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La estudiante de enfermeria en una clinica de enfermedades venereas

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Enfermería

A LA ESTUDIANTE DE ENFERMERIA EN UNA CLINICA DE

ENFERMEDADES VENEREAS’

’ ANNA M. ENGELS2

En el hospital de Touro, las estudiantes de enfermería pasan seis semanas en el

+ dispensario de enfermos ambulatorios y en

ese periodo trabajan en las clfnicas, donde, por medio de un programa docente cuidado-

samente preparado, pueden observar la

colaboración que existe entre el hospital y el organismo de salud pública de la colectivi- dad.

La cljnica de sífilis, que funciona bajo la dirección de un médico miembro de la Junta Municipal de Sanidad, es uno de los servicios más importantes para esta labor educativa. La previsión y colaboración del médico nos ha permitido actuar sin dificultades y ejecu- tar el programa con éxito.

Hemos comprobado que la mejor forma de desarrollar el programa de enseñanza consiste en combinar la teoría con la práctica, ha- ciendo que las estudiantes observen personal- mente a los enfermos sifilíticos. Uno de los

t aspectos más importantes de este programa es la entrevista con los pacientes. Natu-

ralmente, sólo una estudiante, o a lo sumo dos, pueden hallarse presentes sin producir gran inquietud en el paciente, pero como las estudiantes realizan prácticas en los diversos servicios, todas tienen la misma *

oportunidad de asistir a una entrevista. Un

1 Este artículo se publicó en inglés en la revista Nwsing Oullook de septiembre, 1955, p. 479, y se publica en este Boletin con la autorización de dicha revista.

2 La Srta. Engels (St. Anthony, Roclcford, 111.; B. S. Richmond Professional Institute of the College of William and Mary, Richmond, Va.) desempeña, desde 1942, el cargo de coordinadora de salud pública en el hospital de Touro, Nueva Orleans, E. U. A. Ha tenido variada experiencia en enfermería, incluso práctica privada y enfermería de salud pública, y también ha prestado servicio con la Cruz Roja Norteamericana.

ejemplo típico ilustrará el método empleado en estos casos.

Se hicieron pruebas sanguíneas a un Sr. A., de 30 años, las que resultaron positivas y, por lo tanto, la clínica lo envió a la enfermera de salud pública. El paciente entró en el

despacho de la enfermera bastante a

disgusto, pero se sentó tan pronto como se le invitó a hacerlo.

LA ENTREVISTA

Las dos estudiantes fueron presentadas al enfermo como “las enfermeras que me ayu- dan en el dispensario”, y esta amistosa pre- sentación pareció inspirarle confianza. Al principio se mostró tímido y retraído, pero a la pregunta que se le hizo contestó que él sabía que su sangre estaba “mala”, lo cual

significaba “una mala enfermedad”; que

se le había dicho que efectivamente, ese era su estado: tenía “una enfermedad realmente mala”; y que creía que esa enfermedad se adquiría por el contacto sexual con mu- jeres. En este momento la enfermera insisti6 sobre el carácter confidencial de la entrevista, asegurándole que no estaba allí para juzgar su conducta. La enfermera se dió cuenta que el Sr. A. se sentía confiado y que había perdido el temor, porque él mismo comenzó a hacerle preguntas.

Manifestó que no sabía que la úlcera que tenía desde hacía tres meses fuera la primera fase de la enfermedad. ¿Se puede adquirir la enfermedad de nuevo? Hacía tres años que en California le había.n aplicado trata- miento de penicilina, pero no había vuelto a la clínica porque había cambiado de resi- dencia. iPodría curarse la enfermedad que tenía? Habló con entera franqueza de sus

antecedentes familiares. Sus padres eran

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“gente pobre”; su madre había tenido ocho hijos; él no había podido estudiar más que hasta el sexto grado y había empezado a trabajar a los 14 años para ayudar al sustento de la familia, porque el padre habia abando- nado el hogar. Estaba casado y tenia dos hijos. iSeria necesario que su esposa y los niños se sometieran a pruebas sanguíneas?

sería muy difícil saber cuál de las mucha- chas le había infectado y, por lo tanto, era imprescindible hacaer una prueba sanguínea a todas aquellas con las que hubiera tenido contacto.

