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El aliento de la vida

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Academic year: 2017

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HGpitaux et cliniques.-Le personnel des hôpitaux et dispensaires n’a subi, au cours de l’année aucun changement important. Assistance medicale 193334: admissions aux hôpitaux, 13,676; consultations aux dispensaries, 353,836; consultations aux cliniques rurales, 606,037. medicale 193334: admissions aux hôpitaux, 13,676; consultations aux dispensaries, 353,836; consultations aux chniques rurales, 606,037. (Chiffres pour Port-au-Prince: 6,629, 128,072, y 69,865.)

Budget.-Le budget de l’exercice 1934-1935 a été amputé de près de 300,000 gourdes et des 5 per cent des recettes communales montant à plus de 100,000 gourdes qui venaient en augmentation du budget ordinaire du Service d’Hygiène. Un Crédit extraordinaire devient par ainsi d’une absolue nécessité. Le budget du Service National d’Hy- giène et d’dssistance Publique pour I’année qui fait I’objet de ce rapport a été de G 2.702,730,46 (y compris G. 717,500,OO allouées à la Mission Scientifique Américame). Ce budget comparé à celui de l’année précédente accuse una augmentation de G. 16,190,32, valeur allouée pour payer le salaire de deux professeurs suppléants a I’Ecole de Méde- cine et Pharmacie. Voici d’ailleurs le tabIeau comparatif des différentes sommes accordées au Service National d’Hygiène Publique depuis l’année 1927-28: 1927-28, G. 3,167,940,00; 1928-29, 3,603,230,00; 192930, 3,903,229,00; 1930-31, 3,784,588,32; 1931-32, 2,760,304,78; 193233, 2,686,540,14; 193334, 2,702,730,46. Le 5 per cent des recettes accordées au Service d’Hygiène ont aidé dans une certaine mesure à faire quelques travaux indispensables d’assainissement.

Recommandat~ons.-En terminant cet expose, il est utile de faire la recommandation des travaux suivants à effectuer: travaux de drainage, renouvellement du matériel des transports, renouvelIement du matériel des hôpitaux, réparations de certains bâtiments dans tous les hôpitaux de la république, construction d’un Asile d’AIiénés.

EL ALIENTO

DE LA VIDA*

Por el Dr. JONATHAN C. MEAKINS Presidente de la Asocian& Médica Canadiense

El texto de mi conferencia se encontrará en el Antiguo Testamento, en el segundo capitulo del Génesis, 7” versículo, donde dice: “Y Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”; pero vemos en el segundo párrafo del primer libro de Flavio Josefo que “Dios tomó polvo de la tierra y formó al hombre, y le introdujo un espfritu y un

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alma,” por lo cual vemos que existe aparentemente una afinidad intima entre la vida, el espíritu y el alma. En los primeros capítulos del Génesis también observamos que Dios ordenó a las aguas que produjeran en grande abundancia enjambres de almas vivientes, y a las aves que volaran sobre la tierra en Ia abierta expansión de los cielos. Y creó Dios grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, y mandó a Ia tierra a producir almas vivientes, y bestias según su género, y reptiles del suelo según su género. Y les mandó Dios multi- plicarse según su género; y habiendo asl atendido a las futuras necesi- dades del hombre, “le sopló el aliento de la vida,” e hizo de él un alma viviente.

Esa bella alegoría de la creación no puede menos de infundirnos admiración hacia el historiador perfecto, que en breves frases concretas nos define a su modo el principio y las modalidades de la vida; pero observemos que sólo el hombre recibió algo extraordinario, pues a todos los demás animales se les ordenó que vivieran y se multiplicasen, mientras que sólo al hombre el aliento de la vida le otorgó alma.

Una interpretación algo más amplia de ese aliento vital se encuentra sin duda en las obras antiguas, pero ateniéndonos al Evangelio, veremos en el 4” capítulo de II Reyes, versículos 34 y 35, cómo fu6 que Eliseo resucitó al hijo de la sunamita:

Subi6 después encima de la cama, y acostóse sobre el niño, y puso su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos, y tendióse asi sobre 61: y calentóse la carne del niño.

