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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Julio

Cruz-Coke y Passalacqua han probado el veneno de cobra en solución acuosa de suero fisiológico protegida contra la luz, a dosis de 0.1 mgm por CC. De 20 casos de cancer de diversas partes, un 60 por ciento experimentó, después de la primera inyección subcutánea de 1 CC, atenuación y desaparición completa de los dolores, que en algunos casos se prolongó hasta 24 dfas. En X0 por ciento de los casos observóse ligera reactivación del dolor inmediatamente después de la primera inyección, pero rara vez después de la segunda. 5610 en 3 de los 20 casos el veneno se mostró sin acción alguna. En general, conviene repetir la inyección cada 4 a 8 días, según la reaparición de los dolores. Los autores estudian el modo de producir formas atenuadas del veneno por medio del formol o del cloruro de sodio, a fin de hacer la terapéutica más inocua. El remedio parece poseer sobre la morfina ventajas enormes. (C ruz-Coke, E., y Passalacqua, R.: Rev. Méd.

Chile, 189, mzo. 1934.)

Le venin de cobra est sans action sur l’évolution des tumeurs malignes de l’homme, mcme lorsqu’il est injecté directement dans la tumeur. Les examens histologiques, quand ils sont possibles, montrent que dans les cancers ainsi traités, la cellule néoplasique garde sa vitalité. Les injections de venin de cobra atténuent parfois les algies des canc&eux, mais cette action est inconstanteet irrégulière. (Lavedan, J.: Gaz. Hôp., 200, 9 fév. 1935.)

Inyecciones de cánceres vegetales.-Dominguez ha tratado nueve casos de cáncer en muy malas condiciones, con una vacuna extraída del tronco canceroso de una verberacea. De los nueve enfermos, mejoraron varios y otros abandonaron el tratamiento. En un caso de epitelioma cilíndrico de la región infraclavicular derecha, de cinco años de evolución, que habia recibido dosis enormes de rádium infructuosamente, las inyecciones parecen haber obtenido la curación. El autor no pretende haber encontrado un tratamiento curativo del cáncer, pero afirma que las inyecciones preparadas con los tumores vegetales, y principalmente los del mango, ejercen un efecto indiscutible sobre la evolución del tumor, la supura- cián, fetidez, y hacen mejorar notablemente los síntomas. (Domínguez, .4. G.: Bol. Ligu contra Cánc., 33, fbro. 1935.)

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Argentina.-En su reseña de la organización de la lucha antileprosa en la Argen- tina, Sussini, Paso y Puente hacen notar que los trabajos de profilaxia comen- zaron con un censo, que revel6 en 1934, 2,959 enfermos, habiendo contestado 52 por ciento de los médicos a que se pidiera que denunciaran los casos conocidos, y formulando 1,120 denuncias. El aumento de la enfermedad desde 1906, en que SC inscribieron 724 enfermos, ha sido lento, pero neto. Las provincias y tcrri- torios del litoral son los más azotados, pues allí SC encuentran 88 por ciento de los casos, radicando cn las provincias centrales ll por ciento, y cn la zona de la cordillera ~610 1 por ciento. Se han anotado 1X8 defunciones, pero esa cifra no rs exacta, pues fuera dc los hospitales, nadie notifica la lepra como causa de muerte. La mortalidad anual, calculada para un período de siete años entre los enfermos internados cn el Hospital Muñiz, sube a 14 por ciento, pero la inmensa mayoría de esos casos se hallan en un período avanzado. Del estudio de las fichas de los enfermos conocidos, cabe inferir que más de 55 por ciento corresponden a formas avanzadas y contagiosas, que es necesario aislar. Las cifras registradas ~610 deben ser consideradas como un fndice, pero no fiel expresión del número exacto de enfermos, que probablemente es de 6,000 a 8,000. Como plan de profilaxia, con- forme a las ideas del Prof. Aberastury, se tiene pensado crear un sistema de dis- pensarios y asilos-colonias. En los primeros sera atendido el grupo de enfermos

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leves, cada día más numeroso. Para los enfermos graves se reservarán los asilos- colonias, visto sobre todo que sólo 20 por ciento de los casos conocidos disfrutan de una situación económica mediana o buena. Para la creación delos asilos- colonias ya se han adquirido terrenos en la Provincia de Buenos Aires, a 100 km de la capital; en Córdoba, en el Departamento de Sobremonte; en Misiones, a 10 km de la ciudad de Posadas; y están en trámite de adquisición otros terrenos en las provincias de Santa Fe y de Entre Ríos. La capacidad de esas colonias será respectivamente de 560, 120, 12, 350 y 200 camas. Otro tanto se hará en Salta. Además, la Comisión de Asilos y Hospitales Regionales está a punto de determinar la instalación de la colonia en la isla del Cerrito, con capacidad de 400 camas. Cada colonia esta& dividida en dos zonas, o sean limpia e infecciosa, separadas por cierta distancia. En ciertas ciudades universitarias, como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, se reservará una sala de hospital o un establecimiento especial, para alojar a los enfermos de paso para las colonias, o que necesiten ciertos trata- mientos 0 servicios especiales. Como medidas complementarias, los Institutos Bacteriológico y de Química del Departamento Nacional de Higiene prepararán los medicamentos necesarios. Un proyecto de ley pendiente contiene disposi- ciones protectoras de la familia del leproso, y de jubilación del personal que se enferme en el ejercicio de sus funciones. Hasta que la beneficencia privada no se encargue de sostener asilos especiales para hijos sanos de padres leprosos, el Departamento ha propuesto para ellos la creación de pequeños pabellones en las zonas limpias de las colonias. (S ussini, M., Paso, J. R., y Puente, J. J.: Semana Méd., 1335, mayo 9, 1935.)

Continuando su propaganda antileprosa, Baliíía declara que los 724 casos de lepra conocidos en 1906, se han ido multiplicando, hasta que a fines de julio de 1933 el Departamento Nacional de Higiene tenía conocimiento de 2,782 casos, y hoy día de 2,970. Para él, en el país existen actualmente de 7 a 8,000, y él mismo ha visto 745. (Baliña, P. L.: Semana Méd., 682, sbre. 6, 1934.)

Alta en Argentina.-Fidanza y colaboradores estudian la evolución de 13 de los primeros casos de lepra dados de alta en la ciudad de Rosario desde hace algunos años. Entre los 13 ha habido tres con recidivas; es decir, que 10, o sea 77 por ciento, continuaron perfectamente negativos, no obstante múltiples exámenes clínicos y bacteriológicos durante un período de dos años. (Fidanza, E. P., Schujman, S., y Fernández, J. M. M.: Dla MI%., 819, ab. 22, 1935.)

Brasil.-Tem hoje o Brasil cerca de 50,000 leprosos, dos quaes nem 10 por cento estáo convenientemente isolados, e destes nem metade tem assistencia medica. Os grandes focos sáo tres; ao Norte, do Maranháo ao Acre; no Centro, Minas Geraes; ao Sul, Sáo Paulo. Entretanto, o problema é nacional porquanto nao ha estado impune do flagello. Poucos estados têm cumprido o seu dever neste particular, devendo citar, como pioneiros, Sao Paulo, Paraná, Para, Minas, etc. Os leprosarios do pais pela orden de importancia sao: em primeiro logar os de Sáo Paulo, Santo Angelo e Pirapitinguy; o Hospital-Colonia de Curupaty, no Districto Federal; Lazaropolis do Prata, no Para; Santa Isabel, em Minas, c Sao Roque, no Paraná. Além desses ha varios outros de menos importancia, como sejam os Leprosarios Cocaes, Aymorés e Pedro Bento, em Sao Paulo; Antonio Diogo, no Ceará; Belisario Penna, no Amazonas, e Tocunduba, no Par-á, além de varios outros menores. Quanto B intensifica@0 da campanha, Sao Paulo tem mais de 3,000 leprosos internados; Minas tem cerca de 1,000 e está projectando novos leprosarios; Para está realizando grandes contruccóes no leprosario do Prata, e Espirito Santo brevemente inaugurará o seu. Tudo isso realizado nao bastará para alliviar o problema nesses Estados. (Araujo, Souza: FoZha Med., XV, mpo. 5, 1935.)

