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El tifo exantemático: Ultimas adquisiciones y aspecto internacional

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Academic year: 2017

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Triquinas

El tratamiento de la triquinosis resulta difícil, porque el diagnóstico en el hombre no se suele hacer sino varias semanas después de infec- tarse, cuando ya ha comenzado la invasión muscular por las larvas jóvenes. Por lo tanto, hay que dirigir el tratamiento contra esas larvas en la circulación, contra las que ya han penetrado en los mús- culos, y contra las hembras adultas enterradas en la mucosa entérica. Miller, McCoy y Bradford 34 han demostrado que la terapéutica antilarvaria es ineficaz, pues probaron por vía venosa sin éxito, el neosalvarsán, tartrato estibiado, acriflavina, un derivado de ésta, violeta de genciana, y metafén. Tampoco resulta muy satisfactorio el tratamiento contra la hembra adulta una vez enterrada en la mucosa intestinal. Sin embargo, de hacerse el diagnóstico mientras todavía predominan los síntomas gastrointestinales, lo cual indica que las hembras se están enterrando en la mucosa entérica, debe purgarse bien al enfermo con aceite de ricino o sulfato de magnesio, lo cual ayudará a expulsar los vermes todavía libres en el intestino, mermando ipe,so fado el número de larvas producidas. También podría suministrarse

tetracloretileno o hexilorresorcinol, con la esperanza de matar las triquinas sólo parcialmente enterradas en la mucosa.

EL TIFO

EXANTEMÁTICO:

ÚLTIMAS

ADQUISI-

CIONES

Y ASPECTO

INTERNACIONAL

*

Por el Dr. FRANCISCO DE P. MIRANDA

Delegado de México

La República Mexicana ha pagado, en el pasado, un fuerte tributo de vidas segadas por el tifo exantemático. Que el tifo existía en nuestro territorio antes de la conquista, causando graves epidemias entre los primitivos moradores, es cosa hoy probada, no sólo por investigaciones históricas, sino por muy interesantes datos de orden biológico. Las graves epidemias de tifo exantemático se sucedieron constantemente hasta la última, acaecida en los años 1915 y 1916, desde la cual la aplicación de los principios científicos establecidos por Nicolle vino a hacer descender a cifras muy bajas la endemia tifosa, haciéndonos concebir la esperanza de que no estaba lejano el día en que habríamos de alcanzar el triunfo definitivo sobre esta terrible enfermedad. Nuevos descubrimientos de gran interés biológico y sanitario nos han hecho comprender que, si bien está en nuestras manos el impedir que vuelvan a repetirse las catástrofes

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epidémicas de antaño, existe un reservorio, muy difícil de segar y que explica el que no se haya logrado rebasar cierto limite de baja endemicidad, que constituye la fuente potencial de posibles epidemias.

Afortunadamente México no sólo ha sido teatro de estas desgracias, sino la escena donde se han desarrollado importantes investigaciones que nos han dado un mejor conocimiento de la enfermedad, de su causa eficiente y de la profilaxis, aplicable como arma sanitaria.

Estas investigaciones tuvieron un primer período en el terreno de la clínica pura y un segundo período en el terreno del laboratorio, abarcando en conjunto más de cuatro siglos de constante preocupación de nuestros hombres de ciencia por dominar el mal. No intentaré relatar el proceso detallado de estas investigaciones, lo que sólo tendría un interés especulativo. No es mi intención hablar aquf de la contribución de mi país en esta obra. Los argumentos que pongo a consideración son los que tienen una aplicación inmediata a la tarea sanitaria que nos hemos impuesto en el continente americano.

Mucho se ha discutido en mi país y en otras partes acerca de la identidad o diversidad del tifo del nuevo y del antiguo mundo. La vieja designación de “tabardillo ” se empleó para la forma o variedad de tifo que se observa en México, como para diferenciarla de la variedad del Viejo Mundo.

