• Nenhum resultado encontrado

Algunos hechos sobre clínica y epidemiología de la enfermedad de Chagas en Chile

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2017

Share "Algunos hechos sobre clínica y epidemiología de la enfermedad de Chagas en Chile"

Copied!
9
0
0

Texto

(1)

.

II

1 r)

:<, .

/ ‘3, v .

ALGUNOS HECHOS SOBRE CLfNICA

Y

EPIDEMIOLOGÍA

DE LA ENFERMEDAD

DE CHAGAS EN CHILE

Por el Dr. GABRIEL GASIC L.

La investigación de la enfermedad de Chagas sólo comienza en Chile

el año 1937, con la creación del Departamento de Parasitología en la

Dirección General de Sanidad.

Antes de esta fecha sólo se conocían algunos hechos aislados sobre la

epidemiología de esta tripanosomiasis en el país, gracias a las primeras

observaciones del Prof. J. Noé en 1921, Las experiencias de su discípulo

Miguel Massa en 1931 demostraron que los flagelados que observara

el Prof. Noé en el intestino triatomas de los alrededores de Santiago

correspondfan al T. Cruxi.

Con estas premisas epidemiológicas y contándose en 1937 con la

ayuda oficial y la dirección de Noé, Jefe del Departamento de Parasito-

logfa, se inician en forma más o menos continuada los estudios sobre

tripanosomiasis americana, lográndose levantar en estos últimos años el

primer mapa epidemiológico de la enfermedad de Chagas en el país y

demostrar los primeros casos humanos de esta parasitosis, a partir de

dbre. del año 1938, en que se confirma el primer caso agudolo.

Como resumen de toda esta labor realizada por el autor y entusiastas colabora- dores en la zona rural y en los laboratorios del Departamento de Parasitología, como Víctor Bertín, Vicente Carvajal, Jorge Alvayay, Pablo Chait, Orlando Badínez. A. Palma Solari y E. Dussert, Amador Neghme, Jacobo Faiguenbaum, Jorge Ro- mán y Jonás Gho, respect,ivamente, se dan a conocer en la presente comunicación algunos hechos más sobresalientes sobre clínica y epidemiología de la enfermedad de Chagas en Chile.

Clfnica.-Desde

el punto de vista clínico nos referiremos brevemente

a la intensidad de la sintomatología de la enfermedad de Chagas en

el país, a sus caracteres evolutivos y a la calidad de los sfntomas en los

distintos perfodos clínicos de la enfermedad.

En primer lugar, nos cabe hacer notar que la tripanosomiasis ameri-

cana adopta entra nosotros caracteres clínicos menos graves que los

que se describen en los pafses del Atlántico, en el sentido de que por lo

general, salvo algunos casos letales que hemos tenido que lamentar, la

sintomatología no reviste la intensidad descrita por autores argentinos,

brasileños y uruguayos.

Esto vale especialmente para el período sub-

agudo, en que los síntomas subjetivos y objetivos pueden ser discretos

y poco llamativos para el clínico.

Este hecho de la menor gravedad clínica de las manifestaciones cha-

gásicas y la circunstancia que los médicos no conocieran el cuadro clínico

327

(2)

fluído seguramente para que la tripanosomiasis americana pasara mucho

tiempo inadvertida en nuestro país, hasta que se emprendieron encuestas

epidemiológicas sistemáticas en las zonas sospechosas por la existencia

de vinchucas.

Además de la menor intensidad de los síntomas chagásicos, debemos

llamar la atención sobre la relativa rareza de las formas agudas clínica-

mente llamativas, en relación con el mayor porcentaje de enfermos sub-

agudos de nuestra estadística, muchos de los cuales no acusan en la

anamnesis antecedentes claros de la primera etapa aguda.

Esta observación de la aparente escasez de las formas agudas y menor

gravedad de los sfntomas en todas las fases clfnicas, podría indicar que la

infestación chagásica en Chile no siempre comienza con una etapa clínica

imponente, sino en forma larvada, inadvertida, en muchas ocasiones,

para el enfermo.

