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El presente y el futuro de la educación higiénica y profesional en México

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Academic year: 2017

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De sarampión se comunicaron 403,037 casos, o sea menos de la mitad que en 1938, y de viruela 9,877, comparado con 14,939 el año anterior. A principios del verano se observ6 un brote de polz’omielitis en los Estados de la costa sur del Atlintico, que m8s tarde se extendió a todas las zonas del pafs, comunicando un total de 7,339 casos, comparado con 1,705 el año anterior. La frecuencia de la difteria, meningitis meningocdcica, escarlatina, tijoidea y paratifoidea fu6 mucho menor que el promedio para el quinquenio 1934-38. Hubo un brote de in.uenza en febrero 1939, que cedió hacia mediados de mayo; observóse otro brote en octu- bre, que persisti6 hasta junio 1940; en 1939 se comunicaron 275,503 casos, o sea más del doble que en 1938, y 40% por encima del promedio para el quinquenio 1934-38. De tijo se comunicaron 2,996 casos, comparado con 2,294 en 1938. La mortalidad por tifoidea, paratifoidea, sarampión, escarlatina, difteria, encefalitis, meningitis, tuberculosis, paludismo, pelagra, afecciones del aparato digestivo, diarrea y enteritis (menores de 2 años), nefritis, y accidentes (incluso accidentes automo- vilísticos), fué la menor comunicada en los últimos cinco años. La mortalidad por neumonla fu6 sumamente baja en 1939, representando una disminuci6n de más de 33% comparada con 1936. Por segunda vez se observó disminución de la mor- taIidad por accidentes automovilfsticos, a 23.7 por 100,000, o sea 2070 menos que en 1937. Disminuyó mucho la mortalidad por sarampión, coqueluche, escarlatina y difteria (5070 de disminución en los últimos cinco años en el caso de la difteria). El aumento de la mortalidad por &ncer, diabetes, hemorragia cerebral, y cardio- patías, debe atribuirse principalmente a la mayor edad de la población.

EL PRESENTE

Y EL FUTURO DE LA EDUCACIdN

HIGIGNICA

Y PROFESIONAL

EN MGXICO

Por el Dr. ANGEL DE LA GARZA BRITO

Director de la Escuela de Salubridad e Higiene, México, D. F.

Todos sabemos que la Salubridad Pública está constituida por la aplicación de los principios de la medicina preventiva y de la higiene a través de procedimientos administrativos organizados en relación con las necesidades locales, estatales y nacionales. Los experimentos prueban y la experiencia demuestra que los mkodos que se siguen en la medicina preventiva y en la salubridad de hoy derivan de otras ramas de la medicina y de las ciencias premédicas. Una y otra se comple- mentan entre sí y son interdependientes. Cada una de ellas es indis- pensable para el bienestar individual y colectivo.

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Ese empirismo ha sido abandonado y los modernos conocimientos sobre medicina preventiva y salubridad han sustitufdo a las teorías de la antigua escuela práctica sin cimientos científicos. Las organizaciones sanitarias, en buena proporción, son ya dirigidas por profesionistas, cuya educación especial y experiencia, han conseguido el respeto de la profesión médica y la confianza del público. Por ello, para edificar sobre fundamentos firmes, la actual administración sanitaria del país, compenetrada de la urgencia de contar con una institución que tome a su cargo el adiestramiento especial de su personal acerca de las distintas fases de la higiene, a partir de abril de 1938, proveyó a la reorganización de la que antes se conocfa como Escuela de Preparación y Adiestra- miento, para que sobre bases solidas y de acuerdo con los principios ttknicos de la enseñanza moderna se instruya convenientemente a los médicos, enfermeras y demás personal técnico y subtécnico, tratando de formar así verdaderos oficiales medicos de salubridad, enfermeras visitadoras y oficiales sanitarios, que paulatinamente sustituyan a los antiguos médicos inspectores, a las visitadoras empíricas y a los agentes de sanidad carentes de prestigio.

