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Francisco Javier Rodríguez, Carolina Bringas, Francisca Fariña, Ramón Arce y Ana Bernardo (Eds.) COLECCIÓN PSICOLOGÍA Y LEY Nº 5

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PSICOLOGÍA JURÍDICA

ENTORNO JUDICIAL Y DELINCUENCIA

Francisco Javier Rodríguez, Carolina Bringas,

Francisca Fariña, Ramón Arce y Ana Bernardo

(Eds.)

COLECCIÓN PSICOLOGÍA Y LEY Nº 5

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© 2008 Ediciones de la Universidad de Oviedo © Los autores

I.S.B.N.: 978-84-8317-706-8 (Obra completa) I.S.B.N.: 978-84-8317-707-5 (Tomo 5) D.L.: AS-1695-2008

Imprime: Gráficas Covadonga

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Presentación... 9

Método y procedimiento para realizar un peritaje psicológico en el ámbito penal.. 11 Gualberto Buela-Casal

JUDICIAL, PENAL Y TESTIMONIO

Influencia del género del acusado y del posicionamiento de los testigos en la

utilización del lenguaje en los juicios orales... 19 Garbiñe Ortiz Anzola, José F. Valencia Garate

Lenguaje y atribuciones causales en contextos judiciales:

El rol de la utilización del nivel de abstracción lingüística en descripciones

y evaluaciones sobre las personas acusadas... 27 Garbiñe Ortiz Anzola, José F. Valencia Garate, Lorena Gil de Montes Etxaide

Ley integral contra la violencia de género: Análisis de sentencias... 37 Francisca Expósito Jiménez, Antonio Herrera Enríquez, Mª Carmen Herrera Enríquez

Algunas propuestas psicosociales para abordar el tratamiento

de la violencia hacia las mujeres en los entornos jurídico-penales... 43 Pilar Albertín, Jenny Cubells, Andrea Casalmiglia

Influencia de los procesos penales en los procesos civiles: Estudio de los casos de separación y divorcio en los juzgados de violencia de género... 53 Mª Mercedes Durán Segura, Francisca Expósito Jiménez.

Estudio descriptivo de familias con dinámicas de violencia doméstica en un

contexto judicial de orden civil... 59 Jordi Ballonga Muntada, Carme Cánovas Amenós, Mercè Cartié Julià,

Ramón Casany Mora, Carmen De Caso Alfaro, Judith Gimeno Garrote, Ansel Guillamat Rubio, Montse Julià TornéCatalina Mercadal Barber, Meritxell Ortí Lloret, Maribel Sala Coll, Esther Vallbona Borgas.

Tratamiento jurídico-penal de los trastornos relacionados con el consumo

de drogas... 67 Mª Carmen Cano Lozano, Inmaculada Ribes Sarasol, Lourdes Contreras Martínez

Análisis psicológico y jurídico de las sentencias del tribunal supremo

que eximen o atenúan la responsabilidad penal por motivos psicológicos... 73 Mª Carmen Cano Lozano, Inmaculada Ribes Sarasol, Lourdes Contreras Martínez

Criterios de evaluación de la credibilidad en las denuncias

de violencia de género... 85 Josep Ramón Juárez López, Anna Mateu Vidal, Eva Sala Berga

Psicología del Testimonio aplicada a accidentes de circulación... 93 Ramón Arce, Francisca Fariña

¿Es la confianza un indicador válido de la exactitud de un testigo?... 111 Karlos Luna

El análisis de contenido basado en criterios (CBCA) y la entrevista

cognitiva aplicados a la credibilidad del testimonio de adultos... 117 Verónica Godoy Cervera, Lorenzo Higueras Cortés

Análisis de contenido basado en criterios (CBCA): Técnica auxiliar en la

credibilidad testimonial del menor infractor... 127 José Paulino Dzib Aguilar, Verónica Godoy Cervera,

Esther Concepción Sánchez Ramírez

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MENORES INFRACTORES

Factores de riesgo y de protección en la infancia y la adolescencia... 151 Susana G. Paíno Quesada

Familia y grupo de iguales en la adaptación del menor infractor... 173 Lorena Álvarez Pouso, Patricia Balaña Tardáguila, Carlos Becedóniz Vázquez

Drogodependencia y salud mental en la realidad del menor infractor... 179 Mª Eugenia López

Menores infractores reincidentes: Análisis de la incidencia

de los factores psicosociales... 189 Belén Menéndez García, María Jesús Rodríguez Sánchez, Carlos Becedóniz Vázquez, Fco. Javier Herrero Díez, Fco. Javier Rodríguez Díaz

Análisis descriptivo de las relaciones afectivo-familiares en menores infractores reincidentes... 197 Mª Jesús Rodríguez Sánchez, Belén Menéndez García, Fco. Javier Herrero,

Carolina Bringas Molleda, Fco. Javier Rodríguez Díaz, Carlos Becedóniz Vázquez

Influjo del contexto escolar y grupo de iguales en el comportamiento

reincidente de menores infractores... 205 Belén Menéndez García, María Jesús Rodríguez Sánchez, Carlos Becedóniz Vázquez, Ana Bernardo Gutiérrez

Adaptación académica y adaptación normativa al aula

en los menores infractores... 213 Nuria Cuello Laviana, Mª Teresa Ramiro Sánchez, Carlos Becedóniz Vázquez,

Fco. Javier Rodríguez Díaz

Percepciones de riesgo sobre el consumo de alcohol en menores infractores:

Implicaciones jurídico-sociales... 223 María de la Villa Moral Jiménez

Depresión laboral y actividad infractora por menores en Asturias (2000-2005)... 237 Irene González Rodríguez, Adriana Álvarez Mencía, Ana Bernardo Gutiérrez

Análisis de la evolución del tipo de delito cometido por mujeres menores

en los últimos años... 243 Adriana Álvarez Mencía, Irene González Rodríguez

Reincidencia y la relación entre delito y sentencia... 249 Adriana Álvarez Mencía, Irene González Rodríguez, Carlos Becedóniz Vázquez

Diagnóstico autodescriptivo y de sucesos de vida en menores infractores

del estado de Yucatán, México, y su correspondencia con variables jurídicas... 255 Reyna Faride Peña Castillo. E.D., Carolina Quiñones Maldonado

Intervención ante el delito: Menores... 263 Javier Urra

DELITO

Maltrato durante el proceso de socialización y conducta delictiva... 275 Beatriz Pérez Sánchez, Eduardo Gutiérrez Cienfuegos, Fco Javier Rodríguez Díaz

Análisis biográfico de individuos con historia de vida delincuentes... 285 Laura M. Nunes, Gloria Jólluskin

El maltrato y el proceso de socialización: Edad de inicio en el consumo

de drogas en la conducta delictiva... 291 Beatriz Pérez Sánchez, Eduardo Gutiérrez Cienfuegos,

Francisco Javier Rodríguez Díaz, Carolina Bringas Molleda

Principales trastornos psicopatológicos asociados a la conducta delictiva... 301 Mª Carmen Cano Lozano, Inmaculada Ribes Sarasol, Lourdes Contreras Martínez

Inmigración y delincuencia: Entre la percepción social

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PENITENCIARIA

Variables laborales, factores psicosociales

y clima familiar en empleados de prisiones... 317 José Ignacio Ruiz, Aida Fernanda García

Mujeres reclusas y adaptación al centro penitenciario:

Un estudio en el establecimiento prisional especial de Santa Cruz Do Bispo... 331 Carlos Madureira, Gloria Jólluskin

Apoyo social y ansiedad: Realidad de una muestra de madres presas... 335 Ana Paula Muro de Araújo e Gama, Susana G. Paíno Quesada

Maternidad entre rejas: Los determinantes del apoyo social

en el medio penitenciario... 343 Susana G. Paíno Quesada, Ana Paula Muro de Araújo e Gama

Clima emocional y evaluación de políticas penitenciarias de resocialización... 353 Orlando Garay Quevedo, Zunilda Gómez, José Ignacio Ruiz

La evaluación del estilo de vida criminal en una muestra

de presos portugueses... 359 Sandra Vieira, Mónica Lopes, Rui Abrunhosa Gonçalves

