EL DEPARTAMENTO
DE SANIDAD
DEL FUTURO*
Por el Dr. HENRY F. VAUGHAN
Decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, Mfchigan
Es hecho reconocido desde ha mucho tiempo que la conservación de la
salud pública es la primera obligación de todo gobierno.
Sin Salud, el
hombre no puede sobrevivir.
Desembarazada del velo de la superstición,
empapada en el temor y el emocionalismo de la era de los miasmas y las
epidemias, la Sanidad Pública debe hoy dfa apoyarse en su capacidad
para suministrar a la población los privilegios de la vida larga y saludable,
que la ciencia moderna y el servicio de sanidad pública pueden facilitar.
El temor a las catástrofes con el avecinamiento de plagas devastadoras
de causa desconocida obligó ayer al público a depositar su confianza y
autoridad en comités y juntas de sanidad.
Los higienistas triunfaron
,
.
en forma notable al controlar las enfermedades epidémicas y sanear el
medio ambiente, de manera que las pandemias del pasado han práctica-
mente desaparecido.
El mantenimiento de servicios para la lucha contra
las enfermedades trasmisibles y la vigilancia del agua, la leche, los ali-
mentos y las inmundicias, puede mantener las epidemias a respetable
distancia, mas el departamento de sanidad moderno debe realizar algo
más que ponerse a recordar simplemente los azotes de la viruela, la fiebre
amarilla, el cólera y la peste: debe contribuir
a hacer la vida más sana
y útil.
El departamento de sanidad del futuro debe interesarse en las amplias
-.
I
necesidades de las masas. La educación ha disipado ya el viejo misti-
cismo de la práctica de la medicina concebida en la terminología de los
autores clasicos, pues ha proclamado la idea de que la eterna lucha por la
salud representa el esfuerzo del hombre contra la ignorancia, la supersti-
ción y la pobreza.
Los nuevos conocimientos de las causas y modos de
trasmisión de las enfermedades han desterrado la conjuración filosófica
de los escogidos y la autocrática dirección de los funcionarios de sanidad
que antes parecfan necesarias.
Hoy día, la madre de los barrios bajos
se da cuenta mucho mejor que su hermana del bulevar, de la importancia
de la leche y los alimentos sanos, como protección contra las enfermedades
entéricas.
Las ventajas de la buena asistencia médica, los hospitales,
,
los servicios de diagnóstico, rayos X, laboratorio y otras técnicas, son
perfectamente comprendidas hoy y el deseo de contar con ellos en momen-
tos de necesidad es casi universal.
La gente ya no se siente satisfecha
* Traducido del Am. JOUT. Pub. Hdlh, 1414, dbre. 1943.
Abril lOU] SANIDAD
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con una mera valla contra las epidemias que sobrevengan: buscan
Ia satisfacción diaria de una vida vigorosa y radiante.
El higienista es
quien ha creado tales
exigencias y apreciaciones y también es el llamadoa velar porque las necesidades futuras sean atendidas sobre una amplia
base colectiva.
Los proyectos de sanidad integral para los habitantes de cualquier zona, pre- suponen un conocimiento completo de todos los grupos y factores que contribuyen a mejorar la asistencia tanto en la salud como en la enfermedad. ¿Considera el funcionario de sanidad los recursos de la localidad con relación a la población, area, transporte, necesidades especiales y capacidad económica de los habitantes? ¿Es adecuado el número de médicos, dentistas y enfermeras para llenar las necesi- dades locales? ¿Qué sabe acerca de los hospitales generales y de su carácter, prác- ticas, mímero de camas y costo de sus servicios? CDe qué manera se proporcionan facilidades y servicios a los indigentes o a los que pueden pagar parte de estos servicios? Los beneficios de un buen servicio de enfermería han sido preconiza- dos a voz en cuello, Cse encuentra este servicio al alcance de todos los que lo necesitan, irrespectivamente de su capacidad para pagarlos con fondos propios? Con respecto a los laboratorios clínicos y públicos, 2están licenciados o fiscalizados con el fin de garantizar la buena calidad del trabajo? CEstán las hematimetrías, uran8!isis, determinaciones de! metabolismo, rayos X, etc., al alcance de todos, o 6610 de los que pueden pagar? ¿Hay a mano servicios de patólogos y roentgenó- logos que puedan suministrar una interpretación experta e inteligente de los resultados? ¿Cuánto tiempo consume un examen de leche o de agua? ¿Participa el plasma sanguíneo en la defensa civil, y posee la comunidad sus propias reservas en hospitales o centros estatales de los que pueda-e! médico local obtenerlo gratui- tamente para uso en sus enfermos particulares? ¿Qué clase de asistencia médica y dental existe en la localidad para los pobres y las personas poco acomodadas? CC6mo se obtienen drogas, anteojos, dentaduras y otros dispositivos semejantes? Estas preguntas y otras muchas similares son las que debe contestar el funcionario de sanidad antes de ponerse a definir sus problemas, problemas éstos basados en las estadísticas de mortalidad y morbidad y en el análisis por zona, raza y grupos sociales, de los ficheros de servicios disponibles.
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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Abrilsimilares deben ser contestadas por todo funcionario de sanidad al tratar de avaluar la perfección de su programa comunal.
