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El Problema de los Métodos de Investigación

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El Problema de los Métodos de Investigación

Roberto Estrada Olguín

Departamento de Humanidades Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México. estradaa6@hotmail.com

Resumen: Partir de la abstracción del proceso de investigación y de las técnicas de investigación independientemente de las características particulares de los diversos “objetos” de estudio y luego aplicar el proceso general a las materias particulares, garantiza que presuponemos su naturaleza sin estar ciertos de que dicha presuposición sea adecuada al objeto. Por el contrario, iniciar con la naturaleza de la materia particular de nuestro interés garantizaría la búsqueda del proceso de investigación particular a nuestro objeto y estaríamos en mejores posibilidades de tratar dicho objeto de acuerdo con su naturaleza. Exponemos, en primer lugar, la preocupación por el método y algunas de las razones de esta preocupación. Inmediatamente después, explicamos la distinción entre ciencias naturales y ciencias del espíritu y, finalmente, intentamos aclarar los diferentes niveles sobre los cuales se puede hablar del método.

Palabras clave: Métodos; ciencia; investigación; filosofía.

The Problem of Research Methods

Abstract:Starting from the abstraction of the research process and research techniques independently of the particular characteristics of the various "objects" of study and then applying the general process to the particular subjects, guarantees that we presuppose their nature without being certain that said presupposition be appropriate to the object. On the contrary, to start with the nature of the particular matter of our interest would guarantee the search of the research process particular to our object and we would be in better possibilities to treat said object according to its nature. We expose, in the first place, the concern for the method and some of the reasons for this concern. Immediately afterwards, we explain the distinction between natural sciences and the sciences of the spirit and, finally, we try to clarify the different levels on which we can talk about the method. Keywords: Methods; science; investigation; philosophy.

Introducción

Hoy en día, en “la época de la investigación”, hablar de métodos de investigación no sólo es familiar y frecuente sino una cuestión peligrosamente grave. Es mucho más fácil constatar la familiaridad y la frecuencia con las cuales se habla de métodos de investigación que percatarse de la importancia y relevancia de esta familiaridad y frecuencia. La abundancia de libros, manuales y panfletos cuyo tema sea los métodos de investigación no garantiza la precisión y calidad con las cuales sean expuestos, ni mucho menos garantiza la buena aplicación de los mismos. La superficialidad y confusión con las que muy frecuentemente se habla sobre este asunto, es muestra de la falta de cuidado y seriedad que puede ser la causa de esa abundancia de textos referentes al mismo tema.

La confusión y poca profundidad con las cuales frecuentemente se habla sobre métodos de investigación no es el aspecto más grave y peligroso de la situación presente –podemos decir que esto sólo es una consecuencia de la verdadera situación grave y peligrosa-, sino la actitud y práctica que se adopta frente a los métodos mismos. La poca seriedad y el excesivo descuido, a la hora de decidir quién es el

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profesional más adecuado para “enseñar” métodos de investigación, puede indicarnos lo más grave y peligroso de esta situación.

El sistema educativo moderno necesariamente tiende a la especialización cada vez más acentuada, esta especialización tiene como una de tantas consecuencias el producir la separación o desvinculación de las áreas de conocimiento. Señalemos que para que se lleve a cabo una separación o desvinculación, es necesario que previamente esté dada una vinculación o unión, de la cual posteriormente pueden analizarse sus elementos. Así, los fenómenos humanos corren el peligro de ser abordados de la misma manera que los fenómenos no humanos. Con esta división y subdivisión existe no solo el peligro de que, por ejemplo, los fenómenos específicamente “biológicos” se pretenda reducirlos a fenómenos exclusivamente “físicos”, sino también –lo que es más grave- que los fenómenos específicamente humanos se pretenda tratarlos como fenómenos exclusivamente animales o meramente manifestaciones “físicas”.

Esta desvinculación o separación de las áreas de conocimiento provoca que se “coloquen” los “objetos” de estudio fuera de su naturaleza, pues, al aislarlos del ámbito general del cual forman parte los sacamos de su lugar original y los captamos como naturalmente independientes y no como compartiendo la naturaleza del ámbito general al que pertenecen, es decir, considerarlos como estando constituidos de elementos de naturaleza totalmente diferente a la que les corresponde. Este “poner” los “objetos” de estudio fuera de su ámbito original es consecuencia del rompimiento de sus vínculos originarios. El tratar los “objetos” de estudio “puestos” fuera de su naturaleza tiene como resultado el concebirlos como lo que no son, el pensarlos como lo que no pueden ser y el conducirnos, frente a dichos “objetos”, esperando que se comporten como no se pueden comportar.

