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Fiebre ondulante

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aglutininas H y 0, y la actividad protectora de los sueros. (Norton, J. F., y Dingle, J. H. : Am. Jow. Pub. Health, 609, mayo 1935.)

Aglutininas postuacunaZes.-En el estudio de Valentine y colaboradores, el aumento de aglutininas en el suero sanguineo de los conejos y del hombre despues de la administración percutánea de vacuna antitifoidea, se conformó al número de tratamientos y al tamaño de la dosis. En el hombre hubo pequeños aumentos del título después de un gran número de fricciones. En los conejos, un número mayor de fricciones que en el hombre, dosis mayores, y una zona relativamente mayor de fricción, produjeron tftulos buenos. Las inyecciones intracutáneas de vacunas a dosis semanales de 50, 100 y 150 millones de bacilos, produjeron tantas aglutininas como las inyecciones subcutáneas de 100, 200 y 300, o 250, 500 y 1,000 millones. Las inyecciones intracutáneas de 25, 50 y 100 millones produjeron una reacci6n ligeramente menor. Después de las inyecciones intracutáneas no hubo reacciones generales apreciables, y las locales fueron leves o moderadas. En cambio, las subcutáneas de 100,200 y 390, y de 250,500 y 1,900 millones, produjeron algunas reacciones locales y generales, pero mucho menos que las dosis habituales de 500, 1,000 y 1,000 millones. La administración bucal de tres preparados dis- tintos de vacuna tifoparatifoidea sin tratamiento previo con bilis, no produjo aumento significativo de las aglutininas, al ser comprobadas al mes de la ingestión. Estos resultados indican un empleo mayor del método intracut&neo. (Valentine, Eugenia, y otros: Am. JOUT. Hyg., 44, jul. 1935.)

FIEBRE

ONDULANTE’

Argentina-Haciendo notar que hasta el lo de julio de 1933 se registraron 12 casos autóctonos de fiebre ondulante en la Provincia de San Juan, Argentina, Crescentino apunta que la evolución fué severa o moderada en seis, pero no se ha registrado todavía ningún caso fatal. Es interesante el hecho de que entre los 12 enfermos, ~610 en uno se estableció el diagnóstico previamente a las compro- baciones de laboratorio, pues en los restantes los diagn6sticos clinicos fueron gripe, enteritis, tifoidea o paratifoidea, reumatismo, tuberculosis, y en uno hasta cancer vertebral de pronóstico fatal. (Crescentino, H. H.: Rev. Méd. Cuyv “Voz

Medica,” 249, sbre. 1934.)

Infancia.-Corrigiendo ciertas apreciaciones anteriores, Segers y Russo aclaran que el primer caso autóctono de fiebre ondulante en la infancia observado en la Argentina, fué en 1930 por Fernández Ithurrat en una niña de 11 años. En 1931, Molinelli observó dos casos en niños de 5 a 12 años; y Luna y Canal Feij6 observaron otro en una niña de 12 años. Desde entonces, la bibliografía argentina de la brucellosis infantil ha continuado aumentando, según patentizan las 19 fichas publicadas ahora por los autores. (Segers, A., y Russo, A.: Semana Méd.,

735, sbre. 5, 1935.)

Cobayos.-Entre 26 cuyes (Cavia pamparum) procedentes de lugares de la zona costera vecina a la ciudad de La Plata, Manzullo encontró siete con tftulo aglutinante para brucella, aislando de dos de ellos una especie del germen que parece corresponder a la BT. melitensis. (Manzullo, A.: FoE. Biol., 211, eno.-

mzo. 1935.)

Rio de Janeiro.-Lacorte communica um caso de febre ondulante num empleado dum matadouro do Rio, que o Dr. S. Moniz, chefe da 9”. enfermaria da Santa Casa de Misericordia, suspeitara. As provas com as amostras bacterianas de

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Br. melitensis e Br. abortus aglutinaram até 1/7,000 e com BT. suis at6 l/l,OOO.

Trata-se portanto do primeiro caso de brucellose asaignalado no Rio, faltando sórnente determinar a qual das especies pertence. A observacáo completa do caso ser4 publicada no Brasil Medico. (Lacorte, J. G.: Rev. Med.-Cir. Brasil, 43, fev. 1935?)

