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Hist. cienc. saudeManguinhos vol.17 número3

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Discursos alrededor del

cuerpo, la m áquin a, la

en ergía y la fatiga:

h ibridacio n es culturales

en la Argen tin a

fin-d e-siècle

Discourses on the body, the

‘hum an m otor’, energy and

fatigue: cultural hybridations

in

fin -de-siècle

Argentina

Diego P. Roldán

Investigador assistente do Centro de Estudios Sociales Regionales/ISHiR-Conicet; investigador do Centro Interdisciplinario de Estudios Sociales; professor da Facultad de Humanidades y Artes/

Universidad Nacional de Rosario. Ocampo 3078 2000 – Rosario – Argentina

diegrol@hotmail.com

Recebido para publicação em agosto de 2009. Aprovado para publicação em março de 2010.

ROLDÁN, Diego P. Discursos alrededor del cuerpo, la m áquin a, la en ergía y la fatiga: h ibridacion es culturales en la Argen tin a fin -de-siècle. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Jan eiro, v.17, n .3, jul.-set. 2010, p .643-661.

Re su m e n

In daga algun os discursos producidos en la Argen tin a sobre el cuerpo, la m áquin a, la en ergía y la fatiga en tre fin es del siglo XIX y com ien zos del XX. A partir de este estudio se procura m ostrar cóm o el carácter h íbrido de estas form ulacion es cien tíficam en te purificadas colaboró en la con strucción de un saber biopolítico (econ om ía orgán ica) que colocó al cuerpo en relación con la producción

(capitalism o) y la n ación (Estado). De igual form a, an aliza los discursos sobre la fatiga y el en tren am ien to para eviden ciar lim itacion es propias de los saberes basados en las escision es cartesian as.

Palabras clave: cuerpo; fatiga; en tren am ien to; eugen esia; Argen tin a.

A b st ra ct

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Joh n Ru skin recrim in aba a los p atron es h aber olvid ad o q u e el trabajador es un a “m áquin a”, que tien e por fuerza m otriz un alm a y que la poten cia de este agen te particular in tervien e con can tidad d escon ocid a en tod as las ecu acion es d e los econ om istas … las verdaderas ven as de la riqueza son de púrpura y están en la carn e; q u e la resu ltan te fin al y el térm in o ú ltim o d e tod a riq u eza es producir el m ayor n úm ero posible de criaturas h um an as con pech o robusto, ojos brillan tes y corazón gozoso.

Alfredo Palacios, La fatiga y sus proyecciones sociales, 1944.

A fin es del siglo XIX, un a im portan te fracción del cam po in telectual europeo in tuyó que sobre su época se cern ía la som bra de la decaden cia. Un a falta de pujan za em bargaba al esp íritu fin-de-siècle y u n a p alabra reflejó la situ ación : fatiga. Ph illip e Tissié (1914), publicista fran cés de la gim n asia racion al, an otó: “La presen te gen eración h a n acido fatigada; es el p ro d u ct o d e u n siglo d e co n vu lsio n es” (p .45; t rad u cció n lib re). Añ o s an t es, Sch open h auer y Nietzsch e an un ciaron el adven im ien to del n ih ilism o europeo. Los h eraldos del progreso in dustrial y de la productividad laboral en con traron en la fatiga un lím ite a sus ilusion es, quim eras que para los trabajadores fueron pesadillas. La destrucción de los cuerpos y la decaden cia social serían las con secuen cias de los esfuerzos por superar la lín ea in visible de la fatiga. Tras el establecim ien to del sistem a in dustrial, la utopía productivista fue seducida por la silueta acerada de un cuerpo in fatigable. El cuerpo-m áquin a sería capaz de sosten er el acen so de la producción , am in oran do los efectos del debilitam ien to. De las fan tasías proyectadas sobre el cuerpo decim on ón ico por las m etáforas m ecan icistas (del reloj cartesian o) y por las m aquín icas (del m otor de com bustión extern a) n o resultaron objetivacion es sen cillas. El exceden te vital o h um an o perm an ecía in explicado, h erm ético e in gobern able para esas grillas in terpretativas.

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El estudio de las vision es cien tíficas sobre el cuerpo com o m áquin a y organ ism o perm ite observar las relacion es sociales y las atribucion es de sen tido que fraguaron esas m etáforas. Asim ism o, el an álisis de esos discursos n os aproxim a a los con textos de en un ciación que h icieron a esas an alogías culturalm en te relevan tes y políticam en te operativas. La preocu-pación sobre el cuerpo n o se disparó a partir de los descubrim ien tos de la en ergía y de la aplicación de las leyes de la term odin ám ica a la econ om ía fisiológica. An tes fue in spirado por el carácter irrem plazable del cuerpo en toda form a de trabajo. Fatalm en te, sobre el cuerpo descan sa la con figuración social, con sus coaccion es in m ateriales propagadas por caden as de in terdepen den cias que atan las relacion es sociales (Le Breton , 2002a, 2002b). Los h om bres de en tre siglos preten dieron con ocer y regular las en ergías del cuerpo (en ten dido com o m áquin a) para gobern ar los procesos de trabajo. El propósito fue organ izar un as form as de vida que h icieran viable la com bin ación del óptim o productivo con el óptim o social.

El objetivo de este trabajo es explorar algun os discursos sobre el cuerpo, la m áquin a y la en ergía (fatiga y trabajo) producidos por Mosso, Tissié y Lagran ge (en el Viejo Mun do) y por Bialet Massé, Bun ge, Rom ero Brest y Palacios (en la Argen tin a). La in ten ción es m ostrar los préstam os y redefin icion es de categorías, h ipótesis e in terpretacion es (usos socioculturales del discurso), exh ibien do los efectos de fortalecim ien to y disem in ación que el carácter h íbrido (Latour, 2007) prestó a la cien cia del trabajo duran te el período bajo an álisis. Esa p u rificación in com p leta (si es q u e ella p u ed e existir d e otra m an era) h izo p osible la legitim ación de ideas alrededor de la m oral, la raza y la n ación , a partir de un cam po p ráctico-d iscu rsivo p resu n tam en te d escon ectad o d e esos u n iversos d e reflexión . Para-dojalm en te, la cien cia del trabajo y de la fatiga obtuvo su m ayor im pregn ación sociopolítica de un m ovim ien to que tam bién resultó aparen tem en te con tradictorio: alejarse en el plan o teórico de la doxa pero com ulgar con ella a la h ora de colocar ejem plos o extraer con clusion es pragm áticas. Regular los cuerpos para reform ar las alm as fue un a tarea que utilizó equi-pam ien tos culturales m ás an tiguos que las leyes de la term odin ám ica, el ergógrafo y la asep-sia del laboratorio. Este artículo se propon e m ostrar cóm o esos com pon en tes de la ‘cien cia m odern a’, prestaron un a n ueva legitim idad a ‘saberes an tiguos’ (preceptos m orales y técn icas de adiestram ien to).