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visando o mesmo fim. Essa nova organiza@0 poderia chamar-se Departamento Nacional de Prophylaxia da Lepra ou Instituto Nacional de Leprologia, para Ihe tirar o caracter administrativo-burocratice das actuaes institui@es, e deveria ser subordinado, directamente, ao Ministro da Educa&0 e Saúde Publica. Seria urna organiza@0 de caracter essencialmente technico, com um Director e cinco Chefes de Seccáo, funccionarios contractados por dous a cinco annos, após urna rigorosa seleccáo, e sujeitos ao regimen de tempo integral. Esses seis technicos constituiriam o Conselho Nacional de Prophylaxia da Lepra, responsavel colectivo por toda a campanha antileprosa a ser feita, oqual Conselho gozaria da mais ampla autonomia technica e administrativa, e teria, no Banco do Brasil, a verba da Uniáo 5 sua disposicáo, B razáo de 10,000 contos por anno, para applicar, como julgasse melhor, nos accordoe com os Estados e nos servicos de caracter puramente federal, que creasse. 0 novo Departamento ou Instituto constaria das seguintes seccóes: epidemiologia, estatistica e propaganda; pesquizas biologicas da lepra; medico-therapeutica; chimica; construccóes. 0 director seria o superintendente, ez-oficio, de todos os servicos de prophylaxia da lepra no paiz. A orienta@0 da prophylaxia e o ensino da leprologia seriam as funccóes primordiaes da nova orga- nizacáo. 0 Director e os demais technicos estariam em constante contacto com as suas ramificacóes nos Estados por meio de viagens periodicas de inspeccáo ou de estudo. No instituto seriam realizados, dnas vezes por xnno, cursos gratuitos de leprologia, para medicos, e outros mais elementares para enfermeiros e enfer- meiras e guardas sanitarios. 0 instituto conferiria certificados de habilita@0 aos alumnos que fossem approvados em exames finaes. Annualmente o instituto admittiria, por meio de concurso de provas e titulos, 10 medicos jovens, os quass serviriam, rotativamente, nas diversas seccóes, como estagiarios remunerados. Em maio de 1931 introduxeu-sc na Inspectoria de Prophylaxia da Lepra de São Paulo o systema de estagio para apprendizagem especializada, e quando fundou alli o A. o Sanatorio Padre Bento para leprosos, deu-lhe desde o inicio o caracter de centro de especializa@0 e de trenamento administrativo. Desta nova organiza@0 antileprosa, no fim de cinco annos deveráo sahir 50 novos leprologos que se espal- har&o pelo paiz, indo exercer os mais variados cargos, desde o de chefe de dispen- sario, no regimen de tempo parcial, até o de director de leprosario, ou talvez o de chefe de districto, de prophylaxia, com funccóes de tempo integral. No fim de cinco annos seria desejavel que os cargos de director e de chefes de seccáo, do organismo central, passassem a ser desempenhados pelos novos leprologos alli formados. (Souza Araujo, H.: Bol. Atad. Nac. Mcd., 416, No. 10, 1933.)

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São Paulo.-Diz Rabello que as formas tuberosas e mixtas da lepra sáo respon- saveis por 95 por cento dos contagios, para estes concorrendo a forma nervosa apenas com 5 por cerito. Das informacões apresentadas se verifica que dos 1,277 doentes diagnosticados em 1934, no Estado de Sao Paulo, 1,002, isto é, 79 por cento foram internados e destes 425, cerca de 33 por cerito, eram de forma nervosa. Dahi se poderá concluir que, a continuarem as coisas nesse pé, e tudo faz prever que assim o seja a avaliar pelo augmento progressivo dos isolados armo a armo, ja agora sao isolados nao só os doentes mais perigosos ao contagio, como ainda grande numero dos menos perigosos, cerca de um terco dos casos annualmente conhecidos, o que diante das premissas acima estabelecidas, é facto de maior importancia prophylactica. A organizacao do tratamento já comeca de outro lado a apresentar resultados beneficos demonstrados nos 275 doentes com alta, dos quaes 70 ainda condicionaes. Conseguida ja a reclusáo de 50 por cento dos casos conhecidos, prevista a progressão crescente de isolados, ja será tempo de cuidar de outra parte do plano mixto pre-estabelecido, isto 6, da organizacao dos dispensarios. Com o isolamento intensivo, que ainda recolhe casos avancados, já comecam naturalmente a apparecer casos mais recentes e frustos. Esse facto, junto á vigilancia dos egressos dos leprosarios, faz necessario o estabelecimento daquellas medidas complementares, alias ja sabiamente previstas. Já existindo em funccionamento dois dispensarios na capital, será inaugurado o terceiro dentro em poucos dias e o quarto em breve. No interior, annexos ás respectivas inspec- torias regionaes, ja tres existem e dois seráo dentro em pouco installados e dividido o Estado em 12 zonas, cada urna sob a superintendencia de um medico especiali- zado, pessoa de confianca do inspector. Embora divididas as tarefas, fica unifi- cado o servico sob a supervisáo technica e administrativa de um chefe, dentro do quadro do Departamento de Saúde. Sendo a crianca altamente susceptivel á infeccão e a lepra transmissivel em 80 por cento dos casos pelo contacto intimo e prolongado na casa ou no leito, é de ver-se o que poder& ser conseguido con o afastamento dos filhos de leprosos do foco infectante. Nesse particular o pre- ventorio de Jacarehy foi um complemento necessario á obra de proteecão conce- bida. Após o primeiro periodo de preoccupacóes administrativas e de installacóes do armamento sanitario, após a reelusáo em grosso dos doentes, segue-se urna outra phase em que se apuram as tarefas e tudo se empreende para o aperfeiooa- mento e preparo do pessoal. A prova disso esta nos cursos de treinamento e preparo do pessoal technico feitos na séde da Inspectoria. (Rabello, E.: Ann. Paul. Med. & Cir., 366, ab. 1935.)

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23 que estavam de passagem para outros Estados e 40 ja fallecidos. Communi- cantes fichados, 1,601. (Fontes, Pedro: Rev. Ilyg. & Saude Pub., 413, dbro. 1934.)

Cuba.-Durante el cuatrenio 1931-34 se registraron 149 defunciones en el Hospital de Leprosos “San LBzaro” de Cuba, 108 de los cuales eran cubanos, 23 españoles y 12 chinos. Por edades, el mayor número (72) correspondfa al grupo de 31 a 50 años. Hubo 4 fallecidos de 11 a 20 años, y 2 de l-10. Por sexos y razas, 119 eran varones, 93 de la raza blanca, 23 mestizos, 21 negros y 12 ama- rillos. De los 149 fallecidos, 55 carecian de instrucción. En el 1934 la existencia ascendia a 352 enfermos: 269 cubanos, 35 chinos y 32 españoles. La distribución de los 269 cubanos por raza, sexo y estado era la siguiente: 179 blancos, 56 mestizos y 34 negros; 184 varones y 217 solteros. (San & Benef., 86, eno.-ab. 1935.)

Borrell, el exdirector de la Leprosería Nacional de Cuba, cree que la lepra es actualmente un problema de primer orden en la isla, pues por carecer la leprosería de suficiente capacidad, existen leprosos circulando libremente por varias localida- des, de las cuales menciona algunas. La Provincia de Matanzas es la que arroja el mayor contingente de enfermos en proporción a su población y extensión, y en dicha Provincia el primer lugar en ese sentido corresponde ala ciudad de Cárdenas. En la obra recientemente publicada por la “ Foreign Policy Association ” de los Estados Unidos sobre “Problemas de la Joven Cuba “, declárase que la lepra va desapareciendo gradualmente de Cuba, calculándose que la mitad de los leprosos se encuentran confinados actualmente en la Leprosería del Rincón, y existiendo un foco de enfermos no hospitalizados en la Provincia de Oriente, y unos cuantos casos diseminados, y sin identificar, en varias partes de la isla. (Borrell, E.: El Psis, Habana, mayo 9, 1935.)