Colombia.-En Colombia, el aborto epizoótico fu6 introducido por ganado de raza fina procedente de Europa, y se propagó en la sabana de Bogota, exten- diéndose a algunas zonas de Cundinamarca y alas altiplanicies de Boya&. Hasta hace poco, no habfa sido identificado en otros departamentos, y en el del Valle del Cauca las investigaciones practicadas en algunas haciendas resultaron negativas. Recientemente, un ganadero de Corinto (Cauca), consultó al Ministerio de Agri- cultura sobre los muchos casos de aborto bovino que venía observando, y un análisis di6 resultado positivo. Ultimamente habfan abortado unas 200 vacas, algunas hasta tres veces consecutivas. El resultado de la aglutinaci6n fu6 positivo, tanto en una elevada proporci6n de vacas que hablan abortado, como en otras en algunas haciendas. Para los autores, el mal fu6 llevado a una hacienda posiblemente por toros importados de Maracaibo hace cinco años, extendiéndose por continuidad o por intercambio de ganado, a otras haciendas después. El foco está por ahora circunscrito, aunque continúa la investigación para corroborar esto. (Gómez Rueda, M., y Reyes, R. V.: Rev. Med. Vet., 1039, jul.-dbre. 1934.)

En una conferencia relativa al aborto epizoótico, Torres describió cinco casos observados en vacas colombianas. Para 61, los perros y los cuervos pueden desempeñar un gran papel en la propagación, por alimentarse de cadáveres de animales infectados. El cuervo, en particular, podría infectar la mayor parte de la sabana. La profilaxia consistirfa en hacer que todo cadáver, aun en una hacienda donde no se ha presentado el mal, sea enterrado o quemado, y que se destruya la placenta de los animales que aborten. (Torres, M.J.: Rev. Nac.

figTiC., 147, mzo. 1935.)

Chz’Ee.-Fabres presentó una niña de seis años con un cuadro atfpico de fiebre ondulante, en que las reacciones de laboratorio confirmaron el diagnóstico. Un hermano presentaba una tfpica fiebre ondulante, y el padre, cabrero, padecfa de igual afección, viviendo todos en una región afectada por el mal. Vaccaro discutió el diagn6stico de laboratorio, haciendo notar la suma importancia para el pafs, por el peligro epidémico futuro. Para él, muchos casos en el pafs no han sido diagnosticados, porque los hemocultivos acusan la particularidad de ser negativos en la primera semana, y de no haber sospechas clfnicas, se consideran definitivamente negativos. La seroaglutinación también presenta otra peculia- ridad, y es de no ser positiva a grandes diluciones, l/lO a 1/50, siéndolo en cambio a las diluciones mayores. Asi sucedió con uno de estos enfermitos, en que la positiva ~610 apareció de l/lOO hasta 1/1,500. (Fabres E., M., y Vaccaro: Rev.

ChiEena Ped., 228, mayo 1935.)

Onetto menciona una serie de casos que estudiara bacteriológicamente. En uno encontró una brucella especie UbOT¿US, y en seis casos más la melitensis,

incluso tres en una misma familia. Para el diagnóstico de certidumbre precisa no ~610 la serorreacción, que es presuntiva, sino el hallazgo del germen mismo, y la determinaci6n de la especie. De las varias reacciones, la de más importancia práctica es la aglutinorreacción de Wright. En la discusión, Alessandri aclaró que en el caso observado por él en 1931, ya se habfa encontrado el germen melitensis

en la sangre. Acuña, Bichara y Horvitz mencionaron otro caso comprobado bacteriológicamente en una enferma de 21 años, proveniente del Cajón de Maipo, que tomaba leche cruda. (Onetto: Rev. Méd. Chile, 450, jul. 1935.)

