• Nenhum resultado encontrado

Transmisión de enfermedades por organismos hídricos de origen animal

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2017

Share "Transmisión de enfermedades por organismos hídricos de origen animal"

Copied!
17
0
0

Texto

(1)

TRANSMISION DE ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS DE ORIGEN ANIMAL’

Dr. Stanley L. Diesch’

En este trabajo se trata de indicar el significado epidemiológico potencial de la transmisión de enfermedades por el agua, basado en la variabilidad de las características de resistencia de

diversos tipos de organismos patógenos y su poder para L transmitirse por ese medio.

Antecedentes históricos

Siglos antes de la era de la bacteriología, el hombre percibía que el agua tenía algo que ver con la transmisión de las enfermedades. La antigua teoría miasmática sobre la enfermedad enseñaba que todas las enfermedades se debían a emanaciones del agua y de la tierra y a la influencia de las estrellas, la luna, los vientos y las estaciones del año. Hace más de 2,500 años, durante la era precristiana, Hipócrates, el “padre de la medicina”, en su tratado sobre aires, aguas y lugares (Chadwick y Mann, 1950) describió con más detalle el papel del agua, relacionando las causas de las enfermedades con diferentes aguas, el viento y el declive de la tierra. Durante el comienzo de la Era Cristiana y la Edad Media hubo más hallazgos. En esa época, las epidemias de ciertas enfermedades como la tifoidea y el cólera se asociaban a las inundaciones y al ascenso y descenso del nivel del agua subterránea. La teoría de los vapores y miasma venenosos (emanados de las inmundi- cias) no se aceptó sino hasta fines del siglo XIX. Algunas de las observaciones primitivas fueron inadecuadas y sin fundamento, pero otras repre- sentaron correctas observaciones de los hechos. Durante el siglo XIX, investigadores como Henle, Snow, Budd y Pasteur desarrollaron la

‘Trabajo presentado en la Conferencia sobre el Papel de la Agricultura con Respecto al Agua Limpia, realizada del 18-20 de noviembre de 1969 en la Universidad del Estado de Iowa, Ames, lowa, EUA.

2Profesor asociado del Departamento de Micro- biología y Salud Pública Veterinaria, de la Escuela Superior de Medicina Veterinaria de la Universidad de Minnesota, St. Paul, Minnesota, EUA.

teoría del germen como causa de la enferme- dad. En 1876, Robert Koch probó la teoría del germen con su obra clásica sobre el ántrax. Los aspectos históricos de la bacteriología se des- criben muy bien en un libro de Bulloch, de 1938. La era de oro de la bacteriología se ha extendido y desarrollado por casi 100 años, destacándose la importancia del agente micro- biológico como causa de las enfermedades transmisibles.

,_

El reconocimiento de que deben identi- ficarse los factores que predisponen o contri- buyen a las enfermedades y que existen causas múltiples de enfermedad ha ampliado el obje- tivo de los esfuerzos del hombre de modo que

se considere la perspectiva total de la enferme- d dad: la relación del complejo agente- huésped y

medio ambiente.

Conceptos sobre la transmisión de las enfermedades

Es esencial conocer la epidemiología en su relación con la transmisión de las enfermedades. La epidemiología es el estudio de la enfermedad con relación al huésped, al agente y al medio ambiente, o sea, la ecología de la enfermedad.

De las muchas enfermedades infecciosas que k afectan a los animales, más de 150 se clasifican

como zoonosis 0 como aquellas infecciones 0 b enfermedades infecciosas transmitidas en condi-

ciones naturales entre animales vertebrados y el hombre (Ser Inf Téc de la OMS 378,1967). Las

zoonosis relacionadas con los animales que r; producen alimentos se consideran generalmente

(2)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 315

trado un creciente número de zoonosis rela- un agente infeccioso varía en razón inversa a su cionadas con actividades recreativas. grado de comunicabilidad.

El proceso de la enfermedad infecciosa incluye seis factores necesarios, considerados como eslabones de una cadena y todos ellos esenciales al desarrollo de la enfermedad:

Transmisión de la infección del reservorio al nuevo huésped

Agente causante o etiológico

La infección representa la entrada y desa- rrollo o multiplicación de un agente infeccioso en el cuerpo de un hombre o de un animal. Generalmente el agente parasitario vive a expen- sas o en detrimento dei huésped. Felizmente, muchos organismos no son patógenos para el hombre y los animales. Algunos tienen especi- ficidad e infectarán solamente a ciertas especies. Por ejemplo, el virus del cólera porcino no infecta ni al hombre ni a otros animales.

Reservorio del agente infeccioso

Los reservoríos son el hombre, los animales, las plantas, el suelo 0 la materia orgánica inanimada donde el agente infeccioso vive, se multiplica y depende para sobrevivir. Con pocas excepciones, los organismos patógenos no son capaces de crecimiento o multiplicación prolon- gada fuera del cuerpo vivo. La importancia del reservorio animal depende de la asociación directa o indirecta con el hombre. Este está más expuesto a los animales domésticos que a los silvestres. Los animales y el hombre están potencial e indirectamente asociados a los organismos patógenos de origen animal a través del agua. El hombre es el reservorio más importante de infección para su especie, como lo son los animales para su género 0 clase.

La transmisión se produce por métodos directos o indirectos. El contacto directo se produce cuando los organismos pasan inme- diatamente al nuevo huésped por contacto físico íntimo. EI contacto indirecto ocurre cuando hay una transferencia de agentes infec- ciosos entre el reservorio y el nuevo huésped sin

asociación directa. Estos organismos tienen que ser capaces de subsistir fuera del cuerpo y ser transferidos por un vehículo o vector. La transmisión indirecta se efectúa a través de vectores, artrópodos, otros invertebrados y otros vehículos (objetos o sustancias no vivien- tes) que están contaminados y transmiten los organismos infecciosos. Los vehículos incluyen el agua, la leche y otros alimentos, el aire y los fomes.

Entrada de organismos en nuevos huéspedes

Antes de entrar, el organismo debe pasar las barreras defensivas del huésped. Con excep- ciones, el mecanismo de entrada en el hombre o el animal corresponde al de salida.

Huésped propenso

Escape de organismos del reservorio

El hombre y los animales poseen meca- nismos de defensa o resistencia que los protegen de la invasión de microorganismos patógenos. La inmunidad implica el desarrollo de una protección absoluta en un huésped propenso a una enfermedad, ya sea por medios naturales o

artificiales.

*r El escape y consiguiente descarga del orga- nismo en el medio puede ocurrir a través de las -z aberturas naturales del cuerpo, sean estas respi- ratorias, intestinales, urinarias o lesiones abier- tas y mecánicas (artrópodos que se alimentan de sangre). Existe una variación en la duración del escape de patógenos, que depende del curso de la enfermedad en el animal huésped. En general, la duración de la comunicabilidad de

El desarrolio de una enfermedad en el hombre o en los animales depende de la realización de varios hechos simultáneos e incluye la presencia de los seis eslabones esen- ciales de la cadena.

‘.

(3)

316 BOLETÍNDELAOFICINASANITARIAPANAMERICANA . Octubre 1970

específicos; la incidencia de la enfermedad en una comunidad, que es significativa, pues cuanto más casos se presentan, mayores son las oportunidades de exposición; las oportunidades de diseminación, que incluyen factores bio- lógicos, sociales y físicos, y pueden tener relación con factores ambientales-abasteci- miento de agua, servicios sanitarios, vivienda y apiñamiento.

La aparición de enfermedades entre la pobla- ción no se ha notificado adecuadamente. Puede ocurrir que se notifiquen únicamente los casos (con signos 0 síntomas clínicos), pero que existan en una población muchos animales portadores (subclínicos o no aparentes) infec- tados. Frecuentemente, como no se reconoce a los portadores, estos son más capaces de trans- mitir enfermedades a la población. El concepto de portador de casos puede compararse a un iceberg flotante, en el que se observa una pequeña fracción de hielo (casos) y la que queda bajo el agua no es visible (portadores). Este fenómeno varía con la naturaleza de cada enfermedad.