Evaluación e intervención con violadores portugueses:

Contribución del MMPI-2... 365 Maria Francisca Rebocho, Rui Abrunhosa Gonçalves

Estado clínico y tratamiento penitenciario en penados en tercer

grado por violencia de género... 375 Francisca Fariña, Ramón Arce, Mercedes Novo

Entrenamiento en habilidad empática: Un programa de tratamiento

para delincuentes en prisión... 383 Zunilda Elena Gómez Cote, Orlando Garay Quevedo, José Ignacio Ruiz Pérez

Intervención específica con internos condenados

por delito de violencia de género... 389 Sergio Ruiz Arias, Francisca Expósito Jiménez

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PRESENTACIÓN

Sin lugar a dudas, una de las idiosincrasias de la Psicología que ha cobrado mayor re-levancia en los últimos años es el ámbito Jurídico y Forense, avalado por el estudio, evalua-ción e intervenevalua-ción de distintos fenómenos concernientes a las conductas, básicamente de ámbito legal, sobre todo después de conocer las reformas jurídicas en diversos temas, como la justicia juvenil, la violencia de género, o la ley de dependencia, entre otros. Ello, conlleva uni-ficar los diferentes estudios, favoreciendo el intercambio de conocimientos y experiencias y, en consecuencia, un considerable desarrollo profesional, a través de las diferentes aplicacio-nes prácticas, y con la utilización de los métodos propios de la Psicología Científica.

En este marco, Entorno Judicial y Delincuencia, es un libro que se centra fundamen-talmente sobre las actuaciones delictivas y su evaluación en el ámbito penal y penitenciario, que quedan agrupadas en cuatro bloques: “Judicial, Penal y Testimonio”, donde se abordan aspectos relacionados con situaciones de orden judicial, incluyendo las distintas actuaciones de los profesionales forenses; “Menores Infractores”, concerniente a la actividad infractora propia de los menores de edad, buscando los factores desencadenantes y, con ello, las po-sibles soluciones; “Delito”, apartado donde se alude a la delincuencia en la edad adulta; y “Pe-nitenciaria”, que además de ofrecernos un punto de vista sobre los profesionales que trabajan en este contexto, nos da a conocer la labor realizada dentro del ámbito carcelario, tanto a nivel de evaluación como de intervención.

El libro, por lo demás, nos ofrece un trabajo inicial magistral que pretende dibujar el marco histórico de nuestra sociedad profesional. De esta manera, se pretende enfocar y en-tender el devenir, al día de hoy, de los conocimientos y aportaciones académicas y profesio-nales en el marco de las publicaciones editadas por la Sociedad Española de Psicología Jurídica y Forense (SEPJF). Ello, así como los trabajos que conforman el libro, esperamos pueda contribuir a un avance significativo en nuestras demandas legales de reconocimiento, al mismo tiempo que dé paso a una mayor difusión de los conocimientos y configurar unas cla-ras directrices en nuestra disciplina. Esperemos que el lector se sirva de este conocimiento para favorecer y orientar el desarrollo y dinamismo de la Psicología Jurídica, en sus vertientes académica y profesional.

Para finalizar, queremos agradecer a todos los autores su trabajo y la generosa acep-tación de las sugerencias de los editores, siendo ello, sin lugar a dudas, lo que ha favorecido el éxito de esta obra que llega a la mano de nuestros lectores. Para todos ellos, nuestro agra-decimiento más sincero.

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MÉTODO Y PROCEDIMIENTO PARA REALIZAR UN PERITAJE

PSICOLÓGICO EN EL ÁMBITO PENAL

Gualberto Buela-Casal

Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Universidad de Granada

Introducción

La evaluación psicológica en el ámbito penal es una de las actividades más difíciles de la práctica profesional de un psicólogo, y ello por varias razones. En primer lugar, hay una gran responsabilidad ética, es decir, un error en un peritaje tiene consecuencias muy graves, pues puede determinar el futuro de una persona y no es fácil detectar el error dado que normal-mente, cada perito solo evalúa una vez. En segundo lugar, la colaboración en el proceso de evaluación de la persona evaluada no siempre es positiva, pues el sujeto evaluado incluso puede estar motivado para mentir o fingir. En tercer lugar, la evaluación en si es difícil debido a que en la mayoría de los casos hay que evaluar el comportamiento y/o trastornos de forma retrospectiva en el tiempo, es decir, resulta habitual hacer peritajes de personas que están procesadas por un delito que ocurrió hace ya varios meses. Por último, no siempre es posi-ble poder obtener información de todos los elementos implicados (vecinos, amigos, familia-res, etc.). Por otra parte, la actividad profesional de los peritos psicólogos puede estar sometida a determinadas presiones sociales, especialmente cuando se producen algunos casos que tienen gran impacto en la opinión pública y “no son castigados” debido al informe de un perito. Sin duda, esto es una consideración errónea, pues los peritos evalúan los casos que le solicitan, las implicaciones que pueda tener un resultado de un peritaje no es una res-ponsabilidad del perito sino de la legislación o de quien la aplica. De hecho el perito no es más que un asesor del Juez o Tribunal, que en definitiva son quienes juzgan y deciden.

Otra muestra de la dificultad de la actividad de los peritos psicólogos y/o psiquiatras es que, en ocasiones, distintos peritos pueden llegar a resultados y conclusiones diferentes. Esto frecuen-temente se ha mal interpretado, argumentando que esas discrepancias están en función de la parte de la que han sido propuestos los peritos. El porqué distintos peritos pueden llegar a conclusiones diferentes cuando evalúan un mismo caso no se explica en función de estar propuesto por una de las partes, sino por el hecho de que existen diferentes modelos y técnicas para evaluar el compor-tamiento humano. Esto puede explicar que se llegue a resultados diferentes o al menos no coinci-dentes. No obstante, otra razón muy frecuente es que se evalúan áreas diferentes, por ejemplo, si un perito evalúa la existencia de un trastorno psicológico determinado y otro no evalúa ese trastorno, la interpretación no debe ser que los peritajes no coinciden, la interpretación correcta es que un pe-rito evaluó ese trastorno mientras que el otro no. Eso debe quedar claro en los informes cuando se especifique las áreas que se han evaluado. Por otra parte, un buen informe de un peritaje debe in-cluir como anexos el registro de las respuestas de las pruebas aplicadas, de esta forma, cualquier otro perito puede revisar los resultados y conclusiones de otros peritos. Además, cuando se utilizan pruebas objetivas de evaluación, la subjetividad del perito no puede influir en los resultados y por tanto, nada tiene que ver con la parte que propone el peritaje. Por último, hay que señalar que en un mismo caso los peritos no utilizan el mismo tiempo para evaluar, por ejemplo, si un perito aplica una prueba general en una hora, no llegará a los mismos resultados que otro perito que aplica 10 prue-bas más específicas durante 20 horas y esto lamentablemente no se suele tener en cuenta.

Aspectos éticos y deontológicos

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– La formación del perito psicólogo: en la licenciatura de Psicología se adquieren unos conocimientos básicos en evaluación psicológica, psicopatología y psicolo-gía jurídica que le capacitan (al menos con un criterio académico) para este tipo de actividad. No obstante, dada la importante implicación ética de este ámbito pro-fesional, sería conveniente adquirir algún tipo de formación complementaria, como por ejemplo, master, especialidad, diplomatura, etc. relacionado con este tipo de actuación profesional. En España el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) ha esta-blecido los contenidos y los criterios que debe cumplir un programa de especiali-zación de postgrado en Psicología Jurídica y en el futuro se debería crear una acreditación profesional tanto para psicólogos como para psiquiatras. En la ac-tualidad, en España, hay dos master de formación que siguen el programa de con-tenidos propuestos por el COP en el “perfil del psicólogo jurídico”, uno es el Master de Psicología Forense organizado por la AEPC en colaboración con la Fundación Empresa Universidad de Granada y el otro el Master de Psicología Jurídica orga-nizado por el COP de Andalucía Oriental.