La enfermera le explicó lo que era la

sífilis; que el microorganismo causante

pasa culebreando de una persona a otra,

principalmente por medio del contacto

sexual. En forma muy sencilla le explicó las diferentes fases de la enfermedad y el kata- miento necesario. Si bien no quit6 im- portancia a la dolencia, no se enfrascó en explicaciones detalladas sobre sus posibles complicaciones y graves consecuencias, por- que se di6 cuenta de que podrían abrumarlo y asustarlo hasta el punto de que no se pre-

sentara para recibir tratamiento. No le

asegur que se curaría, pero sf le di6 mucho ánimo; le dijo que se alegraba mucho que se hubiera presentado en esa fase temprana de la enfermedad, “porque todavía podemos hacer mucho por curarlo”. El enfermo pare- ció satisfecho y prometió traer a su esposa e hijos para las pruebas sanguineas. Daba muestras de confianza y se manifestaba con entera espontaneidad.

El Sr. A. rontest6 en seguida con respecto al primer contacto; se most,ró bastante inde- ciso y necesitb que le ayudaran a recordar el segundo; después de haberlo pensado du- rante un buen rato, aseguró que ~610 había tenido t,res contactos. Sospechando que el número había sido mayor, la enfermera le hizo preguntas respecto a sus relaciones sexuales con muchachas que había cncon- trado en los bares y salones de baile. No, no había tenido contactos de este tipo, pero si le gustaba bailar. Al pregunt,arle cuando había sido la última vez clue había estado en un salón de baile y ruántas veces lo había frecuentado, respondió que había estado tres veces, la última harfa cinco meses, pero que su esposa lo había descubierto y ya no volvió más. Allí conoció a una muchacha con la que tuvo contacto sexual.

La enfermera procedió entonces a la parte más diffcil de la entrevista: obtener los nombres de los contactos. Sabía que cuando se formula una pregunta tan delicada a un enfermo, es necesario y prudente explicarle la razón de la misma, ya que así se evita una situación embarazosa y, muchas veces, una reacción hostil por parte del paciente. Le informó de que, debido a que la sífilis se contrae y propaga por medio del contacto sexual los m8dicos y las enfermeras tienen que proteger a los miembros de la colectivi- dad contra esta grave enfermedad. Agregó que él estaba obligado a cooperar porque, aun cuando las mujeres con las que habia tenido contacto sexual no tenían la intención de hacer daño, probablemente no sahfan que estaban enfermas, y le agradecerían la ayuda que él les prestara. Le explicó t’ambién que

La enfermera hizo ohservar que si había ido tres veces, seguramente habfa tenido rela- ciones sexuales con tres muchachas, a lo que respondió que había estado con la misma muchacha dos veces, y di6 su nombre. Sabía que el sobrenombre de su último contacto era Molly, pero no conocja la ralle ni la

manzana en que vivía. Promet,ii, tratar de :

recordar otros contactos. T,a enfermera

estaba dispuesta a ayudarle, pero prefería que él indicara la mejor forma de lograr que los contactos acudieran a la clínica. El Sr.

A. estaba dispuesto a hablar con todas las *

muchachas, menos ron Molly, que era “mala

y astuta”. La enfermera-instructora le

explicó la importancia de que vinieran al dispensario y que, de no hacerlo así, tendrían que ir a buscarlas. Agreg6 que estaba segura que él no quería perjudicarlas, ni tampoco permitir que contagiaran a otras personas. El germen podía causar graves lesiones internas a las muchachas, y de nuevo le asegur que no estaba tratando de juzgar su nivel moral, sino sencillamente ayudarlo.

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chachas-menos a Molly-a que acudieran

al dispensario.

CONFERENCIA SUBSIGUIENTE

A LA ENTREVISTA

Después de la entrevista, las estudiantes se reunieron con la instructora para tener un cambio de impresiones. Se les pidió que indicaran cuáles habían sido los puntos de la entrevista que consideraban más importan- tes. Les llamó la atención el respeto y amabilidad con que se había tratado al Sr. A., que no pareció sentirse intimidado, así como el hecho de que no se le atribuyera mala fe, incluso cuando trataba de encubrir a algunas de las muchachas. Observaron

también que la instructora le decía al

enfermo: “A veces se nos olvidan las costs, verdad Sr. A.?“, lo que le había estimulado a hablar de sí mismo.

