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Governar o espaço municipal

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2. Las aristocracias de la civitas altomedieval (c. 850-1050)

2.2. Los notables

La investigación más reciente ha dejado de ver la desaparición de las curiae municipales a lo largo de los siglos V-VI como el signo de la extinción catastrófica del grupo dirigente urbano en los territorios del Occidente romano, seguida de un marasmo que perduraría hasta el “renacimiento” del siglo XI; y tiende a interpretar este fenómeno más bien como un proceso de cambio en las pautas del gobierno de las ciudades que supondría el paso del viejo modelo basado en un cuerpo institucional formalizado (la curia) a otro integrado por grupos informales de notables urbanos que conviven con las nuevas jerarquías vinculadas a la iglesia y el estado, como los obispos o los condes7.

Precisamente esta es la situación que encontramos en las ciudades de la Alta Edad Media asturleonesa, las cuales carecen de un órgano de gobierno formal al estilo de las viejas curiae romanas o los futuros conçellos plenomedievales8, pero en absoluto están desprovistas de un grupo dirigente de arraigo local. Nuestras fuentes revelan con toda claridad, y muy particularmente para el caso bien documentado de León c. 900-1050, cómo por debajo de las grandes parentelas magnaticias existe una pequeña aristocracia de contornos imprecisos pero socialmente muy homogénea, compuesta por propietarios, eclesiásticos y letrados que gozan de protagonismo en la

6 DUBY, Georges – “Les villes du sud-est de la Gaule du VIIIe au XIe siècle”. In La città nell’alto Medioevo (10-16 aprile 1958). Spoleto: Centro Italiano di Studi sull’Alto Medioevo, 1959, pp. 246-251; BENSCH, Stephen P. – Barcelona and its rulers, 1096-1291. Cambridge: Cambridge University Press, 1995, pp. 45-61 y 128-9;

FAINI, Enrico – Firenze nell’età romanica (1000-1211). L’espansione urbana, lo sviluppo istituzionale, il rapporto con il territorio. Firenze: Leo S. Olschki, 2010, pp. 128-132; WICKHAM, Chris – Roma medievale..., pp. 221-306; BALOSSINO, Simone – I podestà sulle sponde del Rodano..., pp. 45-66; CORTESE, Maria Elena – “Between the City and the Countryside: The Aristocracy in the March of Tuscia (Late Tenth-Early Twelfth Centuries)”. In Italy and Early Medieval Europe. Papers for Chris Wickham. Oxford: Oxford University Press, 2018, pp. 140-154.

7 WICKHAM, Chris – Una historia nueva de la Alta Edad Media. Europa y el mundo mediterráneo, 400-800. Barcelona: Crítica, 2009, pp. 848-856.

8 Pese al empeño de la vieja historiografía institucionalista por ver en el concilium altomedieval un primer desarrollo de la institución concejil, lo cierto es que aquél funcionaba como una asamblea ritual, de fuerte valor identitario para los notables en contextos judiciales o de validación documental, pero carente de poder político. Sólo a partir de mediados del siglo XI comienzan a detectarse las transformaciones que habrán de convertir al concilium en una verdadera institución de gobierno urbano.

comunidad y están bien conectados con las instancias supralocales de poder.

A diferencia de los magnates, los notables tienen su residencia fija en la ciudad, por lo que conforman la verdadera élite local de la civitas y nos aparecen así como los grandes protagonistas del mundo urbano altomedieval9. Uno de los rasgos más singulares que los diferencian de sus sucesores pleno y bajomedievales es que estos notables del período c. 850-1050 nos aparecen aún inmersos en unos esquemas sociales e ideológicos de tipo tardoantiguo: se trata fundamentalmente de familias de propietarios relativamente acomodados, que valoran la formación letrada, la carrera eclesiástica y el ejercicio de cargos públicos como el de juez o mayordomo (algunos de ellos llegarán a alcanzar incluso la cátedra episcopal), pero parecen rechazar aún el oficio militar como algo impropio de su rango. Su identidad social se construye a partir de códigos, prácticas e instituciones heredados del pasado: la vieja liturgia hispánica, la puesta por escrito de sus negocios en la tradicional escritura visigótica, la validación pública de documentos ante la comunidad de boni homines, el recurso al Liber Iudicum como instancia de legitimación – más que como esquema legal efectivo – escenificada en las asambleas ceremoniales de los concilia, o el uso de indicadores de superioridad social que preservan o actualizan apelativos tardoantiguos de honda raigambre romana (maiores natu, plures et meliores, bene nati, boni homines, idonei viri). Estos últimos aparecen de hecho en la documentación precedidos a menudo de un filii, como para reforzar el carácter hereditario de este grupo social y su vinculación ideológica con el ayer: filii bonorum hominum, filii benenatorum, filii bonorum... Los notables altomedievales tratan de marcar así su distinción social apelando a una superioridad cuya legitimación proviene de la buena cuna, la custodia de la memoria y la preservación de los valores de un orden tradicional.