Esta interpretación es tanto más probable cuanto que nuestras en-

cuestas epidemiológicas, mientras comprueban en la zona rural todos

los factores etiológicos para una gran difusión de la enfermedad, sin

embargo, no es frecuente constatar las formas llamativas agudas. En

efecto, en el campo y en la zona minera abundan los ranchos plagados

de vinchucas y estas muestran los fndices de infestación por T. cruzi.

Al paso que parecen escasear las formas agudas, de sintomatología

evidente, en cambio hemos observado numerosas formas subagudas y

formas crónicas parasitológicamente confirmadas y un alto porcentaje

de reacciones de Machado positivas en las poblaciones encuestadas.

Por las razones expuestas, nos parece muy probable y digno de to-

marse en cuenta para los efectos prácticos, el que muchos casos de tri-

panosomiasis americana tienen Yn comienzo larvado que puede hasta

pasar inadvertido al enfermo o ser poco advertido, entrando rápidamente

a la etapa crónica.

En cuanto a la evolución clínica, la tripanosomiasis americana se

muestra, por lo menos en ciertos casos, como una enfermedad de curso

crónico, por el hecho de confirmarse en nuestra estadística, enfermos,

que por su sintomatología, encuadran en los distintos períodos clínicos

que se describen en esta enfermedad.

Por el momento, resulta diffcil confirmar si todos los enfermos cha-

gásicos deben necesariamente evolucionar hacia la cronicidad, pasando

o no por una etapa aguda llamativa, y si son indispensables para que

tenga lugar esta evolución crónica, las superinfestaciones, las rein-

festaciones, u otras condiciones morbosas asociadas a la tripanosomiasis

americana.

A continuación pasamos brevemente a analizar la sintomatología de 69 casos de enfermedad de Chagas confirmados parasitológicamente, sin entrara considerar la de los enfermos de la zona rural con ~610 reacción de Machado

positiva.

Detalles

l

h

-~ ‘r\ .

:I . !

L

l -

.$ f

3

e

.

!

(3)

/

.

4 J

1’

I l

“3

t . .

t .

.

‘19431 TRIPANOSOMIASIS

329

de los casos clfnicos estudiados entre nosotros se podr& encontrar en las publica- ciones respectivas 1,2,3,4,10,11, y 14.

La clasificación clínica de estos casos, es la siguiente : agudos, 16; subagudos, 48; cr6nicos, 5.

Enfermos agudos.-De los 16 enfermos agudos, nueve son niños y siete adultos. Clínicamente, 14 casos se caracterizan por edema palpebral unilateral, y dos por edema generalizado secundario a edema de parpados. Hasta la fecha no hemos tenido éxito, a pesar de haberlas buscado, en revelar otras formas clínicas de co- mienzo, especialmente cutaneas. Las investigaciones futuras nos ilustrarán m&s a este respecto.

En todos los enfermos mencionados, adem&s de los signos externos que caracteri- zan a la forma clínica, se ha podido confirmar como sfndrome de base combn a todos ellos, los siguientes : estado infeccioso de variable duración e intensidad acompaña- do o no de signos digestivos o nerviosos; taquicardia, y mas raramente, pulso lento; hepato y esplenomegalia ; y adenopatía generalizada secundaria.

La evolución de estos casos, en líneas generales, fu6 relativamente benigna salvo cn dos, en que el desencadenamiento de complicaciones nerviosas en uno y cardía- cas y nerviosas en el otro, produjo la muerte.

En dos observaciones la evolución del edema palpebral fu6 mas prolongada que lo habitual, hasta 3 meses, comprobandose en estos casos lúes serológica asociada.

Desde el punto de vista del laboratorio, hemos practicado, en la mayoría de estos enfermos, exámenes hematológicos, radiológicos, electrocardiográficos y los para- sitológicos de rigor.

La exploración radiológica del tórax no revela en seis observaciones alteraciones apreciables de la sombra cardíaca, salvo en una, en que este examen descubre un ligero aumento del corazón; iguales resultados se obtuvieron con la telerradiografí en tres casos.s

El estudio electrocardiogr&co practicado en nueve observaciones evidencia en casi todas trastornos en la generación del estímulo de origen sinusal (arritmia cronotropa), consistente en taquicardia, bradicardia, arritmia o taquiarritmia de origen sinusal. Sólo en un caso se constató bradicardii.

