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La brigada de rociadores en una campaña de erradicacion del paludismo

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LA BRIGADA DE ROCIADORES EN UNA CAMPAÑA DE ERRADICACION DEL PALUDISMO*

DR. JUAN JAVALOYES Y GONZALEZ

Director del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo del Ministerio de Salud Pública y Bienestar

Social del Paraguay Introducción

Cuando se organiza una campaña de erradicación del paludismo, se tiende, en general, a considerar las operaciones de rociado en función de elementos aislados. Se habla de rociador, de jefe de brigada, jefe de sector, etc.

Nosotros creemos que el núcleo funda- mental en la aplicación de insecticida es la brigada. Poco hemos visto que se haya pensado sobre este conjunto de individuos que componen un todo tan importante.

No puede pensarse en elementos que trabajan aisladamente, sino en un equipo, donde cada uno tenga una función que desempeñar.

Lo que ha dado en llamarse 100 y 100 en operaciones de rociado no debe reducirse a la acción individual del rociador. Debería establecerse el 100 y 100 para la brigada como elemento primario.

Considerado esto así, hay una estrecha relación entre la mecánica del trabajo en el campo y lo que nosotros llamamos “fun- cionalismo” de una brigada.

En vista de los resultados que estamos obteniendo, creemos que nuestra experiencia puede despertar algún interés. -Jo solamente los resultados intrínsecos de la campaña, sino también el propio equipamiento de una brigada, varían bastante con el sistema de trabajo que se ha adoptado.

Funcionalismo de una brigada

Las operaciones que se realizan en el terreno comprenden una serie de actos que deben estar perfectamente encadenados en

* Manuscrito recibido en abril de 1958.

el tiempo y en el espacio. El rendimiento de una brigada está estrechamente ligado a la concatenación de aquellos actos.

Entendemos por lLfuncionalismo” de una brigada, el ajuste perfecto de las funciones de cada elemento de la misma a las acti- vidades que tiene que realizar aquélla en el terreno de operaciones.

La correcta distribución de funciones facilita la labor de la brigada.

Funciones de cada indiu2duo

El rendimiento de una brigada en cantidad y calidad depende de dos factores funda- mentales: facilidades para la operación de rociamiento y permanente supervisión.

a) Las facilidades para la operación de rociamiento comprenden: hallazgo inmediato de la casa que supone correcta numeración y exacta ubicación en un croquis, la ade- cuada preparación de la misma (cuidado de los alimentos, alejamiento de los muebles de las paredes, etc.), así como la existencia de agua lista para preparar nuevas canti- dades de suspensión.

b) La permanente supervisión es posible, solamente, liberando al jefe de brigada del mayor número posible de funciones que le impidan un constante control de sus rocia- dores.

Basados en estos dos factores, hemos establecido la mecánica del trabajo en el terreno, aprovechando al máximo tanto la calidad del personal como el tiempo de que dispone en sus respectivas actividades.

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Octubre 19581 ERRADICACIOX DEL PALUDISMO 315

acuerdo con las condiciones del terreno, el jefe de brigada da al conductor la lista de las casas que al día siguiente serán rociadas. Para facilitar el hallazgo de las mismas, el conductor va provisto de un croquis de la localidad. Nuestra experiencia nos ha de- mostrado que el conductor de la brigada realiza este trabajo, en forma holgada, en las horas de la mañana.

2. En muchas casas, desde la fecha del reconocimiento geográfico hasta el momento del rociado, las siglas del servicio, así como los números, han desaparecido por haberse pintado las paredes. Suele ocurrir lo mismo con el formulario “Visto” que se pega en la cara posterior de las puertas.

Cuando esto ocurre, el conductor de la brigada se encarga de pintar nuevamente las siglas y el número, así como de pegar el “Visto”, para lo cual va provisto de una lata con pintura, las siglas, los números y buena cantidad de formularios.

3. El rociador lleva una carpeta plegadiza de cuero, dentro de la cual tiene el formu- lario “Planilla diaria de rociado”.

Los datos referentes a la casa, como nú- mero, manzana (si es una ciudad), número de aposentos, superficie, número de habi- tantes y tiempo empleado, los llena el propio rociador. Al terminar el rociado llena también el ‘(Visto”.

El adiestramiento en el manejo de los guantes (usamos dieldrín) para evitar toda contaminación con el insecticida, per- mite que el rociador llene los datos de su planilla con la máxima seguridad.

Al entrar en la casa, el rociador se des- prende de sus guantes y llena el formulario “Planilla diaria de rociado”. Al terminar el rociado hace lo mismo y llena el “Visto”. En estas dos únicas oportunidades se quita los guantes. Las manos no se ponen en contacto con el insecticida.