Luego volvió y anduvo por la casa, para acá y para allá. Subió entonces, y tendióse sobre 61: y estornudó el muchacho siete veces; y abrib el muchacho los ojos.

Esa es la primera constancia de una resurrección por medio de la respiración artificial directa: el traslado del aliento de la vida, o espiritu del alma del hombre, del santo profeta al hijo de la sunamita.

“El hombre no vive só1o de pan.” Los miembros del reino animal llevan consigo reservas de la mayor parte de sus requisitos, o sean agua, sales y alimento en el sentido corriente; pero no de oxígeno, sin el cual se extingue la vida. En su evolución milenaria, parece extraño que no hayan elaborado ningún mecanismo que les permitiera acumular una sustancia tan indispensable. Aun en las especies que habitan constante- mente en las aguas, Ia adquisición de oxigeno es una función momentánea, que tienen que llevar a cabo incesantemente.

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donde interviene de una manera tan primordial en la nutrición y la vida. A esas funciones celulares podríamos llamarlas “respiración interna.”

Propongome ahora repasar sucintamente la forma ingeniosísima en que el organismo animal, en sus varias fases, adquiere esa esencia de la vida, indispensable para la existencia y, de paso, la emplea también para ese canto de amor, para llamarlo así, con que atrae a su compañero o compañera para la perpetuación de las especies.

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carapacho, inundando así la cámara que contiene las agallas. De ese modo, se atiende al aumento de actividad por la actividad misma, pero esas criaturas se mueven lentamente, aunque se las manejan lo mejor que pueden.

Agallas y vejiga natatoria de Eos peces.-A medida que ascendemos en la escala de desarrollo, observamos que, al acelerarse el consumo de oxígeno en los tejidos, también se facilita cada vez más la manera de adquirirlo, hasta que por fin el medio conteniente penetra en cantidades crecientes a través de delicadas membranas de una amplia zona, donde circula a todo pasto por los capilares, la sangre que va a adquirir y conducir el oxígeno a las células muy remotas, a SII de desempeñar en ellas un papel esencial en la nutrición. De esto nos ofrecen un buen ejemplo las agallas completamente desarrolladas de los peces, pues esos órganos delicados realizan una tarea maravillosa, y pueden amoldarse en una forma sorprendente a los cambios del medio externo. En los lagos y los océanos, y en los cuerpos profundos de agua, el oxígeno mantenido en solución disminuye al aumentar la profundidad, pero aun en las condiciones más favorables la concentración es baja. Nos daremos mejor cuenta de los grandes obstáculos que tiene que sobrepujar el animal acuático, si recordamos que un litro de aire a la temperatura corriente contiene 210 CC de oxígeno, y uno de agua sólo 3 a 9 CC; es decir, que los animales acuáticos tienen, cuando más a su disposición, en un litro de su medio inmediato, menos de la vigésima parte de la cantidad de oxigeno con que cuenta el animal que respira aire. A fm de compensar esta deficiencia, los peces poseen una gran capacidad para extraer oxígeno del agua circundante, aun cuando la concentración oscile sumamente en una escala relativa, a lo que no podría acomodarse con igual rapidez un animal que respira aire.

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An$tios.-Pasemos ahora a los anfibios, de los cuales escogeremos la humilde rana, que en sus días de renacuajo posee agallas, pero que cuando llega a su madurez y se convierte en el bajo profundo de su universo, puede respirar no sólo por los pulmones, sino también por la piel, en particular en las formas que hibernan en el lodo, de modo que puede adaptarse a las vicisitudes de su medio, y adquirir, sin embargo, suficiente oxigeno para su pocas necesidades.