Si un brote de enfermedad se manifiesta en una población, existe hasta que se produce una muerte, incapacitación 0 recuperación 0, tam- bién, desarrollo de resistencia contra esta enfer- medad específica. De los animales infectados se pueden desprender millones de organismos en el ambiente y estos organismos pueden encontrar un huésped propenso. En 1963, Errington dijo que “caminos de la naturaleza son cualesquiera que sean viables”.

A fii de prevenir, controlar y erradicar las zoonosis se ha desarrollado el tratamiento basado en antibióticos y quimioterapia, y la prevención mediante el uso de vacunas y bacterinas. Se han utilizado programas de cua- rentena, examen y matanza de animales infectados.

Variabilidad del medio ambiente de los ani- males y el hombre

Hace unas pocas décadas, América era pre- dominantemente rural, con amplia disemina- ción de poblaciones de ganado. La cría de ganado y la vida rural siguen predominando en

muchas regiones del mundo. Hoy día, un número menor de haciendas contiene mayores concentraciones de ganado. En los Estados Unidos, en 1937, el 24.3% de 128,649,OOO personas vivía en haciendas que contaban con 94,694,OOO cabezas de ganado. En 1967, el j.4% de 198,608,OOO personas vivía en hacien- das que tenían 120,439,OOO cabezas de ganado. En tres décadas aumentaron en un 21.3% laS cabezas de ganado y la población humana de las haciendas disminuyó un 65%, al tiempo que la población total aumentaba en un 35%(Informe Estadístico de la Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos, 1968).

Una cantidad cada vez mayor de animales se cría en encierro. Al primero de enero de 1969, en los Estados Unidos había 23,040,OOO animales alimentados en pastaderos, 10,823,OOO estaban en 2,080 lotes, cada uno con 1,000 o más cabezas de ganado (Infomze Estadístico de la Secretaría de Agricultura de

los Estados Unidos, 1969). No es raro encontrar pastaderos de 10,000 animales o granjas de

100,000. Esta concentración puede facilitar grandemente los programas de prevención de enfermedades, pero el creciente contacto puede causar mayores problemas en la transmisión de las mismas.

El medio del trabajador agrícola ofrece mayor exposición a las enfermedades infec- ciosas y parasitarias que los ambientes urbanos (Ser

Znf

Téc de la OMS 246, 1962).

Al tiempo que el hombre migraba de las haciendas a las ciudades, la eliminación contro- lada de las aguas servidas y la cloración de los abastecimientos de agua redujo la incidencia de enfermedades como la fiebre tifoidea, la para- tifoidea, las disenterías y el cólera. Tal vez ha desarrollado el hombre, como resultado del control de las enfermedades específicas transmi- tidas por el agua, una actitud plácida con respecto a las enfermedades asociadas a la misma.

(4)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 317

sión de Examen de Recursos de Actividades Recreativas al Aire Libre, Estados Unidos, 1962). Por estar expuesto al medio de animales domésticos y silvestres y a las aguas superti- ciales, el hombre verá aumentar su exposición a las infecciones transmitidas por el agua.

El agua es absolutamente esencial para con- servar el cuerpo del hombre y del animal. En los Estados Unidos, gran parte del agua para consumo familiar procede de aljibes o de abastecimientos clorados y tratados. Cada vez más, el hombre sigue expuesto al agua super- ficial por sus actividades ocupacionales y recrea- tivas. Gran parte del agua que reciben los animales encerrados procede de aljibes pero los que viven en tierras de pastoreo consumen agua en gran parte de las lagunas, corrientes, ríos y lagos. La economía de la agricultura exige la máxima utilización de la tierra. A menudo, la tierra próxima al agua superficial puede utili- zarse sólo para apacentar ganado. Se encuentran aquí millones de animales que producen ali- mento y animales silvestres. Si están infectados, los organismos patógenos escapan a las aguas superficiales a través de descargas respiratorias, del drenaje de heridas, heces, orina, o de animales muertos. La transmisión de orga- nismos del reservorio al agua se produce tam- bién por escurrimiento del suelo, inundaciones, vientos y otras vías. La dilución puede hacer que los organismos patógenos descargados al agua sean de baja densidad. La creencia general de que el agua corriente sufre purificación es contrarrestada por el hecho que durante días, semanas o meses los animales infectados pueden difundir millones de organismos patógenos.

La transmisión de enfermedades infecciosas de los animales y el hombre

Al considerar la función de la agricultura en el mantenimiento de agua Limpia, interesa la relación causa y efecto o efecto y causa de aguas contaminadas con organismos patógenos. Cuando se estudia la ecología total de la enfermedad, la complejidad aumenta gradual- mente y, por definición, disminuye en razón de los numerosos factores correlacionados implica- dos. Para documentar la función del agua como

vehículo de transmisión de enfermedades se utilizará la información compilada en el examen de la literatura correspondiente. La naturaleza de enfermedades específicas se agrupa según clasificación basada en la etiología del orga- nismo que las causa.

En vista del alcance de este tema, no es posible examinar separadamente cada enfer- medad ni hacer referencia a su prevención, control y tratamiento, información que se encuentra en la literatura citada. En cada categoría se describen rápidamente ejemplos específicos, haciéndose hincapié en la resis- tencia y transmisión del agente.

Enfermedades bacteriknas

Las especies de bacterias vegetativas varían grandemente en su capacidad de sobrevivir fuera de su huésped. Las esporas son muy resistentes a los agentes físicos y químicos, cuya acción puede afectar grandemente el índice de crecimiento y de mortalidad (Merchant y Packer, 1967).

Cuando, en 18.54, John Snow demostró la relación entre el cólera humano y el agua del Broadstreet Pump en Londres, el agua asumió por primera vez un papel importante en la transmisión de enfermedades. A partir del desarrollo de la era bacteriológica se han hecho numerosas documentaciones de la transmisión de enfermedades por medio del agua.

Salmonelosis. En los Estados Unidos, la principal zoonosis es la salmonelosis. Cada año se notifican aproximadamente 20,000 casos humanos pero se calcula que ocurren de uno a dos millones de casos (Steele, 1968). La enfer- medad está difundida en los animales que producen alimentos, aves de corral y otros (Edwards y Galton, 1967). Esos son los prin- cipales reservorios del hombre. En los casos agudos en terneros se encontraron lO,OOO,OOO de organismos por gramo de heces.j

Las salmoneilas sobreviven en el agua y en el medio durante largos períodos (André, Weiser y Malaney, 1967; Gibson, 1967; Kraus y Weber,

(5)

318 BOLETíN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Octubre 1970

1958). Las bacterias podrían sobrevivir de varias semanas a tres meses en agua potable y en agua superficial natural (Kraus y Weber, 1958). En 1964, Hibbs y Foltz aislaron Salmonellu de dos terneros, agua de arroyo y un ser humano. En 1963, Schaal encontró salmonelosis enzo- ótica en ganado que bebió agua contaminada de un arroyo. En mayo de 1965, una grave epidemia de Salmonella typhimurium causó la muerte de tres personas (Centro Nacional de Enfermedades Transmisibles de los Estados Unidos, Informe 22, 1965). De la mitad de casos humanos notificados cada año, más de la mitad son esporádicos. El resto se asocia a epidemias que generalmente se pueden atribuir a alimentos contaminados de origen animal o al agua (McCroan et aZ., 1963; Steele, 1968).

Se han notificado más de 1,300 serotipos de Sulmonella. La bacteria está en todas partes y se difunde en las heces de los animales infectados. Las aguas superficiales sirven de vehículo poten- cial para la transmisión de Salmonella a otros animales o al hombre.