De acuerdo con la superficie que hay que rociar, que el rociador lee en el “Visto”, ya puede saber si le bastará el insecticida que lleva en la bomba. En caso contrario,

pide al dueño de la casa que le tenga lista la cantidad necesaria de agua para nuevas preparaciones. El mismo dueño de casa se encarga de echar el agua en el balde, para evitar contaminar los recipientes caseros.

El rociador está provisto de un banderín amarillo que coloca a la entrada de la casa en la cual va a trabajar. Esto permite el inmediato hallazgo del rociador. Por otra parte, el banderín tiene un efecto psicológico sobre la población, porque está indicando la presencia de un funcionario de salud pública. El rociamiento o no de una casa se constata mediante el “Visto”.

Para controlar el tiempo empleado, el rociador anota en su “Planilla diaria de rociado” la hora de entrada en la casa y en el ‘Visto” la hora de salida. La diferencia la hace constar en la columna “Tiempo gastado” de su “Planilla diaria de rociado”. 4. Como puede verse, se ha liberado al jefe de brigada del aviso a las casas y del llenado del formulario del rociador y del “Visto”. En consecuencia, dispone de todo su tiempo para una constante supervisión.

Sin embargo, hay un problema que gene- ralmente va en contra del rendimiento de la brigada o del cumplimiento del calendario establecido. Nos referimos a las casas pendientes.

Hemos adoptado el sistema de hacer que el jefe de brigada resuelva sobre las casas pendientes mientras la brigada está en una localidad. La brigada sigue operando como si nada hubiera quedado atrás.

De la “Planilla diaria de rociado”, el jefe de brigada obtiene una lista de las casas pendientes del día anterior y emplea una pequeña parte de su tiempo, dedicado exclusivamente a supervisión, en el rocia- miento de esas casas.

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miento de los dueños de casa. En este caso, las casas pendientes pasan al Jefe de Sector para rociarlas y si aun éste nada consigue, van hast,a el Jefe de la Sección de Operaciones de Rociado e incluso a la Dirección.

Bueno es destacar que, hasta hoy, el número de casas pendientes que hemos tenido ha sido escasísimo.

4. Nuestras brigadas colaboran también con la Sección de Epidemiología y Evalua- ción. Los conductores están adiestrados para tomar muestras de sangre y llevan consigo el material para ello.

Todos los rociadores están obligados a denunciar los casos de paludismo que en- cuentren a su paso por las casas. Esta información va directamente al jefe de brigada, quien envía al conductor a tomar una muestra de sangre, que es remitida al laboratorio zonal correspondiente.

6. El conductor también se encarga de las reparaciones pequeñas de las bombas de rociar debido a sus conocimientos de me- cánica, con lo que se libera al rociador de una preocupación más y se reduce el número de personas que manejan las bombas.

Desde luego, el conductor cuida de su vehículo, estando obligado a limpiarlo y engrasarlo los sábados.

Los jefes de brigada también han apren- dido a conducir y pueden reemplazar al conductor. La brigada no pararía por falta de conductor.

7. En el aspecto educativo, la brigada refuerza la labor de los educadores sanitarios. Nuestros educadores realizan reuniones de los pobladores de cada localidad en las que exponen: la finalidad de la campaña, la forma en que se lleva a cabo, las medidas de precaución que se deben tomar con respecto al insecticida y la colaboración que se espera de la población en todos los aspectos de la campaña.

En el momento del aviso por el conductor, éste vuelve a recordar dos cosas : las medidas de precaución y la necesidad de tener agua para preparar la suspensión.

Al terminar el rociado, el rociador insiste nuevamente ante los dueños de casa sobre las medidas de precaución.

Los folletos se usan más en los niveles de mayor instrucción, especialmente entre los líderes, tanto legales como naturales.

En tres meses no se ha registrado ninguna reclamación con respecto a muerte de ani- males domésticos.

Equipo

El trabajo así llevado a cabo por In bri- gada, supone mayor cantidad de equipo que el que comúnmente se ha establecido para la misma.

Yuestras brigadas llevan 7 bombas ro- ciadoras, distribuidas en la siguiente forma: 5 para 5 rociadores, 1 para el jefe de brigada, y 1 de reserva.

Esto quiere decir que, prácticamente, la brigada lleva consigo 2 bombas de reserva, ya que la destinada al jefe de brigada no

es de uso constante.

El Jefe de Sector también está provisto de una bomba y de un equipo de protección.

Esta distribución del equipo es interesante para el cálculo de las necesidades.

