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Intereses de la salud en un programa global de abastecimiento de agua

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IKTERESES DE LA SALUD ElY UN PROGRAMA GLOBAL DE ABASTECIMIEKTO DE AGUA*

WESLEY E. GILBERTSON

Jefe, Divisibn de Servicios de Ingeniería, Servicio de Salud Pública, Secretaría de Salud, Educación y Bienestar de Estados Unidos

En esta reunión de la Asociación Fronte- riza Mexicana-Estadounidense de Salubri- dad es particularment,e apropiado dirigir nuestra atención hacia la cuestión de los “Intereses de la salud en un programa global de abastecimiento de agua”. El tema es de suyo oportuno, y nuestras dos naciones tienen verdadero interés en él.

El lamento del viejo marinero de “agua y más agua por todas partes y ni una gota para beber”, sigue siendo una irónica verdad, con siete octavas partes del globo cubiertas de agua y con inundaciones y maremotos que azotan al hombre en la tierra. La ironía es mayor todavía si pensamos en las numerosas zonas del mundo donde millones de personas mueren de enfermedades, que, a su vez, son consecuencia de la falta de agua o de sus malas condiciones. En mi opinión, la misma importancia que las consideraciones de salud pública, tiene la contribución vital del “agua a discreción” al progreso y desarrollo general de la colectividad. Espero poder presentar en esta reunión los intereses sanitarios y económicos del abastecimiento de agua, pues, por nuestra condición de trabajadores de salud pública, debemos conocer el valor de los numerosos usos del agua como necesidad fundamental del hombre, no solo por lo que concierne a la salud, sino también para el bienestar económico y la elevación del nivel de vida.

Para obtener una idea clara de los benefi- cios posibles y reales de un sistema público de abastecimiento de agua, convendría hacer una breve referencia a la magnitud del pro- blema de las enfermedades en su relación con

*Trabajo presentado en la XVIII Reunión Anual de la Asociación Fronteriza Mexicana-Esta- dounidense de Salubridad, celebrada en Hermo- sillo, Sonora, México, del 4 al 8 de abril de 1960.

la falta de un abastecimiento adecuado de agua. Más de la mitad de la población del mundo bebe agua que no es potable. De cada cuatro individuos, tres sufren de enfermeda- des intestinales. El amplio grupo de enferme- dades gastrointestinales-entre las que fi- guran la fiebre tifoidea, la paratifoidea, el cólera, las parasitosis y otras enfermedades debidas a deficiencias de saneamiento-causa en t’odo el mundo 5 millones de defunciones infantiles al año. Asimismo, las enfermedades derivadas del consumo de agua contaminada y las que se contagian por falta de higiene personal-principalmente por escasez de agua para lavar y para bañarse-son la causa de 500 millones de casos anuales de incapacidad por enfermedad.

En una gran parte del globo, las enferme- dades diarreicas representan la primera o segunda causa principal de defunción. En 12 de 17 países del Hemisferio Occidental, las enfermedades gastrointest’inales son todavía la causa principal de defunción de los niños de 1 a 4 años. La relación entre el agua y la salud es un hecho familiar para nosotros, y conocemos también la magnitud de la labor que hay que realizar. Un reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud reveló que, en las Américas, al sur de esta frontera, dos quintas partes de la población viven en ciudades de más de 2.000 habitantes que no cuentan con servicios de abasteci- miento de agua, y que carece de este servicio el 70% de los que habitan en colectividades todavía más pequeñas. El mismo informe señala que bastaría un suministro de agua potable y fácilmente accesible para reducir entre un 30 y 60 % las enfermedades diarrei- cas. Las propias est’adísticas detalladas son impresionantes. Por ejemplo, un pediatra de una colectividad de México septentrional

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informa de que, en su ciudad, la diarrea fue la causa del 50 % del total de defunciones infantiles.

En un informe del mes de abril del año pasado, la Organización Mundial de la Salud dice que “el examen de las estadísticas vitales. . . . de muchos países del mundo . . . revelan que no se ha producido una reducción notable de las enfermedades de caráct,er en- tsérico transmitidas por el medio”. Asimismo, el Director de la División de Saneamient,o del Medio de la OMS comentó que “la si- tuación sanitaria del mundo es probable- mente peor que hace diez años. Las fuerzas del deterioro han aventajado a las del mejoramiento”.

Estas observaciones pesimistas se formu- laron, sin duda alguna, no con espíritu de resignación y capitulación, sino como un reto al ingenio del hombre. El enérgico y reciente acuerdo de las principales organiza- ciones sanitarias internacionales-Organiza- ción Mundial de la Salud, Organización Panamericana de la Salud y División de Salud de la Administración de Cooperación Int,ernacional-de aunar muchas fuerzas a fin de encauzarlas hacia la provisión de agua, constituye una de las decisiones más sorprendentes y de importancia más esencial en la historia de estas organizaciones.