En un largo artículo, Oteiza y Setién y Tiant y del Río aportan datos corro- borativos de la información anterior, apuntando que la falta de un censo leproso no permite llegar a conclusiones definitivas. Para ellos, la mayor parte de los médicos no denuncian a los leprosos que asisten. La mortalidad leprosa recono- cida por 100,000 habitantes varió de 4.44 en 1902 a 5.24 en 1916, alcanzando en algunos años intermedios cifras mayores. Desde que se excluyeran las muertes sobrevenidas en la Leproseria del Rincón, las cifras han bajado, no llegando ni a 0.2 por 100,000 en los últimos años. Para los autores, las formas graves son frecuentes en Cuba, representando 19 de 23 enfermos del Hospital Mercedes y 278 de 387 de la Leprosería del Rincón. La Leprosería Nacional, con capacidad para 200 enfermos y albergando 350, no acaba de corresponder a los fines que persigue. Para ellos, debe emprenderse una campaña efectiva contra el mal a fin de impedir su difusión mayor. Recomiendan una ley que haría obligatorios la denuncia, aislamiento y tratamiento de los enfermos, haría levantar un censo, establecería un leprosario nacional en uno de los cayos adyacentes a la isla, y dispensarios en los lugares donde parezcan necesarios, y crearía una Liga de Profilaxis de la Lepra anexa a la Secretaría de Sanidad y Beneficiencia para que organizara y dirigiera la campaña, así como prohibiría en absoluto la inmigración de leprosos extranjeros. (Ot . erza y Seti¿n, A., y Tiant y del Río, F. R.: Vida Nueva, 301, jun. 15, 1935.)

Chile.-En Chile en los últimos años ~610 se han denunciado tres casos de lepra, habiendo vivido dos de los enfermos muchos años en el Ecuador y el otro en Brasil. Los tres siguen tratamiento en uno de los hospitales de Santiago. En la isla de Pascua pasan por padecer de la enfermedad como la mitad de los 300 habi- tantes. Últimamente, la Dirección General de Sanidad ha enviado al Dr. Gustavo ’ MOndez para que estudie en la isla el problema y proponga una solución. Puyó

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casos, cuidado de los contagiosos o inválidos en leproserías, y cuidado de los no contagiosos en dispensarios. Los hijos de leprosos, por supuesto, serían separados de los padres. (Puyó Medina, L.: Bol. Serv. Nac. Salbr., 23, nbre. 1934.)

Estados Unidos.-En la Leprosería Nacional de Carville, Luisiana, en el año económico terminado el 30 de junio de 1934, ingresaron 64 enfermos nuevos, de los cuales 50 ingresaban por primera vez; 17 se fugaron; 9 extranjeros fueron deportados; y 20 fueron dados de alta condicional, pero dos prefirieron quedarse en el hospital. El ndmero hospitalizado al final del año era de 361. La mayoría de los enfermos continúan tomando aceite de chaulmugra: 225 el aceite crudo por vía bucal a dosis de tres a 155 gotas tres veces diarias; 123 el aceite de chaul- mugra-benzocaína por vía muscular dos veces semanales; y 50 los ésteres etílicos del hidnocarpo por vfa muscular una vez a la semana. A fin de tratar exacer- baciones agudas o estados intercurrentes, ingresaron 234 enfermos en la enfer- mería para hombres, y 97 en la enfermería para mujeres. Varios colorantes fueron probados, pero sin resultado alentador. Las muertes sumaron 23 durante el año. (Denney, 0. E.: Pub. Health Rep., 1359, nbre. 16, 1934.)

Primeros “curados ” en México.-Castañeda publica una lista de los primeros 10 leprosos (‘ curados ” en el dispensario de Guadalajara, Jalisco, a los tres años de su fundación. El autor, jefe del dispensario, propone las siguientes pautas para determinar el alta condicional en esos casos: negatividad clínica y de laboratorio durante un año en exámenes mensuales; después del alta condicional, vigilancia de inspectoría por tres años, haciéndose exámenes cada tres meses y tratándose de continuar la negatividad; y alta definitiva, previo examen. Todo enfermo dado de alta debe comunicar al dispensario su cambio de residencia. La positivi- dad de un examen, o la aparición de cualquiera nueva lesión leprosa, anulara todos los exámenes anteriores y todas las franquicias adquiridas, volviendo a colocarse al enfermo en observación. De los casos, siete eran nerviosos, uno maculoso, uno mixto, y uno tuberculoso. (Castañeda, A. M.: Bol. Soc. Mut. M6d. Farm. Guadalajara, 43, eno. 1935.)

Colonz’a de Leprosos en Sapucay.-Por un decreto dictado por el Presidente de la República del Paraguay el 16 de octubre de 1933, se crea una colonia para leprosos en el Departamento de Sapucay en cooperación con la Facultad de Ciencias Médicas de Asunción y la Sociedad Paraguaya Pro-Leprosos. En dicha colonia serán alojados y asistidos todos los enfermos atendidos previamente en un pabellón del Hospital de Clínica de Asunción. Según información recibida del Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Médicas, ya han sido trasladados los leprosos a dicha colonia y se prosigue activamente la edificación de nuevas casas para recibir a los de las distintas poblaciones de la República.

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centaje de recidivas. En la discusión, MacLeod declaró que no se sentía conven- cido de que Rose hubiera demostrado la especificidad del aceite de hidnocarpo, pues en lo tocante a quiescencia y curación practica, pueden observarse frecuente- mente en casos de lupo vulgar y tuberculosis quirúrgica, y cuando se tomaba aceite de hígado de bacalao en esos casos, se atribuía a éste la mejoría, aunque gradual- mente se ha demostrado que el aceite ~610 posee valor nutritivo. Las observaciones de Rose, sin embargo, parecen indicar que el hidnocarpo en la lepra desempeña un papel mayor que el aceite de bacalao en la tuberculosis. En los casos de Mac- Leod en Inglaterra, la mayoría, a pesar del tratamiento, bien han muerto o permanecido empeorados o inalterados. Muir declaró que el resultado obtenido viene a ser el mismo que en la India cuando los enfermos asisten puntual- mente y son bien tratados. También convino en que debe mantenerse a los enfermos bajo tratamiento por seis años después de estacionarse. Los examenes sistemáticos ~610 rezan con la piel y mucosa nasal, pues por lo menos en los enfermos del grupo CZ o C8, pueden restar grandes cantidades de bacilos latentes en los nervios perifëricos sin evocar marcados signos clínicos, aunque, desde el punto de vista infeccioso, quizás no sean inmediatamente peligrosos. En esos casos, según apuntara Hayashi, la reacción de la leprolina puede conti- nuar negativa o débilmente positiva, y si se volviera entonces moderada o fuer- temente positiva, podrfa considerarse como signo de que la infección ha sido prácticamente eliminada, y las recidivas son improbables. Es un hecho que, en los casos tratados en la infancia, la medicación es más eficaz si se comienza suficientemente temprano. Para Welch, el hidnocarpo y sus derivados atra- viesan ahora las varias fases que han cruzado otras muchas sustancias, cuyo valor fu6 al principio exagerado, y despu& menospreciado. De sus estudios en dos establecimientos muy distintos, que ha observado cuidadosamente, saca estas conclusiones: que el aceite de hidnocarpo y derivados tienen un importante puesto en el tratamiento de los leprosos, pero limitado por la necesidad de que los ‘enfermos se encuentren o sean puestos en buen estado general, y que, en cambio, son poco eficaces en los niños que han mostrado síntomas marcados desde luna edad temprana, por ejemplo, en el segundo quinquenio de la vida, con- tinuando hasta el tercer quinquenio. Al final, recalcó la importancia de la selección cuidadosa de los enfermos, en particular por medio de la observación clinica, ayudada por la prueba de la eritrosedimentación. Para él, cuando el hidnocarpo fracasa, debe atribuirse esto a mal tratamiento general, o impropia selecci6n de los enfermos. (Rose, F. G.: Lepr. Rev., 152, obre. 1934.)

Antillas Inglesas.-Cochrane publica datos con respecto a la situación leprosa en las Antillas Inglesas, estudiando de paso las condiciones en cada una de ellas. En Jamaica la lepra parece haber permanecido más o menos estacionaria en los últimos años. En el asilo actual, a fines de 1933 habia 119 enfermos con una mortalidad de 9.3 por ciento. En 1933 se dieron de alta, 14 en 1932, dos; y en 1931, cinco. Como la población general ha aumentado, el coeficiente de la enfermedad en realidad ha disminuido. La enfermedad no constituye en la isla un problema de tanta magnitud como otras, por ejemplo, tuberculosis y frambesia. Existen sí ciertos focos que deberían ser atendidos, en particular alrededor de las poblaciones más importantes.