Si en otro lugar he seleccionado como ejemplo de estos notables urbanos de la Alta Edad Media a los escribas de Oviedo, León y Astorga10, aquí tomaré como caso paradigmático al matrimonio compuesto por Oria y su marido Cidi Domínguez

“cognomento Saranian”, uno de los personajes más destacados de la ciudad de León en los años 20-30 del siglo XI11. Su posición preeminente en la comunidad de notables

9 Un protagonismo histórico que no ha encontrado un eco historiográfico equivalente, ni siquiera a nivel europeo. La principal excepción, por su nivel de detalle, es el capítulo dedicado a los clérigos y funcionarios que componían la clase letrada de la ciudad de Lucca en SCHWARZMAIER, Hans-Martin – Lucca und das Reich bis zum Ende des 11. Jahrhunderts. Tübingen: Max Niemeyer, 1972, pp. 262-334); pero pueden encontrarse además algunas referencias de gran interés en VIOLANTE, Cinzio – La società milanese nell’età precomunale.

2ª ed. Bari: Laterza, 1974, pp. 143-165; o WICKHAM, Chris – Roma medievale..., pp. 221-327.

10 GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Raúl – “Cultura escrita y sociedad urbana: los escribas en la ciudad altomedieval” (en prensa).

11 Oria está documentada entre los años 1021-1037 y Cidi en 1021-1039. Ambos fallecieron antes de julio de 1044, cuando su hijo Domingo Cídiz vende a la condesa Sancha Muñiz una propiedad que había heredado de ellos en la ciudad de León. RUIZ ASENCIO, José Manuel – Colección documental del Archivo de la Catedral de León. Vol. 3-4: (986-1109). León: Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1987-1990 [en adelante, CCL], n.º 1014.

urbanos queda patente en su protagonismo como confirmante de diversos diplomas de ambiente leonés, incluyendo dos donaciones regias o algunos documentos tan significativos como la dotación fundacional del monasterio de San Antolín del Esla por los condes Rodrigo Galíndez y Sancha Muñiz, o la anulación del testamento del abad Domingo de Rozuela, donde Cidi es mencionado entre los “natu maiores de civis Legione”12.

Cidi y Oria son además grandes compradores, y su política de adquisiciones sigue el patrón habitual de los intereses fundiarios de las aristocracias urbanas de la época, que procuraban combinar la posesión de inmuebles urbanos y rurales.

Encontramos así al matrimonio adquiriendo bienes tanto en la propia ciudad de León como en su entorno rural entre los años 1021-1037 (Fig. 1)13. En la civitas sus propiedades se sitúan dentro de la zona meridional asociada al poder regio, concretamente en el área palatina de San Salvador de Palaz de Rey, la Puerta de Arco de Rege y el mercado. A ello se suman diversos bienes agrarios cuya localización sigue los patrones de inversión inmobiliaria propios de los notables urbanos del León altomedieval: en primer lugar, varias propiedades situadas en las inmediaciones de la ciudad, ya sean viñedos periurbanos (Montorio, Trobajo) o molinos en la ribera del Bernesga (tanto en la zona próxima al monasterio de San Miguel de la Vega como en cierto lugar de Oteruelo), a los que se suman diversas explotaciones vitícolas o tierras de labor situadas tanto en la comarca de la Sobarriba (Tendal, Corbillos) como en las vegas de los ríos Bernesga (Marialba, Alija de la Ribera), Torío (Villa Habibi14) o incluso el Porma (Mancilleros, Villamoriel15, Villaorbán16), amén de una viña en el valle de Valdevimbre, junto al Esla (Coreses17).