– Aspectos motivacionales en el peritaje: aquí hay que distinguir tres niveles. • La “intencionalidad en la evaluación”. Es algo evidente que la intención que

tiene un perito a la hora de evaluar influye en los resultados y en los juicios de valor que emita en el informe oral y/o escrito. Por ejemplo, si un perito utiliza instrumentos que evalúan personalidad y no psicopatología, es evidente que no podrá saber si el sujeto evaluado tiene alguna psicopatología. El perito debe tener una actitud neutra pero debe tratar de analizar la imputabilidad y los po-sibles trastornos relacionados con el caso.

• Influencia motivacional del sujeto evaluado. Algunos sujetos cuando son eva-luados, siendo conscientes de la importancia de los resultados del peritaje, tratan de influir en los peritos. En este nivel se puede considerar fingir trastor-nos, contestar erróneamente de forma voluntaria, mostrarse como víctima de la situación para influir en el perito, etc.

• Influencia motivacional de otras personas. Ante un peritaje pueden aparecer in-tentos de influir en los resultados, ésta influencia puede ser desde muy sutil hasta explicita, a veces intencionada y otras no. Este efecto puede proceder de los letrados implicados, familiares y/o amigos de la persona procesada, me-dios de comunicación, etc. Como es lógico, la actitud del perito debe ser to-talmente neutra ante estas posibles influencias.

– Garantías científicas de los instrumentos. Sin duda alguna, la calidad científica de los instrumentos utilizados en una evaluación psicológica dentro de un proceso de peritaje influye en los aspectos éticos y deontológicos. En caso de utilizar ins-trumentos con pocas garantías científicas, esto debe hacerse explicito en el in-forme escrito y en el oral. Sería importante establecer algún protocolo de evaluación en el que sólo se permitiese utilizar aquellas pruebas que están avala-das a nivel científico. Lo cual, sin duda, nos llevaría a una mayor calidad de los peritajes y también a un mayor acuerdo entre los distintos peritos.

Determinar la imputabilidad y la responsabilidad

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la sociedad a través del sistema penal. No obstante, en la mayoría de países la responsabili-dad se considera gradual, al menos con tres niveles: responsable (imputabiliresponsabili-dad), responsa-bilidad atenuada (semiimputable) e irresponsable (inimputable). Así, la función de los peritos es identificar y evaluar los posibles trastornos psicopatológicos y su relación con la conducta delictiva. Esto que en sí mismo resulta difícil, es más complejo cuando hay que determinar si ha habido o no un trastorno mental transitorio, que como se comenta en este mismo manual, aunque es una tipología creada por un psiquiatra, fue desarrollada por los juristas y no por los profesionales de la Psicología o la Psiquiatría.

En el sistema penal español para que se considere la existencia de trastorno mental transitorio tienen que cumplirse una serie de criterios: a) aparición brusca, b) pérdida de la ca-pacidad intelectiva y/o volitiva, c) corta duración, d) no quedan secuelas, y e) que no sea au-toprovocado. Cuando se produce el trastorno mental transitorio se considera que la persona no es imputable, es decir, no es responsable de lo que hizo y por tanto queda exento de cual-quier pena (aunque se podría tomar medidas de seguridad). Si los criterios no se cumplen to-talmente se entiende que hay una situación de semiimputabilidad. Sin embargo, si la pérdida de las capacidades volitivas e intelectivas no es total, entonces se habla de arrebato u obce-cación y en este caso se considera que la persona es parcialmente responsable (imputable) y por tanto es una condición atenuante. En definitiva, el perito no sólo debe establecer si el es sujeto es imputable, sino además el nivel de imputabilidad.

Concepto y fases de un peritaje psicológico forense

Un peritaje psicológico penal es una evaluación psicológica realizada, en un proceso penal, con la finalidad de establecer la imputabilidad (responsabilidad) de una persona en re-lación con una o más conductas tipificadas como delito. Por tanto, al igual que cualquier tipo de evaluación psicológica, deben estar presentes: un evaluador, una persona evaluada, ins-trumentos y/o técnicas de evaluación. Esto que parece de lo más elemental no siempre se tiene en cuenta, pues se dan casos reales de “peritajes” donde el perito evalúa a un sujeto sin estar presente, por ejemplo por medio de entrevistas con terceras personas (que en ocasio-nes incluso son parte interesada en el proceso). Esto en realidad no es un peritaje, sólo un do-cumento más que puede manejar un perito en relación al caso, pero siempre debe realizarse el peritaje directamente sobre la persona objeto de evaluación. Sólo se admite la excepción de la autopsia psicológica, pero que en realidad no es estrictamente un peritaje. La evaluación debe ser sistemática y estructurada siguiendo las fases que se describen a continuación.

Información del caso

El perito debe recabar la mayor información posible del caso, pues el peritaje no es una simple evaluación psicológica de un sujeto, ya que los datos que se obtengan de la evalua-ción deben ser relacionados con los hechos por los que el sujeto está procesado. Dicha in-formación se puede obtener del sumario, del procedimiento abreviado, de los letrados, familiares, informes clínicos previos y, en algunos casos, del propio sujeto procesado o de una (o ambas) de las partes implicadas, etc. La información del caso es imprescindible para realizar un buen peritaje psicológico. Por otra parte, en función de esa información, el perito puede decidir si asume o no el caso, pues debe considerar si es de su competencia y/o es-pecialidad.

Planificación del peritaje

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fase donde el perito debe hacer las hipótesis, que en definitiva será lo que tiene que informar posteriormente. No obstante, hay que resaltar que las hipótesis planteadas no deben limitarse a lo estrictamente solicitado en la demanda del peritaje, pues en muchos de los casos ésta se solicita de forma genérica, por ejemplo, “evalúese inteligencia y personalidad”. En realidad el perito debe evaluar todos los aspectos psicológicos y psicopatológicos que tienen relación con el caso.

Aplicación de las pruebas

El proceso de aplicación de las pruebas está en función del modelo de evaluación se-leccionado previamente, por ejemplo, no se sigue el mismo proceso para aplicar un test que para realizar un análisis funcional. El proceso seguido debe garantizar la validez interna de la evaluación (lo cual también varía en función del modelo de evaluación); para ello, hay que tener en cuenta:

– Las garantías científicas de las pruebas y su aplicación adecuada; que se adap-ten al nivel del sujeto y a sus características.

– Que se apliquen de forma racional en función del tiempo; esto también está en función del sujeto evaluado: en unos casos más de dos horas de evaluación su-ponen fatiga, para unos sujetos, mientras que otros pueden ser evaluados por pe-riodos más prolongados. Es aconsejable alternar pruebas de rendimiento con otras pruebas diagnósticas que no producen fatiga. De igual forma, es importante una planificación temporal en función de la fecha prevista del juicio y/o la de entrega fijada para el informe escrito. Es muy importante no agotar los plazos, pues podría ocurrir que al analizar los resultados de la evaluación el perito vea conveniente aplicar alguna otra prueba y ya no tenga tiempo para ello

– El lugar físico y la situación en la que se realice la evaluación deben ser idóneas. La evaluación debe realizarse en una habitación adecuada (bien en las clínicas fo-renses o bien en la prisión). Debe haber una buena situación de interacción entre evaluador y evaluado, se desaconseja, por ejemplo, la aplicación de las pruebas a través de un cristal de seguridad, en presencia de policía, etc.

– En el momento de la evaluación, el sujeto debe estar en buenas condiciones para realizar la evaluación; algunos sujetos se muestran muy estresados ante la eva-luación y lo que ello puede implicar, etc.

En resumen, el psicólogo forense debe aplicar las pruebas en un contexto ambiental, temporal y personal adecuado que garantice la calidad de los datos obtenidos.

El control de la simulación

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Análisis de los resultados

En el análisis de los resultados hay que tener presente si los datos obtenidos entre las distintas pruebas son coherentes y, a su vez, también con la información adicional de que se dispone, por ejemplo, una persona que ha tenido un buen historial académico no puede tener un bajo nivel intelectual. Otro aspecto muy importante es comprobar si se cumplen las hipó-tesis de partida con respecto al caso. En función de ello, puede determinarse que es sufi-ciente la evaluación efectuada o quizá resulte necesario aplicar alguna prueba más.