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En Trinidad el problema es más importante que en Barbados o Jamaica. La importancia ha sido reconocida por las autoridades. En 1923, la antigua leprosería fué trasladada a una isla, a una hora de distiucia por lancha de motor. Parecen existir varios focos.

En las islas de Barlovento y Sotavento la lepra se ha convertido en un problema grave cuando las condiciones económicas han sido desfavorables. Por ejemplo, en Granada, donde la situación es buena, la lepra no parece ser endémica y el último caso fué descubierto hace unos tres años, y ningún niño ha adquirido la enfermedad desde hace mucho tiempo. En cambio, en Dominica (44,000 habitantes), en ciertas zonas la enfermedad parece hallarse difundida, y no hay todavía ningún asilo. En Xt. Kitts (18,000 habitantes), a menos que se tomen medidas enérgicas, el mal probablemente se convertid en un grave peligro. Ya hay un asilo a unos 20 km de la capital, pero no basta para los enfermos. En conjunto, ya hay unos 70 casos conocidos, o sea un coeficiente de cuatro por 1,000. Los niños se están infectando debido al contacto con casos, y no parece caber duda de que el coeficiente es mucho mayor, quizás hasta el doble, que la cifra mencionada. (“Dawn”, British Emp. Lepr. Assn., 1934.)

Jamaica.-En Jamaica, la lepra ocasionó 29 muertes en el año 1933. El promedio diario de los leprosos recluídos en el asilo de Spanish Town fué de 125 durante el año 1932. No se sabe cuántos se hallan en libertad, pero no se con- sidera probable que excedan el número de los recluídos. Es sabido que varias familias leprosas acomodadas atienden a sus enfermos a domicilio, siendo probable que esos contribuyan a la difusión de la enfermedad. (Jam. Pub. Health, 33, mzo. 1935.)

Hauai.-Wayson y Rhea presentan un estudio de la frecuencia de la lepra en Hauai, en la población general, en grupos étnicos o familias, en varias edades y en ambos sexos, basando sus análisis y deducciones en los enfermos hospitalizados durante un período de 40 años. También analizan la frecuencia de la enfermedad en unos 400 a 500 grupos familiares, y el ambiente de unas 100 de esas familias. Los ingresos anuales han disminuído constantemente, y más todavía a las edades más jóvenes, en que antiguamente era la frecuencia mayor, lo cual parece indicar un descenso de la enfermedad. También ha variado la distribución étnica, pues en los últimos años aproximadamente 40 por ciento de los casos han procedido de los inmigrantes recientes de países donde la lepra es endémica, mientras que antes 90 por ciento eran hauayos. La lepra es fácilmente transmisible en las familias en Hauai, y el porcentaje de los afectados es a menudo mayor que el observado en la tuberculosis pulmonar en algunas familias entudiadas en los Estados Unidos. La frecuencia también resultó mayor en ciertos grupos étnicos, pero no se encontraron pruebas de una susceptibilidad racial bien definida. La proporción en ambos sexos vino a ser de una mujer por uno y medio hombres. Los menores de 15 años se afectan más a menudo que los más viejos, parenciendo que interviene en el asunto la edad en la época de exposición y la duración y grado de Bsta. La frecuencia también es mayor en los distritos rurales, pero allí también las condiciones económicas, sanitarias y dietéticas son inferiores, y mayor el contacto. La situación económica de unas 100 familias leprosas resultó baja, y la alimentación consumida abundaba en hidratos de carbono, escaseando en leche, proteínas carneas, mantequilla y, aparentemente, en calcio y vitaminas B y C. La forma de la introducción de la lepra en Hauai es problematica, aunque lo mas probable es que la introdujeran a principios del siglo XIX los inmigrantes

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cionan una afección que pudo ser lepra, y Buck dice que la enfermedad era antigua entre los maoris de Nueva Zelandia, que hacían muchos viajes por toda Polinesia. De todos modos, es un hecho que ha existido en el archipiélago por lo menos 100 años, siendo introducida repetidamente y continuando su introducción. En el decenio de X350-60, la diseminación alarmó, y el Gobierno en 1865 orden6 la segregación de todos los leprosos. El número, que entonces no se conocfa, tampoco se ha determinado aun hoy día. En los primeros 10 a 15 años se segregó a un gran número procedente de los años anteriores. Por el contrario, los casos subsecuentes a 1880, parecen haber sido los mås recientes, pues aparece un elevado porcentaje de menores de 15 años y bastantes menores de 10 años. Entre 1885 y 1890, los segregados representaban 25 por 1,000 de la población hauaya. Desde 1886 a 1930, se han recibido 7,700 enfermos, unos 3,700 de ellos en los últimos 40 años. Hoy día, hay unos 800 segregados o vigilados, lo cual viene a representar 2.1 por 1,000 para la población total, o sea: 15.2 por 1,000 para la poblaciún hauaya, 6.3 para los semihauayos, y 10.7 para los hauayos del todo o en parte. Para los hauayos, la proporción fué de 3.6 por 1,000 en el perído 1890-1900, 1.3 en 1920-30, y 0.9 en el último quinquenio; y entre los semihauayos, 0.6 en 1920-30. Entre 420 familias leprosas, estaban infectados 20 por ciento del total de sus miembros, y en 14 de esas familias, hasta 43 por ciento estaban infectados. (Wayson, N. E., y Rhea, T. R.: “Leprosy, observations on its epidemiology in Hawaii”, U. S. Pub. Health Bull. No. 212, sbre. 1934.)

Cataluña.-Según Peyri, existe un estado endémico de lepra en Cataluña que es preciso conocer a fondo y corregirlo. Es urgente establecer una Lucha Anti- leprosa mediante núcleos móviles de gran actividad. Es indispensable legislar y aplicar las normas internacionales de profilaxia anti-leprosa. Cataluña no debe sufrir el ser considerada país de lepra; y con las normas sanitarias apuntadas, en el término de unos 20 años podría, al ejemplo de Escandinavia, llegar a extinguir la enfermedad o reducirla a infimas proporciones. Las estadisticas oficiales no dan idea de la endemia leprosa en Cataluña: la de 1914, del Garcia del Mazo, señala 28 casos; la de Murillo de 1918, 40; la de Gimeno de 1928, acusa un total de 732 casos de lepra en toda España, y clasificados por su naturaleza 35 son catalanes. En el mismo trabajo y según su residencia, señala 19 leprosos a la provincia de Tarragona y 26 recluídos en Casa Masdeu; total 45. La estadística de la Direcciún General de Sanidad de los enfermos existentes el alío 1932, totalizada la estadística en enero de 1933 y publicada en la “ Revista de Sanidad e Higiene Pública” en mayo de 1933, la más reciente, acusa un total en España de 883 leprosos y en Cataluña 67. El autor hace un comentario referente a que el número real debe ser probablemente el doble de los casos conocidos, es decir, de unos 2,000 leprosos en toda España. Peyri opina que son unos 200 6 300 el total en Cataluña. Por tanto, dada la población dd 2,700,OOO habitantes, daría escasamente un indice de 1 por 10,000, y una densidad máxima de 5 a 6 por 1,000. Para Vinuesa, tan ~610 el foco tortosino puede considerarse autóctono y de irradiacion, mas Peyri opina que la lepra en Cataluña es la prolongación del foco levantino, que muy denso en Alicante y Valencia, se va atenuando a medida que asciende a Castellón de la Plana y Tortosa, extinguiéndose lentamente en el campo de Tarragona. Resumen: la lepra en Cataluña es debida: 10, a un foco autóctono, prolongación del español de Levante y que va atenuándose al entrar en Cataluña; 2O, a una corriente e inmigración, incontrolada, de otras regiones españolas más cargadas de lepra; y 30, aunque actualmente muy poco importante y escasa, a inmigración extranjera (América, etc.). (Peyri, Antonio: Rev. Méd. de Barcel., 18, jul. 1934.)

