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RELAÇÃO OIM E DOCUMENTO GCIM: DESDOBRAMENTOS FUTUROS

No documento RelatorioUNFPAPopePolPub (páginas 123-127)

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Representante da Organização Internacional para as Migrações – OIM

En primer término deseo expresar que la labor realizada por la Comisión Global ha concitado el especial interés de la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, que ha seguido con suma atención tanto la actividad desarrollada por los comisarios como los resultados que fueron presentados en su informe. Creo que uno de los logros más importantes de la Comisión ha sido poner en el tapete una serie de cuestiones esenciales para el tratamiento del tema migratorio, no sólo a nivel nacional y regional, sino también desde la perspectiva global y de las organizaciones que están comprometidas con el tema.

Sin embargo, en esta instancia se presenta un nuevo desafío. Gracias al aporte de muchos profesionales extremadamente capaces, que cuentan además con probada experiencia en el terreno migratorio en distintas partes del mundo, el informe ha logrado reunir datos de gran interés y análisis muy precisos sobre la temática. Ahora bien, ¿cómo evitar que este trabajo quede reducido a la letra, se agote en ella y se convierta, sencillamente, en un informe más? Desde el punto de vista de la OIM, como imagino también de otros organismos involucrados, hay algunos ejes – que por razones de tiempo no cabe reiterar aquí – que sobresalen en importancia y nos han sugerido varias ideas sobre el modo en que deberían encaminarse el debate y las acciones futuras.

Para avanzar con las recomendaciones del informe, a fin de plasmarlas luego en la realidad con la mayor eficacia, es preciso que todos los actores involucrados, sean países u organizaciones, asuman la responsabilidad de tomar una postura frente a la temática y decidan si actúan o no, si aceptan o rechazan estas recomendaciones, si las implementan o no, pero de un modo u otro es imprescindible que sean trasladadas a la acción.

El primer tema que nos parece fundamental para avanzar, tanto en el debate como en la acción inherentes a las migraciones, es la necesidad de que los países, por lo menos algunos países de la comunidad internacional, recuperen cabalmente

el sentido de los derechos humanos. Vemos con pesar que ese sentido se está perdiendo en varios ámbitos, no sólo en el migratorio, aunque quizás en este último caso esa omisión dé lugar a mayores y más graves consecuencias, puesto que en general los migrantes acaban siendo los más vulnerables.

Recuperar el sentido de los derechos humanos significa que la comunidad internacional debe recobrar la noción de los motivos que la llevaron a crear una serie de instrumentos legales internacionales y asegurar todas las garantías para los derechos individuales. La creación de esos instrumentos se inició hace cincuenta y cinco o sesenta años, ¿por qué? Porque entonces se reconoció la existencia de esos derechos, como se dice en inglés: “no matter what”.

Siempre, cualquiera sea el contexto o las circunstancias, los individuos poseen una serie de derechos que deben ser protegidos, mantenidos y garantizados. En varias partes del mundo, por ejemplo, tener una visa de turismo, si no imposible, es mucho más complicado que entrar en una tienda y comprar un arma de guerra. No obstante, sistemas de ingreso tan restrictivos no garantizan de ninguna manera mayor seguridad. En nombre de ésta, confundiéndola tal vez con la soberanía del Estado, se implementan instrumentos y decisiones, leyes y sistemas, y se termina olvidando que los seres humanos deben gozar de sus derechos.

Es interesante, aunque lamentable, el hecho de que en varias reuniones internacionales – la última fue la Cumbre de las Américas, que convocó a los jefes de Estado de este continente – hayan surgido dificultades para el debate de ciertos temas. Uno de ellos, del que la prensa se ha hecho poco eco debido a su particular complejidad, fue la inclusión, en la declaración final, del tema de la protección de los derechos humanos de los trabajadores migrantes independientemente de su situación de regularidad o irregularidad. A decir verdad, no hubo avance alguno en este campo: uno de los planteos no resueltos de esta última reunión fue si se debían garantizar los derechos humanos a los trabajadores migrantes aunque no fuesen regulares.