Fractales de una economía política orgánica fin-de-siècle Energía, trabajo y fatiga: máquina, cuerpo, hombre y herencia

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Mosso clasificó al cuerpo com o un a m áquin a (de vapor) im perfecta. Su fun cion am ien to era alim en tado por la com bustión de m ateria orgán ica, sin tetizada en presen cia de oxígen o (n utrición ). De ese proceso em ergían trabajo (en ergía) y em an acion es de calor (tem peratura corporal), acom pañ adas por substan cias tóxicas (m on óxido de carbon o y ácido láctico). El laboratorio m etaforizaba al cu erp o, en él se p rod u cían reaccion es q u ím icas, el u so com bin ado de las leyes de la term odin ám ica y la fisiología ten dían a explicarlas. La fatiga se m an ifestaba com o un fen óm en o quím ico, en él la respiración y los órgan os purificadores de la san gre (h ígado y riñ on es) ten ían gran in ciden cia.1

El m atrim on io sem án tico en tre las articulacion es y los en gran ajes, m úsculos y m otores se celebraba en fábricas y laboratorios de ergon om ía. Las sem ejan zas en tre el m ecan ism o y el organ ism o se expresaban sin en m ascaram ien tos. La m etáfora del ‘m otor h um an o’ se trocaba en an alogía h eu rística (Am ar, 1914), au n q u e su p od er revelad or n o resu ltara ilim itado. Si bien la h om eostasis corporal fue asim ilada al equilibrio de la m áquin a, la som bra de la fatiga (en tropía) desbarataba la h om ología plen a. La m áquin a podía producir un n úm ero con stan te de kilogram os fuerza con un a precisa adición de com bustible. Un cu erp o bien n u trid o (a base d e p roteín as, líp id os, h id ratos d e carbon o y glu cosa) era in capaz de sem ejan te proeza (Mosso, 1893, p.212).

Segú n Mosso, el trabajo n o d ebía su p erar el u m bral d e fatiga. De ocu rrir esto, la elim in ación de las toxin as p rodu cidas y dep ositadas en el organ ism o sería im p osible, afectan do la calidad de la p rodu cción . La fatiga coop eraba con u n trabajo in ferior. El h ech o de con tin uar trabajan do con fatiga con stituía un riesgo para la in tegridad física y psicológica del obrero. A largo plazo, la acum ulación reiterada de toxin as en el organ ism o producía severos desajustes fisiológicos.

La fatiga se gen eraba por el en ven en am ien to del cuerpo, in capaz de desech ar el ácido láctico y carbón ico. En el corto plazo, los sín tom as eran n eurasten ia, m ental strain, surm enage y locura. Cuan do la fatiga se torn aba crón ica, podía con ducir a m alform acion es an atóm i-cas y alteracion es fisiológii-cas h ereditarias. La fatiga com prom etía al in dividuo, pero tam bién a la com un idad en su con jun to. Hom bres y m ujeres fatigados en gen drarían un a descen -den cia postrada. La alim en tación y el trabajo en fábrica dejaban h uellas biológicas. Por obra de m ecan ism os tan in explicables com o efectivos, el am bien te en carn aba en el cuerpo. Las con dicion es am bien tales pesaban sobre las espaldas o con tribuían a acrecer la estatura de los obreros.

Mosso en lazaba la idea de progreso in dustrial con su con tracara de decaden cia bioló-gica. En u n a d e las con trad iccion es m od ern as, la p u jan za econ óm ica era p agad a con m ortalidad in fan til y degen eración .2 Ralen tización de la n atalidad, aum en to de defun -cion es, el acortam ien to de la vida, proliferación de an orm ales y deform es eran los in dicadores biológicos del reverso del progreso.

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españ ol de La fatiga, afirm aba que el progreso debía excluir al “sen tim en talism o”, pues n ecesariam en te produciría víctim as. Había vidas que in evitablem en te serían suprim idas.3

La decaden cia de la especie se procuraba por varias vías. No sólo la producción fabril en gen draba desech os tóxicos y degradaba física e in telectualm en te a h om bres, m ujeres y n iñ os, tam bién la h olgan za, la falta de objetivos y la ociosidad, in toxicaban el ‘capital orgán ico’. El cu erp o d e los aristócratas, h abitu ad os a largos p eríod os d e in activid ad , con stituyó un cam po fértil para todos los ‘vicios m orales’ (Foucault, 2000, p.144). El cuerpo era com pren dido com o un acum ulador en ergético cuya descarga resultaba in dispen sable. La con cepción de la en ergía corporal com o flujo regular y con stan te h acía de la ociosidad un a fuen te de in toxicación por acopio con tran atural de lípidos y toxin as.

La n ueva im agen de un a burguesía productiva y socialm en te distin guida debía asegurar cierta fortaleza física – un a postura correcta, am plitud de h om bros y tórax – y borrar los sign os de lan guidez. Las com peten cias deportivas, celebradas en tre los m iem bros de la burguesía, y la educación física m asiva, dirigida a los sectores populares, con stituyeron un a barrera con tra la degen eración (Mosso, 1894). Adem ás, la difusión de las actividades físicas in h ibía los vicios de la juven tud: el on an ism o (Laqueur, 2007).

