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EDITORIALES

HA MUERTO RONALD ROSS

Cargado de honores, pero también casi en la miseria: el 16 de sep- tiembre de 1932 falleció en Londres a la edad de 75 años uno de los mayores benefactores de la humanidad sobre todo en tierras tropi- h cales: Sir Ronald ROSS, el descubridor de la trasmisión anofelina del

paludismo.

Hijo de soldado y nacido en la India, donde recibiera su educación primaria, Ross fué a estudiar medicina en el Hospital San Bartolomé, de Londres, donde obtuvo su diploma en 1879, ingresando en 1881 en el Servicio Médico de la India, a cuyo país volviera el mismo año. De 1881 a 1893 Ross, como describe amenamente en sus “Memorias,” se dedicó principalmente a la literatura, escribiendo un par de novelas, varios dramas, una comedia y los inspirados versos luego coleccionados en un tomo titulado “En el destierro”; y de paso manifestó la afición a las matemáticas, ciencia esa en la que iba a obtener grandes triunfos después. Durante una visita a Inglaterra en 1888439, Ross comenzó a interesarse en ciencia sanitaria y bacteriología, recibiendo en 1888 el diploma de sanidad pública recién creado por los Reales Colegios de Médicos y Cirujanos. A su regreso a la India, con el afán de con- sagrar más tiempo a su profesión, se puso a estudiar las fiebres locales que, supuestamente maláricas, eran realmente tíficas, impul&ndolo sus observaciones sobre el terreno a poner en duda que los pantanos fueran la causa del paludismo, visto que no se enfermaban todos los que vivían cerca de ellos.

Otra visita a Inglaterra en 1894-95 fué do la mayor importancia,

pues, a fin de concurrir a un certamen sobre paludismo-en que se

llevó el premio-Ross se vió obligado a repasar la literatura sobre el

asunto, y a estudiar más a fondo los trabajos de Laveran. Tuvo

también consecuencias más trascendentales, pues puso a Ross en

contacto con Manson, ya retirado del ejército y en la plenitud de su fama, quien había sido el primero en demostrar que los mosquitos

trasmiten una enfermedad: la filariasis. Manson informó a ROSS,

quien ya había leído algo semejante en Laveran, que había formado

1 Asf lo ha declarado la prensa vez tras vez en los últimos años. Sm embargo, es u11 hecho que Ross recibió desde su jubilación del cuerpo médico de la Indiauna pensión moderada, en lo cual se fundó en parte el C4obwm.o para no concederle una suma cuantiosa, como a Jenner; que los documentos relativos a su descubrimiento le fueron comprados por una generosa dama, quien los regalara al Instituto Ross; y que la colecta iniciada por sus amigos y sdmirsùoros en 1929 puso en manos de Ross $60,000.

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[Navember, 19321 ROSS

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la teoría de que los mosquitos t,rasmitían el paludismo, lo mismo que hacen con la filaria, refiriéndose en particular al papel desconocido de las formas, que luego resultaron ser las sexuales, del plasmodio. De sus conversaciones con Manson, Ross salió determinado a comprobar la hipótesis a su regreso a la India. “Convinimos en que lo mejor sería escoger enfermos cuya sangre era rica en gametocitos (nombre dado ahora a esas formas del parásito, algunas de las cuales producen filamentos mótiles), y tratar de pesquisar en los tejidos de esos insectos el desarrollo de dichos filamentos mótiles que nosotros creíamos eran esporos flagelados . . . exactamente el procedimiento empleado por

Manson para la F’ilaria bancrofti.” En su ensayo premiado, Ross

arremete contra las antiguas teorías relativas a efluvio, clima, vi-

viendas, pantanos, etc., y termina proféticamente: “Me aventuro a

decir que dentro de poco podemos esperar el descubrimiento de ciertos datos relacionados con el parásito de Laveran que reformarán nuestras teorías acerca del paludismo.”