Las estudiantes estimaron que la conversa- ción con el paciente habla revelado algunas de las causas que habían contribuído a la adquisición de la enfermedad ; consideraron que su falta de seguridad durante la infancia y su escasa educación habían contribuído

indirectamente a su pormiscuidad en las

relaciones sexuales. También les llamó la atención el hecho de que, aún cuando se le había inftmdido ánimo, no se le había pro- metido una curación segura, a fin de evitarle ulteriores desengaños. Se le había estimulado a que acudiera a las citas de la clínica y siguiera las indicaciones del médico; se le dió una explicación completa de la punción espinal, porque había mostrado temor a esta operación. Por otra parte, la instructora había empleado un lenguaje sencillo en todas sus explicaciones a fin de que él pudiera entenderlas. Se dieron cuenta, asimismo de que, en estos casos, es esencial examinar a los contactos-maritales y extramaritales-, así como realizar pruebas sanguíneas de todos los hijos de padres sifilíticos, cualquiera que sea su edad. Por último, se familiarizaron con el material de lectura adecuado al nivel intelectual del enfermo : una serie de historie- tas ilustradas acerca de la sífilis.

TRATAMIENTO

El Sr. A. acudió a la clínica al día siguiente para ser tratado. Explicó que todos sus con-

tactos-con excepción de dos-habían acce-

dido a someterse a examen. Parecía estar mucho más tranquilo y saludó cordialmente a las dos estudiantes y a la instructora. Las estudiantes estuvieron presentes durante el tratamiento y después leyeron su historia clínica y la evaluaron bajo la supervisión de la instructora.

En vista de que uno de los contactos se había negado a acudir a la clínica para some- terse a la prueba sanguínea, tuvimos que ir a su casa. Era casada y tenía tres niños. Su marido no estaba en casa aquel día. Después de las presentaciones de rigor, preguntamos acerca de la inmunización de los niños, dieta y salud en general; descubrimos que una persona de edad avanzada que vivía en la casa necesitaba atención médica, e instamos a la muchacha a que viniera a someterse a una prueba sanguínea. Se presentó en se- guida y, una vez que le hicieron la prueba, informó de ello a la enfermera.

Al fin localizamos a Molly, el otro con- tacto, después de visitar varias casas en las que habíamos oído que vivía. Todo el mundo negaba conocerla, pero dimos con una mujer ya mayor, vivaracha, que nos dijo alegre- mente: “iDe modo que ustedes son enfer- meras?” Elogió la labor que realizan las en- fermeras y nos manifestó que ella cuidaba al hijo de Molly, pero que ésta no estaba en casa. Cuando le preguntamos dónde la po- dríamos encontrar nos sugirió que visitára- mos todos los bares de la calle y buscásemos a una muchacha rubia, de pelo lacio, alta y delgada, con un abrigo gris.

La encontramos bebiendo en el primer bar que visitamos. El dueño nos dijo que no conocía a Molly, pero cuando nos acercamos a ella y le preguntamos “~,Molly?” respon- dió “Sí, señora”. Quisimos evitarle una situa- ción embarazosa y le dijimos simplemente:

“Molly, somos enfermeras y tenemos un

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dose a la puerta con nosotras y le pregunta- mos si vendría a la rlínira para hacerle una prueba sanguínea. Aceptó, y se le aplicd el tratamiento de la sífilis, dado que las pruebas resultaron positivas. Nos dijo quienes eran sus contactos, orocedimos a realizar las prue- bas y administramos el tratamiento a aque- llos que lo necesitaban. No se examin6 a su hijo porque habia nacido antes de que ella contrajera la sífilis.

OTRAS PRACTICAS

El trabajo en los dispensarios de sífilis brinda a las estudiantes la oportunidad de observar a los enfermos durante sus entre- vistas ron la enfermera de salud pública, antes de que los examine el médico. Esta conversación nos permite dar cuenta des- pués al médico de los síntomas o dolores de que se queja el enfermo. Además, da ocasión para que podamos tranquilizar al paciente e insistir al mismo tiempo sobre la necesidad de que acuda regularmente a la rlínica. Si por raz6n de su trabajo no puede hacerlo durante las horas en que aquélla está abierta, se le envía a otro centro de la ciudad que tenga un horario conveniente. Si tenemos problemas con algún pariente que, cncon- trándose en período de kansmisihilidad, abandona el tratamiento, notificamos a la junta de sanidad. Esta tamhién nos ayuda a localizar los contartos, pero generalmente no tenemos dificultades en este sentido.

