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Diagnostico y tratamiento del SIDA en los Estados Unidos

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D

IAGNOSTICO

Y TRATmIENTO DEL SIDA EN LOS ESTADOS

UNIDOS

Harry W; Haverkos=

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) sigue constitu- yendo un grave problema de salud pública en los Esfados Unidos de América, es- pecialmenfe para

los toxicómanos

que se inyecfan drogas. Aunque

el mayor

nú-

mero de casos de la enfermedad

t/

de

infección

flor el virus de Za inmunodeficiencia

humana (VIH) en ese &po se c&ce&a en lo; estados de Nueva York, C&fomia y Nueva Jersey, se han diagnosticado y notificado casos en los 50 estados. Es evi- dente

que

el VIH se propaga fácilmente de dichos usuarios a sus compañeros se- xuales

y

a

los

niños

in utero.

Es de esperar que las tasas de seroprevalencia del VIH y de casos de SIDA continúen aumentando entre los toxicómanos que se inyectan, al menos durante los próximos

años.

Es, por lo tanto, cada día más urgente

formu-

lar, poner en práctica

y evaluar

estrategias de prevención dirigidas a ese gmpo en particular.

Se están realizando numerosas investigaciones para obfener una va-

cuna inocua y eficaz contra el VIH y para probar posibles agentes antivín’cos. La- mentablemente, esas metas no se alcanzarán en el futuro inmediato; por el mo-

mento. el único método de control del SIDA consisfe en adoptar las mejores medidas posibles de educación y prevención.

Esta monografía actualiza la in- formación epidemiológica sobre el SIDA y la infección por el VII-I entre los usuarios de drogas por vía intravenosa (UDVI) en los Estados Unidos e informa de los métodos que se utilizan actualmente 0 cuyo uso se contempla para evitar la infección por el VII-I y tratar a los enfermos de SIDA. Por

* Se publicará próximamente en 7’he Joumul of Psycho- active Dmgs con el título “AIDS update: medical diag- nosis and treatrnent”. Este artículo fue preparado por

un empleado del Gobierno de los Estados Unidos de América como parte de sus funciones oficiales; por lo tanto, está a disposición del público y se puede repro- ducir o citar sin permiso.

* Departamento de Salud y Servicios Humanos, Ad-

ministración

de Salud Mental, Alcoholismo y Uso In- debido de Drogas, Instituto Nacional sobre el Uso Indebido de Drogas, División de Investigaciones Clíni- cas, Departamento de Medicina Clínica. Direxción

postal: Alcohol, Drug Abuse and Mental Health Administration, National Institute on Drug Abuse, Division of Clical Research, Rockville, Maryland 20857, ELJA.

último, se analizan los resultados de ciertos programas de prevención basados en la co- munidad, tales como los programas de dis- tribución de agujas nuevas a cambio de agu- jas usadas, así como de desinfectantes para la limpieza de agujas y jeringas.

El SIDA

entre los toxicómanos

que se inyectan

Al mismo tiempo que se notifi- 3 caron los primeros casos de SIDA entre s hombres homosexuales, se registraron casos E de neumonía causada por Pneumocystis 2 carinii en hombres que negaron ser homose- s xuales, pero que afirmaron que usaban dro- .N gas por vía intravenosa (1). Al principio, los Cr, 3 escépticos supusieron que se trataba de 3 hombres que se prostituían para pagar las B Eg

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drogas. Sin embargo, a medida que conti- nuaron notificándose casos entre UDVI, al- gunos de ellos en mujeres, resultó evidente que estos también corrian el riesgo de con- traer el SIDA.

Entre junio de 1981 y el 30 de enero de 1989 se notificaron a los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos 84 985 casos de sarcoma de Kaposi e infecciones oportunistas mor- tales vinculadas al SIDA (cuadro 1). Ac- tualmente, se notifican diariamente a los CDC alrededor de 100 casos nuevos de SIDA. Aproximadamente 27% de ellos co- rresponden a UDVI (30% de los casos noti- ficados desde el 1 de enero de 1988 son de UDVI). Los casos de UDVI heterosexuales representan 20% de todos los casos de SIDA, en tanto que los UDVI homosexuales y bisexuales representan el 7% restante. Del total de casos, 17% eran varones heterose- xuales que declararon que por lo menos en una ocasión antes de contraer el SIDA ha- bían usado agujas para inyectarse drogas que no habían sido recetadas por un mé- dico. De los casos en mujeres, 52% indi-

caron antecedentes similares. La edad pro- medio de los UDVI heterosexuales con SIDA era 35 anos, y la mínima y máxima, 15 y 69 años, respectivamente.

