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Meningitis

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Academic year: 2017

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MENINGITIS

Diagnóstico.-En cuanto se presenta la menor duda de meningitis aguda, especialmente meningocócica, se debe hacer la punción lumbar.’ Al practicarla, deben diferenciarse los menores y los mayores de 3 años. En los primeros, la forma de meningitis tabicada o hemorrágica es muy frecuente, y las dificultades diagnósticas son mayores. En cambio, en los últimos se hace posible el diagnóstico más precoz, por semejarse las condiciones más a las del adulto. En la meningitis aguda es excepcional encontrar dificultades diagnósticas.

Diagnóstko.-Para Gornitskaya,* la determinacióndelos compuestos quetónicos en el liquido cefalorraquídeo no posee el menor valor diagnóstico. El análisis simultáneo del azúcar cefalorraquídeo y sangufneo, tal vez ayude en el diagnóstico diferencial de la meningitis, pues en condiciones normales, el azúcar cefalorraquídeo es menor que el sanguíneo, en 20 a 30 mg. por 100 CC. En la meningitis el azúcar disminuye en el líquido cefalorraqufdeo al comenzar la enfermedad, en la forma tuberculosa hasta 10 mg. por 100 CC.; mas aumenta a medidaque avanzalaenfermedad, enlas formas serosa y cerebroespinal. En la meningitis escarlatinosa el azúcar aumenta, y también en la encefalitis epidémica, la siringomielia y el edema cerebral crónico. En la poliomielitis, epilepsia y corea, no se modifica. En cambio, el azúcar sanguíneo aumenta en la meningitis tuberculosa, y permanece normal en las otras meningitis. En la tuberculosa, la diferencia entre las cifras del azúcar sangufneo y cefalorraquideo es mucho mayor que lo normal: de 90 a 120 mg. por 100 CC. de lfquido; en las formas serosa y cerebroespinal, la diferencia es poco mayor que lo normal: 40 a 50 mg.

La jCuoresceZna sóaka en el diagnóstico.-Schippers y Peters 3 descubrieron que en la meningitis la fluoresceína sódica por vfa bucal

(20 mg. por kg. de peso), pasa al líquido cefalorraquídeo a una concen- tración mayor de 0.04~ 10m6. Una concentración menor no es patológica. Si hay sangre en el líquido, la reacción no es fidedigna. La prueba parece valiosa para el diagnóstico diferencial de la mcnin- gitis aguda y otras enfermedades del sistema nervioso central. Forma purulenta.-De 12 casos de meningitis purulenta en niños de varios meses a 6 años que estudió Erlich,4 siete se debfan a menin- gococos y cinco a otros microbios, como neumococos, estreptococos o bacilos de Pfeiffer. La evolución de la meningitis meningocócica fue menos rápida (12 días, comparado con 56 horas en la neumocócica), y los síntomas no se presentaron tan rápidamente. El lfquido cefalo- rraqufdeo era francamente purulento, blancuzco o amarillento en la

--- ’ Bravo BrIas, l?.: Med. Ibera 24: 379 (mzo. 23) 1929.

1 Gornitskaya, IL A.: Pediatria 12: 204, 1923.

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forma meningocócica, y grisáceo o verdoso, poco turbio y casi nunca *

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francamente purulento en las otras variedades. 1

-IGolueión ‘y tratamiento.-Entre los 69 casos de meningitis menin- gocócica analizados por Fox 5 hubo 12 muertes, o sea una mortalidad \ de 17.4 por ciento, sin comprender las muertes fulminantes. El l

suero fué administrado en esta forma: 18.68 por ciento por vía intra- venosa, 24.45 por ciento intramuscular, 23.64 por ciento intralumbar, ‘\ y 33.23 por ciento intracisternal, y la dosis media llegó a 190 CC. por

cada enfermo. Por término medio, las raquicentesis llegaron a 10, con un promedio de 5 lumbares y 5 cisternales. El suero fué adminis- trado diariamente hasta que se aclaró el líquido y los frotes se vol- vieron negativos. Al mejorar los sfntomas, se extendieron los plazos a 48 horas. Al cabo de cierto tiempo, se implantaron descansos de tres días. Cada vez que sobrevenían escalofríos, fiebre o marcada rigidez, se reanudaba el tratamiento intenso.

* Tratamiento.-Coste 6 comunica dos casos de meningococemia curados con la proteoterapia específica, y dos con inyecciones intra- venosas de acridina, después de fracasar la proteoterapia. En los dos últimos casos se explica el resultado por tratarse de un período incipiente de la enfermedad. El autor recomienda el empleo de esos colorantes en inyecciones intravenosas combinadas con aplicaciones nasales, faríngeas y bucales.

