3 A TRAJETÓRIA DOS IRMÃOS CAMPANA
5.1. A NOMENCLATURA ASSOCIADA AO PROCESSO DE FABRICAÇÃO
5.1.1. O Artesanato
La principal figura en el desarrollo de la fisiología experimental alemana del siglo XIX fue Johan- nes Müller (1801-1958). Obtuvo su doctorado en la Universidad de Bonn en 1822 y fue nom- brado catedrático en fisiología en la Universidad de Berlín en 1833. Fue un académico suma- mente productivo, quien hizo mucho por establecer la fisiología experimental como disciplina científica autónoma en Alemania y Europa. Su Manual de fisiología humana, obra en dos volúme- nes publicados entre 1833 y 1840, se convirtió en el libro fuente internacionalmente reconocido de la investigación contemporánea en la materia, y también respecto a la neuroanatomía, para las diversas generaciones de investigadores, sustituyendo al compendio anterior de Von Haller.
Müller realizó muchas aportaciones importantes a la fisiología experimental. Replicó los estudios de Hall sobre el arco reflejo y la discriminación experimental de los nervios sensoriales
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y motores en la médula espinal que hiciera Magendie. Desarrolló una teoría jerárquica integral de las funciones del sistema nervioso y dio una primera explicación del aprendizaje “por ensayo y error” fundamentada en la actividad nerviosa espontánea, la cual probablemente fue la fuente de la elucidación de Bain del comportamiento voluntario.
Siguiendo una especulación de Bell, Müller demostró que hay cinco tipos de nervios sen- soriales, cada uno con su propia “energía específica”, que dan lugar a las sensaciones distinti- vas de color, olor, gusto, sonido y tacto. Consideraba que estaba investigando el fundamento fisiológico de las categorías kantianas y afirmó que nuestro sistema nervioso determina las propiedades características de nuestras sensaciones de color, olor, sabor, sonido y tacto, aunque nunca estuvo seguro si de ellas son responsables ciertos nervios, o las regiones del cerebro en las cuales éstos se proyectan.
Tal vez el mayor logro de Müller haya sido como maestro. Inspiró a muchos alumnos dis- tinguidos, como Ernst W. von Brücke (1819-1892), Emil du Bois-Reymond (1818-1896), Carl F. W. Ludwig (1816-1895), Von Helmholtz y Theodor A. H. Schwann (1810-1882), quien realizó contribuciones significativas a la fisiología experimental y a la psicología fisiológica. Se cree que Müller, al ser un trabajador compulsivo propenso a la depresión, se quitó la vida cuando empezó a temer que decaían sus facultades (Young, 1990).
Vitalismo y la Sociedad Física de Berlín Müller fue, en un sentido importante, heredero del enfoque mecanicista de la fisiología y el comportamiento animal y humano iniciada por Des- cartes. Y como éste, fue un defensor del vitalismo. Descartes había dado el paso revoluciona- rio de separar los principios de la vida y la mente que los teóricos antiguos y medievales habían equiparado. Sostuvo que los procesos vitales como la respiración y la digestión son un producto mecánico de la materia organizada y no una consecuencia de la acción del alma racional.
No obstante, ya en el siglo XIX, el vitalismo se había convertido en el planteamiento de que los procesos fisiológicos son producto de una fuerza vital emergente distinta de las fuerzas físi- cas y químicas de la atracción y la repulsión. Ésta fue la postura que sostuvieron por un lado Xavier Bichat (1771-1802), quien afirmó que los procesos vitales no se reducen a las leyes de la física y la química, y por otro el químico Justus von Liebig (1803-1873), quien trató la fuerza vital como una “propiedad peculiar, que poseen ciertos cuerpos materiales y de la que se vuel- ven sensibles cuando sus partículas elementales se combinan en una determinada disposición o forma” (citado en Lowry, 1982, pp. 71-72).
A principios del siglo XIX, era común recurrir a la fuerza vital para explicar cómo las fuerzas físicas y químicas que se unen a los elementos constituyentes del alimento son superadas en el proceso de la digestión:
La fuerza vital genera una descomposición de los elementos constituyentes del alimento y destruye la fuerza de atracción que se ejerce continuamente entre sus moléculas; altera la dirección de las fuerzas químicas de tal modo que los elementos constituyentes del alimento se ordenan de otra forma […] Hace que los nuevos compuestos adopten formas completamente distintas a las que son resultado de la atracción de las partículas cuando actúan libremente, es decir, sin resistencia […] El fenómeno del crecimiento, o aumento en la masa, presupone que la fuerza vital actuante es más poderosa que la resistencia que opone la fuerza química a la descomposición o transformación de los elementos del alimento.
—(Citado en Lowry, 1982, p. 71).
Como subrayara Johann F. Blumenbach (1752-1840), la fuerza vital se postuló, como la fuerza gravitacional, sobre la base de sus efectos observados. Mientras siguieran habiendo procesos físicos que no pudieran explicarse en forma reduccionista en función de las fuerzas conocidas de la física y la química, era razonable plantear la existencia de tal fuerza.
Ésta fue la forma de vitalismo que defendió Müller. Sin embargo, con sus alumnos no suce- dió lo mismo. En 1842, Brücke, Ludwig, Von Helmholtz y Du Bois-Reymond hicieron un jura- mento solemne, sellado con sangre, que estipulaba que: “no hay ninguna otra fuerza activa en el organismo [mas] que las fuerzas físico-químicas comunes” (Du Bois-Reymond, 1842/1997,
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p. 19). Fundaron la Sociedad Física de Berlín en 1845, dedicada a la explicación reduccionista de los procesos fisiológicos. Todos ellos llegaron a ocupar cátedras importantes en las universi- dades alemanas.
Su compromiso con la explicación reduccionista fue validada empíricamente por la eluci- dación de Ludwig de la formación de la orina, la cual fue la primera explicación detallada de un proceso fisiológico en términos de procesos físico-químicos debidamente entendidos (Boakes, 1984). La complejidad desalentadora de la mayor parte de los demás procesos fisiológicos des- cartó la reducción sistemática de lo fisiológico a lo físico-químico en el siglo XIX (Cranefield, 1957), pero el compromiso de los alumnos de Müller con la explicación reduccionista los ins- piró a hacer contribuciones sustantivas al estudio de la transmisión nerviosa y la conducta refleja.
No obstante, sería erróneo suponer que el vitalismo impidió el desarrollo de la fisiología experimental. Müller y compañeros vitalistas suyos como Claude-Bernard (1813-1878) y Louis Pasteur (1822-1895) fueron experimentalistas dotados que hicieron aportaciones sustantivas a la fisiología del siglo XIX, del mismo modo que dualistas como Flourens y Fritsch y Hitzig hicie- ron contribuciones reveladoras en cuanto a la localización neural de las capacidades psicológi- cas. Sin embargo, la afinidad de Müller con el vitalismo tal vez explique, en parte, la renuencia de muchos teóricos a adoptar su explicación del comportamiento voluntario, cimentada en la actividad espontánea del sistema nervioso.