Entre los grupos expuestos al SIDA en los Estados Unidos existen grandes variaciones en el número de casos según la raza. De acuerdo con el censo de 1980, las personas de raza blanca representan apro- ximadamente 80% de la población esta- dounidense, las de raza negra, 12 % , y las de origen hispánico, 6%. Los primeros consti- tuyen 73 % de los casos de SIDA entre hom- bres homosexuales y bisexuales, 76% de los casos entre hemofílicos y receptores de transfusiones sanguíneas, y 20% de los ca- sos entre UDVI heterosexuales con SIDA. Los segundos constituyen 50% de los casos de UDVI heterosexuales con SIDA, 65% de

CUADRO 1. Casos de SIDA notificados a los Centros para el Control de Enfermedades, por categoría de transmisión, hasta el 30 de enero de 1989

Casos Categoria de transmisión Ntimero % Varones homosexuales y bisexuales 51 581 61 Usuarios de drogas por vía intravenosa (UDVI) 16 672 20 Varones homosexuales y UDVI 6013 7 Casos heterosexuale9 3 685 4 Transfusión de sangre y hemoderivados 2 256 3 Padres con SIDA o expuestos al SIDA 1 080 1 Hemofilia y otros trastornos de la

coagulacibn de la sangre 882 No determinada 2 816 3

Total 84 985 100

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los casos atribuidos a transmisión heterose- xual y 60% de los casos atribuidos a trans- misión vertical o perinatal. Entre las per- sonas de origen hispánico hay más casos de WVI heterosexuales con SIDA y de

niños

con SIDA transmitido por via perinatal que entre los blancos.

Se observan, además, diieren- cias geográficas considerables. En cada uno de los 50 estados así como en Puerto Rico y el Distrito de Columbia se ha notificado por lo menos un caso de SIDA entre WVI he- terosexuales. Sin embargo, en Nueva York y Nueva Jersey se concentran 69% de todos los casos de WVI heterosexuales, en com- paración con 22% de WVI homosexuales con SIDA y 25% de todos los casos de per- sonas con SIDA que no se inyectan drogas. Los WVI heterosexuales con SIDA regis- trados en Nueva Jersey representan 48 % de todos los casos. Alan Pershing, de los CDC, (comunicación personal, diciembre de 1987) observó que en California, los WVI hetero- sexuales con SIDA constituyen solo 3% de los casos.

En los Estados Unidos muchos de los casos de SIDA debidos al contacto heterosexual y pediátricos pueden atribuirse directamente al uso de drogas por via in- travenosa. De los pacientes nacidos en el país, con SIDA atribuible exclusivamente a transmisión heterosexual, 61% señalaron que habían tenido relaciones sexuales con un WVI. En cuanto a los casos pediátricos de SIDA, Martha Rogers, de los CDC, in- formó (comunicación personal, abril de 1987) que 56% de las madres que habían transmitido el VII-I a sus hijos durante la ges- tación eran WVI y otro ~3%~ contactos he- terosexuales de WVI.

En resumen, los WVI represen- tan un número importante de casos de SIDA en los Estados Unidos. Además, la aparición de casos de SIDA entre los compañeros he- terosexuales y los hijos de WVI está co- brando carácter epidémico.

Estudios de seroprevalencia

entre UDVI

El número de casos de SIDA no describe cabalmente la magnitud del pro- blema. El SIDA es causado por el VII-I, el cual se transmite de una persona a otra por medio del contacto sexual, la exposición a sangre y hemoderivados infectados, y de la madre al hijo durante la gestación. Debido al prolongado período de latencia entre el momento de la infección y el diagnóstico de SIDA (2), así como a la persistente infectivi- dad de las personas que presentan anticuer- pos contra el VII-I (3), se considera que el nú- mero de personas infectadas es un mejor indicador de la magnitud de la epidemia en- tre WVI. Sin embargo, por presiones de ‘mdole social y política, no es posible some- ter a toda la población a pruebas de detec- ción de anticuerpos contra el VIH. Por con- siguiente, la utilidad de las pruebas como instrumento de vigilancia en los Estados s Unidos es actualmente limitada. No obs- tante, sobre la base de ciertos estudios g pueden extrapolarse algunas conclusiones generales sobre las tasas de seroprevalencia 3

del VIH. 2

La seroprevalencia de la infec- 2 ción por VIH en un grupo de UDVI

aumenta con el tiempo. Se puede observar s un buen ejemplo de ese fenómeno en un es- 2 tudio realizado por Novick et al. (4) sobre hombres y mujeres heterosexuales de la z ciudad de Nueva York que eran usuarios de