En 1966, se produjo un importante brote de casos humanos en Riverside, California, que se originó en un abastecimiento de agua contami- nada de Salmonella. Aunque no se identificó la fuente de contaminación, se supuso que el agua podía haberse contaminado por infiltración de lugares de pastoreo alejados (Decker y Steele,

1966). Dada la cantidad de reservorios y de la contaminación del medio, la salmonelosis sigue siendo una enfermedad de importancia para la salud pública.

Leptospirosis. La leptospirosis, causada por una espiroqueta, ha sido clasificada como una zoonosis transmitida por el agua. En los Estados Unidos y en muchas regiones del mundo se la encuentra en animales domésticos y silvestres. En lo que a animales domésticos se refiere, se encuentra principalmente en los vacunos y porcinos y puede permanecer en la orina durante varios meses. Se han notificado recuen- tos de 100,000,000 de leptospiras por ml de orina (Gillespie y Ryno, 1963).

Las leptospiras pueden vivir en el agua por varias semanas (Gillespie y Ryno, 1963;Chang, Buckingham y Taylor, 1948; Ryu y Liu, 1966).

Sin embargo, la variabilidad ambiental puede complicar su supervivencia (Diesch et al., 1969). El agua dulce en todas las formas de la naturaleza es un factor principal en la circula- ción de leptospiras en focos enzoóticos. La creencia general de que las aguas estancadas y las corrientes de poco movimiento son poten- cialmente infecciosas no es necesariamente cierta. Se ha demostrado que el agua de mucho movimiento en la selva puede ser infecciosa y más aún al desbordarse (Ser Inf Téc de la OMS 380, 1967). Se han aislado leptospiras de corrientes de movimiento rápido (Gillespie y Ryno, 1963).

Los brotes humanos se producen cuando las personas entran en contacto, ya sea por la natación 0 por exposición ocupacional, con el agua contaminada. A partir de 1941, se han registrado unos 1,000 casos humanos en los Estados Unidos. La natación fue la causa de 10 brotes que produjeron 233 casos humanos? En 1964, se aisló pomona, una leptospira patógena, en un arroyo donde se nadaba y donde se habían producido casos humanos en 1959 y

1964, después de que se nadara en él. Esta corriente era visitada por ganado y otros anima- les (Diesch y McCulloch, 1966). En Washing- ton, después de nadar en agua contaminada por ganado infectado, se produjeron 61 casos huma- nos (Centro Nacional de Enfermedades Trans- misibles de los Estados Unidos, Informe 7,

1965).

Entre 1951 y 1960, la pérdida anual para la industria lechera y de productos lácteos se calculó en más de EUA$12 millones por año (Manual de la Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos 291, 1965). En 1969, el Comité de Leptospirosis de la Asociación de Salud Animal de los Estados Unidos declaró que la leptospirosis no es erradicable. Es probable que el agua siga sirviendo de vehículo de trans- misión, a animales y al hombre, de leptos- pirosis, la que continuará como una de las enfermedades esporádicas más importantes asociadas a la transmisión por el agua.

Antrax. Además de ser una de las enferme-

(6)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 319

dades que afecta al hombre y a los animales que se conoce desde hace más tiempo, el ántrax fue la primera zoonosis asociada a un agente etio- lógico.

Las esporas de ántrax son unas de las bacterias patógenas más resistentes. Las esporas almacenadas en tierra dentro de una botella con tapón de goma permanecieron viables durante 60 años (Wilson y Russell, 1964). Observaciones sobre el terreno indican una duración similar de viabilidad en suelos alcalinos no desaguados, en climas cálidos (Blood y Henderson, 1968). Hubo casos de animales infectados en regiones de ántrax, 25 años después de producirse los casos originales de la enfermedad (Merchant y Packer, 1961).

Un mecanismo principal de diseminacion de esporas es por aguas superficiales que inundan suelos contaminados y causan la transferencia de esporas a áreas mayores. Muchos cursos de agua en distritos de ántrax, en los Estados Unidos, están contaminados (Stein, 1942; Jones, 1963).

En los últimos 50 afíos los casos humanos de ántrax disminuyeron Constantemente (Brackman, 1964). La mayoría de los casos humanos registrados en los Estados Unidos últimamente están relacionados con el pelo de cabra y lana basta importados. Hace una década, los cálculos indicaban que la incidencia anual mundial estaba entre los 20,000 y 100,000 casos (Glassman, 1958).

Los animales se infectan más comúnmente por ingestión de agua y de alimentos conta- minados. La infección potencial continuará durante muchos años, especialmente en los distritos contaminados de ántrax donde el agua superficial tiene un papel importante en la transmisión.

Tularemia. Es una enfermedad contagiosa muy diseminada y que ha sido aislada en más de

100 tipos de animales silvestres y domésticos (Steele, 1968). En los animales agrícolas de los Estados Unidos la enfermedad se encuentra más comúnmente en la oveja. La bacteria no forma esporas. Los investigadores registraron la conta- minación del agua y barro y la aparición de tularemia en el castor y la rata almizclera como

fenómenos comunes en el noroeste de los Estados Unidos. En todas las corrientes exami- nadas con cualquier frecuencia en el valle Bitter Root (área de Hamilton) en el estado de Montana, se han encontrado organismos de tularemia (Parker et al., 195 1).

Se cree que los organismos pueden multipli- carse en el barro, moho de las hojas y material que forma los lechos y orillas de las corrientes. El organismo aerobio sólo es recuperable en las aguas corrientes y no se ha encontrado nunca en las corrientes quietas o estancadas. En una corriente, y durante un período de siete años, se recuperó Francisella tularensis en aproxi- madamente un 30% de los especímenes exami- nados.5

La tularemia puede transmitirse por muchas vías (Shaughnessy, 1963). Hay pruebas de que la bacteria penetra la piel intacta (Quan,Mc- Manus y von Fintel, 1965).

Cuatro casos clínicos y cuatro casos proba- bles, todos ellos humanos, se asociaron al agua contaminada (Jellison et aZ., 1950). Dos de los casos estaban relacionados con el abasteci- miento de agua contaminada (agua de manan- tial). Se aisló bacteria de tularemia del agua sacada del grifo. En otro informe (Jellison et al., 1942) se encontró contaminación en cuatro corrientes. Una de ellas quedó contaminada durante 33 días después que los castores se hicieron presentes. Ya que la contaminación del agua puede persistir durante meses y hasta años, debe evitarse tomar agua de corrientes en regiones endémicas. Durante una epidemia de tularemia que ocurrió en Vermont, 47 casos humanos tenían relación con ratas almizcleras y el organismo de la tularemia se aisló del barro y agua de un lugar de caza (Young et al., 1969). Este fue el brote más grande en Norteamérica de tularemia ligado a mamíferos acuáticos. Dado que la enfermedad se establece en pobla- ciones de animales silvestres, actualmente no parece pasible de control.

Brucelosis. Es una enfermedad contagiosa de los vacunos, porcinos y caprinos y una de las enfermedades ocupacionales del hombre más importantes.

(7)

La bacteria se aloja en las excreciones y secreciones, especialmente uterinas, de los animales infectados. En apacentaderos y corra- les, las brucellas han sobrevivido de 65 a 182 días o más en fetos muertos y membranas fetales, y por dos meses en el abono (Bosworth,

1934). En agua del grifo el organismo continúa viable de 10 a 120 días a 25OC; en la orina bovina hasta 4 días (Van der Hoeden, 1924). Las brucellas sobrevivieron en el pasto hasta 100 días en invierno y 30 días en verano. Sobrevivieron a temperaturas de congelación por más de 824 días en la orina del ganado, agua de lago, agua del grifo, leche cruda, heces bovinas y suelo (Ogarkov, 1962). En los Estados Unidos, 1975 es la fecha límite para la erradicación de la brucelosis. Según Harris,

1950, el agua, excepto cuando esté muy conta- minada de organismos de brucella, no parece fuente probable de infección.

Erisipela. La bacteria, de mayor impor- tancia y más ampliamente difundida, causa erisipela en los porcinos y afecta también a los pavos. Ocasionalmente causa erisipeloide en el hombre.