Arabes.-Discutiendo la distribución de la lepra en el Sudán, en particular con referencia a clima y alimentación, Atkey hace notar la ausencia casi absoluta de la enfermedad entre los Arabes nómadas dueños de camellos, cuya vida se caracteriza

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por su aislamiento y la gran cantidad de leche que consumen. Existe una pre- valecencia bien definida, pero baja entre los Arabes establecidos en el norte, donde el pastoreo se limita a las márgenes de los ríos, observándose un marcado descenso entre los de la zona central, donde existe una estación lluviosa bien definida, y bastante pastoreo gran parte del año. Entre las razas negras de la zona central, la frecuencia es elevada aunque no determinada todavía, tratándose de moradores de los montes, donde se refugiaron al principio de los árabes. Los caseríos allí se encuentran hacinados y los pastos son muy limitados, de modo que el alimento principal consiste en granos, y el consumo de leche es escaso, lo mismo que el de sal. En la zona del sur, entre los negroides que son pastores, y cuyo alimento principal es leche, la frecuencia también es baja, mientras que en los habitantes del país de las moscas, donde no hay ganado, la frecuencia sube a 2.39 por ciento en la región adyacente a la vertiente del Nilo-Congo. En esta zona de más lepra, la gente se encuentra bien alojada y alimentada, salvo por la falta de leche y la escasez de carne y sal, y abundando en cambio las verduras, las frutas y, dc cuando en cuando el pescado. El estudio de la sequedad y la precipitación, así como de la altitud y del consumo de sal, no aporta dato alguno; en cambio, el único factor aislado que parece corresponder a la frecuencia de la lepra entre las tribus del Sudán, parece ser la presencia o falta de ganado y el consumo de leche.

(Atkey, 0. F. H.: Lepr. Rev., 29, eno. 1935.)

Aiiños.-En 27 familias estudiadas por Velasco, 7 progenitores resultaron bacteriológica y 15 clínicamente positivos. Ambos padres ~610 fueron examinados en 15 familias, y ~610 en una ambos resultaron sanos, y ~610 en una ambos leprosos. En las 27 familias había 125 niños, de los cuales 80 fueron examinados. De éstos, 61, o sea 76.3 por ciento, eran leprosos: 77.1 clínica y 22.9 por ciento bacteriológicamente. Comparados con la baja transmisión entre los padres, los niños revelan una susceptibilidad muy elevada, y así lo confirma la reacción de la leprolina. La frecuencia parece ser mayor cuando ambos padres son positivos; menor cuando ~610 lo es la madre, menor cuando se trata del padre, y mínima cuando ambos padres son sanos. Las primeras lesiones reconocibles quedan por lo común en la piel desnuda, en los sitios en que más se toca al niño. Los padres clínicamente positivos y bacteriológicamente negativos, probablemente albergan una forma invisible o ammidorresistente del bacilo; pero, aparentemente, pueden transmitir la enfermedad lo mismo que los bacteriológicamente positivos.

(Velasco, F.: Rev. Fil. Med. & Farm., 423, sbre. 1934.)

Delincuencia.-Un estudio realizado por Raymundo en la Leprosería de Culión, demuestra que la delincuencia alcanzas cifras mucho mas altas allí que en la población general de las Filipinas, debiéndose a menudo al ambiente, y siendo 10s delitos más frecuentes: juegos prohibidos, y delitos contra la moral, incluso adulterio, concubinaje, y el llamado en general “inmoralidad”, debiéndose esto a la vida poco natural que lleva como la mitad de la población, al quedar fuera de la colonia el otor cónyuge. El autor conviene con Snodgrass en que parte de la dificultad podría resolverse, haciendo que la lepra constituya una causa de divorcio, con tal que los deseen ambos esposos. (Raymundo, J. M.: Mo. Bull. Bur. Health, 245, agto. 1934.)

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al antebrazo, y en el cuerpo a las nalgas. La lepra parece m8s frecuente en los pobre; que en los acomodados, pero el dato no reviste mucha importancia, pues en todas las localidades hay mds pobres que ricos. Las lesiones fueron observadas más frecuentemente cn las partes descubiertas del cuerpo, y cn las mds expuestas a traumatismos y a la intemperie. (Hernando, E., y Alomia, A.: Mo. Bull. Rw. Health, 67, mzo. 1934.)

Nuevas teorbas.-Ferndndez repasa las teorías recientemente formuladas por leprólogos filipinos con respecto a la receptividad del niño e inmunidad del adulto hacia la lepra. Los fundamentos de esa doctrina son los siguientes: Chiyuto comprobó que la reacción de la leprolina es por lo general negativa en los ninos menores de un año, lo que indica falta de defensa orgánica contra la infección. Las experiencias de FernBndez corroboran en parte esto. Las 145 tentat,ivas de inoculación experimental al hombre adulto que registra la literatura han fracasado, según Manalang, y todos los casos de contagio en el adulto que se mencionan, incluso el del Padre Damien, carecen de valor científico, pues en ninguno se com- probú que no existiera una infección previa adquirida en la infancia; y por fin, el índice bajo de contagio conyugal, que coincide aproximadamente con cl indicc leproso para cada región. El aspecto banal y características evolutivas insidiosas de la lesión inicial, hacen que ésta pase frecuentemente desapercibida, de modo que los pretendidos casos de contagio en el adulto consistirían sencillamente, según esta teoría, en la reagudización o exteriorización de una infección latente contraída en la infancia. De aceptarse estos nuevos conceptos sobre patogenia y transmisión, la profilaxia tomaría nueva orientación, pues la lucha preventiva debería concentrarse de preferencia en la infancia, para proteger al niño de todo contacto con un enfermo, aun bacteriológicamente negativo. Esto impondría una severa legislación, que exigiera aislamiento absoluto del niño de los familiares enfermos, exAmenes rigursos, y vigilancia profilktica sistemática de la población escolar. La escuela filipina encabezada por Manalang, niega fundamento a la clasificación actual, que desde el punto de vista de la contagiosidad distingue formas abiertas o positivas, y cerradas o negativas, por considerarlas todas peligrosas. (Fernsndez, J. M. M.: Rev. Arg. Derllzat., 129, 2a parte, 1934.)

Al discutir el trabajo anterior, Balifia declara que los datos aportados son insuficientes para modificar el concepto dominante. Hace notar que si se acepta que la tuberculosis abierta es mucho más contagiosa que la cerrada, la buena lógica clfnica haría pensar lo mismo respecto a la lepra. Su experiencia personal así lo confirma. Con Basombrfo observó en un grupo de 60 leprosos casados, que en 8 casos ambos cónyuges estaban contagiados, y en el resto el otro consorte estaba sano. En los 8 casos, el cónyuge contaminante era sin excepción bacilífcro.

Como aproximadamente la mitad de los leprosos no son bacilíferos, en ese grupo 30 debieron ser no baciliferos, y si éstos son los mas peligrosos, según la hipbtesis filipina, cómo es que ninguno contagió al cónyuge. Aceptando que el origen del contagio procedía del cónyuge que cronológicamente fuC primero leproso, esto significa que en la Argentina, donde el coeficiente leproso es de 0.5 por 1,000, en los matrimonios cuando al casarse uno de los contrayentes es leproso, el otro contrayente adulto adquiere lepra en 13.33 por ciento de los casos, y el eontami- nante, sin excepción, es un leproso abierto. Cita ademAs como prueba de que la lepra tuberosa, normalmente bacilífera, es realmente contagiosa, un caso que le refiriera Marchoux en París y publicado en el International Journal of Leprosy

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lepra cerrada, sino para la abierta. Cuando por fin sea una realidad, aislarán primero a Ia lepra abierta y a la avanzada, bacilífera o no, y de demostrar la ciencia en el futuro que la lepra cerrada, incipiente o no, es igualmente peligrosa, se seguirá con ella idéntico procedimiento. Baliña apunta que en la Argentina se encuentran en una situación de lo más ventajoso para observar cómo se inicia la lepra a las distintas edades a que puede adquirirse, dado que el bajo coeficiente leproso permite seguir mejor la filiación del contagio; que todos los habitantes son de raza blanca, en los que la lepra empieza por eritemas mucho más que por discromías; que los leprólogos son al mismo tiempo dermatosifilógrafos de escuela, estando en aptitud de reconocer las localizaciones tegumentarias y sorprenderlas precozmente, hallándose familiarizados con el polimorfismo de las dermopatías internacionales y nacionales; que la Argentina es uno de los grandes países de inmigración, estando ésta formada por blancos, en general sanos y jóvenes, pro- cedentes de países europeos exentos de lepra, o con coeficientes bajos. Es decir, que cuando un alemán o inglbs, sin antecedente alguno, llega al pafs a la edad de 30 6 40 años, y después de habitar allí cierto tiempo le aparece esta enfermedad en una región donde la lepra abunda, parece poco verosímil que la infección date en 61 desde la infancia. La afirmación de que la lepra cutánea no bacilífera es la que transmite el contagio es hasta peligrosa, pues subvertiría todas las bases sanitarias que hasta el presente han guiado. (Baliña, P. L.: Ibid., 141.)