2 . heroína por vía intravenosa o lo habían sido. Los sujetos estaban bajo manteni- -2 3 miento con metadona y participaban en un L estudio de enfermedades hepáticas crónicas. 3 Se analizaron muestras de suero de los parti-

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de determinar si contenían anticuerpos con- tra el VIH. Los resultados positivos fueron los siguientes: en

1978, 0/7;

en

1979, 14/49

(29%);

en

1980,8/18(44%);

en

1981-1983,

14127

(52%),

y en

1984

se detectaron anti- cuerpos en el

56%

de las muestras.

La seroprevalencia del VIH en- tre UDVI de una misma ciudad puede mos- trar variaciones que se relacionan con di- ferencias en la modalidad de consumo de las drogas, raza, preferencia sexual y lugares donde se ofrece tratamiento. En la ciudad de San Francisco, Chaisson et al. (5) hicieron un estudio de 281 WVI heterosexuales que participaban en cinco programas impor- tantes de tratamiento de la adicción a opiáceos entre diciembre de 1984 y octubre de 1985. En 10% de los sujetos se confió la presencia de anticuerpos contra el VIH en el suero por medio de las pruebas ELISA y electrotransferencia de Western. Se observó un mayor número de casos positivos entre los adictos que indicaron que compartían agujas con dos o más personas que entre los que dijeron que no compartían agujas (15% frente a 3%). También se observaron más casos positivos entre personas de raza negra y de origen hispánico que entre las de raza blanca

(14%

frente a 6%).

En otro estudio llevado a cabo en San Francisco, Watters et al. (6) adminis- traron pruebas de detección del anticuerpo contra el VIH a

401

UDVI. Además, en-

a

trevistaron a los sujetos y les hicieron pre- guntas sobre sus antecedentes médicos, se- 1

-

3 xuales y de uso de drogas. De esos sujetos, s Y 300 estaban tomando parte en un programa de desintoxicación de 21 días que se ofrecía

E en San Francisco, en tanto que

101

eran s

2

506

WVI que no estaban bajo tratamiento y habían sido localizados por medio de un programa modificado de envio en cadena. Se detectó la presencia de VII-I en el suero de 7% de los pacientes que participaban en el programa de desintoxicación y de 16% de los participantes que no estaban recibiendo tratamiento.

Los grupos de WVI de los Esta- dos Unidos también se diferencian de acuerdo con la localidad geográfica. Robert Lange, del Centro de Investigaciones sobre Adicción, colaboró con investigadores de seis regiones de los Estados Unidos en 1985 y 1986, periodo durante el cual se aplicaron pruebas de detección del VIH a 1 700 WVI. En los distritos de Harlem y Brooklyn, Ciudad de Nueva York, 61% de 280 mues- tras resultaron positivas a fines de 1986, lo cual representa un aumento frente a la sero- positividad de SO% encontrada en 585 muestras obtenidas del mismo programa a principios de

1985.

En Baltimore, Mary- land, 29 % de 184 muestras fueron positivas; en Denver, Colorado, 5% de 100; en San Antonio, Texas, 2% de 106; en el sur de Ca- lifornia, 1,5% de 413; y en Tampa, Florida, ninguna de 102.

En el distrito del Bronx, Ciudad de Nueva York, varios investigadores (7) en- trevistaron y administraron pruebas de de- tección del VIH a personas que no usaban drogas por vía intravenosa pero cuyos cón- yuges eran WVI con SIDA. Se excluyó del estudio a las personas que indicaron que también usaban drogas por via intravenosa. Además, durante el estudio se hicieron aná- lisis de orina para determinar si las muestras contenían rastros de drogas. Se encontró VIH en siete de 12 cónyuges de mujeres que tenían SIDA y en 41 de 88 cónyuges de hombres con SIDA.

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Tratamiento

Antes de que se descubriera la causa del SIDA, lo único que se podía hacer era intentar fortalecer el sistema inmunitario de los pacientes y administrar tratamiento para los cánceres y las infecciones opor- tunistas que se presentaran. Con esos méto- dos solo se ha logrado la mejoría esporádica y temporaria de los pacientes. El descubri- miento del VIH como causa del SIDA ofreció la oportunidad de atacar la enferme- dad por otros medios y comprender mejor la epidemiología de la enfermedad, así como las posibles vías de transmisión.