Unidos la tuberculosis bovina ya no es una enfermedad de primordial importancia, todavía lo es en algunas regiones del mundo.

La bacteria es resistente a los agentes quí- micos y físicos (Middlebrook, 1965). En algu- nos casos, los bacilos tuberculosos bovinos virulentos pueden sobrevivir a seis meses de exposición en el suelo, en mezcla de tierra y estiércol y en estiércol (Maddock, 1933). Se informa que el agua potable estancada puede causar infección hasta 18 días después de haberla usado un animal tuberculoso (Blood y Henderson, 1968; Christiansen, 1943). Se aisla- ron del suelo organismos viables durante seis u ocho semanas después de la deposición de las heces pero la duración varía ampliamente, siendo mayor en tiempo húmedo. Según Karlson, 1967, el bacilo se transmite a través de alimentos y, a veces, del agua.

En los Estados Unidos, en los últimos años, sólo algún caso humano raro es causado por la cepa bovina (Feldman, 1963).

320 BOLETÍN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Octubre 1970

Tuberculosis. Aunque en los Estados las células individuales sobreviven a la congela- El organismo es resistente al secamiento y

permanece viable un mes o más en la oscuridad y de 10 a 12 días a la luz (Morse, 1964). Existe en el suelo como saprófito y retiene la virulen- cia. La persistencia en el suelo es variable y está determinada por la temperatura, pH y otros factores. Se informa que queda viable de cuatro a cinco días en agua potable y de 12 a 14 días en aguas servidas (Reed, 1965). El suelo, la comida y el agua se contaminan fácilmente por animales infectados a través de grandes canti- dades descargadas por la orina. De suelo inocu- lado experimentalmente se recuperaron orga- nismos hasta después de un máximo de 21 días. Se observó más persistencia durante el invierno y la primavera (Roswell, 1958). Las aguas superficiales pueden transmitir la enfermedad de una hacienda a otra (Karlson, 1967). Puesto que la bacteria puede pasar a través del estó- mago sin pérdida de viabilidad, los animales portadores pueden contaminar el suelo conti- nuamente (Roswell, 1958).

Tétanos. Esta enfermedad está muy disemi- nada y se relaciona generalmente con la entrada de la bacteria en una herida. El organismo, formado de esporas, se encuentra ampliamente distribuido en la naturaleza y es abundante en las heces animales o humanas, especialmente de caballos y de otros animales herbívoros (Sterne y Van Heyningen, 1965; Merchant y Packer, 1967). La espora resiste a la ebullición durante más de una hora. Las esporas son capaces de persistir en el suelo durante varios años (Blood y Henderson, 1968). Con el rápido aumento de la población equina en los Estados Unidos es muy probable que aumente la consiguiente contaminación del suelo. Es posible que el agua de superficie tenga un papel importante en la diseminación de las esporas del tétanos.

(8)

ción en hielo durante 6 meses. El organismo se transmite por el agua, las heces y las moscas contaminadas de materias fecales. Ciertas cepas son un riesgo para el hombre y los animales y pueden causar enfermedad al recién nacido (Morgan, 1965). Para indicar la contaminación fecal del agua se evalúan los organismos E. coli. Las tentativas para documentar la relación entre los casos de animales agrícolas y los humanos no parecen concluyentes,

Enfermedades causadas por rickettsias

Los agentes de estas enfermedades, excep- tuada la fiebre Q, dependen de vectores artró- podos para la transmisión de la enfermedad y de huéspedes humanos o animales para su mecanismo (Fox, 1964).

Fiebre Q. Está muy diseminada y se encuen- tra, en todos los continentes, tanto en el hombre como en los animales. Tiene una amplia variedad de huéspedes (Babudieri, 1959). En los Estados Unidos tiene significación agrícola en ovejas, cabras y vacunos. Los organismos, pará- sitos intracelulares, tienen mayor resistencia a los agentes físicos y químicos que cualquier otro patógeno Rickettsia y más resistencia que la mayoría de las bacterias no esporogénicas. El agente es viable en leche desnatada durante 42 meses y en agua del grifo durante 36 (Ignato- vich, 1959-b). Welsh et al., 1959, aislaron el organismo del agua quieta (albercas superfi- ciales), en haciendas de ovejas infectadas, en California, durante un período de seis semanas durante la paridera; y del suelo, hasta después de 148 días. Stoenner, 1964, informó que el papel de los microambientes en los fomes móviles era significativo al extender los riesgos de la enfermedad a diversos grupos ocupacio- nales, normalmente considerados como fuera de riesgo. Calculó que, en los Estados Unidos, por lo menos un 25% de los rebaños lecheros y un porcentaje más alto de rebaños de ovejas y cabras están infectados. La fiebre Q parece generalmente una infección que no se mani- fiesta en el ganado doméstico. Se desconoce la forma exacta de transmisión pero se consideran importantes el aire cargado de polvo que contenga desecho animal y las garrapatas. Se

sugiere que un organismo es una dosis infec- ciosa para el hombre (Tigertt, Benenson, y Gochenour, 1961). No se ha determinado el papel del agua en la transmisión.

Enfermedades v íricas

Se conocen aproximadamente unos 500 virus animales (Green, 1965). En los animales domésticos se encuentran también tres contra- partidas de los principales virus que se sabe infectan al hombre. Según Abinanti, 1964, no se ha hecho una investigación a fondo para determinar qué virus pueden aparecer en la leche y otros subproductos animales o en qué condiciones se destruyen.

En un extenso examen de los virus entéricos de animales se llegó a la conclusión de que dicho problema corresponde al registrado en el hombre y que puede aislarse una multitud de organismos de las heces de diferentes especies animales (Kalter, 1964). Reconociendo que la salud humana está íntimamente relacionada con la salud de los animales, los virus se consideran como los agentes infecciosos menos estudiados (Sinha, Fleming y Scholes, 1960).

Por lo general, los virus no sobreviven du- rante largos períodos fuera del animal huésped (Gratzek, 1967). Los virus poseen más o menos el mismo grado de resistencia al calor, seca- miento y agentes químicos que las formas vege- tativas de las bacterias. La mayoría no se ve afectada por concentraciones de antibióticos que destruyen las bacterias.

(9)

Un estudio de lagunas, durante más de seis meses, no reveló virus entéricos o bacteriófagos específicos (Joyce y Weiser, 1965). Experi- mentalmente, los virus entéricos sobrevivieron durante largos períodos (hasta 21 días) a extre- mos simulados de temperatura, y sobrevivieron durante períodos aún más largos, por encima de escalas pH de extremos encontrados en aguas naturales de lagunas. En aguas ligeras y alta- mente contaminadas, los virus sobrevivieron más tiempo que en aguas de contaminación moderada. Las sustancias químicas que se encontraron en las lagunas no parecieron afec- tar la supervivencia vírica. Los autores conclu- yeron que el agua de lagunas ofrece un lugar definido para el almacenamiento de virus enté- ricos.

Se sabe menos sobre el papel del agua en la transmisión de virus que de bacterias. Muchas de las enfermedades víricas son transmitidas por artrópodos. Se han clasificado unos 200 virus como arbovirus (Merchant y Packer, 1967). En los Estados Unidos hay menos enfermedades víricas no transmitidas por artrópodos pero muchas están relacionadas con la ganadería.

Muchas clases de virus se eliminan en las heces de los animales. Están incluidos los picor- navirus (virus entéricos), los virus respiratorio- entéricos, virus herpéticos, adenovirus y myxo- virus (Gratzek, 1967).

Según Prier y Riley, 1965, el agua natural es de menor significación cuando se compara con otros factores que afectan la transmisión vira1 de enfermedades entre individuos y rebaños.

Geldreich, 1965, cuando describe el origen de la contaminación microbiológica en las corrientes afirma que el agua contaminada por las heces también puede contener virus elimi- nados por animales de sangre caliente.