Ademas de los transtornos cronotropos del ritmo, fueron evidenciadas altera- ciones de la onda P y del complejo ventricular, que indican transtornos de la con- ducción intracardíaca y daño del miocardio de mayor o menor consideración.

Los examenes hematológicos practicados en varios enfermos indican una linfoci- tosis constante, acompañada o no de monocitosis o eosinofilia.

La confirmación perasitológica fu6 posible en todos los casos : en dos mediante el examen de sangre al fresco; en siete mediante lagota gruesa; en uno, al frotis grueso; y en los seis restantes, con el auxilio del xenodiagnóstico.

El método de elección en este período según Massa es la gota gruesa.

El tratamiento empleado fu6 el 7602 Bayer (Ac.). Su uso en nueve enfermos, salvo en uno fatal, fu6 de resultados favorables, tanto desde el punto de vista clínico como parasitológico6.

Durante el curso de este tratamiento se pudo observar en dos enfermos taqui- cardia de tipo continuo: en uno, despues que se había normalizado el pulso y la temperatura, y en otro, estando la paciente con taquicardia de tipo irregular.

En un tercer enfermo, se tuvo un accidente cardiopulmonar agudo seguido de expcctoracion sanguinolenta, por inyeccion intravenosa del 7602 Bayer (Ac.), ad- ministrada erróneamente por esta vía por el encargado de hacerlo. Este enfermo posteriormente se repuso sin mayores consecuencias.

(4)

período agudo, siendo especialmente notorios la taquicardia; la hepato y espleno- megalia; la poliadenopatia; y las febrículas o ganchos febriles aislados. En esta fase clínica no se aprecia un estado infeccioso evidente ni manifestaciones externas de la etapa aguda.

La distribución de nuestros casos sepún la edad, es la siguiente :

la Seííos _...,..

6 cams

6~10 <’ . . . 21 “ ll s20 I‘ . . . 11 “ 21&30 LG . . . . . 6 “ 31 a 40 “ . . . . . 4 ‘<

Total . . . . . . . 48 casos

Fuera de los síntomas arriba anotados, un hecho digno de anotarse son las fre- cuentes fabrículas o ganchos febriles aislados, lo que se ha podido observar en varios enfermos y que demostraría la exacerbación peri6dica de la actividad del T. cruzi o quizás el agregado de sucesivas superinfestaciones.

La sintomatología de estos casos, en general, es tanto más atenuada cuanto mayor sea la edad.

Los exhmenes de laboratorio practicados revelan lo siguiente :

Transtornos cronotropos del ritmo en la mayoría de los casos, linfocitosis en un 50y0 de las observaciones y mayor escasez de T. cruzi que en el período agudo.

En todos los casos referidos el diagnóstico parasitológieo fu8 hecho mediante el xenodiagnóstico de sangre en perros jóvenes. Según la experiencia chilena, el xeno- diagnóstico constituye en este período un m6todo pr&tico y eficaz, a condición de emplear como mínimum l-10 larvas y de repetir los examenes de las vinchucas utilizadas después de los treinta días, si éstas resultaran negativas.

La reacción de Machado y Guerreiro ha sido dtil en varios casos, confirmando el diagnóstico en forma indirecta antes del hallazgo del T. cruzi por los métodos men- cionados. Esta reacción, pmcticada en 17 enfermos, fué positiva en 15 y negativa en 2.

S610 en dos enfermos se ha ensayado el 7602 Bayer (Ac.) a dosis insuficientes, not8ndose en estos casos ninguna mejoría clínica y sí exacerbación del T. CTUIZ, con aumento de 6stos en la sangre al xenodiagnóstico.