Parece que esta especialización ha afectado sensiblemente al comportamiento humano en general y, particularmente, al comportamiento que solemos llamar “investigación”. La “investigación” es una acción, un comportamiento del hombre que no puede explicarse de la manera que se explica el proceso de respiración o de digestión, pues estos procesos son procesos “animales”, pero la actividad de investigar no es un procedimiento animal, sino un comportamiento específicamente humano.

Lo que llamamos “investigación” es un comportamiento mediante al cual obtenemos el conocimiento de alguna cosa y cuando pretendemos mostrar cómo se lleva a cabo el conocimiento de algo, frecuentemente, olvidamos este cómo y únicamente le prestamos atención al qué. Pretendemos mostrar en qué consiste investigar señalando los elementos que debe incluir, sin percatarnos de que así únicamente hemos inferido dichos elementos pero no hemos mostrado cómo se llevan a cabo. Por ejemplo, señalamos que el proceso de investigación debe describir una situación problemática y a partir de ella hacer “el planteamiento de un problema”, sin mostrar cómo se hace dicho planteamiento del problema. Mostrar en qué consiste investigar es, por tanto, “un conocer cómo” y no “un conocer qué”1.

Por otra parte, dicha pérdida de los nexos o desvinculación se lleva a cabo, muy frecuentemente, mediante un proceso de abstracción. Por ejemplo, el propio tema que nos ocupa puede ser la mejor muestra de esto, las “técnicas” de investigación y el “proceso” de investigación se han abstraído de las

1 Pero, mostrar “cómo” se lleva a cabo la actividad de investigación depende siempre de gran cantidad de elementos

particulares; por ejemplo, todos los aspectos relativos a la persona del individuo que desea investigar tales como capacidad, habilidades, formación, hábitos, deseos, punto de vista, valores, etc., más los relativos al tema por investigar tales como conocimiento que posee el individuo sobre el tema, desarrollo de la disciplina o área a la cual pertenece el tema, métodos existentes y potenciales del tema, etc. Todos estos elementos influyen de manera determinante, por ejemplo, en el planteamiento del problema, en la formulación de hipótesis, en los métodos por utilizar y, por tanto, en todos y cada uno de los elementos de una investigación.

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diversas materias y se tratan de comprender como si fueran independientes de las características particulares de las diversas materias donde se lleva a cabo; es decir, se las trata como si tuvieran validez y aplicación universal para toda la diversidad de “objetos” de estudio.

Por lo anterior, podemos decir que el propio sistema educativo nos obliga a separar el proceso de investigación de los diversos “objetos” de estudio. Y que la separación sólo puede llevarse a cabo en “teoría, en el pensamiento;” pero que, en la “práctica”, podemos ceñirnos a los objetos particulares de nuestra especialidad, sin embargo, el problema está en la separación misma y en el propio procedimiento de separación. Para saber cómo tratar un “objeto” de estudio, es necesario primero saber cuál es la naturaleza de dicho objeto, si primero determinamos la forma de tratarlo estaríamos presuponiendo la naturaleza del objeto.

Una vez expuesta esta situación, y tomándola como punto de partida, a continuación pretendemos exponer una perspectiva de la problemática del estudio de los métodos de investigación hasta el día de hoy, que permita aclarar algunas confusiones existentes en esta área y que circulan en muchos de los libros de texto que tienen por objetivo “enseñar” a investigar. Para lo cual, en primer lugar, describimos el origen del problema del método apoyados en la filosofía cartesiana; en segundo lugar, describimos la disputa del siglo XIX sobre los métodos de las ciencias naturales y de las ciencias del espíritu; y, finalmente, concluimos con relacionar los diversos métodos específicos y concretos de las disciplinas particulares.