Aunque el hombre está implicado principal- mente en la transmisión de la hepatitis vírica, este agente, de alta resistencia y capaz de trans- mitirse por las aguas superficiales, puede servir de modelo de estudio. Mosley, 1963, registra un total de 31 epidemias humanas, presumible- mente transmitidas por el agua. La cloración o pasteurización no destruyen el virus de la hepa- titis (Anderson, Arnstein, Lester, 1962). Según

Mosley, 1963, sólo el agente vírico de la hepa- titis infecciosa ha sido asociado claramente a la transmisión por el agua en el agua potable del hombre. Es probable también que el agua tenga un papel en la transmisión de poliovirus, virus Coxsackie, ECHO y adenovirus (Clarke y Chang, 1959; Brown y McLean, 1967; Chang,

1968).

Todavía no se ha documentado, ni tal vez considerado adecuadamente, el papel del agua en la transmisión de las enfermedades víricas. Las enfermedades víricas de animales domés- ticos que se discuten a continuación son ejem- plos que muestran la variación en la resistencia vírica.

Enfermedad de Newcastle. Este virus, que causa una infección sistémica aguda en las aves, puede infectar al hombre y es altamente resis- tente a los factores nocivos del medio. Entre las plumas abatidas de las gallinas y el polvo, el virus permanece activo durante varias semanas a temperatura ordinaria (Bernkoph, 1964).

Cólera porcino. Esta enfermedad aguda de los cerdos, altamente contagiosa, es causada por un virus relativamente estable. Un informe esta- bleció que el virus sobrevivió durante siete días pero sin llegar a 15, a una temperatura de 37OC (Bruner y Gillespie, 1966). El tiempo de super- vivencia puede ser mayor y varía con las condi- ciones del medio. Se supone que la transmisión se hace principalmente por contacto con cerdos infectados o, indirectamente, por secreciones y excreciones. La fecha límite para la erradica- ción del cólera porcino en los Estados Unidos es

1975.

Fiebre aftosa. Esta enfermedad sumamente contagiosa y aguda de todos los animales de pie hendido raramente afecta al hombre. El virus es resistente a las influencias externas, incluso a los desinfectantes comunes. Puede persistir durante más de un año en los lugares infec- tados. El virus es bastante sensible al calor y al cambio de pH e insensible al frío. Hay muchos métodos de transmisión considerándose el más común la ingestión de alimentos contaminados (Blood y Henderson, 1968).

(10)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 323

muchos agentes de enfermedad. Hay tres varie- dades de enfermedad de reciente interés que causan desórdenes neurológicos crónicos simi- lares: el prurigo lumbar de los ovinos, la encefalopatía en el visón y el kuru en el hombre. Los agentes etiológicos son sumamente resistentes y tienen períodos de incubación largos ( McDaniel, 1969). El agente del prurigo lumbar en la oveja resiste exposición a 75OC durante una hora; el tejido del cerebro en IO-12% de formalina todavía era viable después de 4-28 meses y también resistente al éter (Merchant y Packer, 1967). Se desconoce el papel del agua en su transmisión.

Enfermedades producidas por hongos

Micosis sistémicas profundas. Los principa- les agentes de enfermedades sistémicas micó- ticas son de la actinomicosis, la nocardiosis, la aspergilosis, la ficomicosis, la moniliasis, la histoplasmosis, la blastomicosis norteamericana, la coccidioidomicosis, la criptococosis y la esporotricosis. A excepción de los de la moni- liasis, los demás viven libres en la naturaleza y no se consideran zoonóticos. Estas enferme- dades se conocen como hongos ocupacionales. Los hongos se cultivan fácilmente en suelos que contienen estiércol de pollo, de estorninos y heces de palomas (Harrell, 1964). El hombre y los animales son propensos a estos hongos que se encuentran en el medio; las esporas se transmiten por el aire. No se considera a los animales infectados como reservorios para la transmisión de la enfermedad al hombre (Menges, 1963; Maddy, 1967).

ffistoplasmosis. La infección por histoplas- ma del hombre y de los animales está muy diseminada en la región centro-oeste de los Estados Unidos. En los animales es esporádica (Blood y Henderson, 1968). No hay pruebas sobre el papel del agua en la transmisión de las enfermedades fungosas. Gordon et al., 1952, informaron sobre el aislamiento, por primera vez, de la espora del H. capsulatum del agua de

río.

Experimentalmente el hongo permanecerá viable en agua hasta 621 días (Metzler, Retter y

Culp, 1956). El hongo crece en agua de río común. Se observó que las esporas son más resistentes al cloro que el virus del polio o las bacterias entéricas. Según Furcolow, 1965, no se considera importante la evidencia actual de transmisión por abastecimiento de agua. Dado que las esporas se arrastran fácilmente a las corrientes, su contenido en depósitos de agua debe tomarse en consideración en regiones endémicas.

Tiña Entre las micosis superficiales se cuen- tan las tiñas, algunas de las cuales se transmiten del hombre al animal y la mayoría existen como parásitos (Bridges, 1963). Se consideran una zoonosis importante. La transmisión di- recta es el mecanismo común de transmisión. En un ambiente seco las esporas del hongo permanecen viables durante años (Blood y Henderson, 1968). No se ha determinado el papel del agua en la transmisión de las esporas.

Enfermedades parasitaribs

Las enfermedades relacionadas con los helmintos y otros parásitos son el objeto de una antigua ciencia. Hasta el descubrimiento del microscopio los helmintos se consideraban im- portantes. Después, se desarrolló la era de la bacteriología y llevó rápidamente las formas macroscópicas de los parásitos a segundo plano. Hace aproximadamente unos 60 años, con el desarrollo de la medicina tropical, los vermes se hicieron importantes nuevamente como agentes que causan enfermedades (Cameron, 1962). Las enfermedades de protozoarios y helmintos están muy diseminadas en animales relacio- nados con la agricultura. Los helmintos inclu- yen los trematodos, cestodos o tenias y nema- todos o nematelmintos.

Los trematodos son raros en Norteamérica, excepto los conocidos como “comezón de los nadadores” de los lagos septentrionales. Las enfermedades cestoideas no son problemas im- portantes de salud pública en los Estados Unidos. Los nematodos causan muchas enfer- medades en el hombre y en los animales, incluso en los peces (Steele, 1968).

(11)

324 BOLETíN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Octubre 1970

externo. Se ha informado que durante esta- ciones relativamente secas y de poco pasto, el abono preparado puede servir de reservorio para las larvas hasta durante cinco meses en el verano, y de siete a ocho meses en el invierno (Blood y Henderson, 1968). En condiciones cálidas y húmedas, los parásitos helmintos sobreviven en gran cantidad de seis hasta ocho semanas y parecen relativamente resistentes al frío, pudiendo sobrevivir al invierno.

Los ascárides y las larvas del anquilostoma pueden adquirirse del agua o del suelo (Faust, Beaver y Jung, 1968). Los trematodos comple- tan el ciclo en un molusco, generalmente en los caracoles. El verme trematoideo de la “come- zón de los nadadores” se desarrolla en un caracol. De un solo huevo emergen en el agua miles de cercarias, que atacan a cualquier animal de sangre caliente, incluso al hombre. Los huevos de la tenia pasan en las heces y todos necesitan un huésped intermediario para completar el ciclo.

Balantidiosis. Es una enfermedad proto- zoaria de distribución cosmopolita en todo el mundo, que se observa generalmente en los climas cálidos. Es un parásito intestinal y se encuentra más comúnmente en los cerdos, monos y en el hombre (Faust, 1963, Van der Hoeden, 1964). La infección humana resulta de la ingestión de agua y de alimentos contami- nados. Según Hoare, 1962, en algunos países más del 90% de la población está infectada.

