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Cooperacion internacional en vasta escala : Una realidad demostrada en el control de la fiebre aftosa

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Academic year: 2017

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COOPERACION INTERNACIONAL EN VASTA ESCALA UNA REALIDAD DEMOSTRADA EN EL CONTROL DE LA FIEBRE

AFTOSA*

Por el Dr. C. U. DUCKWORTH

Subdirector del Departamento de Agricultura del Estado de California Es verdaderamente halagador ver a los habitantes de dos o más países tratando de resolver problemas mutuos. Podríamos buscar diligente- mente y no encontraríamos problema de interes más común que el de las enfermedades.

Todos sabemos que las enfermedades no respetan las fronteras inter- nacionales o estatales, como tampoco respetan las demarcaciones políticas o el equilibrio económico. Con los medios modernos de transporte, el mundo se ha en realidad empequeñecido hasta el punto de que todo hombre es nuestro vecino y sus problemas son también nuestros proble- mas. Si nuestro vecino padece de una enfermedad contagiosa, con toda probabilidad nosotros seremos también víctimas de ella, a menos que levantemos costosas barreras e implantemos odiosas restricciones para defendernos de esa enfermedad.

Al presentar este trabajo con todo propósito me abstendré de citar muchas cifras, pues resulta confuso escucharlas y además, ya han sido impresas en sendos boletines preparados por los Departamentos de Agricultura de México y de los Estados Unidos. El objeto principal de este trabajo es señalar el hecho de que cuando los habitantes de dos países desean cooperar en un programa de beneficio mutuo, pueden hacerlo a pesar de exist,ir dificultades al parecer insuperables.

En diciembre de 1946, a los pueblos de MBsico y de los Estados Unidos los anonadó la noticia de que habfa aparecido en M.éxico una enfermedad de los animales de pezuña hendida, conocida con el nombre de fiebre aftosa. Hasta entonces la enfermedad no se había presentado en el norte del Continente Americano desde 1929. Dándonos perfecta cuenta de que uno de nuestros problemas más importantes, si no es el mas impor- tante, es el de la alimentación, de inmediato se hizo evidente la necesidad de erradicar la enfermedad como medida de protección de esta impor- tante fuente de productos alimenticios. Los que están familiarizados con la enfermedad, saben que reduce en forma marcada la capacidad de producción de leche; que reduce la carne de los animales de abasto y que es una causa frecuente de esterilidad. En otras palabras, es una enfermedad que roba la despensa. Reconociendo esto, los Gobiernos de México y de 10s Estados Unidos aunaron sus esfuerzos y convinieron en trabajar conjuntamente para erradicar la fiebre aftosa tan rápida-

* Trabajo presentado en la 9a. Reunión de la Asociación Fronteriza Mexicana- Estadounidense de Salubridad, Los Angeles, California, abril 4-6, 1951.

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Septiembre EXI] FIEBRE AFTOSA 245

mente como fuera posible. Esto necesito no solo acuerdos entre altos empleados sino que requirió la participación de los presidentes de los dos países, de embajadas y consulados, y de miembros de gabinete así como la movilización de todos los recursos de ambos gobiernos para combatir la enfermedad. Los Departamentos de Agricultura, Iógica- mente, fueron las autoridades encargadas de emprender la lucha.

Se intentó erradicar la enfermedad en México, como se había hecho hasta entonces en los Estados Unidos; es decir, sacrificando animales afectados o expuestos al contagio, mediante rígidas cuarentenas, lim- pieza y desinfección metódicas. Al propagarse la enfermedad en la parte central de México, hasta abarcar un área equivalente a la de los Estados de California y Oregón, se hizo evidente que México no podía resistir el impacto económico de los métodos que se habían empleado en los Estados Unidos.

En otras circunstancias, esto habría resultado tan desconcertante, que hubiera anulado y paralizado el esfuerzo cooperativo de ambos países. Sin embargo, era tan grande el deseo de exterminar la enfermedad y tan perfecta la cooperación de los dos países, que jamás tal pensamiento entró en la mente de los encargados de la campaña.