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haya-sentado sus reales. En una carta de la Secretaria de Agricultura y Fomento publicada por Villela en su trabajo presentado al VII Congreso Médico Latino- americano (México, eno. 1930), están señaladas las regiones que mas sufren, pero faltan numerosos focos, bien por haber aparecido últimamente, o haberse omitido. Bernard en su “Cours d’Hygiène” señala en México algunas regiones como infec- tadas medianamente: el litoral del Golfo, parte de los Estados del centro, pasando al litoral del Pacífico, y abarcando una gran extensión que principia en el Cabo Corrientes (Jal.), hasta las costas centroamericanas. Las poblaciones del litoral del lago de Chapala dan buen contingente de enfermos, y en las poblaciones y centros rurales de los Estados de Jalisco y Michoacán, donde la industria lechera es la principal fuente de explotación, sufren la fiebre ondulante de manera en- démica, aunque todavía no se cuenta con un cuidadoso estudio bacteriol6gico y serológico. Lara hizo notar que en las regiones de Jalisco donde la leche de cabra esta proscrita por costumbre, no se conocen casos. En Jalisco, el primer caso que se diagnosticó perfectamente fu6 en Guadalajara en 1928 por Farah, quien com- probó el diagnóstico bacteriol6gicamente, y en 1935 el mismo autor dijo que la fiebre podría denominarse con cierta justicia fiebre de Jalisco, pues en los últimos tiempos se han presentado muchos casos, y quiz& tantos como de tifoidea. En Guadalajara, entre 112 individuos principalmente del Estado de Jalisco, pero también algunos de Michoacán y Colima, de 1930 a 1934, todos positivos a la seroaglutinación a títulos que oscilaron entre l/lOO y l/l,OOO, el hemocultivo resultó positivo en cinco de ocho en que se hizo. En el Distrito Federal hace años, Carmona y Valle, Terrés y Valenzuela, relataron casos sospechosos. En 1924, Ocaranza diagnosticó clínicamente la enfermedad, siendo comprobado el caso bacteriolbgicamente. Desde entonces, se han seguido descubriendo casos. En los alrededores de la capital Guisar Mendoza observ6 algunos casos en pequeños, de origen perfectamente conocido, pues los chiquillos mamaban la leche directa- mente de una cabra. En Puebla, Placeres confirmó las sospechas de Vergara, de que el mal existfa allf. Observaciones semejantes han sido realizadas en los Estados de Querétaro, Guanajuato y Zacatecas. A pesar de esta relativa abun- dancia de datos, para el autor falta aun mucho que hacer en lo tocante a determinar el verdadero alcance del mal. MBxico pasa por haber sido infectado por dos lados, pues del norte ha venido ganado vacuno y porcino peligroso, y de Europa se ha importado al centro de la República ganado caprino contaminado. El autor, en su detenido estudio de 110 páginas, que abarca todo el número de marzo de la revista, repasa la enfermedad en sus distintas fases, incluso tratamiento. En sus conclusiones recomienda que los médicos del país estén siempre alerta frente a estados morbofebriles atipicos o prolongados, y resistentes a los trata- mientos ordinarios y que, como ha propuesto Miranda, los laboratorios hagan sistemitticamente las reacciones específicas en todo suero recibido. También propone la fundación de un centro acondicionado debidamente, para todas las investigaciones necesarias. (C ueva Brambila, E.: Bol. Soc. Mut. Méd.-Farm. Buadala~ara, 101, mzo. 1935.)

Per&-En su estudio de la fiebre ondulante en el Per& Gordillo repasa prin- cipalmente las muchas formas clínicas que puede tomar la enfermedad, publicando en prueba de ello las historias de 27 casos, observados en el Hospital Dos de Mayo de Lima, de 1928 a 1934. (Gordillo, C.: Rev. Méd. Per., 346, ab. 1935.)

Limo-Desde 1925, la fiebre ondulante parece haber tomado caracteres epi- dkmicos en Lima. Ismodes Dulanto ha trabajado con 224 gérmenes aislados por hemooultivo desde 1930, diferenciandolos con las pruebas de Huddleson. En los cultivos predominó la Br. meliten&; la Br. suis fu6 encontrada en 0.89 por ciento,

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rentes técnicas actuales, ~610 tienen valor las de Huddleson. La prueba cromo- bacteriostatica y la del hidrógeno sulfurado se complementan ventajosamente y deben ser realizadas al mismo tiempo. (Ismodes Dulanto, C.: Cr&. Mécl., 447,

nbre. 1934.)