Via de entrada.-Fundándose en la observación de diversos casos de lepra de Trípoli, precedidos de alteraciones cutSLneas, en particular en las extremidades inferiores, Giordano se pregunta si esas úlceras no pueden representar la vía de ingreso de la infección. Recomienda por eso una indagación precisa en cada caso. Además de los casos del norte del África, el autor ha observado siempre lesiones cut8neas del mismo género en numeroso8 enfermos en América y en el África tropical. (Giordano, M.: nrch. Ital. Sc. Med. Col., 265, ab. 1, 1935.)

Alergia.-De su estudio, Negro Vázquez deduce que la lepromina de van Bargehr evoca positivas en 40 por ciento de los leprosos estudiados, en 47.7 por ciento de los no leprosos y que no padecen lupo tuberculoso, en 100 por ciento de 10s casos de lupa tuberculoso, y en 100 por ciento de los sanos convivientes con leprosos. Hubo negativas, además de 60 por ciento de los leprosos, en 62.3 por ciento de los testigos sin lupo, y en los leprosos que padecen leprorreacción u otra dolencia febril intercurrente. Las positivas en la lepra corresponden a los casos nerviosos puros, y mixtos con predominio nervioso. La reacción a la tuber- culina resulta positiva en 60 por ciento de los leprosos. La tricofitina, al parecer, no revela efecto alguno. La emulsión de Montañés rinde 30 por ciento de positivas en los leprosos. La repetición de la intradermorreacción con lepromina o antígenos similares, produce reacciones más positivas que las anteriores, lo que quizds sea beneficioso, por exaltar las defensas, y como Índice de la mayor o menor inmunidad del sujeto. (Negro Vázquez, E.: Actual. Med., agto. 1934.)

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general infiltrada con microbios, y presentaba lesiones microscópicas de lepra murina. En las ratas testigos se observaron pequeñas lesiones en los mismos sitios, pero de tamaño casi siempre limitado. En las ratas de la cuarta generación, que recibfan un régimen no tan escaso en vitamina B, se observó un aumento semejante en la patologia leprosa. (Lamb, A. R.: Am. Jour. Hyg., 438, mzo. 1935.)

Tuberculosis.-Wayson estudió las cutirreacciones a la tuberculina y a sustancias afines en 150 leprosos del puesto de ingreso de Honolulu y, además, estudió la fre- cuencia de la tuberculosis en ese grupo, y de las reacciones leprosas agudas en los afectos de las dos dolencias. Las cutirreacciones positivas fueron mucho menos frecuentes entre los leprosos que entre los grupos de testigos de la población ge- neral (35.1 por ciento para los leprosos, 73.7 para los niños de las escuelas públicas, y 67.7 por ciento para los de una escuela privada). La mortalidad y morbidad tuberculosas fueron mucho mayores en los leprosos que en la población general. Las reacciones leprosas agudas también fueron dos veces más frecuentes en los leprosos en que se asociaba la tuberculosis. Para el autor, el tratamiento y pro- filaxia de la lepra en Hauai pueden ganar mucho aplicando los métodos ya em- pleados en la lucha antituberculosa. (Wayson, N. E.: Pub. Health Rep., 1201, obre. 12, 1934.)

CoZesteremia.-Black y Ross estudiaron la sangre de 20 jóvenes sanos y nor- males de ambos sexos en la Leprosería de Carville, en cuanto a colesterina total y libre, Bsteres de colesterina y porcentaje de Bstos, y además se empleó el suero para las pruebas de van den Bergh directa e indirecta y la de fijación del comple- mento. Con la sangre de 200 leprosos, que representaban varias formas y perío- dos, se hizo un estudio semejante. En los últimos, tanto los Esteres como el porcentaje de estos alcanzaron promedios más elevados. En 39 existfa hiper- colesteremia. No se encontró relación precisa entre Esta y la azoemia. La hipercolesteremia probablemente no se vincula con nefrosis lipoidea, sino con otros trastornos metabólicos. La bilirrubinemia fué determinada cualitativa v cuantitativamente, resultando positiva en 138. El examen cualitativo demostr6 que se trataba de la forma demorada, indicando posible hepatitis incipiente mas bien que oclusión de los conductos. El cuantitativo correspondfa a la zona de ictericia latente. La intensidad de la fijación del complemento pareció ser inde- pendiente de la colesteremia. (Black, S. H., y Ross, H.: Pub. Health Rep., 50 eno. ll, 1935.)

Glucosuria.-En el Leprosario Nacional de los Estados Unidos, la glucosuria es frecuente, pues de 327 examinados repetidamente, 95, o sea 29 por ciento, mani- festaron en una o más ocasiones indicios de azúcar en la orina matinal. En 59 leprosos que representaban bastante bien las distintas clases de enfermos en la colonia, se realizó la prueba de la dextrosa, deduciéndose del resultado que, aunque puede haber variaciones en casos dados, en conjunto, la lepra sin complicaciones, revela normoglucemia. La glucosuria aparentemente debida al lintel renal, es frecuente en la lepra. (Lai, D. G.: Am. Jour. Trop. Med., 575, nbre. 1934.)

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a modalidade clínica e a conducta cirúrgica que lhe pareceu mais adequada para cada modalidade. (Branco Ribeiro, E.: “Aspectos cirúrgicos da caseose dos nervos na lepra”, Sao Paulo, 1934.)

AZteragCío das impressões digitais.-Em varias dezenas de doentes, examinados por Ribeiro, foi possível demonstrar que a lepra é capaz de alterar e até destruir completamente os desenhos produzidos pelas impressões digitais, de modo a impedir a identificacao dêsses doentes por meio da dactiloscopia. Entre os doentes que identificou no Dispensário da Inspectoria da Lepra, e que alf recebem tratamento, um deles diz ter deixado as suas impressóes digitais no Exército, do qual teve baixa por ser reconhecido como leproso. Obtida essa ficha, tomada em 1930, pelo Gabinete de Identificacao do Ministério da Guerra, e comparando-a com a de hoje, verificou-se que as alteracóes existentes, ha quatro anos, tinham ja desaparecido, quasi completamente, em alguns dedos. Estando o doente em tratamento, ha cerca de oito meses, parece que se pode afirmar tratar-se de urna prova da eficacia da therapêutica empregada, principalmente agora que se sabe nao serem as alteracões dos desenhos papilares a conseqüência de urna atrofia secundaria e sim de lesão activa local. Ha ainda um faoto curioso aquf também assignalado. Locard verificou que, normalmente, em 10 por cento dos indivíduos, existem uns tracos nas impressóes digitais, que foram por ele atribuidos à idade avancada. Reyna Almandos, da Argentina, descreveu pormenorizadamente êsses tracos, que denominou “linhas brancas”, verificando que a percentagem estava certa, mas contestando que a velhice fosse a sua causa, porque as encontrou também em individuos adultos e até em eriancas. Ribeiro apurou que realmente s6 em dez por cento dos indivíduos é que existem essas linhas brancas, mas entre os leprosos elas sao encontradas em 70 por cento dos casos, o que faz crer que a explicacao do facto deve estar ligada a qualquer causa patológica, sendo a lepra, sem duvida, urna das doencas capazes de produzir as linhas brancas que, pela sua grande freqüência nesses doentes, parece repre- sentar a fase inicial das alterasces que provocaria, afinal, nos desenhos papilares. Pergunta: nao- estariamos diante da hipótese de encontrar um novo recurso capaz de permitir o diagnóstico precoce da lepra e das demais doencas capazes de provocar lesóes da mesma natureza? Ribeiro também apurou que ha outra doenca capaz de produzir as mesmas modificacóes acima referidas. Numa doente enviada pelo Dr. Joaquim Motta, com o diagnóstico de esclerodermia e esclerodactilia, é facil de ver que na mão lesada ja existe um inicio de altera@0 dos seus desenhos digitais, facto que nao se verifica na mão do outro lado. (Ribeiro, L., Folha Méd., 316, 25 sbro. 1934.)