Redacción del informe escrito

El informe escrito del peritaje es el documento en el que se detalla tanto el trabajo re-alizado como las conclusiones a las que se llega. Por ello, su redacción debe ser clara y estar bien organizada de forma que un profano en la materia pueda entenderlo; no hay que olvidar que el informe no se redacta para otro psicólogo o psiquiatra, sino para el juez, tribunal y/o ju-rado. Todo informe de un peritaje psicológico debe incluir la siguiente información:

– Datos de identificación: nombre del perito/s, rango académico y su cargo corres-pondiente relacionado con la especialidad y número de colegiado; entidad que so-licita el informe; y nombre de la persona evaluada, número o clave de identificación de la causa

– Relación de áreas evaluadas. Estas se presentan de forma organizada según una clasificación coherente (inteligencia, psicopatología, etc.), enunciando de forma clara cada una de las áreas evaluadas.

– Instrumentos utilizados. Se relaciona cada uno de los instrumentos y se debe in-dicar las garantías científicas de aquellos instrumentos que no sean muy conoci-dos.

– Fases y procedimiento. Aquí se describe el lugar y las fechas y duración de las se-siones de evaluación, pormenorizando lo realizado en cada fase.

– Descripción detallada de los resultados. Esta es la parte más amplia del informe dado que se describe con detalle los resultados en función de las áreas evaluadas y los instrumentos utilizados.

– Conclusiones de la evaluación. Se resumen los resultados en función de los diag-nósticos clínicos o juicios a los que llega el perito.

– Conclusión general en relación a los hechos; a esta fase también se le suele de-nominar “discusión o conclusión forense”. El perito debe explicar y fundamentar su conclusión acerca de la relación entre los resultados de la evaluación y los he-chos, centrándose especialmente en aquellos aspectos que influyen la imputabi-lidad. Pero es muy importante limitar las conclusiones a las áreas evaluadas; por ejemplo, si sólo se ha evaluado personalidad y no psicopatología no se puede con-cluir que no se ha encontrado ningún trastorno psicopatológico. Es opcional que este apartado se sitúe en la primera página, inmediatamente después de las áreas evaluadas, pues es una forma de facilitar a los jueces, tribunales, jurados o abo-gados la lectura del apartado que más les interesa.

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INFLUENCIA DEL GÉNERO DEL ACUSADO Y DEL POSICIONAMIENTO

DE LOS TESTIGOS EN LA UTILIZACIÓN DEL LENGUAJE

EN LOS JUICIOS ORALES

Garbiñe Ortiz Anzola, José F. Valencia Garate

Dpto de Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Universidad del País Vasco (UPV / EHU)

Introducción

Desde el punto de vista pragmático, el lenguaje es una herramienta estratégica que se utiliza para conseguir objetivos e influenciar a los demás (Chiu, Krauss y Lau, 1998; Krauss y Chiu, 1998; Semin, 2001). En este sentido, el interés del uso del lenguaje en el contexto judi-cial es significativo. Así lo han demostrado las investigaciones que han analizado el papel del uso del lenguaje, realizadas en atribución social, (Fiedler y Semin, 1992; Fiedler, Semin y Kop-petsch, 1991; Kruglanski y Webster, 1995), en el campo de las relaciones intergrupales desde la línea de investigación en torno al sesgo lingüístico intergrupal (Maass, Salvi, Arcuri y Semin, 1989; para una revisión ver Maass, 1999), y en el área judicial propiamente (Schmid y Fiedler, 1996, 1998).

En las citadas investigaciones se estudia una característica del lenguaje -el nivel de abstracción- y sus implicaciones para la interacción interpersonal e intergrupal. El concepto de abstracción lingüística se aborda desde el modelo de categorías lingüísticas (MCL, Semin, 2000; Semin y Fiedler, 1988, 1991). Dicho modelo clasifica los verbos y adjetivos que se utili-zan como predicado de la oración en la comunicación, definiendo la dimensión de abstracción. Concretamente el modelo diferencia cuatro categorías lingüísticas: verbos de acción descrip-tivos, verbos de acción interpretadescrip-tivos, verbos de estado y adjetivos.

Los verbos de acción descriptivos (VAD) son la categoría más concreta (p.e. pegar, llamar, empujar) y describen sucesos o comportamientos observables, de claro inicio y final, distinguiéndolos de otros comportamientos. Suelen ser descripciones neutras o ambiguas, muy dependientes del contexto.

La siguiente categoría son los verbos de acción interpretativos (VAI, p.e. amenazar, en-gañar, ayudar) son más abstractos y se refieren a una clase más general de comportamientos. Las descripciones con VAI se alejan de las características físicas del suceso, proporcionando una interpretación del comportamiento.

La tercera categoría corresponde a los verbos de estado (VE, p.e. desear, odiar, pen-sar), que se refieren a estados internos emocionales o mentales. Describen ‘a la persona en la situación’, dando cuenta de estados psicológicos duraderos que se generalizan desde el comportamiento concreto, si bien están unidos al objeto concreto.

Por último, la categoría lingüística más abstracta es la de los adjetivos (ADJ, p.e. agra-dable, inteligente, mentiroso), que describen características de las personas o disposiciones, muy abstractas y con alto grado de interpretación. Son totalmente independientes del con-texto, y muestran estabilidad y generalización inter-situacional.

El uso de diferentes tipos de categorías lingüísticas tiene consecuencias en el proceso de comunicación. Como ha demostrado la investigación, el nivel de abstracción del lenguaje utilizado por los hablantes influye en las inferencias cognitivas que realiza la audiencia (Maass et al, 1989; Semin y Fiedler, 1988, 1991, 1992; Semin y de Poot, 1997a). Dichas inferencias o consecuencias devienen de dos dimensiones ortogonales, la dimensión de abstracción lin-güística o disposicionalidad y la dimensión de inferencia inductiva o intencionalidad.

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estables, duraderos, con gran posibilidad de repetición y más informativos sobre el sujeto y menos sobre la situación, siendo más difíciles de verificar. En cambio, los comportamientos descritos de forma más concreta (p.e. X empuja a Y) se perciben como sucesos aislados y con-cretos, y se interpretan como dependientes del contexto.

La intencionalidad se refiere a las categorías lingüísticas VAI y VE. Es otro medio de sus-citar inferencias sobre la causalidad implícita del sujeto en atribuciones internas o externas; quién hace qué y por qué se relaciona con la dimensión de inferencia inductiva. Los verbos de acción (VAI) tienen como resultado semántico el control volitivo (intencionalidad), que siguiendo a Jones y Davis (1965), lleva a atribución interna. Es decir, los VAI llevan a atribuciones en las que la cau-salidad del comportamiento se sitúa en el sujeto de la oración. Así, la afirmación A amenazaa B lleva a concluir que la causa u origen de la acción es A(Brown y Fish, 1983; Semin y Fiedler, 1991). Los VE, por su parte, suponen respuesta a estímulos externos, respuesta que no está bajo el control de uno mismo, llevando a atribuciones externas, donde la causalidad del com-portamiento se atribuye al objeto. Es decir, la afirmación de que Aama a B lleva a pensar que B es atrayente o digno de ser amado, es el origen de la acción o suceso.

En lo que respecta a los mecanismos que explican el uso del lenguaje descrito por el SLI, existen dos tipos de explicaciones, una motivacional y otra cognitiva. Según la explica-ción motivacional -fundamentada en la teoría de la identidad social (Tajfel y Turner, 1979, 1986)-el SLI sería una forma de proteger la propia identidad social, diferenciando positivamente al endogrupo de otros grupos sociales. Según la explicación cognitiva, y siguiendo la teoría de las expectativas cognitivas (Maurer, Park y Rothbart, 1995; Rothbart y Park, 1986), los ha-blantes tienden a generalizar la información o comportamiento que es coherente con las ex-pectativas previas, describiéndolo de forma abstracta, y lo que perciben o quieren presentar como excepción lo describen de forma concreta.

Desde esta aproximación teórica, la relación entre cognición y lenguaje es bidireccio-nal: el lenguaje es el resultado de una actividad sociocognitiva y, al mismo tiempo, es también causa de esos procesos sociocognitivos (Semin y Fiedler, 1991).