1 El origen del problema del método

La filosofía y la ciencia del siglo XVII tuvieron como preocupación fundamental la cuestión sobre ¿cuál es el método correcto para alcanzar el conocimiento? Los dos pensadores que representan mejor esa preocupación son Francis Bacon con su obra Novum organum y Renato Descartes con su Discurso del método. Ambos pensadores consideran necesario llevar a cabo primeramente una especie de destrucción de los “obstáculos” que impiden la aplicación del método para obtener conocimiento. En el Discurso del Método vemos claramente cómo se trata de derrocar a la autoridad, con una noción que Descartes heredó de la antigüedad2. El Discurso inicia señalando que “le bon sens ou la raison est

naturellement égale dans tous les hommes”, lo cual tiene la intención de poner énfasis en que el error y la falsedad no se producen por ser unos hombres más razonables que otros, es decir, porque algunos individuos poseen la revelación de la verdad y otros no; sino por el hecho de que conducen la razón por caminos (métodos) diferentes. De ese modo, pues, la tarea que pretende Descartes es:

“ ...y así, me liberaré poco a poco de muchos errores que pueden ofuscar nuestra lumiére naturelle y hacernos menos capaces de escuchar a la razón. Pero, después que he empleado algunos años a estudiar en el libro del mundo y tratar de adquirir alguna experiencia, he tomado, un día, la resolución

2 “Con el Renacimiento -escribe Dilthey- renacen los epicúreos, los estoicos, los panteístas embriagados de naturaleza, los

escépticos y los ateos. Y, por primera vez, aparecen entre los jóvenes pueblos romano-germánicos, a la luz del día y con la visera levantada, todos los matices del temple vital y de la fe”. (Dilthey 1978, p., 27). Además, puede verse la detallada y amplia descripción de la diferencias entre la concepción de la Edad Media, la del Renacimiento y de la Modernidad, descritas por Turró en su libro ya citado (1985). En esta obra, el autor distingue la concepción aristotélica de la Edad Media (como una explicación biológico-teleológica del mundo, dado el papel que juegan los fines) de la concepción del Renacimiento, la cual es una explicación animista (el macro y microcosmos como organismos) y de la concepción matemática de la naturaleza de la modernidad.

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de estudiar también en mí mismo y de emplear todas las fuerzas de mi espíritu para elegir los caminos que debía seguir...” (Descartes, 1960, p., 23).

Esa “lumiere naturelle” o “bon sens” o “raison”, es la “naturae lumen” o “ratio naturalis” de los estoicos. Aquí no se trata de responder al escéptico, sino de derrocar una autoridad y de establecer que la verdad del conocimiento no está en el “libro del mundo”, sino en mí mismo. Además, Descartes ha puesto de manifiesto que, el verdadero problema del conocimiento es el problema del método: “Car ce n’est pas assez d’avoir l’esprit bon, mais le principal est de l’appliquer bien” (Descartes, 1960, p., 18).

En su carta dirigida a Mersenne, fechada en marzo de 1637, Descartes señala que no escribió un Tratado del método sino un Discurso del método, con la finalidad de hacer notar que su objetivo no es “enseñar” un método sino sólo hablar sobre él3. No tenemos razones suficientes para poner en duda que Descartes

es sincero cuando dice que su objetivo no es “enseñar” un método. En efecto, lo primero no es “enseñar” un método, sino antes es menester mostrar que es necesario un método y, por tanto, la tarea primera es encontrar ese método.

Por tanto, en Descartes la “necesidad” de un método seguro y certero es el primer conocimiento que se adquiere y no el cogito ergo sum; método que se busca en uno mismo, después de intentar encontrarlo en el mundo y fracasar en ese intento y convencerse de que por esa vía se fracasará. Ahora bien, ese método se identifica con la mathesis universalis. Esta es el propio orden y medida que constituye la naturaleza de la razón humana; de este modo, la racionalidad se relaciona estrechamente con la idea del método y con la perspectiva de la justificación del conocimiento.

Ahora bien, lo relevante de todo esto es que el espíritu necesita dirección, necesita conducirse por la senda correcta, necesita método -sea algorítmico o no- y lo necesita porque la distinción entre lo verdadero y lo falso, no depende de que unos hombres sean más razonables que otros, sino de conducir por caminos diferentes el bon sens, que es por naturaleza igual en todo los hombres. Esta “democracia” de la razón es el presupuesto de la necesidad de un método.

