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Educación Ambiental

No documento DIREITOS HUMANOS E DEMOCRACIA (páginas 168-178)

LA EDUCACIÓN AMBIENTAL CON UNA MIRADA AL DECRECIMIENTO

1.1 Educación Ambiental

La Educación Ambiental, EA (en adelante) emerge en la segunda mitad del siglo XX como una propuesta necesaria para enfrentar a la problemática ambiental.

Sostiene la UNESCO (1970) en la Reunión Internacional de Educación Ambiental que la EA es el:

“Proceso que consiste en reconocer valores y aclarar conceptos, con objeto de fomentar las aptitudes y actitudes necesarias para comprender y apreciar las interrelaciones entre el hombre, su cultura y su medio biofísico”. La EA es un proceso dinámico y participativo, que busca despertar en la población una conciencia que le permita identificarse con la problemática ambiental tanto a nivel general (mundial), como a nivel específico (medio donde vive); busca identificar las relaciones de interacción e independencia que se dan entre el entorno (medio ambiental) y el hombre, así como también se preocupa por promover una relación armónica entre el medio natural y las actividades antropogénicas a través del desarrollo sostenible, todo esto con el fin de garantizar el sostenimiento y calidad de las generaciones actuales y futuras como lo sostiene el artículo cuarenta y uno de nuestra Constitución Nacional.

Según Gutiérrez, J. (2000), la EA además de generar una conciencia y soluciones pertinentes a los problemas ambientales actuales causados por la actividad antropogénica y los efectos de la relación entre el hombre y medio ambiente, este mecanismo pedagógico además infunde la interacción que existe dentro de los ecosistemas. Los procesos y factores físicos, químicos así mismo biológicos, cómo estos reaccionan, se relacionan e intervienen entre sí dentro del medio ambiente, es otro de los tópicos que difunde la EA, todo esto con el fin de entender nuestro entorno y formar una cultura conservacionista donde el hombre aplique en todos procesos productivos técnicas limpias dándole solución a los problemas ambientales, permitiendo de esta forma el desarrollo sostenible.

Es necesario planificar responsablemente el desarrollo de las diversas actividades económicas,

sociales y educativas con el objetivo de cuidar los ambientes para preservar la salud de las personas, proteger la biodiversidad y asegurar los recursos para las generaciones futuras.

El derecho a un ambiente sano es responsabilidad de las autoridades de los países, quienes deben preservar la calidad del ambiente para todos los habitantes.

En la Argentina, el artículo cuarenta y uno de la Constitución Nacional, establece que:

Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales(...).

La Constitución de la Provincia de Misiones, en su artículo cincuenta y siete menciona que: “se dictarán leyes especiales con el fin de la conservación y mejoramiento de los suelos, de la flora y de la fauna…”

En diciembre del año 1999 se sanciona la Ley Nº 3631, merced a la cual se crea el Área Integral de Conservación y Desarrollo Sustentable denominada “Corredor Verde de la Provincia de Misiones”, con la finalidad de garantizar a perpetuidad la conectividad de los tres principales bloques de Áreas Naturales Protegida de la Selva Paranaense en la Provincia de Misiones. En enero del año 2001 el Decreto Reglamentario Nº 25 Normatiza dicha Ley, haciéndola operativa.

El perfil de persona que se desea formar está ligado al tiempo histórico y debe renovarse con las transformaciones que acontecen en la sociedad. Expresa la Ley Federal de Educación en su Capítulo II, artículo 6º lo siguiente:

El sistema educativo posibilitará la formación integral y permanente del hombre y la mujer, con vocación nacional, proyección regional y continental y visión universal y su realización como personas en las dimensiones cultural, social, estética, ética y religiosa, acorde con sus capacidades, guiados por los valores de vida, libertad, bien, verdad, paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y justicia. Hombres y mujeres capaces de elaborar, por decisión existencial, su propio proyecto de vida, ciudadanos responsables, protagonistas críticos, creadores y transformadores de la sociedad, a través del amor, el conocimiento y el trabajo, defensores de las instituciones democráticas y del medio ambiente.

