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“Lo que importa son los y las estudiantes”

No documento Interrogações às políticas públicas (páginas 170-173)

En este apartado daremos cuenta que una vez más que las escuelas y particularmente, aquellas, que se emplazan en contextos de extrema pobreza urbana, siguen siendo uno de los pilares fundamentales para sos-tener comunidad escolar, sossos-tener a las familias y a cada uno de los y las estudiantes que allí concurren. Es por eso que, como venimos sosteniendo, los y las docentes no sólo se ocuparon rápidamente de responder ante la no-presencialidad en las aulas, sino, que también se tuvieron que ocupar de garantizar recursos económicos y de alimentación para sus estudiantes.

Porque como una docente nos refirió: “no podemos hacer como si nada pasara y seguir dando clase, entre que no tienen Wifi, tampoco sus padres tienen ingresos para lo necesario, por eso también nos ocupamos de entregar los alimentos y llevárselo a sus casas” (Entrevista Docente 6, abril de 2020).

La escuela en donde realizamos el trabajo de investigación dividió estas tareas en dos tiempos, referidos a los momentos en que la cuarentena era de aislamiento total y otra, un poco más flexibilizada. En un primer momento, todos los alimentos que llegaban a la escuela eran distribuidos en distintos puntos de la localidad para que cada familia pueda acercarse a retirar desde un nodo indicado. Para ello, una vez por semana o cada quince días, según el Estado enviara la mercadería, se armaban grupos de docentes como cuadrillas, para organizar los productos, seleccionarlos, higienizarlos, etiquetarlos y distribuirlos por punto de entrega y a la vez por familias. Fueron muy habituales las imágenes de esas actividades ver a las docentes manteniendo la distancia y las medidas preventivas para evitar contagiarse. Docentes con barbijos y con máscaras faciales, guantes, alcohol en gel y lavandina eran las postales más recurrentes. Por tanto, luego de realizar este trabajo, el segundo momento era la distribución de estos pro-ductos. Para ello, la escuela organizaba con el transporte escolar y los autos

personales de docentes y directivos el traslado. Previo a esta organización material, la escuela se encargaba de difundir los puntos de entrega a las casi 500 familias de sus estudiantes. Ello también trajo aparejado nuevos obstáculos, una docente nos comentaba respecto a ello:

Yo avise a cada una de las familias de mi grupo. Les dije tal día a tal hora tienen que estar en la entrada del barrio porque no podemos entrar no-sotras con nuestros autos, por seguridad. Muchos de mis pibes viven en el borde del zanjón, al fondo del barrio y como no lo conozco y no me co-nocen. Tratamos de que ellos se acerquen lo más que puedan a la entrada de sus barrios. Me escribe la abuela de Juan, y me dice: hola seño ¿hoy era la entrega de la mercadería? Le contesto si, los estamos esperando.

La abuela me dice, ahí voy con un remis. Cuando llegamos al punto de entrega con barbijos, con lavandina, alcohol en gel y con todos los recau-dos necesarios, como son muchas familias estamos más o menos cuatro horas cada vez que vamos. Vamos varias docentes y nos encargamos de estar en comunicación con todos nuestros estudiantes. La mayoría vie-ne, pero con esta abuela ese día no pudimos encontrarnos. Esperamos una hora más de lo habitual. Trate de comunicarme con ella y no pudi-mos encontrarnos. La abuela días más tarde me escribe diciéndome que se había quedado sin crédito para avísame y para llamar al remis y que tampoco tenía plata para cargar de nuevo su celular. Me dijo que fue al punto de encuentro y no nos encontró. Así que esa familia esa semana no recibió los alimentos y tampoco pude entregarle el cuadernillo de ac-tividades que había armado para mis alumnos. Yo no sé, lo único que me importa son los chicos y quiero que estén bien, hacemos lo que podemos, pero a veces no alcanza.” (Entrevista Docente 9, junio de 2020)

La utilización de recursos propios como en este caso el auto de cada docente, los materiales de higiene que no se los proporciona el Estado para realizar estas entregas, refuerza una vez más que hoy la escuela pública se garantiza con recursos privados, tanto de conectividad como de alimen-tación en este caso. La docente se acongoja cuando refiere que lo único que le importa son sus estudiantes. No sólo prepara actividades que sabe, que tampoco las van a poder realizar en este contexto, viviendo hacinados o sin los espacios propicios para hacerlo, sino, que también, se ocupa de hacerles llegar alimentos. Todas las docentes se organizaban semana tras semana para que eso suceda, en muchas oportunidades, como la relatada

en el registro anterior, con mayores obstáculos, debido a la precariedad y la falta de recursos con los que cuentan las familias de la escuela. Son las docentes y es la escuela que garantiza la escolaridad y una vez más, la alimentación.

Para que los obstáculos se aminoren, desde mitad de año la estrategia ya no es recurrir y entregar en los distintos puntos de encuentro. Sino que ahora convocan a las familias durante toda una semana para que puedan retirar la mercadería y las actividades organizadas por las docentes, ya que en su mayoría los estudiantes de esta escuela no pueden seguir de manera virtual su escolaridad. En tiempos de redes sociales, grupos de WhatsApp, y virtualización extrema, la escuela, esta escuela, recurre a recursos mate-riales en papel. Por un lado, por falta de conectividad de sus estudiantes y porque los cuadernillos realizados por el Ministerio de Educación no fueron diseñados desde una perspectiva de accesbilidad (García et al., 2015) que tenga en cuenta a las personas con discapacidad y la necesidad de tener materiales específicos en todas las escuelas. Como decíamos, el segundo momento de entrega de alimentos y actividades ahora se realiza con los recaudos necesarios en la escuela, para aquellas familias que pueden acercase. Esto trae otra cuestión, como nos refirió la directora de la escuela:

Necesitamos conseguir elementos de higiene, porque el Consejo Escolar nos manda algunas cosas, pero pareciera que no se dan cuenta que es-tamos en pandemia. No alcanza la lavandina, el alcohol, los guantes, no tenemos máscaras. Entonces, ¿qué hacemos, no les damos las cosas a las familias? No, juntamos dinero para comprar nosotras lo que hace falta. Y también si alguna familia necesita algo les hacemos llegar una pequeña ayuda. Como nos pasó con la familia de Benja que se le prendió fuego la casa, por suerte no pasó nada, pero tuvimos que entrar a pedir donaciones y juntar plata para acompañarlos en este momento.” (Entre-vista Docente 10, agosto de 2020)

Ocuparse de cada uno de sus estudiantes, de sus familias, no sólo para garantizar la escolaridad y el derecho a la educación a través de sus propios recursos -de conectividad y materiales-, sino que también en estos tiempos, más que nunca, hay que ocuparse de todo lo necesario para que estudiantes

y familias puedan transitar con los menores obstáculos estos momentos de extrema incertidumbre y volatilidad. Aquí la directora expone una barrera más, un Estado que no envía lo necesario y, que deben, porque los y las estudiantes importan, garantizar con sus propios recursos económicos y a través de donaciones que consigan, algo mínimo para garantizar la higie-ne y alguna ayuda mohigie-netaria para las familias que lo requieran. En estas condiciones y tantas otras, se transita la escuela en tiempos de pandemia COVID-19 y saben también que hacen lo que pueden y que muchas veces eso no alcanza.

No documento Interrogações às políticas públicas (páginas 170-173)

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