El moderno departamento
de sanidad debe garantizar a todos las
ventajas de la protección contra las dolencias crónicas y la muerte
prematura.
Poseemos ya bastantes conocimientos acerca de la natura-
leza y manejo de la mayoría de las enfermedades, pero nos falta la ma-
quinaria para hacer llegar hasta las masas la asistencia médica, dental,
enfermeril y en general de los servicios de sanidad pública.
No se de-
duzca de esto que el jefe de sanidad deba forzosamente administrar todas
las funciones y obras enumeradas; por regla general no lo hará.
Ni
todos estos servicios formarán tampoco parte de la maquinaria del de-
partamento de sanidad.
La forma de la organización variará conforme
al tiempo y al lugar.
Sin embargo, es muy importante que el funcionario
de sanidad se convierta en portaestandarte al proyectar y en coordinador
al llevar a la práctica esos programas, aun cuando no estén bajo su in-
mediata vigilancia
administrativa.
Si no se convierte
en portaes-
tandartè en la nueva era sanitaria del futuro, otros menos competentes
se lanzarán a ocupar su puesto.
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’ muestran el radio de acción por unidad en las ciudades y condados que
han sometido sus programas durante los últimos dos años. Este folleto
servirá como guía de la mayor utilidad a los funcionarios de sanidad, pues
representa varias partes del país. Las tres publicaciones citadas forman
la cinta métrica con que puede el funcionario de sanidad medir su propio
trabajo y la labor realizada en relación con el trabajo de otros en términos
de apreciación colectiva, tal como los han definido los miembros de la
Comisión
de Prácticas
Administrativas.
Nuestro
actual
personal
preparado, compuesto de médicos, dentistas, enfermeras, ingenieros
sanitarios y otros que han hecho una carrera profesional en el campo
de conservación de la vida, no ha sido empleado con suficiente efectividad
para asegurar un completo y adecuado servicio en todos los estados.
Hasta que se publicó el informe de la Subcomisión de Unidades Sanitarias
Locales, no habfa sido preparado ningún plan modelo para la extensión
de los servicios locales de sanidad de a tiempo completo, en todos los
Estados Unidos.
Un plan equilibrado exige la colaboración de un per-
sonal preparado además de la del médico de sanidad.
Dicha Comisi6n ha demostrado que hay 41,052,600 personas en 1,687 condados de 41 Estados, a los que no se les ha provisto todavía de un servicio de sanidad de a tiempo completo, mientras que en los condados, municipios, distritos y ciudades, observase con frecuencia duplicación de esfuerzos entre distintas unidades políti- cas. Se cree que en 1,127 unidades administrativas un funcionario de sanidad especialmente preparado y avezado, de preferencia médico, con suficiente personal y equipo técnico, puede suministrar la cantidad y calidad de servicio sanitario propuesto en el Plan de Justipreciaci6n y el Guía correspondiente. Por regla general (y hay sus excepciones a toda ley humana), las unidades de población de menos de 50,000 habitantes no pueden obtener y sostener el personal necesario, y les resulta hasta difícil mantener una unidad sanitaria de a tiempo completo. Se han propuesto promedios mínimos para: enfermeras de sanidad (una para cada 5,000 habitantes), ingenieros sanitarios e inspectores (uno para cada 25,000) secretarias (una por cada 15,000), y la comisión tiene ahora en consideración el número necesario de educadores sanitarios, estadísticos y laboratoristas.
Las propuestas de la Comisión no terminan ahí, sin embargo, pues comprenden factores económicos y servicios profesionales, habiendo declarado que al trazar límites de distritos tratese de agrupar los condados o pa.rtes de ellos a fin de reducir las grandes diferencias en entradas per cápita, combinando grupos rurales y ur- banos, de alto y de bajo nivel económico en una sola jurisdicción. Igualmente al combinar condados o partes de ellos en un distrito sanitario, procúrese agruparlos de modo que cuenten con un médico por cada 1,500 habitantes y que no haya en el hospital menos de tres camas por cada 1,000 habitantes.
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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Abril 19441y convertirse en promotor en el campo de la educaci6n y en los servicios social, sanitario y asistencial. La educación sanitaria es la base sobre la cual descansan y perduran todas las prácticas sanitarias. No hay para qu6 facilitar al publico los nuevos conocimient,os esenciales para el mantenimiento de la salud, a menos que se coloquen a disposici6n del mismo los medios de utilizar dichos servicios. No hay para qu6 alarmar al público hablándole de los estragos de la sífilis y los ataques devastadores de la tuberculosis, si no preparamos y establecemos los medios para que el individuo perciba los beneficios a que tiene derecho. CPara qué cantar las bellezas de la penicilina. de los sulfamidados, del plasma sanguíneo si no los ponemos al alcance económico de cada individuo? Cada nueva obra dedicada al mejoramiento de la salud y conservación de la vida, debe ponerse al alcance de todos, apenas sea aprobada científicamente o resulte comercialmente practica. El decir a la gente 10 que debe hacer en sus momentos de enfermedad o de salud, ya se trate de medicinas o alimentos, sin proporcionarselo luego adminis- trativamente, no produce mas que desaliento, desencanto e inquietud social.