A través de la EA se aspira a la formación de la persona plena, autónoma, libre y solidaria, con sentido crítico, esencialmente democrática, total, abierta al mundo y con posibilidad de enriquecerse con su poder creador, partícipe en la realidad social en el marco de una ética de compromiso participativo, capaz de ser persona respetada y reconocida como tal, capaz de aceptar y comprender al otro, de respetar la diversidad de culturas, ideales y los valores y a quienes los asumen.

Sostiene la Ley de Educación Nacional Nº 26206 en el Capítulo II: Fines y Objetivos de la Política Educativa Nacional, que en su Artículo 11, inciso c) suscribe:

Brindar una formación ciudadana comprometida con los valores éticos y democráticos de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad, valoración y preservación del patrimonio natural y cultural.

Educar, en la actualidad, significa dar a las personas el ejercicio práctico de ciudadanía en una sociedad civil. En este ámbito, el principal actor es la persona y el desarrollo de la capacidad de autonomía le brindará la posibilidad de decidir en un marco de igualdad, equidad y libertad.

La EA atraviesa todas las áreas del conocimiento y se debe trabajar transversalmente siempre, lo mismo que se aprende en el hogar, escuela, provincia o nación debe adquirir una dimensión ética, cognoscitiva y de aptitud crítica frente a problemas ambientales planteados.

Según Lander, E. (1984) sostiene que “La crisis ambiental y sus implicaciones han pasado a formar parte de la conciencia colectiva de amplios sectores de la humanidad, y ha incidido en términos prácticos en cambio de conducta significativos y de actitud en relación al ambiente”. La problemática ambiental deja al descubierto numerosos hechos que hacen evidentes las disparidades en que viven los

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países industrializados en relación al resto de las naciones. Y en éstos últimos, las grandes carencias que arrastran sus pueblos generación tras generación, que se traducen en grandes desigualdades sociales y la destrucción del medio ambiente. Por otra parte, también resultan evidentes las enormes posibilidades que le son inherentes a la EA para enfrentar la crisis ambiental.

2 AMBIENTE

La etimología de la palabra “ambiente” proviene del latín “ambiens, ambientis,” que significa

“que rodea o cerca”. Esta idea básica se encuentra hoy enriquecida con las nociones de sistemas dinámicos y contextos. Decir sistemas dinámicos es hacer referencia a las interrelaciones entre todos los componentes que conforman una unidad sistémica, considerándose al planeta como tal, caracterizado por su diversidad y complejidad.

Según Caride, A. y otro (2000) en cuanto a contexto nos remitimos a “contextere” que significa

tejido, entremezclado, entrelazado.” El contexto ambiental no es sólo biorregional (biológico - físico - geográfico) sino que tiene dimensiones históricas, culturales y políticas. Estas dimensiones entrelazadas determinan el reconocimiento y la significación de las relaciones socioambientales y educativas. En la actualidad, son numerosas las concepciones que conviven en relación a este conocimiento.

Según Tréllez, E. (2002) el término ambiente implica: “…una concepción dinámica, cuyos elementos básicos son una población humana con elementos sociales, un entorno geográfico con elementos naturales y una infinita gama de interacciones entre ambos elementos. Para completar el concepto hay que considerar, además, un espacio y tiempo determinados, en los cuales se manifiestan los efectos de estas interacciones“. Es importante recordar que la especie humana es, a la vez, componente natural, de existencia finita, sujetos a las leyes naturales; y es social, en tanto es creadora de cultura en su más amplia acepción. Por esta razón, el ser humano no puede sustraerse al concepto holístico y dinámico de ambiente y, en consecuencia, es parte esencial de él. El ambiente como concepto ha evolucionado y continúa en proceso de construcción, tanto desde el punto de vista de su comprensión como de su contenido.