Esto nos ofrece una pauta de cuál es la visión actual sobre los derechos humanos en el mundo. Ignoro si esa visión se está modificando, pero es evidente que ha tomado una dirección muy preocupante. Debatir si los trabajadores migrantes tienen derecho a la protección de sus derechos fundamentales, significa que estamos pensando que carecen del mismo derecho del que sí goza cualquier delincuente que está en prisión, y creer que pueden acceder a él por simple hecho de tener la documentación en regla quiere decir que ser trabajador o ser migrante en condición irregular es un crimen peor que los más graves crímenes.

Creo, entonces, que después de este informe y habiendo prestado al tema la atención que merece, el debate debe empezar a encaminarse hacia la recuperación de la centralidad de los derechos humanos en general y hacia el tema migratorio en particular. El informe ya ha abierto ese camino, habida cuenta del interés que genera su contenido y de su utilidad para aclarar una serie de pensamientos erróneos que la comunidad internacional ha mantenido hasta el presente, sea por ignorancia o por interés.

Existen convenciones internacionales aplicables a los refugiados y a otras diversas cuestiones, pero no instrumentos que regulen o establezcan qué debe hacer la comunidad internacional en el terreno migratorio. Aunque esto ya es bien

sabido, ahora ha quedado en claro que esta aseveración es cierta sólo en forma parcial. No hay una convención específica sobre las migraciones, pero sí una serie de instrumentos internacionales, tratados y acuerdos, que los países podrían utilizar, si quisieran, para gobernar el fenómeno migratorio de manera más eficiente y, también, más respetuosa para ellos y para los propios migrantes.

La decisión de aplicar o no aplicar las leyes e instrumentos internacionales vigentes constituye una cuestión de voluntad política. Evidentemente, la esperanza de la OIM como, imagino, de muchas otras organizaciones, es que el informe que nos ocupa pueda transmitir su impulso a algunos o varios países, de forma tal que éstos asuman la responsabilidad de aplicar los instrumentos ya existentes. Pero lamentablemente, cuando se trata de las migraciones, esa responsabilidad a menudo se deja de lado.

Otro tema importante a señalar son los movimientos de población irregulares, causa de gran inquietud en algunas partes del mundo. Hace instantes, en su presentación el Embajador Manoel Gomes Pereira mencionaba que durante su permanencia en Portugal se hablaba del lema “Fortalece Europa”. Quizás hoy en día ya no se hable más de esto, pero aún perdura esta idea porque es insoslayable la preocupación que genera en el continente europeo la temática de la migración irregular, de igual modo que ha resurgido la preocupación por el tema de la seguridad, entre otras.

Debemos comenzar a reflexionar si el problema que plantean los migrantes y los movimientos de población irregulares no constituye, en realidad, el corolario de las políticas que implementaron los mismos países que manifiestan una enorme preocupación por ponerles coto. En este punto, no cabe ninguna duda de que los sistemas migratorios particularmente restrictivos no sirven para reducir ni la migración en general ni la migración irregular en particular, sino que tienen el efecto justamente opuesto.

Es necesario que el enfoque del debate se aparte un tanto del análisis puramente económico para permitir una visión más completa de la realidad. Por ejemplo, no sabemos a ciencia cierta cuál es el monto preciso de las remesas que ingresan a un determinado país, ya que apenas tenemos una idea aproximada del flujo de remesas formales a nivel mundial y nacional. Pero esta última idea sugiere que el total de remesas que son transferidas por los migrantes es muy superior, entre otras cosas, a la ayuda al desarrollo.

Por otra parte, este factor es apenas una parte del tema: los impactos sociales generados por la recepción de remesas no han sido aún examinados en profundidad, como tampoco el costo que ha demandado la formación de los emigrantes que las envían y, por ende, tampoco la conveniencia de aquéllas desde el punto de vista económico, o su significado desde la perspectiva de la estructura familiar y de la comunidad, el cual no podemos tildar de negativo.