Enfermos crónicos.-Incluimos en esta categoría ~610 los enfermos clínicamente determinados y parasitológicamente confirmados. Sólo han sido observados en el país formas cardíacas, no habíendose confirmado hasta el momento ninguna forma nerviosa. El número de enfermos con diagnóstico parasitológico asciende a cinco y clínicamente se manifiestan por lo que sigue : cuatro por transtornos del ritmo

(tres por arritmia extrasistólica y uno por bradicardia sinusal), y uno por un sín- drome de insuficiencia cardíaca. Todos son adultos y sus edades oscillan entre 29 y 60 años.

El estudio de los antecedentes anamn8sticos ~610 revela en dos episodios probables de enfermedad de Chagas aguda: en uno, a los diez años y en otro, a los quince, teniendo los enfermos en cl momento de la observación BO y 41 años respectiva- mente.

(5)

19431

TRIPANOSOMIASIS

331

.

vinchucas, las reservas de virus y la morbilidad y mortalidad por enfer-

medad de Chagas. También nos referiremos brevemente aquí al prob-

lema de la virulencia del T. cruzi y al terreno humano en el que se

desarrolla.

.

Según experiencias de Gajardo Tobar y Apablazag, las cepas de

T.

cruxi de origen chileno tendrían una menor virulencia que las extranjeras,

hecho que también ha sido observado en los laboratorios del Departa-

mento con algunas cepas autóctonas.

l

Pero al lado de la menor virulencia del agente patógeno, quizás sólo

d

relativa, creemos atribuir mayor probabilidad al terreno, como causal

de las diferencias clínicas ya varias veces mencionadas.

En efecto, es

muy posible que este terreno sea distinto en Chile que en los países del

Atlántico, debido a las escasísimas corrientes inmigratorias en nuestro

l

psis, por no decir nulas en las zonas rurales, lo cual habría determinado

mayor grado de resistencia del terreno.

Aún no sería improbable que la

infestación chagásica sea más antigua en los países occidentales de la

I

América, en los cuales podría haberse originado por selección tipos

ti .*

humanos más resistentes a la tripanosomiasis americana, como sucedería

a

de ciertas poblaciones de negros, con respecto a la malaria.

Pasando ahora al estudio de los agentes trasmisores y de las reservas de virus, factores indirectos de apreciación de la morbilidad chagásica, cabe decir lo que

.

sigue :

Que las vinchucas abundan en numerosos puntos del territorio en donde encuen- tran condiciones de clima, biotipo y especialmente condiciones de vivienda en las zonas rural y suburbana muy apropiadas para su desarrollo y multiplicación. Hay particularmente que insistir en la frecuencia del llamado “rancho rural” entre

.,

nosotros, que constituye para la epidemiología y profilaxia de la enfermedad de Chagas un punto de capital importancia, tal como lo pueden demostrar las estadís- ticas al respecto y las viviendas campesinas y mineras.

Así no nos ha sido difícil recolectar a lo largo del país hasta la provincia de San- tiago, varios miles de vinchucas, especialmente en la provincia de Atacama, en “1 donde hemos hecho encuestas de mayor duración. Han sido hallados de preferencia

1 l estos hemípteros en pequeños pueblos y caseríos de las pampas salitreras o de

9

las zonas mineras, alejados de la costa; en los cajones cordilleranos del macizo

i andino y en los angostos valles de la Cordillera de clima seco, de escasa vegetación, de viviendas situadas cerca de cerros y parajes de la Costa; y en zonas en general

?

pedregosos.

4.

De las tres especies de triatomídeos descritas en Chile (Triatoma kfestans, 1

1 con mucho el Triatomu infestans, Klug, 1833, que hasta la fecha ha sido hallada en T. spinoZai y Triatonaptera porteri), la de mayor importancia epidemiológica es las provincias del Norte y en las de Santiago y Aconcagua en la Zona Central.

No conocemos todavía con precisión el límite sur de la distribución geográfica I *

.

de esta especie, hallándose este capítulo de la epidemiología en estudio. Segtín una publicación del Prof. Porter en el año 1920, dicho límite se extendería hasta al paralelo 40, provincia de Valdivia, a juzgar por ejemplares recibidos por dicho profesor de un coleccionista de la región valdiviana.