Nadie duda ya que las Escuelas de Salubridad e Higiene, extendidas en todo el orbe, son la piedra angular para la creación de un nuevo espfritu en los servicios colectivos de salubridad e higiene y para la prosecución de trabajos encaminados a conocer la causa de la enfermedad y medios para erradicarla.

El problema educativo profesional sobre higiene en México, como aun existe en otros paises, presenta dos fases: la que se refiere, en primer lugar, a la instrucción del personal en funciones, que ni moral ni social- mente debe ni puede quedar abandonado y, en segundo, a la educación integral y racional del de nuevo ingreso, añadiendo a estas fases la tarea de adiestrar sobre los fundamentos de la medicina preventiva y de la higiene a maestros y profesores normalistas y convertirlos de esa manera en poderosos auxiliares para la causa de la salubridad pública.

Entre el personal técnico y subtécnico que en las organizaciones sanitarias nacionales ha permanecido en servicio durante largos años, se encuentran personas de las que puede obtenerse una eficiente labor por su experiencia y dedicación, tipos de servidores públicos que siempre aprovechan las nuevas situaciones en que se encuentran para mejorar sus conocimientos y aumentar sus actividades, individuos de juicio, destreza, tacto y experiencia a quienes se debe brindar oportunidad para adquirir nuevas enseñanzas sobre su profesión. Para esta clase de empleados, la Escuela de Salubridad e Higiene desarrolla cursillos de adiestramiento que, repetidos periódicamente, pueden llegar a formar un criterio correcto a esos buenos servidores, dandoles nuevas orientaciones y presentándoles los adelantos de las ciencias médicas. Es a esta primera fase de la educación higiénica profesional a la que la Escuela ha dado primordial atención, ya que la necesidad es inmediata.

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y procedimientos de la medicina preventiva, de la salubridad y ciencias comple- mentarias, se adapten a nuestros problemas y necesidades nacionales, alas nuevas legislaciones y a las modernas tendencias sociales.

Las materias que abarca la enseñanza académica pueden agruparse en dos clases principales: (a) Materias preparatorias, tales como: biologfa; fisiologfa aplicada a la higiene; bioqufmica; sociologfa; estadfstica general; bacteriologfa; parasitologfa y otras. (b) Materias bhicas, que comprenden: administración sanitaria; epidemiología; educación higiénica; puericultura; ingenierfa sanitaria; bacteriología clmica y sanitaria; higiene mental; enfermería sanitaria, etc.

El adiestramiento de los alumnos en el campo se lleva a cabo en estaciones sanitarias especiales y la instrucción practica está en consonancia y es comple- mento de la académica para obtener de esa educación el mayor rendimiento.

Especial atención se pone en despertar el interés de los alumnos sobre la in- vestigación y la experimentación bajo los siguientes aspectos: (a) Trabajos de investigaci6n de caracter eminentemente cientffico en coordinaci6n con las activi- dades del Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales y, (b) Trabajos de experimentación y de encuesta para conocer y resolver los problemas colectivos nacionales de Salubridad y medicina preventiva.

De la fecha en que se reorganizó la Escuela hasta ahora, han recibido instruc- ción especial en diferentes cursillos: 130 médicos; 184 enfermeras y 70 oficiales sanitarios, iniciándose durante la segunda mitad del presente año el primer curso regular para oficiales médicos sanitarios con 12 alumnos, quienes durante 24 semanas recibirán instrucción por 948 horas. La duración de los cursillos ha variado de 8 a 12 semanas, habiéndose fijado este último lapso, como mínimo de tiempo para los cursos cortos.

El total de horas de instrucción en estos cursillos es de: 414 para los médicos; 602 para enfermeras tituladas; 926 para las que no poseen tftulo o diploma, y de 548 para los oficiales sanitarios. Además, se han adiestrado: 22 estadígrafos; 25 contadores; 23 archivistas; ll laboratoristas y 19 enfermeras especializadas sobre trabajo social en la lucha contra las enfermedades venéreas.

El costo medio de la instrucción fué para 1938 y 1939 de 107.25 pesos por cada alumno y para el presente año se estima que sea de 122.39.