Por otra parte, la duda cartesiana está motivada por la necesidad de asegurarse con certeza de la verdad del conocimiento. Puesto que para Descartes el conocimiento consiste en estar en condiciones de demostrar que se conoce; esto es, decir que alguien conoce significa no sólo que éste llegue a tener creencias verdaderas sino que se necesita también poder proporcionar el fundamento de dichas creencias. De tal manera que el primer paso de ese método es encontrar un punto arquimedeano que nos permita levantar el mundo.

Es claro, pues, que a pesar de la posibilidad de llegar a adquirir alguna verdad, por azar o por casualidad, eso no basta para poder decir que se conoce, porque quien así ha llegado a tener alguna verdad no puede proporcionar el fundamento de ella, ni podrá estar seguro y cierto de que está ante una verdad4.

El método para Descartes no sólo es la ciencia general del orden y la medida, sino también es la única forma de acceder a la quaestio juris, la cual es la cuestión que interesa al cartesiano, puesto que la quaestio facti no es suficiente para la obtención del conocimiento verdadero. Así, el método o la

3 Citado por Jacob Klein, 1968, p., 283, nota número 278. Esto se complementa perfectamente con lo que Descartes dice al

principio de la primera parte del Discurso: “Ainsi mon dessein n’est pas d’enseigner ici la méthode que chacun doit suivre pour bien conduire sa raison, mais seulement de faire voir en quelle sorte j’ai tâché de conduire la mienne” (Descartes, 1960, p., 19).

4 “The Cartesian is not concerned merely with how we actually happen to arrive at the beliefs we hold. This factual question -the

quaestio facti- is irrelevant, since it might be the case that we believe certain things by virtue of our genetic coding or through

some other causal chain totally extraneous to the truth of the belief. What is of interest to common sense and the Cartesian alike is not the story of how we have come to hold our beliefs, but what justifies us in holding those beliefs -the quaestio juris (Guignon, 1983, p., 33).

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mathesis universalis se muestra como condición, como el presupuesto de la comprensión del conocimiento como la justificación de nuestras creencias5.

2. La disputa del método entre ciencias naturales y ciencias del espíritu.

Cuando desde el ámbito académico hablamos, de manera general y cotidiana, sobre problemas epistemológicos acostumbramos asumir la existencia de una distinción entre dos grandes campos de la actividad científica. Solemos distinguir entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Pero cuando intentamos discutir esa distinción un poco más seriamente, nos topamos con problemas teóricos y, por lo tanto, prácticos, cuya solución requiere un conocimiento más amplio y profundo de la distinción establecida. Problemas tales como ¿existe realmente una distinción entre ciencias naturales y sociales? Y, en caso de que exista ¿es una diferencia de método o del objeto de estudio? ¿Es ella una diferencia esencial o de grado? La respuesta para estas interrogantes no es fácil. Sin embargo, las respuestas que nos han proporcionado diversos filósofos y científicos a lo largo de la historia son muy diversas y con múltiples argumentos6.

Cabe señalar de manera general que durante el siglo XIX esa distinción fue el motivo de una disputa entre filósofos, científicos, economistas e historiadores sobre los métodos que deberían adoptar las ciencias sociales. Al parecer fue Johann Gustav Droysen (1808-1884) quien en su obra Grundriss der Historik (Fundamentos de la Historia) introdujo en esta disputa la distinción entre Naturwissenschaften (ciencias naturales) y Geisteswissenschaften (ciencias del espíritu). Droysen formaba parte de una tradición que provenía de la hermenéutica teológica de Schleiermacher y de August Boeck (1785-1867). En 1883 se reedita el libro La economía política desde el punto de vista histórico de Karl v. Knies y aparecen los libros Consideraciones sobre los métodos de las ciencias sociales de Carl Menger (1840-1921) e Introducción a las ciencias del espíritu de Wilhelm Dilthey. De manera que, a finales del siglo XIX y principios del XX la disputa de los métodos de las ciencias sociales y las ciencias naturales libra lo que quizás fue su mejor batalla.

Esta batalla tuvo como principales contendientes, por un lado, la corriente que por las mismas fechas se gestó en Viena, la corriente filosófica que tuvo su consumación con la creación del Círculo de Viena; y, por otro lado, la postura de Dilthey sobre la dualidad de métodos entre ciencias naturales y ciencias el espíritu, El positivismo del Circulo de Viena antes de aceptar una dualidad de métodos prefería declarar la inexistencia de las ciencias sociales tal y como la entendían los historiadores, filósofos y algunos economistas.