(6)

332

OFICINA SANITARIA

PANAMERICANA

[Abnl

. ha sido posible, tltimamente, hallar en una gira al sur triatomídeos entre los pn-

ralelos 40 y 37, ni tampoco tener noticias de entomologistas y personas de esa zona de que existiera este hemíptero. Es digno de anotarse al respecto la seguridad con que los habitantes de la región cordillerana, cerca de San FabiEtn de Alico, afirman que las vinchucas no se observan en el lado chileno de esta región, pero sí y en abundancia en el lado argentino en el Territorio de Neuquén, de clima más seco (como Andacollo y Chosmalal), en donde los arrieros y excursionistas tienen que sufrir las molestias por la picadura de este insecto.

Por las noticias que tenemos hasta la fecha, se puede decir con mucha verosimili- tud, que dicho límite sur geogrfifico se extiende probablemente hasta el paralelo 35, y con toda seguridad, un poco m&s al norte, en donde hemos confirmado el caso agudo más austral de enfermedad de Chagas, al interior de Curicó.

Ahora, por lo que respecta al índice de infestación tripanósico de las triatomas, Bste se muestra bastante elevado en el país. Sobre un total de más de 9000 ejem- plares de

Triatoma

infestans examinados, se muestra un promedio de 40% de vinchucas infestadas, cifra que habla muy en alto de las proporciones que deben tener las reservas de virus y las posibilidades frecuentes de infestación humana.

En cuanto a las reservas de virus, nuestros trabajos no han sido lo suficiente- mente extensos en lo que se refiere a animales salvajes, encuestándose casi sólo de preferencia los animales domésticos de las viviendas rurales. En nuestro país se han demostrado hasta ahora como reservas de virus los perros y los gatos, consta- tándose hasta la fecha un 20.4y0 de los primeros infestados y un 4.4% de los segundos en iguales condiciones, sobre un total de 184 perros y 136 gatos examinados en diversas regiones del país,

Algunos ex6menes aislados de llamas, ratones de “pirca” (Octodon degu), mur- ciélagos, un zorro e incluso de varios cerdos en las zonas endémicas, no han sido

acompañados de éxito. .

De mayor interés que los índices epidemiológicos ya analizados, es sin

lugar a dudas el estudio directo de la morbilidad chagásica.

Los mktodos propuestos para apreciarla son numerosos, pero ningu-

no

por sí solo suficiente.

Se basan algunos en las encuestas clínicas

domiciliarias y otros en la aplicación en gran escala de métodos de labo-

ratorio, como la gota gruesa, el xenodiagnóstico, la reacción de Machado

y los eximenes electrocardiográficos principalmente.

Entre nosotros, se han empleado particularmente las encuestas clínicas

domiciliarias y el censo serológico mediante la reacción de Machado y

Guerreiro.

l

a

. , i

,-

7

El primero de los m&odos mencionados consiste en la indagación entre los miem- bros de cada familia de antecedentes anamnésticos de tripanosomiasis americana y al mismo tiempo, en el examen clínico somero de los niños y adultos, a fin de pesquisar en los distintos domicilios los m&s sospechosos. Estos a su vez, son citados en las Postas Rurales del Seguro Obligatorio o escuelas para un examen clínico más detenido y para practicárseles los examenes parasitológicos de rigor. Este procedimiento es en la práctica bastante eficaz y ha servido para ubicar la mayor parte de nuestros enfermos subagudos y crónicos.

El segundo método de investigac& epidemiológica de la enfermedad de Chagas

. , r

.

es el llamado censo serológico mediante la reacción de Machado. Aunque algunos autores discuten su valor específico en el diagnóstico de la tripanosomiasis ameri- cana, sostenemos al igual que autores brasileños y argentinos, que se trata de un

(7)

19431

TRIPANOSOMIASIS

333

.

*

-2

i l

! n i

.