Se han ensayado diversos métodos de enseñanza: conferencias, seminarios, discusiones, etc., para determinar cual es el que rinde mejores resultados en la instrucción de los alumnos, despertando en ellos el interés y la atracción por las diversas materias del programa e inducirlos a especializarse en alguna de ellas.

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Los escollos más difíciles con que la Escuela se enfrenta son: pri- meramente, la falta casi absoluta de libros de texto y Literatura especial adecuados para la enseñanza moderna de la medicina preventiva, 1,a salubridad y ciencias colaterales, ya que los mejores están escritos en idiomas distintos del nuestro. Se ha tratado de salvar este obstáculo parcialmente por medio de sinopsis de las conferencias dictadas sobre cada tema, que se entregan a los alumnos, asf como impulsándolos al estudio de otros idiomas.

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sustituido por el experto con habilidad did&tica, bien remunerado para que se dedique exclusivamente a la investigación, al estudio y a la preparación de sus labores magisteriales que le conduzcan a conseguir el respeto de sus colegas y el de sus alumnos, y que realmente contribuya al mejoramiento de estas ciencias, La misión es nueva, la tarea difícil, la labor ardua, pero con el tiempo dará sus frutos.

Mas ni la enseñanza sanitaria por profesores habiles y avanzados, ni el adies- tramiento mpls completo por instructores expertos, podrán formar titiles oficiales médicos y enfermeras sanitarias, si éstos al ingresar a las aulas de la Escuela de Salubridad e Higiene carecen de los fundamentos s6lidos sobre medicina pre- ventiva y experiencia firme sobre los principios b&icos de la higiene y de la salu- bridad, que la mayorfa de nuestros graduados no posee porque aun nuestras facultades no han dado a la enseñanza de esas ciencias la importancia social y cientffica que para la moderna profesi6n médica ellas tienen.

No quiero ni pretendo censurar, ni tampoco es mi deseo que todo aquel que sale de las aulas médicas sea un diestro oficial sanitario o una experta enfermera visitadora. Pido no se interpreten mal mis palabras. Así, el tercer escollo lo constituye la falta de fondo sanitario de nuestros alumnos, médicos y enfermeras que constituyen los cimientos de las organizaciones sanitarias.

Aun cuando se han realizado notables progresos en la medicina en general, en la cirugía y en muchas ramas especiales y se han dado grandes facilidades para mejorar la enseñanza en las distintas clfnicas, la instruc- ción sobre medicina preventiva e higiene no ha compartido ni de esos adelantos ni de esas facilidades, y apenas si se le ha cambiado de nombre. Esta afirmación se ha repetido tantas veces, que ya ha llegado a ser vulgar; pero, no obstante, desearía hacer hincapié en el hecho de que esa deficiencia en la educación medica es lamentable porque:

(1) Existe ya un interés creciente e inusitado por parte del público en la preven- ción de las enfermedades y en otras actividades sanitarias.

(2) El médico en ejercicio no podrá prestar gran ayuda y contribuir grande- mente a la aplicación de los conocimientos que ya se poseen sobre la medicina preventiva y sobre la protección de la salud individual y colectiva.

(3) Existe necesidad inmediata y urgente de médicos y enfermeras bien adies- trados sobre las ciencias sanitarias para que ocupen los puestos siempre en au- mento en las organizaciones sanitarias y médicosociales, especialmente en las zonas rurales, y

(4) Ya existe demanda, también creciente, de profesionistas que estén dcbida- mente preparados para educar, para investigar y para llevar a cabo experimentos en el campo de la higiene y de la medicina preventiva.

Estas observaciones hacen recalcar la necesidad de facilitar a los estudiantes de medicinala adquisición de los conocimientos mas modernos sobre esas ciencias en forma s6lida y duradera, y a menos que

así

se haga, las nuevas generaciones médicas no podr8n ocupar con decoro el lugar que les corresponda en el rapido progreso de la salubridad y de la medicina preventiva en México.