Durante el último siglo se han elaborado vacunas eficaces contra numero- sas enfermedades viricas. Los tratamientos antiviricos, en cambio, han dado resultado solo en un pequeño número de infecciones.

Vacuna contra la infección

por VIH

“La obtención de una vacuna inocua y eficaz contra la infección por VIH es de extrema importancia para la preven- ción del SIDA en el mundo. Aunque en po- cos años se ha aprendido mucho sobre el VIH, la obtención de una vacuna contra el SIDA ha resultado ser sumamente difí- cil” (8).

Para los investigadores quedan todavía varias barreras que superar antes de poder obtener una vacuna aceptable. En primer lugar, aún no se conoce el estado de inmunidad protectora contra la infección por el VII-I. A diferencia de muchas enfer- medades para las cuales se han obtenido va- cunas inocuas y eficaces, el hecho de que esa viremia persiste en presencia de anticuerpos

es inquietante. $xiste algún marcador de- tectable en laboratorio que indique protección?

En segundo lugar, el VII-I muta rápidamente y ya existen varias cepas. Aun en una misma persona infectada, el VII-I muta con el tiempo. Si se obtuviera una va- cuna eficaz contra una cepa de VII-I, icon- ferina protección contra otras?

En tercer lugar, aunque se ha lo- grado infectar a chimpancés con VII-I, en los cuatro anos transcum ‘dos desde su inocula- ción no se han producido casos de SIDA ni síntomas similares a los del SIDA, a excep- ción de linfadenopatías ocasionales de curso limitado y definido. A menos que se desa- rrolle un modelo animal “mejor” para la in- fección por VIH y el SIDA, los ensayos para determinar la eficacia de posibles vacunas se podrán realizar únicamente con seres hu- manos que se ofrezcan como voluntarios.

Por ultimo, el periodo de laten- cia desde el momento de la infección por VII-I hasta la aparición del SIDA es de varios años. Los ensayos clinicos para evaluar la eficacia de posibles vacunas llevaran por lo menos un tiempo similar antes de que se pueda afirmar con certeza que propor- cionan protección.

Se está experimentando con 3 diversos enfoques técnicos. Debido a la mu- tagenicidad de los retrovirus y a la posibili- g dad de que un virus atenuado se vuelva 3 virulento, no es probable que se investigue resueltamente el uso de virus completos. Sin 2 embargo, se estudiaran las posibilidades que 2 ofrecen los virus muertos, productos viricos 3 naturales, productos de ADN recombinado, péptidos sintéticos, virus recombinados, va- 2 cunas contra idiotipos, vacunas basadas en la combinación de diversos elementos e in- g

munización pasiva. .

Aunque hasta ahora la mayor $ parte de los trabajos han tenido lugar en el 6 campo de las investigaciones preclíícas, se han administrado dos vacunas potenciales a 8 seres humanos que se ofrecieron vohmta-

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teur, se inyectó una porción de VIH que había sido transfectado en un portador de virus de vaccinia. En el experimento partici- paron también otros voluntarios de Zaire. Con la prueba ELISA, después de la inocula- ción se detectaron anticuerpos contra la glu- coproteína (gpl60) del VIH en algunos vo- luntarios (9). Posteriormente se comprobó que esta vacuna no protegía a los chim- pancés contra la infección por VIH, a pesar de que presentaban una cantidad considera- ble de anticuerpos neutralizantes en circula- ción. También se está experimentando con otra vacuna, basada en la gp160 de la en- voltura del virus recombinado expresada en un portador de baculovirus, que se les ha in- yectado a más de 30 hombres homosexuales seronegativos al VII-I que se ofrecieron como voluntarios en los Institutos Nacionales de Salud de Bethesda, Maryland (10).

Tratamiento antiv’tico

Si bien no se ha descubierto una cura para el SIDA, la azidotimidiia (AZT) parece prolongar la vida de los enfermos de SIDA que se han recuperado de por lo menos un episodio de neumonía por

Pneumocystis carinii. En un estudio en el cual participaron testigos que recibieron pla- cebo, se administraron 250 mg de AZT o placebo cada 4 horas a 282 pacientes con SIDA o complejo relacionado con el SIDA. En septiembre de 1986, cuando concluyó el

2 estudio, los pacientes habían recibido medi- camentos por un período de 8 a 24 semanas. .

