coordenadas en 1as que csta cmergc con cl horizonto

put:s-to cn Lrn momento dc concluir. Es cl

primcr

paso para que el sujeto pucda haccrse rcsponsablc dc stts actos, separarsc dc

la historia

cle su paclre, apropiarsc cle su

propia'historia,

de

su propia posición cono padrc, dc su propia posición dc gocc.

Producir un quicbre dc esc dcstino de repctición, que con

tanta

frccucncia sc obscrva cn los casos que se prcscntan on

institucionos como cl Conscjo Nacional de la Niriez, Adolescen-cia y Familia, Juzgados dc nenorcs o clc familia, implica

tan-r-bién corrcr al sujcto dc su lugar de víctirna, hacerlo

rosponsa-blc do sus actos, separarlo de la culpa y dc la victirnización.

Habría quc pcnsar cómo poncr a jr.rgar csto, también con

Referências

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