Varrón, antes de J. C., Paladio, en el siglo IV, habían hablado de

los animalículos de los pantanos que creaban pestilencias. Lancisi había repetido esas teorías en el siglo XVIII y hasta estudiado mos-

quitos. Creencias semejantes parecen haber reinado entre las masas

de muchos países distintos. El buen efecto de la canalización de los pantanos había sido observado de viejo y recomendado por Doni en 1667 para restituir su salubridad a la campiña romana. De todo esto

surgió la teoría miasmática y la palabra malaria. Entre tanto, el

descubrimiento de la quina había permitido a Morton en 1697 y a

Torti en 1753 diferenciar las fiebres palúdicas. Sin embargo, poco era lo realmente adelantado con respecto a la etiología del mal hasta mediados del siglo XIX. En 1846 Rasori vaticinó que las fiebres intermitentes eran causadas por parásitos cuya reproducción periódica y más o menos rápida, según la especie, causaba los accesos febriles. En 1847 Meckel describió el pigmento palúdico, la melanina, y en

1878 Laveran realizó su memorable descubrimiento del plasmodio.

En 1885 Danilewsky descubrió parásitos semejantes en las aves y

otros animales. En 1887 y años subsecuentes, Golgi y los investi- gadores italianos diferenciaban las varias especies de plasmodios y su ciclo biológico, y en 1890 Romanowsky describía su coloración. Casi simultáneamente, la metaxenia o cambio de huésped de los parásitos, había sido revelada por Abildgaard en 1790, Kuchenmeister en 1841- 53, Leuckhart en 1867, y Fedschenko en 1869, y por fin Manson en 1877. El principio había sido extendido hacía poco de los insectos a los protozoos, por Smith y Kilborne en 1889. Un grupo de investi-

gadores, a saber, Nott, en 1848, Beauperthuy en 1854, Finlay con

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OFICINA SANITARIPL PANAMERICANA [Noviembre

Los años de 1895 a 1898 sirvieron para resolver el problema que se había planteado Ross y que consistía primero en obtener casos de

Plasmodium falciparum con numerosas formas sexuales en la sangre;

segundo, grandes cantidades de mosquitos criados artificialmente; y

tercero, persuadir a los mosquitos a que picaran a los enfermos. Entre otras dificultades, Ross luchaba con la dificult’ad de que no conocía el método de Romanowslry para teñir los plasmodios, que no tenía nada que lo guiara sobre la especie de mosquito que debía estudiar ni tampoco contaba con literatura entomológica, en parti- cular sobre clasificación de mosquitos. Durante los minuciosos experi- mentos comprobados con el microscopio que tuvo que llevar a cabo con paciencia de anacoreta, le fué de la más valiosa ayuda la co-

rrespondencia con Manson, quien nunca dejara de alentarlo y de

aconsejarlo. Después de innumerables fracasos y pruebas con mos-

quitos Culex y Stegomyia (Redes), Ross di6 por fin en Secundarab con el insecto causante “delicado mosquito pardo de alas manchadas y posición peculiar al posarse” (probablemente Rnopheles stephensi), y poco después, el 20 de agosto de 1897, fecha memorable en las

efemérides de la medicina tropical, y que podrfa muy bien con-

memorarse con el nombre de “Día del Mosquito,” al descubrir

pruebas de infección en el estómago de dicho anófeles, “quedó revelada la vía exacta de infección de esa gran enfermedad que degüella anualmente millones de seres humanos y sume en las tinieblas conti- nentes enteros . . . . Jamás en nuestros sueños . . . imaginamos suceso tan maravilloso.”

No contento aún, Ross, a quien la burocracia había separado

temporalmente de los estudios, tuvo que esperar hasta 1898 para

conseguir prueba terminante de sus hallazgos, al infectar a 22 de 28 gorriones sanos, haciendo que los picaran mosquitos alimentados en aves infectadas. Inmortal ya en su profesión y bastante descontento

con el menguado reconocimiento que encontraran sus trabajos, Ross

abandonó en 1899 el Servicio Médico de la India para aceptar la

cátedra de medicina tropical recién fundada en la Universidad de

Liverpool, en parte debido al estímulo infundido por su gran descu-

brimiento, y donde tuviera de compañero a Rupert Boyce, otro

apóstol de la higiene tropical. Los numerosos lauros que de todas partes del mundo le llegaron comenzaron en 1902, con la adjudi-

cación del premio Nobel de medicina. Ciertos sinsabores le amar-

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19321 P~EBRE A~~.~RTLL-~

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ejemplo soberbio al mundo entero. No siempre se comprende bien

cuánta influencia ejercieran los trabajos de Ross sobre la investigación de la fiebre amarilla, pues fué a raíz de su é‘rito e inspirado por ellos que Sternberg, por entonces Cirujano General del Ejército Estadouni- dense, se determinó a hacer que la Comisión de la Fiebre Amarilla explorara la teoría de Finlay, comprobándola en todas sus partes.