La percepción sobre el ambiente se construye en el seno de una sociedad, se concreta y modifica en una interrelación permanente entre procesos simbólicos y prácticas cotidianas. En este sentido, la visión de mundo juega un rol fundamental en los significados que las comunidades otorgan a la naturaleza, ya que está vinculada con las formas de concebirla, clasificarla, jerarquizarla y de relacionarse con ella de modo tal que

“…Los elementos de la clasificación social que integran el rubro naturaleza varían no sólo de sociedad en sociedad, sino también en relación con las diferentes coyunturas propias del devenir histórico de una determinada sociedad. En tanto asumimos que las sociedades no son homogéneas, debemos pensar en la posibilidad de encontrar en el seno de cada una de ellas, concepciones diferentes de lo natural, con significados también diferentes”, como lo expresa Tamagno L. (1993).

A modo de ejemplo se citan dos concepciones diferentes:

• una visión predominante en nuestro tiempo concibe al ambiente como una canasta de recursos externa a la sociedad humana y se conjuga con un conjunto de valores y criterios económicos para su explotación.

• una concepción alternativa proyecta sobre el ambiente un valor patrimonial en el sentido de bien común de un grupo o comunidad. Desde esta concepción el ambiente presenta un valor en sí mismo ya que otorga identidad al tiempo que constituye el sustrato que posibilita la vida de la comunidad. Desde esta perspectiva, en la interpretación de la relación sociedad- naturaleza, los ecosistemas naturales dejan de interpretarse como determinantes en los problemas ambientales y cobran relevancia las particulares visiones de mundo del sistema sociocultural que interactúa en ese ecosistema.

Por ello, al decir Leff, E. (1998)

“… en la percepción de esta crisis ecológica, se fue configurando un concepto de ambiente como una nueva visión del desarrollo humano, que reintegra los valores y potenciales de la naturaleza, las externalidades sociales, los saberes subyugados y la complejidad del mundo negados por la racionalidad mecanicista, simplificadora, unidimensional, fraccionadora que ha conducido el proceso de modernización.”

De esta manera el ambiente emerge como un saber reintegrador de la diversidad, de nuevos valores éticos y estéticos, de los potenciales sinergéticos que genera la articulación de procesos ecológicos, tecnológicos y culturales.

Uno de los rasgos propios de la EA es el de la heterogeneidad, ya que en ella se desarrollan diversidad de prácticas que se denominan igual. Sauvé, L. (1999), junto a otros autores, proponen que dicha heterogeneidad radica en la falta de acuerdos sobre qué entendemos por ambiente y qué por sustentabilidad. Estos dos conceptos fundamentales son los que condicionan y orientan el enfoque de la EA. Algunas de las concepciones identificadas por Sauvé, L. (1999) son:

El ambiente como naturaleza, corriente naturalista: constituye una actitud de apreciación, respeto y conservación del medio físico natural, el ambiente remite al entorno original del que el hombre se ha distanciado, hecho que queda de manifiesto a raíz de las actividades antrópicas que han provocado su deterioro. Se trata de una corriente centrada en la relación del hombre con la naturaleza. El enfoque educativo puede ser cognitivo, experiencial, afectivo, espiritual o artístico asociando la creatividad humana a la de la naturaleza. En el curso del siglo XX, la corriente naturalista se asocia más específicamente con el movimiento de educación al medio natural y a ciertas proposiciones de educación al aire libre.