Toxoplasmosis. Debida a un protozoario intracelular que infecta al hombre y a los animales, tiene amplia variedad de huéspedes. No se conoce el mecanismo de transmisión (Jacobs, 1964). Según Jacobs, 1965, a pesar de lo extendida que está la infección por toxo- plasma a nuestro alrededor, todavía no hay seguridad sobre el mecanismo de transmisión.

Ascariasis. Un ascáride hembra produce hasta 200,000 huevos por día (Faust, Beaver y Jung, 1968). Los huevos son muy resistentes al frío y sobreviven más fácilmente en ambientes húmedos. Se han registrado supervivencias de hasta cinco años (Blood y Henderson, 1968).

Estrongilosis. Se trata de una dermatitis que se desarrolla en cazadores de pieles y de

animales y en los que trabajan con el petróleo, en las regiones pantanosas meridionales de Luisiana. Se asoció la enfermedad con las larvas infecciosas de la especie estrongiloides que infectaban los mamíferos que habitan los pan- tanos (Burks y Jung, 1960).

Teniasis. La carne de vaca infectada de cisticercosis, la tenia de los vacunos, causa teniasis en el hombre. La tenia es transmitida al ganado por defecación humana en corrales y apacentaderos de ganado o por distribución de aguas servidas humanas y de tanques sépticos de los apacentaderos. En Gran Bretaña, los investi- gadores llegaron a la conclusión de que los huevos de tenia pueden sobrevivir a la mayoría de los tratamientos urbanos y rurales de aguas servidas y pasar después en eliminación final o aluvión seco por el aire. Si se utiliza en los apacentaderos o llega a las corrientes, este material puede infectar el ganado (Silverman y Griffiths, 1965). En el año fiscal de 1968, en los Estados Unidos, se informó que en las matanzas había 12,723 canales de bovinos infectados (División de Inspección de Matanza de Animales, Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos). Se desconoce la prevalencia en el hombre.

Resumen y conclusiones

Hay un creciente interés público por el medio ambiente y por la necesidad de reevaluar el papel del agua como vehículo de transmisión de zoonosis relacionadas con la agricultura. Casos documentados de enfermedades infec- ciosas de origen animal en el hombre y los animales se han asociado a la transmisión por el agua. Después de examinar la literatura corres- pondiente, es evidente que no se ha considerado adecuadamente esta transmisión. En muchos informes sobre casos examinados, no se hicie- ron estudios epidemiológicos para determinar la fuente de infección.

(12)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 325

permiten evaluar la importancia del agua como vehículo de transmisión de enfermedades. En las aguas superficiales se encuentran organismos patógenos de animales, pero por una serie de factores la enfermedad sólo ocurre ocasional- mente en el hombre o en los animales. Los factores implicados pueden ser la dilución del agua, encontrándose así una baja densidad de organismos; que no se desarrolla la cadena de acontecimientos necesaria para producir el pro- ceso de la enfermedad infecciosa; que el hombre o los animales no se exponen; o finalmente, que, si se produce la enfermedad, no se descubre o no se notifica.

Aunque en estos últimos años se ha prestado mucha atención a las enfermedades crónicas del hombre, el potencial de las zoonosis, por la exposición ocupacional y recreativa, puede aumentar considerablemente en el futuro. El agua es sólo uno de los medios de transmisión de las enfermedades pero es esencial para la vida y tanto el hombre como los animales están expuestos a ella.

En los Estados Unidos, la esperada concen- tración de poblaciones de animales que pro- ducen alimentos puede facilitar el control y erradicación de zoonosis por medio de medidas preventivas más que por tratamiento. Los pro- blemas resultantes, como eliminación de dese- chos animales y el consiguiente efecto en el medio ambiente, aumentan con la concentra- ción de ganado. El futuro aumento de la

población y los nuevos acontecimientos cam- biaran los métodos ocupacionales y recreativos, lo que perturbará los sistemas ecológicos de la naturaleza que existen hoy día. En virtud de dichos cambios, no se puede predecir el futuro.

Los estudios ecológicos de la enfermedad en el ambiente de la naturaleza están llenos de las variabilidades del complejo agente-huésped- medio, difícil de definir. Esta investigación necesita nuevos enfoques.

El efecto futuro de las variables prácticas agrícolas, crecimiento y concentración de poblaciones humanas y animales, y la creciente exposición del hombre al agua servirán de estímulo para que todas las disciplinas cientí- ficas evalúen las asociaciones de enfermedades relacionadas entre sí. q

Agradecimiento

Se agradecen sus esfuerzos y comentarios en la revisión de este manuscrito al Dr. H. Orin Halvorson, del Departamento de Bioquímica, de la Escuela Superior de Ciencias Biológicas; al Dr. Theodore A. Olson, de la División de Saneamiento del Medio, de la Escuela de Salud Pública, de la Escuela Superior de Ciencias Médicas; y al Dr. Benjamín S. Pomeros, del Departamento de Microbiología Veterinaria y Salud Pública, de la Escuela Superior de Medi- cina Veterinaria, todos ellos de la Universidad de Minnesota.

Anexo 1

Declaración conjunta del Consejo de Salud Pública y Medicina Veterinaria Reguladora, de la Asociación Médico- Veterinaria Americana,

y del Consejo de Salud Rural de la Asociación Médica Americana

PREOCUPACION POR LA CONTAMINACION

(13)

las regiones vírgenes. No sólo existe amenaza esta investigación y que se asigne alta prioridad, para la salud sino también para la calidad de a nivel nacional, estatal y local, a las soluciones vida que engendran el aire puro y el agua y la lógicas para los problemas de la contaminación vida vegetal y animal no contaminadas. del aire, del suelo y del agua.

Reconocemos sobriamente las necesidades de la creciente población mundial: máxima producción de alimentos, fibras y productos manufacturados. Reconocemos la necesidad de protegernos contra las pestes agrícolas, la nece- sidad de utilizar materiales que aseguren la máxima producción de cosechas, la necesidad de eliminar los desechos industriales y la nece- sidad de aumentar las fuentes de energía. Estamos convencidos de que una investigación adecuada permitirá que la tecnología sea efec- tiva sin los subproductos de la contaminación. Pedimos que todos los niveles de la sociedad que cuenten con los recursos humanos y econó- micos necesarios presten su apoyo inmediato a

Se recomienda que la Asociación Médico- Veterinaria Americana, a través de su Consejo de Salud Pública y Medicina Veterinaria Regula- dora, y la Asociación Médica Americana, por intermedio de sus Consejos de Saneamiento del Medio y Salud Pública y de Salud Rural, continúen abogando por el control de la conta- minación; que estas organizaciones llamen la atención y consigan interesar a sus organiza- ciones estatales en dichos problemas y que los niveles federales ejerzan toda la influencia posible a fin de promover programas efectivos y bien fundados que aseguren las investigaciones y regulaciones necesarias.

BIBLIOGRAFIA

Abinanti F. R. “Respiratory viruses of animals”.

Occupational diseases acquired from animals.

H. J. Magnuson ed. Ann Arbor, Michigan: Univer- sidad de Michigan, Escuela de Salud Pública, págs. 53-71, 1964.

Anderson G. W., Arnstein M. G. y Lester M. R.

Communicable disease control. 4a ed. Nueva York: The McMillan Co., 1962.

Andre D. A., Weiser H. H. y Malaney G. W. “Survival of bacteria1 enteric pathogens in farm pond water”.

J Amer Water Works Ass 59:503-508, 1967. Babudieri B. “0 fever, a zoonosis”. En Aduances in

Veterinary Science. Nueva York y Londres: Academic Press. Páas. 81-182. 1959.

Bernkopf H. “New&stle disease”. En Zoonoses.

Amsterdam, Londres, Nueva York: Elsevier Publishing Co. Págs. 396-400, 1964.

Blood D. C. y Henderson J. A. Veterinary Medicine.

3a ed. Baltimore, Maryland: The Williams Wilkins Company, 1968.

Bosworth T. J. “Persistence of Brucella on the aborted fetus and its membranes”. Universidad de Cam- bridge, Instituto de Patología Animal: Report of the Director. 4~65-71, 1934.