Consideramos que nuestra labor es parte

integrante de un programa encaminado a

velar por la salud de la colectividad y, a este fin, colaboramos en todos los organismos de salud pública. La estudiante participa en todas las actividades de la clínica; al prin- cipio se limita a observar, pero después interviene en las entrevistas, bajo supervi- si6n. Se ocupa ~610 de la parte interpretativa de la entrevist’a, dando explicaciones rela- tivas ala sífilis. La invest’igación con respecto a los contactos y su localización es una labor dificil para una joven estudiante que no posee todavía los conocimientos y la expe- riencia profesional necesarios. Sin embargo,

tienen oportunidad de acompañar a la ins- tructora en sus visitas de contactos.

Como quiera que se hacen pruebas san- guíneas sistemáticas a las parientes que acuden al servicio de obst)etricia y se man- tienen bajo observari<ín, por lo menos du- rante dos años, todos los niños naridos de madres que han sido tratadas por sífilis, las

estudiantes adquieren así conocimientos

acerca de la frecuencia, tratamiento y pre- vención de la sífilis congénita. También tienen ocasión de efectuar visitas domicilia- rias cuando van a entrevistar a los enfermos que no acuden a la rlínica tras un período de descanso. Por otra parte, al ayudar en las punciones espinales que se realizan en la clínica, se arostumhran a infundir confianza al paciente y aminorar su t,emor; también aprenden la manera de persuadir al enfermo para que se someta a la prueba. Se visita a todo pariente que no acude para los exá- menes ulteriores de observación, se razona con ellos y se les persuade a que vuelvan a la clínica. T,as estudiantes realizan esas visitas bajo la supervisión de la instructora.

Durant,e las seis semanas de práctica clínica se hacen unas seis disertaciones. Se celebran también otras conferencias en las que se evalúa la historia clínica de ciertos casos y se discuten diversos aspectos de las entrevist,as. T,as estudiantes pasan exámenes orales y escritos a determinados intervalos y se les asigna la lertura de ciertas obras. Además de obt,ener conocimient’os acerca de la etiología, modo de transmisicín, trata- miento moderno, pruebas de diagnóstiro y complicariones de la sífilis y la blenorragia las estudiantes se imponen también de los factores que contribuyen a la enfermedad venérea: falta de madurez, miseria, aban- dono, ignorancia, vivienda inadecuada, ha- cinamiento, inadaptabilidad, relaciones poco satisfactorias y hogares deshechos. Por su parte, la enfermera de salud pública del dis- pensario subraya el hecho de que las enfer- medades venéreas despiertan mayor senti-

miento de hostilidad y rulpabilidad que

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relaciones con el paciente, la enfermera ha de obrar con una gran habilidad psicológica.

Las estudiantes examinan las estadísticas de frecuencia de enfermedades venéreas de la colectividad y la labor que realizan las organizaciones nacionales e internacionales en este campo. Creemos que el hecho de facilitarles toda esta instrucción t,eórica, junto con la práctica, les permite darse cuenta de que el paciente que padece una enfermedad venérea debe ser tratado con toda consideración. También deben perca- tarse de que el diagnóstico temprano, la contínua supervisión médica, la identifica- ción de la fuente de infección y la localiza- ción de los contactos son aspectos esenciales para el control de la sífilis y la blenorragia,

que todavía representan un importante

problema de salud pública.

Confiamos en que la observación de las entrevistas ayude a las estudiantes a ad- quirir experiencia sobre la manera de esta- blecer relaciones con los pacientes y com- prender sus necesidades. Este conocimiento puede resultar útil en las relaciones entre la

enfermera y el paciente en las salas, inde- pendientemente de la enfermedad de que se trate.

Al efectuar visitas domiciliarias-para

persuadir al paciente a que continúe el

tratamiento o a que vuelva al dispensario para efectuar la prueba sanguínea corriente -las estudiantes tienen ocasión de ver al paciente en su propio medio familiar y darse cuenta de la forma en que la enfermedad afecta a la vida del hogar.

Sus gestiones para localizar a los contactos las llevan a veces a barrios en que existe

hacinamiento y miseria. Entonces comien-

zan a comprender cuáles son los factores sociales indirectamente relacionados con la enfermedad del paciente. Se dan cuenta también de que la junta de sanidad, las autoridades de la vivienda y los organismos de asistencia social, así como 10s individuos

Referências

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