Por un lado, la tesis del dualismo de métodos afirma que es importante notar que una de las consecuencias fundamentales de la distinción entre Naturwissenschaften, ciencias naturales, y Geistewissenschaften, ciencias del espíritu, fue la distinción entre “explicar” (Erklären) y “comprender”

5 El “libro del mundo” de la escolástica deja de ser el portador de la verdad, la cual era revelada a los espíritus elevados, para

poder “leer” las verdades ocultas en ese “libro”. El mundo, en Descartes, es puesto en duda preliminarmente y se busca el fundamento no en el “libro del mundo”, sino en él mismo, en la “conciencia”, en el yo, en el cogito. El sujeto viene a establecerse como el fundamento, como lo único seguro clara y distintamente Descartes tomó la resolución de estudiar en sí mismo, para encontrar el fundamento último de nuestro conocimiento. Pone así al “yo” como la base, el fundamento último de todo conocimiento. Así es como el conocimiento pasa a ser comprendido como fenómeno de la conciencia. Esto es, sólo es conocimiento aquello que está en la conciencia.

6 Cfr. Por ejemplo, la gran obra de Mill. La lógica de las ciencias morares, y las diversas exposiciones que hace Dilthey sobre la

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(Verstehen). La explicación, por su parte, consistía en reducir el devenir de los objetos “externos” (los fenómenos naturales) a leyes universales que permitieran subsumir lo particular en lo universal. El comprender, por otra parte, significaba captar lo “interno” individual (los fenómenos espirituales que son internos) en su idiosincrasia singular como parte de la historia y el devenir. De modo tal que a las ciencias naturales se atribuía la tarea de explicar, mientras que a las ciencias sociales se encargaba la tarea de comprender.

Esta distinción entre explicar y comprender, a su vez, tiene como consecuencia la entrada, al ámbito epistemológico, de la hermenéutica o el arte de interpretar para comprender, por una parte; y la entrada del método por hipótesis de las ciencias naturales. Es decir, con esa distinción se estipuló a la hermenéutica como el método de las ciencias sociales en oposición al método hipotético de las ciencias naturales. Diferencia de métodos determinada por la diferencia de los “objetos” de cada una de las áreas de conocimiento.

Por otro lado, los defensores del positivismo del Círculo de Viena, que rechazaron el dualismo de métodos arribaron en el siglo XIX a la filosofía de las ciencias empíricas por un “retorno a Hume”, retorno que se produjo después de una crítica de la filosofía de Kant llevada a cabo por renombrados filósofos y científicos al final de dicho siglo. Quizá el más influyente sea Ernst Mach, que se preocupó por criticar la distinción entre “cosa en si” y “fenómeno” kantiana. La influencia del Mach sobre los principales miembros del Círculo de Viena no siempre se ha puesto de relieve de manera suficiente. Henri Poincaré se ocupó de llevar a cabo la crítica de la distinción entre “juicios analíticos” y “juicios sintéticos”. Este aspecto de la filosofía kantiana y que se atribuye también al empirismo ha sido igualmente criticada por Quine en su célebre artículo: “Dos dogmas del empirismo” (Quine, 1962, p., 49-81.). Por último, Helmohtz y Schlick criticaron la noción de “intuición” kantiana7.

Esas críticas de las nociones kantianas y su consecuente retorno a Hume, no evitaron sino, por el contrario, provocaron que el empirismo del siglo XX se viera rodeado de un ambiente de escepticismo. Escepticismo que con la ayuda del convencionalismo de Poincaré, Schlick y Duhem, se tradujo en relativismo. Este es el ambiente en el cual este empirismo reflexionó sobre la noción de “método”. Pero la herencia cartesiana según la cual es necesario encontrar una justificación del conocimiento implícitamente determinó la “actitud” y “respuesta” que se tomó ante ese escepticismo.

Así, pues, el empirismo moderno parte de estos dos supuestos:

7 Según Alberto Coffa la contribución más importante de Helmholtz con relación a la epistemología fue el haber demostrado

que el espacio de la geometría no posee ninguna necesidad (ni de la intuición, ni del entendimiento), sino que la geometría tiene una base empírica en alguna medida. En efecto, Kant distinguió entre una necesidad de la intuición (Anschauungsnothwendigkeit) y una necesidad del entendimiento (Denknothwendigkeit), y el espacio es, según Kant, una intuición y una condición necesaria –es decir, a priori- de posibilidad de la experiencia. De suerte que para Kant la geometría como ciencia del espacio no puede tener un fundamento empírico. (Coffa, 1991, capítulo 3).