Brackman P. S. “Anthrax”. En Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan. Escuela de Salud Pública. págs. 216-227, 1964.-

Bridges D. H. “Fungous diseases”. En Diseases trans- mitted from animals to man. 5a ed. Springfield, Illinois: Charles C. Thomas. Págs. 453-507, 1963. Brown J. R. y McLean D. M. ‘Water-borne diseases, an historical review”. Med Serv J Canada. Págs.

101 l-1026, 1967.

Bruner D. W. y Gillespie J. H. Hagan? infectious diseases of domestic animals. 5a ed. Nueva York: Cornell University Press, 1966.

Bulloch W. The history of bacteriology. Londres, Nueva York, Toronto: Oxford University Press,

1938.

Burks J. W. y Jung R. C. “A new type of water dermatitis in Louisiana”. Southern Med J

53:716-719,196O.

Cameron T. W. M. “Helminths of animals transmissible to man”. En Progress of Medical Science, Patholo- gy and Bacteriology. Amer J Med Sci

130/354-157/381, 1962.

Chadwick J. y Mann W. N. The medical work of Hippocrates. A new translation from the original Greek made especially for English readers. Oxford: Blackwell Scientific Publicati&, 1950.

Chang S. L. “Waterborne vira1 infections and their prevention”. Bull WHO 38:401-414, 1968. Chang S. L., Buckingham M. y Taylor M. P. “Studies

on L. icterohaemorrhagiae IV. Survival in water and sewage. Destruction in water by halogen compoundi, synthetic detergents and- heat”: J

InfectDis 82:256-266.1948.

Christiansen M. J. “Graemarksinfektion og kvaegtuber- kulose”. Maadskrift for Dyrlaeger 54:241-305,

1943.

Clarke N. A. y Chang S. L. “Enteric viruses in water”.

J Amer Water Works Ass 51:1299-L317, 1959. Decker W. M. y Steele J. H. “Health aspects and vector

control associated with animal wastes”. Proceed- ings, National Symposium on Animal Waste Management. Universidad del Estado de Michigan, East Lansing, Michigan. Págs. 18-20, 1966. - Diesch S. L. v McCulloch W. F. “Isolation of

pathogenic leptospires from waters used for recrea- tion”. Public Health Rep 81:299-304, 1966. Diesch S. L., McCulloch W. F., Braun J. L. y Crawford

R. P. Jr. “Environmental studies on the survival of leptospirosis in a farm creek following a human

(14)

Diesch . ENFERMEDADES POR ORGANISMOS HIDRICOS 327

leptospirosis outbreak in Iowa”. Proceedings A nnual Conference. Bull Wildlife Dis Ass

5:166-173,196P.

Edwards P. R. y Galton M. M. “Salmonellosis”. En

Advances in Veterinary Science. Nueva York y Londres: Academic Press. Págs. l-63, 1967. Errington P. L. ‘The phenomenon of predation”.

AmerSci51:180-192, 1963.

Faust E. C. “Infections produced by animal parasites”. En Diseases transtnitted florn animals fo man. 5a

ed. Springfield, Illinois: Charles C. Thomas. Págs. 433-452,1963.

Faust E. C., Beaver P. C. y Jung R. C. Animal agents and vectors of human disease, 3a ed. Filadelfia: Lea and Febiger, 1968.

Feldman W. H. “Tuberculosis”. En Diseases fransmif- ted from animals to man. 5a ed. Springfield, Illinois: Charles C. Thomas Publ. Pág. 5-81, 1963. Fox J. P. “Rickettsial diseases other than Q fever as occupational hazards”. En Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de Salud Pública. Págs. 98109, 1964.

Furcolow M. L. “Environmental aspects of histoplas- masis”. Archives of Environmental Health 10:4-10, 1965.

Geldreich E. E. “Origins of microbial pollutions in streams”. En Transmission of viruses by the water route. Nueva York, Londres, Sidney: Interscience Publishers. Págs. 355-361, 1965.

Gibson E. A. “Disposal of farm effhrent”. Agriculture

74(4):183-188, 1967.

Giilespie R. W. H. y Ryno J. “Epidemiology of leptospirosis”. Amer J Public Health 53:950-955,

1963.

Glassman H. N. ‘%Vorld incidence of anthrax in man”. d Gordon M. A., Ajello L., Georg L. K. y Zeidberg L. D. Public Health Rep 73 ~22-24, 1958.

;‘Microsporum gypseum and Histoplasma capsul latum spores in soil and water”. Science 116:208,

z 1952.

Gratzek J. B. “General aspects of vira1 diseases”. En

Veterinary bacteriology and virology, 7a ed. Ames, Iowa: The Iowa State University Press. Págs.

b 582-588,1967.

Green M. “Major groups of animal viruses. En Vira1 and Rickettsial infections of man. 4a ed. Fila- delfia, Toronto: J. B. Lippincott CO. Págs. 11-18, 1965.

Harrell E. R. “The known and the unknown of the occupational mycoses”. En Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de Salud Pública. Págs. 176-178, 1964.

* Harris H. J. Brucellosis (Undulant fever). 2a ed. Nueva York: Paul B. Hoeber Inc., 1950.

Hibbs C. M. y Foltz, V. D. “Bovine salmonellosis associated with contaminanted creek water and human infection”. Vet Med 59:1153-1155, 1964. Hoare C. A. “Reservoir hosts and natural foci of ‘, human protozoal infections”. Acta Trop BuZZ

19:281-317, 1962.

Ignatovich V. F. “The course of inactivation of

Rickettsia burneti in fluid media”. JMicrobiology, Epidemiology, Immunology 30:134-141, 1959. Jacobs L. “Propagation, morphology, and biology of

toxoplasmosis”. Ann NY Atad Sci 64:154-179, 1956.

Jacobs L. “Actual and potential importarme of protozoal and helminth zoonoses as occupational hazards”. En Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de Salud Pública. Págs. 344-349, 1964.

Jacobs L. “Actual and potential importance of protozoal and helminth zoonoses as occupational hazards”. En Occupational diseases acquired from

animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de Salud Pública. Págs. 344-349,

1964.

Jellison W. L., Epler D. C., Kuhns E. y Kohls G. L, ‘Tularemia in man from a domestic rural water supply”. Public Health Rep 1219-1226,195O. Jellison W. L., Kohls G. M. Butler W. 5. y Weaver J. A.

“Epizootic tularemia in the beaver, Castor Canadensis and the contamination of stream water wi t h Pasteurella tularensis “. Amer J Hyg

36:168-182,1942.

Jones T. L. Diseases of Cattle. 2a ed. Santa Barbara, California: Ameritan Veterinary Pubtications, Inc.,

1963.

Joyce G. y Weiser H. H. “Survival of enteroviruses and bacteriophage in farm pond waters”. JAmer Water

WorksAssPágs.491-501,1965.

KaIter S. S. “Enteroviruses in animals other than man”. En Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de .%Iud Pública. Págs. 126-159,

1964.

Karlson A. G. “The genus Erysipelothrix”. En Veteri- nary bacteriology and virology. 7a ed. Ames, Iowa: The Iowa State University Press. Págs. 466-474,1967.

Karlson A. G. “The genus Mycobacterium”. En

Veterinary bacteriology and virology. 7a ed. Ames, Iowa: The Iowa State University Press. Págs. 441-465,1967.

Kraus P. y Weber G. “Untersuchungen über die Haltborheit von Krankheitserregem intrink-und oberflächerwasser”. Zentralblatt für Bakt Parasiten- kunde U Infektions Krankzeiten U Hygiene, Abt 1 Oringinale 171:509-523, 1958.

Maddock E. C. G. “Studies on the survival time of the bovine tubercle bacihus in soil, soiI and dung, in dung and on grass, with experiments on the preliminary treatment of infected organic matter and the cultivation of the organisms”; .J Hyg

33:103-117,1933.