.,

:4 ’

&

,’

procedimiento de investigación de esta parasitosis bastante eficaz, a condición de utilizar un antígeno rigurosamente controlado. Trabajando en estas con- diciones hemos podido en muchos casos confirmar este diagnóstico, mucho antes de que se hallare el T. cruzi mediante el xenodiagnóstico o inoculación de sangre a animales sensibles. En los casos confirmados parasitológicamente, y cuando esta reacción fué practicada, se mostró positiva en 23 casos sobre 29.

Si bien es cierto que la reacción de Machado y Guerreiro tiene poco valor epi- demiológico en las zonas en que hay concomitantemente leishmaniasis, este in- conveniente no rige para nosotros, por no haberse demostrado hasta la fecha la leishmaniasis en Chile.

Desde fines del año 1939, en el Departamento de Parasitología se han practicado 1,894 reacciones de Mkchado por Neghme, Faiguenbaum, Roman y Gho, bajo la dirección técnica de E. Dussert, serólogo del Instituto Bacteriológico de Chile.

De este total de reacciones practicadas, 1,445 corresponden a muestras extraídas en las zonas rurales endgmicas, principalmente de niños, y 449 a muestras recogidas en los hospitales de Santiago.

En relación con esta distinta procedencia de las muestras, el porcentaje de reac- ciones positivas fué mucho m& alto en las zonas rurales que en los hospitales de la capital, siendo en las primeras de 31.8% y en los segundos, de sólo 11.8%.

Aunque este censo no ha sido total en las poblaciones rurales por diversas razones que no es el caso de detallar, estos resultados parciales demuestran que la infesta- ción chagásica en el hombre tiene vasta difusión en nuestro medio campesino y minero, quedando por investigar con precisión el porcentaje de enfermos latentes y clínicamente activos. Según nuestras observaciones, muchos de estos enfermos serológicamente positivos, especialmente los niños, presentan síntomas clínicos del período subagudo y algunos de ellos alteraciones electrocardiográfkas que no se han expuesto en la parte clínica de este trabajo.

Además de las encuestas clínicas domiciliarias y del llamado censo serológico, tenemos la impresión de que se mostrar& como métodos epidemiológicos de gran valor para la investigación de la infermedad de Chagas en el futuro, la aplicación en masa del xenodiagnóstico y de los exámenes electrocardiográficos, estos últimos para pesquisar las formas cardíacas.

La distribución geográfica de los casos mencionados se extiende desde

In provincia de Tarapacá hasta la de Curie6 y coincide con los límites

de difusión de sus agentes trasmisores, correspondiendo el mayor nú-

mero de enfermos a las provincias de Atacama y Santiago, zonas en

las cuales se han efectuado encuestas más completas y prolongadas.

En cuanto a la edad de los enfermos, los casos agudos se muestran más

o menos en igual número en los niños y adultos; los casos subagudos,

con mayor frecuencia en los niños; y los casos crónicos, sólo en los adultos.

En lo que se refiere al número de casos agudos según la estación del

año, éstos son más numerosos en las estaciones calurosas, especialmente

en los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero.

Finalmente, debemos insistir, para terminar, sobre la frecuencia de las

llamadas endemias familiares.

Sin considerar por el momento el censo

serológico que revela numerosas familias con varios miembros infestados,

se ha podido comprobar en los casos que se analizan nueve familias con

dos o más enfermos de tripanosomiasis.

(8)

Desde el punto de vista clínico:

(1) La enfermedad de Chagas se presenta en Chile con una sintomatología menos grave que la relatada por los autores sudamericanos.

(2) El curso clínico de esta parasitosis suele ser crónico, pudiendo o no tener un comienzo agudo clínicamente aparente.

(3) Resulta difícil, por el momento, afirmar que el curso clínico de la enferme- dad de Chagas sea siempre obligadamente crónico y qu6 rol desempeñan las reinfestaciones, superinfestaciones u otras condiciones morbosas asociadas. (4) El número de casos humanos de enfermedad de Chagas confirmados con

hallazgo de T. cruzi, asciende a 69 actualmente, siendo 16 agudos, 48 sub- agudos y cinco crónicos.

