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Recientes estudios de la fiebre amarilla

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Academic year: 2017

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EDITORIALES

RECIENTES ESTUDIOS DE LA FIEBRE AMARILLA

En dos estudios llevados a cabo recientemente por higienistas avezados, sumarízanse los datos que apnrtan los recientes estudios y epidemias de fiebre amarilla.

Jorge l recalca algunos puntos interesantes de la epidemia de Río de Janeiro. Por ejemplo, el principal foco al principio fué en en barrio muy poblado y habitado por portugueses recién desembarcados, que constituyeron la presa principal. En 1929, el cont,agio disminuyó en los focos de 1928 y se propagó a los alrededores de la capital. Separada por grupos la enfermedad, atacó de preferencia a los adultos (80 por c.iento de los casos en mayores de 15 años); los hombres (76 por ciento); los blancos (92 por ciento); los extranjeros (64 por ciento); los recién llegados (60 por ciento en residentes de menos de 5 años).2 Con respecto a la letalidad, la situación varió, pues cabe decir que la fiebre amarilla, aunque atacando con más intensidad a ciertas cate- gorías, una vez postradas las víctimas no escogió entre unas y otras y mató más o menos la misma proporción; es decir, que entre los dos grupos de cada categoría la diferencia en mortalidad no pasó de 2 a 6 por ciento.

La fiebre, “que casi respeta a los negros, ama a los blancos y desdeña a los mulatos,” señaló así su preferencia: 96 por ciento en los primeros y 7 por ciento en los últimos; pero cuando se trató de muerte, las cifras fueron 66 y 67 por ciento. En otras palabras, según Jorge, la sangre negra protegió contra el ataque pero no contra la muerte. Con respecto a si la fiebre amarilla reviste en los negros la misma gravedad que en los ólancos, en la Costa del Oro en Africa el porcentaje de letaliaad en los blancos ascendió a 78 y en los indígenas no pasó de 28. Beeuwkes, que estudió 50 casos en africanos, los subdividió así: 8 mortales, 14 violentos, 14 moderados y 14 benignos, es decir que casi la mitad fueron graves, y la letalidad fué de 16 por ciento, inferior ésta a la de los blancos. En cambio, en el Congo Belga según van Campenhout, en 1927-28 la letalidad de los negros superó a la de los europeos.3 En Río de Janeiro el total de amarillos de 1892 a 1899 llegó a 14,340, de los cuales 14,309 fueron blancos. Hay, pues, que atribuir al negro brasileño un estado refractario que se extiende

1 Jorge, R.: Bull. Men. Off. Int. Hyg. Pub. 22: 1481 (agto.) 1930.

2 Véase también el trabajo de Barros Barreto, Bm.mfN de abril, 1930, p. 4’70.

8 V6ase el BOLETÍN de enero, 1929, p. 27. Las cifras, como se ver&, varían para distintas regiones.

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también, aunque en menos grado, a los mestizos.4 En la reciente epidemia en Río, parece que los mulatos han sufrido más que en épocas anteriores. A pesar de todo, obsérvase una diferencia sor- prendente.en el papel del negro en Africa y en el Brasil. En Africa no es un mero comparsa, como parece serlo en el Brasil, dado que participa con los blancos, no solamente en la morbidad y mortalidad sino desempeñando un papel epidemiológico capital, pues mantiene endémica la enfermedad y la convierte en epidémica.

Otro hecho interesante apuntado por el distinguido higienista portugués reza con la acentuación de la virulencia del virus para el hombre tras los pases por el mono. Recordando las muertes ocurri- das en los investigadores en el Africa, Jorge hace notar que en Cuba 5 y en el mismo Brasil se han llevado a cabo experiencias en nwima nobili sin ninguna defunción anteriormente, en tanto que hoy día que se experimenta con los macacos, las víctimas han formado serie en Africa. La virulencia, pues, resalta en esos animales y la sangre permanece virulenta durante el curso de la enfermedad, y la letalidad es enorme. Hay que agregar que, según han comunicado Hindle y Vogel en ellos mismos, las contaminaciones de laboratorio en Europa han resultado siempre benignas, lo cual, como Buchanan ha apuntado, contrasta marcadamente con la terminación rápida- mente fatal de las infecciones de laboratorio sobrevenidas en las re- giones en que la enfermedad es endémica. El punto es más interesante si se recuerda que cuando la fiebre amarilla invadió en otras ocasiones a Portugal y España, se mostró igualmente mortífera que en los países de origen. En resumidas cuentas el asunto debe ser estudiado más a fondo, pues las observaciones discrepan.

Otra doctrina que contradice los antiguos dogmas, es la que hace derivar los brotes epidémicos de los focos endémicos en el interior. Así del sertão de Bahía, indica el epidemiólogo lusitano, es que se ha contaminado Río, y de las aldeas negras del hinterland los puertos africanos. A eso se ha opuesto la objeción etiopatógena que no puede concebir la endemización más que merced al encadenamiento de casos humanos por intermedio de mosquitos infectados, lo cual es fácil de comprender en medios poblados y densos, pero difícil de admitir en regiones donde los habitantes se encuentran esparcidos. Como los amarillos no son infectantes más que durante los tres primeros días de la enfermedad y los dos últimos de la incubación, en tanto que el Aedes vector sólo puede infectar durante su corta vida, a lo más de 60 días, es preciso que se produzca por lo menos un caso para poder dar lugar a los casos siguientes. Algunos de éstos quizás sean frustos y pasen ignorados, pero debe haber casos típicos y graves; es decir,

4 Resta siempre la posibilidad d@ que los casos hayan pasados desapercibidos.-RED.

J Los hechos son algo distintos para Cuba, pues se suspendió allí la experimentación con fiebre amarilla en el hombre, tras los famosos experimentos de Guiteras en 1901, en que de un grupo de 9 personas picadas por mosquitas infectados, sucumbieron 3 de las 7 que contrajeron la enfermedad.-RED.

