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Imagen de las profesiones de la salud en las artes

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Academic year: 2017

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MAGEN DE LAS PROFESIONES

DE LA SALUD EN LAS ARTES

El campo de la salud pública y de las ciencias biomédicas es tan apasionante y absorbente que a menudo olvida- mos situarlo y sirw.rnos a nosotros mismos en el contexto global de la vivencia humana en que reside. Si bien desde los tiempos más antiguos la medicina se ha definido como “ciencia y arte”, frase que se puede comprobar en cual- quier diccionario o enciclopedia, en el curso de su evolución se inclinó pon- derosamente hacia la base racional de los conocimientos y se alejó casi to- talmente de las artes creativas. Pero el péndulo jamas estático de las percepciones humanas se mueve una vez más hacia el centro. En los últimos tiempos, con el advenimiento de las investigaciones y otras actividades inter- disciplinarias, se ha acentuado el interés por ahondar en los nexos que rela- cionan la supuesta polaridad de las artes y las ciencias y se han creado medios, como la revista Literatzm andMe&cine,’ que exploran ese vínculo.

A este mismo venero pertenecen los dos simposios sobre medicina y arte patrocinados por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos de América como parte de las celebra- ciones de su sesquicentenario. El primero, “Medicine and the Arts: Two Faces of Humanity”, se realizó el 22 de abril de 1986 y el segundo, “Images of the Health Professions in the Popular Arts”, se presentó el 2 de octubre de 1987. En esta ocasión los médicos y otros practicantes de disciplinas afines tuvieron la oportunidad de detenerse a observar cómo la imagen del profe- sional de la salud se ha manifestado en las artes populares a través del tiempo y a considerar lo que ello significa. Las ponencias estuvieron a cargo de profe- sores de diversas disciplinas y personalidades de los medios de comunicación. Los temas seleccionados incluyeron el médico en la novela, la relación enfer- mera-paciente en el cuento, el profesional de la salud en las artes gráficas, en el cine, en la televisión, en la comedia y en las canciones populares.

La figura del médico a través del tiempo

En el simposio se hizo evidente que la persona a cargo de nuestra salud siempre ha suscitado emociones contradicto- rias de fascinación y repulsión. Se mueve entre los misteriosos ámbitos de la vida y la muerte, y es preciso depositar en ese alguien casi desconocido una gran medida de confianza. En consecuencia, nuestra actitud oscila entre la fe ciega y una profunda antipatía. La percepción popular del practicante en los tiempos históricos revela esa constante ambivalencia de admiración y despre- cio, tal como lo expresa con picardía Chaucer en sus Czcentos de Canterbzcry.

’ Publicación anual dedicada al estudio de las relaciones entre la literatura y la medicina. Se encuennan disponibles los volúmenes siguientes: Val. 2: Images ofHealers; Vo¡. 3: The Physician asa Wtiter; Vol. 4: Psycht&q~ and Literature; Val. 5: Use and Abuse of Literaty Concepto in Medicine, y Vol. 6: Genera/ Issue. Los interesados deben dirigirse a The Johns Hopkins University Press, Journals Publishing Division,

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Entre la procesión de peregrinos se encuentra “un médico . . . adiestrado en astrología . . . especialista en las causas de todas las enfermedades . . . espe- cialmente, en el amor del dinero”. En un grabado del siglo XVI se atribuyen al médico cuatro facetas muy significativas: al paciente enfermo le parece un dios; al que ha mejorado, un ángel; al que se ha curado, solo un hombre, y al que debe pagar honorarios, todo un diablo.

En general, la figura del médico ha pasado por las etapas de curandero-brujo-astrólogo (la Celestina, el médico de Chaucer), charlatán amante del lucro (el médico de Molière), genio desca- bellado (Frankenstein, creador del monstruo semihumano) y por último, a fines del siglo XIX, personaje bondadoso y paternal tal como el Dr. Watson, inseparable amigo del famoso Sherlock Holmes. Aunque siempre objeto de crítica y ridículo en las caricaturas y en la comedia, el médico de principios del siglo XX se perfila como el hermoso joven noble y dedicado, a la manera del Dr. Kildare, o como el ya maduro e irascible pero sabio mentor Dr. Gil- lespie. Las películas de Hollywood, series de radio y primeras telenovelas de ambiente médico fomentaron esta imagen que en gran medida todavía per- siste en la mente del público.