Tratamiento.-Carbone11 7 describe 17 casos de meningitis menin- gocócica que tratara en la primavera de 1927. En todos había hiperleucocitosis y poca fiebre; en 5 marcadas petequias; en 2 ligera albuminuria; en 3 glucosuria; los cultivosnasofaríngeos fueron positivos en 1 caso, y el líquido cefalorraquídeo en todos; en todos la Wasser- mann resultó negativa. En 9 casos había complicaciones de los intercraneales; en 3 del plexo braquial; del ciático en 4; orquitis en 1; hematuria en 1, y complicaciones articulares en 4. Se repusieron por completo 9 enfermos: 52.9 por ciento; 6 (31.1 por ciento), quedaron ineptos para el servicio militar, y 2 murieron (ll.7 por ciento). El autor trató despu& 2 casos más, mermando la mortalidad a 10.5 por ciento en la serie. En el tratamiento, debe concederse mucha atención a la alimentación y a impedir la deshidratación. Debe administrarse tratamiento intrarraqufdeo e intravenoso, con intervalos de 8 a 12 horas hasta aplicar por lo menos 4 inyecciones intravenosas y 6 raquídeas. Si al cabo de 48 horas de seroterapia no hay marcada mejoría, debe probarse otro suero. Si sucede lo mismo otra vez, debe cambiarse de nuevo el suero. Si hay un laboratorio a mano, debe tratarse de obtener un cultivo para determinar el tipo y escoger así el suero apropriado.

6 Fox, M. J.: Wisconsin Med. Jour. 28: 13 (eno.) 1929.

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Tratamiento.-Sophian 8 repite que debe administrarse activamente el suero durante los primeros días de la meningitis, y continuarse hasta

que desaparezcan las bacterias, del líquido. Si se suspende el trata- I miento demasiado pronto, se corre el peligro de que se presenten I complicaciones. Una vez saturado el enfermo con suero, adminis- I trado a razón de dos, tres, cuatro o más dosis diarias, y que ha mejo-

rado mucho la supuración local, hay que estar a la mira de síntomas 1 de compresión, para aliviarlos con la punción. En los casos que

revelan completa desaparición de los síntomas sépticos a los pocos dfas de seroterapia mientras son pronunciados los síntomas de com- presión, puede puncionarse un día y extraer líquido, y al siguiente repetir el tratamiento, e inyectar una pequeña dosis de suero. Si persisten algunos microbios en el líquido sin producir fenómenos sépticos, puede administrarse el suero en días alternados.

Estudio en C%icago.-De 200 enfermos de meningitis cerebroespinal

tratados con suero antimeningocócico, 103 se repusieron y 91, ó L sea 46.4 por ciento murieron.g De los tratados con suero, todos,

menos 3, recibieron inyecciones raquídeas, y además, 58 recibieron el suero por vía venosa, y 6 por vía muscular. En 3 de los casos fatales sólo se empleó la terapéutica intravenosa. La mortalidad fué menor en los que recibieron el suero dentro de 24 horas de la iniciación, pero aún dentro de un espacio de 3 días, la mortalidad no sube mucho. De las 97 muertes, 21 tuvieron lugar dentro de 24 horas del ingreso al hospital; es decir, demasiado pronto para beneficiarse con la sero- terapia. Deduciendo esas muertes, las cifras serían mucho menores. La dosis de suero en cada inyección varió de 20 a 60 CC., pero 30 CC. fue lo más habitual. La mayoría recibieron inyecciones cada 24 horas durante el período agudo.

Ejectos tar&os.-En el congreso quirúrgico de 1928, Schönbauer comunicó las secuelas tardías de la epidemia de meningitis cerehroes- pina1 observada por él en Viena. A los 12 años de la intensa epide- mia de Ratihor, Wodarz lo reexaminó a varios enfermos que katara en 1906. Desde el principio de febrero hasta mediados de agosto de 1906, dc 60 enfermos, sólo 4 de los cuales tenfan más de 10 años, murieron 27, 18 en el primer período de la epidemia, cuando sólo se inyectaba subcutáneamente suero de convaleciente, y 9 en el segundo período, en que se inyectó el suero de Jochmann por $a subcutánea y lumbar. En 1918 vió a 19 de los 40 sobrevivientes, y 16 se habían repuesto por completo, 4 tenían trastornos auditivos, y 1 mentales.