La vida m etodizada, actividades regulares y un a n utrición eficien te evitaban la fatiga. Las cu rvas d el ergógrafo d e Mosso d em ostraban aforism os q u e los m oralistas h abían difun dido tiem po atrás (Sm iles, 1889). La n ovedad con sistía en la base cien tífica (m aterialista y exp erim en tal) d e esas aseveracion es. La m ala alim en tación , el su eñ o d eficien te, la exageración de las em ocion es y la fatiga in telectual m en guaban las fuerzas. Las in tuicion es m orales, ten dien tes a reprim ir esos excesos, fueron certificadas por la validez com bin ada del laboratorio, el exp erim en to y la m áq u in a. La realidad con trolable del laboratorio, presun tam en te purificada de con tam in acion es exteriores, coin cidía con las vision es m en os disciplin adas respecto a in tereses extra-cien tíficos de los m oralistas decim on ón icos. Con todo, sus bases y m ecan ism os de argum en tación eran diferen tes (Latour, Woolgar, 1986). Las estadísticas esquem atizaban y h acían m ás con trolables los cuerpos, sus resultados fueron leídos a través de grillas raciales. Las cuan tificacion es sobre la población , im pulsadas en Fran cia por Quételet (1835), forjaron la idea de vigilar los con torn os del cuerpo a partir de la reducción pitagórica de la realidad al n úm ero. Las series con tabilizaban y localizaban aritm ética y geográficam en te la evolución e in volución de los organ ism os de la n ación . Esas estadísticas se en lazaron con las form ulacion es an tropom étricas in dicadas por Broca (1867). En las h abilitacion es para la con scripción , los m édicos lograron pon er ‘n úm eros biológicos’ a los ‘organ ism os sociales’, cifras que traducían la ‘poten cia vital’ de esos seres distin guidos por clase, ocupación , región , etc. (Nicéforo, 1907).

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La educación física se im pon ía com o m ecan ism o regen erador. Los cuerpos populares debían ser n orm alizados, aum en tados, dom esticados, em bellecidos (Mosso, 1898). Gracia y poten cia se im bricaban en un a am algam a im agin aria capaz de corregir el cuerpo y las costum bres, in crem en tan do, en un m ovim ien to, la virilidad y la fortaleza de la población (Vigarello, 2005; Mosse, 1996). El m ejoram ien to de las con dicion es de trabajo y de las d isp o sicio n es p ara lo s ejercicio s físico s avan zaba m ás allá d el p ro greso p ro d u ct ivo , con tribuyen do al perfeccion am ien to racial de la n ación . Así, la fuerza de los brazos (capital orgán ico) se tran sform aba en la riqueza últim a del país. El cuerpo era leído por las grillas de la acum ulación com o un recurso en ergético. Bien alim en tado y direccion ado podía con stituirse en m edio de producción eficien te (Foucault, 1999, 2007).

El ejército y las fábricas dem an daban seres robustos, aptos para el despliegue de en ergías, h om bres cuya volun tad debía ser m etodizada por el en tren am ien to físico y m en tal para n o an ticipar la fatiga y con trolar las em ocion es. Los cam in os para la espiritualización y n acion alización del trabajo se esbozaban , pero todavía restaba colocar m uch os elem en tos para com pletar su trazado (An dreassi Cieri, 2004).

El entrenamiento: el cuerpo y la voluntad

En 1899, dos añ os después de su edición origin al en fran cés, aparecía la traducción españ ola de La fatigue et l’entraînem ent physique (La fatiga y el adiestram iento físico). El libro, firm ado por el m édico psiquiatra Ph ilippe Tissié, propon ía claros lin eam ien tos para evitar la degen eración de la raza acarreada por la fatiga. Las capacidades regen eradoras de un con jun to de prácticas físicas, en pos de la corrección m orfológica y caracterológica de los seres h u m an o s, q u ed aro n an o t ad as en ese t rab ajo : “La ed u cació n física es la gran regen eradora física y m oral” (Tissié, 1899, p.18).

Según Tissié (1899), el adiestram ien to era un con jun to de técn icas para producir m uch o trabajo sin dem asiada fatiga. A través del en tren am ien to, variables de proporcion alidad directa com o trabajo y fatiga podían in vertir su relación . El adiestram ien to prestaba salud, fuerza y resisten cia, con stituyén dose en un a ram a de la h igien e social. La con dición física adquirida m edian te los ejercicios n o sólo sería aprovech ada in dividualm en te, lam arckism o m edian te, se trasm itiría a la descen den cia.

La fatiga y el adiestram iento físico com plem en taba el trabajo de Mosso (1893). Adem ás, se en tron caba con las in vestigacion es de la fisiología fran cesa sobre el ejercicio, dirigidas por Lagran ge (1889). Tissié participaba de las h abituales m etáforas m ecan icistas sobre el cuerpo, capaces de h acerlo objeto de con trol y con ocim ien to a través de las leyes de la quím ica, la física y la fisiología.

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ecolalia y obsesión . Todas estas alteracion es eran a la vez con secuen cias y sín tom as de la fat iga.

El adiestram ien to regulaba la in estabilidad del sistem a n ervioso, retrasan do y aten uan do los efectos de la fatiga. Adem ás, con stitu ía u n sistem a de trabajo qu e com prom etía al cuerpo, pero, sobre todo, requería el con curso y el fortalecim ien to de la volun tad (Payot, 1894). En la con cepción de Tissié, robustecer y corregir el cuerpo era un a vía para defin ir el carácter.

El en tren am ien to fue en ten dido com o un a escuela de volun tad y m oral (Durkh eim , 1947). Un proceso de apren dizaje corporal y m en tal, en ocasion es bastan te tortuoso, cuyas piedras basales eran la ascesis y el sacrificio (Durkh eim , 1992; Wacquan t, 2006). Era un a práctica orien tada exteriorm en te que exigía la ren un cia al placer h asta la sublim ación del deseo. Asim ism o, el en tren am ien to requería un en fren tam ien to cotidian o con el dolor h asta doblegarlo. Cuan do la dilación del placer y el despliegue con tin uo de la toleran cia al esfu erzo se in stalaban com o disp osicion es p erm an en tes en los esq u em as corp orales y m en tales, el padecim ien to del en tren am ien to cedía lugar a cierto goce (Elias, 1987). El aplazam ien to del placer, con ducía al desplazam ien to y la tran sform ación de su objeto. En ton ces, la fatiga, otrora an gustian te y lastim osa, se soportaría m ejor h asta trocarse en satisfacción . Tras el en tren am ien to, el cu erp o y la m en te, en p erp etu a coord in ación , alcan zaban um brales de trabajo aparen tem en te in accesibles.