La Reforma Médica (jun. 1, 1935) hace notar el aumento que ha revelado en los últimos años la morbosidad y mortalidad por fiebre ondulante en los Hospitales “2 de Mayo” y “Arzobispo Loayza” de Lima: de 43 casos con 3 muertes en el quinquenio 1916-1920, a 1,079 y 58 en 1930-34. En 1927, el Dr. Gonzalo Rodríguez fué comisionado para estudiar el asunto, y un decreto gubernamental agregó la fiebre de Malta a las enfermedades de declaración obligatoria. Una medida subsecuente fu6 la prohibición del consumo de quesos frescos, pero esas disposi- ciones aparentemente no han dado el resultado apetecido.

Uruguay.-Piaggio-Blanco y Panizza-Blanco observaron dos casos de brucelosis por Br. abortus entre los trabajadores de un frigorífico uruguayo, uno en contacto directo con las reses y el otro en un tonelero que no estaba en contacto con los animales. Tanto la seroaglutinación con Br. abortus como el hemocultivo resul- taron positivos y en ambos casos desaparecieron los grandes síntomas de la enfermedad mediante el tratamiento con la brucelina preparada por el Prof. Hormaeche en el Instituto de Higiene Experimental y administrada según su consejo siguiendo las ideas de Huddleson. Estos son los únicos casos señalados hasta ahora en un nuevo foco. Los autores llaman la atención sobre el peligro potencial de dicha zona y recomiendan que se tomen las medidas del caso para su saneamiento. (Piaggio-Blanco, R. A. y R. O., y Panizza-Blanco, A.: Arch. Urug.

Med. Cir. & Esp., 261, fbro. 1935.)

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Epizootias y la Secci6n de Higiene de la Liga de las Naciones El podestá de Perusa invit6 al congreso a reunirse la próxima vez en dicha población. (Gaz.

Hop., 1074, agto. 7, 1935.)

España-Rodrigo Molíns recalca que en Aragón la fiebre ondulante ha tomado caracter endémico, y a veces epidémico en algunas comarcas rurales, habiéndose observado ya desde principios del siglo. Los casos han coincidido siempre con la presencia de algún ganado cabrio infectado. La profilaxia es siempre un problema de difícil solución para el médico rural. Las medidas recomendadas consistirían en baños de los animales infectados, practicando aglutinorreacciones, aislamiento o sacrificio de esos animales, mantener todo ganado nuevo en observa- ción antes de mezclarlo con el viejo y, sobre todo, tratándose de machos cabríos, desinfección de todo establo donde haya habido cabras, no tomar leche obtenida de un rebaño donde haya habido sfntomas de infección, y pasteurización o ebulli- ción sistemática de la leche. La profilaxia individual, que es más sencilla, consiste en aislamiento del enfermo, desinfección de ropas y deyecciones, asf como de la habitaci6n y enseres utilizados, y limpieza cuidadosa por parte de las personas que cuiden al enfermo. De 58 personas vacunadas profilkticamente por el autor, ~610 se infectó una, presentando el mismo curso la enfermedad que en las no vacunadas. El tratamiento debe comprender higiene, alimentación y mediea- ci6n. La alimentación debe ser ligera, pero no insuficiente. En el tratamiento pueden probarse el neosalvarsán y las vacunas, lográndose así acortar la duración de la enfermedad, evitar molestias, y conservar el estado general en buenas condi- ciones. (Rodrigo Molfns, B.: CUn. & hab., 14, jul. 1935.)

Suecia.-Olin declara que de 1929 a 1933 ha habido en Suecia unos 120 casos de brucelosis al año. De 565 enfermos, 65.2 por ciento eran varones, predominando también la edad de 30 a 40 años. Realizada la cutirreacción en 288 personas con pocas probabilidades de contagio, resultaron positivas 21, o sea 7.3 por ciento. La cutirreacción también fu6 positiva en seis individuos que habfan padecido la enfermedad de seis meses a seis años antes, y en nueve bacteriólogos que habían trabajado con cultivos de brucela por m& tiempo, pero sin manifestar sintomas. De 251 hemocultivos, 46.2 por ciento fueron positivos. (Olin, G. : Svenska Zäk-

s¿iElsk. Handl., 63, 1935.)