3 s

Durante el estudio fallecieron 19 personas que habían recibido placebo y una que 1

E había recibido AZT (P < 0,001). Se produ- s jeron infecciones oportunistas en 45 per- Isf sonas que habían recibido placebo y en 24 .*;:

8

que habían recibido AZT (12). Los pacientes

is

tratados con AZT se quejaron con frecuen- cia de náusea, mialgia, insomnio y fuertes

B dolores de cabeza. Los casos de anemia con =l concentraciones de hemoglobina menores

de 7,~ g/dl o que requieren múltiples trans-

508 fusiones de eritrocitos se presentaron con

mayor frecuencia entre los pacientes que reci- bieron AZT (P < 0,001) (Iz).

Se están realizando estudios del uso de AZT sola y en combinaciljn con otros fármacos antivíricos o inmunomodu- ladores en pacientes asintomáticos infecta- dos por VIH y pacientes con sarcoma de Ka- posi. Entre otros medicamentos antivíricos que se están estudiando se encuentran el aci- clovir, AL-721, ampligén, dideoxicitidina, foscamet y ribavirina. Estos estudios se es- tán realizando en los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y en 3.5 cen- tros del Grupo Cooperativo de Ensayos Clínicos de SIDA patrocinados por el Gobierno.

P

ROGRAMAS

COMUNITARIOS

Programas de intercambio

de agujas y jeringas

Algunos investigadores pro- pugnan la liberalización de las leyes re- lativas a la disponibilidad de agujas y jeringas a fin de disminuir la transmisión del VIH entre WVI. En 1988 se crearon progra- mas de intercambio de agujas y jeringas en las ciudades estadounidenses de Tacoma, Washington; Portland, Oregón; y Nueva York, Nueva York. Estos programas reciben fondos de fuentes estatales o privadas.

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cipio se intercambiaban 1 000 jeringas y agujas a la semana. En 1986, el Servicio Mu- nicipal de Salud puso agujas y jeringas a dis- posición del público en 14 lugares adi- cionales, incluso en los “ómnibus de metadona” (unidades móviles donde se dis- pensa metadona líquida a los opiómanos que son enviados por médicos de dicho Ser- vicio), y para fines de 1987 se habían inter- cambiado 700 000 agujas y jeringas (1.3).

A fin de evaluar el efecto del programa, varios investigadores holandeses entrevistaron a 148 WVI (73 que intercam- biaban agujas y jeringas y 75 que no lo ha- cían) utilizando un cuestionario estandari- zado. Las personas que intercambiaban agujas por lo general usaban drogas por via intravenosa con menos frecuencia y usaban la aguja y jeringa solo una vez (14). Aunque ese estudio no incluyó pruebas de detección del VIH en los participantes, 85 de 251 UDVI (34%) que fueron sometidos a pruebas en Amsterdam tuvieron resultados positivos (15). Estos resultados indican que hay un numero considerable de WVI infec- tados por VIH en Amsterdam a pesar de la amplia extensión del programa.

En abril de 1987 se inició un pro- grama de intercambio de agujas y jeringas en 15 centros del Reino Unido, a fin de tratar de reducir la propagación de infección por VII-I entre WVI (16). Algunos de esos pro- gramas (por ej., los de Liverpool y Middle- sex) han tenido éxito, en términos del nú- mero de participantes y de agujas y jeringas intercambiadas. Otros (como el de Dundee) no han tenido mucho éxito según esos indi- cadores, y uno de los 15 centros ya no fun- ciona. Ray Brettle, de Edinburgo, Escocia, indicó (comunicación personal, marzo de 1988) que los programas no vinculados con los servicios de tratamiento de la dependen- cia de drogas (por ej., centros o asesores in- dependientes) parecen tener mucho más éxito que los programas estrechamente rela- cionados con dichos servicios.

En Sydney, Australia, también hay un programa de intercambio de agujas

y jeringas (17). En Francia no existe un pro- grama de ese tipo, pero se han liberalizado las leyes relativas a la obtención de agujas,

Programas de distribución

de desinfectantes

Otro método para reducir la transmisión del VIH entre WVI consiste en enseñar a los adictos a limpiar las agujas y jeringas que comparten. Se han evaluado in uitro varias sustancias, entre ellas agua oxi- genada, alcohol etílico e isopropilico, liso1 y lejía de uso doméstico (18,19). En los estu- dios in vitre se ha comprobado que una parte de lejía disuelta en 10 partes de agua tiene potencia suficiente para destruir el VIH, de manera que varios programas de tratamiento del uso indebido de drogas, en- tre ellos el Mid City Consortium de San Francisco, recomiendan esta solución para limpiar agujas y jeringas (20).