Desde hace ya algún tiempo, las t,res mencionadas organizaciones se vienen dedi- cando a act’ividades destinadas al fomento de sistemas de abastecimiento de agua. Estos esfuerzos forman parte de un amplio pro- grama de saneamiento del medio. Se han logrado algunos notables progresos, pero no han sido suficientemente rápidos y amplios. La decisión unánime de concentrar gran parte de sus energías a un programa de pro- visión de abasto público de agua se debe a varias razones. En primer lugar, tal vez, se halla el convencimiento de que t,al programa de una sola finalidad posee muchas de las características requeridas para llevarlo a cabo satisfactoriamente. A este respecto, merecen mencionarse esas características en la excelente forma en que las resume el Dr. Baity, de la OMS.

- El programa debe producir grandes resulta- dos en materia de salud, comodidad y ven- tajas económicas.

- Debe estar al servicio de una población numerosa.

- Debe basarse, en gran parte, en los recursos de la población.

- Ha de ofrecer perspectivas de ejecución ra- zonablemente rápida.

- Ha de exigir un mínimo de tiempo y esfuer- zos para su fomento.

- Debe satisfacer un anhelo humano. - Ha de requerir la mínima educación preli-

minar de la población.

- Debe tener una base tecnológica firme y tientfficamente aceptada.

- No ha de necesitar investigaciones adiciona- les-en todo caso muy pocas-para su iniciación.

Quizás la segunda razón para concentrarse en un programa de abastecimient’o de agua sea la experiencia obtenida con programas de un solo objetivo, como lo demuestra su éxito en las actividades que casi han logrado la erradicación de la frambesia, de la fiebre amarilla y la malaria en ciertos lugares. To- dos estos programas se han granjeado el apoyo del público y consiguieron resultados formidables.

Una tercera y muy fundamental explica- ción consiste en el reconocimiento de la inutilidad de llevar a cabo programas de actividades básicas de saneamiento del me- dio, sin la provisión previa de agua a la colect’ividad. En primer lugar, la presencia de un sistema de abastecimiento de agua exige naturalmente la instalación de alcan- t,arillado para la eliminación de desechos. Después, el abastecimiento público de agua crea una demanda y aceptación cada vez mayor, tanto en zonas urbanas como rurales, de actividades tales como mejoramiento de la vivienda, saneamiento de los alimentos y de la leche, control de moscas, eliminación de desechos, descont,aminacián de corrientes de agua, planificaciGn y desenvolvimiento ur- bano y otras diversas mejoras del medio ambiente.

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carácter sanitario, el grupo de salud pública conceda mayor importancia al hecho de que la provisi6n de un servicio público de abas- tecimiento de agua represent,a más bien una inversicín que un gast,o. Es evidente, en eîect,o, que un adecuado sistema público de

abastecimiento de agua Gene tanto valor para el progreso sorial y económico que su costo no debiera cargarse tot’almente al presupuesto de salud pública. Por ejemplo, se calcula que una tubería de una pulgada de diámetro suministra el equivalente del agua acarreada por 150 mujeres. Estas mujeres se necesitan en el hogar, o bien como fuerza laboral para una mayor producción, incluso en los países agrícolas. En algunos lugares del mundo se da el raso paradójico de que el agua sucia se vende a un precio de 10 a 50 veres mayor que el agua potable proce- dente del abast’ecimiento público. En t,érmi- nos generales, el agua de un sistema público de abastecimiento es el artfculo más harat,o en el mundo actual.

El país, regi6n o ciudad que cuenta con un buen servicio de abastecimiento de agua, adquiere automátiaament,e mayores posibili- dades de desarrollo económico. En primer lugar, el descenso de la morbilidad acorta la pérdida del tiempo que debería dedicarse al trabajo, o sea, que permite disponer de más individuos para trabajar y para cumplir su misión y, de esta manera, aumentar la pro- ductividad. En segundo lugar se reducen las pérdidas por incendios; por último está la ventaja de que un adecuado suministro de agua atrae indust)rias. Quiero hacer hincapié en este punto. Tuve el honor de formar parte de un grupo de ingenieros sanitarios que expusieron firmemente a la ICA, en junio de 1958, lo siguiente:

“Desde el punto de vista económico, el sistema de agua en tubería es un requisito previo funda- mental para el desarrollo de la industria, del comercio y del turismo. Permite la manipulación 3’ elaboración de mucha materia prima. En los pafses qur inician su desarrollo, la instalación de servicios de abastecimiento de agua ofrecería un estimulo para las obras públicas de muchas clases, que se traduciría en un mrjoramirnto urbano.”