Las predicciones del modelo para el sistema legal se resumen en el siguiente cuadro.

Cuadro 1: Utilización de las dimensiones de intencionalidad y disposicionalidad para describir el comportamiento del acusado por parte del fiscal y la defensa.

Con la finalidad de profundizar en el uso del lenguaje como práctica estratégica para la consecución de metas y de analizar el papel que el género de la persona acusada puede tener en el mismo, se llevaron a cabo los dos estudios que se presentan a continuación.

Estudio 1: Lenguaje utilizado por testigos en juicios creados experimentalmente

El objetivo de este primer estudio era analizar el uso estratégico del lenguaje en el con-texto judicial, en función del objetivo de actuar a favor o en contra de la persona acusada que

FISCAL DEFENSA

Intencionalidad del comportamiento (VAI y VE) Control volitivo de comportamientos negativos

(VAI).

Control no intencional de comportamientos

positivos, suscitados por elementos externos o emocionales (VE).

Control volitivo de comportamientos positivos

(VAI).

Control no intencional de comportamientos

negativos, suscitados por elementos externos o emocionales (VE).

Disposicionalidad del comportamiento (VAD y ADJ) Comportamiento negativo general y estable, que

separa al sujeto de los otros (ADJ).

Comportamiento negativo concreto, relacionado con peticiones del medio (VAD).

Comportamiento positivo general y estable, que separa al sujeto de los otros (ADJ).

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tienen los hablantes que actúan como testigos en el juicio, así como del género del acusado. El juicio fue una situación creada experimentalmente en torno a supuestos delitos que con-llevan interacción entre acusados y víctimas, concretamente, delitos de lesiones.

De acuerdo con las investigaciones relacionadas con el uso estratégico del lenguaje y las realizadas en esta área en particular, se esperaba que los hablantes reflejaran sus objeti-vos en el uso del lenguaje, en lo que se refiere a las consecuencias atributivas del mismo. Así, se esperaba un efecto de interacción entre los objetivos del hablante y las categorías lingüís-ticas positivas y negativas utilizadas para describir a los actores (acusados y víctimas), tal como se ha descrito en el cuadro 1.

En lo que se refiere al género de la persona acusada, el objetivo era analizar la in-fluencia que esta variable podría tener en el uso estratégico del lenguaje. También se podría observar si la influencia del género de la persona acusada interaccionaba con el objetivo del hablante.

Método

Participantes

72 estudiantes (62 mujeres y 10 hombres), media de edad 18,83 ( = 1,18).

Diseño

2 (objetivo de la comunicación: a favor del acusado vs. en contra del acusado) x 2 (ge-nero del acusado:) x 2 (sujeto de la oración: acusado-víctima) x 4 categorías lingüísticas (VAD-VAI-VE-ADJ) x 3 (evaluación de la oración: negativo-neutro-positivo), siendo los tres últimos factores de medidas repetidas.

Procedimiento

Se pidió explícitamente a los participantes que declarasen ante el “juez” posicionán-dose a favor o en contra del acusado. Las declaraciones escritas de los sujetos se codifica-ron siguiendo el MCL (Semin y Fiedler, 1988, 1991). Para ello se extrajecodifica-ron las oraciones de los discursos y se codificaron en función del sujeto (acusado o víctima), significado afectivo (positivo, negativo o neutro) y categoría lingüística (VAD, VAI, VE o ADJ). Dos codificadores ex-pertos codificaron cada descripción, consiguiéndose un índice de acuerdo adecuado (Kappa de Cohen = 0,82). El nivel de abstracción del lenguaje fue calculado mediante la siguiente fór-mula: (ΣVAD x 1) + (ΣVAI x 2) + (ΣVE x 3) + (ΣADJ x 4) / (ΣVAD + ΣVAI + ΣVE + ΣADJ). Se to-maron otra serie de medidas sobre culpabilidad y responsabilidad, castigo, evaluación y preguntas para el control de la manipulación del objetivo del hablante. Todos los participan-tes realizaron el experimento en una única sesión, con asignación aleatoria de las condiciones experimentales.

Resultados

Tras analizar las preguntas control sobre los objetivos del hablante y comprobar la va-lidez de la manipulación, se procedió a analizar los datos para verificar las hipótesis sobre el uso estratégico del lenguaje.

Nivel de abstracción

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Dada la complejidad descriptiva de las frecuencias de las celdas presentadas, en pri-mer lugar se hará referencia a la interacción relativa al uso del lenguaje en función de los ob-jetivos del hablante, y posteriormente se describirán los efectos del género de la persona acusada.

En cuanto al comportamiento del acusado (ver totales de la tabla 1), aquellos partici-pantes que estaban en su contra utilizaban menores porcentajes de VAI y VE que aquellos que actuaban a su favor, tal como se esperaba. El uso de VAD y ADJ cumplía parcialmente las predicciones, y su interpretación es difícil, debido a la baja frecuencia de uso de la categoría ADJ. También fueron muy pocas las referencias a la víctima por parte de quienes actuaban en contra de la persona acusada, lo que imposibilita su interpretación.

En lo que se refiere al género de la persona acusada, no hubo diferencias en el uso de las categorías lingüísticas para hombres y mujeres acusados en función del objetivo del ha-blante. El dato más destacado apunta a un mayor uso de VE para describir el evento prota-gonizado por la acusada mujer –en comparación con el acusado hombre- por parte de quienes actuaban a favor de la persona acusada.

Tabla 1:Porcentaje de categorías lingüísticas negativas sobre el acusado y la víctima en función de los objetivos manipulados y el género de la persona acusada.

A favor del acusado En contra del acusado

Descripciones sobre la persona acusada

VAD VAI VE ADJ VAD VAI VE ADJ

Acusado mujer 40 32 28 0 48,78 48,78 0 2,44

Acusado hombre 46,15 38,46 7,69 7,69 42,65 51,47 4,41 1,47

Total 43,14 35,29 17,65 3,92 44,95 50,46 2,75 1,83

Descripciones sobre la víctima

VAD VAI VE ADJ VAD VAI VE ADJ

Acusado mujer 25,64 69,23 0 5,13 20 60 20 0

Acusado hombre 17,24 63,79 8,62 10,34 50 0 50 0

Total 20,62 65,98 5,15 8,25 28,57 42,86 28,57 0

Estudio 2: Utilización del lenguaje por testigos en juicios

Con el objetivo de seguir profundizando en el uso estratégico del lenguaje en el con-texto judicial, en función del objetivo del hablante (testigos de la defensa o de la acusación) y del género del acusado, en este segundo estudio se analizaron casos judiciales reales.

Las hipótesis de este estudio se correspondían con las planteadas en el primer estu-dio, esperándose que los hablantes reflejaran sus objetivos en el uso del lenguaje.

Método

Elección del material

Se eligieron 39 casos de dos juzgados de lo penal de Donostia-San Sebastián. Los cri-terios para la elección del material fueron: delitos de interacción (entre víctima y acusado), gé-nero del acusado, y que contaran con acta del juicio oral.

(23)

Procedimiento

Al igual que en el primer estudio, se codificaron las oraciones recogidas en el acta del juicio oral según los criterios del MCL (Semin y Fiedler, 1988, 1991), en función del sujeto (acu-sado o víctima), significado afectivo (positivo, negativo o neutro) y categoría lingüística (VAD, VAI, VE o ADJ). La fiabilidad de la codificación de las categorías lingüísticas fue adecuada (kappa de Cohen = 0,79).

Diseño

2 (objetivo del testigo: favor en contra del acusado) x 2 (genero del acusado) x (2) (su-jeto de la oración: acusado- víctima) x (4) (categoría lingüística: VAD – VAI – VE – ADJ) x (3) (sig-nificado afectivo de la oración: negativo-neutro-positivo).

Resultados

Utilización del lenguaje

Con el fin de verificar las hipótesis, se realizó un análisis log-lineal con las variables in-cluidas en el diseño de la investigación, si bien, igual que en el primer estudio, sólo se inclu-yeron las categorías lingüísticas negativas. El resultado fue un efecto significativo de interacción de cuarto nivel (X2= 681,19; g.l. = 21; p < 0,001). La tabla 2 muestra los porcenta-jes resultantes del análisis.

