IBOLETíN de la
Qficima Sanitaria
Panamericana
(REVISTA MENSUAL)
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AVISO-Aunque por de contado despitégase el mayor cuidado en lo selección de los trabajos publicados in foto o compendiados, sólo los autores son solidarios de las opinionee
vertidas. a menos que conste explÍcitamente lo contrario
Aíio 21 JVLIO de 1942 No. 7
LA CAUSA DE LA INFANCIA EN LA AMÉRICA*
Por el Dr. GREGORIO ARÁOZ ALFARO
Presidente del Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia Hace casi medio siglo que sirvo la causa de la infancia, con fervor y con perseverancia, convencido de que si ella es noble y grande en todo el mundo, asume particular trascendencia en nuestra América Latina, constituída por naciones poco pobladas aún, jóvenes pueblos en forma- ción cuyo bienester y poderío dependen primordialmente de las futuras generaciones que es menester sean no solo grandes por su número, sino, además, y en primer término, por SU salud, por su vigor, por su Iaboriosi-
dad, por su inteligencia creadora.
Estos Congresos Americanos del Niño-el primero de los cuales celebróse en mi país en 1916-no podían, en verdad, tener sede más . adecuada que la capital de esa gloriosa nación en la cual la obra integral en favor de la infancia está tan firmemente asentada en la conciencia del pueblo y de los gobernantes.
La protección, la asistencia y la educación del niño han alcanzado en los Estados Unidos un grado tal de adelanto que los otros pueblos del Continente no necesitan sino imitar su ejemplo para lograr los mejores frutos. Maestro de las demás naciones de América es, en este magno asunto de organización social, ese gran pueblo del Norte, como maestro fué, desde el comienzo de nuestra vida independiente, en la orga,nización pohtica, enseñándonos, con su admirable ejemplo, la excelencia de las instituciones republicanas, de la democracia y de la libertad, que consti- tuyen el tesoro más preciado y el mayor timbre de honor de nuestro Continente. iQue el Todopoderoso nos guarde para siempre, cada día más gloriosa y más sabia, esa gran Nación que es nuestro guía y nuestro orgullo !
* Mensaje Icfdo en el FTII Congreso Panamericano del Niño, celebrado en Wshington del 2 21 9 de
maytyo de 1942.
638 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Julio Hace ya muchos años, relataba en una conferencia una reciente visita a los Estados Unidos, y hablaba con entusiasmo de “ese gran pafs que admiro cada día más por su estupendo espiritu de progreso y el noble idealismo que alienta a los hombres eminentes de ese pueblo erróneamente considerado por muchos como ~610 preocupado de los intereses materiales.” Comentaba entonces la “III Conferencia de la Casa Blanca para el Bienestar del Niño,” convocada por el Presidente Hoover y recordaba las dos primeras, reunidas por otros dos ilustres presidentes, Teodoro Roosevelt y Woodrow Wilson. Expresé en esa, como en muchas otras ocasiones después, mi admiración por el altísimo concepto que los estadistas de esa gran nación tienen de la protección y asistencia de la infancia, que consideran como uno de los deberes pri- mordiales de su cargo y cit6, en fin, las propias palabras del presidente Hoover, al inaugurar esa Conferencia, en las que proclamando la impor- tancia trascendental de esas cuestiones, terminaba diciendo: “Si pudié- ramos tener ~610 una generación de niños bien nacidos, entrenados, educados y sanos, mil otros problemas de gobierno se desvanecerían.” Ved, pues, señoras y señores, desde cuán lejos vengo admirando y presentando como ejemplo en mi país, la obra social que se realiza en esa gran República y que, por fortuna, va siendo imitada por todos nosotros, latinoamericanos. Ya en la ciudad de Buenos Aires, de más de 2,300,OOO habitantes, hemos logrado reducir la mortalidad infantil a ~610 45 por 1000, de 86 que era en 1918 y casi 100 en 1908. Y la santa obra de redención de la infancia va extendiéndose por ciudades y cam- pañas en mi país como en los otros de la América Latina.
Bien SB que, en los Estados Unidos, desde mi última visita, bajo el gobierno de su actual ilustre Presidente Roosevelt y, en particular, después de la sanción de la “Social Security Act,” la obra que yo elogiaba se ha hecho aun más intensa y se difunde cada dia más por las pequeñas ciudades y las zonas rurales. En toda América vamos salvando y dignificando, cada año en mayor medida, la vida de nuestros niños.
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Y permitidme que termine estas palabras, sencillas pero henchidas de sinceridad y de noble espíritu americano, con la admonición que a los miembros de la III Conferencia de la Casa Blanca dirigió una gran mujer americana, Miss Grabe Abbott, digna antecesora, en cl Children’s Bureau, de nuestra presidenta actual: ‘7 Antes de separarnos, prome- tamos todos solemnemente trabajar con más inteligencia, con mayor empeño, en favor del niño!“.
iQué así sea, para la felicidad y la mayor grandeza, material y moral, de nuestra América!
LA SANIDAD Y ASISTENCIA SOCIAL EN EL ECUADOR*
Por el Dr. CARLOS ANDRADE MARfNf IMinistro de Preuisi&n Social y Trabajo
Organización.-El Ministerio de Previsión Social y Trabajo, tal como se halla actualmente organizado, tiene varias Secciones, que controlan los siguientes aspectos de la actividad estatal:
Salubridad (Sanidad e Higiene, Asistencia Pública y Departamento de Asistencia al Campesinado)
Previsión Social (Supervigilancia del Instituto Nacional de Previsión y sus Cajas anexas, Cooperativas, Comunas, Tierras Baldfas y Colonización)
Protección Social (Atención al menor abandonado y delincuente, Consejo de Menores, Tribunales de Menores, Hogares de Protección Social)
Trabajo (Dirección General del Trabajo, Iuspecciones y Comisarías)
Para realizar esta labor cuenta, además, con Secciones administrativas de Despacho, Contabilidad, Publicaciones y Biblioteca y con la Asesorfa Jurídica.
Ministerio de Salubridad.-Daka poco tiempo para darse cabal cuenta de la imperiosa necesidad, sentida en el Ecuador, como en ningún otro psis de América, de la creación autónoma del Ministerio de Salubridad. La estadística demuestra que la situación sanitaria del país esta por debajo de los limites tolerables. La mortalidad oscila alrededor de 20 por 1,000; el promedio de vida del hombre ecuatoriano es aproximada- mente de 32 años. La mortalidad infantil avanza hasta el 200 por 1,000, cifras que traducen un estado higiénico y un índice vital muy des- favorables.
Tuberculosis, paludismo, venkeas, cáncer, enfermedades parasitarias y de la infancia son los enemigos más grandes del habitante del Ecuador, el que también tiene, en potencia de ataque, plagas tan graves como la
* Tomado del Informe para 1940 presentado s la Nación por el Mitro de Previsibn Social y Trabajo. El Informe completo forma un tomo de 142 páginas, más un volumen de 184 p&inas con documentos anema V6a.m también el BoumfN de mm. 1942, p. 214.