Personal

La mecánica del trabajo, tal como la hemos puesto en práctica, exige un personal calificado. El rociador ya no puede ser analfabeto, puesto que está obligado a escribir y a sumar sus planillas diarias. La instrucci6n hace más fácil el adiestra- miento por la mayor capacidad adquisitiva de conocimientos que implica. Puede agre- garse todavía que esa instrucción facilita el contacto con el público, lo que redunda en beneficio de la campaña.

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otras dificultades. Este mayor grado de instrucción suscita en el rociador el primer sentimiento de respeto hacia su superior.

Incluso el conductor debe estar capacitado para la función que desempeña, tanto en el aviso a los moradores como en el llenado de los formularios (libro de control de vehícu- los, de evaluación, etc.).

El rendimiento está en razón directa a calidad del personal. El buen rendimiento se obtiene cuando el individuo, por su instruc- ción, está en condiciones de compenetrarse más completamente de su responsabilidad y de comprender que su tarbajo es parte im- portante del conjunto que es la brigada. No pone la misma eficacia, ni el mismo entu- siasmo, ni la misma comprensión el individuo analfabeto como el que puede leer, escribir y transmitir lo aprendido.

Esta calidad del personal hace que “el “funcionalismo” de la brigada sea un hecho en el terreno de operaciones.

Nuestras brigadas (sin experiencia previa en el terreno), están rindiendo, en la zona rural, un promedio de 62,5 casas por día. En el calendario de operaciones se estableció un rendimiento promedio de 50 casas por brigada de las mismas áreas en que actual- mente están trabajando.

Este rendimiento superior a lo planeado y que deberá ir aumentando más adelante, creemos se debe a la adecuada distribución de funciones entre el personal de la brigada y a la sincronización de todas ellas. La brigada trabaja en equipo.

A título informativo se dan los siguientes datos sobre la calidad de nuestro personal:

El 42% de los rociadores tiene algún curso secundario; el 29,6% ha aprobado el ciclo primario; el 21% tiene hasta 5” grado de primaria aprobado. En resumen, el 92,6 % de los rociadores tiene una instrucción por encima del 50 grado de primaria.

El 50% de los jefes de brigada tiene estu- dios secundarios entre el 3” y el 60 cursos; el 21,4%, tiene estudios de lo y 20 cursos

y el 28,6 % tiene curso primario completado. En resumen, el 71,4 % de los jefes de brigada tiene estudios secundarios.

El 23,8% de los conductores tiene cursos secundarios; el 42,9 % tiene cursos primarios aprobados hasta 50 ó 6” grado; el 33,3 % restante (conductores de jefes de sector y de oficina central) tiene entre 30 y 40 grado de primaria aprobado.

Salarios

Un rociador, con sueldo y asignación por ayuda de costo (suma fija que no corresponde a viáticos), recibe mensualmente el equiva- lente de US$ 60; un jefe de brigada (en las mismas condiciones) US$77 y un conductor

(en la misma forma) US$ 79,50.

Aparentemente estos salarios parecen elevados, pero están perfectamente justi- ficados porque el rendimiento es mayor y la calidad del trabajo (elemento importantí- simo en una campaña de erradicación) la máxima exigible. Es decir, que hay com- pensación y, hasta podría decirse, una ganancia entre lo que se paga y lo que se recibe en cantidad y calidad del trabajo.

Por otra parte, el salario atractivo permite una rigurosa selección y, lo que es más importante, una gran estabilidad del per- sonal. Nada hay más perjudicial en una campaña de erradicación que el frecuente movimiento de rociadores. Esta inestabilidad del personal entorpece el cumplimiento del calendario y afecta desfavorablemente la economía del programa.

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318 BOLETIN DE LA OFICIXA SANITARIA F-Ah-z4MERICASA DISTRIBUCION DE FUNCIONES

Jefe de Brigada:

1. Supervisibn (70% de casas rociadas) 2. Rociado de casas pendientes 3. Educación sanitaria

Rociador:

1. Llenado de “Planilla diaria de rociado” 2. Llenado del “Visto”

3. Denuncia de casos de paludismo 4. Educación sanitaria

Conductor:

1. Conducción y cuidado del vehículo 2. Reparación de bombas rociadoras 3. Aviso a los moradores

4. Marcación y numeración de casas 5. Colocación del “Visto” (si no hay) 6. Toma de muestras de sangre 7. Educación sanitaria

RESCMEN

En la campaña de erradicación del palu- dismo en el Paraguay se ha tomado la brigada como unidad de trabajo de rocia- miento.

La brigada es un equipo donde cada uno de sus componentes tiene funciones bien definidas. La descentralización permite al jefe de brigada una mejor y mas constante supervisión para alcanzar lo que ha dado en llamarse 100 y 100 en operaciones de rociado.

Referências

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