Parece que tales propiedades eran objeto de explotación indirecta, siendo cedidas a campesinos locales a cambio de una porción de la cosecha. Así se desprende del pleito que enfrentó a Cidi con cierto Aldereto en 1031 acerca de la propiedad de unas viñas en Toldanos, localidad sita a unos 10 kilómetros al este de la civitas de León en la comarca de la Sobarriba, no por casualidad una zona vitícola muy apreciada por los inversores urbanos de la época. El documento nos informa de cómo el difunto Lázaro, “avitante in Legione”, había sido propietario de unas viñas en la villa de Toldanos, “et dedit eas ad lavorandum ad Aldereto, cognomento Bellito, que erat avitante in ipsa villa (...) Et ipse Bellite tenuit eas dum uita vixit ipse Lazaro

12 CCL n.os 849 (1029), 871 (1030), 903 (1032), 904 (1032), 918 (1033), 948 (1037), 955 (1037), 970 (1038), 973 (1038) y 982 (1039).

13 Conservamos once actas de compra: CCL n.os 780 (1021), 839 (1027), 850 (1029), 866 (1030), 867 (1030), 868 (1030), 870 (1030), 882 (1031), 883 (1031), 895 (1031) y 922 (1033); así como referencias a otras compras del matrimonio en CCL n.os 909 (1032), 940 (1035?), 953 (1037) y 1014 (1044).

14 Despoblado junto a Villanueva del Árbol.

15 Despoblado al norte de Villarente.

16 Despoblado en la confluencia del Porma y el Esla.

17 Despoblado situado entre Valdevimbre y Farballes.

et redidit inde per singulis annis rationem quantum erat sua veritate ad eum”18. El conflicto se produjo tras la muerte de Lázaro porque Aldereto afirmaba haberle comprado las viñas, mientras que Cidi Domínguez, yerno de Lázaro, negaba la existencia de tal compraventa y las reclamaba para los nietos del difunto (es decir, sus propios hijos), en cumplimiento de lo que aseguraba ser la voluntad expresada por su suegro en el lecho de muerte. Cidi acudió pues al concilium presidido por el obispo y consiguió la resolución del pleito a su favor. No obstante, al final entrega a Aldereto 10 sueldos de plata, quizás en reconocimiento de las labores efectuadas en los viñedos durante los “plurimis annis” en que parece haberse desarrollado el conflicto, o como compensación para facilitar el acuerdo. La suma en cualquier caso es poco elevada, pues en la zona el precio medio de las viñas – en plena coyuntura alcista – rondaba los 45 sueldos en la década de los 20, y los 75 sueldos en los años 3019.

18 CCL n.º 884 (1031).

19 GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Raúl – “Building urban markets: production, commerce and economic growth in Leon and its countryside, c. 1100”, fig. 2 (en prensa).

Fig. 1 – Localización de las compras de Cidi Domínguez y Oria (1021-1037)

La preferencia vitícola de las inversiones rurales de los notables urbanos leoneses (en lo que se asemejan a los astorganos, mientras que para los ovetenses juegan un papel equivalente los pomares y la sidra) queda además patente en el caso de Cidi y Oria por la posesión de cinco cubas, que donan junto a otros muchos bienes en su testamento de 103720. Allí se incluyen también un horno en la ciudad y una barca, mencionada precisamente junto a las cubas: probablemente era utilizada para el transporte de las producciones agrarias del matrimonio, cuyas tierras aparecen situadas sistemáticamente junto a los cursos fluviales21.

Los diversos diplomas que recogen su actividad económica denotan la familiaridad y apego del matrimonio por la cultura escrita, y de hecho Cidi y Oria recurren a menudo a un escriba urbano tan prestigioso como el presbítero Vivi22, quien pone por escrito para ellos el reconocimiento de deuda a que se obliga ante Cidi el fiador de la condesa Mumadoña, diversos títulos de compra del matrimonio y sus dos donaciones piadosas conservadas23.