(5) En cuanto a los síntomas, son los mismos descritos por autores extranjeros, caracterizándose las formas agudas principalmente por edema palpebral unilateral ; las formas subagudas por taquicardia, febrículas o alzas febriles aisladas, poliadenapatía y hepato y esplenomegalia; y las formas crónicas por alteraciones del ritmo cardíaco.

(6) Como método de diagnóstico de laboratorio en los períodos subagudos y crónicos consideramos por su sensibilidad y practicidad al xenodiagnóstico, a condición de emplear un suficiente número de larvas de triatomas in- demnes.

(7) En nueve casos de enfermedad de Chagas aguda tratados, el 7602 Bayer (Ac.) se ha mostrado favorable clínica y parasitológicamente en ocho casos. Desde el punto de vista epidemiológico:

(1) En Chile se refinen todas las condiciones epidemiológicas para una extensa difusión de la enfermedad de Chagas en las zonas Norte y Central del país, según se deduce del estudio de las reservas de virus, de la distribución geogr&fica y abundancia de triatomídeos y de su alto índice tripanósico, que alcanza por término medio al 40’35, sobre mBs de 9,000 ejemplares de Tria- loma infestan examinados.

(2) Dentro del cuadro epidemiológico desempeña un papel de gran importancia el estado de la vivienda rural, muy propicia para la permanencia y desarrollo

de las vinchucas en nuestro medio campesino y minero.

(3) La difusión de la enfermedad de Chagas, presumible por el estudio de los índices epidemiol6gicos indirectos, se demuestra mejor por el censo sero- lógico mediantre la reacción de Machado que por las encuestas clínicas, por cuanto deben existir numerosos casos de infestación chag&ica latentes 0 clínicamente muy poco activos.

(4) En Chile, el censo sorológico en encuestas epidemiol6gicas parciales de- muestra hasta la fecha un 318% de habitantes de la zona rural con reacción de Machado positiva en un total de 1,445 reacciones practicadas.

(5) A pesar de las discusiones sobre el valor específico de la reacción de Machado y Guerreiro, se considera a ésta un método de diagnóstico epi- demiológico eficaz, a condición de emplear antígenos rigurosamente con- trolados y activos.

(6) El número de casos clínicos de enfermedad de Chagas con hallazgo de T. cruzi (ôQ), no puede dar de ningún modo una idea ni siquiera aproximada de la morbilidad chagásica por ser el diagnóstico parasitol6gico en muchísi- mos casos difícil, pequeñas las zonas encuestadas, e insuficientes los medios yicolaboradores en la zona rural.

Bibliografía Nacional

1 Alessandri, H., Ga&, G., y Faiquenbaum, J.: Primer c&so agudo de Enfermedad de Chapas en la Provincia de Santiago, Reu. Soc. Méd. de CMe, año 68, no. 9, sbre. 1940.

.

.

;.

(r

‘.

a ,

J

.+

(9)

/ .

,

.

1

I .I

19431

TRIPANOSOMIASIS

335

* Alvayay, J., Gasic G., y Bertfn, V.: Tripanosomosis cardíaca, Prensa Méd.,

IV, 21,1840.

3 Alvayay, J., y Carvajal, V.: Tripanososmosis cardíaca americana. Investigaciones clfnioas y electro- cardiog&icas, Rev. Méd. de Chile, año 119, no. 12, dbre. 1941.

4 Bertfn, V.: Contribuciones sobre la epidemiología de la Enfermedad de Chagas en Chile, tesis, Bol. Méd. Sm. Seguro Obrero, no. 77, nbre. 1940.

6 Carvajal, V.: La tripanosomosis americana en la Provincia de Santiago, (Además consideraciones generales sobre su clínica y epidemiologkí en Chile), tesis, 1943. (En prensa).

6 Chait, P.: Estudio clfnico y epidemiolbgioo de la Enfermedad de Chagas en Domeyko, BoE. Méd. Sm., nbre.-dbre. 1939.

7 Dussert, E., Faiguenbaum, J., y Neghme, A.: La reacción de Machado en Chile, Rev. Chikna de Hig. g Méd. Preu., vol, II, 1939.