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Indudablemente que hay necesidad de investigación m6s intensa en las ciencias sociales, pero tambi6n la hay de una aplicación más inteli- gente de esas ciencias al bienestar de la humanidad, y esto es tan verdad en otros campos de la vida humana como en la enseñanza de la medicina en sus diversos aspectos. Queda para los que dirigen el curso de nues- tras escuelas médicas el tomar la iniciativa, si el médico del futuro va a cumplir con sus obligaciones y sus deberes para con la colectividad y para con sus enfermos. Su educación general, profesional y especial, debe prepararlo para dar cumplimiento a esos deberes y para hacer frente a esas obligaciones, ya que es en el médico dedicado a la pr6ctica privada de la medicina en quien recae la responsabilidad final de aplicar los conocimientos que adquirió en las aulas sobre medicina preventiva e higiene.

En los Estados Unidos de Norteamérica, en el Cana&, en muchos de los pafses de Europa, en Sudamérica, grandes progresos se han logrado durante el pasado decenio en la aplicación de nuevos métodos de educación a las ciencias de que nos hemos venido ocupando, habiéndose abandonado por anticuado el sistema de dar la cátedra por charlas literarias sobre higiene, asociados de “picnics” espomdicos, a guisa de prácticas.

Un gran número de trabajos sobre este tema didactico se han publicado desde que Sir George Newman, en 1923, enunció por primera vez el concepto de que la enseñanza de la medicina preventiva y de la salubridad debería difundirse a través de los programas de estudios. Existe también en los paises sajones, el aprecio cada vez mas creciente del valor y de la necesidad de instruir a los estu- diantes de medicina sobre todos los aspectos de la prevención de la enfermedad y de la higiene pública, para que ya dentro del ejercicio de su profesión apliquen uniformemente en su pr&ctica diaria medidas preventivas. Como consecuencia de esas ideas en la mayor parte de las escuelas de medicina de esos pafses, pero, muy particularmente en las del vecino pafs del Norte, se han establecido Departa- mentos de Medicina Preventiva y Salubridad para proveer a la enseñanza integral de esta importantísima fase de la ciencia médica.

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Pero sf, una cosa parece ser cierta y es que, a la larga la sociedad siempre impone su criterio.” Esta aseveración de gran alcance y significado expone, sin lugar a duda, los problemas que deben ser resueltos por la profesión organizada y por los educadores médicos.

Es claro que las condiciones dentro y alrededor de cada facultad de medicina varfan grandemente, y que por lo tanto no puede siempre hacerse una aplicación uniforme de planes o sistemas determinados de educación, asf como que hay que tener presente que la instrucción sobre medicina preventiva y salubridad no es muy accesible ni fácil.

Pueden conseguirse algunos resultados, al principio, empleándose procedimientos que permitan al estudiante adquirir una experiencia comparable a la que se obtiene en materias cuya enseñanza se encuentra mejor organizada, tales como la anatomía, la patologfa, la fisiologia, la bacteriología, la cirugfa y otras del plan de estudios médicos. Gran cantidad de información ya bien comprobada existe en el campo de la higiene, cuya aplicación puede ser muy valiosa en la práctica de la medicina. Esta informaci6n debe ser organizada y presentada al estu- diante de tal manera que no solamente adquiera conocimientos y técnicas que pueda emplear después en el ejercicio de su profesión, sino que le despierten la conciencia de su responsabilidad tanto en la aplicación de la medicina curativa como en la de la preventiva.