La figu ra d el en tren ad or, in d isp en sable en los p rim eros p asos, p od ía m en gu ar su im portan cia al avan zar el proceso. Su in icial autoritarism o debía m utar en un afectuoso patern alism o. El en tren am ien to era an te todo un proceso forjado por relacion es sociales q u e lo m an ten ía activo en el cu erpo y la m en te. Un a vez desactivadas las coaccion es extern as, el proceso quedaba gravado en m ecan ism os coactivos in tern alizados. El pasado de los n ervios y m úsculos sólo era accesible al cuerpo y a la con cien cia tras n uevas sesion es de en tren am ien to.

En la con tin uidad de esta práctica, las disciplin as extern as se asim ilaban h asta in te-riorizarse. En un pun to del en tren am ien to, la dirección extern a era pasible de relevo por otra m ás ín tim a. Tissié se in teresaba en el pasaje de un con trol extern o a otro in terior (del cu erp o al esp íritu , d e lo visible a lo in visible). La au tod iscip lin a era el cen tro d e su s preocupacion es. En las jorn adas de trabajo repetitivo, el cuerpo m ostraba su capacidad de adaptación y m odificación . Mien tras los m úsculos se ton ificaban , la volun tad era m ateria de tem plan za. De este m odo, el en tren am ien to se tran sform a por un m ecan ism o, parcial-m en te in accesible a los fisiólogos y psicólogos de fin-de-siècle. Se trataba de un a disposición relativam en te perm an en te que del cuerpo se tran sfería al espíritu y viceversa. En con cordan cia con su arm azón teórico, Tissié (1899, p.27) aseguraba que el en tren am ien to, practicado según su m étodo y sistem a, era capaz de producir un m ejoram ien to físico y m oral.

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en tren am ien to (Bourdieu, 1999). El autom atism o regido un ilateralm en te por el cuerpo era extrañ o al pen sam ien to de Tissié. Su idea de las relacion es cuerpo-m en te resultaba m ás firm e que la de buen a parte de sus con tem porán eos (Ryle, 2005).

Según Tissié, el cuerpo era m ovido por la volun tad y la volun tad existía m erced al cuerpo. La m en te era corporizada y el cuerpo m en talizado. No obstan te, esta com plejización se en cam in ab a a em p lear al cu erp o co m o ven t an a d el p ro ceso d e m o ralizació n y n orm alización de la volun tad y el carácter. El autom atism o en los m ovim ien tos era aparen te, sólo podía presen tarse luego de un trabajo reiterado y sistem ático. No era n atural n i in n ato. La ilusoria falta de esfuerzo para desplegar un a acción corporal era tan sólo efecto de un a lectu ra su p erficial del m ovim ien to. Ese esp ejism o fen om en ológico era p rovisto p or la ad ap t ació n d e lo s m ú scu lo s y lo s n ervio s a t ravés d el en t ren am ien t o sist em át ico y con tin u ad o.

Fractales de una economía política orgánica en Argentina a comienzos del siglo XX

Las form as de con cebir el cu erpo, la fatiga y el en tren am ien to, en la Argen tin a de prin cipios del siglo XX, fueron deudoras de las obras de Mosso, Lagran ge (1889) y Tissié. He focalizado el an álisis sobre los libros de Mosso (1893) y Tissié (1899) producidos en la Argen tin a p or su carácter em blem ático, debido a la n otable can tidad de referen cias y citacion es que poseen en los estudios sobre el cuerpo, el en tren am ien to y el trabajo. Estas señ ales bibliográficas fu eron d ifu n d id as p or la tesis d octoral d el cread or d el ‘sistem a argen t in o d e ed u cació n física’, En riq u e Ro m ero Brest (1900) y se ram ificaro n , co n con n otacion es diferen tes, en los m an uales de en tren am ien to del Ejército Argen tin o, h asta m ediados del siglo XX (Dirección Nacion al de Tiro, 1944). Sign aturas idén ticas son visibles en la fisiología del trabajo de Bialet Massé, estam pada en las págin as de su Inform e sobre el estado de la clase obrera en el interior de la República Argentina (Bialet Massé, 1987). En estrech a vin culación con esta obra pueden agruparse las con ceptualizacion es sobre la h igien e social del trabajo, producidas por Augusto Bun ge (1910) y los argum en tos desarrollados por Alfredo Palacios, tan to en los debates parlam en tarios sobre la legislación obrera (Palacios, 1910) com o en la redacción de La fatiga y sus proyecciones sociales (Palacios, 1944).

A con tin u ación recom p on d ré algu n os fragm en tos d e estas in terven cion es a fin d e in icializar el proceso de reflexión sobre las form as en que se discern ió el trabajo, la en ergía, el cuerpo, la fatiga, las con dicion es am bien tales de vida y el en tren am ien to físico en la Argen tin a. Pese a su gen eralidad, estas fueron las categorías y clasificacion es que orien taron y legitim aron la acción reguladora de las in stitucion es y los agen tes sociales en dilatadas zon as del país.4

La educación física como educación moral (body & soul)

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lan za al sistem a educativo argen tin o depen den de las disciplin as aludidas en los dos prim eros. Rom ero Brest criticó el m odelo educativo n acion al6; igual que a Tissié, le in com odaba la prim acía de la form ación in telectual, aun que para Rom ero esa ten den cia n o era totalm en te n egativa. El sistem a de educación física por el que abogaba poseía un fuerte con ten ido espiritual, expuesto en su obra de m adurez (Rom ero Brest, 1938).

Para preparar “h om bres aptos para la luch a por la vida”, objetivo de la en señ an za al prom ediar el siglo XIX (Spen cer, 1856), era im prescin dible la educación física (Rom ero Brest, 1900, p.15). El porven ir de la joven n ación se jugaba en la con strucción de estas h erram ien tas de en cauzam ien to. El m ejoram ien to de la salud física de la juven tud aseguraría el p o rven ir d e u n a raza fo rm ad a p o r “elem en t o s h et ero gén eo s d e u n p ro n u n ciad o cosm op olitism o” (p .55). La ‘raza argen tin a’, cu ya existen cia Rom ero colocaba en tre parén tesis, resum ía com pon en tes h eterogén eos propios de la in m igración m asiva. Esa m ezcla podía m odelar un a estirpe fuerte o desen caden ar la decaden cia racial. Rom ero en ten dió que el progreso o el em peoram ien to n o respon dían a fuerzas ciegas n i estaban biológicam en te determ in ados. La in ciden cia del m edio y de las prácticas era decisiva.