Propagación por portadores.-En una monografía publicada por el Consejo de Investigación Médica de la Gran Bretaña, el Sr. E. G. D. Murray hace constar que por lo menos 95 por ciento de los casos de meningitis cerebroespinal provienen del contacto con portadores

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supuestamente sanos. Portador es, para él, todo sujeto con infección nasofaríngea que no manifiesta meningitis, 0 que ya repuesto, retiene la infección nasofaríngea. A las 6 semanas 90 por ciento de los porta- dores primarios se desembarazan de la infección, pero algunos conti- núan infectados de 6 a 12 meses. Si la pesquisa de todos los porta- dores parece poco provechosa, podrían buscarse los susceptibles en una epidemia, y tratar de acrecentar su inmunidad, lo cual sería más fácil que aislar a un gran número de portadores. La mayoría de los sujetos normales acusan marcada resistencia, y sólo la sangre de menos de 5 por ciento permite el rápido desarrollo del meningococo. Hay ciertas pruebas de que las vacunas, unidas a la seroterapia, resultan también beneficiosas. El factor más importante en la pro- pagación es, por supuesto, el saneamiento, en particular en los dormitorios.

a gococos, Reilly y Coste l1 lograron negativar Desinfección de los portadores.-En 5 casos de portadores de menin- los cultivos tras 2 ó 3 dfas de tratamiento rinofaríngeo con gonacrina, aplicada dos veces diarias.

Recurrencia al cabo de ocho años.-En el caso de Bronstein,‘2 hubo cuatro recurrencias de meningitis en un espacio de ocho años, teniendo lugar los primeros tres ataques dentro de un año, y el cuarto al cabo de ocho años. En e) segundo y tercer ataques se notó exudado nasal, en tanto que en el cuarto no había exudado nasal, pero si influenza. Los microbios causantes variaron, pero sin establecerse precisamente en ninguna ocasión la identidad de los meningococos, y fué única- mente la segunda vez que se aislaron microbios indicativos de meningococos.

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MeningSs traumática.-Lode y Schmuttermayer l3 hacen notar que es erróneo creer que una meningitis meningocócica aparezca habitual- mente en forma epidémica, pues se presenta esporádicamente, y por lo común después de una lesión. Las opiniones de los autores discre- pan mucho en cuanto a la frecuencia de los meningococos en sujetos sanos, pues algunos los han encontrado en 20, y otros sólo en 2 por ciento de los examinados. Para los autores, puede haber meningoco- cos sin evocar enfermedad, y sólo volverse patógenos después de un traumatismo. En un caso se presentó meningitis meningocócica a los 9 meses de una fractura del cráneo.

Tratamiento de las formas neumocócicas 7~ estreptocócicas.-Para Kolmer l4 ha llegado la hora de reconocer que la meningitis neumocó- cita o estreptocócica generalizada es casi siempre fatal, y que a menos que se implanten cuanto antes tratamientos radicales, es mejor no hacer nada, salvo 2 ó 3 raquicentesis diarias, para aliviar la cefalalgia

11 Reilly, J., y Coste, F.: Peris MBd. 2: 557 kibre. 22) 1928. la Bronstein, 1. P.: Jour. Am. Med. Assn. 92: 2094 (jm. 22) 1929.

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y la inquietud hasta que llegue la misericordiosa muerte. Los experimentos en los perros con un sinnúmero de substancias así lo confirman, y el autor ha abandonado toda esperanza de triunfar con la quimio- o bioterapia, o una combinación de ambas, hasta que se descubran elementos más poderosos in vivo. Con el drenaje quirúrgico varios autores han comunicado resultados alentadores, pero las autopsias revelan que, aunque este método ataca satisfac- toriamente la infección subaracnoidea, cisterna1 y ventricular, apenas ejerce el menor efecto en la cerebral, que es la más importante. Kol- mer ha probado en la meningitis neumocócica del perro la inyección de substancias neumocócicas en ambas carótidas primitivas. Ins- tituyendo el tratamiento al aparecer los signos y síntomas, un 60 por ciento de los perros se curaron con el siguiente método: anestesia ctérca; punción de la cisterna magna y extracción del Ifquido, dejando la aguja en posición; inyección de

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CC. de solución de anticuerpos neumocócicos o de suero antineumocócico con clorhidrato de etil- hidrocupreína en cada carótida por kg. de peso, e inyección intracis- terna1 de 3 CC. de la mezcla por perro de 3 a 5 Irgs. de peso, seguida de extracción de la aguja. Por regla general se administraron 3 tratamientos a plazos de

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día. Hasta la fecha no se ha probado el procedimiento en el hombre, pero valdría la pena hacerlo, y no es tan radical como el método cuádruple de Steward. En los adultos y niños de más de 12 años, convendría inyectar 20 CC. de la mezcla de anticuerpos neumocócicos y etilhidrocupreína en cada carótida, y de 5 a 10 CC. en la cisterna magna, y en los niños más pequeños la mitad. En la meningitis estreptocócica podría probarse el suero antiestreptocócico polivalente a dosis semejantes sin etilhidrocupreína, o la inyección de 15 a 20 CC. de solución de acriflavina al 0.5 por ciento, pero el pronóstico es mucho peor.