En un tratado sobre “La educación médica y la reforma de los estudios médicos” por el Dr. E. Burnett, publicado en octubre de 1933 bajo los auspicios de la Sección de Higiene de la Sociedad de las Naciones, se hace la siguiente aseveración: “Se ha llegado a considerar m&s y m8s a la fisiologia como la ciencia fundamental por excelencia, no solamente para los médicos, sino también para los cirujanos.” “Debemos aprender a operar como fisi6logos,” dice Pierre Duval. Estas pres- cripciones se hacen en el sentido m&s amplio, haciendo hincapié en la necesidad de poseer un conocimiento más comprensivo tanto de la función como de la estruc- tura. La enseñanza continua de la fisiologta en los asuntos clinicos es un factor indispensable en la educación y en el adiestramiento del estudiante de medicina, y así como la fisiología se difunde en todas las demás materias del programa, de igual manera un objetivo importante de cualquier plan de enseñanza de la medi- cina preventiva es la integración de esa materia con la medicina clinica, por medio de “cllnicas colectivas” en que adem&s del clínico intervengan el epidemi6logo y el trabajador médicosocial. Todos los cursos clfnicos pueden contribuir a la instrucción de los alumnos en lo relativo a los aspectos preventivos de la medi- cina. Es de considerarse que esto no podrA ser puesto en práctica con buen resultado dejando toda la responsabilidad alas facultades médicas, como tampoco podr8 obtenerse con esfuerzos espor&dicos ni con instrucción fragmentada. Para el éxito es necesaria la cooperación de todos: instituciones, profesores, médicos y estudiantes.

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enunciado para que se comprenda. Cuando se reconoce que los en- fermos que llegan a una clinica o a un hospital, no se hallan en el medio en que ordinariamente habitan, es bien claro, que el clínico, el interno y el estudiante de medicina se encuentran colocados en una posici6n desventajosa para obtener un cuadro psicosocial compIeto de la per- sonalidad del enfermo, y es especialmente entre esa clase de pacientes, la mayor parte de las veces ignorantes y paupérrimos, donde los estu- diantes de medicina adquieren su educación. La mayor parte de t5stos proceden de familias que poseen una cultura y una posici6n económica razonable, y muchos de ellos nunca se han puesto en contacto con los habitantes de las áreas más pobres de las comunidades rurales o urbanas, por lo que será difícil para esos alumnos comprender los problemas sociales, económicos y psicológicos de los habitantes de esas zonas. Y es precisamente esa clase de problemas la que trae por consecuencia la enfermedad en sus formas más avanzadas, a la vez que, son considera- dos como el mejor material para la enseñanza clínica y social.

No son solamente los enfermos de Ias capas sociales y económicas m& bajas los que son interesantes para el médico. En los inteligentes y adinerados los sfntomas son a menudo obscuros y los factores psíquicos son tis pronunciados. Si el médico quiere practicar con éxito entre esos grupos debe penetrar hasta sus fondos, lo cual es difícil lograr en el hospital o en la clfnica, y cuando lo hace es a través de un trabajador social y no por su propia observación.

Ademas de la instrucción teorica sobre las materias fundamentales: elementos de estadistica; epidemiologfa general y aplicada; medicina preventiva y metodos de administración sanitaria, que forman esta compleja enseñanza, que debe im- partirse por semestres para cada una, un buen número de procedimientos y planes para que el estudiante de medicina participe en el estudio y observación de la personalidad del enfermo y del ambiente en que éste viva, ha sido empleado en diversas escuelas de medicina.

Esos planes siguen ordinariamente tres métodos, a saber: el primero, en el que el alumno es enviado por varias semanas a una comunidad y puesto a las órdenes de uno de los médicos de la regibn, quien lo lleva consigo a sus visitas y lo inicia en la técnica del ejercicio privado de la medicina. Este método tiene la ventaja de poner al estudiante en íntimo contacto con la práctica privada, pero tiene sus desventajas y limitaciones: en primer lugar, requiere un gran número de médicos en ejercicio que deseen tomar a su cargo esos estudiantes; y por otra parte, no todos esos médicos tienen el mismo criterio ni la misma habilidad para la enseñanza. La instruccion es, por lo tanto, incompleta e inadecuada en muchos casos y puede ser en detrimento del futuro médico. Por otra parte, no hay opor- tunidad para cooperar con trabajadores médicosociales bien adiestrados para estudiar e interpretar los problemas de la colectividad. Peor es aun, enviar a un estudiante solo a una comunidad sin conocimientos sobre su misión, y sin gufa ni dirección alguna; pues ademl de que no se instruye, ni menos se educa, su sentido de la ética y de la responsabilidad social se deforma por completo.

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experiencia personal al no salir a la comunidad y estudiar el problema por sf mismo.