Por su parte, Schlick (1882-1936) quien, en su famoso libro General Theory of Knowledge (1918) muestra una constante discusión con las ideas kantianas de intuición, cosas en sí mismas, categorías, etcétera. Citemos un párrafo de dicho libro en el cual se resumen las ideas de Helmholtz: “Nuestro descubrimiento es -dice Schlick-, entonces, que la geometría -no sólo como una ciencia conceptual pura sino también como la ciencia del espacio- no procede de proposiciones sintéticas a priori. Por el contrario, procede de convenciones, esto es, de definiciones implícitas. En la medida en que se mueve dentro de esas definiciones y de los teoremas que pueden deducirse rigurosamente de ellas, es puramente analítica en carácter y, por tanto, posee validez absoluta. Pero las proposiciones sobre las relaciones espaciales de la realidad no pertenecen a esta geometría pura; más bien ellas forman parte de su aplicación al material empírico. Son juicios sobre el comportamiento de las varas de medición y sobre el lugar (locations) de cuerpos. Como tales ellos son sintéticos en carácter pero a posteriori; sólo la experiencia puede determinar su validez”.

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1) la búsqueda de un fundamento del conocimiento mediante la determinación de un método, heredado de Descartes; y, 2) la necesidad de dar satisfacción al escéptico. Presupuestos que se necesitan y se implican recíprocamente. La manera de abordar “el fenómeno de la verdad” depende de la actitud y la respuesta que se tome respecto al escepticismo y, por tanto, de la actitud y la respuesta ante todo relativismo. Pero antes de explicar esta afirmación y con la pretensión de dirigirnos hacia esa finalidad, debemos precisar lo que se entiende por “escepticismo”.

Hay muchas maneras de exponer lo que se comprende por escepticismo, pero puesto que nuestro tema es la verdad –y la objetividad- lo precisaremos bajo este tema. De tal manera que, el problema suele exponerse en su integridad abarcando tres formulaciones de distinta rigidez: 1) que la verdad no existe; 2) que si existe no es captable por el ser humano; y, 3) que si existe y es captable por el ser humano, es imposible comunicarla a los demás8.

La actitud y la respuesta ante el escepticismo así formulado, y de las cuales surgen todas las “teorías de la verdad”, suelen pretender refutarlo por vía de encontrar un método que deje establecido, de una vez por todas, aquello que justifique el conocimiento. Esta actitud y respuesta al escepticismo parte de plantear el problema de una manera determinada9, la cual ya ha decidido implícitamente lo fundamental

y la direccionalidad ante el fenómeno de la verdad.

3 El problema de los métodos de investigación

Ahora, a partir de la necesaria búsqueda de algún método –o de algunos métodos-, de la general finalidad del conocimiento y de la diferencia entre los métodos de las ciencias sociales y las ciencias naturales, podemos continuar exponiendo, en un nivel inferior de generalidad y, por tanto, más concretamente, los principios de uso de gran variedad de métodos existentes. Claro que no pretendemos mostrar de manera exhaustiva y detallada la gran cantidad de métodos existentes hasta el día de hoy ni mucho menos los que se vislumbran en el futuro. Sólo pretendemos señalar algunos malentendidos y proporcionar una indicación sobre cuál es la situación presente en la cual se encuentra la cuestión del método.

En primer lugar, pensamos que es necesario señalar la distinción entre método de investigación y método de exposición. Pues a pesar de que esta distinción ha sido señalada por varios pensadores, por ejemplo Galileo en su obra Diálogo sobre los dos sistemas máximos del mundo y Karl Marx en uno de los prólogos del Capital, no siempre es tomada en cuenta por los investigadores que se ocupan de la epistemología; y no se percatan de que al juzgar el procedimiento de un científico juzgan su método de exposición y no su método de investigación. Quizá esta situación se deba a que del positivismo del Círculo de Viena toma como unidad de análisis las expresiones lingüísticas.

