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La lucha contra las enfermedades transmisibles

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Academic year: 2017

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L

A LUCHA

CONTRA LAS ENFERMEDADES

TRANSMISIBLES

Las alumnas

de una escuela

costarricense

esperan

su turno para recibir la vacuna

antituberculosa BCG

(FONO: OPS/OMS)

La lepra, la enfermedad de Chagas, las treponematosis no vené-

reas, la tuberculosis, la oncocercosis y otras enfermedades transmisibles han afectado

a la población de las Américas desde hace mucho tiempo. Por muchas décadas, la pre-

vención, el control y -en algunos casos- la eliminación de estas enfermedades han

constituido uno de los mayores empeños del programa de cooperación técnica de la Or-

ganización Panamericana de la Salud con los países de la Región.

En los años cuarenta y cincuenta los Cuerpos Directivos de la OPS

reconocieron que la lepra constituía un problema de importancia creciente para la salud

pública de la Región y que era preciso revisar los programas nacionales a la luz de los

nuevos conceptos sobre diagnóstico, tratamiento y prevención de la enfermedad. El

Consejo Directivo en 1979 subrayó la necesidad de recabar fondos extrapresupuestarios

para mejorar el diagnóstico, el control y las investigaciones sobre la lepra.

En la actualidad, la

kpra

sigue siendo endémica en la Región. Sin

embargo, su eliminación de las Américas es factible, y los países así se lo han propuesto

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mediante la vacunación con BCG del segmento susceptible de la población, los progra- mas de detección temprana, el empleo del tratamiento multimedicamentoso y la pre- vención de las complicaciones. Por lo tanto, la Organización ha intensificado sus es- fuerzos con el fin de reducir la prevalencia a menos de 1 caso por 10 000 habitantes.

La tripanosomiasis americana 0

enfimndadde

Chagas, como otras zoonosis, está relacionada con el desarrollo económico y social de la población. Con el fin de reducir el riesgo de esta enfermedad en las zonas rurales, la XII Conferencia Sa- nitaria Panamericana, en 1947, recomendó la construcción de un nuevo tipo de vivienda rural que reuniera condiciones higiénicas mínimas, tomando en cuenta las costumbres y condiciones económicas de las poblaciones.

En opinión de los expertos, la enfermedad de Chagas persistirá mientras las condiciones de las viviendas sean precarias y la migración y la rápida ur- banización sigan caracterizando a la mayor parte de los países de América Latina. Por este motivo, en los últimos años la colaboración técnica de la OPS se ha dirigido hacia la transformación de los estilos de vida, con el propósito de mejorar las condiciones de vida y de salud. La Organización, independientemente o mediante acuerdos con el Banco Mundial y otras instituciones de salud y financieras, ha intensificado los esfuerzos para fortalecer las investigaciones sobre la biología y el control de los triatomíneos y los mo- dos de transmisión de la enfermedad, así como la búsqueda de agentes inmunizantes y alternativas terapéuticas, y la mejora de los métodos de diagnóstico chnico y de la- boratorio. En 1971 el Consejo Directivo hizo hincapié en la factibilidad de eliminar la tripanosomiasis inducida por transfusión de sangre y la eliminación de

Triatuma

infes-

tans

de los países del Cono Sur.

No se conoce con precisión la situación epidemiológica en la Re- gión del grupo de enfermedades denominadas treponematosis no venéreas. No obs- tante, la frambesia (o pian) se ha notificado esporádicamente en la parte septentrional de América del Sur y la pinta está limitada a ciertas zonas del sur de México, Centroa- mérica y Colombia. Después de las campañas de tratamiento masivo con penicilina rea- lizadas en los años cincuenta y sesenta, la prevalencia de esta enfermedad disminuyó considerablemente en esos países. Sm embargo, no se han mantenido las actividades de vigilancia epidemiológica y no se han capacitado suficientes recursos humanos para detectar los focos residuales. Ante esta situación, a principios de los años noventa la Organización se dispuso a conocer mejor esos focos y a colaborar con los países para tratarlos. Simultáneamente, se adiestrará al personal de los programas de control para responsabilizarlos de la confirmación clínica, el tratamiento y la vigilancia epidemiológica.

A comienzos del siglo XX, el reemplazo del colonialismo y la ser- vidumbre por la condición de asalariados de las personas que trabajaban en minas o en fábricas, así como la vida familiar en tugurios de las ciudades en formación determi- naron el aumento epidémico de la tuberculosis. Desde las primeras Conferencias Sa- nitarias Panamericanas quedó constancia de la importancia de la tuberculosis como causa de enfermedad y muerte. Si bien es escasa la información de que se dispone sobre esa época, se estima que la mortalidad anual por tuberculosis excedía las 300 ó 500 defun- ciones por 100 000 habitantes, y que el 1% de la población de la mayor parte de los países de la Región padecía la enfermedad.

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una sección para recabar datos estadísticos sobre la enfermedad, se diseminó infor- mación y se elaboraron recomendaciones sobre el aislamiento de pacientes, trata- miento, empleo de BCG y uso de los rayos X. Estas actividades constituyeron el fun- damento epidemiológico en el que actualmente se basan los programas de control, el uso de tecnologías apropiadas, la atención primaria y la descentralización de los siste- mas de salud en sistemas locales. Si bien la tuberculosis sigue siendo un problema grave de salud pública, que recientemente se ha complicado por su asociación con el SIDA, han habido grandes avances y es concebible su control en un futuro no muy lejano.

La oncocercosis (o enfermedad de Robles, como se conoce en las Américas, debido a que fue descrita por primera vez en la Región por el Dr. Rodolfo Robles en 1915) ha sido un problema serio de salud en varios países, entre ellos Brasil, Colombia, Ecuador, México y Venezuela. Si la enfermedad no se diagnostica y trata oportunamente, las secuelas de las lesiones oculares que produce desembo- can en ceguera.

Aunque las acciones encaminadas al control de esta enfermedad -basadas en el tratamiento médico de los pacientes yen la lucha contra el insecto vec- tor de la filaria (SirrzuZium sp.)- se iniciaron en México en 1930, no fue hasta la década de los setenta cuando la oncocercosis y otras enfermedades parasitarias afines comen- zaron a ser motivo de especial interés para los Cuerpos Directivos de la OPS. En 1974, la XIX Conferencia Sanitaria Panamericana reconoció que las enfermedades parasita- rias representaban una seria amenaza para la salud y la vida de los habitantes de las Américas e instó a las autoridades de salud de los países a estimular la investigación aplicada, con el propósito de contribuir al control de esas enfermedades. A partir de ese momento, la Organización intensificó su colaboración con los Países Miembros al res- pecto, en particular en la formación de epidemiólogos en enfermedades parasitarias -no solo la oncocercosis, sino también otras zoonosis, tales como la teniasis (o cisti- cercosis) y las leishmaniasis- con el fin de reforzar el control y la vigilancia epidemio- lógica de estas enfermedades.

En 1991, el Consejo Directivo instó a los Gobiernos a promover la colaboración y coordinación entre los sectores público y privado, con el fin de iniciar y reforzar los planes de acción dirigidos a la eliminación de varias enfermedades, incluida la oncocercosis. Para cumplir con esta resolución, la Organización esta promoviendo la vigilancia epidemiológica, una mayor participación social dentro de un marco multisec- tonal y la comunicación masiva.

La OPS ha propuesto reducir sustancialmente la incidencia de es- tas enfermedades en las Américas y eliminar para el año 2000 una de las causas más frecuentes de ceguera, la producida por Orzchocerca volvuZus, el agente causal de la oncocercosis.

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