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En el ámbito interno del debate entre todas las organizaciones de músi-cos del país, esto tenía una finalidad, una intencionalidad política, que era de-jar de lado a los sindicatos de músicos debido a que estos regulan la actividad de músicos dependientes (entendida como relación de dependencia). Sin du-das, éste es un tema bastante polémico que amerita ser tratado en profundidad y desde distintas perspectivas, ya que, en última instancia, no hay organización inherente a la actividad musical que no esté bregando para que sus integrantes sean considerados trabajadores y trabajadoras de la música.

Como en otros textos se menciona6, estar en la trinchera de la batalla cultural es una posición cómoda. Lo difícil es salir a disputar poder cuando el contexto social, político y económico no favorece procesos cooperativos y asociativos. En esta situación nos encontramos los movimientos sociales a quienes se nos abrió la posibilidad de discutir –batallar– una ley que involu-cra una actividad tan importante para la cultura e identidad de un país como es la música.

En estas disputas, como organización (MuCC), tomamos la iniciativa lo-cal. Veníamos ya con una trayectoria de trabajo para lograr modificar orde-nanzas municipales, creando espacios propositivos de mesas de diálogo para lograr mejores condiciones colectivas de trabajo en la actividad musical y ga-rantizar ciertos derechos culturales para todas y todos los actores hacedores de la cultura cordobesa y argentina. Producto de ser legitimados como organiza-ción, fuimos interlocutores de muchas personas para trabajar en la ciudad de Córdoba diferentes iniciativas culturales, en general, y musicales, en particular.

Para la implementación del artículo 65 de la Ley de Servicios de Comu-nicación Audiovisual, nos reunimos con la AFSCA - Delegación Córdoba, y la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Córdoba.

Teníamos una idea, pero no podíamos financiarla con el aporte de nuestros asociados y asociadas. Indudablemente, todas estas organizaciones que luchan por una mayor pluralidad de voces enfrentan las mismas dificultades (como demuestran otros textos de este libro). BAMUAC es un proyecto desarrollado en plataforma de software libre, en relación con las discusiones que como or-ganización tenemos sobre los derechos de autor. Dicha plataforma web intenta acercar radios, músicas y músicos locales al Estado nacional.

Es importante señalar que partimos de un escenario donde la concen-tración, el monopolio radial está en manos del grupo Cadena 3 y pone a los trabajadores y trabajadoras de la música en una situación difícil de negocia-ción para que pasen su música. Podemos imaginar la secuencia que atraviesa un músico que acaba de editar de manera independiente su disco y golpea las puertas de Cadena 3 para dejarle su EP a Mario Pereyra, principal con-ductor de esa radio. Entendemos que ese disco va a dormir eternamente en un cajón.

De aquí que nuestra idea fuera facilitar la implementación del artículo 65 a través de una plataforma de descarga de música con sello de autogestión mu-sical cordobesa. Cada música o músico puede subir sus producciones discográ-ficas ya editadas. Destacamos esto: deben estar editadas, es decir registradas, cumplir con todas las formalidades de la Sociedad Argentina de Autores, Intér-pretes y Compositores (SADAIC), Asociación Argentina de IntérIntér-pretes (AADI) y Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF).

Cada radio, entonces, genera un usuario que le permite descargar las produc-ciones locales. Esto tiene la intencionalidad de crear herramientas concretas que nos permitan controlar los contenidos que se difunden en las radios tanto a nivel provincial como nacional.

Es interesante remarcar que lo que ocurre en la actualidad con “el plani-lleo”, es decir, la confección de planillas con los listados de temas y autores que se difundieron en la radio. Esta es una tarea delegada siempre a algún pasante en grandes radios. Lo que sucede es que quizás transmiten el tema grabado y editado de manera independiente, sin embargo, luego figura que pasaron al-gún artista internacional perteneciente a las grandes compañías discográficas, como Sony, BMG, entre otras.

Cuando este proyecto se lanzó, comenzaron a generarse algunos usua-rios de radios –claramente, de aquellas más vinculadas a las organizaciones de base–. Asimismo, se subieron varias producciones y fechas de eventos de músicos y músicas cordobesas. No obstante, surgieron nuevas tensiones que tuvieron que ver con posicionamientos políticos vinculados a la creación del Instituto Nacional de la Música.

Una vez sancionada y promulgada la Ley de la Música, se aceleraron los procedimientos para la efectiva creación del Instituto, lo que abrió un esce-nario de disputas de poder para ocupar cargos o funciones estratégicas en la puesta en marcha de este organismo.

Es al menos ruidoso y difícil de transitar cuando una ley se crea de ma-nera tan federal y la terminan cerrando algunas pocas personas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta realidad de la cual no está exenta ninguna organización nos afecta directamente en el proyecto BAMUAC.

Desde el AFSCA –actor fundamental para la implementación del proyec-to– recibimos un cambio de posición política: decidieron acompañar el pro-yecto pero realizándolo desde la Federación Argentina de Músicos Indepen-dientes (FAMI)8. Esto nos permite evidenciar las disputas políticas propias del hacer propuestas que afectan o tocan intereses de poder. Si bien se nos abrie-ron las puertas de la delegación cordobesa del AFSCA, ellos recibían presiones políticas para actuar de una u otra manera. Así, esta construcción que venía desde el pie tuvo un giro: pasó a ser una propuesta vertical, desde arriba hacia abajo. Concretamente, los interlocutores de AFSCA afirmaban que el proyecto era excelente, pero que lo iban a llevar adelante a través de FAMI, debido a que, como organismo de control, no iban a permitir que se vaya gestionando en cada localidad, red, contenidos o proyectos propios (esto es, todo lo contra-rio a lo que habíamos militado desde el inicio).

FAMI y la Federación Independiente de Músicos Argentina (FIMA) son federaciones que, en su origen, formaron parte de un mismo colectivo de mú-sicos y músicas que comenzaron a trabajar para pensar una ley de fomento a la actividad musical, soñando con la construcción de su instituto. A pesar de esta iniciativa de fomentar la efectiva aplicación de la Ley de Servicios de Comuni-cación Audiovisual, articulando con AFSCA Córdoba y la Universidad Nacio-nal de Córdoba, el desenlace fue contrario al deseado.

8 Federación Argentina de Músicos Independientes: http://www.federaciondemusicos.com.ar.

FAMI, con su peso político construido desde la UMI y haciéndose eco de la iniciativa cordobesa, consideró que para que la herramienta funcionara debía ser federal (pero no desde el instituto sino desde la federación a la que pertenecían). Justo para ese momento, Argentina cambiaba de presidente y se abría un gran signo de interrogación sobre la efectiva aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y sobre la efectiva puesta en funciona-miento del INAMU.

FAMI comenzó, entonces, a desarrollar una plataforma que daría a luz en el año 2016 que tenía la misma intención que BAMUAC, coordinada desde la organización misma9, que en esos años comenzó a cerrar puertas a aquellas organizaciones que no pertenecían a su núcleo político y a crear otras asocia-ciones civiles que compitieran en un mismo territorio, sobre la representación de las y los músicos.

Estos son algunos desafíos que se presentaron en la construcción de nue-vos signos, símbolos, identidades que habilitaron la concreción de estas dos nuevas leyes en Argentina. Quedaron en el camino muchos procesos enrique-cedores de transformación y otros no tanto –por ejemplo, de (re)producción de prácticas que no acompañaron a la misión de estos colectivos que pensaron y trabajaron estas normativas–.