En los años setenta se inicia otra etapa en que la imagen del médico se vuelve mucho más realista, ya que empieza a reflejar los defectos y flaquezas comunes en el ser humano y las fallas de las instituciones de salud. Finalmente, en la presente década, se ahonda aun más en esos aspectos hasta abordar la incompetencia y la infamia de algunos médicos así como los difíciles dilemas morales y éticos a que tienen que hacer frente. La Dra. Rita Charon, del Colegio de Médicos y Cirujanos, Universi- dad de Columbia, resume esta tendencia como “la condensación ritual de mitos culturales”. Según las encuestas que ella ha realizado entre sus estu- diantes de medicina, la mayoría opinan que la imagen del médico infalible crea expectativas demasiado difíciles de satisfacer. Por lo tanto, aprueban la proyección contemporánea del médico como ser imperfecto, capaz de tomar decisiones erróneas y de cometer actos reprensibles a pesar de sus buenas in- tenciones. Por otra parte, es un factor que promueve la responsabilidad del paciente de tomar decisiones sobre su propia salud.

Otros profesionales de la salud

Después de los médicos, los dentistas y las enfermeras son los profesionales de la salud que aparecen más a menudo en las artes populares. El dentista es uno de los personajes que se caricatu- rizan con mayor frecuencia como distraídos, insensibles hasta el sadismo y no muy inteligentes en tiras cómicas, espectáculos presentados por humoristas y comediantes y en películas y programas de televisión. El Dr. Krankheit

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(literalmente ‘enfermedad’, en alemán) representa el prototipo de dentista satirizado en los teatros de variedades. “De esta manera, nos podemos reír de lo que más tememos”, declaró, parafraseando a Bergson, el Dr. Brooks McNamara de la Universidad de Nueva York.

La enfermera, sin embargo, hasta hace muy poco tiempo representaba en las artes populares uno de ues papeles faltos de gracia y degradantes: el de asistenta servil de algún médico al cual obedece sin replicar; el de supervisora exigente y rigurosa sin ningún asomo de humanidad y el de objeto sexual. Esta última caracterización la convierte con frecuencia en sujeto de pornografía, ya que típicamente atiende a pa- cientes que se encuentran en varios grados de desnudez. No obstante, en ocasiones la enfermera es el “ángel de misericordia” que más o menos corres- ponde a la conuaparte femenina del médico perfecto del tipo Dr. Kildare.

Visión de conjunto

Médicos, psiquiatras, dentistas y en- fermeras tienen poder sobre sus pacientes en los momentos en que el sufri- miento los hace más vulnerables. Sus conocimientos, todavía asociados irra- cionalmente con algo de magia, les confieren un prestigio impresionante que inspira respeto. Pero el hecho de tener que someterse forzosamente a un cri- terio no compartido en condiciones de igualdad provoca la resistencia y el deseo de encontrar un punto flaco que disminuya su autoridad. Surge así el personaje disparatado que es objeto de burlas y desprecio. Al otro extremo, se proyecta en el profesional de la salud la perfección imposible del héroe mítico que encarna las esperanzas de la humanidad.

La evolución de la imagen del sanador también tiene mucho que ver con el estadio histórico de las ciencias biomédi- cas. Los avances logrados desde el siglo pasado hicieron posible por primera vez las curas e intervenciones quirúrgicas casi milagrosas que aumentaron el prestigio y la auacción de esa imagen. Pero a medida que los conocimientos antes esotéricos se vuelven parte del acervo lego, se desmitifican y se hace evidente que la tecnología médica puede causar tanto mal como bien si no se utiliza adecuadamente. Llegamos entonces al momento presente en que, si bien estas figuras siguen reflejando nuestros deseos, temores y fantasías, es ya imposible aceptar la imagen polarizada del monstruo o del dechado de vir- tudes. La mayoría de los pacientes ya no aceptan la idea de que el médico siempre “sabe lo que hace”, ahora buscan una segunda opinión y participan en las decisiones que afectan a su salud.

Las imágenes del arte popular siempre contienen elementos verídicos y los profesionales de la salud, al explorarlas sin prejuicio tal como se hizo en este simposio, pueden interpretar de manera más clara su vocación y su aporte a la sociedad. La Biblioteca ha preparado, con motivo del simposio, un folleto que contiene 411 referencias bibliográfi- cas sobre el tema. Se distribuye a través de la División de Servicios Públicos y los interesados deben solicitarla por el número de identificación SBS No. 1987-3 a: National Library of Medicine, Public Services Division, Bethesda,

Referências

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