Tropezando con algunas dificultades, Ross dejó la cátedra de Liver- pool en 1913 para ir a ejercer su profesión en Londres, donde poco

antes le rehusaran una cátedra de protozoología, siendo allí por algunos años perito médico tropical del Colegio Kings, y al fundarse el

Instituto-Hospital Ross de Enfermedades Tropicales en 1926, pasando

a ser su primer director. Otros cargos por él desempeñados fueron los de director de la revista Science Progress, y de malariólogo consultor del Gobierno durante la Guerra Mundial.

En otra parte de este mismo número el Cirujano General Cumming relata a grandes rasgos el adelanto conseguido en los Estados Unidos en la lucha antipalúdica, gracias princ,ipalmente a poner en planta los

principios derivados del descubrimiento de Ross. Los dos grandes

congresos internacionales del paludismo, las escuelas de malariología, y por fin el reciente congreso mexicano contra el paludismo, constit,uyen otros tantos tributos efectivos a la memoria de Ross, quien en sus obras de 1902 y 1910, y aún antes, trazara losderroteros que todavía

sigue la lucha antimalárica. Si hubo Canal de Panamá es en gran

parte debido a sus pesquisas, que permitieron acabar con una de las principales causas de morbidnd y mortalidad allí.

Ross no sólo fué un médico y un investigador supremo, sino músico, gran geómetra, escritor de nota y poeta viril, uno de cuyos símiles favoritos era que el arte representaba el cálculo integral y la ciencia el diferencial, proclamándose cultor de ambos. Mientras la humanidad conmemore las victorias de la paz y a aquéllos que mejor la sirvieran, será venerado su nombre con los de Pasteur, Koch, Finlay y Gorgas.

LA IDENTIFICACIÓN DE LA FIEBRE AMARILLA EN BOLIVIA

Fenómeno epidemiológico delo másinteresante eslaidentificación con

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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Noviembre

Director General de Sanidad Pública de Bolivia, Dr. Renato A.

Riverin, anuncia que datos más explícitos aparecerán en un boletín ahora en prensa.

Dudoso el diagnóstico al principio en los casos de Santa Cruz, sólo después de múltiples pesquisas y opiniones clínicas contradictorias por los que los estudiaron de cerca, con el concurso de varios labora- torios extranjeros, se pudo determinar que efectivamente se trataba de fiebre amarilla. El foco principal parece radicarse en la ciudad de Santa Cruz, extendiéndose de allí a las zonas vecinas. No hubo verda- dera epidemia, pues los casos letales hasta fines de julio no habían

pasado de 30. La morbilidad tampoco fu6 intensa, después de un

breve período de exacerbación que produjo mucha alarma. En los

últimos meses sólo se han presentado 2 ó 3 casos esporádicos mensuales. Establecida la presencia de la enfermedad en una de las regiones más ricas de Bolivia, el Gobierno solicitó la intervención de la Funda- ción Rockefeller, la cual tomó a su cargo la lucha antiamarílica desde el lö de julio. El centro de acción quedó constituído en la ciudad de Santa Cruz, para extender de allí sus gestiones a los Departamentos

de Tarija, Chuquisaca y Beni, comprendiendo la inmensa región al

este y sur del país, colindando con Brasil, Argentina y Paraguay, y poblada en gran parte por tribus indias.

En un interesante trabajo dedicado a la geografía médica de la región vecina, y en particular a lepra, paludismo y peste en las pro- vincias cruceñas de Vallegrande y Florida, Sotelo hizo notar ante el le’ Congreso Médico Boliviano la topografía propia junto con la ubicuidad de dicha zona en el corazón del país, y la necesidad de instalar allí una oficina de sanidad.