Un país gan adero com o la Argen tin a h abía producido exitosas m ezclas en sus plan teles bo vin o s. Al m ism o t iem p o , m ed ian t e u n a red d e est an cias, criad o res, cu id ad o res e h ip ó d ro m o s co n sigu ió el p erfeccio n am ien t o d e las razas cab allares d el t errit o rio . Con secuen tem en te, si la m atriz de las cien cias n aturales dom in aba a las sociales, porqué n o som eter a la especie h u m an a a procedim ien tos de m ejora racial (Miran da, Vallejo, 2005, p.157-158).

El n eolam arckism o h acía sen tir su in fluen cia en el pen sam ien to de Rom ero Brest. Era n ecesario dirigir la evolución de la raza h acia un a m eta positiva por m edio del esfuerzo in stitu cion al y el con cu rso del Estado. La edu cación física se tran sform ó en la p iedra an gular de ese proceso. Adem ás, el en tren am ien to físico perm itía el con trol de la en ergía, el in crem en to de la resisten cia y aten uaba las in fluen cias n egativas del am bien te y la luch a por la vida.

A ju icio de Rom ero Brest, esta lid debía ser protagon izada por u n ‘h om bre n u evo’, fabricado por las tecn ologías del en tren am ien to físico. Un h om bre n o sólo capaz de doblegar las adversidades de su m un do, sin o de legar m edian te la h eren cia su vigor físico al porven ir. Los estrech os vín culos que com un icaban al cuerpo con el espíritu con ectaban , asim ism o, la poten cia y la belleza. La educación física ten ía la m isión de ton ificar al cuerpo y al espíritu, dan do por resultado un a juven tud fuerte y bella, cuya sim ien te fructificaría en las gen eracion es ven ideras. Desde fin es del XIX y h asta 1945, los educadores n o reprim ieron el sueñ o de en carn ar en sus estudian tes la utopía griega de cuerpos asim ilados a las virtudes apolín eas y n acion alistas (Mosse, 2007).

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La prosa de Rom ero Brest exh ibe la con vergen cia de m oral y en tren am ien to. La fatiga procurada por la actividad física alejaba a los jóven es de la disipación estéril del poten cial orgán ico. Los vicios juven iles preparaban al cuerpo para alojar los de la adultez: el tabaco, el alcoh olism o y la pereza. “Es un a observación vulgar que el ejercicio previen e m uch os vicios desarrollados en estos colectivos [p op u lares y ju ven iles], desvian do la corrien te im agin ativa ávida de placer y fatigan do el organ ism o” (Rom ero Brest, 1900, p.67).

El ejercicio, en tan to catarsis en ergética del ‘m otor h u m an o’, se con stitu ía en u n a tecn ología de regulación , equilibrio y con trol del m ecan ism o corporal y del en tram ado caracterológico. Bien adm in istrada, la actividad física brin daría el equilibrio orgán ico y m en tal n ecesario para afron tar las fatigas prolon gadas de la luch a por la existen cia.

El cuerpo y el trabajo: fatiga, condiciones ambientales, género de vida y jornada laboral

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n aturaleza, expropiado de sus m atices teológicos, se h allaba in scripto en la m orfología estriada de la m usculatura h um an a. La an atom ía positiva ratificaba a las sagradas escrituras. La in actividad era un riesgo para la salud. El organ ism o expuesto a la ‘ociosidad pura’ rápidam en te era presa de la degen eración , expresada in icialm en te en la in filtración de grasas en el tejido m uscular. Paulatin am en te se en ven en aban la san gre, los tejidos y los órgan os n obles, afectan do al organ ism o y la con ducta. La in cubación de vicios m orales era un o de los efectos m ás in vocados de la ociosidad. Las reservas de poten cia n ecesitaban circular, el cuerpo era con siderado un acum ulador en ergético, un a especie de dín am o que sobrecargado debía evacuarse para evitar su explosión in volun taria y violen ta.

Se h a dich o que la pereza es la m adre de todos los vicios y esta verdad filosófica, sen tada por la observación em pírica, se dem uestra por la observación científica y se com prueba por los aparatos de registro … La in actividad, n o sólo em brutece, sin o que llega h asta la im becilidad; pero com o aún en este estado h ay un a cierta carga, que es preciso gastar y ren ovar, y aún cuan do el sujeto n o quiera, lo acum ulado se descarga in stan tán eam en te; lo que no se gasta útilm ente, se em plea en el vicio; las corrien tes se orien tan en un sen tido extraviado; esto el vulgolo expresa con tanta precisiónLo que no lleva Dios, lo lleva el diablo”. En tre la virtud y el vicio n o h ay m ás diferen cias que la dirección de la actividad y la can tidad, el cuan do y m odo del uso … No h ay degen eración que escape a la ociosidad, y com o todo vicio y todo delito, son el efecto de un estado an óm alo del organ ism o se puede decir que el aforism o vulgar es un teorem a científico (Bialet Massé, 1987, p.545; grifo añ adido).

A juicio de Bialet Massé y Rom ero Brest, lo fun dam en tal era el direccion am ien to de esa en ergía (Kraft) con ten ida en el cuerpo. La preferen cia de Bialet por la legislación del trabajo y la de Rom ero por la educación física diferen ciaba sus plan teos. No obstan te, para am bos el exceso o la falta de actividad con figuraban problem as h igién icos relevan tes. El esquem a in t erp ret at ivo d e la fisio lo gía d e Mo sso o p erab a en el p en sam ien t o d e lo s d o s. Su p rep on d eran cia se exp resaba alred ed or d e los efectos d e la sobrecarga d e trabajo, la producción de toxin as de difícil elim in ación y el paulatin o en ven en am ien to del cuerpo p rivado de rep oso y su eñ o. Cabe n otar q u e Bialet y Rom ero h ibridaban su s discu rsos cien tíficos con proposicion es m orales que gozaban de un am plio predicam en to social. La cien cia en sus plan teos n o revocaba el sen tido com ún , an tes prefería con firm arlo y, m edian te esa estrategia de participación , gan arse a la opin ión .