Por mucho tiempo se sostuvo la creencia de esa diversidad, buscada en matices clínicos, en diferencias de condiciones, sobre las cuales no cabía sentar doctrina definida. Una vez conocido el modo de trans- misión que las experiencias de Nicolle establecieron, aun cupo la duda de si tales principios eran aplicables al tifo de nuestro continente, duda que se desvaneció en cuanto se aplicaron prácticamente dichos principios y se obtuvieron, con ellos, resultados demostrativos. El conocimiento del germen y la demostración de su especificidad, tam- poco zanjaron la dificultad, por ser tan difícil el estudio de las varie- dades de Rickettsia.

Aconteció entonces un descubrimiento de gran trascendencia: El aislamiento de la cepa llamada orquítica de Mooser, que vino a robustecer la creencia de la dualidad de los dos tifos. Esta cepa,

aislada hace siete años en la Ciudad de México, se caracteriza, en efecto, por la propiedad que tiene de producir en el cuy una infección tifosa cuya lesión mas aparente es la inflamación de la tunica vaginal. Comprobada por Maxcy la constancia de esta lesión en cepas aisladas en la Carolina del Norte, el mismo Mooser se creyó autorizado a establecer la distinción entre el tifo del antiguo mundo y el del nuevo.

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el terreno teórico ni en el práctico, la distinción entre el tifo epidémico y el endémico debe persistir: distinción basada en el modo de trans- misión, en la marcha clííca, en la mortalidad y en el régimen sanitario que corresponde observar.

Por lo demás, las experiencias de inmunidad cruzada, son otra prueba de que no existe diferencia fundamental entre el tifo europeo y el americano.

Las cepas mexicanas de Mooser y las de los investigadores norte- americanos en el sud de los Estados Unidos, que se han caracterizado por producir constantemente la lesión escrotal en el cuy, han sido aisladas. en casos de tifo endémico; las cepas europeas y tunecinas, que no suelen producir esta clase de lesiones, provienen de tifo epi- démico. En una cepa aislada por Ruiz Castañeda en el pueblo de Zinancatepec, Estado de México, y en las cepas epidémicas con que trabajaron Gaviño, Girard, Anderson y Goldberger, Olitzky y otros, no se observó la lesión orquítica; como tampoco se habfa observado esa lesión en cepas aisladas, en Polonia, por Wolbach. Sólo las cepas epidémicas que ya se han envejecido en los laboratorios, tras pases sucesivos en el cuy, vienen a dar las lesiones escrotales.

La distinción entre el tifo epidémico y el endémico se justifica además, por la diferencia en el modo de transmisión. En tanto que el tifo epidémico se transmite de hombre a hombre por intermedio del piojo, como lo estableció Nicollo, el tifo endémico proviene del re- servorio murino y tiene su vector más probable en la pulga.

Una enfermedad-dice Mooser-“que mata a todos los individuos que ataca o a todos los vectores intermediarios está evidentemente destinada a extinguirse por sí misma, más o menos pronto.” En el tifo tenemos el caso de una afección que produce una verdadera en- fermedad en el piojo. “Según nuestro criterio “-sigue diciendo Mooser-“era imposible que el piojo, que sucumbe en el ciento por ciento a consecuencia de la infección tifosa, pudiera ser su vector primitivo.”

El papel de las pulgas, como vectores, fué primero establecido por Dyer y sus colaboradores, quienes lograron hallar el virus en tales insectos y comprobada la transmisión del tifo de rata a rata, por su intermedio, Mooser, Ruiz Castañeda y Zinsser lograron, en la Ciduad de México, aislar dos cepas de virus de los cerebros de ratas capturadas en la antigua prisión de Belén, donde se habían dado casos de tifo y comprobaron que éste podía transmitirse de rata a rata por medio de sus ectoparásitos.

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interesante est,udio para determinar la receptividad de las pulgas para cepas tunecinas de Nicolle y encuentra que este virus pasa de la rata a la rata, demostrando asi que lo que era cierto para las cepas americanas, lo es también respecto de esta cepa del antiguo mundo.

