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Los grandes problemas sanitarios de los Tropicos

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Academic year: 2017

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EDITORIALES

LOS GRANDES PROBLEMAS SANITARIOS DE LOS TRÓPICOS En 1927, el Director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres l discutió, bajo el título de “Algunas Lagunas Tropicales,” varios problemas aun pendientes de solución en el campo de la higiene

tropical. En su disquisición discutió primero la aclimatación

del

hombre blanco, tocando de paso la neurastenia tropical, la alimen- tación con sus posibles efectos predisponentes o excitantes sobre la enfermedad, y la vestimenta.

Pasando luego a las enfermedades, declaró que el paludismo con- tinuaba siendo la más importante dolencia de los trópicos, recordando que Stephens enumeró en 1911 ocho, y Hegner en 1925 40, puntos

aun por dilucidar en la malaria. La situación era entonces aun peor

con respecto a otras enfermedades transmitidas por mosquitos como

el dengue (cuya etiologí’a y terapeútica son todavía tierra casi in- cógnita), la filariasis, y la fiebre amarilla, si bien sobre la última han

lanzado mucho luz las investigaciones realizadas en los dos últimos

años. Otros flagelos tropicales discutidos por Balfour y aun aguar- ’ dando que los ilumine mejor la investigación son: el tifo (en particular

en lo referente a etiología e identidad), la psste (principalmente en

lo tocante a terapeútica), la fiebre recurrente, la leishmaniasis, la

tripanosomiasis, la pelagra, el esprúo y el absceso esplénico. Ha-

blando como investigador, el higienista inglés reconoce que rara es

la enfermedad tropical-y hubiera podido muy bien suprimir el

adjetivo-en cuyos conocimientos no podamos encontrar lagunas.

Vastas en verdad las lagunas por colmar en el

campo de

la

medicina

tropical, pero al avisorar el asunto con ojos prácticos, lo que más resalta es el caudal de datos cuya aplicación enérgica y perseverante

lograría una enorme disminución de enfermedades tales como palu-

dismo, tifo, tifoidea, pelagra, esprúo, etc. Así lo reconoce el mismo

Balfour al declarar que “si toda la investigación cesara mañana,

todavfa habría suficiente que hacer en los trópicos, pues lo que se

necesita principalmente es la aplicación de los conocimientos exis-

tentes.”

Desde ese punto de vista concreto, en su discurso en la reciente reunión de la Asociación Médica Panamericana en la Habana, otra lumbrera de la medicina tropical 2 sintetizó los escollos sanitarios que

hay que vencer en este lado del Atlántico para asegurar al hombre

1 BaKm, Andrew: Jour. Trop. Med. & Hyg. 30: 97 (abr. 16) 1927. a Agramonte, Aristides: Rev. MBd. Cubana 40: 421 (abr.) 1929.

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EDITORIALES 1131

c

blanco una base time en los paises tropicales. La malaria es hoy

indudablemente la mayor preocupación de las naciones colonizadoras,

como lo fuera en lejanas épocas. Hoy día tiénesela controlada en vastas extensiones de terrenos que hace 20 años se consideraban irre-

mediablemente perdidos. La destrucción de los mosquitos reviste

importancia secundaria, pero la supresión de los criaderos es de la

mayor trascendencia. Hay que tomar en cuenta las condiciones espe-

ciales de cada país; por ejemplo, no pueden esperarse los mismos

resultados en el rio Amazonas o en las costas de Centroamérica que

en las zonas ya redimidas de Tennessee o la Florida. La uncinariasis

es con seguridad el segundo problema a afrontar en los trópicos. Lo

primero es recorrer el territorio a fin de conocer bien la zona infectada y la proporción de parasitados, y de ser posible, el grado de infección en cada caso. Al mismo tiempo debe emprenderse una campaña de

educación. El tratamiento consiste principalmente en antihelmínticos

y purgantes, pero lo más importante es evitar las reinfecciones, obli-

gando al público a construir y usar letrinas adecuadas y llevar calzado. La amibiasis (quizás fuera mejor decir las afecciones hídricas.-RED.) ocupa el tercer lugar en el orden de los problemas sanitarios de las

zonas tropicales. La educación del público también da ahilos mejores

resultados. Después de la protección del agua, la leche y los

alimentos, muchas prácticas sencillas pueden dar excelente resultado, como el lavado metódico de los manos antes y después de comer, el cuidar de la limpieza de todos los comestibles, etc. La fiebre amarilla ocupa el cuarto lugar en la lista de Agramonte, si bien hace un cuarto de siglo hubiera merecido el primero. En los últimos años, el problema mundial de esa dolencia ha tomado aspecto serio, a pesar de los

éxitos obtenidos, pues se ha evidenciado la endemicidad de esta

afección en la Costa Occidental de Africa, y se han notificado brotes en el Brasil, y en Colombia, donde se suponía que la enfermedad ya

estaba definitivamente aniquilada, demostrando eso que no debe haber

tregua posible en la campaña preventiva, y que la ausencia de casos

no siempre significa extinción.

Esa nueva fase alarmante de la fiebre amarilla sobre la cual con tanta razón llama la atención Agramonte no pasó desapercibida en la

reciente reunión del Consejo Directivo de la Oficina Sanitaria Pan-

americana, y de ahí la resolución votada y a la cual nos refiriéramos

en un número anterior.3 La reciente aparición de la enfermedad en

el interior de Colombia dota aun de más actualidad a ese consejo

previsor.

LAS NUEVAS TENDENCIAS DE LA SANIDAD

Allá a fines del siglo XIX, en la época consecutiva a los memorables

descubrimientos de Pasteur, cuando surgió la higiene moderna, su

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