Perro.-Feldman y colaboradores administraron dos cepas de la Br. abor¿us, una porcina y otra bovina, a una serie de 11 perros adultos, a fin de determinar si podría provocarse una enfermedad bien definida, y si existía alguna diferencia importante en el comportamiento patógeno de las dos cepas. Cinco de los perros recibieron las bacterias en suspensión por vía intravenosa, y a seis se les suminis- traron con carne cruda, después de ayunar por 24 horas. En los que recibieron los microbios por vfa venosa, se presentaron aglutininas para las brucellas desde el cuarto día, no siendo raros los títulos de 1/800 a 1/1,600 a la semana. En los que se empleó la via bucal, la reacción aglutinante fué mucho más lenta y jamás tan pronunciada. En algunos casos fué posible aislar el germen del torrente sanguineo, pero ~610 dentro de dos o tres semanas después de ser introducido. En dos perros se encontró en la orina. Aunque la mayorfa de los animales vivieron por varios meses más después de recibir las bacterias, ~610 en uno se notaron sfntomas clínicos y lesiones específicas, aunque banales. S610 en dos se recobró la Br. abortus después de la muerte, y ambos la habfan recibido por vfa venosa: uno 39 y el otro 185 dfas antes. No se observó diferencia en la patogenicidad de las dos variedades de la abortus. En conjunto, pues, el perro manifiesta una resistencia intensa al microbio, que impide en la mayor parte de los casos la aparición de sfntomas olfnicos y lesiones específicas. (Feldman, W. H., Bollman, J. L., y Olson, C.: Jour. Infec. Dis., 321, mayo-jun. 1935.)

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ingestión de leche cruda, obtenida de vacas infectadas con aborto epizoótico y positivas para aglutininas de la Br. abortus en la sangre, produce aglutininas semejantes en la sangre de algunos consumidores. Esto se ha observado como en 8 por ciento de los que ingieren continuamente leche cruda muy infectada, pero variando la proporción según la duración de la exposición, la cantidad de infección en el rebaño, y la cantidad de leche consumida. Más de la mitad de los enfermos que manifiestan aglutininas no acusan ningún otro signo de la infección y, por lo tanto, corresponden al grupo que puede llamarse subclfnico, asintomático, o puramente serológico. S610 la undécima parte manifiestan síntomas clfnicos que justifiquen el diagnóstico de fiebre ondulante, y otro grupo presenta otros sfntomas, pero comparativamente leves; es decir, más parecidos ala forma bovina, que a la caprina o porcina. (Stone, R. V., y Bogen, E.: Am. Jour. Pub. Health,

580, mayo 1935.)

Agglutinacão e hemocultura.-Empregando antigeno constituido de amostras de Brucella melitensis e Br. suis, Neiva tivera em reaccóes de agglutinacão, 7 pro- vas positivas a 1: 100,2 a 1:320 e 1 a 1:640, num total de 603 soros humanos exami- nados em Sao Paulo, o que da urna taxa de infec@o de 1.06 por cerito. Nenhuma hemocultura revelou qualquer especie de Brucella, mas sim outros germes, os quaes considera como oriundos de contaminacao. (Neiva, Cicero: Ann. Paul. Me& & Cir., 6, jul. 1935.)

Pro$Zazia.-Barbary, basándose en varios años de experiencia, recalca que es indispensable la colaboración estrecha entre los servicios de higiene y los veteri- narios, para la profilaxia de la fiebre ondulante. Para la lucha eficaz, precisa aplicar paralelamente en los medios rurales el despistaje por la intradermo- rreacción, tanto en los bovinos, como en los ovinos y caprinos, y en las aldeas medidas generales de saneamiento, incluso evacuación de aguas servidas, limpieza de las calles y establos, y lucha contra los insectos picadores, y en particular los mosquitos. Las experiencias en marcha quizás permitan pr6ximamente utilizar la vacunación profiláctica en el hombre. (Barbary, F.: Gaz. H6p., 968, jul. 13, 1935.)