El tercer método es aquél en que el estudiante por sf mismo estudia el ambiente del hogar y el problema social y médico del paciente bajo la gufa de un instructor médico y un trabajador social. Se pone en contacto con la comunidad y con aquellas organizaciones que puedan ayudar al enfermo y a su familia, formulando un plan práctico para la solución de los problemas individuales que atañen a esos enfermos. Este método parece que tiene un gran valor educativo y se semeja al estudio de los casos en la cllnica y en el hospital.

En resumen, para que la Escuela de Salubridad e Higiene rinda resultados prósperos son necesarios textos y literatura adecuados en nuestro idioma, o que los médicos y enfermeras adquieran conocimientos, al menos, de inglés, que les permitan aprovechar las excelentes obras y monografías que existen publicadas en ese idioma. Que se cuente con suficientes profesores a tiempo completo especializados en cada una de las materias que forman la compleja enseñanza de la medicina pre- ventiva y de la salubridad, y que ésta reciba en las facultades de medi- cina la misma importancia que otras materias, integrándola de pre- ferencia con la medicina clínica para que así los futuros médicos y enfermeras puedan adaptar con facilidad su práctica a los rápidos adelantos de las ciencias médicas y a los continuos cambios que tienen lugar en la vida social y económica de la comunidad, al mismo tiempo que quedan debidamente preparados para poner en ejecución los modernos programas de medicina preventiva e higiene.

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PRESENT AND FUTURE STATUS OF PUBLIC HEALTH EDUCATION IN MEXICO

Summary.-It is recognized in Mexico that there is a need for special public health training of two different groups: present and future public health per- sonnel, and public sehool teachers. To meet this need in the case of the first group, the old Preparatory and Training school was reorganized in April, 1938, and has given to date special instruction to 130 physicians, 184 nurses and 70 health ofhcers, as well as to auxiliary personnel including statisticians, accountants, clerks, laboratory assistants, and venereal disease social workers. Courses of from 8 to 12 weeks have been offered in both the preparatory (biology, physiology, biochemistry, sociology, statistics, bacteriology, and parasitology) and basic materials (health administration, epidemiology, health education, puericulture, sanitary engineering, clinical and public health bacteriology, mental hygiene, public health nursing, and so on) for personnel already engaged in public health work. Provision is made for the special training of field personnel as well, and scientific research, coordinated with the activities of the Institute of Public Health and Tropical Medicine, and experimental work and surveys on natioual public health problems, are encouraged. During the present year the first regular course for medical health officers was opened, with 12 students receiving 948 hours of instruction during 24 weeks. The average cost of instruction for 1938 and 1939 was 107.25 pesos per student, and for 1940 it is expected to be about 122.39. The total hours of instruction amounted to 414 for physicians, 602 for graduate and 926 for non-graduate nurses and 54s for health officers. During these two years three special obstacles to the success of the public health school were observed: first, an almost complete lack of modern textbooks and special literature on preventive medicine and public health, the best works in the field being in other languages; second, the scarcity of teachers-especially full-time professors- specializing in the basic material, and linally, the lack of basic training in pre- ventive medicine and hygiene on the part of the incoming students. The flrst problem has been met in part by the preparation of synopses on each subject and by encouraging the study of foreign languages, especially English. It is felt that without increasing the already heavily loaded medical curriculum, medical schools might aid in the solution of the problem by reorienting existing courses so that more emphasis would be placed on the preventive aspect. It was pointed out that all medical students, whether future public health men or not, would benefit by such an orientation. Hospital instruction might well be supplemented by a sociological approach which would give the student an insight into his patient’s background and a better picture of the conditions under which disease arises. This approach might be made by having the student accompany a regular physi- cian on-his visits to homes (a method subject to criticism however as difficult of realiaation and also doubtful because of the varied outlook and training of the prospective patron although it demonstrates the problems of private practice), by having him study his patient’s background through the records furnished by social workers (a second-hand procedure) or by having the student himself in- vestigatg the situation, visiting the patient’s home and helping solve his problems, under the guidance of a medical instructor and a social worker.

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