Aves.-De las aguas, nos remontaremos al firmamento y considera- remos al puntiagudo pájaro, ‘que toma el oxígeno del aire por medio de sus pulmones, cuya relativa pequeñez compensan los bronquios, conectados con espacios aéreos que llegan hasta los huesos. El aire inspirado es así distribuído por todo el cuerpo, de modo que la sangre se airea no sólo por las algo limitadas superficies pulmonares, si bien esto sirve también otro fin, pues haciendo más liviana y flotante la armazón, ayuda al ave a volar y a cambiar rápidamente de altura.

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provisto de aletas podfa tolerar variaciones de Ia presión externa, que a 61 lo aplastarfan por completo. Adem&, el mecanismo respiratorio no era tan sencillo, pues comprendía otras cosas, aparte de oxigeno. Las leyes ffsicas resultan hasta molestas por su constancia, y aunque 80 por ciento de la atmósfera es azoe, que de nada sirve para la vida, el hombre no acabó de entender que, regido por dichas leyes, difundíase en el plasma en cantidades proporcionales al aumento de la tensión parcial, de modo que al regresar de su visita a sus amigos acuáticos en las profundidades del mar, pronto tuvo que darse cuenta de que algo le habfa salido mal, pues lleno de burbujas, en efecto, venía a ser una especie de sifón destapado repentinamente; y ademas, que las embolias aéreas son propensas a parar la máquina, por decirlo así. Esa aparente derrota espoleó su perseverancia, y descubierta la causa, busc6 el remedio que, como sucede con la mayor parte de las verdades, era bien sencillo. En vez de destaparse de repente, aprendió a hacerlo gradual- mente, a fin de expulsar el exceso de ázoe a una velocidad inocua; pero como esto resultaba lento e inexacto, se determinó a hacerlo con pre- cisión matematica, descubriendo que podfa “desgasearse” no tan sólo con mas rapidez, sino seguridad. Ya vencidas las dificultades respira- torias, se determinó a visitar de nuevo a sus amigos los peces, e investigar sus habitos y moradas; y hasta les sacó fotograffas sin pedirles permiso, y para colmo de injuria, obtuvo pelfculas de sus actos más fntimos y privados.

Habiendo conquistado y las profundidades del mar, el hombre concentró su atención en las entrañas de la tierra. Muchos de los obstáculos con que tropezaba la ingenierfa procedfan del factor humano, algunos de los cuales la sobrevivencia en aire comprimido ya, había resuelto, permiti6ndole horadar como un conejo. A fin de sat,isfacer su

afAn de velocidad y

su

codicia de

los

tesoros de la

madre tierra, em- prendió exploraciones y anastomosis permanentes dedicadas a exte- riorizar todo el interior de aquélla.

Desde el principio de la vida, el hombre ha envidiado a las aves: envidiado su libertad y su vuelo! Aunque ya podía socavar la tierra y nadar en el mar, todavía no podfa volar, de modo que sentía el alma deprimida y el espfritu enfurecido. De nuevo la derrota lo aguijoneó, hasta que por fin, como los pichoncillos, logró lanzarse de su nido terrestre al primer torpe e incierto vuelo. Tuvo ent’onces a su dis- posición los medios de sobrepasar al ave en sus vuelos, como la sobrepasó a los pocos años, aunque para descubrir de nuevo que la respiración interponfa limites a sus ambiciones. A medida que ascendfa, como el halcón, hasta los ojos del sol, tropezó con ciertas limitaciones, no de sus aparatos, sino propias, pues parecfa que le abandonaba el aliento vital. Habfa atmósfera, pues sostenía a su máquina, parecida a las aves, pero no a él. La explicación no estaba muy lejos: a medida que aumentaba la altura, disminufa la presión parcial de los gases atmosf&icos, hasta

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que por f?n la del oxfgeno no bastaba para penetrar las paredes alveolares y saturar el plasma y la hemoglobina en cantidades suficientes para sustentar la vida. Comprendiendo que no es el porcentaje de un gas el que determina la velocidad de su difusión, sino su tensión parcial, que representa la suma de su concentración y la presión baromkrica, el hombre se determinó a aumentar la primera, ya que no podfa alterar la última, y provisto de un tanque de oxigeno y de un respirador, encontró el medio de vencer sus limitaciones respiratorias.