Tabla 2:Categorías lingüísticas negativas utilizadas para expresar el testimonio sobre el acusado y la víctima en función de los objetivos de los testigos y el género del acusado.

Testigos de la defensa Testigos de la acusación

Expresiones sobre el acusado

VAD VAI VE ADJ VAD VAI VE ADJ

Acusado mujer 8,51 38,30 48,94 4,26 29,33 59,33 6,67 4,67

Acusado hombre 38,03 32,39 28,17 1,41 42,55 50,64 4,68 2,13

Total 26,27 34,75 36,44 2,54 37,40 54,03 5,45 3,12

Expresiones sobre la víctima

VAD VAI VE ADJ VAD VAI VE ADJ

Acusado mujer 15,79 73,68 2,63 7,89 1,82 16,36 81,82 0

Acusado hombre 29,17 66,67 1,39 2,78 8,20 22,95 68,85 0

Total 24,55 69,09 1,82 4,55 5,17 19,83 75 0

En relación a la dimensión de disposicionalidad (VAD y ADJ), que tanto los testigos de la acusación como de la defensa tendían a recoger los elementos comportamentales concre-tos (VAD), sobre todo por parte de la acusación para el comportamiento de la persona acu-sada; la utilización de ADJ fue la esperada (mayor proporción de ADJ para la parte contraria), pero su frecuencia fue demasiado escasa.

En relación a la dimensión de causalidad o intencionalidad (VAI y VE), los sujetos de la perspectiva de la acusación utilizaban una mayor proporción de VAI para describir el com-portamiento del acusado que los testigos de la defensa, así como una menor proporción de VE; mientras lo contrario ocurría en el caso de la descripción sobre la víctima. Así, mientras la perspectiva de la defensa enfatizaba mayores proporciones de externalidad y de menor in-ternalidad hacia el acusado, lo inverso ocurría en la perspectiva de la acusación.

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la defensa utilizaba menor proporción de categorías concretas (VAD) y mayor proporción de VE que implican falta de control interno sobre el comportamiento en la descripción del com-portamiento de la acusada.

Conclusiones y discusión

De acuerdo con los resultados de las investigaciones previas en el área (Schmid y Fie-dler, 1996, 1998), estos estudios han demostrado que el uso del lenguaje es un instrumento para conseguir objetivos, por medio de diferentes estrategias. Estas estrategias se refieren a diferentes aspectos del discurso: sobre quién hablar, con qué tono afectivo y cómo utilizar las diferentes categorías lingüísticas que promueven diferentes atribuciones sobre los sujetos.

La última estrategia citada ha sido la presentada en estos estudios. A este respecto, se observó un uso diferencial de la abstracción lingüística del discurso atendiendo a las di-mensiones de intencionalidad y disposicionalidad, aspecto mucho más sutil del discurso. Como se ha dicho, el uso estratégico predicho sólo pudo analizarse en las afirmaciones ne-gativas del discurso, pues las positivas fueron de muy baja frecuencia.

Así, la defensa promovió atribuciones más externas sobre el comportamiento negativo del acusado (VE) y la acusación atribuciones más internas (VAI). Lo contrario ocurrió en la des-cripción del comportamiento negativo de la víctima. Respecto a la dimensión de disposicio-nalidad, la defensa presentó el comportamiento negativo de la persona acusada como comportamiento más aislado, inestable y dependiente del contexto (VE). La acusación, en cambio, realizó más atribuciones estables y disposicionales (ADJ) sobre el comportamiento de la persona acusada, si bien este es un dato a tratar con precaución, ya que la frecuencia de adjetivos fue pequeña. En cuanto al lenguaje concreto (VAD) utilizado por la acusación no se confirmó lo esperado.

Por tanto, los elementos concretos y observables parecen importantes en el contexto judicial. Sin embargo, cada parte puede dirigir partes del discurso que favorezcan su objetivo. Los resultados encontrados apuntan a que el lenguaje es sensible al contexto de comunica-ción y que es utilizado para la consecucomunica-ción de objetivos, tal como se ha demostrado desde la investigación con el modelo de categorías lingüísticas (Gil de Montes et al, 2002, 2003; Semin y de Poot, 1997a, 1997b), confirmado los resultados encontrados en el contexto judicial (Schmid y Fiedler, 1998).

Respecto a la temática más novedosa sobre la posible influencia del género de la per-sona acusada en el uso estratégico del lenguaje, los resultados son prometedores, si bien ne-cesitan de mayor evidencia para su confirmación. Respecto a la dimensión de disposicionalidad, las predicciones de un uso diferencial debido a la estereotipia del compor-tamiento juzgado no ha podido constatarse, por diferentes razones. Por un lado, debido a la tendencia de subrayar los elementos observables en el contexto judicial, y rechazar los abs-tractos; por otro lado, debido al escaso peso que la dimensión de disposicionalidad tuvo en el discurso sobre la mujer acusada, más centrado en la dimensión de intencionalidad.

(25)

En resumen, en las dos investigaciones presentadas, tanto en el estudio experimental como en de casos reales, han aparecido elementos interesantes para el estudio pragmático sobre el uso del lenguaje. Estos estudios corroboran el papel que el lenguaje juega en los pro-cesos atributivos (Fiedler y Semin, 1992; Fiedler et al, 1991; Kruglanski y Webster, 1995; Maass y Arcuri, 1992; Schmid y Fiedler, 1996, 1998), así como la dimensión pragmática del uso del lenguaje, en cuanto herramienta de influencia y consecución de objetivos (Gil de Montes et al, 2003; Krauss y Chiu, 1998; Chiu, Krass y Lau, 1998; Semin, 2001).

Agradecimientos: Los autores desean agradecer al proyecto I+D+I Exp. N 120/03 del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (Instituto de la Mujer), la ayuda prestada para la ela-boración de este trabajo

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(27)

LENGUAJE Y ATRIBUCIONES CAUSALES EN CONTEXTOS

JUDICIALES: EL ROL DE LA UTILIZACIÓN DEL NIVEL

DE ABSTRACCIÓN LINGÜÍSTICA EN DESCRIPCIONES

Y EVALUACIONES SOBRE LAS PERSONAS ACUSADAS

Garbiñe Ortiz Anzola, Jose F. Valencia Garate, Lorena Gil de Montes Etxaide

Dpto de Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Universidad del País Vasco (UPV / EHU)

Introducción

En las últimas décadas ha habido un esfuerzo por analizar el lenguaje utilizado en los juicios (Danet, 1990). Sin embargo, no hay muchos estudios empíricos sobre el uso del lenguaje natural utilizado en las descripciones realizadas por testigos, acusados y víctimas.

Nuevas investigaciones han utilizado el modelo de categorías lingüísticas (MCL, Li-guistic Category Model, Semin y Fiedler, 1988, 1991), haciendo un análisis del contenido de las expresiones verbales realizadas en las salas judiciales. En este análisis se centra el presente estudio y a él se dedica esta introducción.

Los recientes intercambios entre la lingüística (la búsqueda del “más allá de la ora-ción”) y la psicología social (la búsqueda del “contexto social”) han aportado a la psicología social una “perspectiva” privilegiada para el análisis de la relación entre pensamiento y uso del lenguaje. Desde esta aproximación, el lenguaje se considera de una manera pragmática, es decir, a modo de herramienta estratégica que se dirige a la consecución de fines (Chiu, Krauss y Lau, 1998; Krauss y Chiu, 1998). En este sentido, Semin (1998) ha propuesto considerar el lenguaje, por un lado, a modo de herramienta –con propiedades determinadas y finitas- y, por otro lado, como uso de herramienta –con producciones indeterminadas. Las propiedades de las herramientas solamente pueden ser expresadas en contextos pragmáticos, es decir, en “manos” de utilizadores de herramientas expertos o “capaces”. Es en este sentido que el len-guaje utilizado por los hablantes en determinados contextos puede ayudarnos a estudiar di-versos procesos de la relación entre cognición y lenguaje.