La adaptación de la rata al tifo del antiguo mundo es tal que la infección en este animal es completamente inaparente de manera clínica. La rata, en cambio, sufre una infección aparente con la cepa endémica, que produce el edema escrotal en el cuy. Varela ha demostrado que dos variedades de ratas autóctonas del Nuevo Mundo, el AMicrotus mexicanus y el Sigmodon hispidus, tienen sólo una infección inaparente con virus endAmico, lo que da las bases para juzgar de la vieja adaptación de estas especies autóctonas al virus endémico, comparable a la vieja adaptación de las ratas del antiguo mundo al virus epidémico.

No sólo el tifo americano-benigno para el hombre-que llamamos tifo endémico, es transmitido de la rata por intermedio de la pulga. En el antiguo mundo también se ha demostrado ya que la rata es receptáculo del virus tifoso. Brumpt en- Paris, Marcandier y Pirot en Tolón, Lepine y Caminopetros en Grecia, Kodama en Manchuria, demuestran este hecho, corroborado también en varios puntos de Sudamérica.

Cuando, al aprobar México el Código Sanitario Panamericano, hacia una reserva en el sentido de que sólo el tifo epidkmico grave debería ser sujeto al mismo régimen sanitario de declaración inter- nacional obligatoria inmediata, parece que preveía la distinción que científicamente iba a establecerse entre el tifo endémico y el epidémico, distinción que debe ser hoy la base para una nueva interpretación del Código Sanitario Panamericano.

La “enfermedad de Brill”, cuya existencia en los Estados Unidos de América es reconocida desde hace mucho tiempo como endémica, no debe hoy diferenciarse del tifo endémico benigno del sur de la misma nación y de México. Ahora bien, en la conciencia de todos está que sería inconveniente el colocar esa enfermedad al lado de la fiebre amarilla, la peste y el cólera, siguiendo un criterio de peligrosi- dad internacional-de hecho los casos de enfermedad de Brill, no han sido declarados como de tifo en el pasado.

Aunque ha.y quien haya dudado de que la rickettsia, encontrada por Mooser en la vaginal, sea idéntica a la Rickettsia prowazeki, esa identidad está hoy fuera de toda duda.

La trascendencia del descubrimiento de Mooser estriba precisa- mente en el hecho de que la multiplicación enorme de las rickettsias en las celdillas endoteliales de la tunica vaginal del cuy, puede con- siderarse como el hallazgo de un medio para obtener cultivos puros de rickettsias en enormes cantidades, que son fuente de inóculo para

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producir en la rata, preparada convenientemente, la pululación de estos gérmenes, en cantidades todavía mayores, en el peritoneo de estos animales.

La sanidad ha hecho nuevas conquistas en el terreno de la profilaxis del tifo, gracias a los trabajos de Zinsser, el prestigiado profesor de la Universidad de Harvard, y Ruiz Castañeda, el modesto investigador mexicano. Me refiero a la vacunación y a la seroterapia del tifo.

Ya he dicho que la túnica vaginal de cuy debe considerarse como un excelente medio de cultivo de la rickettsia. Los citados investiga- dores, teniendo en cuenta la técnica de Conner, Spencer y Parker’ para la fiebre maculosa de las Montañas Rocallosas, mostraron que una suspensión de rickettsias, obtenidas de la vaginal del cuy y matadas por el formol, protegía al cuy. Los mismos investigadores se inge- niaron para obtener una mayor pululación de rickettsias, usando la rata como medio de cultivo. La avitaminosis, la intoxicación por el benzol y la irradiación por rayos X fueron ensayadas para disminuir la resistencia de estos animales a la infección tifosa, lo que habiendo sido logrado, dió origen a la técnica de la preparación de la vacuna, que actualmente se elabora en nuestro Instituto de Higiene de la Ciudad de México.