Y si lo ha sido en algunos contextos, simplemente no lo sabemos, porque es tan elevado el monto de divisas que mueven las remesas que nos hace olvidar todo el resto. Pensamos sencillamente: “Acá hay una oportunidad enorme para el

desarrollo, para esto, para eso, para aquello”, cuando en realidad el análisis tendría

que ser más complejo y exhaustivo. Quizás el informe de la Comisión nos ayude a avanzar también en esta dirección.

Al precederme en la palabra, la señora Mary Castro graciosamente me ha dejado la cuestión más difícil: la gobernanza a nivel de las organizaciones internacionales, al mismo tiempo lo que más interesa a la OIM y a otros organismos. La posición de nuestra Organización es bastante simple: estamos absolutamente de acuerdo sobre la necesidad de una coordinación mayor, y es por eso que la OIM ha creado hace un par de años un grupo de coordinación, todavía informal, denominado

Geneva Migration Group, que reúne a los jefes de agencias involucradas en el tema

migratorio con el propósito de coordinar acciones en ese ámbito, incluso cuando responden a situaciones delicadas. El grupo está conformado, entre otros, por los Directores Generales de la OIM y la OIT, el ACNUR, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, la OMC y, más recientemente, por el UNFPA.

Por ejemplo, uno de los últimos encuentros de este grupo, si no el último, fue una reunión de emergencia a causa del problema que se suscitó entre Marruecos y España un mes y medio atrás. El tratamiento, por parte del Grupo, de este episodio que tuvo un saldo fatal en vidas humanas, ejemplifica y a la vez subraya la necesidad de una mayor integración y coordinación. No se trata de la creación de nuevas estructuras, sino más bien del fortalecimiento de las ya existentes. Esto dependerá tanto de cuestiones económicas y financieras como de las posibilidades y decisión de los países miembros de las distintas organizaciones, sobre todo en un momento en que muchas de éstas carecen de las líneas presupuestarias correspondientes.

La creación de algo nuevo que necesariamente insumirá un costo mayor puede ser un problema particularmente difícil de resolver pero, aparte de estas cuestiones, es preciso reconocer la trayectoria de la OIM, único organismo internacional especializado en el tema migratorio con una experiencia de más de cincuenta años de trabajo en este campo.

Es evidente que, por ejemplo, el mandato principal de la Organización Internacional del Trabajo es otro. Y que en el ámbito de su mandato, una fracción importante está vinculada con los migrantes como parte de una responsabilidad mucho más amplia. Nuestro papel, afortunadamente o no, se limita al área migratoria.

Creo que tenemos la debilidad por la historia. Por razones que ahora ni siquiera sabemos, 55 años atrás la OIM fue creada fuera del sistema de las Naciones Unidas y ahora nos enfrentamos al problema de cómo coordinar acciones con un sistema que es global, siendo que nuestra Organización, con sus 115 países miembros, también lo es. De aquí devienen también algunos inconvenientes burocráticos y administrativos que quizás no revistan gran importancia, pero que a la postre terminan por provocar pérdidas de tiempo a muchas personas.

Cualquier sistema de coordinación que sea puesto en marcha en el futuro tendrá que tomar en cuenta la diferencia y delimitación de responsabilidades y, quizás también, de historia de profesionalidades en el tema específico. Así sucede con distintas problemáticas: por ejemplo, varias agencias pueden coordinar acciones para responder a una crisis de refugiados, pero es el ACNUR quien tiene el liderazgo, pues tiene la responsabilidad mayor frente a la comunidad internacional y también la mayor capacidad de profesionales. El ACNUR lidera la coordinación de acciones específicas en materia de refugiados, aunque sean muchas las agencias que trabajen en el tema y participen en esas acciones. Lo mismo ocurre en otros casos similares,

y para asegurar respuestas eficaces, que al mismo tiempo beneficien tanto a los migrantes como a las sociedades de origen y destino, creo que también en el tema migratorio deberíamos avanzar en esa misma dirección.

O SR. DUVAL FERNANDES – Em comum acordo com os membros da mesa, não

vamos abrir o debate por conta do horário. Muito obrigado.

RELATO QUALITATIVO

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