Desde este análisis pragmático del uso del lenguaje, utilizando el modelo de catego-rías lingüísticas, se pueden clasificar los tipos de palabras que se utilizan para describir per-sonas y comportamientos, así como conocer las consecuencias cognitivas y semánticas que esas palabras suponen (ver cuadro 1). Son muchos los estudios que avalan la validez de este modelo, sobre todo en el área de estereotipia y atribución (para una revisión ver Maass, 1999). Básicamente, este análisis pragmático del lenguaje ha ofrecido dos tipos de aplica-ciones a los contextos judiciales: el paradigma pregunta-respuesta (Semin y Marsman, 1994; Semin y De Poot, 1997a, 1997b) por una parte, y el Sesgo Lingüístico Integrupal (Maass, 1999) por otra.

(28)

Cuadro 1. Taxonomía de las cuatro categorías lingüísticas propuestas por el Modelo de Categorías Lingüísticas.

En relación a la segunda aplicación del modelo de categorías lingüísticas, es decir, el Sesgo Lingüístico Intergrupal, se ha encontrado que aquellos comportamientos esperados (o comportamientos positivos del endogrupo y negativos del exogrupo) se describen de forma más abstracta que los comportamientos no esperados (o comportamientos negativos del en-dogrupo y positivos del exogrupo). De esta forma, los comportamientos esperados son per-cibidos (por el hablante y por la audiencia) como más estables, duraderos y muy informativos sobre el sujeto de la acción; mientras que los comportamientos no esperados son interpreta-dos como sucesos aislainterpreta-dos, dependientes del contexto, inestables y, en definitiva, como ex-cepciones. En el contexto judicial, los escasos estudios realizados han puesto de manifiesto que los abogados defensores utilizan más términos positivos que los fiscales cuando hablan sobre el acusado, pero, más sutil y eficientemente, sus expresiones positivas son realizadas con un mayor nivel de abstracción lingüística (Schmid y Fiedler, 1996, 1998).

Estos dos tipos de aplicaciones –paradigma pregunta-respuesta y el sesgo lingüístico intergrupal- han estudiado fundamentalmente el lenguaje utilizado por abogados defensores y fiscales, es decir, por profesionales de la ley, de los cuales se espera que utilicen un len-guaje más formal. Los dos estudios que aquí se presentan, en cambio, estudian el lenlen-guaje uti-lizado por personas cotidianas (en el contexto judicial, acusados, víctimas y testigos), de los cuales se espera que utilicen un lenguaje más natural a la hora de describir los eventos su-puestamente delictivos. Además, si bien relevante en el caso de los juicios, no hay estudios que analicen el efecto y las características del género de la persona acusada.

Tomando en cuenta los fines estratégicos del uso pragmático del lenguaje a la hora de tomar partido a favor o en contra del acusado, la pregunta es: ¿utilizan las partes de la acu-sación y la defensa (testigos, acusados y víctimas) diferentes niveles de abstracción lingüís-tica a la hora de describir el evento delictivo? Siguiendo la literatura sobre el Sesgo Lingüístico Intergrupal (Schmid y Fiedler, 1996, 1998), se predijo que las partes de la acusación y la de-fensa utilizarían diferentes niveles de abstracción lingüística y de atribución implícita en la

des-Categorías Lingüísticas

Verbos de acción descriptivos

VAD

Verbos de acción interpretativos VAI Verbos de estado VE Adjetivos ADJ

EJEMPLOS Abrazar, Coger Golpear, Ayudar, Arreglar, Amenazar Temer, Admirar, Odiar

Deshonesto, Agradable,

Hábil CONSECUENCIAS

SEMÁNTICAS DE LA DIMENSIÓN DE ABSTRACCIÓN

CONCRETO ABSTRACTO

Estabilidad Baja Baja Media Alta

Información sobre el

sujeto Poca Media Media Mucha

Información sobre el contexto

Dependiente del contexto

Dependiente del

contexto Libre del contexto

Libre del contexto

Verificabilidad Alta Alta Baja Baja

Discusión Baja Baja Alta Alta

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cripción del mismo suceso delictivo (estudio 2). Además, se predijo que las descripciones de los acusados (dimensiones de disposicionalidad y de intencionalidad causal) variarían en fun-ción del género, así como la atribufun-ción causal (estudio 1 y 2). Igualmente, se esperaba una rol mediador del nivel de abstracción lingüística entre la manipulación y la atribución imputada al acusado.

Estudio 1

Método

Participantes

90 estudiantes de psicología tomaron parte en este estudio (62% mujeres, 38% hom-bres) con media de edad de 19,7.

Diseño

2 (género del acusado) x 4 (categoría lingüística de las descripciones), siendo este úl-timo factor de medidas repetidas.

Materiales

Se presentaba a los participantes un dibujo representando una situación supuesta-mente delictiva, en el cual se basaba la manipulación de la variable independiente. A conti-nuación aparecían las variables dependientes. Primeramente se pedía a los participantes que eligieran entre las 16 descripciones que se les proporcionaban –basadas en el MCL- la que mejor describía la situación. Las frases constaban de 4 oraciones por cada tipo de categoría lingüística. En segundo lugar, se preguntaba en qué medida cada una de las 16 frases era adecuada para describir el hecho, con una escala Likert de 7 puntos (1 -nada adecuada- , 7 -totalmente adecuada). En tercer lugar, en relación a la atribución de causalidad, se solicitaba que estimaran qué probabilidad había de que cada una de las siguientes explicaciones fue-ran la causa del comportamiento: (a) la personalidad del actor, (b) la responsabilidad del actor y (c) la situación (características de la situación y de la otra persona), todos ellos con escala Likert de 7 opciones de respuesta. Finalmente, se plantearon preguntas sobre la evaluación del evento y sobre la pena o castigo que se impondría al acusado.

Resultados

A continuación se presentan los resultados sobre el nivel de abstracción lingüística elegido por los participantes para describir el dibujo y los referentes a la atribución causal.

La abstracción lingüística

Recordemos que teníamos dos medidas de abstracción lingüísticas. Por una parte, la frase que elegían los participantes y, por otra, la evaluación de la adecuación de las 16 frases para la descripción del evento.

En relación al primer índice de abstracción lingüística, realizamos un análisis de va-rianza con la variable independiente género del acusado y la variable dependiente el índice ele-gido (siguiendo a Semin y Fiedler, 1992; 1= VAD; 2= VAI; 3= VE y 4 = ADJ). Los resultados encontraron un efecto significativo de la variable independiente en el índice de abstracción lin-güística (F(1,88)= 7,091; p < 0,002; 2= 0,07). Así, las descripciones realizadas sobre el evento con actor masculino eran descritas con términos más abstractos que las realizadas sobre el evento con actor femenino (= 2,55, SD = 1,06 vs = 1,98, SD = 0,99).

(30)

Así pues, se realizó un análisis de varianza con género del acusado como variable in-dependiente y las cuatro categorías de los tipos de verbos a modo de medidas repetidas. Los resultados de este análisis mostraron que se hacía un uso diferencial de las cuatro categorías lingüísticas en función del género de la persona acusada (Traza de Pillai = 0,296; F(2, 88)= 11,196; p< 0,001).

Tabla 1: Medias de la adecuación de cada categoría lingüística para describir el evento según el género de la persona acusada.

Género de la persona acusada

Categoría lingüística Mujer Hombre

VAD 4,59 4,38

VAI 4,32 4,80

VE 3,76 3,17

ADJ 2,74 3,82

Como puede observarse en la tabla 1, la categoría más abstracta (ADJ) se juzgó más adecuada en el caso del acusado hombre que en el caso de la acusada mujer, mientras en los verbos más concretos (VAD) se observó la tendencia contraria. En cambio, los verbos inter-pretativos se veían más adecuados en el caso de la manipulación hombre, mientras los ver-bos de estado se juzgaban más adecuados en el caso de la manipulación mujer.