Esta distinción podemos expresarla diciendo que, primero, un científico o investigador indaga la solución del problema que pretende resolver, una vez que piensa que ha llegado a una solución satisfactoria del

8 Platón ya planteo el problema de manera similar en el libro X de las Leyes, pero con respecto a los dioses aquí se expone la

crítica a las teorías siguientes: a) los dioses no existen, b) si existen no tienen poder sobre los asuntos humanos y c) si existen y algo influyen en los asuntos humanos fácilmente se los complace con oraciones. Para demostrar que a) es falsa se plantea que la cuestión depende de qué aceptar como principio, es decir, de si el cuerpo en anterior al alma o viceversa. Y se parte de analizar qué es el movimiento e indagar sus condiciones de posibilidad.

9 Los elementos que dan esta determinación son los ya expuestos como herencia cartesiana de encontrar aquello que

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problema, entonces elige la mejor manera de explicar a los demás la solución que ha encontrado para el problema que se propuso. Frecuentemente, el investigador no relata en su “reporte” las “desviaciones” y dificultades que se le presentaron, pues su preocupación fundamental, en ese momento, es explicar la solución que ha encontrado. Por lo tanto, la forma que ha elegido de “exponer” dicha solución no es la forma por la cual “encontró” la solución. Así, el método de exposición es diferente del método de investigación.

En segundo lugar, también es frecuente la confusión sobre la “inducción”, la “deducción”, la “síntesis” y el “análisis”, entre otras “operaciones”. Por ejemplo, generalmente se afirma que la inducción es un método particular de las ciencias naturales y que la deducción lo es de las ciencias formales (matemática y lógica). Sin embargo, es evidente que ambos procedimientos son perfectamente utilizados en el conocimiento de lo social. Probablemente su uso en la naturaleza podrá ser mucho más sencillo que su uso en los fenómenos sociales o espirituales.

Pues si comprendemos la inducción como el registro de todos los datos disponibles de un problema, su clasificación bajo el criterio de la ausencia o presencia de una característica, muy probablemente los fenómenos naturales pueden ser más susceptibles de manejar -para quitar o poner- la característica en cuestión, o los fenómenos naturales mismos tienen o no tienen la característica. Pero no tan fácil quitar o poner característica a los fenómenos sociales y/o espirituales, por ejemplo, quitar a un grupo su idiosincrasia o a un líder aquello que lo hace líder, o poner a un grupo el interés por las lenguas o a un individuo la característica para ser líder.

Así, pues, la inducción, la deducción, la síntesis y el análisis son procedimientos generales, es decir, aplicables y aplicados en todas las ciencias, no son privativos de unas. Por eso, quizá, sea conveniente llamarlos de manera diferente y no usar la palabra “método” para designarlos. “Operaciones cognitivas generales” puede ser una alternativa10. Pero no pretendemos aquí acuñar términos, únicamente

señalamos la problemática. Este señalamiento nos obliga, por tanto, a designar con la palabra “método” aspectos diferentes de los mencionados en este párrafo. Sin embargo, otra alternativa puede ser hablar de “métodos generales” usados en todas las ciencias y métodos particulares de cada disciplina.

Entonces, la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales fundamenta los métodos que antes hemos llamado hipotético para las primeras, y hermenéutico o interpretativo, para las segundas, el cual está determinado por la finalidad de cada una de estas amplias áreas de conocimiento (este aspecto de la especialización y la metodología ha sido analizada por Jon Gerring (2001) con la finalidad de regresar a la unidad de las ciencias sociales). Pero este nivel intermedio –entre “salvar los fenómenos” y los procedimientos particulares de las disciplinas específicas- debe proseguir el descenso hasta el nivel más bajo posible. Así, llegamos a los diversos “métodos” a los cuales han recurrido, recurren y recurrirán los pensadores y científicos de las diversas disciplinas.

Por ejemplo, cuando se habla de método de “oxidación” o de aceleración de partículas mediante un ciclotrón, es muy probable que se trate de procedimientos usados exclusivamente en química y física; o cuando se habla de “observación participante”, entrevista o encuesta, también se trata de procedimientos usados exclusivamente en ciencias sociales. Pero en este nivel la distinción entre “método” y “técnica” de investigación ya no es tan clara. Esta distinción aún es suficientemente diáfana

10 Dilthey (1978, p. 302) al respecto señala lo siguiente: “Ya se trate de hechos físicos o psíquicos, ya se presenten en la

experiencia externa o interna, son enlazados por los mismos actos mentales y por los mismos procesos lógicos. Comparar, luego distinguir; igualar y determinar el grado de la diferencia, unir, separar, juzgar, concluir operan de igual modo en las ciencias de la naturaleza y en las del espíritu para producir conocimiento de las relaciones entre los hechos. Y en este pensamiento discursivo se emplean en un caso como en otro silogismos, conclusiones de analogía e inducciones”.