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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA [Noviembre

que la infección humana no puede permanecer oculta por mucho tiempo. iCómo, pues, explicar esa latencia? La transmisión here- ditaria de los gérmenes infecciosos en los insectos ha sido refutada; mas Beaurepaire Aragão declara que ha logrado infectar Aedes machos haciéndolos cohabitar con hembras infectadas, lo cual llevaría a aceptar la posibilidad de la transmisión recíproca del virus entre los mosquitos que viven en la naturaleza, y podría explicar la permanencia local de la infección por una especie de epizootia. El dato reviste mucha importancia, y es digno de más investigac,iones, a fin de comprobarlo.

El arma más segura por ahora contra la fiebre amarilla, repite Jorge, consistiría, pues, en el despistaje de los focos endémicos.6 Claro está que las grandes poblaciones deben poner todo de su parte para protegerse contra las intrusiones del flagelo, pero si se quiere permanecer para siempre al abrigo de esos atentados, y si se aspira a la erradicación de la fiebre amarilla, es preciso atacarla en las madrigueras donde se esconde. Con mira a ese objeto, Jorge propone que las potencias coloniales del Africa que han experimentado en su territorio brotes epidémicos concluyan un convenio entre si y con la Fundación Rockefeller, para proseguir de común acuerdo investiga- ciones sistemáticas por medio del índice sérico, a fin de est,ablecer una carta amarílica de las regiones del Africa Occidental.

Para James’ también, en la profilaxis de la fiebre amarilla, lo primero sería determinar exactamente las regiones, relativamente limitadas y poco numerosas, en que la enfermedad es endémica.

Como la comisión de la fiebre amarilla de la Fundación Rockefeller ha ya demostrado que la sangre de las personas que han padecido de fiebre amarilla en cualquiera época de su vida (y eso reza no tan sólo con los casos reconocidos, sino también con los niños indígenas y los que sólo han tebido formas frustas) protege al Macacas rhesus contra dosis masivas del virus amarílico, se puede utilizar ese método para averiguar la endemicidad de ciertas regi0nes.a Otro dato impor- tante es que en las poblaciones y puertos en que la enfermedad es endémica, la introducción de un abasto de agua por caños, seguida de la eliminación de los criaderos artificiales del Aedes aegypti basta para conseguir la desaparición permanente de la enfermedad (ejemplo, Freetown, Sierra Leona) y para impedir que se propague, una vez importada. Otros datos que permiten combatir mejor las epidemias de fiebre amarilla e impedir su propagación: el que los enfermos no

0 Un acuerdo en este sentido ya fu6 tomado por el Consejo Directivo de la Of. S. P. en sesión de mayo- junio, 1929.

7 James, S. P.: Bull. Men. Off. Int. Hyg. Pub. 22: 1481 (agto.) 1930.

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puedan transmitir la infección más que durante los primeros tres días de la dolencia; que no haya portadores crónicos; y que los mos- quitos transmisores no vuelen muy lejos y sea, pues, más fácil erradi- carlos y disminuir su número.

Jorge señala las fases científicas y técnicas, así como sociológicas y humanas que ofrece la reciente epidemia de fiebre amarilla y su . extinción en Río de Janeiro, que según él, enseña una lección didác- tiea y moral a todos los higienistas y a todos los países que consideran

como cuestión de honor nacional la lucha contra las pestilencias evitables. Para convencerse de que la extinción del flagelo en Río fué obra verdaderamente humana y no fruto de la evolución espon- tánea que rige a menudo la marcha de las epidemias, no hay más que considerar la historia de la fiebre amarilla en dicha población y la marcha de la invasión actual. Desde 1850, fecha memorable que señala la entrada de la infección en la ciudad fluminense, hasta su expulsión por Oswaldo Cruz, es decir durante 57 años, no transcurrió ninguna estación estival en Río de Janeiro sin manifestaciones ama- rílicas más 0 menos importantes. Por consiguiente, el silencio absoluto que ha reinado en la estación calurosa de 1929-1930, debe ser reconocido como resultado matemático de las operaciones realiza- das. Las gráficas así lo corroboran. El declive de la curva terminal es precipitado. Normalmente debería llegar hasta septiembre, o sea una duracion mayor en tres meses. No hay más que comparar las líneas con los trazos de 1928, en los que se ve que la epidemia, después de haber hecho su iniciación en mayo, alcanzó su apogeo en junio. En 1929, en pleno desarrollo en marzo, se encuentra en fuga en jumo, y los únicos casos subsecuentes fueron aberrantes.

El enemigo ha desaparecido, pero no ha terminado la guerra. La lucha debe proseguir, pues el enemigo solamente ha abandonado su campamento. La infección permanece latente más lejos, y así lo comprueban los casos aparecidos después en Magé y en Campos en el mismo Estado de Río de Janeiro en abril y mayo y en Pará en junio de 1930; es decir, que la ofensiva debe extenderse a las guaridas del interior, donde se esconde para amenazar de cuando en cuando los grandes centros de población.

En ese mismo pensar abundan las más altas personalidades bra- sileñas, pues según declarara recientemente S. E. el Presidente del Brasil g “0 Governo considera cuestão nacional o combate á febre amareila. ”

OTRA ENFERMEDAD AMERICANA Y

Peculiares como se nos antojan ser las enfermedades en ciertas de sus manifestaciones, algunas lo parecen todavía más, en particular en su predilección hacia determinados parajes; por ejemplo: la verruga

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