El programa se modificó, iniciándose la vacunación de todos los ani- males susceptibles en la región, con el propósito de agotar el virus, por así decirlo, a falta de animales susceptibles. Se podrá apreciar la enormi- dad de este programa si recordamos que la vacuna confería a los animales un alto grado de resistencia por un espacio de solo cuatro meses, lo que significa la revacunación cada cuatro meses.

De conformidad con este plan se vacunaron aproximadamente 17,000,OOO de cabezas de ganado tres veces y algunas cuatro veces. Sabíamos que los animales vacunados no podian resistir dosis masivas del virus o la exposición a grandes cantidades de virus muy virulento por lo que durante todo el período de vacunación, se hicieron constantes inspecciones y, al encontrarse animales muy infectados, estos eran sacri- ficados en el acto y sus cadáveres destruídos. Esto no requirió el sacrifico de gran número de animales, y resultó muy satisfactorio observar que durante el período de diciembre de 1949 a diciembre de 1950, no se registraron casos nuevos en la región afectada y no fue necesario sacrificar un solo animal. En diciembre de 1950, sin embargo, apareció un nuevo foco de infección en una comarca apartada del Estado de Veracruz. Los animales afectados fueron sacrificados y la fiebre aftosa volvió a quedar controlada. Gracias al aislamiento de este foco, se espera que ya no se propague la infección.

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246 BOLETfN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

necesario traer animales sanos del Norte de Mkico, habiéndose dado el caso de que la demanda fuera de más de 2,000 cabezas por semana. Ademas, en vista de las restricciones que prohibían la importación de ganado de México a los Estados Unidos, fué necesario encontrar un mercado para el ganado mexicano que hasta entonces habia sido vendido en los Estados Unidos. Se construyeron empacadoras y se enlató el producto para su venta a los países europeos en donde había gran de- manda de alimentos.

En lo más arduo de la campaña, más de 7,000 personas, entre mexi- canos y norteamericanos, trabajaban directamente bajo las órdenes de la Comisión encargada de erradicar la fiebre aftosa, además del Ejército de México, que en cooperación con la Comisión estaba encargado de la cuarentena y de hacer cumplir las leyes y reglamentos.

MQxico luchaba por conservar su industria ganadera y así conservar su reserva de alimentos. Los Estados Unidos luchaban por el mismo objetivo, ya que habría sido desastroso si la fiebre aftosa se hubiera extendido más allá de la frontera.

Los que luchaban contra la enfermedad y los que debían autorizar los gastos de la campaña, jamás abrigaron la menor duda respecto a lo que había que hacer. No había sino una sola respuesta: tenemos que lucha,r, y luchamos.

Me complazco en declarar que durante los últimos 15 meses no se ha registrado ningún brote de aftosa, aparte del ya mencionado. La campana en México, en mi opinión, es uno de los programas de cooperacibn más grandes que registra la historia en tiempos de paz, y creo que podria servir de ejemplo para desarrollar programas similares.

Ante el peligro de la guerra es fácil que los pueblos se unan en un solo bando para luchar contra un enemigo común. Al hacer esto, contribuyen no ~610 con sus recursos, alientos, municiones, etc., sino hasta con su propia sangre. Por desgracia, no se reconoce el hecho de que las enferme- dades constituyen un enemigo común y que para destruirlas hay que desplegar el mismo esfuerzo que para combatir al enemigo que pelea fusil en mano. No es tan dramático ni espectacular ver que los hombres sean afectados o mueran víctimas de la enfermedad, que ver morir el mismo numero en el campo de batalla y al fragor del combate. Por lo tanto, a todos los que nos percatarnos de esta verdad, nos corresponde hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para señalar a las enfermedades como enemigo común y constante, y esto es aplicable tanto a las que atacan directamente a la familia humana como a las que atacan las fuentes de recursos alimenticios de la humanidad.

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&pthbre I%5fj FIEBBBl AFTOSA 247 Antes que nada, debemos considerar estos puntos fundamentales y luego debemos resolver agruparnos en una lucha común. El deseo de cumplir la tarea es indispensable, luego viene la necesidad de un plan factible. Le sigue el apoyo de los organismos administrativos y, finalmente, el espiritu de perseverancia y tenacidad para alcanzar el objetivo final. Al hacer esto, debemos anticipar y esperar dífkultades de cuando en cuando, porque el camino está lleno de obstáculos.

Referências

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