La fatiga, al igu al q u e el ocio irrestricto, in clin aban al h om bre h acia los vicios. El alcoh olism o en con traba adeptos en tre los trabajadores h abituados a jorn adas de trabajo exten sivas, m alas con dicion es am bien tales y vivien das an tih igién icas (Clavijo, 1915). En este cam po era m en ester alcan zar un aristotélico pun to m edio. La m an era óptim a de alcan zar el equilibrio en tre n utrición , sueñ o y trabajo con sistía en realizar esfuerzos con stan tes, pero cuya duración n o excediera las och o h oras. Adem ás, eran in dispen sables acon dicio-n am iedicio-n tos adecuados para reproducir la edicio-n ergía (fuerza de trabajo) edicio-n el tiem po codicio-n sagrado al descan so (Carbon ell, 1910).

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la acción . Sin em bargo, Bialet sen ten ció que el descan so estipulado por la jorn ada de och o h oras era in suficien te para purificar la san gre, los m úsculos y evitar la sobrecarga orgán ica. Un día sem an al de descan so se im p on ía. Cu an do el trabajo com p ortara gran ten sión m uscular y n erviosa era m en ester dispon er un a in terrupción estacion al. Esas vacacion es pagas oscilarían en tre los quin ce y trein ta días.

Las virtudes de las jorn adas cortas eran m uy am plias. Según el m édico y abogado catalán , sus ben eficiarios serían apreciados por la sociedad y la n ación en tera. Con la jorn ada de och o h oras y el d escan so h ebd om ad ario, el p rogreso trasp asaría la esfera econ óm ica, alcan zan do al organ ism o n acion al. “No h ay n i puede h aber pueblo fuerte, gran de y libre, don de la jorn ada sea larga y excesiva” (Bialet Massé, 1987, p.546).

No m uy diferen tes fueron las defin icion es de Alfredo Palacios en la Cám ara de Diputados, cuan do presen tó el proyecto de ley de descan so h ebdom adario (1905). Idén ticas referen cias bibliográficas organ izaron los datos y dispararon las in terpretacion es. La prueba, m odulada por la fisiología del trabajo y la fatiga, fue com pletada por plan teos m orales de raigam bre católica, aun que éstos n o fueran pron un ciados por Palacios. Sus expositores fueron los legisladores que fijaron el descan so sem an al el dom in go, tran sform an do la n om en clatura del proyecto (Mases, 2005) en aten ción a la tradición in scripta en el Génesis y a la organ i-zación de los oficios religiosos católicos (Palacios, 1910).

Duran te el Cen ten ario, se editó el in form e que Augusto Bun ge (1910) redactó para el Departam en to Nacion al del Trabajo. A diferen cia de Bialet Massé, Bu n ge procu ró u n a m ayor in teracción en tre el repertorio teórico y las observacion es de cam po, aun que su posición política era diferen te. El am bien te fabril y las con dicion es de h abitación fueron accesos privilegiados para el an álisis de la debilidad biológica de las clases trabajadoras. Bu n ge p refirió u tilizar los datos estadísticos com o p roblem a y n o com o con statación , afirm ó que los in dicadores n o sólo m erecerían ser volcados y exh ibidos sin o com en tados y explicados. Algun os gestos an alíticos de Mosso (1893) fueron seguidos por el m édico argen tin o.

A fin es del siglo XIX y com ien zos del siguien te, la degradación física de los sectores populares, según los están dares de visibilidad biopolítica, era con statable en cualquier país capitalista. Su casuística: m ala alim en tación , falta de ven tilación del lugar de trabajo y la h abitación , m on oton ía de la tarea, h acin am ien to e in com odidad y exceso de ruido y polvo. El am bien te in gresaba al cuerpo, producien do alteracion es de alcan ce in dividual y racial (Bun ge, 1910, p.12). Cin cuen ta añ os después de su publicación , el tratado de Morel (1857) sobre la degen eración era utilizado en la Argen tin a.

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El obrero era privado de la vida espiritual (h um an izada) por el trabajo m on óton o y em brutecedor. Las eviden cias de la fisiología del trabajo y la fatiga fueron con vocadas para su st en t ar algu n as p ro p u est as refo rm ist as. Las m en cio n es a la o bra d e Mo sso (1893) aparecieron cada vez que Bun ge (1910, p.33) decidió reflexion ar sobre las toxin as del trabajo y su difícil elim in ación sin la in tercesión del descan so.

Bu n ge extraía las caden cias m oralistas de la obra fu n dam en tal de Adam Sm ith . La riqueza de las naciones estaba fun dam en talm en te in cardin ada en sus h om bres (Foucault, 2007). La escritura del padre del liberalism o con tribuía a fun dam en tar la n ecesidad del acortam ien to de la jorn ada de trabajo y el m ejoram ien to de sus con dicion es (Bun ge, 1910, p.28). Adam Sm ith era a Bun ge lo que la Bibliay Rerum Novarum a Bialet Massé: autoridades in co n gru en t es (au n q u e n o an t agó n icas) co n el p lan t eo cen t ral. Sin em b argo eran retóricam en te utilizables, tan to para con ven cer a un lector que les prestara devoción com o p ara sosten er n u evos argu m en tos m ed ian te id eas m ás an tigu as. El p roced im ien to d e in vocación con sistía en torn ar la propuesta de reform a asim ilable al público que in ten taba con ven cer y a la m atriz ideológica preceden te con la que con vivía el reform ism o. Se trataba d e u n a u t ilizació n p ragm át ica y d e u n so lap am ien t o n o p lan ificad o d e ló gicas d e pen sam ien to y juegos del len guaje.

Si la fatiga en flaquecía el capital h um an o en la producción , sus repercusion es con ducían al debilitam ien to social. La fatiga era u n a de las cau sas prin cipales del desperdicio de im portan tes posibilidades de acum ulación . Los ben eficios sociales de las jorn adas cortas se torn aban in accesibles p ara los trabajad ores, em p obrecien d o su s relacion es sociales y econ óm icas. Las jorn adas de trabajo etern as cercaban a las h oras de esparcim ien to. El obrero n o con seguía repon erse de la ten sión procurada por el trabajo. Bun ge abogaba por un a jorn ada m ás breve, aun que dem an daba al obrero acelerar el ritm o de producción . Así, pese a reducirse el tiem po de labor, la productividad se m an ten dría.