8 Gajardo Tobar, R.: Enfermedad de Chagas en Chile, Rea. Moderna, fbro.-mzo. 1939.

@ Gajardo Tobar, R.: Enfermedad de Chapas en Chile. Histopatología experimental, Reo. Moderna, Jun. 1939.

10 Ga&, G.: Primer caso agudo de Enfermedad de Chages en Chile, Rev. Méd. de Ch&, año 64, no. 1. eno. 1939.

11 Gaaic, G., Soza, M., y Faiguenbaum, J.: Dos nuevos casos de Enfermedad de Chapas en Chile, Re% Méd. de Chile, año 68, no. 1, eno. 1940.

12 Gasic, G.: Enfermedad de Chagas, Ren. Ch&na de Hig. 21 Méd. Prez , val. 11, no. 4.6,1939. 11 Ga&, G.: Enfermedad de Chagas, Reu. Chilena de Hig. 9 Méd. Prez., 2: 117, 1939.

14 Ga&, G., y Ch&, P.: Once casos de Enf. de Chapas en Chile, Rev. Chilena de Hig. II Méd. Prev., val. II., no. 7-12,1939.

CONTROL

DE STEGOMYIA

(AEDES AEGYPTI)

EN

LOS PUERTOS BOLIVIANOS’

Informe para el tercer trimestre del año 1942

Por el Ministerio de Trabajo, Salubridad 21 Preuisi6n Social de la República de Bolivia

I

4 l

DEPARTAMENTO

DE SONTA

CRUZ

Santa Cruz de la Sierraa.. . DEPARTAMENTO DE BENI

Trinidad288 . .

Guayaramerln*.J . .

Cachuela EsperanzaP*~ _. .

Riberalt&~. .

Villa Bella*. . . . . . . .

DEPARTAMENTO PANDO

Cobija*,3 . . . . . . . .

4.

3,130

886 160 330 650 41

90

7

14 7 28 14

14

1,533 550 142 354 379 40

335

Número de % de casas casas con con focos de

focos de Stegomyia Stegomyia (Indice)b

0 0

0 0

0 0

0 0

0 0

0 0

0 0

1 Trasmitido y publicado conforme a la resoluclbn sobre fiebre amarilla de la IX Conferencia Sanitaria Panamericana que recomendó el envío, por las autoridades nacionales de sanidad, a la Oficina Sanitaria Panamericana, de informaciones trimestrales acerca del desarrollo de la campaña antihrvaria y los respec- tivos fndices stegómicos.

2 Puerto fluvial. a Puerto a&eo.

4 Las embarcaciones inspeccionad= son contadas como casas en este informe.

6 Para indicar los índiees, sólo cuando no hay ningún foco se ua cero: 0. Los fndices inferiores a 0.05 w3 representan por cero punto cero: 0.0.

Referências

Documentos relacionados

La violación y la tortura sexual de mujeres y, en algunos casos, de niños y jóvenes, son crímenes de guerra en el contexto de las nuevas formas de la conlicividad propios de un

El Estado, a través del órgano con competencia en el subsistema de educación básica, ejerce la orientación, la dirección estratégica y la supervisión del proceso educativo y

en ese referencial y la búsqueda por respuestas a nuestras inquietudes, que envuelven como las personas con HAS piensan, sienten y hacen para convivir con la enfermedad y la

Lucha antipalúdica.-Desde 1937, con la creación de la Dirección General de Paludismo con sede en la ciudad de Tucumán, centro estra- ’ tégico de la zona endémica

Con base en una revisión bibliográfica y la experiencia del autor, se exponen algunos adelantos metodológicos para el control de tales errores y se analizan

famílias da cidade de Palmas e arredores e realiza-se durante quatro a cinco dias, em julho. No ano passado, este evento atraiu 780 pessoas e este ano estiveram presentes cerca de

In order to evaluate DsRed expression, HEK293T cells were transfected with our lentiviral constructions and cells were analyzed 48 hours post-transfection by flow cytometry

En la presente investigación nos enfocamos en la vinculación entre la construcción social de la identidad femenina 1 y su relación con la percepción de la enfermedad en las mujeres