Las autoridades de Bolivia han procedido con prudencia digna de todo encomio al iniciar sin tardanza medidas encaminadas a deter- minar la extensión del mal y que permitirán luego tratar de erradicarlo. Con igual acierto han actuado las autoridades de la vecina República del Paraguay al firmar con la Fundación Rockefeller un acuerdo seme- jante, mas esta vez con mira puramente preventiva. Por su parte, el

Departamento Nacional de Higiene de la Repúblicta Argentina ha

establecido últimamente estaciones en la frontera a fin de impedir la introducción de la fiebre amarilla en el país.

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19321 FIEBRE AMARILLA 1207

cación contaban a lo más con trenes y buques, si no con meras carre- teras o wminos casi infranqueab1es.l

EJEMPLARES DEL BOLETÍN SOLICITADOS

A fin de poder atender a las solicitudes de varios de nuestros lecto- res que encuadernan el

BOLETÍN

y desean completar sus colecciones, mucho agradeceremos el envío de ejemplares de los números de enero, marzo y junio de

1930

(año 9, Nos.

1, 3

y 6), marzo y abril de 1931 (año 10, Nos. 3 y 4) y agosto de 1932 (año ll, No. 8) del BOLETÍN de la Oficina Sanitaria Panamericana, a aquéllos de nuestros suscritores que tengan alguno a su disposición, con la seguridad de que esta acción será debidamente aprecieda.

Plegnria por Za infancia.-Ser omnipotente, sea cualquiera el nombre con que se te reverencia, oh, Dios, oh, Destino, principio sagrado de la misteriosa y terrible vida, tú que envías, sin cansarte, a todos los niños sobre la tierra, protégelos por lo menos. No los prives de los cuidados maternos; cura sus males; apacigua sus penas, no permitas nunca más que sean abandonados, incomprendidos, adoloridos o desgraciados. Que nadie los oprima sin sentir tu venganza; que todos los grandes sean para todos esos pequeños, una inmensa familia; que cada mujer sea para todos ellos un corazón lleno de amor. Dales el bienestar, el pan, la salud, la alegría y la inteligencia, la fuerza y la libertad. Ordena que se comprenda y respete su genio. Consuela sus llantos, enjuga sus lágrimas, y sobre todo no hagas que mueran antes que su madre. Así sea.-GfiRARD D’HOUYILLE.

Las grandes endemias tropicales.-La malaria y la ankilostomiasis son las endemias m8s generalizadas en el mundo tropical, siendo causa de la más alta cifra de morbosidad y en algunas regiones de mortalidad. Su carácter esencial- mente crónico, la anemia profunda que produce y la pérdida de las fuerzas indi- viduales, que es su consecuencia, hace que su dominio sea, más que un problema de higiene pública, uno de economfa política. Son justamente las regiones más

ricas, por la prodigalidad de su suelo y de sus lluvias, donde se cultivan los pro- ductos que son base de la riqueza nacional, donde la malaria y la anquilostomiasis hacen mayores estragos reduciendo en un 50 por ciento la eficiencia de los traba- jadores y reduciendo por lo tanto en un 50 por ciento la capacidad productiva del Estado. Estos hombres, anémicos, aniquilados, vienen luego a aumentar la población de los hospitales, gravando en esta forma el erario público. El retraso económico y cultural de los países tropicales débese a la anquilostomiasis y a. la malaria endémicas en ellos desde hace siglos. Cómo sorprenderse de que el anal- fabetismo alcance la cifra que alcanza, a pesar de haber en cada pueblo una escuela y un maestro, si la semilla cae en campos enfermos? Cómo sorprenderse de que un kilómetro de carretera cueste la fantástica suma que cuesta, si entre otros factores hay que agregar que los trabajadores ~610 pueden dar el 50 por ciento de la energía que podria desarrollar un hombre sano? Todas las labores industriales y agrfcolas deben obligadamente resentirse de la prevalencia de estas enfermedades profundamente anemiantes.-SoL6N NÚÑEZ: Conferencia, 1932.

Referências

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