Un a suba salarial debía com pen sar el in crem en to de la producción . La falta de descan so y el trabajo exigen te determ in aban la caída en el alcoh olism o. El trabajo repetitivo y las m alas con dicion es de vida dism in uían la capacidad in telectual del obrero, su volun tad se extraviaba. Sin h orizon te, el trabajador acudía a la tabern a para h allar alivio a su can san cio y un espacio m en os h acin ado. Pero esa com odidad era m om en tán ea, pron to un a n ueva form a de can san cio sobreven ía en el despach o de bebidas. El obrero quedaba apresado en un círculo vicioso (Bun ge, 1910, p.45).

Al en ven en am ien to de la fatiga y la m ala alim en tación se agregaba el del alcoh ol. Bu n ge, com o los cien tíficos de su época, especu laba qu e los alcoh ólicos en gen drarían h ijos degen erados. Sólo u n a com bin ación de h ábitos de vida racion ales y con dicion es h igién icas de h abitación y trabajo an ularían la decaden cia obrera. La educación y la reform a social eran los cam in os que in dicaba Bun ge para recon struir la fortaleza física y espiritual de los sectores populares argen tin os.

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el proceso de su con cepción que en los usos sociales y las h ibridacion es de los len guajes cien tíficos, políticos y m orales.8

Bialet Massé (1987, p.1009) lam en taba que las n ocion es fisiológicas del trabajo y el descan so perm an ecieran restrin gidas a un a aristocracia cien tífica. Sin em bargo, ese pequeñ o grupo daba m uestras de un am plio con sen so en sus apreciacion es sobre la tem ática. Todos abrevaban en bibliografía sim ilar y sosten ían la n ecesidad de produ cir u n a legislación laboral sistem ática, orien tada a la con secución de jorn adas de trabajo de och o h oras y un descan so sem an al de vein ticuatro. Ún icam en te la obra de Palacios se distan ció del resto, experim en tan do en el laboratorio para avalar sus postulados. La creación de un derech o laboral cien tíficam en te fun dado era el objetivo de sus labores en el Laboratorio de Fisiología del Trabajo de la Un iversidad de la Plata. Palacios propuso el equipam ien to de laboratorios de psicología experim en tal y aulas de legislación laboral en los talleres del Estado (Palacios, 1944, p.56).

Pese a este gesto de em pirism o radical, la depen den cia de su aparato teórico respecto a la obra de Mosso era tal qu e su s experim en tos sólo aportaron n u evas eviden cias a los estudios en que basó sus protocolos. De m odo que el valor político superaba al cien tífico de la obra.9 Pero, com o afirm an Sch apin y Sch affer (2005, p.52), “el problem a de gen erar y proteger el con ocim ien to es un problem a en la política, y, al revés, el problem a del orden político siem pre in volucra solucion es al problem a del con ocim ien to”. Un a de las caracterís-ticas del trabajo de Palacios fue expurgar de ton os regresivos a algun os de sus lecturas teóricas, h acién dolas colaborar, a veces forzadam en te, con las fin alidades políticas refor-m istas de sus argurefor-m en tos cien tíficos.10 Sólo la crítica del m odelo taylorista, por su irreflexión sobre la fisiología del trabajo, la fatiga y el h om bre, puede in dicarse com o n ovedad. No obstan te, el tratam ien to del taylorism o abrevaba en el capítulo XIII del Tratado de Versalles, en docum en tos de la OIT (Palacios, 1920), y en la crítica al taylorism o de Ioteyko (1926). Tam bién Bialet Massé n o t ó t em p ran am en t e las ret icen cias d e lo s in gen iero s (co m o F.W. Taylor) a in corporar a sus esquem as perceptivos las sugeren cias de la cien cia del trabajo (Palerm o, 2004).

Las políticas orien tadas a proteger la m atern idad y la descen den cia fueron con sign adas por Palacios. A su criterio, si la m ujer trabajaba duran te el em barazo, el h ijo h eredaría ten den cias m órbidas. Los n iñ os ten ían problem as en su n acim ien to, con stituyen do luego cam po fértil para la tu bercu losis. La tisis atacaba preferen tem en te a la clase obrera en razón de sus exten uan tes fatigas h eredadas por am bos progen itores (Arm us, 2007). Según Palacios, la d ecad en cia orgán ica ad q u irid a p or fatiga crón ica y las m alas con d icion es am bien tales de los sectores populares preparaban al cuerpo para la in fección . Las con dicio-n es socioecodicio-n óm icas de los obreros h acíadicio-n que la tuberculosis, edicio-n ferm edad am biedicio-n tal, fuese ‘in curable’ en tre ellos: “la m adre que trabaja duran te el em barazo producirá un h ijo débil, cuan do n o raquítico y degen erado …” (Palacios, 1944, p. 310).

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la educación de los h ijos. Asim ism o, esa descen den cia debía ser protegida y sus m adres auxiliadas en tan to am bos con stituían la cifra del futuro de la n ación . Las afirm acion es de Palacios m ostraban un costado eugen ésico dom esticado por los in tereses reform istas del socialism o. Pese a esta reform ulación , las bases de estos en un ciados respon dían al m ism o corpus que en otras con figuracion es socioculturales podían adquirir un sen tido com ple-tam en te diferen te.

Conclusiones

El an álisis de algun as obras de Mosso, Tissié, Bialet Massé, Rom ero Brest, Palacios y Bun ge esboza un recorrido salpicado por exploracion es, diagn ósticos y prescripcion es sobre el cuerpo, la en ergía, el trabajo y la fatiga. La im agen del cuerpo que con struyen los esquem as culturales de sus autores está h abitada por las fuerzas y las relacion es sociales del capitalism o in dustrial. Las con cepcion es del cuerpo com o m edio de producción (m áquin a), de la en ergía física com o capital (econ om ía orgán ica) y de la fortaleza biológica com o vitalidad racial (eugen esia) en cuen tran sitio en todos esos trabajos (aun que a través de m odulacion es y en caden am ien tos sin gulares).