La atribución causal

Se realizó igualmente un anova con género como variable independiente y la medida resultante de los ítems sobre atribución causal como variable dependiente. Para calcular la me-dida sobre atribución causal, se compuso un índice con el sumatorio de los ítems relativos al actor (la personalidad del actor y la responsabilidad del actor) más los ítems relativos a la si-tuación (características de la sisi-tuación y de la otra persona), estos últimos revertidos, de forma que una puntuación mayor indica más atribución interna.

Se encontró un efecto significativo de la manipulación de género en el índice de atri-bución (F(2, 88)= 12,84; p< 0,000;η2= 0,13), según el cual a la persona acusada de género fe-menino se le adscribía una mayor atribución externa y a la persona acusada de género masculino una mayor atribución interna (x= 3,14, SD = 0,71 y x= 3,71, SD = 0,77, respectiva-mente).

La mediación del nivel de abstracción

Finalmente, con el fin de analizar el rol mediador de la utilización del lenguaje en la re-lación entre la manipure-lación de género de la persona acusada y la atribución causal a la misma, se siguió el procedimiento planteado por Baron y Kenny (1986; ver también, Preacher y Hayes, 2004). En general, para que se de una mediación entre dos variables se necesita (1) que la va-riable independiente afecte significativamente a la vava-riable mediadora, (2) que la vava-riable in-dependiente afecte a la variable in-dependiente en ausencia del mediador, (3) que la variable mediadora tenga un efecto significativo en la variable dependiente, y finalmente (4) que el efecto de la variable independiente en la variable dependiente disminuya cuando se añade la variable mediadora en el modelo.

(31)

Para probar si este patrón de resultados refleja una reducción significativa en la va-rianza explicada por la abstracción lingüística, se sometieron los resultados a la Prueba de Sobel (Sobel, 1988). El análisis produjo un cambio significativo de 0,841 a 0,716 (t= 2,469; p = 0,01). Esto significa que el efecto directo de la variable independiente se reduce hasta 0,716, mientras el efecto indirecto de la abstracción lingüística es de 12,5. En suma, el hecho de que encontremos una correlación significativa significa que el análisis produjo una mediación par-cial, mostrando así que el efecto de la manipulación de la variable género del acusado en la atribución causal se encuentra parcialmente mediado por la abstracción lingüística.

Figura 1. Abstracción lingüística como mediador del efecto de manipulación de gé-nero en la atribución de causalidad. Los pesos son no estandarizados. Los pesos entre pa-réntesis controlan el efecto del mediador o de la variable independiente.

Estudio 2

Método

Participantes

70 estudiantes de psicología tomaron parte en este segundo estudio (70,1% mujeres, 29,9% hombres), con media de edad de 20,2.

Diseño

2 (género del acusado) x 2 (posicionamiento a favor o en contra del acusado) x x 2 (ca-tegoría lingüística: verbos de acción interpretativos –VAI- o verbos de estado -VE) siendo este último factor de medidas repetidas.

Materiales

Se utilizaron los mismos materiales que en el primer estudio pero con dos diferencias básicas. Por una parte, se añadió la manipulación de posicionamiento a favor o en contra del acusado a modo de variable independiente. Por otra parte, y con el fin de analizar en mayor profundidad la dimensión de intencionalidad causal implícita en la utilización de los verbos, en lugar de utilizar las cuatro agrupaciones de verbos, se utilizó solamente las relativas a los ver-bos de estado y verver-bos de acción interpretativos.

Resultados

Al igual que en el primer estudio, a continuación se presentan los resultados sobre el nivel de abstracción lingüística y la atribución causal.

La abstracción lingüística

La medida de abstracción lingüística consistía en la evaluación de la adecuación de las 8 frases (4 con VAI y 4 con VE) para la descripción del evento. El análisis factorial

reali-.689* .406*

(.254)

.841* (.716*) Género de la

persona

d

Atribución causal Abstracción

(32)

zado mostró que la solución de 2 factores agrupaba adecuadamente los dos tipos de ca-tegorías lingüísticas utilizadas, es decir, verbos de acción interpretativos y verbos de es-tado. Se calculó el índice de abstracción mediante sumatorios de la adecuación de las frases al evento.

Seguidamente se calculó un análisis de varianza con las dos variables independientes, género y posicionamiento, y las dos dimensiones de los tipos de verbos como variables de-pendientes. En este análisis, se encontraron dos efectos de interacción estadísticamente sig-nificativos: por una parte, un efecto género e intencionalidad causal (Traza de Pillai = 0,070; F(2, 68)= 4,98; p < 0,05), y por otra parte, posicionamiento e intencionalidad causal (Traza de Pi-llai = 0,395; F(2, 68)= 43,00; p < 0,01).

Así, en lo que se refiere al género de la persona acusada la manipulación de género masculino supuso una mayor utilización de verbos de acción que la manipulación del género femenino (= 4,14, SD = 1,51 vs = 3,98, SD = 1,47), mientras que la manipulación de género fe-menino dio lugar a una mayor utilización de verbos de estado que el caso del actor masculino (= 4,28, SD = 1,29 vs = 3,44, SD = 1,01).

Por otra parte, los posicionamientos a favor del acusado llevaron a una menor utiliza-ción de verbos de acutiliza-ción que los posicionamientos en contra del acusado (= 3,45, SD = 1,42 vs = 4,71, SD = 1,25), así como a una mayor utilización de verbos de estado (= 4,54, SD = 1,00 vs = 3,12, SD = 1,00).

La atribución causal

Se realizó un análisis de varianza con género de la persona acusada y posicionamiento a favor o en contra de la misma como variables independientes y el sumatorio de ítems de atri-bución causal (la personalidad del actor y atriatri-bución al actor, por un lado, y características de la situación y de la persona, por otro) como variable dependiente.

Los dos efectos univariados fueron estadísticamente significativos, manipulación de género (F(1, 68)= 10,41; p< 0,001) y de posicionamiento (F(1, 68)= 5,63; p< 0,05), no encontrando interacción entre ambas. A la acusada se le adscribía una mayor atribución externa que al acusado (= 2,80, SD = 1,07 vs = 3,60, SD = 1,05). A su vez, el posicionamiento a favor de la persona acusada suponía una mayor atribución externa, mientras el posicionamiento en con-tra de la misma suponía una mayor atribución interna (= 2,92, SD = 0,85 vs = 3,54, SD = 1,31).

La mediación del nivel de abstracción

Se realizó un análisis de mediación de la utilización del lenguaje en la atribución, al igual que en el primer estudio, siguiendo el procedimiento planteado por Baron y Kenny (1986; Preacher y Hayes, 2004).

La figura 2 muestra los resultados. Como se observa en la misma, la manipulación de posicionamiento obtiene un efecto significativo en la abstracción lingüística ( no estandarizado = 1,24, p <0,01). La manipulación de posicionamiento, además, es un predictor significativo de la atribución causal ( no estandarizado = 0,702, p < 0,001). Asimismo, el efecto de la ma-nipulación del posicionamiento en la atribución de causalidad baja cuando el mediador esta controlado ( no estandarizado = 0,601, p < 0,05), en cambio, el efecto de la abstracción lin-güística en la atribución causal baja significativamente cuando el manipulación es controlada ( no estandarizado = 0,082, p n.s.). También se realizó la prueba de Sobel (Sobel, 1988) pro-duciendo el análisis una cambio significativo de .702 a .601 (t=2,27; p = 0,02).

Por tanto, el análisis mostró que el efecto de la manipulación de posicionamiento a favor o en contra del acusado sobre la atribución causal se encuentra parcialmente mediado por la abstracción lingüística.

Conclusiones y discusión

Imagem

Cuadro 1: Utilización de las dimensiones de intencionalidad y disposicionalidad para describir el comportamiento del acusado por parte del fiscal y la defensa.
Tabla 1: Porcentaje de categorías lingüísticas negativas sobre el acusado y la víctima en función de los objetivos manipulados y el género de la persona acusada.
Tabla 2: Categorías lingüísticas negativas utilizadas para expresar el testimonio sobre el acusado y la víctima en función de los objetivos de los testigos y el género del acusado.
Cuadro 1. Taxonomía de las cuatro categorías lingüísticas propuestas por el Modelo de Categorías Lingüísticas.
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Referências

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