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cultural, la cual no es sólo injusta por correlato, sino también perversa y violen-ta. Un segundo aspecto expuesto aquí es la negación de las experiencias popu-lares como construcciones de un conocimiento y ejercicio valioso, que debe ser reconocido permitiendo que aporte a un desarrollo favorable de los intereses de las mayorías populares, históricamente marginadas. Es lo que entendemos como la construcción de la perspectiva de los sectores desfavorecidos: uno de los temas centrales por desentrañar.

del pueblo en tanto público libre y democrático que pueda ejercer cada vez una mayor libertad de elección, con menos condicionantes de la hegemonía del mercado. (Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 6)

Nuestra perspectiva plantea que el enfoque neoliberal de la gestión cul-tural “reduce el asunto de las necesidades económico-sociales a un ámbito par-ticular individual y, en tal sentido, es ideológicamente funcional a los sectores hegemónicos” (Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 5). Sobre todo, porque el neoliberalismo no se limita a un proyecto eco-nómico político, sino que desde lo cultural implica un modelo civilizatorio.

Por lo tanto, la “mercantilización extrema de toda producción cultural coac-ciona en el impacto de la misma en tanto formadora de sentido e identidad, puesto que su correlato es la concentración de producción y circulación que se sustenta desde la ideología dominante de la sociedad de consumo” (Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 5). De aquí se despren-de una idespren-deología que invisibiliza las relaciones reales despren-del sistema productivo, favorables a la concentración de grandes corporaciones.

La gestión cultural, tal como ha sido difundida, en la que se analiza un estado de situación como algo dado más allá de nuestra capacidad de incidencia, y ante el cual usamos determinadas herramientas de gestión para posicionar pro-ductos, no nos permite avanzar ni en el cuestionamiento de las injusticias de la distribución, ni en la formación de un campo artístico y cultural crítico y comprometido con su pue-blo. Esta gestión cultural de corte neoliberal se aboca sólo a la capacidad para resolver problemas y fomentar el desarrollo de productos particulares, pero nunca se plantea incidir en la toma de decisiones políticas que alteren las condiciones de desigualdad. En ese sentido, esta autogestión opera como un pseudo progresismo que contrarresta la capacidad de organi-zación y acción a un nivel social. (Frente de Artistas y Traba-jadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 6)

En coherencia con ello, la discusión de las políticas públicas, centra su atención en demandas que justifican convertir en potenciales productos de mercado todas las experiencias y expresiones de cualquier tipo de ámbito, con

el fin central de generar ingresos monetarios. Aparecen, así, lógicas internali-zadas en procedimientos que se aplican como pautas de manual de un modo acrítico. Ante ello, el FAyTC impulsó un debate acerca de cómo buscar un en-foque superador al respecto, que desde esta crítica pudiera, a su vez, incentivar a la preocupación de contener los emergentes concretos de un campo cultural diverso.

Nuestra propuesta asume una perspectiva en la que el cam-po artístico y de la producción cultural no debe constituir-se desde una pretensión de independencia de los factores económicos, históricos y sociales que determinan la vida del pueblo, puesto que entendemos que un riesgo recurrente es el de caer en planteos de corte corporativista que recla-man mejores condiciones para el propio sector, pero que en definitiva poco o nada aportan a la modificación del status quo. En tal sentido, debemos trabajar para desarrollar polí-ticas públicas que contengan las urgencias de estos sectores, pero interpelando siempre sobre la necesidad de asentar un paradigma que contenga estas acciones dentro de una pers-pectiva de los derechos culturales del pueblo como princi-pal tarea del Estado, y entendiendo a este último como un actor fundamental y necesario. (Frente de Artistas y Traba-jadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 7)

En el plano inmediato, entendimos que esto conlleva un esfuerzo por intentar descubrir las dinámicas inherentes de los procesos culturales para po-nerlas en el centro de escena, como punto de partida ante la necesidad de desarrollar dinámicas organizativas propias que difieran de los métodos de gestión neoliberal. Partimos de la necesidad de atender e impulsar un trabajo de sistematización de las experiencias culturales que, lejos de aspirar a conver-tirse en competitivas en el mercado, puedan manifestar una noción de autono-mía vinculada con la lucha por la justicia social, poniendo como horizonte una distribución justa e inclusiva como desafío histórico. De este modo, podríamos dar un paso, desde lo autogestivo, como práctica más coherente hacia un pa-radigma de la emancipación.

Esto implicaría un cambio de base en el posicionamiento ante la polí-tica pública, invirtiendo la lógica de amoldar las prácpolí-ticas a los métodos que el neoliberalismo difunde, para desarrollar nuevos conceptos surgidos desde

las prácticas genuinas, desde sus dinámicas propias en su contingencia real, pudiendo

reconocer experiencias de base en las que la autogestión es una praxis organizativa concreta que fortalece los procesos de autonomía y a la vez se articula con un posicionamiento de intereses frente a otros actores sociales y frente al Estado, exigiéndole cumplir con su función social. (Frente de Artis-tas y Trabajadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 8)

Esta prioridad, puesta en un nuevo modo de entender la autonomía de las experiencias culturales, plantea, sobre todo, una comprensión de que las ex-periencias particulares y sus necesidades “no pueden ser enriquecidas o supe-radas definitivamente si no se intentan modificar las condiciones concretas y las estructuras de poder que sostienen el reparto desigual de los recursos.” (Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura de Córdoba, 2015: 8) Lo cual nos lleva, necesariamente, a la pregunta de cómo se dialoga y articula la complejidad del escenario cultural en pos de constituir actores sociales de base, capaces de elevar una voz necesaria en el desarrollo de políticas públicas. Esta mirada está ancla-da en la sistematización de la diversiancla-dad postergaancla-da del campo cultural. Fue el fundamento esencial por el cual el FAyTC de Córdoba invirtió sus mayores esfuerzos y recursos en no quedarse atado al desarrollo del anteproyecto de ley, sino en encarar, ante todo, una agenda que recorrió, dentro de sus posibilidades, el territorio provincial, dialogando e intercambiando diversas experiencias. El cuestionamiento del modelo neoliberal de gestión cultural no debía dirimirse en un debate conceptual y discursivo, sino desde la acción política concreta.

De aquí se desprende nuestra elección estratégica de reco-rrer el territorio provincial, de recoger voces y experien-cias, de impulsar el intercambio de conocimientos en pos de sistematizar una nueva comprensión que rompa la lógica neoliberal que aún hegemoniza la visión de grandes secto-res del ámbito de la creación y la gestión cultural, centrali-zados en los pocos grandes centros urbanos. Y no se trata de limitar sus actividades, ni regularlos ley mediante, sino de un largo y complejo camino por intentar cambiar la com-prensión del panorama desde el cual debemos partir como piso necesario del diálogo, si entendemos que ha llegado

el tiempo de que el Estado en serio contemple a la cultura como un derecho humano. (Frente de Artistas y Trabajado-res de la Cultura de Córdoba, 2015: 8)