Respiración interna.-Abandonemos ahora la respiración externa y sigamos a la hemoglobina y a su carga de oxígeno, en su excursión por el laberinto del árbol arterial y hasta llegar a las células del organismo. Recordemos claramente que éstas reciben su oxfgeno de los humores circundantes, y éstos a su vez, del plasma sanguíneo, con el cual se encuentran en equilibrio físico. La cantidad de oxígeno que utilizan los tejidos se halla en proporción directa al trabajo realizado, aunque algunos necesitan más que otros. A medida que el oxigeno de los humores y plasma es consumido, lo repone en el acto la oxihemoglobina, que se disocia con mucha rapidez. Nos encontramos de nuevo con el organismo unicelular; pero mientras que la amiba tenía que buscar el aliento de la vida donde lo podía encontrar, a nuestras células les llega ya dispuesto para empleo, sin el menor esfuerzo de su parte.

¿Que van a hacer con él? Esto nos lleva de nuevo a la vida misma. Recordemos que en la estructura de cualquier organismo, por com- plejo que sea, el único propósito constante es el mantenimiento de una fuente continua de energfa para la célula individual.

Nuestros antepasados, en una imagen bastante justificada, com- pararon la existencia a una llama, y cuando se contempla el fuego en un hogar, con sus lenguas de distintas formas, colores e intensidades, nos maravillan los repetidos cambios y espontáneos, sin orden ni regularidad. &M,n semejantes son los procesos de la vida! Nada viviente se mantiene en absoluta calma: las alteraciones en postura en relación al medio, en morfología, en desarrollo, y por fin en la estructura atómica y molecular, imponen una actividad incesante, y asf como los cambios de una hoguera son físico-químicos, también lo son los observados en la materia viva.

La facultad de vivir, la facultad de trabajar, no radican en el cerebro ni en el cuerpo, como tampoco en una máquina corresponde esa facultad a los émbolos, las válvulas y las volantes. La fuerza motriz de la materia viva o de la máquina, procede del exterior. ¿Qué es esa energfa; cómo se adquiere, y cómo funciona en la materia viva? De la energía total del universo, cierta parte se encuentra disponible para el trabajo

(energfa quinética libre), y cierta parte no. Nuestra lucha por la existencia, según lo expresara Boltzman, “es la lucha en busca de energfa libre.”

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actúan como transformadoras de la energía quinética de la luz solar, convirtiéndola en la energía potencial de los hidratos de carbono, grasas y protefnas. En segundo lugar, comprendida la forma en que esa energía queda a la disposición de las células individuales, com- prendemos el destino de los alimentos ingeridos, y las alteraciones que experimentan durante la digestión, absorción y asimilación. Por fin, es después de liberarse esa energía potencial en el organismo animal, que la respiración interna entra en juego.

Tanto ha acentuado nuestro moderno concepto de las calorfas, la combustión y los delicados valores de los alimentos, la idea de la oxida- ción y de la termogenia, que solemos considerar nuestros cuerpos como una especie de suprema caldera de vapor, que forcejea penosamente a través de la vida, empleando, como equivalentes calóricos, desayunos, almuerzos y comidas. Cuán falaz es ese concepto, queda demostrado por un breve estudio de la ecuación de Carnet, con la cual puede demos- trarse fácilmente que si la liberación de energía en nuestros cuerpos acusara una eficacia de 25 por ciento al convertir el alimento en calor, la temperatura del foco térmico ascendería a 116” C, es decir, 69” sobre el punto termoletal. Es evidente, pues, que cuando transformamos energía potencial en energfa libre, la conversión de alimentos en calor no es una de las funciones realizadas. No sabemos cómo es que la materia viviente transforma la energfa qufmica de los alimentos en energía mecánica, pero sí sabemos que la liberación de energía en el animal va irremisiblemente seguida de la oxidación, la cual tiene lugar en o sobre la superficie de las unidades celulares.