El ambiente como recurso: esta corriente agrupa las proposiciones centradas en la conservación de los recursos, tanto en lo que concierne a su calidad como a su cantidad: el agua, el suelo, la energía, las plantas, los animales, el patrimonio genético, el patrimonio construido, etc. Cuando se habla de conservación de la naturaleza o de la biodiversidad, se trata sobre todo de una naturaleza- recurso. Se encuentra aquí una preocupación por la gestión del medio ambiente o gestión ambiental y el ecocivismo. La educación para la conservación ha sido siempre parte integrante de la educación familiar o comunitaria en los medios donde los recursos son escasos. Los programas de EA centrados en las tres “R” (Reducción, Reutilización y Reciclado) y un imperativo de acción: comportamientos individuales, proyectos colectivos y la educación para el consumo, más allá de una perspectiva económica se ha integrado más claramente una preocupación ambiental de la conservación de recursos, asociada a una preocupación de equidad social.

El ambiente como problema: se conoce como corriente resolutiva, surge a comienzos de los años ‘70, cuando se revelaron la amplitud, la gravedad y la aceleración creciente de los problemas ambientales. Agrupa proposiciones en las que el medio ambiente está considerado como un conjunto de problemas. Esta corriente adopta la visión central de EA propuesta por la UNESCO en el marco del PIEA (1975-1995) en la que trata de informar o conducir a las personas a informarse sobre problemáticas ambientales, así como a desarrollar habilidades que apunten a resolverlas. Como en el caso de la corriente conservacionista - recursista, a la que está frecuentemente asociada, se encuentra aquí un imperativo de acción: modificación de comportamientos o proyectos colectivos.

El ambiente como medio de vida: el ambiente en nuestra vida cotidiana, escuela o trabajo incorpora elementos socioculturales, históricos y otros, para trabajar el sentido de pertenencia. El ambiente nos pertenece y al mismo tiempo pertenecemos a él. Algunas estrategias educativas pueden estar basadas en la vida cotidiana de la escuela, del barrio, de la comunidad. Así nos convertimos en transformadores del ambiente, bajo la premisa “conocer el ambiente para construirlo”.

El ambiente como biósfera: esta concepción remite al concepto de la Tierra como nave espacial

“Hipótesis Gaia”. El ecosistema es finito y es nuestro origen, por lo que allí encuentran comienzo y final los seres y las cosas, es una concepción que da cabida a intervenciones de orden esencialista, filosófico y humanista.

Las cosmovisiones indígenas se inscriben dentro de esta corriente; en América Latina “La Pachamama” es la protagonista.

El ambiente como proyecto comunitario: se considera al ambiente como entorno de una comunidad humana. Un medio que se comparte, en el que la solidaridad constituye un valor. Se trata de una concepción más sociológica y política. El ambiente es el medio para desarrollar la democracia, a través del intercambio, del diálogo y de la comunicación. Desde lo educativo se asocia a proyectos de investigación-acción tendientes a resolver problemas comunitarios.

El ambiente es un sistema complejo, que tiene en cuenta el equilibrio entre lo biológico, el desarrollo humano y las instituciones sociales. Dicho equilibrio lo lleva a buscar constantemente una mejor calidad de vida y a desarrollar las potencialidades productivas desde una perspectiva

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sustentable y desde la cultura que cada población sostiene como fundamento de vida.

Todo sistema suele definirse como un conjunto de elementos dinámicamente relacionados que desarrollan una actividad para alcanzar un objetivo; un sistema complejo, como es el ambiente, está compuesto por varias partes interconectadas o entrelazadas, cuyos vínculos contienen información adicional. Como resultado de las interacciones entre elementos, surgen nuevas propiedades que no pueden explicarse a partir de las propiedades de los elementos aislados.

La concepción actual de ambiente nace con la denominada “revolución del conocimiento”, que a mediados del siglo XX generó el surgimiento de nuevas disciplinas científicas como la ecología, que ha tenido origen en los enfoques de la ciencia instrumental que sostuvieron el concepto de desarrollo humano de la modernidad, pero luego ha ido evolucionando a medida que este concepto fue dejando paso al de una crisis civilizatoria, que ha llevado a pensar en crisis de cultura, de valores, de principios éticos y políticas.