Cidi Domínguez mantiene además relaciones con la gran aristocracia, entre la que parece gozar de cierta influencia. Así por ejemplo, en 1027 actúa como intercesor ante el conde Munio Muñiz, liderando a unos homines bonos cuya mediación obtiene la liberación de un preso a cambio de que éste haga al conde offercione de un majuelo24. Además, encontramos al matrimonio adquiriendo bienes de los magnates, como el solar junto a San Salvador de Palaz de Rey que les vendió la condesa Sancha Muñiz, hija del poderoso conde Munio Fernández; o los molinos en la vega periurbana del Bernesga que compraron a la condesa doña Flámula25. Incluso parece que Cidi podía actuar como prestamista para los grandes aristócratas, pues nos consta que la condesa Mumadoña – sobrina de Sancha Muñiz y viuda del armiger regis Nepociano Osóriz – había contraído con él una deuda de 50 sueldos26.

Las preferencias devocionales del matrimonio muestran la combinación de tradición e innovación propia de la religiosidad urbana de la primera mitad del siglo XI, que comienza a apartarse de los tradicionales cenobios familiares con prevalencia femenina en favor de las comunidades masculinas de rito benedictino

20 CCL n.º 953.

21 La voz nave puede designar en el León altomedieval un tipo de terreno, pero en este diploma aparece dentro de los bienes muebles, expresamente diferenciados de las fincas agrarias, por lo que debemos asignarle el mismo significado de “barca” con que aparece por ejemplo en CCL n.º 259 (953), asociada a un porto en la confluencia del río Esla.

22 Sobre este personaje, véase GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Raúl – “Cultura escrita y sociedad urbana...”, apartado 4.2.

23 CCL n.os 864 (1030), 866 (1030), 867 (1030), 868 (1030), 870 (1030), 909 (1032) y 953 (1037). Es también Vivi quien redacta para Domingo Cídiz, hijo del matrimonio, el acta de la venta que éste hace a la condesa Sancha Muñiz de un inmueble urbano en 1044 (CCL n.º 1014), probablemente el mismo que la propia Sancha había a su vez vendido a Cidi y Oria unos años antes (CCL n.º 882, año 1031).

24 CCL n.º 838.

25 CCL n.os 882 (1031) y 909 (1032).

26 CCL n.º 864 (1030).

que estaban consolidándose como nuevo referente religioso en la ciudad de León, dirigidas por dos hermanos: los presbíteros Félix (1004-1057) y Teodomiro (1002-1042). Mientras que Félix fundó el monasterio de San Miguel de la Vega junto a las ruinas del antiguo monasterio extramuros de San Claudio, Teodomiro se pondría al frente de los monjes de San Miguel, en origen una pequeña comunidad masculina subordinada a las monjas del prestigioso cenobio de Santiago, junto a la catedral.

Bajo el liderazgo de Teodomiro, los monjes de San Miguel llegaron a alcanzar tal importancia que incorporaron también la vieja advocación de Santiago como signo de su nueva preeminencia, mientras que la venerable comunidad femenina entraba en decadencia y pasaba a asumir un rol secundario27.

Así, aunque Cidi Domínguez se había preocupado de favorecer a las religiosas jacobeas amenazadas por la ruina, restaurando para ellas un molino en el Bernesga que había caído “in desolacione”28, la destacada donación que realiza junto a su mujer en 1037, verdadero testamento del matrimonio en el que donan la mitad de todas sus posesiones, va dirigida a Teodomiro y sus monjes de San Miguel-Santiago, sin referencia alguna a la comunidad femenina en declive29.

En realidad, la pujanza del matrimonio compuesto por Cidi y Oria constituye una suerte de canto de cisne de un grupo social cuya preeminencia se asienta sobre unos esquemas ideológicos que no tardarán en comenzar a resquebrajarse. A partir de mediados del siglo XI se inicia en las ciudades episcopales asturleonesas un rápido proceso de declive de las viejas aristocracias de magnates y notables, en consonancia con toda una serie de profundas transformaciones de las estructuras sociales en las que se verán inmersos los propios descendientes de Cidi y Oria, hasta que bajo el reinado de Alfonso IX aparezca ya plenamente maduro un nuevo sistema social urbano, dirigido ahora por un nuevo tipo de élites30.

No documento Governar a Cidade na Europa Medieval (páginas 146-151)