Todo nuestro mecanismo respiratorio, con sus más de 100 m2 de superficie, y una superficie de más de 3,000 m2 de hematíes, existe para y se encuentra regido por las demandas de las pequeñfsimas células. El aliento de la vida es el oxígeno; pero el asiento de la vida radica en la célula.

Reproducción.-Como ya he mencionado, muchos de los aparatos orgánicos desempeñan funciones múltiples, lo cual constituye una de las bellas economfas del organismo animal. Siendo la respiración indispensable para la vida, no nos sorprenda que desempeñe un papel en atender a las generaciones del futuro. Cierto es que esta función puede ser considerada puramente accesoria, pero también es importante para la propagación de las especies. No se ha registrado todavía el canto amoroso más primitivo, pero ya sabemos que en ciertos celenterios natatorios existen ostoquistes, llamados más recientemente esta- toquistes, por creerse que sirven para el equilibrio más que para la audición, y poca duda cabe de que desempeñan ambas funciones. No conocemos la voz de las lombrices de tierra, ni la de los peces, pero tenemos pruebas sobradas de que la vejiga natatoria es utilizada tanto para enviar como para recibir mensajes. El tiempo no nos permite

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mencionar otras especies, pero no nos olvidemos de ese trovador de las primeras noches de verano: el sapo. iQuien no ha oído su canto, y el coro que desde lejos le contesta? No se atiene a la suerte. Siendo anflbio, siéntase al borde del estanque, y lanza su voz estentórea a través del agua y del aire, a fkr de que todos puedan oírlo, y para los afortunados que la entienden su canción es tan dulce como la del “es- píritu etéreo” que saludara Shelley, o la serenata a la dulce doncella sentada detrás de su reja en la vieja Sevilla. El aliento que mantiene la vida, hace lo que puede para que ese espfritu se transmita a las futuras generaciones.

ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA

DE LA ONCOCER-

COSIS EN LA REPÚBLICA

MEXICANA1

Por el Dr. SALVADOR GONZÁLEZ HERREJON

Hoy sabemos exactamente que en el país existen dos focos de oncocercosis.

El primero y el más importante numéricamente hablando se encuentra en Cl-napas, el otro en Oaxaca.

La zona de la endemia en Chiapas esta comprendida entre el punto de longitud y latitud 93” 13’ OO” Greenwich (W) y 16” 04’ 20” (N) al Este, hasta encontrar la frontera con Guatemala y al Sur hasta la playa del Oceano Pacífico, siendo los límites: Sur la costa del Pacífico y Oriente la frontera con Guatemala. Esta zona comprende los ex- Distritos de Soconusco y Mariscal y parte de los de Comitán y la Libertad.

En Oaxaca la zona oncocercósica está comprendida dentro del rec- tángulo limitado al Norte, de 96” OO’ a 96” 39’ 0. Greenwich sobre el paralelo 18 N.-E. de 18” OO’ a 17” 16’ N. sobre el Meridiano 96” OO’ 0. Greenwich, Sur de 96” OO’ a 96” 39’ 0. Greenwich sobre el paralelo 17” 16’ N.-0. 18’ OO’ a 17” 16’ N. sobre el Meridiano 96” 39” Greenwich.

Dicha zona comprende la mayor parte del ex-Distrito de Ixtlán, casi en su totalidad el de Villa Alta y parte de los de Tuxtepec, Cuicatlán y Choapan.

En la zona Chiapaneca existen aproximadamente 20,000 enfermos y 5,000 más 0 menos en Oaxaca.

Para dar una idea de conjunto y general del estado actual del problema nos parece indispensable mirarlo aisladamente, desde el punto de vista científico, y considerar la campaña propiamente dicha, y aún hacer un breve resumen de los trabajos e investigaciones que ha realizado el

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