Maddy K. T. “Epidemiology and ecology of deep mycoses of man and animals”. Arch Derm

96:409-417,1967.

Menges R. W. “A review and recent tindings on histoplasmosis in animals”. Ver Med 58:33 l-338, 1963.

(15)

328 BOLETíN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA . Octubre 1970

and virology. 6a ed. Ames, Iowa: The Iowa University Press, 196 1.

Metzler D. F., Titter C. y Culp R. L. “Combined effect of water puritication processes on removal of

Histoplasma capsulatum from water”. Amer J Public Health 46: 157 1-1575, 1965.

McCroan J. E., McKinley T. W., Brin A. y Ramsey C. H. “Five salmonellosis outbreaks related to poultry products”. Public Health Rep 78:1073-1080, 1963. McDaniel H. A. “Comparative chronic neurological

disorders”. En Abstrae@. Midwest Interprofes- sional seminar on diseases common to animals and man. Ames, Iowa: Iowa State University, 1969. Middlebrook, G. “The mycobacteria”. En Bacterial

and mycotic infections of man. 4a ed. Filadelfia, Montreal: J. B. Lippineott Co. Págs. 490-521,

1965.

Morgan, H. R. “The enteric bacteria”. En Bacrerial and mycotic tnfections of man. 4a ed. Filadelfia, Montreal: J. B. Lippincott Co. Págs. 610-648,

1965.

Morse E. V. “Swine erysipelas”. En Diseases transmit- red from animals to man. 5a ed. Springfield, Illinois: Charles C. Thomas. Págs. 186-209, 1963. Mosley J. W. “Epidemiologic aspects of vira1 agents in relation to water borne disease”. Public Health Rep

78:328-330,1963.

National Communicable Disease Center. 1965. Leptos- pirosis. Zoonosis surveillance Rep. 7, 1965. Ogarkov V. 1. “Infectiousness of various objects and

materials contaminated with Brucella. J Microbio1

(Moscow) 4:88, 1962.

Organización Mundial de la Salud. Problemas de higiene del trabajo en la agricultura. Cuarto Infor- me del Comité -Mixto OjT/OMS de Higiene-del Trabajo. Serie de Informes Técnicos 246. 1962. Organización Mundial de la Salud. Problemas actuales

de las investigaciones sobre leptospirosis. Informe de un Grupo de Expertos de la OMS. Serie de Informes Técnicos 380, 1967.

Organización Mundial de la Salud. Zoonosis. Tercer >nforme del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos.

Serie de Informes Técnicos 378,1967.

Parker R. P., Steinhaus E. A., Kohls G. M. y Jellison W. L. Contamination of natural waters and mud

with Pasteurella tularensis and tularemia N? beavers and muskrats in the Northwestern United States.

U.S. Nat. Inst. of Health Bull 193. Public Health Service: 1-61, 1951.

Prier J. E. y Riley R. “Significance of water in natural virus transmission”. En Transmission of viruses by the water route. Nueva York, Londres, Sidnev: Interscience Publishers. Págs. 287-300, 1965. - Quan S. F.. McManus A. G. v von Fintel H. “Infec-

tivity of Tularemia applied to intact skin and in,p,e;Td in drinking water”. Science 123:942-943, Reed R. W. ‘Listera and Erysipelothrix”, En

Bacteria1 and mycotic infections of man. 4a ed. Filadelfia, Montreal: J. B. Lippincott Co. Págs. 757-762,1965.

Roswell H. C. “The effect of stomach contents and the soil on the viability of Erysipelothtix rhus- piopathiae”. J Amer Vet Med Ass 132:357-361,

Ryu E. y Liu C. K. “The viability of leptospires in the summer paddy water”. Jap J Microbio1 10:5i-57, 1966.

Schaal E. “Enzootic salmonellosis in a herd of cattle caused by infected brook water”. Deutsch Tierarztliche, Wochenschrift 701267-268, 1963. Shaughnessy H. J. “Tularemia”. En Hull T. G. ed.

Diseases transmitted from animals to man. 5a ed. Springfield, Illinois: Charles C. Thomas: Págs. 588-604, 1963.

Silverman P. H. y Griftiths R. B. “A review of methods of sewage disposal in Great Britain with special referente to the epizootiology of Cysti- ce9yy bovin”. Ann Trop Med Parasit 49:436450,

Sinha S. K., Fleming L. W. y Scholes S. “Current considerations in public health of the role of animals in relation to human vira1 diseases”. J Amer Vet Med Ass 136:481-485, 1960.

Steele J. H. “Occupational health in agriculture”. Arch Environ Health 17:267-285, 1968.

Stein C. D. “Anthrax”. En Keeping livestock healthy.

Yearbook of Agriculture. USDA. Págs. 250-262, 1942.

Sterne M. y Van Heyningen W. E. “The Clostridia”. En Dubos, R. J. y Hirsch, J. G. eds. Bacteria1 and Mycotic infections of man. 4a ed. Filadelfia, Montreal: J. B. Lippincott Co. Págs. 545-572,

1965.

Stoenner H. G. “Occupational hazards of Q fever”. En Magnuson H. J. ed. Occupational diseases acquired from animals. Ann Arbor, Michigan: Universidad de Michigan, Escuela de Salud Pública. Págs. 36-52, 1964.

Tigertt W. D., Benenson A. S. y Gochenour W. S. “Airborne Q fever”. Bacteriology Reviews

25:285-293, 1961.

U.S. Department of Agriculture. Agriculture Research Service. Losses in Agriculture. Agricultura1 Hand- book No. 291, 1965.

U.S. Department of Agriculture. Livestock Slaughter Inspection Division Rep., 1968.

U.S. Department of Agriculture. Statisticul Report,

1968.

U.S. Department of Agriculture. “Cattle on feed”.

Statistical Report, 1969.

U.S. Outdoor Recreation Resources Review Commis- sion. Outdoor recreation for America, a report to the President and to the Congress. Washington, D.C., 1962. I

Van Der Hoeden J. “Brucellosis”. En Van Der Hoeden J. ed. Zoonoses. Amsterdam, Londres. Nueva York: Elsevier Publishing Co. Págs. 95-132.

Welsh H. H. et al. “Q fever studies XXI. The recovery of Coxiella burnetii from soil and surface waters of premises harboring infected sheep”. Amer J Hyg

70:14-20, 1959.

Wilson J. B. y Russell K. E. “Isolation of Bacillus anthracis from soil stored for 60 years”. J Bact

87:237, 1964.

Young L. S., et al. “Tularemia epidemic: Vermont, 1968. Forty seven cases linked to contact with muskrats”. New England J Med 280:1253-1260,

Referências

Documentos relacionados

Para la primera categoría de variables asociadas al cultivo, se identificó que las prácticas de manejo de plagas, enfermedades y arvenses (-0.7599, P < 0.0001) y

fatos relacionados ou não à realidade evolutiva do indivíduo. A capacidade intelectual para desenvolver o conhecimento adquirido e para discernir e estudar por meio

no se limita a los que emigran a tierras más prósperas, pues se ve que acompaña al mejoramiento de la vida en los hijos de los naturales, tanto de este país como de otros,

Según ThÓmpson, tanto en el hombre como en el mono, pueden encontrarse parásitos de las cuatro clases de protozoos: rizópodos, mastigóforos, esporozoos y

Asimismo, las células procedentes de animales o seres humanos que padex- can enfermedades de origen desconocido y las células animales susceptibles de contener “virus lentos”

El creciente reconocimiento de la impor- tancia que, como problema de salud pública, tienen las enfermedades trasmitidas por los animales al hombre, hace

El mantenimiento de servicios para la lucha contra las enfermedades trasmisibles y la vigilancia del agua, la leche, los ali- mentos y las inmundicias, puede

riesgo y la vulnerabilidad de los usuarios de crack para las enfermedades de transmisión sexual.. Descriptores: Cocaína Crack; Consumidores de Drogas; Enfermedades de