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en un nivel anterior. En este nivel anterior podemos ubicar métodos cómo el “histórico”, que consiste en aplicar la historia para explicar el fenómeno estudiado. El método histórico fue utilizado, por ejemplo, por Darwin para investigar las regularidades de la evolución de las especies, por Marx para investigar la evolución de la sociedad y por Freud para investigar el desarrollo de la estructura psíquica del individuo. De la misma manera podemos encontrar otros “métodos” que, como el “histórico”, sea posible aplicarlos en cualquier área de conocimiento. El método “comparativo” (método que ha sido retomado por David Collier para los estudios en ciencia política, Cfr., David Collier, 1993) –en el cual podemos incluir los tipos ideales de Weber-, el método “sistémico” –en el cual podemos incluir la lingüística estructuralista- y el método “geográfico” –donde podemos incluir la geografía económica, la geografía política lingüística geográfica-, entre muchos otros. Esta clase de “métodos” son aplicables en cualquier disciplina o área de conocimiento.

Entonces, como hemos visto, hablamos de “método” en diversos niveles y, por tanto, con distintas significaciones; por lo cual es necesario, para evitar confusiones, no ignorar todos los diversos niveles en que es posible hablar sobre métodos de investigación (recordemos de pasada que Gary Goertz, 2006, ha desarrollado una metodología integral de construcción de conceptos que se relaciona estrechamente con la claridad de los conceptos en ciencias sociales). La ignorancia o el soslayo de estos diversos niveles ayudan a la enorme confusión y superficialidad con la que muchos libros de texto sobre metodología tratan la cuestión de los métodos de investigación.

Conclusión

Describimos, en primer lugar, por qué la cuestión del método obtuvo el papel protagónico no sólo en la ciencia sino en toda indagación, concluyendo que es una consecuencia de la revolución del pensamiento que separa una época de otra, es decir, que inicia el pensamiento moderno, así, pretendimos mostrar que la cuestión sobre los métodos de investigación es parte de un proceso más amplio y que, por lo tanto, una comprensión adecuada de este asunto no debe perder de vista ese proceso más amplio del cual la cuestión del método es sólo una parte.

En segundo lugar, describimos un nivel, en el cual se habla de “método”, donde se pretende indicar el carácter teorético o teórico de toda indagación disciplinada. En este nivel se presentó el “método” de “salvar los fenómenos”, o deducción de las causas a partir de los fenómenos. Con la exposición de este nivel incluimos una distinción fundamental –pero no desarrollamos por falta de espacio- cuya ignorancia también provoca mucha confusión: la distinción entre teoría y práctica. De la exposición de este nivel podemos concluir que toda disciplina que pretenda rebasar el ámbito de lo práctico, entonces, pretenderá la búsqueda de “causas” y, por tanto, procederá a su deducción a partir de los fenómenos. En tercer lugar, presentamos un segundo nivel en el cual hablamos de “método”, con la finalidad de introducir la distinción entre ciencias naturales y ciencias del espíritu. Aquí, quizá, la conclusión más importante sea la naturaleza de los objetos que estudia cada una de estas grandes áreas: las primeras tienen un “objeto externo” y las segundas un “objeto interno”. Esta diferencia determina una distinción de los diversos métodos: el hipotético para las primeras y el hermenéutico para las segundas.

Finalmente, indicamos un tercer nivel en el cual hablamos de “método” donde incluimos procedimientos que pueden ser usados en todos las disciplinas y señalamos que en un nivel más bajo comienza a borrarse la línea que distingue “método” de “técnica” de investigación. Pienso que para evitar muchas

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confusiones –por ejemplo, método de exposición y método de investigación o confundir método con operación mental- es necesario tener presentes todos estos niveles.

Referencias

Coffa, Alberto (1991). The semantic tradition: from Kant to Carnap, Cambrige University Press, Cambridge.

Collier, David (1993). Método comparativo, Revista Uruguaya de Ciencia Política, traducción de Virginia

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Referências

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