Meningitis gripal.-Nedelmann l5 traza una estricta distinción entre la influenza y la meningitis supurada. Comunica 8 casos, en 6 de los cuales la sangre fué positiva. Para él, la meningitis influenza1 es una enfermedad séptica en que la inflamación meníngea metastática, evoca la muerte. Los hemocultivos revelan siempre el bacilo de Pfeiffer.

Seroterapia.-En los casos de Venuti l6 la seroterapia mermó la mortalidad entre los niños enfermos de meningitis cerebroespinal, y modificó favorablemente la evolución de las secuelas. La mortalidad se elevó si la seroterapia se aplicaba tardíamente, si la localización era ventricular, o si había bronconeumonía, siendo mayor entre los lactantes. La dosis más eficaz fué de 80 a 150 CC., y en los casos muy graves de 200 a 250 CC. En los últimos la vacunoterapia dió buenos resultados. Para el autor, la sero- combinada con la vacunoterapia es todavía el mejor tratamiento de la meningitis cerebroespinal.

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Meningitis urliana.-Del Se1 l7 presenta dos casos y deduce que la meningitis urliana es una complicación rara durante el curso o termi- nación de una parotiditis. Los pequeños síntomas nerviosos sí son mucho más frecuentes, pero suelen pasar desapercibidos. En los adultos, la meningitis urliana se presenta por lo común en sujetos que han visto sumarse a las paperas la orquitis. No existe relación ent’re la intensidad de las manifestaciones meníngeas y la reacción citolítica del líquido cefalorraquídeo. El pronóstico es benigno en la inmensa mayoría de los casos, la evolución rápida y la curación casi siempre definitiva.

Posible empleo de anticuerpos.-En el otoño de 1926, debido a que el suero antimeningocócico corriente había resultado poco satisfactorio durante algún tiempo, Banzhaf preparó del suero una solución de anticuerpos.‘* Este preparado se encuentra todavía más o menos en el período experimental. Cuando se empleó el preparado satis- factorio, los resultados fueron en general favorables. La mortalidad en los primeros 24 casos tratados adecuadamente sólo llegó a 12.5 por ciento, y de los 3 sujetos, que murieron, 1 se había hallado enfermo desde 6 semanas antes de reconocerse la dolencia; 1 murió durante una recidiva que había durado más de una semana, y el tercero manifestó una intensa hemorragia meníngea. De los repuestos, 2 murieron, a las pocas semanas: 1 de septicemia estreptocócica y el otro de neu- monía, habiendo desaparecido en ambos todo signo de meningitis. De estos sujetos, varios fueron tratados desde el principio con anti- cuerpos. En otros se emplearon éstos después de fracasar el suero corriente. Para los autores, la solución de anticuerpos resultará con el tiempo mucho más eficaz que el suero corriente en el tratamiento de la meningitis epidémica. En general, para ellos la administración intravenosa de suero no conviene en casos de meningitis, salvo quizás de septicemia, y aún estos casos a menudo reaccionan bien a la vía raquídea. La vía utilizada para los anticuerpos fué la intraclavicular.

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Menos baños que automóviles en los Estados Unidos.-Una investigación realizada por la Federación General de Clubs de Mujeres de los Estados Unidos en 1925, indicó que ~610 68 por ciento de las viviendas urbanas contaban con bañeras.

Según el Departamento de Sanidad del Estado de Illinois, de 1913 a 1922 se

instalaron bañeras a razón de 480,000 al año en los Estados Unidos, cuya cifra aumentó a un promedio de l,lOO,OOO de 1922 a 1928. En los últimos 15 años las bañeras han aumentado de 109 a 200 por 1,000 habitantes, o sea un aumento de casi 100 por ciento; es decir, que hoy día, rara es la casa urbana que no tenga

su baño propio en los Estados Unidos. Aun así, las bañeras parecen ser menos

populares que los automóviles. El lo de enero de 1929, habla unos 24,500,OOO

automóviles registrados, es decir, unas cuatro veces más que en 1919, y la produc-

ción anua1 llega a más de 4,000,OOO.

1’ Del Sel, Manuel: Prensa M6d. Arg. 15: 578 (obre. 10) 1925.

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