3 DECRECIMIENTO

La palabra decrecimiento proviene del latín “decresco” y la Real Academia Española de la Lengua la define como diminución, entendida como merma. En inglés “deworth”, en alemán utilizan la palabra

“wachastumsrücknahme”, en catalán “decreixement”, en francés “decroissance”, en gallego “decrescimento”, en italiano “decrescita”, en portugués “decrescimiento”, en México utilizan la palabra “descrecimiento”.

Según Research & Degrowth (2015) “el decrecimiento es la reducción del consumo y de la producción con el fin de aumentar el bienestar humano, las condiciones ecológicas y la equidad en el planeta.” El equivalente alemán se denomina Postwachstum que significa postcrecimiento. La traducción exacta sería Wachstumsrücknahme, término que también se utiliza.

En Francia, el movimiento de la décroissance se define como origen de los demás movimientos decrecentistas. El fundador e iniciador de la décroissance, Serge Latouche, economista y filósofo francés, en su libro “Le pari de la décroissance” (2006), enseña nuevos caminos y posibles aproximaciones a un mundo en contra del crecimiento. En la misma trata sobre las ocho “R” como pilares del decrecimiento:

Revaluar, Reconceptualizar, Reestructurar, Relocalizar, Redistribuir, Reducir, Reutilizar y Reciclar. Algunas de las claves de este autor son “el crecimiento ha dejado de ser una manera de satisfacer necesidades reales para devenir como finalidad en sí mismo”, desde esta idea Latouche desarrolla la idea de que actualmente vivimos en una dictadura de los mercados en que los gobiernos ya no deciden. Sostiene además que el decrecimiento, al igual que promueve el reciclaje de desechos materiales, también debe interesarse por la rehabilitación de los excluidos y si el mejor reciclaje consiste en desechar menos, la mejor forma de rehabilitación social consiste en evitar la exclusión.

El economista Jackson, T. (2009), uno de los principales defensores del degrowth en el Reino Unido, en su libro “Prosperity Without Growth”, analiza las relaciones del crecimiento económico y el bienestar social de una manera muy crítica, se pregunta si la economía es un concepto que funciona. Cuando se habla de la economía del post-crecimiento, Postwachstumsökonomie, se relaciona esta idea con Paech, N. (2014) pionero y fundador de este concepto. Aparte de Paech, el Instituto Wuppertal para Clima, Medioambiente y Energía trata muchos de los temas relacionados con la suficiencia de la economía. Bajo el liderazgo de Uwe Schneidewind, el Instituto ha ganado mucha importancia internacional por investigar sobre la temática del decrecimiento durante los últimos años. En correspondencia a esto, en italiano existe el movimiento del decrecimiento feliz, liderado por Maurizio Pallante mientras que en Suiza existe la Initiative Neustart.

Fournier, V. (2008) define al decrecimiento de la siguiente manera: “El decrecimiento no es sólo una cuestión cuantitativa de hacer menos de lo mismo, es también y, más fundamentalmente, una paradigmática reordenación de valores, en particular la reafirmación de valores sociales y ecológicos y una repolitización de la economía”.

Taibo, C. (2009) defiende el decrecimiento como una forma para mejorar la calidad de vida de una mayoría; una reducción de la jornada laboral, un aumento del tiempo de ocio y una apuesta por emplear éste en lo que Taibo denomina “la vida social” y el “ocio creativo”, se trata de buscar la felicidad.

El autor se pregunta si “la vida que llevamos en sociedades marcadas por el trabajo y por el consumo

es realmente la vida que nos gusta”; porque plantea que la felicidad es un indicador individual del grado de bienestar personal. Si los datos demuestran que ésta no evoluciona al compás del aparente progreso, significa que desde el sistema económico oficial se confunden bienestar y crecimiento de forma intencionada. El bienestar y la calidad de vida aseguran la longevidad de las personas.