Como part,e integrante de la economfa del suministro de agua, se debe insistir particu- larment,e en la idea de que no se trata de un servicio gratuito, sino sujeto 3, unas t,arifas. El convelwimiento de que la provisión de agua es un servicio por el que hay que pagar una cantidad determinada, no ha sido asimi- lado todavía por algunos gobiernos y pobla- ciones. Realmente, no se ha reconocido como es debido el hecho de que el reembolso del capital, así como de los gastos de funciona- miento, de un sistema público de abasteci- mient’o de agua, es posible mediante el pago de una tarifa proporcionada a los medios de que dispone la población consumidora. En la administración de un sist’ema de abasteci- miento de agua, se debe prever la revisión periódica de las tarifas en relación con las futuras necesidades financieras. En Estados Unidos, ciertas colectividades que han exa- gerado el mant,enimiento de bajas tarifas en el servicio de agua, se han encontrado en una situación difícil cuando ha llegado el mo- mento de ampliar o de substituir las instala- ciones existentes.

Por consiguiente, es importante compren- der claramente que el financiamiento de los sist)emas públicos de abastecimiento de agua debe considerarse romo asunto a largo plazo, que representa una inversión de capital y que repercute en medida ronsiderable en toda la economía nacional, con ventajas directas o indirectas.

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Noviembre 19601 PROGRAMA GLOBAL DE AB4STECIMIENTO DE AGUA 427 teria de abastecimiento de agua y se está

dedicando atención, no sólo a los problemas de construcción, sino también al funciona- miento de instalaciones de abastecimiento de agua, administración, y amortización del costo, por lo menos parcial, a base de los ingresos que aporte el servicio de suminist’ro de agua. Esto no significa que la tarea esté ya realizada, sino, simplemente, que México sigue avanzando en este campo y cuenta ya con los fundamentos para esta labor a reali- zar.

Sería conveniente, a este respecto, exami- nar la situación del programa en relación con las necesidades referentes al abasteci- miento de agua. En 1950, la población de México era de unos 26 millones de habitan- tes, 10 millones de los cuales vivían en ciudades y pueblos. Según la Organización Panamericana de la Salud, sólo unos 5 millones de habitantes, o sea una quinta parte de la población total, disponía de agua en tubería a domicilio. La población que se calcula en 1960 asciende a 35 millones de habitantes, de los cuales unos 14 millones, o sea dos quintas partes de la población, dis- ponen de agua a domicilio. Esta proporción parece ser bastante satisfactoria. No obs- tante, hay que mirar hacia el futuro. Se calcula que la población de 1980 se elevará a 62 millones y, al ritmo actual de la construc- ción de instalaciones de abastecimiento de agua, dispondrán de este servicio a domicilio unos 22 millones aproximadamente. Así pues, a pesar de la considerable construcción de instalaciones en el curso de los próximos 20 años, resultaría que en 1980 la población de México sin servicio de agua a domicilio sería casi el doble que actualmente. En con- secuencia, la Organización Panamericana de la Salud calcula que la construcción de sistemas de abastecimiento público de agua, para ser adecuada, debiera avanzar a un ritmo doble del actual.

Lo aprendido en las experiencias de Ytéxico y de Estados Unidos puede utilizarse hasta cierto punto en otros lugares. iCuáles son los puntos fuertes y débiles de nuestros servicios nacionales en materia de agua?

CCómo pueden atenderse las necesidades de personal técnico debidamente preparado en materia de instalaciones de abastecimiento de agua? iCuál es la función esencial de los organismos sanitarios en el desarrollo de los sistemas de abastecimiento de agua? No cabe duda de que son muchas más las cues- tiones igualmente esenciales que podemos plantearnos.

En este esfuerzo mundial encaminado al establecimiento de sistemas públicos de abas- tecimiento de agua, hay que recurrir a todas las fuentes pertinentes de saber y experien- cia. Tenemos la responsabilidad conjunta de aportar toda nuestra posible contribución. Me permito recomendar firmemente que se lleven a cabo los necesarios estudios espe- ciales que permitan examinar y evaluar los datos relativos a la experiencia obtenida en México hasta la fecha. Espero también que los medios y servicios de adiestramiento de ingenieros y demás personal destinado a sistemas de abastecimiento público de agua, se desarrollen lo más pronto posible, para que los aprovechen, no sólo México, sino también otros países. El hecho de disponer de vuestra organización con fines de demos- tración, puede constituir una importante ayuda para la labor que haya que llevar a cabo en otro lugar.

Supongo que todos nos hemos sentido descorazonados en algún momento de nues- tra vida profesional al considerar la despro- porción entre la labor a realizar y lo ínfimo de nuestros esfuerzos para acometerla. Nos habrá producido la impresión de que tratá- bamos de vaciar el océano con una cubeta. Sin embargo, el hecho de que la provisión de agua constituya una actividad en la que con poco se puede hacer mucho, puede y debe alentarnos. Desde este punto de vista, nues- tros esfuerzos ya no son ínfimos. Lo im- portante es tener presente que la obtención de un adecuado abastecimiento público de agua es como lanzar una piedra en un lago, pues las ondas que provoca se extienden a zonas cada vez mayores.

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