Diagnóstico.-En un editorial, la Revista Filipina de Medicina y Farmacia (dbre. 1934, p. 589) hace notar que es casi unanime la opinión entre los leprólogos acerca de que el M. Zeprae sólo es la fase terminal de otro microbio, que no es posible observar en los tejidos con ninguno de los métodos actuales. Reviste, pues, importancia trascendental la observación de Chiyuto de que las manchas múltiples despigmentadas, con infiltraciones perivasculares de células redondas, comprobadas por Manalang en cortes, constituyen la manifestación temprana de la enfermedad, que puede apreciar fácilmente un clínico medianamente adies- trado. Las manchas evolucionan gradualmente, convirtiéndose primero en más distintas y después en rojizas, aumentando de grosor en la superficie o sus bordes, con infiltración perivascular más intensa de células redondas, o avanzando a cambios marcadamente tuberculoideos.

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mente sido cohibida o estaba a punto de ser cohibida, y así 10 corrobora la falta de células espumosas en los ganglios axilares, inguinales y submentonianos. En tres casos los troncos nerviosos manifestaban lesiones tuberculoideas. En las células espumosas se encontraron signos histológicos de bacilos leprosos proba- blemente en vías de digestión intracelular, prestando así algún apoyo a la exis- tencia de una forma anácidorresistente o invisible del bacilo. Cuando los microbios escasean, el método del raspado y de los frotes cutbneos no constituye un procedimiento muy fidedigno para el diagnústico. De los 15 casos, se encon- traron cblulas espumosas en el bazo en tres, en cl higado en cinco, en las supra- rrenales en dos, y en el tesifculo en cinco. (Nolasco, J. 0.: iMo. Bull. Bur. Health (Fil.), 213, jul. 1934.)

Tolentino estudió 579 casos de la estación de Cebú, para determinar la fre- cuencia de las lesiones plantares y palmares, encontrando en 35.23 por ciento manifestaciones clfnicas, y en 27.12 por ciento lesiones bacteriológicamente posi- tivas. Un 14.51 por ciento tenfan lesiones en ambos sitios; 19.52 por ciento sola- mente en la planta del pie, y 1.2 por ciento ~610 en la palma de la mano. Para los varones, la cifra fu6 de 37.78 por ciento; y para las mujeres 30.8. La pro- porción de varones y mujeres entre los que tenían esas lesiones fué de 2 a 1, mientras que en el total dc casos fu6 de 3 a 2. Salvo en el primer decenio de la vida, en que el coeficiente CR marcadament,e bajo, esas lesiones se distribuyen más o menos por igual a las distintas edades. Un 27.12 por ciento del total de enfermos manifestó lesiones positivas para bacilos acidorresistentes, y 76.96 por ciento dc los casos con lesiones, resultaron positivos para el M. Zeprae. A medida que el enfermo mejora, la desaparición dc las lesiones de las palmas y planta corres- ponde a la de otras partes del cuerpo. (Tolentino, J. G.: Mo. BuZZ. Bur. Ifealth, (Fil.), 281, sbre. 1934.)

El examen bacteriológico y patológico de las palmas de las manos, clínicamente normales, de 20 leprosos, reveló en la autopsia lesiones lepróticas en la mayorfa, con o sin bacilos leprosos, lo cual explica esa localización en los hijos de los leprosos, como resultado del frecuente y prolongado contacto cutáneo. Como el mejor tratamiento de la lepra conocido hasta ahora es más eficaz cuando se administra localmente, y como no se tratan las palmas clinicamente normales, muchos casos supuestamente estacionados y dados de alta, que eran casos cutáneos al ser tratados, probablemente todavía pueden transportar bacilos en sus manos, y esparcir la enfermedad en la comunidad. Esa observación también explica, por lo menos parcialmente, la anestesia del antebrazo de los leprosos con muy pocas o ningunas lesiones cutdneas, y la infección nerviosa procede probablemente siempre desde la periferia. (Manalang, C.: Mo. BuZZ. Bur. HeaZth (Fil.), 335, nbre. 1934.)

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puede recurrir a ella con mayor libertad que a Ia biopsia, mucho más riesgosa, del nervio cubital. Los resultados del estudio histopatoI6gico de la neuritis leprosa del auricular, son absolutamente similares a los de la neuritis del cubital del mismo origen. (Basombrío, G.: Rev. Agr. Dermatosif., 113, t. XVIII, 16 p., 1934.)

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Diagnóstico y tratamiento.-Al recalcar la importancia del diagnóstico y el tratamiento adecuado, y en particular que el leproso es rara vez ~610 leproso,

Welch dice que el Ieproso cuya enfermedad ~610 es clfnicamente reconocible corre mucho peligro, por ligeras que sean las manifestaciones; peligro mucho mayor si se le encuentran bacilos en los tejidos, y tanto más mientras más facilmente se encuentren. Antes de aplicar remedios, hay que poner al enfermo en bastante buen estado general. El bacilo se establece con facilidad en los niños, no tanto en los adolescentes, y con dificultad en 10s adultos sanos, aumentando Ia dificul- tad con los años, de no mermar Ia resistencia alguna causa predisponente. El bacilo no ~610 se establece con dificultad, sino que revela una tendencia marcada a extinguirse espontáneamente. Como las personas sanas que viven en buenas condiciones rara vez o nunca adquieren la lepra, y como precisa la intervención de algún factor predisponente, parece posible que, eliminando estos factores, se contribuya al estacionamiento de la lepra. A menudo existe más de una causa predisponente, por ejemplo, anquilostomiasis, y alguna hipovitaminosis. La importancia de la insuficiencia dietética va encontrando cada vez mayor reconoci- miento. Muir en 1932 manifestó que en 29 casos incipientes, había logrado estacionamiento suministrando a los enfermos un régimen equilibrado. La posible intervención de1 régimen fu6 ya mencionada por Gilbert White en 1778, cuando, refiriéndose a las causas que casi habían eliminado Ia lepra de las Islas Británicas, agregó que quizás se debiera eso a la cantidad mucho menor de carne y pescado salado que se consumía, al empleo de ropa de hilo, ala abundancia de pan mejor, y al consumo de frutas, tubérculos, legumbres y verduras. AI examen físico completo, hay, pues, que agregar exámenes de Ia orina y de las heces, y también de la sangre, y además la Kahn y ta1 vez la Wassermann. La eritorsedimentación sera necesaria, pero, por lo común, más adelante. También debe justipreciarse el resultado del tratamiento por métodos de laboratorio, de cuando en cuando. En el sujeto normal, o en el exleproso con o sin deformidades residuales, el índice de sedimentación es de unos 10, poco más en Ia lepra neural primaria, menos de 20 en Ia cutanea temprana, menos de 30 en los casos más invadidos, y de menos de 50 en los muy afectados. En el tratamiento, el objeto inmediato es exponer a Ia disolución 10s pequeños números de bacilos que puedan destruir las fuerzas defensivas generales del enfermo, dando así ocasión de pro- ducirse la inmunidad específica. En Ia lepra neural primaria, el tratamiento genera1 quia& sea todo lo necesario; en Ia cutánea temprana, conviene producir reacciones leves y transitorias a plazos periódicos. Lo difícil es evitar por igual los excesos y la ineficacia. (Welch, T. B.:

East

Afric. Med. Jour., jun. 1934.)

Leprolina.-Con material de n6dulos cargados de bacilos de Hansen, siguiendo la técnica de Muri, Fernández realiz6 la prueba de Ia leprolina en 151 enfermos, obteniendo estos resultados: formas a predominio cutáneo: 24.27 por ciento positivos, 10.67 dudosos y 65.04 negativos; formas a predominio nervioso, 66.66, 33.33 y 0; y formas mixtas, 66.22, 8.88 y 28.88 por ciento. Realizada la prueba en convivientes de leprosos e individuos sanos, se observó que en los niños menores de tres años predominaban los negativos (75 por ciento en convivientes y 94.73 por ciento en 10s otros); mientras que entre 10s adultos predominaban 10s posi- ‘tivos (77.27 y 75.75), e igualmente en 10s niños mayores de tres años (56.66 y 86.66 por ciento). De su estudio, el autor deduce que la reacción a la Ieprolina es un elemento de pronóstico importante en Ia evolución de Ia enfermedad,

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coincidiendo en este sentido con el Indice de sedimentaci6n. En las formas cutáneas la reacción acusa un alto índice de negatividad, el cual se invierte en las formas nerviosas. (F ern n á d ez, J. M. M.: Rev. Arg. Dermal., 108, 2s parte, 1934.)