De entre todas las delimitaciones y principios que sustentan al movimiento por el decrecimiento se podría obtener una definición como la siguiente: disminución consciente y programada del volumen de producción y de consumo, especialmente de los combustibles fósiles e intensificación de la socialización y de los intercambios relacionales, fundamentando este cambio en una democratización de las decisiones de base tecnológica, económica y moral.

Siguiendo a Taibo, C. (2009) quien expresa que la propuesta del decrecimiento parte de la certeza de que tendemos a ver todos los problemas en exclusiva desde el prisma de la economía, lo que viene a señalarnos es que en los países ricos se tiene que reducir la producción y el consumo porque se vive por encima de nuestras posibilidades, es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales. “El único programa que necesitamos se resume en una palabra: menos. Menos trabajo, menos energía, menos materias primas». Conviene dejar claro que el decrecimiento no es un crecimiento negativo, expresión contradictoria que revela la supremacía del imaginario desarrollista; se debe actuar con urgencia para poner freno a las muchas actividades económicas que están en el origen de la expansión de la huella ecológica, y que ello se debe traducir en términos de las mediciones convencionales vinculadas con el producto interior bruto (PBI), en una reducción de éste.

Nos interesa la Educación Ambiental con una mirada al Decrecimiento y su contribución a la Educación Ambiental en cuestiones prácticas.

Como lo sostiene la UNESCO (1970) la EA emerge en la segunda mitad del siglo XX como una propuesta necesaria para enfrentar a la problemática ambiental, es un proceso dinámico y participativo que busca identificar las relaciones de interacción e independencia que se dan entre el entorno y el hombre, así como también se preocupa por promover una relación armónica entre el medio natural y las actividades antropogénicas a través del desarrollo sostenible, todo esto con el fin de garantizar el sostenimiento y calidad de vida de las generaciones actuales y futuras, hecho muy cuestionado por varios autores por su implementación.

¿Por qué hay que decrecer?, según Taibo, C. (2009) en los países ricos hay que reducir la producción y el consumo porque se vive por encima de las posibilidades, es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales. “El único programa que necesitamos se resume en una palabra: menos. Menos trabajo, menos energía, menos materias primas”. En los países del sur, según la percepción de Latouche, S. (2006) quien expone una lista diferente de “R”: romper con la dependencia económica y cultural con respecto al Norte, reanudar el hilo de una historia interrumpida por la colonización, el desarrollo y la globalización, reencontrar la identidad propia, reapropiar ésta, recuperar las técnicas y saberes tradicionales, conseguir el reembolso de la deuda ecológica y restituir el honor perdido.

Según Díez, J. y otro (2010) expresan que una EA centrada en el decrecimiento, el criterio básico debe ser fomentar el ajuste a la nueva situación del mundo. Dicho ajuste supone desarrollar respuestas educativas a tres retos. El primer reto es la disminución de los recursos, asociada además a una posible crisis institucional que exija respuestas locales. Este reto implica educar en la autonomía y en la autosuficiencia, y más concretamente en un “saber hacer” basado en el manejo de tecnologías más resilientes. Un segundo reto tiene que ver con el incremento de la incertidumbre y la vulnerabilidad. Ante problemas complejos y novedosos y situaciones de mayor riesgo se necesita potenciar una comprensión sistémica del mundo, la capacidad investigadora, y por ende la creatividad, el trabajo colaborativo y los cuidados.

Sostienen Rodríguez, F. y otro (2009) que es notable en EA la dispersión de propuestas metodológicas que impide definir con claridad con qué modelo didáctico se está trabajando, lo que no deja de ser una manifestación de activismo. Como expresan García, J. y otro (2006) que se proponen una metodología didáctica basada en la investigación, de corte constructivista, que capacite a las personas para resolver los problemas asociados a la situación de decrecimiento, metodología que integraría propuestas metodológicas más concretas, evitando una dispersión metodológica que dificulta que nuestra intervención educativa sea coherente.

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