Brevemente descrita, la técnica seguida consiste en inyectar la rata preparada con inyecciones de benzol o irradiadas, con 5 CC de suero fisiológico donde se han suspendido las rickettsias que provienen de la vaginal del cuy tifoso, sacrificado en el momento en que sobreviene la hinchazón del escroto en pleno período febril. Después de cuatro o cinco días, las ratas presentan claros síntomas de enfermedad y cuando se c,alcula que estan próximas a morir, se sacrifican y se les abre el peritoneo asépticamente, observándose en él un exudado, que se examina por frotis. También se extraen los testículos y se les examina. Se emplea la técnica de Ruiz Cast’añeda para la verificación de abun- dantes rickettsias. Se lava la cavidad peritoneal con una solución de formalina al 0.02 por ciento en suero fisiológico. Se agrega el producto del lavado de las serosas testiculares, colocándose todo en un frasco con perlas de vidrio y se deja a la temperatura del laboratorio durante 24 horas. Se filtra por gasa y queda el producto listo para las pruebas de esterilidad. Cada rata da alrededor de 10 CC de vacuna.

Las pruebas a que ha sido sometida esta vacuna, tanto en el campo de la experimentación pura (Sánchez Casco), como en el de la práctica extensa, demuestran que confiere un grado de inmunidad tal que su empleo ae justifica sobre todo en los empleados, médicos y enfermeras de Salubridad y en las comunidades rurales donde se observa tendencia a la formación de un foco epidémico.

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Otro paso más y los infatigables investigadores Zinsser y Ruiz Castañeda nos entregan un suero, dotado de un notable poder de protección, para ensayo terapéutico. Este suero obtenido por la inmunización gradual de los caballos con suspensiones lavadas y homogéneas de rickettsias-para cuya obtención ha sido de gran utilidad la centrífuga angular de Ruiz Castañeda-ha sido ensayado ya por una comisión nombrada por nuestro Departamento de Salubri- dad, a la cual he tenido el honor de pertenecer. Los resultados terapéuticos pueden juzgarse como muy alentadores, sobre todo desde que usamos dosis de 50 CC del suero, no concentrado, habiéndose observado la curación de algunos casos juzgados clínicamente como muy graves.

Desde el punto de vista sanitario, este suero ofrece una posibilidad más, demostrada ya por Bustamante y asociados,2 en una pequeña epidemia, en una población del Estado de Puebla y es la de su uso como profiláctico, aprovechando la inmunidad pasiva, que aunque fugaz, es suficiente para proteger la población, aun no’infectada, en el momento en que se declara una epidemia.

No considero este trabajo como una exposición completa del estado actual de nuestros conocimientos sobre la profilaxis del tifo exante- mático, que estaría fuera de lugar en esta conferencia. He resumido aquí brevemente lo más importante de las adquisiciones recientes en este capítulo de la higiene, que puede servirnos de orientación en la lucha que el continente americano ha emprendido para la conquista de este mal y una mención de lo que en mi país se trabaja por contri- buir a esa conquista.

Lo dicho sobre las diferencias biológicas entre el tifo endémico y el tifo epidémico, fundamenta la distinción que en el Código Sanitario Panamericano debe establecerse entre estas dos formas de tifo, que ofrecen muy distinta peligrosidad internacional.

Nombres de las plantas.-La hierba San Juan, de hojas rojo sanguinolentas debe su nombre a que, según la tradición, apareció en el aniversario del martirio del santo. El nombre de San Benedicto SC aplica a plantas usadas como con- travenenos, por creerse que en una ocasión un monje trató de envenenar al santo con una copa de vino y aqln51 bendijo la copa, la cual quedb hecha pedazos. La milenrama (achillea) deriva su nombre de que Aquiles pasa por haber curado con ella las heridas de Telefos, su primer enemigo. El estramonio procede de Estramón, río de Tracia, país cuyos habitantes eran hábiles en el uso de venenos. El beleño (hyoscyamus) tiene por origen 2 palabras griegas que significan haba y cochino, por decirse que ese animal podía comerlas impunemente. El acónito se originó en Acorre, pueblo de Bitinia. La lobelia debió su nombre a Matías de L’Obel, botanico flamenco. (Gaceta Muskus, nbre. 1930).

Referências

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