Serorreacciones.-En 17.8 por ciento dc 84 leprosos, la Vernes, Wassermann y Kahn resultaron todas positivas. En los leprosos, esas positivas pueden con- vertirse en negativas después dc la administraciún prolongada de aceite dc chaulmugra. La Wassermann y la Kahn ~610 viran después de varios meses de tratamiento continuo, pero la Vernes lo hace a las pocas inyecciones. Las alteraciones cuantitativas favorables observadas en las tres reacciones a con-<’

secuencia de la chaulmugroterapia, no se acompañan siempre de marcada mejo- ría de las lesiones leprosas. Las Vernes, Wassermanns y Kahns positivas en monos filipinos con infecciones experimentales latentes de frambesia y sifilis, también se convierten en negativas o cuasinegativas tras la administración dc chaulmugra. (Monserrat, C.: Phil. Jour. Sc., 343, jul. 1934).

Reacción de Rubino.--Con la ayuda de Castañeda, Urzua practicó la reacción de Rubino en 26 individuos clinicamente leprosos, obteniendo 19 positivas. Hechas las lecturas cada 15 minutos, las positivas fueron m8s francas a los 45 minutos. (Urzua, S.: Med. & Cir. Occ., 330, jul.-agto. 1934.)

Repasando la literatura, de la cual se desprende que la reacción que lleva su nombre es muy especifica, pero poco delicada, Rubino agrega que cs mas frc- cuentemente positiva en la forma tuberosa de la lepra, viniendo después la mixta y, por último la nerviosa pura. También es más frecuentemente positiva en las formas avanzadas que en las clínicamentc incipientes, aunque puede presentarse en las últimas y hasta en casos en que la enfermedad ~610 es visible clinicamentc al cabo de varios meses. Por el momento, es difícil correlacionar la reacción y

el grado de la evolución de la lepra, y se ignora a quE factores se deben las posi- tivas. Precisarla una experimentación amplia en un medio infectado, para determinar su valor en el despistaje de 10s casos larvados o incipientes de lepra.

(Rubino, M. C.: Arch. Urug. Med. Cir. & Espec., 414, obre. 1934.)

No exame de 327 soros leprosos Bier e Arnold obtiveram as porcentagens seguintes para a sensibilidade da reaccão de Rubino nas differentes formas da molestia: nervosa pura, 29.4; maculo-anesthesica, 41.7; mixta, 56.5; tuberosa, G6.6, e casos incipientes, 13.8. A especificidade foi quasi absoluta, pois em 945 soros controles, encontrou-se apenas urna rea@0 positiva (0.1 por cento). Nas formas mixtas verificou-se nitidamente que a sensibilidade da reaccáo varia parallelamente á intensidade dos symptomas cutaneos, nao parecendo apresentar qualquer rela@o com o componente nervoso: em Cl-20 a 42 por cerito; em C2-55 a 60 por cerito, e em C3-50 a 67 por cerito. Foram confirmadas as verifi- cacóes de Rubino e de Marchoux e Caro relativamente B necessidade de electroly- tos para a agglutino-sedimenta@0 e á absorppso exclusiva da agglutinina leprosa pela suspensao de globulos formolados. Por meio de experiencias de absorpcao com globulos formolados, demonstrou-se que a agglutinina leprosa nada tem a

ver com os anticorpos que formam o complemento em presenta do antigeno tuberculoso de Witebsklt. (B ier, 0. G., e Arnold, K.: Ann. Paul. Med. & Cir., 85, jan. 1935.)

Prueba de Za histamina.-Pierini hace notar que le corresponde la primacía en describir la prueba de la histamina para el diagnóstico de la lepra, pues su estudio fué realizado en 1929, presentado a la Facultad de Medicina de Buenos Aires en 1930, y publicado en la Semana Médica en abril de 1931. Sus conclusiones fueron que las dermatosis en general no modifican la cutirreacción a la histamina, y que solamente en la lepra obsérvanse modificaciones que dan individualidad propia a esa cutirreacción. Los trabajos filipinos (ver BOLETfN, 1933, p. 71)

fueron subsecuentes. (Pierini, L. E.: Semana Médica, 1547, nbre. 15, 1934.)

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19351 LEPRA

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Jiménez Rivero ensayó la prueba de la histamina en 13 enfermos bacterio- lógicamente positivos de Cabo Blanco, de Venezuela, los cuales describe, quc- dando muy satisfecho del resultado, pues cuando la reacción es positiva cabe afirmar con seguridad que los gérmenes han invadido las terminaciones nerviosas, degenerándolas, y que la mancha presente es sin duda leprosa. Cuando la prueba es positiva y no se ha encontrado el bacilo, el médico está justificado en pedir el aislamiento provisional del sujeto. Otra ventaja del método es su rapidez, consumiendo pocos minutos, y sin producir reacciones dudosas, sino positivas y negativas. El autor conviene con Montañés y Negro en que el mecanismo de la histaminorreacción depende de la acción sobre el aparato cir- culatorio. (Jiménez Rivero, M.: Gac. Méd. Curacas, 55, fbro. 25, 1935.)

Segundo Sousa Campos, a prova da histamina é um valioso elemento para a elucida&0 de diagnostico da lepra maculosa incipiente ou regressiva e é dc facilimo manejo e leitura immediata. As causas que impedem urna perfeita inter- pretacáo de seus resultados sáo as seguintes: coloracão escura ou negra da epider- me; erythema muito accentuado da lesáo; maculas escuras cicatriciaes. (Sousa Campos, N.: Ann. Paul. Med. & Cir., 303, ab. 1935.)

Z%TU@J do complementa-Os AA. fizeram 130 reaccões de desvio do complemento com antigenos methylico e aquoso de “Streptothrix leproide” de Deycke, dos quaes 51 em leprosos e 79 controle. Obtiveram resultados differentes com os dois antigenos. Nos casos de lepra a porcentagem de reaccões positivas com o antigeno aquoso (81.8 por cerito) foi superior á com antigeno methylico (52.6). A por- centagem de positividade em relacáo ás formas clinicas foi a seguinte: com anti- geno methylico: (a) na lepra cutanea 57.8; (b) na nervosa 30; (c) na mixta 70; com antigeno aquoso: (a) na lepra cutanea 90.4; (b) na nervosa 70; (c) na mixta 85. Nas reaccóes de controle tambem o antigeno aquoso se mostrou superior ao methylico. Nos casos de syphilis todas as reaccóes foram negativas com o antigeno aquoso e urna positiva com o methylico. Na tuberculose o antigeno methylico mostrou-se menos especifico (35.3 por cento de reaccóes positivas) que o aquoso (30); em doencas cutaneas, os resultados foram identicos com os dois antigenos, dando ambos alta porcentagem de reaccóes especificas. Em pessoas não doentes a reaccá;o foi sempre negativa com os dois antígenos. Concluem os AA. que a reaccáo de Gomes não é especifica, podendo apenas, quando positiva, indicar tratar-se de um caso suspeito de lepra. (Assump@o, L., e Fleury da Silveira, G.: Ann. Paul. Med. & Cir., 280, mco. 1935.)

Usando o antigeno tuberculoso de Witebsky, Klingenstein e Kuhn, Bier e Arnold obtem fixacão do complemento positiva em cerca de 94 por cento dos casos de lepra cutanea e mixta, em 57 por cento na forma nervosa e 44.4 por cento nos casos incipientes. Por meio de experiencias de absorpcão demonstra-se que a fixacáo do complemento na lepra é tal como na tuberculose, urna verdadeira reaccão antigeno-anticorpo, pois que os soros absorvidos pelos extractos de Witebsky e de Gomes perdem a capacidade de reagir com aquelles extractos, ao passo que a absorpcáo com o antigeno Kolmer não enfraquece sequer aquella capacidade. (Bier, 0. G., e Arnold, Kate: Ann. Paul. Med. & Cir., 177, fev. 1935.)

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