El estudio de las relacion es en tre estas obras y los cam pos de in terven ción que prefiguran in ten ta m ostrar que la tran sición en tre las ideas m orales (religiosas-trascen den tales) y las cien tíficas (m aterialistas-em piristas) n o se produjo a través de discon tin uidades radicales. An tes h e eviden ciado la con viven cia (arm ón ica y com plem en taria) de fragm en tos de am bas form as de argum en tación . El pen sam ien to de los legisladores del trabajo acudía a la cien cia para justificar la reform a, un cam bio que tam bién se apoyaba en ideas religiosas y m orales de m ás larga trayectoria. Con secuen tem en te, el m ejoram ien to de las con dicion es laborales in cidiría positivam en te en la con dición m oral de los trabajadores. Modificar el m un do objetivo (m aterial), n ecesariam en te con duciría a un cam bio subjetivo (espiritual). En este cam po, las ideas de los en tren adores del cuerpo se proyectaban sobre la con ducta y el espíritu. Los profesores de educación física (y tam bién los adiestradores m ilitares) supusieron (aun que sin in vocar a los flagelan tes) que los torm en tos de la carn e, el sufrim ien to corporal y la ascesis, eran cam in os para tem plar el carácter y desarrollar un a orien tación m oral.

El cuerpo-m áquin a era sólo un a m etáfora. La objetividad (m edición ) de la fatiga im puso sus con dicion es a la in gen iería social del trabajador-soldado ubicado por en cim a del dolor y el placer (Roldán , 2006). En los estudios an alizados, el cuerpo y el espíritu se (des)com pon en con (barreras) ligaduras in visibles en procura del en causam ien to de los sujetos. El dualism o cartesian o establece el paradigm a y dom in a al ojo del fisiólogo, del en tren ador y del jurista. La pauta de robustecim ien to y m oralización posee un com pon en te m ágico, las relacion es en tre el cuerpo y la m en te perm an ecen in explicables (in explicadas). Esos discursos con fi-guran un a parte de la orien tación práctica que con tribuía a la fabricación de trabajadores, con sum idores, ciudadan os y soldados com o segm en to de la con strucción estatal y n acion al de fin es del siglo XIX y prin cipios del XX.

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con ceptuales y teorías purificadas. La organ ización del discurso sobre el cuerpo depen de, en ton ces, de la din ám ica de su con strucción y de los juegos sociales de los que participa, m ás que del pen sam ien to om n ím odo y acrisolado de sus arquitectos (in sertos, ellos tam bién , en esos y otros juegos sociales). Con secuen tem en te, m e h e ocupado de m ostrar cóm o los elem en tos m orales y culturales se in filtran (sin sufrir gran des m odificacion es) en los en tra-m ados cien tíficos. Quizá la disetra-m in ación y operatividad cultural y política de tales discursos en las con struccion es estatales, n acion ales y sociales del siglo XX h aya depen dido (preci-sam en te) de esas in filtracion es, de esas im purezas.

AG RADEC IM IEN TO

Agrad ezco los com en tarios d e los árbitros an ón im os d e este trabajo.

NOTAS

1 Mosso exp erim en tó con los in tercam bios san gu ín eos d e d os p erros, u n o en estad o d e rep oso y el otro

excit ad o . La co m p ro b ació n segu ía el sigu ien t e p ro t o co lo : en el t o rren t e san gu ín eo d e u n p erro , com p letam en te d escan sad o, se in yectaba la san gre d el otro som etid o a la excitación d e corrien te eléctrica. Al com p robar q u e el p rim er p erro, lu ego d e la tran sfu sión , com en zaba a exp erim en tar sín tom as d e fatiga, Mosso (1893, p .165-166) in d u jo q u e la fatiga era p rovocad a p or u n a toxin a q u e se d ep ositaba en la san gre.

2 Las id eas d e la d egen eración fu eron estabilizad as y d ifu n d id as p or Morel (1857) a m ed iad os d el siglo

XIX en Fran cia, u n o d e los sitios d on d e Mosso h abía estu d iad o d u ran te su ju ven tu d .

3 En las p rim eras d écad as d el siglo XX, estas con cep cion es h allaron su con sagración en u n a obra escrita

p or u n ju rista y u n m éd ico en la Alem an ia d e la Rep ú blica d e Weim ar. El d iscu rso d e la eu gen esia rad ical y la eu t an asia, co n am p lio reco rrid o en lo s Est ad o s Un id o s d e No rt eam érica, fu e co ro n ad o co n la p u blicación d e Bin d in g y Hoch e (1920). Sobre el d iscu rso eu gen ésico en Am érica Latin a y Argen tin a ver la im p ortan te com p ilación d e Marisa Miran d a y Gu stavo Vallejo (2005).

4 Debid o a la exten sión p revista p ara este trabajo, resu lta im p osible h acer m en ción a las p rácticas d e

d iscip lin am ien to regid as p or la d iscip lin a p atriótica d el tiro al blan co, a la regen eración física p or m ed io d e las colon ias d e vacacion es p ara n iñ os d ébiles, a la con stru cción d el p rim er Stad iu m Mu n icip al d e Am érica Latin a p ara la p ráctica p op u lar d e ejercicios físicos y a la trayectoria d e la ed u cación . A fin d e n o d ejar lagu n as d e lectu ra rem itim os al lector a los trabajos d e Aisen stein y Sh aragrod sky (2006) y Rold án (2005, 2008).

5 Au n qu e h abían sido presen tadas varias tesis sobre h igien e escolar y éste era u n tem a de n otable trayectoria

en el d iscu rso h igien ista. Sem ejan tes in tereses n o h abían sid o can alizad os a través d e la con sid eración d e la ed u cación física.

6 Para ah on d ar en las orien tacion es d e Rom ero Brest, el m ejor estu d io realizad o h asta la fech a es el d e

Aisen stein y Sh aragrod sky (2006).

7 La h eterod oxia d e Bialet Massé con resp ecto a su s id eas p olíticas y sociales (en esp ecial su con cep to d e

socialism o in d ian o) h a sid o su brayad a p or Agu stin a Prieto (2004, 2006).

8 En este sen tid o, W ittgen stein (1999, p .43) afirm ó: “El sign ificad o d e u n a p alabra es su u so en el

len gu aje”.

9 A fin d e afirm ar la origin alid ad y el valor d e la obra, en la segu n d a ed ición (1924), Palacios p u blicó

varias cartas d e cien tíficos e in telectu ales d e recon ocim ien to in tern acion al. Tod os vertieron elogiosos com en tarios sobre el libro.Pu eden ap reciarse las sign atu ras de San tiago Ram ón y Cajal, Gregorio Marañ ón y los d iscíp u los d e Mosso, Marian o L. Patrizzi y Gabrielle Ferrari (Palacios, 1944, p .25-30).

10 En p articu lar, esta op eración es n otable en la lectu ra d e la obra d e Nicéforo (1907) (Palacios, 1944,

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