En abril de 1986 el Mid City Consortium comenzó a promover el uso de la lejía como desinfectante para los usuarios de drogas. Actualmente, ese grupo distri- buye soluciones de una parte de lejía en 10 partes de agua, en botellas de 30 cm3, así como folletos y dibujos para explicar

su uso. s

No se ha determinado cuan efi- caz es la lejía en estudios clínicos de campo g de usuarios de drogas. Es necesario realizar investigaciones para evaluar el efecto de la

3 13 lejía en el VII-I presente en la sangre coagu- E lada en agujas y jeringas. Además, los inves- Fy tigadores deben evaluar el grado de acepta- ción que esos métodos tienen entre los s usuarios de drogas y determinar si la distri- 2 bución de desinfectantes conduce a un

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La educación

con fines preventivos

Como todavía no existe una cura o vacuna para el SIDA ni es probable que la haya dentro de poco, la ímica forma de controlar el SIDA es adoptar medidas educativas y de prevención. Aunque to- davía no hay pruebas suficientes para afir- marlo con seguridad, los resultados de las actividades de prevención dirigidas a los hombres homosexuales parecen estar sur- tiendo efecto. Sin embargo, la mayoría de los expertos pronostican que la cooperación de los usuarios de drogas disminuirá y se preocuparán cada vez menos de su propia salud o la del prójimo.

En varios países se han puesto en práctica diversas estrategias para educar a los toxicómanos sobre el SIDA, en un in- tento de disminuir la transmisión del VJH. En general, la evaluación de esos programas se ha limitado a los cambios de comporta- miento señalados por los participantes. Es necesario evaluar más a fondo las repercu- siones de estas estrategias de educación y prevención mediante la cuantificación del uso de drogas y de la incidencia del VJH en la comunidad.

Muchos individuos y grupos políticos se resisten al uso de las pruebas de detección de anticuerpos contra el VIH como medida preventiva. En mi opinión, es de la mayor importancia identificar a todas las personas infectadas por el VJH e infor- marles sobre su estado. La persona que co- noce su estado serológico relativo al VJH tiene la opción de proteger a sus compañe- ros sexuales 0 con los cuales comparte agu- jas y a sus futuros hijos.

R

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UMMARY

DIAGNOSIS AND

TREAMENT OF AIDS

IN THE UNITED STATES

The acquired immtmodeficiency syndrome (AIDS) continues to be a serious public health problem in the United States of America, especially for intravenous drug abusers (IVDA). Within this group the larg- est concentration of cases of the disease and of infection with the human immunodefi- ciency virus (HIV) is in New York, Califor- nia, and New Jersey, but cases have been di- agnosed and reported in al1 50 of the states. HIV is readily spread from these users to their sexual companions and children in utero. It can be expected, at least over the

II Simposio

Internacional

sobre

la Horticultura

y la Salud

Humana

next few years, that HIV seroprevalence rates and AIDS cases will continue to in- crease among IDVA. There is an increas- ingly urgent need to formulate, implement, and evaluate prevention strategies aimed at this group in particular.

Extensive research is being de- voted to the development of a safe and ef- fective vaccine against I-IIV as well as to the testing of possible antiviral agents. Unfortu- nately, those goals will not be attained in the immediate future; for the time being, the only means of controlling AIDS is to adopt the most effective possible measures in the areas of education and prevention.

Este simposio patrocinado por la Ameritan So- ciety for Horticultural Science se centrará en el aporte de las frutas y hortalizas a la salud hu- mana y tendrá lugar en Alexandria, Virginia, del 2 al 5 de noviembre de 1989. Represen- tantes de la industrfa, la medicina y el mundo académico asi como expertos en nutrición tra- taran temas como los siguientes: técnicas de empaquetado de alimentos: evaluación de la inocuidad de ingredientes derivados de la bio- tecnología; efectos de fibras y pectinas en el colesterol y los trastornos cardiovasculares; nutricion en los paises del Tercer Mundo; diversificacibn de la producción de alimentos; función de vitaminas y minerales en el control de enfermedades, y percepcibn pública del uso de irradiación y plaguicidas. Información adicional: Bruno Quebedeaux, Oepartment of Horticulture, University of Maryland, College Park, MD 20742, EUA. Teléfono: (703) 836- 4606.

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CUADRO  1.  Casos  de SIDA notificados  a los Centros  para el Control  de Enfermedades,  por categoría  de transmisión,  hasta el 30 de enero  de 1989

Referências

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