Tratamz’ento.-Domingo hace notar que, aunque han transcurrido casi 10 años desde que publicara sus observaciones sobre el tratamiento específico de la fiebre ondulante, nada nuevo tiene que agregar, aunque ha observado más de 250 casos en ese perfodo. Los sueros tienen una acción muy moderada. En las vacunas, últimamente ha comenzado a difundirse el empleo de la vfa gástrica, pero los datos son insuficientes todavfa. Las serovacunas de Besredka han tenido acepta- cibn en veterinaria como profiláctico, pero muchas veces han convertido a las vacas en portadoras de gérmenes. El autor las ha probado en ocho casos, sin observar mayor ventaja. Una técnica mas útil para ciertas formas, es la inmuno- transfusi6n. La quimioterapia no tiene hasta ahora valor especifico, aunque se han recomendado distintas drogas, incluso arsenicales y colorantes. La medi- cación auxiliar comprende antit6xicos, antitermicos, estimulantes hematopoyé- ticos, ataque de las complicaciones, régimen alimenticio, y creno y climatoterapia, pareciendo las dos últimas poseer cierto valor complementario. El regimen higiénico general es de rigor, habiendo que aconsejar una vida regular sin grandes variaciones en la alimentación, trabajo o costumbres, librándose del excesivo frfo y calor, y rehuyendo el alcohol y bebidas estimulantes. (Domingo, P.:

Rev. Méd. Barcelona, 204, mzo. 1935.)

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numerosos autores han empleado la vacunoterapia especifica. El autor ha em- pleado la titima desde 1928, y comunica sus observaciones en 100 casos. La vacuna que emplea contiene aproximadamente 6,000 millones de microbios por CC, y la dosis es de 0.25 a 1.0 CC por vfa muscular (de preferencia el deltoides) que ofrece mayor absorción y no produce los abscesos de la vía subcutánea. El promedio de inyecciones fué de 5.4 en los 100 enfermos. En un caso, 0.1 CC intravenosamente produjo una reposición rápida, pero la reaccibn fué tan grave que Angle ha abandonado esa vía. La reacción terapéutica es específica, produ- ciéndose únicamente en los individuos sensibilizados por la bruceliasis, de modo que si la vacunoterapia no causa hipertermia o agudización de los sintomas, debe ponerse en duda el diagnóstico. Las contraindicaciones son la senilidad y las cardiopatías. Ademas de la vacuna, los enfermos recibieron un régimen de alto tenor calórico y frecuentes comidas. A los primeros signos de mejoría clínica se prescribe un reconstituyente, en particular rico en vitaminas, y para combatir la anemia secundaria, hierro en forma de pfldoras por vfa oral. Hubo dos muertes en la serie, por endocarditis brucélica subaguda; ll por ciento tuvieron breves recidivas; un caso no ha mejorado debido a una colecistitis crónica intercurrente; y 84 casos fueron hospitalizados durante un promedio de 22 días. Entre 2,000 muestras recibidas en el laboratorio para la Wassermann, se verificó además la aglutinaci6n rapida con antígeno de brucella, resultando positivas 2.6 por ciento. Algunos eran casos latentes, pero 16 de los casos activos del autor fueron descu- biertos en esa forma. El autor declara que la vacunoterapia es el mejor trata- miento conocido de la brucelosis aguda, asf como crónica. (Angle, F. E.: Jour.

Am. Med. Assn., 939, abre. 21, 1935.)

Seroterapia.-Wherry y sus colaboradores han producido un antisuero inyec- titndole a las cabras suspensiones de brucella tratadas con productos químicos. Los sueros utilizados durante el primer año representaban una cepa bovina y cinco porcinas, pero después se agregaron cinco cepas de melitensis. Para las infecciones de gravedad corriente, los autores han empleado un total de 60 CC del suero sin concentrar, intravenosa, intramuscular o subcutáneamente, en inyecciones de 20 CC cada una por tres dfas. Pocas veces se ha observado enfer- medad sérica, y de presentarse, ha sido benigna. En 25 enfermos beneficiados por la seroterapia, la duración media de la fiebre fu6 de nueve días, la de los síntomas 15, y la de la incapacidad 38 semanas. En la brucelosis crónica, es probable que la seroterapia no sea tan eficaz, y por eso conviene iniciarla lo más pronto posible. La seroterapia hace descender la curva térmica con bastante rapidez hasta alcanzar la temperatura normal, junto con la mejorfa de las mialgias, artralgias, cefalalgia, trastornos gástricos y malestar general. La principal acción terapéutica del antisuero consiste probablemente en su capacidad para inducir la fagocitosis especifica. (Wherry, W. B., O’Neil, A. E., y Foshay, L.:

Am. Jour. Trop. Med., 415, jul. 1935.)

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